A D. PEDRO DE ANGELIB. 1T0R DEL "ARCHIVO AMERICANO." pon 2E7 Autor del Dogma Socialista, y de la Ojeada sobre el Movimiento Intelectual en el Plata, desde el año 37, 1 IMPRENTA DEL 18 DE JULIO. Año «le 1847.CARTA PRIMERA Sr. Editor del Archivo Americano. Señor Editor : Por una casualidad ha llegado recien á mis manos el número 32 de su Archivo fecho á 28 de Enero y he leí- do en él uu artículo sobre el Dogma Socialista etc. que publiqué en Setiembre del año pasado, en el cual tiene V. á bien enviarme una colección de todas esas preciosidades que regala, años hace, profusamente al mundo la prensa Mazorquera. No me sorprende el regalo, es lo único que V. y sus coescritores pueden dar. En esto como en todo, el proceder del heroico fundador del Sistema Americano, es lógico ; á los que no están con él y tiene á la ma- no les degüella; á los que se han puesto fuera del alcalice de su cuchillo, los calumnia y los difama por boca de sus lacallos : no te puede negar que V. desempeña perfectamente el oficio. Pero V., señoi Editor, debe ser grande entre los grandes de la Mazorca, y sobré todo, hombre mas ducho en la esgrima perio- dística que ninguno de sus cofrades ; V. ha descubierto medio de sei»ir la gran causa del sistema Americano hiriendo á sus enemi- gos como la serpiente de trisulco dardo : V. les inocula el veneno con tres lenguas; V. los asesina moralmeute a la faz de medio mundo civilizado, calumniándolos y difamándolos en los tres idio- mas mas vulgares ; V. en su viperina rabia mutila y desfigura en tres idiomas la historia del pueblo que lo hospeda y enriquece, lo tizna con súcia pluma y encasquetándole la coraza de escarnio lo pone todo inmundo, sangriento y desfigurado en la picota de afren- ta de las naciones. Se vé, pues, que V. debe ser hombre sin igual entre la constelación literaria de la mazorca. Conocidas sus sanas intenciones, falta saber si logrará su objeto; falta saber si leerán por esos mundos su papel difamador y si no harán con el lo que hacia el Héroe del Desierto con las misivas de su querida Encamación cuando vivía como el trgre en los pajonales de la Pampa._ i -r. I Sea lo que fuere, señor Editor, debo agradecerle ci recuerde que me envía por su Archivo ; porque apesar de que me injuria, me parece que en el fondo ha querido favorecerme. Cofrade mió de pluma ha tenido V. el buen deseo de que mi nombre vuele por el muudo en alas de la triple bocina de su Archivo y recoja de paso en él, un poco del polvo' de ilustración que levanta la fama del suyo; y confieso que ese, para mí, hambriento por demás de cele- bridad, es el servicio mayor que pudiera hacerme su pluma. Ade- mas, bromista y decidor de chistes, como dicen que es V. , presu- mo haya querido embromar con migo, y como estoy de buen hu- mor, me han dado ganas de divertirme con V. Vaya, pues, pre- parando su cuero para recibir mi marca indeleble con toda la re- signación y humildad de un buen cristiano. Bien sé yó que le hura poca mella >* porque ya tiene el alma y el cuero de elefante ; pero me parece le dejará comezón aunque sea en la epidermis. .Hay á mas una consideración poderosísima que me mueve á ocu- parme de V. f la cuestión personal que V. promueve contra mí y mis amigos políticos envuelve una cuestión de patria ; V. defien- de á Rosas y su sistema, nosotros lo atacamos y abogamos por el progreso y lá democracia ? es preciso pues arrancar la máscara al paladín de Rosas para que iodo el mundo le conozca y dé el me- recido timbre á sus escritos. Tal vez de ese modo logre también granjearme su benevolencia; á fin de que persuada al Restaurador no estoy como V. lo imaginaba tan distante de " conversión y ar- repentimiento;" (\) y que al contrario sus palabras me han movi- do y edificado á tal punto que ía muy posible me cuente pronto en número de sus lacayos. Quiero ademas tener la honra de entrete- nerme un rato con el mas profundo, conspicuo y» erudito campeón de la Literatura Maiorqvera; con el Nextor de esa peregrina y pasmosa literatura que ha surgido en el Plata bajo la influencia regeneratriz del genio enciclopédico del heróe del Desierto. Chanza, por chanza, pues, Señor Editor. Ta que Ud. me ha buscado voyá retribuirle su eomedida remembranza con toda la urbanidad de que soy capaz. Vá dicho que su artículo sobre el Dogma socialista no admiie discusión; porque todo él, fuera de algunas citas truncas de mi obra, y de infinitas mentiras es una (1) Todas las palabras y frajís entre comillas son del Editor del Archivo Americano. Vfrdrna grosera, tonta y declamatorio ; broma dá trUau ó de compa- drito maiorquero, nada uias. Sabido es que esos señores, cuan- do chaucean, en la pulpería ó en la carpeta se espotan primero un ajo, después un vaso de caña, y por último un chirlo al rostro. V. señor Editor, hace lo mismo ; én lugar de caña atroja tinta, en vez de tajo al rostro, lo aqunta á la frase ó á la honra de su con- trario. Yo procuraré embromar como hombre bien educado : no mentir para calumniarlo ni tagearle nada, sino decirle verdades ú mi modo. Pero, como el lector débe teber curiosidad de saber quienes son los broinistas, es preciso le conozcan á V. y á mí ; en cuanto á mí soy conocido en cuanto á V. voy á copiar.su retrato (se entiende moral^ del célebre poeta ingles Tomas Moore. Me parece le será mas grato verse retratado por la pluma de tan ilus- tre ingenio. Cuenta, pues, Moore én su Poema titulado—el falso poeta de Korasan (2) —que entre el séquito de Lalla Rookh iba Fadla- den (gran Nazir o Sumiller de corpa de harem) cuyo palanquín seguia inmediatamente al de Lalla Rookh, sin que se conceptuase el personaje menos importante—de todo aquel lucido coneurso. En efecto Fadladeen se hallaba ducho en todas las cosas, desde los perfiles de los párpados de una Circaciana hasta las mas profundas cuestiones científicas y literarias; desde la mezclada aquellas conservas que se hacen de hojas da rosa, hasta la composición de un poema épico ; y tantopoderio tenia su dictamen en el gusto de aquel tiempo que tpdos los cocineros y poetas de Delhi lo miraban con respeto y temor. Sus opiniones y su política se fundaban en aquel renglón de Saldi: " Si el Priucipe dijese á las doce del dia que es denoche, contestadle que ya veis la luna y las est.ellas " Y su celo en fabor de la religión de la que era Aurungzebe protec- tor magnífico; se asemejaba bastante en lo desinteresado al del pla- tero que se enamoró de los ojos de diamante quu tenia el ídolo de Yaghernat. En efecto, señor Editor, U. no es gran Nazir, por que en Buenos Ayres no hay harem, sino Mushorca ; pero en cambio U. (2) Por no tener tas obras de Moore y haberlas buscado en vano, copio este trozo de una traducción Española que no me parece muy buena.- 0 -a Ocupa el puesto de Archivero mayor y de periodista en geís déí gran Vizir Rosas. Ud. es ducho como Fadladeen en toda cosa ; en cuanto á opiniones políticas sigue la máxima de Saddi, y su ce- lo por el Sistema Americano y la Federación, puntos capitales de la religión mnskorqUera, es tan ferboroso ó quizá mas que el de Fadladeen. Preguntarán.como ha llegado Ud. señor Editor, & ocupar puesto tan alto en la gerarquia rnashorquera : veamos— Ud. vino á Buenos Ayres de Europa con la Gsportacion que hallaba por bien hacerle los que se interesaban en que les sirviese á sus miras. Como hombre de estrages, no era difícil que aquel candoroso pueblo le creyese un pozo de ciencia, máxime cuando lo patrocinaban ios hombres entonces influyentes en el país.—Se de- cía también que Ud. había sido colaborador de la Revista Encielo - pédica y de la Biografía Universal en París ; y los que no sabían lo que era Ud. ni la tal Revista ni Biografía, abrían tamaña boca de pasmo ni ver cara á cara nada menos que á todo un señor Re- ductor de Revistas y Biografías.—Ignoraban esas buenas gentes que la Biografía Universal era en aquel tiempo la piscina literaria de lodoi loa tinterillos hambrientos, ó que aspiraban á hacer figura; y que los charlatanas obtenían fácilmente el título honorario de Redactores de la Revista Enciclopédica (papel insignificante en- tonces) con tal Je saborear el gustazo de verse en la lista de cola- boradores activos inscripta en la carátula del periódico.—Ignora» ban también que Ud. solo había escrito en la tal Revista ('por que no era capaz de raasj un artículo de estudiante incípído sobre cos- tumbres Napolitanas ; y en la Biografía, la de Stellini y Salvator Rosea ; ~—trabajos que hizo imprimir á parte como una gran cosa, y tubo cuidado de desparramar en Buenos Ayres como muestra ds su gran talento, incluye' do una litografía de su careta abigarrada, para que todos quedasen estupefactos al ver la eslampa de tan ilus- tre Biógrafo. La gente bonaza no dejó de recibir con benepláci- to esos reg ilos de su pluma ; pero no faltó quien se riera á carca- jadas de su charlatanismo fatuo y de sus pretenciones literarias. Bajo tan bellos auspicios empezó Ud. á escribir en la CVóní- ca, para ese queUd no quiere que yo califique de partido político, y que persisto en llamarlo tal, por razones que le diré después.— Es probable que Ud. escribiera al gusto de los que lo patrocinaban} y*»f que medró segnn dicen en honra y provecho.—Sería curioso, sin embargo, saber que enseñó Ud. al pueblo de Buenos Ayres, que cosa nueva en doctrina política y literaria le trajo de Bu 'opa y del arsenal de la Revista EnciclopéTrJica.—Pero lo mas curioso de! ca- no es que era tanta sa reputación y tan grande la necesidad que los hombres de entonces tenían de su pluma, que no sabiendo Ud. el castellano escribía en francés y un traductor vestía A la Españo- la sut artículos para el diario, y esa traducción era recibida como pan bendito por el buen pueblo y aplaudida por sus mecenas. T otra singularidad que caracteriza en cierto modo la ¿poca y se re« gocijsrá Ud. en saber, es que todabia hay hombres de aquel tiempo aeá y atlá, que le creen á Ud. un talentazo. dotado una agude- za y chispa de ingenio inimitable.—Ud. es la influencia de la» preocupaciones que enjendra el espíritu de partido, que aun mor- tifica el amor propio de algunos hombres de entonces. Confesar que patrocinaron á un charlatán, quien tubo al menos habilidad bastante para alucinarlos y engañarlos. Se vé, pues, que Ud. era hombre de la talla de Jadladeen por los años 26 y 27, y que su dictamen en toda eosa desde el arte culinario hasta »l arte poético, desde la ciencia de Nentor y Laplace hasta la de Smith Montes, quien y Benthan, se parecía á la decisión de un oráculo.—. Kl dia- blo es que hoy dia, de todas esas revelaciones de su injertio, tradu- cidas de mal francés á peor castellano, nadie se acuerda; y que solo ha quedado para ei paia la mengua de haber sufrido que un Jadladeen charlatán viniese á aleccionarlo y á ensuciar con sus venales é iticípidas producciones, la prensa libre de ios Morenos, to«CastellÍ8 y los Monteagudos—El partido unitario, de quien era Ud. escrecencia exótica, cayó y Ud. tubo á bien embainnr «u pluma, sacándola de cuando eu cuando para dar un picotazo á los federales ó escribir algún versacho en los papeluchos de la época, por que también la dá de poeta como Fadladeen.—Parece que aN gun tinmpo se mantuvo Ud. al pairo, buscando entre los federales algún nuevo mecenas que inflando ias velas de so barquilla con el soplido de su fabor, se permitiera emprender nueva marcha viento en popa.——No le faltó a, Ud. arrimo, porque nunca carecen de él las plantas rastreras y paracitas ; pero no apeteciendo Dorrego la pluma que había ensalzado á sus enemigos políticos, hubo Ud", de contentarse con que le admitiera en el Fuerte como cortesano su. VI yo, y Id favoreciera en bu nuevo oficio de Pedagogo de Niñas —— Dasenso horrible , solo comparable al de Satanás ! Desplomarse desde la altura de ReJ actor de Revistas y Biografías, y caer entre los bancos de una escuela.—, Pobfes c.indidas palomas ! , Con que horror verias á cada instante la careta amoretada, del nuevo Bardolph, tocayo de aquel cuya faz roja como la flor de ceibo no ptdia ver Falotaff sin imajinarse un fuego infernal ! (3) j Con quó horror miraríais a ese nuevo Lucifer caído, pobres candidas palo- mas ! Cayó al fin Dorrego, y escribió Ud. en la Gaceta por oro de Lavalle en favor de Lavalle ; pero así que vió bambolear su poder, empezó á darle por bajo en esa misma Gaceta cuya redacción la pagaba, después de ponerse bien con los federales de afuera. Tri- unfaron al cabo los federales, y el Restaurador de las Leyes entró poce después al gobierno ; pero Rosas, el santo patrono de la fe- deración, como buen americano le tenia á Ud. ojeriza por unitario, y no sé poique mas, y no aceptó las ofertas de su pluma. Ud. que no es hombre capaz de ponerse colorado por nada, pues tiene ya ■abradamente cáadeno el rostro, no se desalentó, hizo hincapié, y se dijo eo cus -adentros—perro porfiado saca bocado—Le decían unitario y le daban la espalda! y Ud. se sonreía con sorna : como Sancho.—Estabo Ud. jobrúp ; era preciso purificarse do la mácu- la unitaria con el bautismo de sangre de la Santa Federación / era preciso pasar por nri largo noviciado, y hacer sus pruebas:—no buho por esto cabida pará Ud. por entonces.—Sin embargo, redac- tó Ud. el Lucero, ¡ Oh ! el Lucero—el LucerOi era un astro que se perdía de vista ; ¡ que profundidad de vistas nuevas en política en literatura en todo ! Sobre todo ¡ que ocurrencia tan feliz la de acordarse Ud. que era Biógrafo por vocación, y regalarnos en el Lucero y en folleto la Biografía de López y Rosas, campeones ilus- tres de la Federación / —Le aseguro á Ud. señor Editor, que yo pobre estudiante recién llegado de Europa, me puse pasmado, pas- mado y todavía lo estoy ; y que una parte de mi pasmo lo traslade, á una sátira que probablemente le embiaré con estas cartas para su recreo.-—con las Biografías de López y Rosas empezó Ud. su fe- dera! noviciado. (3) Juener scc thy faeebut y (htnse etpor hallfre Sheaks* peer. King hergy 4. ° \ \ i 1 \ J i A i V v o- Parece que la administración Baloarce no qiiiso tratos con ¡i té púnica de Ud. señor Editor, y que cuando andaba el rün run de Restauración por las pulperías, mataderos y quintas de Buenos-Ay- res, Ud. en despique tuvo la diabólica ocurrencia de publicar el Restaurador, nada menos que con el retrató da Rosas al frente. La oportunidad era ccselente y Ud. no la desperdició.—Dicen qué hasta salió de poncho á la calle para probar, como lo estaba probando por escrito, su adhesión y devoción al héroe de la San- ta Federación. Pero Rosas no subió al potro del tiro, y tubo Ud qué espe- rar.—Entre tanto, entró Vd. en arreglos con la administración Viamont, con la mira de utilizar su pluma en obsequio de la Pa- tria de los Argentinos.—Como su pluma era una £ran pluma, era tan grande como la pluma de Fadladeen, no dejaron de aceptarla. Dió Ud. entonces á luz una Memoria sobre la hacienda pública. ¡ Quien pudo entonces dudar era Ud. un Fadladeen enciclopédico. Es muy probable que los economistas Europeos, hallan utilizado tanto su Memoria como los almaceneros de Buénos-Ayres._Siri embargo, como la hizo Ud. por encargo oficial debieron pagársela bien, tan bien como lo ecsigia la grandeza del sacrificio que Ud. acababa de hacer por la patria, fiscalizando las cuentas del Res- taurador cuando su campaña al Desierto.—Este compromiso era grave, gravísimo para quien meses antes había colocado al frente dé un periódico el retrato de ese mismo Restaurador cuyas cuentas fiscalizaba.—Es entendido que el material todo de su Memoria se lo dieron listo para la imprenta las oficinas de Hacienda; por qué Ud. sabia tEnto de la hacienda de Buenos-Ayres, como yo de la de Pekín; y que Vd. de puro especulador y charlatán cargó con la responsabilidad de su publicación para ante el Restaurador'; dia- blura que le hubiera costado carísima, si todos los que le han he- cho servir de instrumento á sus miras, no le mirasen como la mas inmunda y despreciable escoria de hombre. Viamont, Maza pasaron, y al fin el Restaurador montó e! po- tro, calzándose por espuelas la dictadura. Era natural estubiese enojado con Vd. ; pero, cortesano diestro en zalamerías y genu- flecsiones, no se dió Vd. por entendido ; procuró hacerle olvidar sus recientes infidelidades mentando sus antiguos servicios y sus biografías de los héroes federales. Buscó nuevamente el arrimtfid ~& de un Mecenas y no tardó en encontrarlo ; por que los pillos eori una mirada se eutientlen. Un lacajo favorito del Restaurador in- tercedió por Vd. aunque en vano i no sé hallaba dispuesto á ace je- tarlo ni para su limpia-botas. Ademas ; las cuestiones que se pro- ponía resolver en ia nueva ira de regeneración que inauguraba con el cuchillo en una mano y el rebenque en la otra, no eran de esas que acostumbraba su pluma de Vd. resolver con sofismas, mentiras y frases huecas : eran de propaganda exterminadora y bárbara. Pero ese mismo lacayo, protector suyo, obtubo de rega- lo de su munífico amo, por importantísimos servicios la Imprenta del Estado, y llamó á Vd, señor Editor para administrarla hacién- dole, según dicen, un buen partido. Tubo Vd. entonces una im- prenta que hacer sudar bajo el doble peso de su erudición vasta y de su profundo injénio. Es muy estraño que esos federales tan inflados de americanismo no hallasen en aquella é^oca an hijo de! país inteligente, capaz, á quien favorecer con esa imprenta ; pero si había, como no dudo, muchos, es de creer , que ninguno ae en- contrase dispuesto á vender su pluma y su conciencia al Restau- rador. Era preciso hallar para esto un lazzaroni Fadladeen, una alma de barro, y un corazón hediondo de lepra, un sofista audaz y Un charlatán nécio, un especulador viandante sin vínculo alguna de afección ó simpatía por la tierra ; y ahí estaba Vd. señor Edi- tor. Y lo hallaron sin buscarlo, como lo habían hallado los uni- tarios en los años 26 y 29, tos federales en el 30 y 34, la admi- nistración hóbrida del General Viamont, y en suma, todos los que necesitaban de una pluma venal y descreída. Hasta entonces, señor Editor, Vd. había vivido del fondo de reputación política y literaria qua le hicieron sus primeros patro- nos los unitarios, por hallarle á propósito para su? miras, y ese fon- do en ¡na gotable ; por que en pais alguno es mas cierto que en el nuestro aquel refrán de nuestros beatos abuelos, cria fama, y écha- te á dormir ; por que á Vd, se la habia dado un partido, y Jos par- tidos y las facciones, siempre han dado títulos de capacidad entre nosotros ,- y por que una vez proclamada por ese órgano la reputa- ción de un hombre nadie se atreve á dudar de ella ni á ecsaminar- la á todita luces, aún cuando la imbecilidad ó el charlatanismo se solapen bajo la espléndida máscara que le pusieron las facciones. Pero Rosa a no se hallaba dispuesto á respetar esa tradición de) II — jasado. Tara él no habia reputación válida sin el baulismo da sangre de la federación, como no son para la Iglesia cristianos, si- no herejes los que disienten en punto alguno de sus dogmas : para fcl no eran Capaces sino los federales notos, es decir—los adictos á su persona : para el valia tanto, ó quizá mas, Cuitiño y Salomón como el Doctor mas reputado. Asi es, que para burlarse de Ud. y de todos los Doctores ilustres que habían ido coronando las fac- ciones en el transcurso de la revolución, sacó de los mataderos, de las cárceles, de las pulpería», de las estancias, de lo rezagado de las facciones, de todos los rincones mas hediondos y oscuros de la sociedad, los buenos federales;-—los hizo legisladores, generales, ministros, jueces, empleados, degolladores, lacayos, etc. etc. ; y de todas esas notabilidades de nuevo cuño formó esa magnífica ge- rarquia social mazorquera sin igual en la tierra por su ilustración y sus hazañas. ¿ Porque Vd. señor Editor, hombre de reputación tan grande, quedó escluido de ella t ¿ No le veian dispuesto á pasar por las mas duras pruebas (hasta la de la vela^ en muestra de adhesión al Restaurador ? Si ! . ... Pero el Restaurador ha- bia dicho—"El que no está conmigo es mi enemigo" y tío quería probablemente dejarse embaucar nuevamente por las mielosas pa- labras y fingidas protestas de un traidor cuya pluma le era inútil. Asi es que ni el puesto de lacayo pudo Vd. obtener en la nueva ge- rarquia mazorquera ; y quedó arrinconado en el Archivo de Docu- mentos y curiosidades históricas que había ido reuniendo en su imprenta con paciencia y la diligencia de una viscacha. Allí, á> vista de esas venerables reliquias del pasado, Vd., señor Editor, Archivo ambulante, dicen que tubo revelaciones inauditas, y que> e1 resultado de ellas fué descubrir el modo de sacar provecho de la multitud de papeles viejos qu tenia en su archivo y de los ti- pos de su imprenta. Entonces anunció Ud. su famosa Colección de Documtntos Históricos con Preámbulos, Anotaciones etc. Los que tenían alto concepto de su capacidad ; los que le habían vis- to con dolor malgastar dc?de el año 25 su inmenso talento en las efímeras ojas déla prensa periódica esclamaron ; ya lo verán lo que es ese napolitano, ya tiene cancha para su ingenio ; nada me- nos que historiador ; allá lo veredes quien es Agragues, como de- cía Ciuevedo. Los jóvenes, sobre todo, señor Editor, esos pobres estudiantes de la Universidad de Buenos-A y res que Ud. tilda doholgazanes é ignorantes, y que empezaban á dudar de su capaci- dad, á pesar de lo que oían, por que habían buscado en vane en sus periódicos, si no la luz del criterio socialista, al menos alguna enseñanza útil ; esos jóvenes, digo, al anuncio de los Documentos abrieron tamaña boca, creyendo les iba á caer el maná apetecido, ta esplendida luz que disipara las tinieblas de su ignorancia. Pero ¡ cual fué su asombro, al ojear con avidez los Documentos!. . .. No babia allí luz alguna, sino fárrago, fárrago in infolios. Al se- gundo tomo faltó el aliento á los euacriptores y empezaron á mur- murar por la propina ; al tercero, gritaron—estafa, y se hicieron borrar muchos de la lista. Pero ¿que es estafa? entendámonos— dar gato por liebre—bueno ! quiere decir, señor Editor, que, ó ca- recía Ud. de criterio histórico para apreciar el valor de los Docu- mentos que'publicó, ó procuró solo hacer plata saliendo de cuanto mamotreto tenia eu sus estantes. Si lo primero, hubo ignorancia .solamente en Ud.; si Jo segundo, hubo ignorancia y estafa. Pero los *• ignorantones estudiantes " de Ja Universidad, ávi- dos de instrucción, buscaron sobre todo en las anotaciones, proé- mioB etc. escritos de su pjuma, señor Editor, la luz histórica, la chispa de esa intelijencia profunda, tan uutrida de erudición y de ciencia que le suponían ; y vi ver aquel fárrago de vulgaridades vaciadas en su estilo pesado, campanudo, sin color ni sabor algu- no ; aquella crítica pedante y hueca, pensaron que en su cabeza no habia un ápice de criterio histórico, y que ó Ud., en aquella co- mo en sus anteriores producciones, les habia escamotado su pro- pia capacidad, ó no era mas que un ignorante y presuntuoso char- latán:—Ud, resolverá Ja disyuntiva, señor Editor. Yo, por mi parte, haciéndole mas justicia, me inclino á creer que Ud. no qui- zo en esa obra hacer alarde de toda su erudición y graudes talen- tos para escribir Ja historia, y, que los reservó para el Archivo Americano ó algunas otras obras postumas .• espero que no me ha- rá quedar mal. , Recuerdo que meses después de la publicación de los Docu- mentos leí en el Athcneum, periódico literario de Londres, un ar- tículo en que los Redactores eran del mismo parecer que los sus- criptores y estudiantes de Buenos-Ayres, sobre el mérito de su obra ; y clasificándola de Colección indigesta y hecha sin criterio alguno, esperaban que Ud. señor AngeÜs volviese por su honor, — •%•« si, ta ssL icando los estudios que prometía sobre los idiomas aborígenos; sobre la gramática guaraní y sobre la geografía y la histeria dé estas regiones. Pero, sin duda, entre las revelaciones que Ud. tubo cuando ideaba á solas la publicación de los Documentos, la más peregrina, la mas feliz, fué—su Dedicatoria al Restaurador. Gracias á ella ! gracias á la munificencia de ese protector acérrimo de las cien- cias y de Jas letras, pudo Ud. llegar al sexto tomo de su importan- te publicación y redondear el negocio con buen resultado ; porque jos suscriptores necios le habían completamente desamparado en el camino. Gracias también al favoritismo de su consocio, el an- tedicho lacayo del Restaurador, se movió este á favorecer lá em- presa. Pero, hablando de veras, señor Editor ; ¿no hubiera sido mas útil al pais, que Ud. guardase archivados todos esos Docu- mentos hasta que volviendo á él alguno do esos "ignorantones estu- diantes, " que hoy andan proscriptos, los clasificase y ecsaminase á la luz de alta y filosófica crítica, los ilustrase con anotaciones concienzudas y mejor escritas que las suyas, y los regalase impre- sos á su patria y á la ciencia histórica ? ¡. No habría conservado Ud. intacta su reputación literaria, sin esponerla á prueba tan difí- cil y tan superior á sus fuerzas? Por ese tiempo, la palabra Romántico, recien llegada de Es- paña, empezó á circular en Buenos-Ayres con cierto sello de ridí- culo q' le habian impreso los reaccionarios á la literatura nueva q' invadía la Península. Para ellos, lo romántico era la ecsageracion ó la estravagancia en todo—en ios trages, en Jos escritos, y en Jos modales. La palabra era peregrina, ecselente, y la adoptaron al punto los reaccionarios tanto en Rueños Ayres como en Monte- video, para tildar algunos estudiantes y algunas damas que se ha- cían notables por algo que chocaba á los hábitos de los reacciona- rios;—pronunciada por semejantes iábios, debió fácilmente hacer fortuna. Dicen que á Ud., señor Editor, no se le caía de Ja bo- ca, y que sojia saJir de ella saturada de sal ática y con toda esa singular esp;esion de su rostro iluminado de tintas carmesíes co- mo el de Bardolph. Entretanto, ni Ud., ni los reaccionários, sa- bían que la palabra romántico habia nacido en Alemania ; que allí la popularizaron los hermanos Schelegel, como significando aquella Jiteratura que surgió espontáneamente en Europa antes y despuésdel Rtnacimitnto ; la cual apellidaron romántica, no aolo por loa dialectos romances en que vació sus primeras inspiraciones, sino también por diferenciarse radicalmente, ó en fondo y forma, üe la literatura Griega y Latina, y de todas las cjne procedieron de su imitación;—que Madama 'Jtael, en su obra sobre la Alemania, la derramó en Francia, y que allí posteriormente sirvió de bandera de emancipación del Clasicismo y de símbolo de una completa trans- formación de la Literatura y del Arte. (4) Pero, algunos jóvenes Argentinos que sabían todo esto, so reían de la ignorancia de los burlones reaccionarios y de los que aplaudían sus irónicas pullas; se reían sobretodo de Ud. señor Editor, el mas ilustre y testarrudo de los Clasiconcs de entonces. (5) Ya en tiempo de la Crónica, Ud. y su Co-redactor Mora lia- bian acreditado en Buenos-Ayres las virulentas hipérboles de J. M. Chenier contra Chateaubriand ; y Ud. señoi Editor, hablaba de él con el mismo sarcástico desprecio conque hoy habla de los "de- lirios de Saint-Simon, Fourríer y Consideran!. " Dios mió ! un pobre gusano acostumbrado á revolcarse en la podredumbre, que- Ter escupir al Sol I ¡ Ud. hablando de esos escritores como pu- diera hacerlo de Parra, Cuitiño y demás cofrades de lá Mazorca ! jNo sabe Ud. q' los tres primeros son celebridades reconocidas por el mundo civilizado y q' se han puesto fuera del alcance de toda crí- tica, y sobre todo de la de Ud. Sr. Editor? ¿Quien es Ud., para lla- marlos delirantes? ¿que se propone con semejantes blasfemias contra el genio, que no revelan sino la audácia pueril de la estu- pidez charlatana? ¿ No se parecen á los ladridos del perro con- tra la Luna f Pero ¡ ah ! no me acordaba ; Ud. pertenece á esa constelación gerarquica mazorquera, ante cuyos resplandores pali- decen todos loa soles del mundo : aquellos ilustres genios no ha- (4) Todo esto lo ha esplicado per fectamente en su Curso de Bellas letras nuestro amigo y correligionario en doctrinas políticas y literarias D. Vicente F. Lopes,. (5) Debe confesar el autor de estas Cartas que represen' tando solo en aquel tiempo en su país la literatura nueva, era muy elogiado por todos los clásicos, inclttso el Editor del Archivo ; y que te les oia decir—si el autor de los "Cvnsutlos,> es Romántico, noso- tros también lo somos, — 15 — blaron jamas de Rosas y de su federación, y son, por consiguiente, tinos brutos delirantes. Y, á fe, que no me honra Ud. poco, señor Editor, poniéndome á delirar en semejante compañía ; por eso, al piincipmr esta, le dige creía que apesar de injuriarme, en el fondo, había querido favorecerme. k Pero lo que mas me asombra, lo que me lo pinta como el mas cínico y descarado charlatán que jamas haya llevado pluma, es aquella pincelada de su artículo sobre el Dogma Socialista en que asegura que—" Si me fuera posible salir del parocsismo revolu- " cionario, comprendería todo lo que habia de ridiculo en querer " convertir á los Argentinos en una sociedad de Sansimonianos ; " en someter una República fundada en los principios generales de la organización moderna de los Estados, á ¡os delirios de " Fouruier y de Considerant ; " y en seguida declara que—" me V entrego al racionalismo de los Falansterianos, y busco en las " producciones mus desatinadas de los colaboradoips del P. En* " fajitiu las bases de una nueva organización política." ¿ Donde, en que pagina de mi libre lia podido bailar Ud. rastro de las doc- trinas de Fourrier, Saiut-Simon, Considerant y Enfjntin ? ¿por que no me la cita ? ¿ Hay algo mas en todo él que una formula económica de Saint-Simon adoptada irenernlm 'lite en Europa, y aplicada por mí á toda la sociabilidad ? ¿ Y de aquí deduce Ud. que yo soy Falauslc riano y Sansimoniano á un tiempo? ¿ Que puede haber mas ridículo y estravagante que semejante deducción de su caletre ? ¿ Que otra cosa revela sino la mas completa igno- rancia de la doctrina de esos filósofa», el charlatanismo mas desca- rado, y la falta absoluta de sentido crítico en Ud. para compren- der la doctrina de mi libro, ni !o que queríamos para nuestro pais, en cuanto á organización, tanto el año 'i~¡ como ahora ? Entre- tanto, Ud. señor Editor, en su impotencia para producir nada no- ble, úlil ú original, hecha á rodar entre el pueblo las palabras San- simoniano y J^alansteriano, que aprendió de memoria, y cuyo sen- tido no comprende, como lo hizo con la palabra romántico, para rea ccionar contra las ideas nuevas y de progreso, que han tenido la gloria de proclamar los hijos de eje país, que no es el suyo, y que debe envanecerse de no deber, en materia de idéas, nada, ab- solutamente nada, a un advenedizo tan sin pudor y cbailatan co- mo Ud. /Pero, dejándole ladrar contra Saint-Simón, Fourrier y Con- kiderant, le seguiremos en su carrera literaria. Muchos debieron ser sus pecados para que el Restaurador le dejase olvidado por muchos años en el rincón de su Archivo de antiguayas buscando, como l,t polilla, pasto para su intelijencia. Verdad es , que él ha- bía resuello confiar los destinos del país y de su dictadura sola-' mente al cuchillo y las bayonetas, y no necesitaba por lo mismo del poder de la prensa. Pero el año 40 cambió de parecer. Com- plicada la cuestión Argentina con la cuestión Francesa, consideró útil á tu causa desmentir en el estrangero las acusaciones que le tlirijian los patriotas de Montevideo, y empezó á hablar la Gaceta. No sé si Ud. enviaría á ese periódico sus lucubracionas históricas y satisfaría un tanto su angurria de escribir. Pero debe suponer- so que el anónimo no cuadraría á su ambicio»' de gloria, ni las es- trechas columnas de la Gaceta á su vasta erudición; por lo cuál algunos años despuep, empezó Ud. á publicar con su nombre el Archivo Americano en tres idiomas. Ademas, el Restaurador de- bía necesitar un abogado de tres lenguas de la talla de Fadladeen para que lo defendiese ante la barra de las Naciones civilizadas. Oh, lectores que no habéis visto el Archivo, si supierais lo que es el Archivo os quedaríais maravillados ! El Archivo es un ar- chivo de preciosidades, es el retablo de las maravillas imaginado por Cervantes en uno ríe sus entremeses ; es la obra maestra dé Fadladeen ; es el vasto receptáculo donde ha depositado toda la serie de sus lucubraciones filosóficas, históricas, artísticas, econó- micas y especialmente políticas ese sabio napolitano. Es ademas, una biografía continua, inagotable, del Restaurador, de ese hombre prodigioso que hace mas en un dia por su tierra natal que lo qué hará la muerte en medió siglo ; de ese héroe sin segundo, para cu- ya vida no bastaría un Plutarco y apenas basta un Fadladeen. Ve- ríais, lectores, en cada frase: ó un héroe del Desierto, ó un Padre de la Patria, ó un Restaurador de las Leyes, ó un Héroe de la Confederación, ó un Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas que lo reasume todo; veríais en cada período cien salvajes unita- rios, enemigos de Dios y de los hombres, doscientos federales y otras tantas federaciones, embutidas en cuatrocientos sistemas ame- ricanos. Veríais, en seguida,mentirse colosales, calumnias, difa- maciones, falsificaciones históricas en cada renglón ; y veríais so - H Vrétodo, lectores, una exuberancia, ua torbellino de palabras qa« «tolondra, y una variedad de idea», de doctrina, y hasta de senti- do común que pasma: y al oír y ver todo eso, creeríais estar vien- do á un Archivero delirante lanzar como un energúmeno vocifera- ciones huecas envueltas en manojos de papel desde lo alto de la torro donde los tiene archivados. Y veríais, por último, en el nú- mero 32 del tomo 4. ° que tengo en mano, Honde hace un saludo tan urbano á mi Dogma Socialista, un larguísimo artículo titulado Navegación de los Ríos, en el cual entre citas de capítulos y de párrafos enteros de autores conocidos y por conocer, ha intercala- do el señor Editor unas cuantas frases de su caletre profundamen- te decisivas para probar á todo el mundo, que la navegación de los Ríos Argentinos pertenece exclusivamente á Rosas ab initio ; por que la obtuvo por herencia directa de nuestro padre Adán ; y que todo aquel que así no lo entienda y reconozca, es un salvaje uni- tario, enemigo bárbaro de la Independencia Argentina y de toda nuestra América. Dicen.que en él echó el resto de su erudición el señor Editor, y que al escribirlo sudaba la gota gorda, y que el Restaurador con maligna sonrisa , soplándole con un fuelle en las narices y en arabos ojos le infundía aliento y le refrescaba la mo- llera. Conoceríais viendo esto, lectores, ese nuevo método de es- cribir artículos de periódico ( inventado por el señor Editor é imi- tado por la prensa mazorquera) en forma de Alegatos de bien probado, atestados de citas que se truncan y acomodan al caso, y que nadie se toma el trabajo de confrontar y ractificar, pór que na- da mas prueban en último resultado, sino que el autor citado pen- só de tal ó cual modo, y que el articulista erudito tieue libros en ansestantes:—método sin embargo, ecselente para atosigar y dar eueño á los lectores j soliviar pesos al Restaurador, que es el úni- co suscriptor y pagador del Archivo Americano. Y todo esto, lectores, Jo veríais en tres idiomas i primero, erx castellano soporífico ; segundo, en francés que horrifila á los fran- ceses; y tercero, en ingles que da spleen á los ingleses; por que la cabeza del Archivero mayor de Buenos-Ayres es una nueva Ba- bel donde el Restaurador ha soplado la confusión de las lenguas, y con tan buen suceso, que ha logrado por fin no hable ni esenba en ninguna de ellas ni médio bien ni absolutamente mal, y que para americanizarlo mas, le ha hecho hasta olvidar su lengua maternaOs aseguro, lectores, aer cato oierto; por que habiéndole escrito un paiaano suyo una carta en italiano, contestó e! señor Editor en español, disculpándose da no hacerlo en su natal idioma por haber» lo olvidado; á lo que replioó el compatriota, qne los buenos italia- nos, loa que guardaban vivo el recuerdo y el ¿alto de la Patria ja* maa olvidaban au idioma. Pero lo que mas os asombraría, lectores, y no comprenderíais al ver el Archivo Americano, es, 1. ° Que el Restaurador Rosas, ese campeón del americanismo haya confiado la defensa de su cau- sa á un abogado tal como el napolitano Fadladeen, quien lejos de mejorarla la empeora con au declamación vacia y sus musulmán^ cas lisonjas ; 2. ° Que ese mismo Restaurador no haya encontrado entre los Estudiantes de Buenos Ayres una pluma mas hábil, mas digna y sobre todo argentina que, si no en tres idiomas genízaros, al menos en ia hermosa lengua patria charlase en pró de en Siste- ma Americano. 3. ° Qne no se avergüenze el Restaurador y to« dos esos federales de la mengua que cae sobre su causa y Sobre sa país contintiendo que un estrangero charlatán difame a sus com- patriotas, deslustre las glorias nacionales y reciba profusamente de sus manos el pago de esas difamaciones. Y que por último, el Restaurador, hombre de tan honda penetración y de americanismo tan refinado se baya dejado embaucar por él hasta el punto de nombrarla guardador de los Archivos de su Reino y redactor en gefe det retablo de las maravillas—el Archivo Americano, cuya edición completa la compra y paga en buena moneda de papel. Presumo, lectores, que si vierais el Archivo no atinaríais, como yo eon la esplioacion de tan estraordinario fenómeno. Tenemos ya á Fadladeen en la privanza del Restaurador gran Nazir—ó Archivero Mayor de sua Estados y oráculo de la prensa mazorquera. Después de muchas viscisitudes y trabajos han llegado por fin á colmo las ambiciones de este hombre grande. —Ya le conocéis lectores, ya os lo be pintado tal cual es.—Pue* bien, ese cuya vida es una serie de desleahades, de bajezas y de traiciones, es el hombre que se atreve á llamar traidores á los pa* triotas argentinos que han combatido y combaten por la libertad de su patria ; ese el que no se cansa de difamarlos y calumniarlos; ese el que con lengua impia insulta hasta las cenizas de los Márti- res del Dogma de Mayo y de los héroes de la Independencia Ar- \ *» 19 —> gsnttha \ ese e! que falsifica nuestra historia y arroja inmundo bar» ro sobre sus mas bellas páginas. Ese es el napolitano degradado que osa apellidar CondotUeri k (Jaribaldi y á Anzani y canalla vendida á esos generosos Italia*» nos que han derramado su sangre et, Montevideo por la causa de a libertad y del progreso, y conquistado la palma del heroísmo en 03 campas de San Antonio. Esa es la estéril, venal y descreída pluma que tilda de "es» ludiantes de Derecho presumidos y holgazanes " á aquella selecta juventud Argentina que en el año 37 se asoció para trabajar por la Regeneración dé su Patria, peleó en seguida en las Alas de sus libertadores contra sus bárbaros tiranos, y después, en la proscrip- ción, ha procurado dar lustre literario al nombre Argentino.—-Esa la que en su impotente y envidioso despecho niega el mérito de loa íóvénes escritores Argentinos, y marca con el 6arcástico apodo do delirantes á Chateaubriand, Saint-Simon, Fourrier y Consideran!. —-Esa la que endiosa á Rosas y echa constantemente incienso á los pies de sus seídes y lacayos.-—esa la que aboga por el Despo- tismo bárbaro y el esterminio de los patriotas:—esa la que hace escárnio de las mas santas doctrinas para justificar las iniquidades y matanzas del Esterminador argentino:—esa en fin la pluma ea< trangera que mancha años hace la prensa de nuestro pais con sus infames y estúpidas producciones. Preguntad á ese advenedizo Fadladeen ¿que doctrina social fecunda y útil ha propagado en el Plata, qué pensamiento noble ó grande ha concebido su mente, qué producción nueva y original por la concepción ó el estilo nos ha regalado en veinte años de re- sidencia en Bueno-^-Ayres y con una imprenta y medios abundan- tes á su disposición ? Preguntadle ¿quién ha herido de vértigo y de esterilidad su cabeza y llenádola de presunción fatua?—El mismo contestará con cínica sonriza—yo no tengo mas que mi pluma, y e:toy siempre dispuesto á venderla á la mas alta postura. Asi comprende ese hombre la misión de la prensa y la moralidad del escritor público J ce es el móvil de todos sus actos y el princi- pio de todas [sus doctrinas. Asi se ha manchado con toda clase de infamias y como el escarabajo revolcándose en la inmundicia, procura frenético ensuciar á todo el mundo para gozarse en verlo contaminado con su lepra.10 Esa deyección inmunda de su corrupción intelectual y mo- ral es el regalo mas funesto que poJía hacernos la Europa. En- tregados al desenfreno de la guerra civil, dominados por el caudi- llaje bárbaro, la aparición en nuestras playas de un nombre que hiciese de la prensa un vehículo de mentira y difamación, una tri- buna de inmoralidad, de tirania y de retroceso, debía contribuir poderosamente á trastornar todas las nociones morales, á eatirpar la semilla de toda buena doctrina, a fomentar la anarquia de los espíritus, á relajar y viciar los vínculos da nuestra sociabilidad, y á engendrar por último al lado de Rosas esos monstruos perio- dísticos titulados Gaceta Mercantil y Archivo Americano:_y ese hombre es D. Pedro de Angelis ; esa ha sido su misión y esa será la envidiable gloria que lleve del Rio de la Plata. Tantas injurias, tanta mengua, calumnias y difamaciones tan repetidas, propaladas contra nuestro país y sus mas ilustres ciu- dadanos por la boca de ese estrangero mercenario, nos han hecho salvar los límites de la moderación y hablar un lenguaje que no acostumbramos, para estigmatizarlo y sentarlo sin máscara en la picota de afrenta que merecen sus infamias. Estamos, ademas, persuadidos que el raciocinio y la urbanidad no son armas útiles para lidiar con hombres que se han puesto fuera de las leyes de la moral, de la justicia y de Ja civilización, y que ver-gado nues- tro país de los que se ceban en ultrajarlo y envilecerlo k los ójoa del mundo, nos dirá con el Dante— Che bel honor s'acquista in Jar vedetta. Concluida esta, ain embargo, y las posteriores, voy á tomar una ablusion á la turca para purificarme y á rogar por segunda vez á Alah me guarde de la tentación de volver á tocar anima- les inmundos. Esteban Echeverría P. D. En otra carta me ocuparé, señor Editor, de ventilar algunos puntos de su artículo sobre el Dogma Socialista; porque estoy empellado en hacerle entender, que el año 37 cuando trazá- bamos como Ud. dice el programa de la Regeneración Política de la Nación Argentina, sabíamos mejor que Ud. lo que hacíamos y por que lo hadamos. "Ti fcÁRTÁ SEGUNDA. independencia Argentina—Federación 6 localismo—Federación Rosista—Unidad ó centralismo según nuestra historia hasta el año 19—Crítica de la Constitución de este ario—Partido unitario el año 21—Su doctrina y programa gubernativo— Congreso del año 20—Crítica de su Consiituciott—Facción unitaria el 1. ° de Diciembre de 1828—Nuestro pensamien- to político el año 37 y al presente—Rctrospecto—Sistema municipal-—Algunas observaciones mas sobre el artículo del Archivo Americano, Voy á hablar seriamente con Ud. señor Editor, á pesar de que bus pretensiones políticas y literarias me hacen á cada ins- tante recordar á Fadladeen el gran Naaür del Principe Aurunzebé y su carota abigarrada, á Bardolph aquel personaje del Enrique 4.° de Shakspeare á quien su compañero de taberna Falataff, llamaba El caballero de la lámpara ardiente ; (1) y me tienta la risa sin poderlo temediar.—Sin embargo, procuraré contenerla y revestir, sino aquel tono de autoridad y inajisterio usado por Ud. desde que vive en el Rio de la Plata, al menos la respetuosa gra- vedad de un discípulo al hablar con su maestro envejecido en laa bibliotecas y los Archivos. Por supuesto que no pretendo refutar su irrefutable artículo sobre el Dogma Socialista, por que todo él es una pepitoria de vociferaciones y mentiras, tino entretenerme con Ud. como se lo dije en mi anterior. Empieza Ud. por llamar k "Juicio" cual otro Radamanto, la obra que debiera criticar, y le estampa exabrupto la calificación de " Libelo " i —esto te parece bárbaramente á lo qua hacia la2Ú — inquisición con los Heréticos y á lo que hace la mazorca con tos que no son de su cofradía--Yo le creia periodista crítico, y se me aparece juez : —Se conoce que por allá el furor de injuriar ha invadido hasta la prensa. Todo él mundo sabe empero, que libe- lo se llama un escrito calumnioso y disfamador ; y los que hayan leido ó lean mi obra verán que toda ella es doctrinaria f pero Ud. se guarda bien de refutar ni tocar punto alguno de las doctrinas que contiene, ó por que no ha encontrado armas para ello en su caletre ni en su archivo de erudición, ó por que conviene á los in- tereses de su amo sublevar entre el pueblo prevenciones contra ei libro para que no lo busquen ni lo lean:—esto prueba la buena f« con que lo ha cesaminado y juzgado. Estráño es que en seguida declare Ud. " que' con aquella presunción que caraca riza á los ge- " nios díscolos, he trazado el programa de la rejeneraeion política " de la Nación Argentina-, á quien supongo fuera del camino que •* le demarcaron los heroicos fundadores de su Independencia."— Acabáramos ; luego el Dogma Socialista no' es ni puede ser un li- belo. ¿ Como se le ha escapado' este antilojismo al empezar señor Juez Rodamanto ? Si algún escrito debe calificarse de Libelo, es el artículo de Ud. sobre el Dogma Socialista, por que todo él es una sarta de calumnias y mentiras ; por que no contiene citar de mi obra que Ud. no trunque para acomodarla á su paladar y ha- cerme cargos ; por qüe desfigura completamente lo relativo á la usúiiaciori, y por que eso que llama antilogismo de mi obra, son frases que puestas en bu lagar nada tienen de antilójico, como po- drá reconocerlo quien lo lea. Entra Ud. ddspues en materia y lo hace de un inodo curioso.- —supone que yo estoy descontento de todo cuanto se ha hecho para conservar la Independencia Argentina. Pero señor £di/or, Ud. chochea—¿ cuando, en que parte de mi obra hablo yo de In- dependencia? A eso se reduce toda su erudición histórica 1 Es- tá Ud. por saber que no' hay cuestión de independencia Argentina desde-que concluyó la qtie teníamos con España 1 La cuestión de Mayo fué de independencia y de organización ,- peí o la' primera quedó zanjada de hecho en Salta el año 13, en Montevideo el año- ) l, ó si Ud. quiere en Ayacucho . la 2. ** que es de la que trata mi obra esclusivamente, está por resolverse todavía ¡ á no ser que Ud. preténdala haya resuelto ei Restaurador por medio del rebcii" \¡ke Y de) cuchillo. No ha llegado á mi noticia que después de la España, nación alguna haya puesto en problema la Iridependenciaa Argentina. Cierto es que la Maíorcay su gefe cacarean mucho, años hace sobre esto, y que se han constituido campeones de no se que fantasma de Independencia que nadie ataca, y de no sé qua intereses Americanos que nadie percibe; pero , esas señor Editor son paparruchas buenas para alucinar y engañar 'los bo- bos, y estraño mucho Ins tome en consideración un hombre tan se- rio y concienzudo como Ud. ¿ Acaso la Francia bloqueando á Kuenos-A y res el año 37 para recabar de su Gobierno reparación de agravios, por violncion de la ley pública con respecto á su» sub- ditos, atacaba la independencia nacional ? ; Nt> había agotado to- dos los espedientes pacíficos para llegar á ese fin 1 ¿Hay otro me- dio reconocido entre las naciones civilizadas p ira revindicar el buen derecho, que apelará las armas despuésd» negociar, y com- peler con ellas al agresor injusto? ¿Que otra cosa h¡Bo la Fran- cia? Ñolas depuso luego que logró sus prefaciones por el tra»> trado Makcau I Tenia ó no buen derecho la Francia? Si no lo tenia ¿ porqué cediendo á la fuerza lo reconoció Rosas, y firmó el tratado Makau? Si lo tenia, apelaudo á Iob «añnne* para re- vindicarlo, después de negociar inútilmente, no atacaba la inde- pendencia nacional : luego mentí» Rosas, mentía Ud. y toda la gente mazorquera, vociferando entonces como ahora ataque al fue- ro nacional. A no .ser que Uda. pretendan qué en esa, como 'en todas las guerras entre el fuerte y el débil por colicion de intere- ses ó violación de derechos, siempre ha estado comprometido en la parte débil el principio de la independencia nacional ; pero se- mejante peregrina ocurrencia solo ¿uede caber en la cabeza de Ud. señor Editor, en la de Anchorena, y es la del gefe de la Ma- zorca. Hoy vociferan Uds. lo mismo que el ano 38 contra los Poderes Interventores, por que después de haber reclamado inú- tilmente el cumplimiento de los tratados con respeto al Estado Oriental, usan de la fuerza para compeler á Rosas á entrar en ra- zón ; pero no hay hombre sensato en éste como en el otro emisfe- rio, qu?¡ no perciba que todo ese cacareo de independencia nacio- nal, no es ahora como entonces, mas que uno de los muchos resor- tes empleados por Rosas para alucinará la multitud, y sostenerse,- ú todo trance y por medio de la guerra,1 en la silla de su usurpad»— 24 dictadura. Si alguen compromete y juega á un tiro de dado \i independencia nacional, es ese testarudo y bárbaro caudillo, que atacando todos los derechos, violando todos los pactos, proboca incesantemente agresiones extrañas. Usina Ja guerra estranjera á aupáis, y lo somete á todas las eventualidades que puedan surjir de esa guerra. Supongamos que los Foderes Interventores, fati- gados de la terquedad de Rosas, se declaren bélijerantes, y que en uso de su derecho de tales ocupan uno ó mas puntos del litoral del Plata ó del Paraná , que Rosas se ostina ; que de resultas de bu obstinación, esos Poderes envinn al Plata espediciones costosísi- mas, las que Be establecen y fortifican en los puntos ocupados para hostilizarlo con mayor ventaja ; que Rosas á pesar de esto se afer- ra mas en su obstinación ; que el tiempo corre, y que por último e! estranjero baila por conveniente conservar á título de rehenes los territorios donde se ha establecido, á costa de mucha sangre y de inmensos sacrificios pecuniarios. Yo pregunto ¿ deberá echar- se la culpa da ese conflicto de la independencia nacional á Rosas, ó á los Poderes interventores ? A Rosas dirá todo el mnndo, y á sus inicuos sostenedores. ¿ O pretendéis vosotros Mazorqueros que por qué se os pide cuenta de una iniquidad que cometáis contra el estrangero, por que se os ecsije que no los degolléis ni despiopicis, como acos- tumbráis hacerlo con vuestros compatriotas, ae comete desafuero contra vuestra independencia ? Bueno ; ya < s entiendo. Queréis para Rosas, para el usurpador del Poder nacional con respecto al estrangero-, la libertad salvaje de degollarlos y robarlos, de que vo- sotros gozáis con respecto á los compatriotas que no son de vues- tra pandilla : queréis imponer á las naciones estrañai, á título de sistema americano, como leyes inviolables, lodos los caprichos, todas las estravagancias, todas las barbaridades que puedan ocur- rirse á vuestro ilustre Gefe : queréis obligarlas á que las i-espeten* y veneren como leyes emanadas de la justicia divina, so pena de que si asi no lo hacen serán tratados como alentadores salvages de vuestra independencia nacional i queréis, en suma, para el in- dividuo federal ó resin, la independencia del Pampa en sus adua- res ; para la nación ó su gefe Rosas, la independencia del Cacique de una poderosa tribu : vuestro pensamiento es bien claro, idos, pues, brutos, k habitar entre los salvajes del desierto ; vosotros sois — 26 — indignas de vivir en una sociedad civilizada, y apenas sois capa- ces de acaudillar una tribu de pampas.—Estáis oprimiendo, pro» fanando, barbarizando vuestra tierra ; la estáis convirtiendo en una toldería donde no se reconoce mas ley que la fuerza, mas ra- zón que el instinto,'ó el capricho bruto, mas pena que la confis- cación ó el degüello.—Vais á acabar por borrar al pueblo Argen- tino del catálogo de las naciones civilizadas y cuando lo hayáis conseguido, podréis vanagloriaros de gozar la independencia que apetecéis y de haber consolidado vuestro Sistema Americano. Pero replicareis vosotros,—es abusar de la fuerza atacar al débil y compelerlo á hacer lo que no quiere.—Cierto, cuando el débil respeta el derecho y quiere lo moral y lo justo ; pero cuan- do mata, despropia, encarcela, nada mas que por que se le antoja, ¿ queréis que el fuerte, permanesca impasible, mirando cou ojo in- diferente al tigre despedazar á la victima que es su hermano ? — ¿ queréis que se deje insultar y bofetear por complacer al débil1. Admirable lojica la vuestra. Ni que tenéis vosotros tampoco que argumentar contra la fuerza ¿ vuestro poder acaso se funda en otra cosa que en la fuerza? Vuestras iniquidades mostiuosas, vuestras victorias ¿ tienen otra causa, otro orijen que el mas de- senfrenado abuso de la fuerza bruta ? ¿no matáis, encarceláis, ro- báis diez años hace á vuestros enemigos? ¿no degolláis los pri- sioneros y rendidos? ¿no perseguís como á fieras 4 lodos los que no llevan vuestra librea de sangre ó se someten á vuestro salvaje capricho? ¿Tendríais, pues, derecho para quejaros, si la fuerza, intelijente y civilizadora viniese á arrancar de vuestras sangrien- tas manos los instrumentos de la éarbarie y de la tortura? ¿ De cuando acá los bandidos se quejaron con justicia, por que no les permitiesen continuar á mansalva sus depredaciones y asesinatos? Ocupa Ud. en seguida, señor Edilor, una tercera parte de su artículo en charlar sobre la dedicatoria de mi libro á ios Mártires de la Patria, y se enoja por que no halla entre ellos nombrado al- guno de los que titula " beneméritos hijos de la Patria, columnas del órden, defensores de las leyes, protectores de los derechos del pueblo ; anunciándome por último, que la " historia Argentina lio rejístrado eti su martirolojio los nombres esclarecidos—de Dor- rego, Guiroga, Latorre, Villafañe, Heredia Sf." Debiera Ud. es- trañar, según esto, no dedicase mi obra al Restaurador, mártir vi-— 28 vo de la Independencia Argentina. Pero señor Editor, entendá- monos.-—mártir es aquel que se sacrifica por una buena causa, ó lo que es lo mismo, pot Una idee ó interés social; y para mi no son mártires sino aquellos que se han sacrificado por la causa de Mayo, que es la de la Patria y de la eivilizacion:-veo que Ud. no lo entiende así. Las horcas de la India y de España han testimo- niado mas de ana vez que los TugOB y los Gitanos tienen también sus mártires ; y nada estraño es que la Federación mazorquera que Ud. defienda, los cuente á millares. Pero señor Editor la Fe- deración rosina. no es la Federación del año 26 y anteriores; y es injuriar atrozmente la memoria de Dorrego afiliarlo a1! martiro- lojio de la Mazorca. Latorre, Villaíañe, Heredia no eran masque unos cauditlejos de Provincia ; en cuanto á Quiroga, la enérjica piuma del Sr. Sarmiento ha pintado ya con caracteres indelebles la fisonomía histórica de ese caudillo, y descubierto tñ rastro de sangre de sus asesinos. Para esplicarme mas á fondo en cuanto á Dorrego y Federación necesito entrar en algunos pormenores. Habrá Ud. notado señor Editor, que en la Ojeada retrospec- tiva reconozco la lejitimidad histórica de la Unidad y de la Fede- ración, y digo—que esos partida representan dos tendencias leji- timas, dos manifestaciones necesarias de la vida de nuestro pais ; el partido Federal el espíritu de localidad preocupado y ciego to- davía; el partido Unitario, el centralismo, la unidad nacional (2) Para mí, pues, la Eederaeion Argentina, estando á los resultados históricos, no se ha formado hasta ahora ni en institución ni en doctrina. Antea del año 26, en distintas épocas el espirito local manifestó pretericiones ecsajeradas, equivocas y ann contradicto- rias, según el interés y las preocupaciones de los caudillos, ó go- bernadores que se constituían órganos de él ; pero todas esas pre- tencíones siempre revistieron un carácter anárquico y desorgani- zador, tendente á la disolución del vínculo nacional. El espíritu local creyó ganar atrincherándose [en su egoísmo, y aun bastarse á sí propio para la vida social. Sus representantes hasta entonces (¿) Nótese que-—espíritu localidad é focal, localismo, Fe- deralismo, tienen igual sentido en estas cartas ,• y que también en sentido opuesto significan una misma cosa—unidad y centralismo, unitarios, centralistas ó centr atizadores. 1a.nto en Buenos Ayres como en Santa Fé, Corrientes, Entre-Ríos y la Banda Oriental, tubierou solamente el carácter de caudillos de una facción. Esa ficción apareció el año 26, capitaneado por Dorrego en el Congreso, y por López, Quiroga y Bustos en las Provinlias. Era natural.que Dorrego y sus amigos representasen de un modo mas inteligente el Localismo ó Federalismo ; porque siempre hay Injica y progreso-en la manifestación de las opiniones ó intereses radicados en el espíritu de una localidad ó de un pue- blo ; y por que obligados á batirse con un partido capaz, doctrina- rio, que traia su Constitución in capite como Sieyes, era preciso que dejasen á un lado las vociferaciones facciosas, y se armasen de razón para el combate. Pero desgraciadamente para ellos y para el pais, su oposición fué casi siempre negativa y declamato- ria , nunca se atrincheraron en una doctrnn ni supieron levantar- le á la altura de gefes de nn partido político, y fueron fácilmente batidos en el campo de sa discusión. El bello ideal de organiza- ción federativa, era para Dorrego la Constitución Norte-America- na ; y Moreno, la cabeza mas doctrinaria de la oposición en el Congreso, nunca dejaba de invocarla ; pero en boca de ambos la federación N—Americana era una arma de reacción y de comba- te, mas bien que una norma de organización ; supuesto que olvi- daban ó desconocían que el principio de vida de esa federación, es el poder municipal No habia para esos hombres, entretanto, federación posible fuera del-tipo Norte—Americano ; y jamas ma- nifestaron una concepción clara, científica, no digo de todo un sistema social federativo por que eso seria pedir mucho ; pero ni aun del modo de satisfacer las ecsigencias lejitimas del espíritu local, y de conciliarias y armonizarlas cún el grande y primordial ínteres de la nacionalidad. Los Federales, pues, en el Congreso no salieron del rango Ínfimo de facción, y fuera de su recinto, apelando á las armas, no des- mintieron sus antecedentes anárquicos y desorganizadores ; mer- ced á sus embates cayó la Presidencia y se disolvió el Congreso. Los federales se ampararon del Poder ; lo tenían ya ese poder en la mano, para realizar sus grandes y patrióticas miras. ¿Que hizo entretanto, Dorrego para constituir esa federación que en su bo- ca, como una maquina de receton, habia contribuido maravillosa- . mente á disolverlo todo 7 ¿Que hizo para perfeccionar las insti.— £8 — tuciones de su provincia, para reformar la ley de efecciones, ía ii<: endeTtatiza, la de milicia, etc.. pera establecer el sistema municipal y ■edh'.ir éu Buenos-Ayres la planta de una organización federativa déla Provincia, que sirviendo de norma á las demás, facilitase después la organización federativa de la República? Nada abso- lutamente nada. Dorrego por consígnente, señor Editor, no se sacrificók idea d ínteres social, no fue " mártir de la patria".- Dorrego era caudillo de una facción, y murió victima de otra fac- ción vencedora, com© lo demostraré adelante. Pero la federación Dorreguísta no era la federación Rosista. Dorrego á mas de cau- dillo federal, puede considerarse como la mas completa y enerjica espresion del sentido común del pais, alarmado en vista de las in- comprensibles y bruscas innovaciones del partido unitario ; y es Indudable que en ese terreno era fuerte, y desempeñaba muy bien "su papel de tribuno de la multitud. La federación, por lo mismo en su boca significaba al^o, era el eco de un instinto <5e reacción popular, y una bocina de alzamiento. 1.a federación que Rosas vocifera, *stodo lo contrario de lo que han pretendido todos los caudillos desde Artigas hasta Dorrego. Rosas el año 30 gobernó con facultades estraordinarias, y no sé que ellas signifiquen federación. Rosas el año 35 empuñó la suma del poder público, y pro- clamó como principio de su política personal esta macsima:—" el que no está conmigo ea mi enemigo." Consecuente con ella, empezó á tratar como Parias á todos los que no manifestasen ad- hesión franca á su persona, los despojó de toda clase de derechos, y acabó por encarcelarlos, despropiarlos, degollarlos ú obligarlos á «patriarse ; y yo pregunto si eeto se llama federaciou. Rosas ha fusilado gobernadores, quita y pone los que le pla- cen, y ha llevado su sistema de sangre y su dominación hasta el último rincón de la República, aniquilando todo espíritu de lo- calidad, todo germen de vida social en las Provincias ;'y yo pre- gunto si esto es federación. Me dirá Ud. señor Editor, que la federación que Ud. invoca y Rosas defiende, es la que resulta de los diversos pactos dé las Provincias litorales y y otras. Debo estrañar muellísimo que un hombre tan sabio en política y tan versado en la historia llame iederacion á esas alianzas'transitorias que solo estipulan unión de — 29 ~ Tuerza para la defensa común, y delegan al gobierno de Buenos Ayres la facultad de representarlas en el esterior ; pero que nada determinan, riada estatuyen sobre el régimen interior, sobre lo que constituye intrínsecamente y regula la vida nacional. Verdad- es que antiguamente tomaron e « nombre algunas ligas entre Es- tados independientes, y aun sometidos á diverso régimen guber- nativo ; pero en uuestra época, señor Editor, una federación es algo mas que una agregación ó justa posición do partes, algo mas que una alianza ofensiva y defensiva ; — es una verdadera Asocia- citm de iguales, lo que equivale á decir—comunidad de intereses y de instituciones y principios políticos, comunidad de tendencias y de miras, comunidad de trabajo entra los miembros, tendentes al bien-estar común, comunidad en suma de vida social- Y esta federación, Rosas ni remotamente la concibe, ni es capaz de rea- lizarla; ni Ud. tampoco Sr. Editor la comprende, supuesto que sa despepita en alabanzas á la federación Rosista, y supuesto ase- gura que yo pretendía el año 37 "someter una República funda- da en la organización moderna de los Estados á los delirios do Fourrier y de Considerant." En verdad, señor Editor, que debe Ud. ser un admirable co- nocedor de nuestra historia y un profundo político cuando ba des- c>ibi>4fo organización en la Dictadura de Rosas el año 87, ó en eso que él titula Confederación Argentina ; y organización nada menos que idéntica á la moderna de los Estados. Para desvane- cer completamente mis dudas ai respecto debió Ud. mencionar que Estados; por que muy bien pudieran ser los del Asia ó los de la Luna, y no parece propio ¡r á buscar modelos á tierras tan remo- tas. Ateniéndome á la historia, yo creia seíior Editor, que todo el trabajo de los Estadistas de mi pais, todas las tentativas ó en- sayos de nuestras Asambleas y Congresos habían tenido por obje- to principal realizar esa deseada organización ; y tenia por muy cierto que á pesar de su patriotismo y sus luces habían fracazado en su ardua empresa. Debo suponer que después del último Con- greso haya aparecido en mi pais el Genio predestinado para resol- ver el gran problema de orgadizacion ; y que ese genio se baya puesto á la obra con tanto recato y sigilo, y la haya consumado con tan imponderable misterio, que nadie ha podido trascender ni el rumor de su estupenda creación:—y ese genio no puede serotro que Ud. ó el Restaurador Rosas, ó mas bien ambos encai* nados en uno. Presumo yo, por que Ud. nada nos revela al res- pecto, que la concepción primitiva, del peusámiento organizador la haya parido .Roaas, y que'Ud. habrá desempeñado el importan- tísimo papel ríe desbastarlo, pulimentarlo y darle la forma conve- niente:—lo que quiere decir—que liosas habrá puesto el mármol en bruto, y Ud. con su injenio y su arte habrá convertido ese mármol en bellísima Estatua. Me es duro creer (y Ud. me sa- cará de la duda ) no haya concurrido tambiem Anchoreha á esa obra magna de organización:—así por 1 a encarnación ó fucion de tres espíritus ó intelijencias, resultaría la Trinidad creadora y con- servadora de la República Argentina. Dando, pues, por realizada la supuesta organización, tendrá Ud. á,bien señor Editor, resolverme una duda—¿ es federal ó uni- tario ? ¿Se asemeja al centralismo Francés ó al federalismo Sui» so ó Norte-Americano ? ¿Es Democrática, Aristocritita ó Mo- nárquica t Bueno será se esplique Ud. al respecto, por que mu- chos piensan tiene de Federativa ej nombre, de Unitaria, el fondo, de Democrática lo aparente, de Aristocrática la Mazorca, de Mo- nárquica la Dictadura y de insólito y bárbaro entraña» y esterie- ridades;—y que, en suma, es una organización sui %eneris, que á mi so me ha antojado bautizar con el nombre.de Federacim Ro- sina ó Aíazorquera, por que Rosas la ha inventado y la Mwqrcs es su medio de gobierno. . Sin embargo, Rosas, mas por instinto que por instinto que por cálculo de política, ha sido audaz y perseverante C0,,,;"jUa(jór de la obra-da centralización del poder social '"ir,"( " ¿por que 7—ror que la obra de crear y centra- t*oder Social, es trabajo de muchas generaciones, y el .«.ultado normal de otra obra anterior, lenta, difícil de Asociación ó de fusión de todoj los intereses, de toda» las opiniones, du todas las creencias predominante» en el espíritu de un pueblo o de una nacion:-ahí está para atestiguarlo la historia de todas Jas Repú- blicas y Monarquía riel mundp. Esa obra debe sei mas difícil para los pueblos americanos, que pasarán del nj;is abyecto y obs- curo vasallaje, al ejercicio de la mas desenfreii ui.i libertad ; que no han tenido educación moral y política, ni i:<-inp ¿* 7 fundando «stablecimientos y proyectando mejoras irrealizables, , que el buen sentido del pais no comprendía y rechazaba. En no contraerse especialmente á fomentar y mejorar todas las industrias locales, y en estimular el comercio de plaza, la me- nos productiva, la mas desmoralizadora de todas las industrias;— y la que en países de escasa población y producción solo toma ¡ncremeiito por el fraude y la estafa. En promover el establecimiento de un Banco de descuentos, j ' - . ( eo protesto de aumentar el medio circulante y los capitales, insti— i t.e. /' vA/1 •» 38 — tucion útilísima en paises donde la ostensión y vitalidad del jiro y la fecundidad de la producción son tan grandes que andan siem- pre como á caza de numerario y de capital para alimentarse ; pe- ro prematura en el nuestro, donde siendo lento el jiro y el consu- . rao y la producción mesquina, no podia servir sino para fomen- '^c',,. 'j. /si-"*--, tar el agio y las especulaciones de comercio aventuradas, y produ- dir por último las quiebras, fraudes y miserias que produjo en Buenos-Ayres. En no haber ecsijido como condición del establecimiento del banco, que una parle de su capital se diese en préstamo á los ¿JM y —> agricultores y pequeños capitalistas para que fuese á alimentar la industria y el trabajo en nuestros campos, en vez de imprimir una actividad facticia al desmoralizador tráfico de plaza:—el mismo Gobierno pudo garantir esos préstamos. En suprimir los Cabildos y no establecer la representación municipal en el departamento y en el distrito municipal, para que sirviese al pueblo de escuela política ; para hacer palpable á cada individuo en su concurso para el fomento del interés común, y crear de ese modo en cada sección de la campaña elementos de orden y de progreso; para realizar con mas facilidad el cento y el asiento y la recaudación del impuesto; para el arreglo y la or- ganización de la milicia de cada departamento ; para fundar la enseñanza primaria en la campaña y compeler á los padres á en- viar á ellas á sus hijos ; para contrabalancear la fuerza de unos partidos con otaos, y evitar de ese modo el alzamiento en maza de la campaña, y el predominio de los caudillos sobre el paisana- je ; para fomentar la industria agrícola y el pastoreo de ganador menores ; para promover, en suma, mejoras locales de todo jenero que preparasen gradualmente al país para una organización es- table. Erró principalmente en no atender á la organización de la campaña, fuente de la riqueza de la Provincia de Buenos-Ayres, y donde sin embargo vejetaba la mayoría de esa población pobre, /í, <¿»'»«< desamparada, ignorante, oprimida y semi-Lárbara, á quien dió el sufragio y la lanza para que entronizase caudillos y tiranos. — do — Erró en fin, por que atriecheráud.»se en su mácsima favorita de las via» legales, se ató las manos para gobernar y reprimir á los facciosos que aniquilaron su obra:—la legalidad no es arma ¿tÍa- para batir á esa gente en paises como los nuestros. / Ahora bien, señor Editor, ¿por que era mala la doctrina so- cial del partido Unitario, y erróneo é incompleto por consiguien- te su programa gubernativo? Veamos ! — Por que desconocía la tradición democrática de la revolución y no se radicaba en nuestra historia y en nuestro estado social. Por que no tenia base fija de criterio y andaba vacilante en- tre entre todos lo? sistemas y todas las teorías sociales. Por que se atenía á las soluciones mas alta» y especulativas de la ciencia Europea, y sacrificaba á veces á un principio abs- tracto un grande ínteres social. Por que la cuestión capital de la enseñanza, pidra de toque de las doctrinas sociales fecundas y verdaderamente progresivas, i' no supo resolverla en vista del porvenir y de la educación siste- U y macja je jas generaciones venideras con el fin de la -Democracia ; ,( 4¡ -/»s>«** por que profesaba en principio la libertad de enseñanza, y le ¿> ei»< .'.■•■»-„ eran Por '° rn'srn0 indiferentes los métodos y las doctrinas ; por que no llegó á la Escuela primaria la enseñanza moral y relijiosa sistemada, y la de los dogmas políticos de la revolución ; por que en la instrucción secundaria y superior todos los sistemas y tadaa las doctrinas hallaban cabida, y era sensualiia con Condillao y Traci, y utilitaria con Bentham. Porque no concebía todo el sistema social con arreglo á la ¿ey de progreso, única, invariable, normal, promulgada por la re- volucion de Mayo—la ley del desarrollo demoeráHeo de la socie- dad Argentina ; ni elaboraba sus leyes ó instituciones con ese j;ti ¡ por que vaciló, sngun los tiempos, entre tendencias aristo- ráticas y democráticas. c Por que ignoraba en que punto estaba la sociedad en cuan- to á cultura, costumbres, industria, moralidad ; y desconociendo sus aptitudes, no supo que hacer de ella, ni haciá que rumbodebia encaminarla. , Por que carecia en suma, de reglas locales, de criterio socia- lista^ l Que tal señor Editor ? ¿ Eran ó no los Unitarios un par- tido político? Me parece que ahora no podrá Ud. negarles ese título.—Lo estraño es que Ud. y la prensa mazorquera, que no se cansan de lanzar improperios y vociferaciones contra los Unita- rios, que ios injurian y calumnian atrozmente, no hayan tenido sagacidad para combatir el fondo de su sistema político y los vi- cios de sus instituciones. Eso era mas digno, mas noble, y sobre todo mas útil al pais ; pero evadiendo semejante tarea, algo difícil por cierto, Uds. han puesto en claro su impotencia y su faJta ab- soluta de doctrinas que oponer á las de sus enemigos. Debe Ud. notar también qua si yo critico á Jos unitarios, lo hago fundándome en la historia y el raciocinio ,- y que de igual modo ecsaminando en la Ojeada la ley de sufrajio del año 21, de- mostré que la base de su sistema representativo era falsa, y trahia en si misma su principio de muerte. Lo que entonces dije, y lo que ahora acabo de esponer evidencia, que los Unitarios no com- prendían el sistema social de un punto de vista nacional ó arjenti- no. Ellos buscaron lo ideal que habían visto en Europa ó en li- bros Europeos, no lo ideal resultante del desenvolvimiento armó- nico y normal de la actividad Arjentiua. Y advierta Ud. señor Editor, que no los motejo y censuro por que buscasen lo ideal, si no por qué no tomaron él camino recto para encontrarlo. Esa aspiración insesante hacia la perfección, es lo que constituye es- sencialmente la vida de las sociedades humanas ; cuando ella no ecsiste, cuando gobiernos como el de Rosas, sofocando todas las nobles y grandes aspiraciones, animalizan al hombre ; cuando pre- dominan tendencias egoístas y materiales, la sociedad, viviendo de la vida de la carite esclusivamente, también se embrutece y se ani- maliza, y queda en cierto modo paralizado su movimiento de pro- greso y de aspiración á la perfectivilidad. Y sabe Ud. señor Editor, ¿porque critiqué entonces y ahora á los Unitarios ? Por que en mi pais y fuera de él hay muchos hombres patriotas que están creyendo todavía, que la edad de oro de la República Argentina y especialmente de Buanos-Ayres está ta el pasado, uo en el porvenir ; y que no habrá caido Rosas _ 41 - mas que reconstruir la saciedad con los viejos escombros ó insti- tuciones por que ya está todo hecho.—.Como esta preocupación és nocivísima, como ella tiende á aconsejarnos qua no ecsaraine- rhos, que no estudiemos, que nos echemos á dormir y dos aten- gamos á ios hombrea del pasado como ese pasado es ya del domi- nio de la historia, y es preciso encontrarse esplicacion y pedirse enseñanza si queremos saber donde estamos y adonde vamos ; co- mo por otra parte yo creo que el pais necesitará, no de una re- construcción, sino de una rejeneracion, me pareció entonces y me ha parecido ahora conveniente demostrar, que la edad da oro de nuestro pais no está en el pasado sino en el porvenir; y que la cuestión para los homares de la época, no es buscar lo que ha sido, sino lo que será por medio nel conocimiento de lo que ha sido. No se han comprendido así mis miras ni por Ud. señor Editor, ni por algunos de sus enemigos políticos. Se ha creído ó apa- rentado creer que me movia una ojeriza personal contra el partido Unitario, el deseo talvez de congraciarme con Rosas, ó alguna presuntuosa ambición. \ Mirerias, siempre miserias,., ,1 Cuan- do abandonarán esa táctica algunos hombres. .. ! ¡ Cuando po- drá un ciudadano entre nosotros manifestar en voz alta sus pen- samientos y encontrar en vez de impotentes, y envidiosos ribales, nobles y generosos émulos . . . ! El partido unitario necesitando teatro mas vasto para reali- zar sus ideas, promovió la formación de un Congreso nacional. Abandonó su primer proposito de organizar la Provincia de Bue nos-Ayres y dejó su obra embrionaria para emprender otra mas difícil:—Error gravísimo ! Era volver á las ancladas ; era acome- ter antes de tiempo una empresa en que habia fracasado dos ve- ces; era empezar la obra por el pináculo, querer constituir el po- der nacional, antes de organizar la sociedad ú encarnar en su es- píritu todos los gérmenes de una organización nacional. No im- porta ; el partido unitario emprendió la obra con decisión y perce- verancia. Es indudable que la constitución del año 26 está mas artís- ticamente elaborada que las anteriores ; y no dudo que si los pue- blos pudieran moverse á vista de una obra bella del arte humano, los nuestros debieron quedar maravillados al aspecto de la Consti- tución del año 26, y postrarse de hinojos en muestra de respeto yI — 42 - veneración.—Aun que, mas completa, sin embargo, en abstracto, como obra practica y vista por el lado del estilo y la redacción, esa Constitución, es,á mi ver, inferior al Estatuto del año 15, al Reglamento del año 17 y á la Constitución de) año 19.—Deja traslucir demaciado tipos franceses, y carece de cierta enérjica y y plebella orijitialidad que caracteriza los primeros ensayos de los cefttrtlizadore?. Mas democrática que la del nfio 19 en punto ú Senado, recostruye el poder municipal en pequeña escala, coi» el nombfe francés, algo impropio, de Consejos de administrarían, y lo fórfná por el sufragio directo y popular ; poniendo los Gober- nadores de Provincia bajo la dependencia del Presidente de la Re- pública, quien los nombra á propuesta en terna de los Consejos de Administración establecidos en cada Provincia. Pero una singularidad que distingue & la Constitución del año 20 de las anteriores, é imprime á toda ella una fisonomía pro- pia, es el artívulo 7. ° sobre la forma de gobierno. Esa cuestión se habia ventilado anteriormente en nuestras Asambleas, y salvo en la Junta de observación, la ganaron siempre los centralistas ; pero no se les había ocurrido hasta entonces proponerla á las Pro- vincias y formularlo en la Constitución del modo siguiente:—La Nación Argentina adopta para su Gobierno la forma representa- tiva republicana, consolidada en unidad de réjimen.—Esto era cortar el nudo gordiano y arrojar el guante á los federales:—no concibo como el Congreso cometió error tan grave ¿qué signifi- ca una cuestión prévia de forma cuando se trata de la vida mis- ) ma de la nación 1—Entre tanto, esa cuestión se hizo capital, la tr <*w /«•/-¿^•cuestión de vida ó muerte en el Congreso y fuera del Congreso / . , I sirvió de lábaro á los facciosos f y por una palabra, nada mas que por una palabra se encendió la guerra civil. Hay aberración- nes inconcebibles en el espíritu de Jos partidos políticos—? No se puede constituir un gobierno sin declarar de antemano la for- ma de ese gobierno ? La forma en todas las cosas producidas por el hombre, la determina la concepción, el heebo.—¿ Tratabais de firmas ó de concepciones déla intelfjencia?—¿Podéis trazarme la línea de demarcación entre un réjimen unitario y uno federati- vo?—i Hay mas diferencia entre uno y otro que la masó menos concentración ^del Poder nacional ? Y si esto es cierto ¿no po- dáis concebir y realizar combinaciones diversas de uno y otro re- — 43 — jimen, sin que podáis señalarme Constitución alguna absoluta- mente Unitaria ni Federativa? En vuestra Constitución misma l no hay combinación de uno y otro réjimen ? Norte America se gobierna por un réjimen federativo y se llaman Estados Unidos ; luego hay también unidad en el fondo de su gobierno. ¿ A que ve- nisjpues, hombres preocupados b suscitar como cuestión previa y resolverla en vuestro sentido, la cuestión que habia servido an- teriormente de toque de alarma, de anarquía y disolución?—¿ A que venis con una cuestión inútil de palabras á arrojar nna nueva tea de discordia entre las pasiones inflamadas ? hoa federales de- bieron regocijarse al oíros; pusisteis en su mano la trompeta da reacción formidable. Todo el testo de vuestro articulo me parece un plemasmo absurdo.—Forma Republicana dees. ¿Q,ux- significa Republi- cano ? Lacedemonia era una República con dos Reyes : Atenas una República democrática : Roma una República aristocrática : Venecia una República origárgica : y los Estados Unidos y la Suiza apenas se acuerdan de apellidarse Repúblicas. ¿ A que un nombre tan vago, significando cosas contradictorios y que no determina la esencia del gobierno? (3) No se comprende tampo- co que fin lleva ni lo que quiere decir forma ronsolidada en uni- dad de réjimen ; parece haberse qnerido sepultar entre ripios el espantajo unitario. Buscasteis las formas en vez de buscar el fondo. Os cora- prendesia muy bien si hubieseis suscitddo como cuestión prev ia la siguiente:—Será ó no gobernada la Nación Argentina por un réji- men Democrático, Aristocaático ó Monárquico : por que resulta (3) Según el derecho público antiguo. República era lo «puesto á Mouarquía en cuanto al principio, no ú la forma, del gobierno. Nosotros á imitación de otros pueblos hemos adoptado la palabra y nos hemos hecho Republicanos en la forma. Asi la cons- titución del año 26 dice.,—-forma republicana, y Rusas, el Dicta- dor mas anti-republicano que se conozca, siempre invoca sus prin- cipios Republicanos, que nadie vió jamas. Usté abuso de las pa- labras es una de las causas que mas han contribuido al trastorno y coufusion de ¿as ideas en la América del Sud,ésta cuestión; sabríamos si el principio de su gobierno era la so- beranía del ,iueblo realizada por medio dal sufragio y la rapre- sentnoion como en los Estados Unidos, ó la soberanía de una Aris- tocracia, ó de un cuerpo privilejiado como en Venecia, ó la so- beranía conjuntada un Monarca, de una Anistocrácia y un cuer- po doctoral, como en Inglaterra, / Francia. Todo esto prueba que eran de la familia de los constituyentes apriori, j que estaban empeñados en «moldar á una forma abstracta la Nación Argentina- es decir el cuerpo social menos homogéneo, menos marcablo J peor dispuesto para semejante operación mecánica* Pero antes de concluida esta constitución, ya el localismo en las Provincias había alzado bandera facciosa con el nombre de federación; se lea presentó al cabo, y la mayoría de ellas so negó á aceptarla. El Presidente de la República no pudiendo gobernar, renunció el poder y poco después se disolvió ¿el Con- greso. El partido unitario pudo y de¿m hacer uso de la fuerza para aniquilar á los facciosos ,- el uso de la fuerza era santo, era lejítimo para escudar el derecho, la justicia y el orden público pri- mera obligación de todo gobierno:—no lo hizo, y la historia 16 acriminará por esto. Sacrificó el porvenir, los intereses del país y los suyos propios á su mácsima favorita de las vias legales,— sapientísima en boca de un partido político, pero absurda en )a de un gobierno como aquel:—la legalidad es un principio, no tírra arma útil para batir á Jos facciosos. Sin embargo, es preciso con- fesar que el partido unitario fue hasta entonces consecuente con sus principios, y los sostubo hasta el heroísmo. Generalmente ha blando, un partido político triunfa ó acepta el martirio. El par- tido unitario resignando el poder, sin haber combatido aceptó el mártirio ; por eso si la moral y la justicia lo aplauden, la política' lo 6ilva y lo condenará la historia. No tardó en arrepentirse da su resignación, y empezó á atacar por la prensa á sus enemigos. Poco después, despechado y ecsacervado en la lucha, apeló al mo- tín y se convirtió en facción. Conoció recien, algo tardé, nó era buena su doctrina de las-rías legales, y renegó de todo prin- cipio y de toda doctrina. Desde entonces fué débil, impotente sin conocer la causa, y empezaron sus derrotas;—no combatía en su cancha y con sus armas favoritns. Tenia, ademas, todos los hábitos, todas lae preocupaciones de un partido doctrinario ; era — 45 — Valiente y temerario á reces, pero demaciadó cabal leresco, «seo» jitaba los medios para herir ; al paso que su en'em'iga no desecha- ba ninguno, y con su pleveya y semi-bárbara si'.dacia arremetía por todo y lo hallaba todo. La lucha pues era desigual, y se prolongaba. El partido unitario se sobrecojió de terror ante la inmensidad del sacrificio que era preciso ecsijir á la patria para salvarla, y se dejó tomar en la trampa, abandonando las armas antes de concluir el comba- te:—este fue su postrer error. En pago de él llevó impresa ea la espalda la marca de faccioso que le estampó su enemigo ; Ja que solo pudo borrar con una victoria, y una restauración—-pero des- graciadamente, para conseguirla era necesario que olvidase Jo qae habia sido, que transformándose se hiciese pleveyo y revolucio- nario:—no lo pudo. No era ni un. partido, ni una facción ; era algo de secso híbrido y de carácter ambiguo, que llevaba «o sí mismo'el principio de la impotencia y de la derrota ,* al paao que su enemigo vencedor, convirtíendo en sistema el terror, y no de- sechando medio alguno de triunfo por bárbaro que fuese, centra- lizó una maza de resistencia formidable. Asi el partido unitario en todas las empresas que dirijió ó encabezó contra Rosas, fuó cayendo de derrota en derrota, basta quedar completamente ani- quilado. (4) Estamos, pues, conformes señor Editor, en que Lavatre fué el año 29 el Gefe de la facción que fusiló á Dorrego caudillo de otra facción. No me compete ecsaminar y justiñear ese acto; lo hará la historia, lo harán sus amigos políticos, los que tomaron parte en los sucesos de la época y aceptaron su responsabilidad. Pero sí diré—qué el General Lavalle empuñando el aja» 39 la es- (4) Comprenderá ahora el señor Editor, por que en la ojea da dije, que el año 37 la sociedad Argentina estaba dividí da en dos facciones irreconsiliables por sus odios como por sus tenden- cias, que se habían largo tiempo despedazado en. loe ca.mpos de batalla. Comprenderá también, por que los w'.torios eran antes- del año 29 un partido político, y los federales e n todas épocas una facción desorganizadora á que siempre se adh Árierov. los hombrei mas nulos y retrógrados de mi pais. pada que supo ilustrar en Chacabuco, Maypú, Pichincha, Ituzain- gó, para luchar contra el despotismo bárbaro, y defender el prin- cipio de la libertad y del progreso, representado por la Bandera de Mayo, borró de sus*espaldas bjynauclia de facciosa ; y al caer al pie de esa misma bandera, herido por el plomo de los tirano» de su patria, conquistó noblemente la palma del murtírio, y reabi- Iitó su nombje en la historia. Otro tanto digo del General Acha cuyo martirio hicieron mas grande, mas solemne sus bárbaros verdugos. Por eso, señor Editor, los que conocemos la historia de nuestro pnis, los que no vendemos nuestra pluma ni á las fac- ' ciones ni á lo* tiranos, y podernos hablar con imparcialidad sobre nuestros hombres y nuestras cosas, colocamos á ¿.avalle y á Acha entre los mártires de la patria. Jubto es también reconocer, que D. Bernardino Rivadavia, el promotor iluptre de las reformas, y el fundador de las institu- ciones de Buenns-Ayres durante Ja _administración Rodríguez, hombre muy superior á todos los de su partido como organizador, dolado de una intelijencia rara y de una integridad y firmeza de carácter estoica, desaprobó el movimiento de 1. ° de Diciembre del año 28, y embarcándose inmediatamente para Europa recha- zó toda responsabilidad de participación en él.*—ha muerto, sin embargo proscripto, pobre y calumniado por Rosas, y por usted señor trompeta de la prensa mazorquera. Por lo espuesto verá Ud- señor Editor, si teníamos razones , muy poderosas para no aceptar el año 37 la librea de la federa- ción Rocina, ni adherirnos á una facción vensida, proscripta y sin porvenir, que se habia suisidado, coma partido político: y calcu- lará también si podría sernos muy mortificante entonces ía ojeriza de los primeros, ni el menosprecio de los segundos.— ¿ Qué nos ofrecían los federales ?—Una infame librea de vasallaje. ¿Ctué nos daban los unitarios?—Impotencia, y la responsabilidad de actos en que no habíamos tomado parte alguna, y reprobábamos en conciencia. Teníamos, entretanto, un deber que cumplir pa- ra con la patria, y tomamos el fínico camino que nos quedaba, el que nos aconsejaba el honor y el patriotismo en situación tan di- fícil. Bien sé yo que hubiera sido mas útil especular como Ud. con Ir pluma, y hacerle federal de librea; pero no nos hallaba- — 47 — tíios dispuestos á seguirle en esa carrera de infamias que ha recor- rido con tan buen ecsito pura su bolsa y para su fama. Concibiendo realizable eu lo futuro una rejeneracion de>- nuestra patria, nos propusimos entonces, uo realizarla por sí so- Ios como Ud. lo supone, sino llevar nuestra porción de labor á esa obra lenta que ecsijiria el concurso de todos los patriotas. Vien- do la anarquía moral, la divagación de los espíritus en cuanto a doctrinas políticas, la falla de unidad de creencias, ó mas bien la carencia absoluta de ellas, echarnos mano de los principios gene- rales que tienen la sanción de los pueblos libres, de las tradicio- nes de la revofnciou, y de la enseñanza que ella misma nos habia legado; y procuramos formular un Dogma S uialista , que radi- cándose en nuestra historia y en la ciencia m s iluminase en la nueva carrera que emprendíamos. Para esio buscamos en la vi- da de nuestro país la manifestación histórica