S á jL o n I, í teea r ÍO Ojeadajilonificj soln-e el estado 'présente y la j'uivra de la Xmicn A: gemina^ etc. Por M. Sastre............................'..*•'......... Doble armonía entre, el obj*-J» d-> esta instít. c h^n, vrta exigencia; de nimstoo desarrollo meteré de esta txit/encia, con otra general del tufa ,'twnano. Por l). J. B. sllbfrjl........... Fisonomía del taber etjmñoli cual doda ser < toiros. Por D. J. M. Gutiérrez...... m VAS. v.c\l. DISCURSOS P RONUNCIADOS EL DIA DE LA tPERTURA DEL, SALON LITERARIO, FUNDADO POR. D. MARCOS SASTRE IMPRENTA DE LA INDEPENDENCIA. 1837-SENOEES : Si el establecimiento literario, cuya apertura habéis tenido á bien solemnizar con vuestra presencia, fuera seme- jante á los que con el nombre de Gabinetes de Lectura se ven en todas las ciudades cultas, ni os hubiera moles- tado pidiéndoos la honra de vuestra concurrencia, ni me creería en el deber de manifestar ante vosotros, y ante toda* la Nación—su plan, su objeto, su tendencia, y mis miras y esperanzas como fundador de éL Fácil me hubiera sido reunir en esta biblioteca un gran número de esos libros que tanto lisonjean á la juventud; de esa multitud de novelas inútiles y perniciosas, que á montones abortan diariamente las prensas europeas. Libros que deben mirarse como una verdadera invasión bárbara en medio de la civilización europea y de las luces del siglo: vandalismo que arrebata á las huestes del progreso humano un número inmenso de inteligencias vírgenes, y pervierte mil corazones puros. Porque sacando a la pú- blica luz las pasiones mas vergonzosas, los extravíos mas secretos de un corazón corrompido, la crónica escandalosa de las costumbres, pican sobremanera la curiosidad de los jóvenes, halagan sus pasiones, los aleccionan para la intriga y la seducción; ó cuando menos, con la nove- dad de las aventuras, y con lo agradable y picante delC 6 ] estilo, atraen innumerables lectores á esos gabinetes, propor- cionando asi íi sus propietarios un gran lucro; que es su único objeto y anhelo. Pero es noble, es puro, es sagrado el fin de nuestro es- tablecimiento. Así su fundador, como los mui estimables in- dividuos que concurren con sus luces y sus recursos para fomentarlo y sostenerlo, han sido impulsados únicamente por el amor ¿i la sabiduría, por el deseo de perfeccionar su ins- trucción, ó contribuir á ia de la juventud argentina:— Primero :—Reuniendo en esta biblioteca las obras mas importantes de la república de las letras, y particularmente las producciones modernas que siguen la marcha del espí- ritu humano; haciéndolas venir directamente de la Europa, ó de donde quiera que aparezca el genio ó el talento : de modo que nos sea fácil conocer los progresos de las ciencias y de las artes, en el mismo urden y tiempo del desarrollo de las ideas, y de ios descubrimientos. Formando una bi- blioteca escogida, que alimentando constantemente la curio- sidad con lo nuevo útil, bello y agradable, aficione á la juventud á los estudios serios, llene de ideas su inteligen- cia, y de sentimientos su corazón; para que esta genera- ción nueva, en quien reposa toda la esperanza de la Pa- tria, se vea siempre rodeada de una atmósfera benéfica de ideas sublimes, de pensamientos graxidiosos, que mantendrá en sus almas aquel temple divino de la religión y la virtud, que engendra y alimenta cu la mente el ansia de sabo- rear todo lo bello, todo lo grande, todo lo útil, y nos hace C 7 3 hollar con desden esas sabandijas literarias, que se revuel- can en el cieno amontonado por sus corazones corrompidos ; con el cual, si no atollan, salpican al menos la blancura de las almas que a ellos se acercan. Mui «listante está el fundador de esto Salón literario de creerse dotado de los conocimientos, del buon gusto, y tino indispensables para juzgar del mérito de los libros (pie deban admitirse ó re- chazarse ; pero el éxito que tengan á su publicación, la crítica de los sabios, y el juicio de nuestros literatos, será el cri- terio que le guie, el bieldo que empuñará para separar el trigo de la zizaña, y de la paja. En una palabra, Señores, todo libro que dé un impulso notable al progreso social, tendrá un lugar en esta biblioteca: sino, nó. Segundo:—Estableciendo un curso de lecciones, ó mas bien de lecturas científicas, que tengan por objeto:—ya ex- poner las altas concepciones filosé>ficas de los sábios, tales como Vico, Ilerder y Jouffroi;—ya expresar en nuestro idioma los acentos poéticos y religiosos de almas como las de Lamartine y Chateaubriand:—ya dar cuenta de los pro- gresos de las artes industriales, discurriendo sobre su intro- misión, y aplicación en nuestro pais;—ya comunicar ideas y nociones importantes sobre la religión , la filosofía, la agricultura, la historia, la poesia, la música y la pintura. Acabo de exponeros el plan y los objetos de este establecimiento ; pero mui léjos esta de haberse llena- do completamente desde el dia de su apertura. La obra está empezada, el tiempo la llevará á su perfección.E » ] El primer objeto—el de la reunión de libros, se lle- nará en razón de los recursos que proporcionen las perso- nas que se subscriban por amor á la ilustración, y al bien público. En cuanto al desempeño del segundo objeto—el de las lecturas científicas , se deberá todo al sacrificio que quieran hacer en obsequio de las ciencias, de la religión y de la patria, las capacidades intelectuales de nuestro pais. Y mientras no concurran á esta sagrada institución todos los talentos distinguidos que honran la nación, el curso de lecturas que desde hoi se establece, estará limitado á las materias que toman a su cargo, por un empeño á que los obliga mi amistad, los Señores, D. Vicente López, D. Juan María Gutiérrez, D. Juan Bautista Alberdi, D. Pedro de Angelis, D. Estevan Echevarría. Sé mui bien la grave- dad del empeño, y lo intenso del sacrificio ; pero conocien- do sus talentos y su entusiasmo científico, no temo que abandonen tan laudable y fecunda empresa. ¡Ah, Señores! si como arde mi alma en el amor de la ciencia, tuviera los conocimientos técnicos, y los talentos li- terarios que me faltan, yo reuniría aquí todo el saber ar- gentino, y se levantaría una institución científica, de que pudieran gloriarse muchas naciones cultas, y quo produci- ría inmensos bienes á la Patria. Porque yo veo, Señores, que el pais ha dado un gran paso hacia su engrandeci- miento. Porque tengo por indudable que estamos en la época mas propia y que presenta mas facilidades para dar un em- puje fuerte á todo género de progresos. C í> : Porque el actual Gobierno es el único conveniente, el único poderoso para allanar los caminos de la prosperidad nacional. El gran Rosas es el hombre elevado por la sola fuerza do su genio al alto grado de influencia y de fama, que le pone en aptitud de rechazar toda reacción extraña ó anárquica que intente oponerse ;í la realización de las es- peranzas de la nación. Porque los espíritus todos están preparados á la adop- ción del gran principio del progreso pacífico, que debe ser efectuado por el tiempo, y dirigido por las luces. Porque encuentro cu nuestra sociedad grandes elemen- tos, gran riqueza de inteligencia, para dar un impulso veloz al progreso pacífico. Porque veo ya dispuesta á la nueva generación á co- nocer todos los errores que han entorpecido el desarrollo intelectual, y por consecuencia la marcha pacífica del pro. greso: errores que pueden reducirse á esta simple expresión:— Error de plagio político: Error de plagio científico: Error de plagio literario. . orque veo que está dispuesta á abjurar el triple pla- gio, y declarar solemnemente: Su divorcio de /oda politice/ y legislación exóticas : Su divorcio con el sistema de educación pública, trans- plantado de la España: ' 2C 10 3 Su divorcio de la literatura española, y aun de lo- do modelo literario extraño. Y por fin, que el pais se dispone á adoptar: Una política y legislación propias de su ser:—un siste- ma de instrucción pública acomodado á su ser:—y una lite- ratura propia y peculiar de su ser. He aquí, Señores, el análisis de la siguiente división de mi discurso; á la que no pasaré sin apoyarme de nue- vo en vuestra indulgencia. I.as verdades mas importantes, cuando salen por primera vez al público, ó son acogidas y proclamadas con entu- siasmo por los espíritus inteligentes y generosos (y estos son raros); ó van á estrellarse contra las cabezas torpes (y es- tas son muchas); ó son rechazadas por el amor propio de los que no pueden sufrir que otros alcancen á ver mas allá del horizonte de su capacidad (y esto es lo mas fre- cuente. ) Empero las verdades que acabo de enunciaros, no tie- nen que temer nada de este rechazo, porque estriban en la observación de loá hechos, y los hechos son indestructibles. C n ] Esta observación hará aparecer con evidencia la conso- ladora y luminosa verdad de que el pais ha dado un gran paso hacia su engrandecimiento. Veámoslo:— En un pueblo que al conquistar su independencia se encontró en la escala mas elevada de la civilización—la de- mocracia—sin poseer las virtudes republicanas, las luces, la civilización, que son los elementos de un gobierno popular; sin industria, sin artes, sin costumbres, sin conocimiento de sus derechos y sus deberes, ¿ cómo podrían las institucio- nes liberales crear las virtudes y las luces, cuando ellas mismas necesitan del apoyo de las luces y las virtudes ? Levantáronse por todas partes las aspirac iones, la ambición y la codicia, é invocando los nombres sagrados de Patria y Libertad, atrajeron á su alrededor una muchedumbre que, careciendo de toda propiedad é industria, se halla siempre dispuesta á seguir el primer partido que le ofrezca algunas esperanzas, y establecieron con el sable el reinado de la anarquía. En vano se hacen esfuerzos por restablecer el imperio de la razón y de las leyes, repitiendo el error de echar mano de los principios democráticos; pues la libertad no puede refrenar el desorden que es un abuso de la li- bertad. El único poder que puede suceder á la anarquía es el absoluto. Conducida por la licencia nuestra sociedad á los críticos momentos de realizar esta terrible verdad en medio de las tempestades civiles, llegó la hora en que para evitar el naufragio que la amenazaba, se presentaba la necesidad de un poder fuerte : v encontrando un hombre mili iwrtfc[ Ü J dotado de valor y virtudes, de tanta actividad, como ener- gía, de tanto anuir al órden, coma intlexibilidad, se apo- dera de él, lo eleva al poder, y este hombre, superior á la pesada carga que he lo impone, consiente en aceptarla; el genio lo inspira: se engrandece su alma; se multiplican las fuerzas de su espíritu; ¡salva á la Patria ! Este hom- bre, Señores, no necesitáis que os lo nombre. Dotado de gran capacidad, activo, infatigable, y felizmente animado de un sentimiento de antipatía contra toda teoría extraña; de aquel temple de alma vigoroso, y enérgico que le dá un predominio misterioso sobre todo espíritu díscolo y altivo; este es el hombre que la Providencia nos presenta mas á propósito para presidir la gran reforma de ideas y cos- tumbres que ya ha empezado. El refrena las pasiones, mientras las virtudes se fortifican, y adquieran preponderan- cia sobre los vicios. La paz y el orden son los grandes bienes de su gobierno. El crimen es castigado, la virtud y la religión respetadas, los habitantes de los campos viven tranquilos en sus hogares, porque ven en seguridad sus bie- nes y sus personas, y el agricultor laborioso se afana en cul- tivar la tierra, porque no teme que le cambien el arado por cj sable. El hombre ilustrado :amblen debe esperar de este órden, que aumentándose el amor al trabajo, multiplicándose los hombres propietarios é> industriosos, mejorándose las cos- tumbres con la educación, y que la instrucción, y la libre circulación de las ideas, de las luces de todo el mundo que existe en nuestro pais, obrando grandes, aunque lentas reformas en los sentimientos del pueblo, se prepare la época mas venturosa. k [ M ] El conocimiento, pues, del verdadero estado del pais debe llenar de satisfacción á todo hombre honrado, amante del órden ; debe hacerlos apreciar nuestra época, concebir grandes esperanzas del Gobierno, apoyarlo, ayudarlo y con- currir cada uno con sus luces á la grande obra de la pros- peridad nacional. ¡ Señores ! Ya es tiempo que se revele el gran tesoro ignorado que posee la nación : la prueba clásica de nues- tro progreso social, y el mas seguro garante de la futura prosperidad.—Una nueva generación se levanta, llena de vir- tudes, de actividad y de talentos, que promete á la Pa- tria hermosos dias de grandeza y de gloria. La nación tiene en su seno una juventud adornada de las mas bellas cualidades que pueden ennoblecer al hombre; una juventud dotada de los mas puros, nobles y generosos sentimientos : llena de capacidad, animada del mas grande amor á la sabiduría, y de los mas ardientes deseos de consagrarse al bien público. Con tanta virtud y talento, con tan podero- sos elementos, qué cosa habrá, por ardua y grande que sea, que no pueda alcanzarse ? ¿ Oh jóvenes dignos de la estimación de la nación y de los hombres ! ¿ Gomo es que permanece oculto hasta aho- ra vuestro mérito t ¿ Y como es que vosotros mismos no conocíais el tesoro inestimable que poseían en su pecho vuestros jóvenes compatriotas ? ¡ Oh .' ¿Como he visto yo esos corazones ardientes vC 14 3 puros, «?os entendimientos llenos de ideas grandes, entre- gados al desaliento, creyéndose aislados en nuestra sociedad, sin encontrar quien los comprendiese, y viendo a cada paso ofendido su heroico entusiasmo por la mortífera insen- sibilidad del egoísmo, ó el hielo de la ignorancia. Os he visto ocultaros reciprocamente vuestros nobles sentimientos, temiendo no hallar la simpatía que une deliciosamente las almas que se comprenden. Pero hé aquí que yo os pre- sento los unos á los otros: conoceos y amaos. Todos sois virtuosos, sensibles é ilustrados, amantes del saber, y tal vez posesores de los gérmenes del genio. Unid vuestras almas con los .divinos vínculos del amor: trabajad de consuno en instruiros y perfeccionaros. Que la armonía de vuestros sentimientos, y la fragancia de vuestras virtudes, despierte del letargo del vicio, ó del abandono, á esa parte consi- derable de la juventud, que no ha tenido ni vuestras luces ni vuestra resolución para no dejarse enseíiorear de las pasiones. ¡ Mil veces dichosa la sociedad que os posee ! "Ved, Señores, si con razón he aseverado que el pais marcha hoi á su engrandecimiento: que cuenta con una gran riqueza intelectual; y que estamos en la época mas favorable á los progresos. Pero es necesario que esta mar- cha progresiva se la deje sujeta á la ley del tiempo: que jamas se intente precipitarla con la espada, porque no pue- den usurparse impunemente los derechos del tiempo. La gran Sociedad Sud-Americana debe anticiparse á proclamar el gran principio del progreso pacífico de la ciri- i 16 1 lizacion, que es el alma de la perfectibilidad. La adopción de este principio la conducirá á empuñar algún dia el ce- tro del poder, de la riqueza y de la inteligencia. "Con— camos pues la época presente; que ya es tiempo de levan- tarnos del sueño del error, porque está nuestra salud mas cerca que lo que creíamos. Desechemos pues las obras de las tinieblas, y vistámosnos las armas de la luz. Abjiciamus ergo opera lenebrarum, ct induamnr arma lucís." (1) Esta es la voz del Apóstol, que consagra el principio sublime del poder irresistible de las luces, por medio do su pacífico pro- greso. Este es el gran lema que expresa el espíritu de este establecimiento: palabras llenas de sabiduría, que hacen re- sonar todas las fibras del corazón y de la inteligencia. Aban- donemos, pues, para siempre las obras de las tinieblas, to- das aquellas acciones que se ocultan de la claridad del dia, ó que salen de la tenebrosa fábrica de las pasiones—la ba- jeza, la intriga, la violencia, y la sangre, y la desolación y la muerte : abjiciamus ergo opera tenebrarurn ; y empuñemos únicamente las armas de la luz, las armas de la razón, del convencimiento, de la instrucción, de las virtudes, del desar- rollo intelectual, quo no hay poder que las resista; et in- duamnr arma lucis. ¿ Como podrán el acero y el fuego, instrumentos de destrucción, en manos de las pasiones, dar á los pueblos los bienes sociales que son el fruto de la inteligencia, de los esfuerzos del saber humano? ¿Pueden acaso adquirirse (I) Estas últimas palabras se hallan inscriptas, sobre la biblioteca: son del capítulo 13. v. 11 y 12 de la carta de S. Pablo á los Romano».b ilustración y la virtud á precio do sangre? Las cos- tumbres, la ilustración son progresos del espíritu, y para loa progresos del espíritu so necesita orden, paz y tiempo. Este es el buen camino, la marcha directa. Esta es la que sigue la naturaleza en todas sus obras: ninguna vio- lencia, ningún salto, nada repentino; todo es lento y pro- gresivo en la naturaleza. Afortunadamente la experiencia ya ha revelado al pueblo esta verdad. Hasta los hombres menos instruidos tienen antipatía á toda idea revolucionaria, porque han visto mil veces que lo que el sable levanta, el sable lo destruye, y que al fin no le quedan al pueblo sino vicios, miseria y ruina. Puesta, Señores, nuestra sociedad en el buen camino, ya no le falta mas, para dar un impulso rápido á los pro- gresos, que conocer y abjurar todos los eneres que la han hecho sufrir veinte y seis años de quebrautos y de incer- tidumbres. Ya el error clásico en política, que tan funesto ha si- do á la nación, comienza á manifestarse con evidencia aun á aquellos entendimientos que con mas fe y entusiasmo le habian abrazado. La razón y la experiencia han puesto al descubierto el extravío de una marcha política, que guiada solo por teorías exageradas, y alucinada con el ejemplo de pueblos de otra civilización, no ha hecho mas que imitar formas é instituciones extrangeras; cuando todo se debia buscar en el estudio de la naturaleza de nuestra sociedad, de sus vicios y virtudes, de su grado de instrucción y ci- [ 17 ] vilizacion, de su clima, su territorio, su población y sus cos- tumbres ; y sobre estos datos establecer el sistema gubernativo que mejor los llenase. Esa errada marcha es la que be desig- nado con el nombre de error de pkir/io político. Hepuunando esta acción extraña al instinto nacional, este la ha rechazado constantemente, hasta que al iin venció la naturaleza, y se adoptó el sistema federal apoyado por la mayoría. Es, pues, la época de la federación la expresión de la voluntad instintiva del pueblo, y por consiguiente el tránsito del error á la verdad; de las teorías erróneas, ó inaplica- bles, á las instituciones adecuadas á su modo de ser, que le conducirán á la perfección democrática, á que llama el cris- tianismo á los pueblos. ¡ Señores .' Para que se efectué esta gran reforma moral, todavia tenemos que luchar contra el error de plagio científico, que aun reina entre nosotros, y que con- siste particularmente en los absurdos sistemas de instruc- ción pública, que debemos á la España. El objeto de la educación, es dirigir el desarrollo de los órganos, y de las facultades intelectuales del hombre. La enseñanza pública, según se ha practicado en nuestro país, es responsable de los males causados á la sociedad por la cultura exclusiva de algunos conocimientos, con perjuicio de otros quizá mas esenciales para formar al hombre. ¿LTna enseñanza vacia de ideas y de sentimientos, seráE 18 3 capaz de producir algún bien moral en el corazón huma- no ? Ocupar las facultades nacientes de la niñez con un estudio árido y difícil, á que do se puede aplicar sino por fuerza ó con gran repugnancia, ¿no es mas bien encadenar el pensamiento, ahogar el talento, reusarle los alimentos que Únicamente podían nutrirlo, para atestarlo de otros sin subs- tancia? ¿Qué hai para el desarrollo físico del hombre en esa enseñanza de ocho ú diez años? ¿Qué cosa hai para la moral y la religión ? ¿ Hai algo que ilustre á la razón ; que toque y conmueva el corazón; que dirija el pensa- miento al Ser Supremo, autor de las maravillas que nos presenta el estudio de la naturaleza, y criador de esos mun- dos innumerables, que ocupan el espacio; cosas que se acos- tumbra á la juventud ¡í mirar con indiferencia ? ¿ Hai al- guna cosa que hable al alma ; que le inspire sentimientos nobles; que sea conforme ú su destino sublime y á su in- mortalidad? ¿Hai algo que inspire á la juventud el amor á nuestros semejantes, que es la plenitud de la moral y de la ley; ese entusiasmo ardiente por el bien de lns hombres, fuego sagrado, para el que los pechos juveniles no son mas que un puro combustible ? Solo vosotros, jóvenes estima Mes, podréis sentir pro- fundamente la amarga verdad de estas observaciones: vo- sotros, los que en medio del fastidio y disgusto de los estudios universitarios, huyendo de la fatal inanición á que os veiais conducidos, os habéis buscado una nueva senda por medio de estudios nobles, bebiendo cu las verdade- ra» fuentes de esa ciencia vivífica, que os hace hoi rebo- C ií> 1 sar de inteligencia y de vida para prodigaros por la felicidad de la patria. Todo, todo lo debéis únicamente á vuestros heroicos esfuerzos. Empero, ¡ cuantos hai que abrumados con el rudo peso de las aulas, no han tenido fuerzas ni tiempo para buscar el verdadero camino del saber ! Se ha secado su inteligen- cia, se ha helado su corazón, y no viendo ya en los estu- dios mas objeto que el lucro, salen de las Universidades á explotar la sociedad para su provecho; y como los gusa- nos que no se alimentan sino de muerte y corrupción, tie- nen que buscar su sustento en las dolencias y en ios vicios de los hombres. Estos son, después, los que primero y mas obstinadamente rechazan la luz y la verdad; porque á favor de las tinieblas de la ignorancia engordan impune- mente con los frutos de la mentira y del error. Estos son los que bollan la moral y la justicia, por tragarse las dig- nidades y las riquezas. Estos los que, tan henchidos de presunción corno obstinados, llenos de confianza en su ca- pacidad, y admiradores de sí mismos, se entrometen en di- rigir los destinos de los pueblos, creyéndose investidos de tan alta misión, y no hacen mas que añadir yerro sobre yerro, absurdo sobre absuido; todo lo atrasan, todo lo ar- ruinan; porque espíritus tardos, (ó mediocres cuando mas) todo lo hacen por imitación y por plagio. He aquí, Seño- res, una de las primeras cat.sas de los grandes errores po- líticos, y de los crueles males que ha sufrido esta tierra. Mas todavía veo al régimen universitario producir otro fru- to mortífero entre nosotros, y este mal es común á las na-r 20 ] tioniM mas civilizadas, en que aun se conservan vestigios de este sistema absurdo de instrucción. Arrojada la niñez de golpe á estudios clásicos y exclusivos, sin hacerla subir por la escala de las nociones indispensables para formar el corazón; sin hacerla echar una mirada siquiera sobre la naturaleza, sobre la moral y la religión, quedan sus corazones vacíos de sentimientos, y sus cabezas llenas de orgullo, ¿"Qué puede esperar la sociedad de hombres asi confeccio- nados? Arrancados por una educación tan mal dirigida de las-diversas posiciones sociales en que,sin desdoro, hubie- ran buscado su bienestar, se lanzan en alas de su or- gullo, (meriendo levantarse á la elevada esfera que solo cor- rosponde al talento y al jrenio. Asi se encuentra la Na- ción sobrecargada con una juventud presuntuosa y llena de aspiraciones, en un pais en que son tan limitados los ca- minos que por medio de las letras conducen á la eleva- ción, 6 ¡i la riqueza. Se agolpan todos á las únicas sendas señaladas que no pueden dar lugar para todos. Sienten la necesidad de un mas dilatado campo de aspiraciones; y como este no p\iede presentarse en los días de orden, so ven como á pesar de sí mismos, atraídos por la perspectiva halagüeña de los nuevos caminos para engrandecerse que se ofrecen en el trastorno del orden público, en esos espantosos interregnos de la razón y de las leyes. Porque en los dias do desorden todo se toma por sorpresa, sin tener que esperar la marcha lenta del tiempo, ó el árduo camino del mérito: el heroísmo , el talento , la astucia , la audacia y aun la misma estupidez, sirven para satisfacer la ambición, la codicia, las \enganzas, las aspiraciones de toda clase. [ n ] Ved ahí, Señores, la causa secreta del espíritu de opo- sición que se ha observado en nuestra juventud en todos los gobiernos. Todo demuestra el gran vacio que hai en la instruc- ción pública de nuestro pais, la imperfección de nuestros métodos de estudios, y la necesidad que tiene la juventud estudiosa de recibir otras ideas, adquirir otros conocimientos» ocuparse de otras lecturas, que den pábulo á su talento, elevación á su alma, nobleza á sus sentimientos; encen- diendo en sus pechos el amor de la sabiduria y de la humanidad. ¿ Y deberémos renunciar á la esperanza de ver desa- parecer esta fatal dolencia inoculada con tanto empeño á cada generación ? No, Señores: ya ha llegado el tiempo de la fecundación del germen intelectivo argentino. El de- sarrollo de la inteligencia requiere ya alimentos mas vigo- rosos : necesita una instrucción que enriquezca los espíritus de todo el pueblo con los tesoros de la ciencia moderna, sin salir del círculo de los estudios que convienen á laa exigencias del pais, y á sus progresos. Nuevos estudios, nuevas ideas, los frutos nutritivos de la ciencia moderna, es lo que demanda: y este establecimiento científico, como resultado espontáneo de esos sentimientos, está destinado á llenar, en parte, esa exigencia de la intelectiva nacional. Por lo que hace á la obra completa de un sistema sabio de instrucción pública, ella será con el tiempo un efecto necesario de los progresos de la inteligencia.C Í22 ] También he observado, Señores, que los esfuerzos de esta se dirige» á sacudir las perniciosas influencias ite la Literatura es- pañola. Encontrándonos sin la gloria de una Literatura nacional, nos lisonjeábamos con la idea de participar de los honores de la Literatura española, por la identidad de origen y de idioma; y con esta vana satisfacción, no solo nos empeñá- bamos en ver cosas grandes en las producciones de la Es- paña, sino que hemos encadenado nuestro entendimiento con el estéril estudio, y la mezquina imitación de los au- tores clásicos de aquella nación: y este es el error que os he enunciado con el epíteto de plagio literario. Y á la verdad, Señores; nada sublime, nada grande, nada impor- tante, se ve resaltar en todo el campo de los trabajos de la inteligencia española. ¿Que importa que en los antiguos códigos de España se vean proclamados los derechos del hombre, conminado el despotismo, y señalados los límites de la autoridad de los reyes; ¿ qué importa que un Vives, haya señalado antes que Bacon la senda que deben seguir las ciencias, si estas ideas importantes han quedado sepulta- das en los en-folios, y bajo el manto mortuorio de un idioma ininteligible para el pueblo ? Si se citara un solo libro es- pañol que haya revelado verdades importantes, que adelan- ten los progresos del entendimiento humano: aun preguntaría si debe estudiarse y tomarse por modelo una literatura que á penas produce un libro bueno. ¿ Pero qué hemos reci- bido hasta ahora de las prensas españolas ? Compilaciones monstruosas e indigestas, ideas rancias, pésimas traducciones, poesías insípidas, novelas insulsas, y despropósitos periódicos. Apliquémosles, pues, el abjkiamus opera tenebrarum, y bus- [ 23 ] «piemos la luz entre las otras naciones que han cultivado las ciencias; pero á ninguna tomemos por modelo, porque la literatura debe ser una pura expresión de la intelectiva nacional. ¡ Señores ! Substrayéndose hoi nuestra juventud de la acción soporosa de la literatura española, de la acción nociva de los sistemas de estudios traídos de una nación atrasada en las ciencias, y de la acción funesta de toda política extraña; ha tomado su inteligencia un vuelo elevado que encumbrará la nación sobre otras que la han precedido en la admirable carrera de la civilización. Ya empieza á brillar la aurora de la Literatura argentina en nuestro despejado horizonte intelectual. Ya se ven ba- jo la prensa obras filosóficas, del mayor interés social (2), y se preparan otras, que harán mucho honor á la litera- tura nacional (3). Saldrá á luz un libro, que sin duda (2) Aludimos h la obra que D. Juan Bautista Alberdi ha anunciado con el titulo de Fragmento preliminar al estudio del Derecho. (3) El Curso de filosofía, dictado por el Señor D. Diego Alcorta en la Universidad de Buenos Aires, es una de las obras que altamente merece esta calificación. No bogo mención de la importante obra que está publicando el Señor do Angelis, y que ya ha sido recibida con aplauso en va- rias sociedades científicas de Europa ; porque no se habla flquí sino de Literatura nacional. Tampoco me ocupo, como pudiera, de varias pro- ducciones literarias de mérito que han salido á luz en nuestro pais, por- que solo se treta del impulso que recibe hoi nuestra literatura. De- be también prevenir que yo menciono únicamente las obras litera-[ 24 ] dará un gran impulso á la mejora social; porque descu- briendo su autor las cuerdas de la sensibilidad que se ocul- tan en todos los corazones sabrá conmoverlas, y despertar á los hombres del sueño del egoismo, gritándoles en lo hondo de sus pechos, que ¡todos son hermanos! y que de- ben unirse por los dulces vínculos del amor. Un libro, que insinuando blandamente en las almas la voz de la razón, y de la religión, las dispondrá á recibir con gozo el benéfico rocío de la enseñanza; que levantará la indignación contra el vicio y el engaño, y bará conocer las dulzuras de la virtud. Una obra de poesía, pero que sin sujeción ó la rima, obliga al hermoso idioma de Cervantes á prestarse á giros tan armoniosos y nuevos, como los que nos deleitan en Fenelon, en Saint-Pierre, en Mácpherson y Chateaubriand (4)= Nos falta un libro para el pueblo; y el pueblo es el rias inéditas de que tengo noticia y conocimiento ; pues indudablemen- te hai entre la juventud argentina mucho» talentos apreciables, que se ocupan en trabajos literarios y artfstieos, que por la estrechez de mis relaciones no he podido conocer ; y por eso no me he aventurado á re- comendarlo», como lo merecerán. Pero no faltará ocasión eu que, pro- veído de los dalos indispensables, haya lugar de hacer honorífica mención de ellos, para corroborar lo» asertos que he avanzado eil este discurso. (4) Esta obra, en cuyo elogio quizá soi exagerado, porque toda ella está en armonía con mi corazón, tiene porfüulo.- Ideas de Angelo Pai- riní, y iu editor será D. Juan María Gutiérrez. Sé que este Señor tie- ne adelantados olro» vario» trabajos i tales son las Efemérides de la Provincia de Buenos Aires desde 1810: una traducción délos Deberes del hombre, de Silvia Pellico ; y una Carta de. los viajes de descubrimiento y expe- diciones militare», hechos en la Provincia de Buenos Aires. que mas necesita la instrucción. ¿ Donde está el libro escrito para el pueblo; que sea buscado y entendido por el pueblo; que sea el consejero de las familias; que enseñe á las madres y á los padres como deben criar, educar y di- rigir á sus hijos; que esparza las semillas de las virtudes en los años fértiles de la infancia y la juventud; que en- jugue las lágrimas de la desgracia; que levante algunos de la sima de los vicios, y guie á lodos, por el áspero camino de la vida, al fin dichoso y eterno de las almas?—Pues bien, Señores: este libro tan útil, tan necesario, aparecerá entre nosotros. Escrito en aquel lengiiage natural y sen- sible, lleno de imágenes y de símiles, que sin recurrir á los argumentos filosóficos, hace palpables al pueblo las verda- des mas importantes; será como la suave claridad del cre- púsculo, que sin ofender los ojos habituados á la noche de la ignorancia, los prepare á recibir la luz de la sabiduría en todo su esplendor (5). Y no solo se ocupa el talento de la mejora moral del hombre, sino que también atiende á lo que toca á su con- servación, á su salud y á su comodidad.—Atraido por la admirable feracidad de nuestro suelo, se ha dado al estudio delicioso de las plantas que le adornan y enriquecen, exa- minando sus usos, su aplicación á las artes, y particular- mente sus virtudes medicinales ((>). Y ¡ ojalá ! tan v ilustre (A) Bl título de este libro será: Clamores de un C>is/iyto. No me os permitido nombrar al autor. (6) Los trabajos betáaieM qñe rquí anuncio son debidos al Sr. T>. Vicente López. Aunque uo hayan todavía Ilegal o á la perfección que 4[ 2G ] ejemplo, atraiga nuestra juventud al estudio de la natura- leza, que es el mas digno del hombre, el mas útil, el que mas nos llena de sabiduria y de deleite: cuyas dulzuras solo pueden ser comparables con el enagcnamiento del mas puro y tierno amor. Un poeta, inspirado por el espectáculo de nuestra na- turaleza, prepara poemas, en que toda entera se refleja. Tomando por fondo de sus cuadros nuestras extensas llanu- ras, busca en ellas y canta nuestros hombres libres, poéticos, esforzados; no conocidos hasta ahora, á pesar del interés que presentan al literato y al artista, en nada inferior al que nos ofrecen los árabes y sus desiertos. Poema entera- mente original, .-olo debido á la inspiración de las bellezas de nuestro suelo (7). Sabemos que se desempeña admirablemente por otro poeta argentino una versión de la Eneida, que llevará mu- cha ventaja á las traducciones españolas de este poema. También conocemos muchas excelentes versiones, ya pre- paradas para la prensa, de obras útiles, que en Alemania, y en Francia han tenido mucha parte en el gran progreso deseará darles, haría con su publicación un gran beneficio á sus compa- triotas. (7) Este poema, que se titula La Cautiva, es de D. Estevan Eche- verría ; y esperamos que mu i pronto vea la luz con otras poesías inédi- tas del mismo autor. C 27 ] científico de estas naciones, y que en la nuestra producirán grandes bienes (8). Vemos jóvenes de una imaginación fecunda, y de un talento prodigioso, hacer progresos admirables en la sublime arte de la pintura (9). Todo, todo, Señores, nos demuestra la virtud heroica, la gran capacidad, ¡a gran fuerza intelectiva de nuestra ju- ventud. ¡Cosa admirable! ¡Ella sola; sin guia, sin estí- mulos, sin el auxilio do esas famosas escuelas que cu la Europa derraman la ciencia á torrentes: sin la inspiración de las obras inmortales de los grandes artistas : ; ella sola ! conquista, arrebata la ciencia, vuela á la inmortalidad y la gloria! | Ea, Jóvenes argentinos ! ¡ Abrasaos mas y mas en el santo entusiasmo de la virtud, y la sabiduria. Trabajad mas y mas en la grande obra del porvenir. Mirad que el (S) Una do las interesantes traducciones, cuyo juicio me atrevo « anticipar, et la que lia hecho del idioma francés I). José Manuel Sán- chez de la obra alemana titulada: VW*«M CUQdrtM de fjniiüa, por jíu- gitttu Lii/unlaine. Fon tan sabios los documento! que gra'ja en el corazón de los que la leen, y escita tan grntos y nobles sentimientos , que de- be reputarse por un merecido elogio de toda la obra, el epígrafe que le- vé al frente de cada tomo. " La erudición pasara ó se aumentara ,.| •' saber humano puede variar ; pero mientras haya corazones sensible- " se conmoverán 1-yendo mi obra : y como en todos tiempos ha de ha- ''ber padres, hijos y esposos, cuyos tentiinicntos escribo con toda la " efusión de mi alma, estoi seguro de encontrar siempre lectores,'' (9) No trepido en asociar los nombres do D. Marcelino Saint Arro- man, D. Fernando García, D. Carlos Morel y D. Antonio Someliera • porque presienlo que de todos ellos se gloriará algún dia la nación.[ 28 ] tiempo se pasa: mirad que hemos enriado en la senda de los progresos, y que la nación con el solo hecho de poseeros ha dado ya un gran paso híícia su engrandecimiento. La sociedad marcha: el espíritu adelanta; se desar- rolla la inteligencia; pasó la noche del error; el dia de la verdad se acerca; los obstáculos desaparecen; los males se disminuyen; crecen los bienes; el pais se encuentra vigo- roso ; el gobierno, fuerte y sabio; reina la paz; el orden está asegurado.—Todo nos anuncia una época venturosa. Todos, pues, debemos esforzarnos en sostener la mar- cha del progreso pací/ico de la nación. A vos, particularmente, juventud virtuosa y sabia, está encomendada la alta misión de dar ciencias, artes, in- dustria y gloria á la nación. ¡Oh, feliz generación, que le ha tocado en suerte el tiempo mas oportuno para lle- gar al templo de la Inmortalidad y la Gloria ! No de esa inmortalidad y esa gloria conquistadas á costa de sangre y de lágrimas ; sino de la verdadera gloria, de aquella fama in- mortal que se adquiere al precio de hacer bien á los hom- bres ; de esa fama, de esa gloria pura, que no deja en la humanidad sino dulces recuerdos é inmensos beneficios. I ¡¡¡Jóvenes!!! Medio siglo debe pasar ante vosotros: Considerad cuanto puede hacerse en medio siglo.—¡ Fé en el porvenir !—¡ Sed el ejemplo de todas las virtudes :—Sed los apóstoles de la paz, de la moderación y de la sabidu- ría!—y cumpliréis vuestra misión. DOBLE ARMONIA ENTRE EL OBJETO DE ESTA INSTITUCION, CON UNA EXIGENCIA DE NUESTRO DESARROLLO SOCIAL; Y BE ESTA EXIGENCIA, CON OTRA GENERAL DEL ESPIRITU HUMANO: i>oa d. 33. Hifreitu.ADVERTENCIA. El que se crea obligado á decir que no son eructas las aserciones contenidas en este discurso, puede pedir antes al autor algunas esplicaciones sobre ellas, que no tendrá obs- táculo en dar : y puede ser que de estás es- plicaciones salga su evidencia, y el desgano de refutarlas. JVo seria estrano que la concisión esencial de un discurso de esta naturaleza, hu- biese esparcido alguna oscuridad sobre ideas que se vuelven claras desde que se cuenta con algunos antecedentes históricos y Jilosójicos.r*r****-é+***+*' SEÑORES: No hace muchas mañanas que el cañón de Mayo vino á quitaros el sueño, para advertiros que estaban cum- plidos 27 años ií que nosotros entramos en un movimiento nuevo y fecundo. Pero, Señores, no pudiéramos saber porqué y para qué entramos en este movimiento ,• porque estoy creido que mal nos será dado caminar si no sabemos de donde venimos, y á donde vamos. Aquí tenéis pues nuestra revolución en presencia de la filosofía, que la detiene con su eterno porque y para qué. Cada vez que se ha dicho que nuestra revolución es hija de las arbitrariedades de un Virey, de la invasión peninsular de Napoleón, y otros hechos semejantes, se ha tomado, en mi opinión, un motivo, un pretesto por una causa. Otro tanto ha sucedido cuantas veces se ha dado por causa de la revolución de Norte-América la cuestión del té ; por causas de la revolución francesa, los desórde- nes financieros y las insolencias de una aristocracia degra- dada. No creáis, Señores, que de unos hechos tan efíme- ros hayan podido nacer resultados inmortales. Todo lo que queda, y continua desenvolviéndose, ha tenido y debido te- tener un desenvolvimiento fatal y necesario.[ 34 ] Si os colocáis por un momento .sobre las cimas ] bellísimo, partiendo de los datos conocidos, y pintándonos lo que pudo ser, sabiendo lo que fué en realidad. La conquista cortó el hilo del desenvolvimiento intelec- tual americano. Esta bella parte meridional del nuevo mundo se trocó en hija adoptiva de la España, se pobló de ciudades, recibió costumbres análogas á las de sus con- quistadores ; y la ciencia y la literatura española fueron desde entonces nuestra ciencia y nuestra literatura. La nación española presenta un fenómeno que solo puede esplicarse con conocimiento de su historia política. Dotada de un suelo feraz y variado, fecunda en hombres de talento y de imaginación, atrevidos en la guerra, sufri- dos en los trabajos, constantes en las grandes empresa?, nunca ha salido de un puesto humilde é ignorado en la escala de la civilización europea. Muchos de sus hijos en diferentes épocas se han esforzado en hacer apologías de su importancia literaria, que los cstraños le negaban : pero se han reducido á darnos una nomenclatura de escritores ame- nos é ingeniosos; de artistas, que á sus lienzos, mármoles, ó monumentos, han sabido imprimir el sello de sus almas apasionadas y fogosas, de sus imaginaciones atrevidas ; mas que apenas son conocidos de los eruditos. Estos tesoros son como los del avaro, estériles para sus semejantes, pues que se hallan enterrados en las entrañas de la tierra. Los conocimientos solo son íitiles cuando se derraman en provecho de la humanidad, cuando revelan leyes y verda- des no conocidas y aplicables, que ensanchan la esfera del saber y de la inteligencia humana. [ 51 j La Italia, acordándose que fué madre de los Romanos, ha producido á Dante, á Galileo, á Miguel Angel, á Cris- toval Colon, á l'ilangieri y á Becaria: la Inglaterra, á Shakspcare, á Bacon, á Newton : la Alemania, aquella Alemania, bárbara é ineulta, cual nos la dió á conocer Tácito, es una fuente fecunda de ideas valientes, de eru- dición profunda, de crítica eminente; y la Erancia, colo- cada como centinela avanzada del mundo intelectual, no permite que una sola idea se pierda ó desvirtué, de cuan- tas emiten los hombres de todos los climas, en todos los idiomas.—Yo busco un español que colocar al lado de los que dejo nombrados, y no le encuentro. Busco algún des- cubrimiento, algún trabajo inmortal de la razón española, y no le encuentro: es decir, no encuentro hombres como Newton y Galileo; descubrimientos como los de la atracción universal, y el movimiento de la tierra. Y' se le podrá pe- dir menos á una nación que ha vivido diez y ocho siglos? Es de admirar como las ciencias físicas y exactas, y particularmente la astronomía, no han llegado en España, no diré á su esplendor, pero ni á la altura que han alcan- zado en las demás naciones; siendo asi que los Arabes, sus dominadores por algún tiempo, las cultivaron con tan gran suceso: siendo asi que D. Alfonso el X de Castilla, único de sus reyes que haya alentado aquellos conocimientos, en- viaba hasta el Egipto, á costa de muchos caudales, en busca de un súbio, primoroso en los movimientos ejuefacr la esfera, como el mismo dice en la introducción á su libro del Tesoro. Pero sus sucesores al trono no siguieron este digno cjem- 2C 52 J pío, ni reconocieron la máxima do Alfonso, de que siempre á los sabios se debe el honor. D. Juan el II en 1434 autorizó con su silencio la destrucción de la biblioteca y escritos del famoso Marqués de Villena, hombre que con amor y talento cultivaba las ciencias naturales. Felipe II no dió importancia alguna á los trabajos geodésicos del Maestro Esquivé!, que logró formar un mapa general de la península durante el reinado de aquel monarca: naciendo de esta indiferencia, el que un trabajo tan importante pasase ignorado y se perdiera completamente, quedándonos apenas una vaga noticia de él. Después acá (dice el autor del discurso sobre la Ley agraria) perecieron estos importantes estudios, sin que por eso se bubiesen adelantado los demás. Las ciencias dejaron de ser para nosotros un medio de buscar la verdad, y te convirtieron en un arbitrio para buscar la vida. Multiplicáronse los estudiantes, y con ellos la imperfección de los estudios; y á la manera de ciertos insectos que nacen de la podredumbre, y solo sirven para propagarla, los escolásticos, los pragmáticos, los casuistas y malos prefesores de las facultades intelectuales, envolvieron en su corrupción los principios, el aprecio, y hasta la me- moria de las ciencias útiles. Si hemos de dar crédito al ilustrado Blanco White, se enseñaba en sus dias, en las universidades de España, el sistema de Copérnico, bajo la suposición de que era erróneo. En fin, para completar este cuadro lamentable, baste decir, que cuando Descartes aplicaba el cálenlo algébrico á la resolución de los problemas de geometría, y Leibnitz y í « ] Newton inventaban el infinitesimal, los españoles calificaban de matemáticos á los que aprendian solamente tas propo- siciones de Euclides. Solo cegados con tan denso velo de ignorancia, pu- dieron dejar los españoles desconocidas por tanto tiempo la geografía y la historia natural de la América, Esta bella porción que nosotros habitamos, en donde la naturaleza se presenta portentosa y rica; en donde empezando por el hom- bre y terminando por el mas ruin gusanillo, todo es raro, todo es nuevo, todo nunca visto para el antiguo mundo: las llanuras sin horizonte como el Océano; las montañas que se encumbran mas allá de las nubes; los fenómenos celestes y las constelaciones de un hemisferio nuevo, nada de esto fué examinado ni estudiado por sus poseedores y señores, y lo poquísimo que hicieron, é> ha sido pasto de las llamas en el incendio del Escorial, ó existe inédito en el polvo de los archivos. Preciso ha sido que el génio y la constancia de Humbo'.dt mostrasen al mundo las mara- villas que por tres desgraciados siglos habían mirado los españoles con indiferencia: preciso ha sido, que un sabio y laborioso francés desenvolviese y aclarase las investiga- ciones de Azara, para que llegasen á alcanzar la importan- cia que tienen en el dia, como acertadamente se ha dicho ya entre nosotros. El carupo de las bellas letras no está menos despo- blado de esos frondosos y fragantes árboles, á cuya sombra se abriga con placer y con amor el hombre que se dedica al estudio.C 34 ] No habéis esperimentado, Señores, en vuestros paseos solitarios—en aquellas horas, en que el alma, acordándose de su destino, quisiera levantarse de la tierra, y respirar aires de mejor mundo:—no habéis esperimentado la nece- sidad de un libro escrito en el idioma que habláis desde la cuna? De uno de esos libros que encierran en sí á la vez, pocsia, religión, filosofía: la historia del corazón, las inquietudes ó la paz del espíritu, y el embate de las pa- siones ? - Un libro, en fin, que conteniendo todos estos ele- mentos, destile de ellos un bálsamo benéfico para nuestras enfermedades morales?—Sí, sin duda, habéis esperimentado una necesidad semejante, sin poderla satisfacer con ninguna producción de la antigua, ni de la moderna literatura es- pañola. Ee toda ella DO encontrareis un libro que en- cierre los tesoros que brillan en cada página de Rene; en cada canto de Child Ifarold; en cada meditación de La- martine ; en tada uno de los dramas do Schüler. Mucho se ha celebrado la imaginación de los escri- tores españoles: mucho el colorido de sus descripciones: mucho la armonía y grandilocuencia de su lenguage. Al- gunos extrangeros de nuestros dias, a modo de arqueólogos y numismáticos empeñosos, se han propuesto desenterrar las riquezas que se decían desconocidas ó ignoradas; dán- donos ya colecciones de poesias antiguas castellanas, ya ediciones lujosas de Calderón ó de Lope de Vega. El crí- tico Schlegel ha levantado hasta las nubes á estos y los demás infinitos dramáticos de la península. Pero, Señores, en este amor exaltado, en esta estima exagerada, no se [ 55 ] encerrará algún escusable engaño? Algunas de esas ilu- siones á que están espuestos los hombres sistemáticos y de imaginación fogosa y movible? Qué estraño es que se mida el mérito de un escritor por el trabajo qne ha cos- tado el entenderlo ? No es natural q'ue después de leer con dificultad y con fatiga un centenar de autos sacramen- tales, se quiere hallar un prodigio en cada estravagancia ? El genio y la imaginación española pueden compararse á un estendido lago, monótono y sin profundidad: jamás sus aguas se alteran, ni perturban la indolente tranquilidad de las naves (pie le surcan. Crecen en su orilla árboles sin frutos nutritivos, aunque lozanos, cuya sombra difunde un irresistible sopor. Este es mi senth", Señores: al llenar el objeto que en estas cortas líneas me he propuesto, he caido naturalmen- te en estas consideraciones ; y estoy muy lejos de pretender que se me considere infalible. Por incliuacion y por ne- cesidad he leido los clásicos españoles, y mi alma ha sali- do de entre tanto volumen, vacia y sin conservar recuerdo alguno, ni rastro de sacudimientos profundos. Solo en los oitlos me susurran aun armoniosamente las églogas de Gar- cilaso, ó los cadenciosos periodos de Solis. No faltan, á mas de estas, otras ilustres excepciones al juicio desfavorable que me he atrevido á formar de la litera- tura de la España. Su teatro, como acabo de indicar, es estimado por literatos