/2.Ó LA PLEBE POBLANA A L.A PLEBE MEXICANA. _______ Mu^jwk Conciudadanos : Unos asesinos armados han asaltado esta ciudad: vi- les instrumentos de esa nobleza que detestamos, se empeñaron en hacernos sucumbir. Pensaban que los morriones, las plumas, los cordones, son los que dan el valor. Pero la esperiencia les ha enseñado que entre los simples ciu- dadanos se encuentran entusiastas y valientes. Puebla ha sido testigo de nuestra constancia y ardimiento: el beneméri- to Victoria, que se honra con la ciudadanía, ha estado á nuestra cabeza, y ha presenciado que nuestras mugeres é hijos tomaron parte en la lid; nuestros agresores con su propia sangre han venido á escribir la historia de su osadía. El mundo quedará desengañado de que no somos una reunión de salva- ges, á quienes haya de gobernar á su antojo ese obispo, que nos dió innume- rables pruebas de su chaquetismo, y que no ha dado una sola de su arrepen- timiento. Los falsos defensores de la religión tal vez han concebido el pro- yecto de sorprenderos; pero si vosotros sois denodados, ellos serán vencidos. Esos malvados son como los conquistadores que trajo Hernán Cortes, in- vocando á la religión; pues tomando en sus labios tan santo nombre, nos han robado y quemado muchos de nuestros edificios. Conciudadanos: Desempedrad vuestras calles, des enladrillad las azoteas, y sepultad en la gran Tenoxtitlan á esa gente que ha consumido la sustancia de los pueblos, y que en vez de servir a la patria, quieren avasallarla. No- sotros volaremos en vuestro ausilio, arrastraremos por las calles á esos aris- tócratas, que nos tratan como á bestias, porque nos miran pobres: ellos son los que en sus trages, en sus mesas y en sus bailes, fomentan la desmora- lización. Los pobres trabajamos de sol á sol para enriquecerlos, y sin em- bargo, jamás les escitamos su compasión. Esos hombres piensan que son dioses; el puñal en nuestra mano les haga ver que son mortales. Es lle- gado el momento de nuestra justa venganza; ellos y la reunión de asesi- nos que los defienden perezcan, para que jamás vuelvan á alternar con el pueblo que abominan. Nosotros hemos jurado su esterminio, y á vuestro lado triunfaremos ó pereceremos en la campaña. LOS PLEBEYOS POBLANOS. Año 1833.—Impresa en Puebla y reimpresa en México por Ignacio Cumplido, calle de Zuleta n. 14„