= 17 = en cien cómbales de gloria y de honor, esponiendo su vida ante las balas estranjerasl Si lo hubiesen hecho otros hom- bres sin los antecedentes de aquellos, el sofisma seria me- nos manifiesto. Pero imputar traiciona la patria, a los que han creado y fundado la patria con su espada y con su san- gre! Lavalle, Paz, Rodríguez, que no tenían mas fortuna que sus gloriosos trofeos obtenidos en la guerra de la inde- pendencia de Amérjca, habian de tener la intención de pe- lear, para después del triunfo entregar al estranjero la pa- tria, su independencia, sus insignias, y hasta su honor y libertad personales 1 Los tiranos han gastado el sentido de la palabra traición abusando de ella; de modo que es raro que alguna vez, sobre todo en países jóvenes y guerreros, se apli- que con justicia. Pero cuando se usa de ella contra los uni- tarios de la República Arjenlina , se comete algo mas que un herror común: se comete, como he dicho, un acto de im- becilidad inescusabls. Tiberio, el tenebroso y sangriento Tiberio, llegó a ver el crimen de traición , hasta en un ver- so, en una palabra indiscreta y confidencial, en una lagrima, en una sonrisa, en las cosas mas insignificantes. (1) Dionisio el Tirano hizo condenara muerte a un hombre que soñó que le había asesinado. Alterad uu poco el sentido de la palabra traición, decía Montesquieu, y tendréis el gobierno legal convertido en arbitrario. «Un reproche grave, dice Chateaubriand, se ligará a la memoria de Bonaparte : ácia el fin de su reinado tornó tan (1) Tácito Anales , !¡b. 6 y 11. 2 f i= 48 m pesado sn yugo, que el sentimiento hostil al estranjero se amortiguó: y una iavasion, hoi de doloroso recuerdo, tomó, en el momento de consumarse, el aire de una campaña de li- bertad... Los Lafayette, los Lanjuínais, los- Gamillo Jordán, los Ducis, los Lemercicr, los Glienier, los Benjamín Cons- tant , erguidos en medio de la multitud impetuosa , se atrevieron a despreciar la victoria y protestar contra )a tira- nía.»... «Abstengámonos, pues, de decir que aquellos a quienes la fatalidad conduce a pelear contra un poder que pertenece a su país, sean unos miserables: en todos los tiempos y países, desde los griegos hasta nosotros, todas las opiniones se h;>n apoyado en las fuerzas que podían asegu- rarles su triunfo. Algún día se leerá en nuestras Memorias las ideas de Mr. de Malesherbes sobre la emigración. No co- nocemos en Francia un solo partido que no haya tenido hombres en el suelo estranjero, mezclados con los enemigos y marchando contra la Francia. Benjamín Constant, ayudan- te de campo de Bernadotte, servia en el ejército aliado que entró en Paris, y Carrel fué tomado con las armas en la mano en las filas españolas.» (4) Inútil es decir que Lafayette, Ghenier, Gonstant, Garrel son nombres que todos los partidos en Francia se vanaglo- rian de contar entre sus hombres célebres. ¿De qué nace (1, Congrio 'le Verona, por Chateaubriand , cap. XXXI y XXXVII. KaMaria traer en apovo .le lo que dice este historiador, el recuerdo de In gloriosa revolución ríe los ingleses, piomovida y apoyada poj uadre y trero mil bayonetas holandesas. = 19 — este modo de verlos, a pesar de aquellos actos, que un so- lista habría apellidado de traición? Del convencimiento uni- versal de que sus intenciones, al ejecutarlos, eran entera- mente francesas y patrióticas; y que solo una situación del todo escepcional, podía haberles colocado en el caso de bus- car el bien de la patria por un camino semejante. Los unitarios en Buenos Aires han hecho menos que Constant, Gorrel y Lafayette en Francia : ellos no han mar- chado jamás contra una cosa que pudiera decirse su pais. Kan marchado con su bandera, con su cucarda, con sus jefes, por su camino, a su fin aparte y peculiar; después de haber exijido y obtenido declaraciones escritas y solem- nes, que ponían al abrigo el honor y la integridad de la república , contra toda mira perniciosa de parte del estranjero. Era imposible emplear ese medio delicado de reacción, con mas discreción, reserva y prudencia que lo hicieron ellos. Son bien conocidos los documentos que lo prueban ; a mas del justificativo que nace de los resultados. Otras miras altas y nobles esplícan también la conducta de los arjentínos que en 1840 se unieron a las fuerzas fran- cesas,.para atacar el poder del jcneral Hosas. Ksa unión tenia miras mas lejanas que un simple cambio de goberna- dor en Buenos Aires. — Diréles con la misma sinceridad y franqueza con que entonces se manifestaban. Podran ser erróneas: eso depende del modo de pensar de cada uno. Pero jamás se mezcló el dolo a su concepción. Pertenecíanjeneralmento a los hombres jóvenes del partido reaccio- nario; y estos las debian a sus estudios políticos de escuela. Sospecbar que la traición se hubiese mcsclado en ellas, es suponer que hubiese babido jentes bastante necias para ini- ciar a estudiantes do derecho público, en los arcanos de esa diplomacia oscura, que según algunos, tiende a cambiar el principio político del gobierno en Amérioa. La idea trascendente de los jóvenes defensores de esa liga era la de introducir , concillando con la nacionalidad perfec- ta del pais, el inllujo de la acción civilizadora de la Kuropa, por medios honorables y admitidos por derecho de jentes, a fin de hacer practicable en América un orden de cosas político, en el (pie las ideas mas adelantadas y liberales con- tasen con una mayoría de población ilustrada, desenvuelta bajo el inllujo de leyes e instituciones protectoras de tal di- rección de cosas. Querian, en una palabra, buscar una fór- mula de solución para el problema del establecimiento de la libertad política en América: de ese problema que aun per- manece sin solución, pues no lo son de ningún modo esas constituciones escritas, que, por lo inadecuadas e impracti- cables , solo sirven las mas veces para fomentar la hipocresía de la libertad, tan opuesta a la libertad verdadera. ¿Ignora alguno que la América del Sud, desde la proclamación de la democracia ilimitada, se halla en una falsa posición? que el orden ensayado hasta aquí es transitorio, por que es inade- cuado, y que es necesario traer las cosas a vases mas nor- males y verdaderas? ¿Quiéu que medite con sinceridad sobre lo que son nuestras constituciones actuales, no comprende toda la importancia y dificultad de esta materia y la nece- sidad profunda de ocuparse de ella? Ihcn pues: esos jóvenes abordando esa cuestión , que es la de la vida misma de esta parte del Nuevo Mundo, pen- saron que mientras prevalezca el ascendiente numérico de la multitud ignorante y proletaria, revestida por la revolución de la soberanía popular, seria siempre reemplazada la liber- tad por el rejimen del despotismo militar de un solo hom- bre: y que no habia mas medio de asegurar la preponde- rancia de las minorías ilustradas de estos paises, que dándoles ensanchamiento por vínculos y conexiones con influencias civilizadas traidas defuera, bajo condiciones compatibles CON LA INDEPENDENCIA Y DEMOCRACIA AMERICANAS, PROCLA- MADAS POR LA REVOLUCION DE LN MODO IRREVOCABLE. Absurdo o sabio, este era el pensamiento de los que en esa época apoyaban la liga con las fuerzas europeas, para someter el partido de la multitud plebeya capitaneada y or- ganizada militarmenle por el jeneral Rosas. Los partidarios de esas ideas las sostenían pública y abiertamente por la prensa, con el candor y el desinteros, que son inherentes al caráolcr de la juventud. lisa cuestión es tan grabe, afecta de tal modo la existen- cia política de los nuevos Estados de América, es tan in- cierta y oscura, cuenta con tan pocos pasos dados en su solución, que es preciso hallarse mui atrasado en esperien- cia y buen sentido político, para calificar de cstraño este o= 20 = jeneralmente a los hombres jóvenes del partido reaccio- nario; y estos las debian a sus estudios políticos de escuela. Sospechar que la traición se hubiese mesclado en ellas, es suponer que hubiese habido jentes bastante necias para ini- ciar a estudiantes de derecho público, en los arcanos de esa diplomacia oscura, que según algunos, tiende a cambiar el principio político del gobierno en América. La idea trascendente de los jóvenes defensores de esa liga era la de introducir , conciliando con la nacionalidad perfec- ta del pais, el influjo de la acción civilizadora de la Europa, por medios honorables y admitidos por derecho de jentes, a fin de hacer practicable en América un orden de cosas político, en el que las ideas mas adelantadas y liberales con- tasen con una mayoría de población ilustrada , desenvuelta bajo el influjo de leyes e instituciones protectoras de tal di- rección de cosas. Querian, en una palabra, buscar una fór- mula de solución para el problema del establecimiento de la libertad política en América: de ese problema que aun per- manece sin solución, pues no lo son de ningún modo esas constituciones escritas, que, por lo inadecuadas e impracti- cables, solo sirven las mas veces para fomentar la hipocresía de la libertad, tan opuesta a la libertad verdadera. ¿Ignora alguno que la América del Sud, desde la proclamación de la democracia ilimitada, se halla en una falsa posición? que el orden ensayado hasta aquí es transitorio, por que es inade- cuado, y que es necesario traer las cosas a vases mas nor- males y verdaderas? ¿Quién que medite con sinceridad sobre lo que son nuestras constituciones actuales, no comprende toda la importancia y dificultad de esta materia y la nece- sidad profunda de ocuparse de ella? Bien pues: esos jóvenes abordando esa cuestión , que es la de la vida misma de esta parte del Nuevo Mundo, pen- saron que mientras prevalezca el ascendiente numérico de la multitud ignorante y proletaria, revestida por la revolución de la soberanía popular, seria siempre reemplazada la liber- tad por el réjimen del despotismo militar de un solo hom- bre: y que no habia mas medio de asegurar la preponde- rancia de las minorías ilustradas de estos paises, que dándoles ensanchamiento por vínculos y conexiones con influencias civilizadas traídas de fuera, bajo condiciones compatibles CON LA. INDEPENDENCIA Y DEMOCRACIA AMERICANAS, PROCLA- MADAS POR LA REVOLUCION DE LN MODO IRREVOCABLE. Absurdo o sabio, este era el pensamiento de los que en esa época apoyaban la liga con las fuerzas europeas, para someter el partido de la multitud plebeya capitaneada y or- ganizada militarmente por el jeneral Rosas. Los partidarios de esas ideas las sostenían pública y abiertamente por la prensa, con el candor y el desinteros, que son inherentes al caráoler de la juventud. Esa cuestión es tan grabe, afecta de tal modo la existen- cia política de los nuevos Estados de América, es tan in- cierta y oscura, cuenta con tan pocos pasos dados en su solución, que es preciso hallarse muí atrasado en esperien- cia y buen sentido político, para calificar de cstraño este oaquel plan de solución ensayado. Ese punto ha llamado ?a atención de todos los hombres que han pensado seriamente en los destinos políticos del Nuevo Mundo: y en él han co- metido errores de pensamiento, Bolívar , San Martin , Mon- teagudo, Rivadavia , Alvear , Gómez y otros do menos espectables por su mérito y patriotismo americano. Mil otros errarán tras ellos en la solución de ese problema, y no serán las cabezas menos altas y menos distinguidas; pues los únicos para quienes la cuestión está ya resuelta son los demagogos, que engañan a la multitud y los espíritus limitados que se engañan a sí mismos. Si, pues, los partidos arjentinos han podido padecer es- travk» en la adopción de sus medios, en ello no han interve- nido el vicio, ni la cobardía de los espíritus, sino la pasión, (¡ue, aun siendo noble y pura en sus fines, es casi siempre ciega en el uso de sus medios, y la inesperiencia de que adolecen los nuevos estados de este continente en lo tocante al sendero por donde del>cn conducir los pasos de su vida pública. No: la República Arjentma no es un pais deprabado, como lo suponen los que la juzgan por los dictados que ella propia se ha dado en el delirio de la fiebre revolu- cionaria. Son sus partidos políticos los que la han difamado en el esferior, exajerando mutuamente en el calor de la pelea sus defectos y suponiendo otros como medio ordinario de ataque y destrucción. Juzgar de !a República Arjentina, por la prensa de sus partidos en armas , es juzgar de h¡ = 83 = Fronda por los cuadros lúgubres que de ella hace la impa- ciente misantropía de algunos de sus grandes escritores, que viviendo en la perfección del porvenir, solo ven en el presente, vicios, desorden, iniquidad y mentira. Cada partido ha tenido cuidado en ocultar o desfigurar las ventajas y méritos de su rival. Según la prensa de Rosas, la mitad mas culta de la República Arjentina, es igual a las ordas meridionales de Pehuenches y Pampas: se compone de los salvajes unitarios (como quien dice los salvajes pro- gresistas, siendo la unidad el término mas adelantado , la idea mas alta de U ciencia política). Los unitarios, por su parte, han visto muchas veces en sus ribales a los caribes del Ori- noco. Cuando, algún dia se den el abrazo de paz en que acaban las mas encendidas luchas, qué diferente será el cuadro que de la República Arjentina trasen sus hijos de ambos campos. Qué nobles confesiones no se oirán alguna vez de boca de los frenéticos federales! Y los unitarios, con qué pla- cer no verán salir hombres de honor y corazón, de debajo de esa máscara espantosa con que hoi se disfrazan sus ribales cediendo a las exijencias tiránicas de la situación! Entre tanto, no hai que hacer un delito a los escritores que involuntariamente dañan al pais dañándose ellos, por mas que diga Michelet que eso disminuya su lustre a los ojos del estranjero. Los pueblos representativos tienen qup vivir hoi como esc romano que queria habitar una casa de er'uítal, para ostentar la diafanidad de su vida privada. E6 ne~cesario hacer tina vida de verdad, y mostrarla al mundo ta/ cual es, con sus faltas y méritos. Para remediar el mal es preciso decirlo en alta voz: la sociedad y el poder son sor- dos: para que oig.-m es preciso hablarles con la vocina de h\ prensa y la tribuna. Pero es imposible levantar la voz en la casa, sin que la escuche el vecino. No queda otro remedio que refujiarse bajo el consolador axioma que dice:—hombre soi y de nada me reputo ajeno. Si algunos pueblos no tienen errores que lamentar, es porque no han empezado a vivir. Las grandes naciones tienen sus manchas a la espalda : los pueblos mui atrazados, las tienen en el porvenir. En el pue- blo, como en el hombre, la enfermedad es un estado anormal y transitorio: nuestro pais se aproxima al fin de sus achaques. Se oye también que la República Ar jentina padece atrazo jenaral, por consecuencia de su larga y sangrienta guerra, liste error, el mas acreditado fuera de sus fronteras, viene también do las mismas causas que el otro. Sin duda que la guerra es menos fecunda en ciertos adelantos que la paz : pero trae consigo ciertos otros que le son peculiares, y los partidos arjentinos los han obtenido con una eficasia igual a la intensidad de los padecimientos. La República Arjentina tiene mas esperiencia que todas sus hermanas del Sud, por la razón de que ha padecido mas que ninguna. Ella ha recorrido un camino que las otars es- tán por principiar. Como mas próxima a la Europa, recibió mas pronto el influjo de sus ideas progresivas, que fueron puestas = 25 = en ejecución por la revolución de mayo de 1810 , y mas pronto que todas recojió los frutos buenos y ma- los de su desarrollo: siendo por ello en lodos tiempos, futuro para los estados menos vecinos del manantial tra- satlántico de los progresos americanos , lo que consti- tuía el pasado de los Estados del Plata. Así, hasta en lo que hoi se toma como señal de atraso en la república- vecina , está mas adelantada que las que se reputan exen- tas de esos contratiempos, por que no han empezado aun a esperimentarlos. Un hecho notable , que hace parte de la organización de- finitiva de la República Arjentina, ha prosperado al través de sus guerras, recibiendo servicios impórtenles hasta fie sus adversarios. Ese hecho es la centralización del poder nacional. Rivadavia proclamó la idea de la unidad: Rosas la ha realizado. Entre los federales y los unitarios, han cen- tralizado la república : lo que quiere decir, que la cuestión es de voces que encubren mera fogosidad de pueblos jó- venes; y que en el fondo, tanto uno como otro, han servido a su patria, promoviendo su nacional unidad. Los unitarios han perdido; pero ha triunfado la unidad. Han vencido los federales; pero la federación , ha sucumbido. — El hecho es que del seno de esta guerra de nombres ha salido formado el poder, sin el cual es irreaüzab'e la sociedad, y la libertad misma imposible. El poder supone como vase de su existencia firme, el hábito de la obediencia. Ese hábito ha echado raices en aro-= 26 = bos partidos. Dentro el pais, Rosas ha enseñado a obedecer a sus partidarios y a sus enemigos: fuera de él, sus ene- migos ausentes, no teniendo derecho a gobernar, han pa- sado su vida en obedecer: y por uno y otro camino, ambos han llegado al mismo fin. A este respecto ningún pais de América meridional cuen- ta con medios mas poderosos do orden interior, ijue la Re- pública Arjcntina. No hai pais de América que reúna mayores conocimientos prácticos acerca de los listados hispatio-amer¡canos, que aquella República, por la razón de ser el que haya te- nido esparcido mayor número de hombres competentes fuera de su territorio, y viviendo regularmente injeridos en los actos de la vida pública de los estados de su residencia. El dia que esos hombres, vueltos a su pais se reúnan en asambleas deliberantes, ¡qué de aplicaciones útiles, de términos comparativos, de conocimientos prácticos y curio- sas alusiones, no sacarán de los recuerdos de su vida pasada en el estranjero! Si los hombres aprenden y ganan con los viajes, qué no sucederá a los pueblos? Se puede decir que una mitad de la República Arjcntina viaja en el mundo, de 10 y 20 años a esta parte. Compuesta especialmente de jóvenes, (pie son la patria de mañana , cuando vuelva al suelo nativo, después de su vida flotante, vendrá poseedora de lenguas estranjeras, de lejislaciones, de industrias, de hábitos, que después son lazos de confraternidad con los demns pueblos del rnun- = 27 = do. Y cuantos, amas de conocimientos, no traerán capitales a la riqueza nacional 1 No ganará menos la República Arjenti- na , dejando esparcidos en el mundo algunos de sus hijos li- bados para siempre en paises estraños, por que esos mismos cstenderán los jérmenes de apego al pais que les dió la vida (jue trasmiten a sus hijos. La República Arjentina, tenia la arrogancia de la juven- tud. Una mitad de sus habitantes se lia hecho modesta, su- friendo el despotismo que ordena sin réplica : y la otr» mitad , llevando fuera la instructiva existencia del es- tranjero. Las masas plebeyas, elevadas al poder, han suavizado su fiereza en esa atmósfera de cultura que las otras dejaron, para descender en busca del calor de alma, que, en lo mo- ral como en lo jeolójico, es mayor a medida (pie se descien- de. Este cambio trancitorio de roles ha de haber sido pro- vechoso al progreso de la jeneralidad del pais. Se aprende a gobernar obedeciendo; y vice versa. Si la República no ha avanzado en gloria, lo ha hecho al menos en celebridad y nombradla: y en este punto es deu- dora de tales resultados a los dos partidos en igual medida. Si ha merecido asombro Rosas por haber repelido a los po- deres estranjeros, no le han merecido menos sus enemigos por haber movido en su favor esos poderes. El primer par- tido en América, que haya repelido a los Estados de Europa es el de Rosas: y el primero que haya sido capaz de mo- verlos a tomar una parte activa en su apoyo, es el unitario.= 28 = La República Arjentina, es, pues, el estado de América Meridional que mas haya hecho sentir su acción en sus rela- ciones con las primeras potencias de Europa. Los negocios del Plata atraen hace muchos años la aten- ción de las cámaras de Francia y del parlamento de In- glaterra. El Times de Londres,—primer papel del Mundo, se ha ocupado quinientas veces de Rosas, no importa en qué sen- tido. La Revista de los dos Mundos, el Constitucional, h Prensa, el Diario de Debates, y todos los periódicos políti- cos de Paris, se ocupan del Plata hace ocho años con tanta frecuencia como de un estado Europeo. Los primeros oradores de este siglo, han empleado cien veces su calor en tratar del Rio de la Piala , y están fami- liarizados con sus asuntos. El oro arjentino , es el primero que se haya empleado por estado alguno de América para comprar escritores es- tranjeros, en Europa y en este continente, con el fin de que se ocupen favorable y sistemadamente de Rosas. No hai prensa mas conocida en toda la América del Sud que la de Buenos Aires, habiéndo existido en los estados circunvecinos a él, infinitos periódicos destinados a vivir ocupados de los negocios del Rio de la Plata, ya en pro de un partido o de otro. Esos papeles estranjeros, cuando no han sido unitarios, han sido rosistas; pero siempre arjenti- nos. Ocupándose de algo del vecino pais, ellos le han hecho homenaje de atención y respeto. Rosas ha dado tanta aten- = 29 = cion a su prensa, como a sus ejércitos: ha hecho ricos mu- chos impresores y escritores. Le gouvernement espaijnol se fait journaliste, decia una vez Girardin: qué tiempo hace que el de Buenos Aires vive hecha Gaceta, Britisli Packet y Archivo Americano. Todo esto es tanto mas capaz de lisonjear a la República Arjentina , cuanto que , por el número de su población , es el estado mas pequeño de toda la América española, si se esceptua el de la República del Uruguai. Difícilmente se hallará familia mas corla y mas bulliciosa en el mundo, que la tal famiüa arjentina. Se la llamaría con razón vocinglera y charlatana, sino fuese el Estado Americano Español que haya obrado cosas mas numerosas y estraordinarias. Es el único en que haya sucumbido entero un ejército europeo res- petable, sin escapar un solo hombre, ni un solo estandarte. Es el único donde b reacción contra el gobierno español, no fué vencida ni por un solo dia, después del 2o de mayo de 1810 en quo dió principio. Es el único que haya im- puesto al Imperio del Brasil , ganándole batallas, qui- tándole una escuadra entera, infinidad de banderas, y obligándole a renunciar por tratados gloriosos derechos que pretendió tener toda la vida : el único que posea el estandarte de la conquista española en este continente; el que hoi reciba mayores señales espontaneas un poco mas que de respeto y consideración de parte de los Estados Ame- ricanos que !e rodean: el único que en su guerra interior y esterior recientes haya escitado el asombro de todos, porsu constancia, heroísmo, habilidad y fuerza, sea que se le juzgue en la persona de un partido u otro. Al pensaren todo esto, puede, pues, un arjentino, donde y como quiera que se halle en el mundo, ver lucir la luz de mayo, sin arrepentirse de pertenecer a la nación de su oríjen. Sin embargo: todo esto es poco : todo esto no satisface el destino verdadero de la Itepública Arjentina. Todo esto es estraordinario, lucido, sorprendente. Pero la República Arjentina tiene necesidad , para ser un pueblo feliz dentro de sí mismo, de casos mas modestas, mas útiles y reales, que toda esa brillantez de triunfos militares y resplandores intelijentcs. lilla ha deslumhrado al mundo por la pre- cocidad de sus ideas. Tiene glorias guerreras que no poseen pueblos que han vivido diez veces mas que ella. Tiene tan- tas banderas arrancados en combates victoriosos, que pu- diera ornar su frente con un turbante compuesto de todos los colores del Iris; o alzar un pabellón tan alto como la Co- lumna de Vendóme, y mas radiante que el bronce de Aus- ierlitz. — Pero todo esto a qué conduce , sin otras ventajas, que, la pobre ¡ha menester todavía en tanto número? lia hecho ya demasiado para la fama: mui poco para la felicidad. Posee inmensas glorias; pero, qué lástima! no tiene una sola libertad. Sean eternos, mui enhorabuena, los laureles m 31 = ■que supo conseguir, puesto que juró no vivir sin ellos. Pero recuerde que las primeras palabras de su jénesis revolucio- nario, fueron a quellas tres que forman unidas un código sanju y un verso sublime, diciendo: libertad, libertad, libertad. Por fortuna, ella sabe ya, a costa de llanto v de sangre, que el goce fie este beneficio está sujeto a condiciones difí- ciles y graduales, que es menester llenar. Asi, si en lo? primeros días fué ávida de libertad, hoi se contentaría con una libertad mas que moderada. En sus primeros cantos de triunfo , olvido una palabra menos sonora que la de libertad, pero que representa un contrapeso que hace tenerse en pié a la libertad : — el orden. Un orden, una regla , una leí; es la suprema necesidad de su situación política. lilla necesita esto, por que no lo tiene. Puede poseerlo, por que tiene los medios conducentes. No hai una lei que regle el gobierno interior de la Repú- blica Arjentina y el ejercicio de las garantías privadas. Este es el hecho mas público que ofresca aquel pais. No tiene una constitución política ; siendo en esto la única cscepcion de todo el continente. No hai cuestión ya sobre si ha de ser unitaria o federal: sea federal en hora buena, pero baya una lei que regle esa federación: haya una constitución federal. Aunque la carta o constitución escrita, no es la lei o el pacto; sin embargo, ella la prueba , la fija y la mantiene invariable. La letra , es una necesidad de orden y armonía. Se garante la estabilidad== 32 = de todo contrato importante, escribiéndolo:—qué con- trato mas importante, que el gran contrato constitucional? Tampoco hai cuestión sobre que haya de ser liberal. Sea despótica, sea tiránica, si se quiere, esa lei; pero haya una lei.—Ya es un progreso, que la tiranía sea ejercida por la lei, en vez de seilo por la voluntad de un hombre. Lo peor del despotismo no es su dureza, sino su inconsecuencia. La Jei escrita es inmutable como la fé. Decir (jue la Hepública Arjentina no es capaz de gober- narse por una constitución, aunque sea despótica o monár- quica, es suponer que la República Arjentina no está a la altura de ninguno de los Estados de América del Sud, sino mas abajo que todos; es suponerla menos capaz que Duliuia, que el Ecuador, que el Paraguay, que bien o mal poseen una constitución escrita, y pasablemente observada. Esto pasa de absurdo. La República Arjentina posee mas medios de organiza- ción, que ningún otro Estado de la América del Sud. Lo que necesita es coordinarlos. ¿Cual de ellos posée un poder mas real, eficaz y reco- nocido? Quien dice tener el poder, dice tener la piedra fun- damental del edificio político. Ese poder, necesita una lei, porque no la tiene. Se ob- jeta, que con ella es imposible el hecho de su existencia.— Désela en tal caso tan despótica como se quiera : pero dése una lei. Sin esa lei de subordinación interior, la República Arjentina podrá tener un esterior mui bello; pero no será i = 33 = por dentro sino un panteón «lo vivos. De otro modo es mejor ser arjentino desde lejos, para recibir el reflejo honroso de la gloria, sin sentir en los hombros los pies del héroe ¿Cuál estado de América meridional posée respectiva- mente mayor número de población ilustrada y dispuesta para la vida ocupada de la industria y del trabajo, por re- sultado del cansancio y astío de los disturbios anteriores? Hai quien vo un jérmen de desórden en el regreso do la emigración. Pero eso es temer la conducta del pecador, jus- tamente por que sale de ejercicios. La emigración es la es- cuela mas rica en enseñanza: Chateaubriand , Lafayette , Mma. Stael, el rci Luis Felipe, son discípulos ilustres for- mados en ella. La emigración arjentina es el instrumento preparado para servir a la organizaciou del pais, tal vez en manos del mismo Rosas. Sus hombres actuales son soldados, porque hasta aqui no ha hecho sino pelear: para la paz se necesita jen te de industria; y la emigración ha tenido que cultivarla para comer en el estranjero. Lo que hoi es emigración era la porción mas industriosa del pais, puesto que era la mas rica; era la mas instruida , puesto que pedia instituciones y las comprendía. Si se con- viene en que Chile, el Brasil, el Estado Oriental, donde principalmente ha residido, son paises que tienen mucho bueno en materia de ejemplos, se debe admitir que la emi- gración establecida en ellos, ha debido aprender, cuando meuos a vivir quieta y ocupada. ¿Como podría retirarse pues llevando hábitos peligrosos?= 34 = El menos dispuesto a emigrar, es el que ha emigra Jo una vez. No se emigra dos ocasiones en la vida: con la primera basta para hacerse circunspecto. Por otra parte: esa emigración que salió joven, casi toda ella, ¿no ha crecido, en edad, en hábitos de reposo, en esperiencia? Indudablemente que si; pero so comete el error de suponerla siempre inquieta, ardorosa , exijente, en- entusiasta, con todas las calidades que tuvo cuando dejó el pais. Se reproduce en todas las provincias lo que a este res- pecto pasa en lluenos Aires.—En todas ellas existen hoi abundantes materiales do orden: como todas han sufrido, en todas ha echado raiz el espíritu de moderación y tole- rancia. Ya ha desaparecido el anhelo de cambiar las cosas desde la raiz: se han aceptado muchas influencias, que antes repugnaban, y en las que hoi se miran hechos norma- les con que es necesario contar para establecer el órden y el poder. Los que antes eran repelidos con el dictado de caciques, hoi son aceptados en el seno de la sociedad de que se han hecho dignos, adquiriendo hábitos mas cultos, sentimientos mas civilizados, Esos jefes, antes rudos y selváticos, han cultivado su espíritu y carácter en la escuela del mando, donde muchas veces los hombres inferiores se ennoblecen e ilustran. Gobernar diez años es hacer un curso de política y de administración. Es- i hombres son hoi otros tantos medios de operar en el interior un arreglo estable y provechoso. = 35 = Nadie mejor que el mismo Rosas y el circulo de hombres importantes que le rodea, podrían conducir al pais a la eje- cución de un arreglo jeneral en este momento. ¿Qué ha hecho Rosas hasta aqui de provechoso al pais, hablando con imparcialidad y buena fé?—Nada:—Un in- menso ruido, y un grande acinamiento de poder: es decir, ha echado los cimientos de una cosa que todavía no existe , y está por crearse. Hacer ruido y concentrar poder, por el solo gusto de aparecer y mandar, es fríbolo y pueril. Se obtienen estas cosas, para operar otras reales y de verdade- ra importancia para el pais. Napoleón vencía en Jena, en Marengo, en Austerlitz, para ser Emperador y promulgar los cinco códigos, fundar la Universidad, la Escuela Normal y otros establecimientos, que lo perpetúan mejor que el laurel y el bronce, en la memoria del mundo. Rosas no ha hecho aun nada útil para su pais : hasta aqui está en preparativos. Tiene como nadie el poder de obrar el bien: como el vapor impele el progreso de la industria, así su brazo pudiera dar impulso al adelanto ar- jentino. Hasta aquí no es un grande hombre: «s apenas un hom- bre estraordinario. Solo merece el título de grande, el que realiza cosas grandes y de utilidad durable y evidente para la nación. Para obtener celebridad basta ejecutar cosas inau- ditas , aunque sean estravagantes y estériles. Si Rosas des- apareciese hoi mismo, ¿qué cosa quedaría creada por su mano, que pudiera escitar el agradecimiento sincero de su= 36 = patria? El haber repelido temporalmente las pretcnsiones de la Inglaterra y la Francia? Eso puede tener un vano esplendor; pero no importa un beneficio real, porque las pretensiones repelidas no com- prometen interés alguno gravo do la República Arjentina. El haber creado el poder ? Tampoco : el poder no es esa institución útil, que conviene a la libertad misma, cuando no es una institución organizada sobre vases invariables. Hasta aqui, es un accidente : es la persona mortal de Rosas. Es inconcevible como ni él ni su circulo se preocupen de esta cuestión, ni hagan porque las terribles cosas realizadas hasta aquí, den al menos el único fruto benéfico, que pu- diera justificarlas a los ojos de la posteridad, cuyas prime- ras filas ya distan solo un paso de esos hombres! ¿Qué esperan, pues, para dar principio a la obra? El establecimiento de la paz jeneral, se responde. Herrorl la paz no viene sino por el camino de la lei. La constitución es el medio mas poderoso de pacificación y or- den interior. La dictadura es una provocación constante a la pelea: es un sarcasmo, es un insulto a los que obedecen sin reserva , ni limitación. La dictadura es la anarquía constituida y convertida en institución permanente. Chile debe la paz a su constitución; y no hai paz durable en el mundo , que no tenga oríjen en un pacto espreso quo asegure el equilibrio do todos los intereses públicos y per- sonales. La reputación do Rosas es tan incompleta, está tan cs- = 37 = puesta a convertirse en humo y nada; hai tanta ambigüedad en el valor de sus títulos, tanto contraste en los colores bajo que se ofrece; que aquellos mismos que por ceguedad, en- vidia o algún mal sentimiento preconizan su gloria cuando juzgan la conducta de su política esterior, enmudecen y se dan por batidos, cuando vuelto el cuadro al revés, se les ofrece el lado de la situaoion interior. Sobre este punto no hai sofisma ni engaño que valga. No hai constitución escrita en la República Arjentina; no hai ni leyes sueltas de carácter fundamental que la suplan. El ejer- cicio de las que hubo en Buenos Aires está suspendido, mientras el jeneral Rosas es depositario indefinido de la si- ma DEL PODER PÚBLICO. Este es el hecho. Aqui no hai calumnia, pasión, ni espíritu de partido. Reconozco, acepto todo lo que en el jeneral Rosas quiera suponerse de notable y digno de respeto. Pero es un Dictador: es un jefe investido de poderes despóticos y arbitrarios, cuyo ejercicio no reconoce contrapeso. Este es el hecho. Poco importa que él use de un poder conferido le- galmente. Eso no quita que él sea Dictador: el hecho es el mismo, aunque el oríjen sea distinto. Vivir en Buenos Aires, es vivir bajo el réjimen de la dic- tadura militar. Hágase cuanto elojio se quiera de la modera- ción de ese poder: será en tal caso una noble dictadura. En el tiempo en que vivimos las ideas han llegado a un punto, en que se apetecen mas las constituciones mezquinas, que las dictaduras jenerosas.= 38 = Vivir bajo el despotismo, aunque sea legal, es una ver- dadera desgracia. Esta desgracia pesa sobre la noble y gloriosa República Arjcntina. Esta desgracia ha llegado a ser innecesaria y estéril. Tal es el estado de la cuestión de su vida política y so- cial: la República Arjentina, es la primera en glorias, la primera en celebridad, la primera en poder , la primera en ■cultura, la primera en medios de ser feliz; y la mas des- graciada de todas, a pesar de eso. Pero su desgracia no es la de la miseria. Ella es desgra- ciada al modo que esas familias opulentas, que en medio del lustre y pompa esteriores, jimen bajo el despotismo y des- contento domésticos. Ahora 40 años, aflijida por una opresión menos brillante, tuvo la fortuna de sacudirla, reportando por fruto de su co- raje victorioso los laureles de su revolución de mayo. Ella ha hecho posteriormente esfuerzos mayores por des- hacerse del adversario que abriga en sus entrañas: pero nada ba conseguido , porque entre el despotismo estranje- ro y el despotismo nacional, hai la diferencia en favor de éste, del influjo májico que añade a cualquier causa, la ban- dera del pueblo. ¿ Cómo destruiríais un poder que tiene la astucia de parapetarse detrás de la gloria nacional y alza en sus almenas los colores queridos de la patria? ¿Qué haríais en presencia de una estratajema tan feliz? Invencible por la vanidad del pais mismo, no queda otro camino que capitular , = 39 = con él, si tiene bástanlo honor para deponer buenamente" sus armas arbitrarias en las manos relijiosas de la Lei. Rosas arrodillado, por un movimiento espontáneo de sa voluntad, ante los altares de la Lci, es un cuadro que deja atrás en gloria al del León de Castilla rendido ■ las plantas de la República coronada de laureles. Pero si el cuadro es mas bello, también es menos verosí- mil ; pues menos cuesta a veces vencer una monarquía de tres siglos, que doblegar una aberración orgullosa del amor propio personal. Con todo: ¿a quién, sino a Rosas, que ha reportado triun- fos tan in esperados , le cabe obtener el no menos inespera- do , sobre si mismo? El problema es difícil, pues; y la dificultad no pequeña. Pero cualquiera que sea la solución, una cosa haí verda- dera a todas luces; y es que la República Arjentina tiene delante de sí sus mas bellos tiempos de ventura y prosperi- dad. El sol naciente que va en su escudo de armas, es un símbolo histórico de su destino : para ella todo es porve- nir, futura grandeza y pintada- esperanzas. Valjxtraiso, Mayo 2'ó de 1847.