EXPOSICION DEL GENERAL \% i' . •' • ®. 3uan 3Latoalleja> DE SU CONDUCTA RELATIVA A LOS últimos acontecimientos DEL ESTADO ORIENTAL DEL URUGUAY, IT EXAMEN DE I.OS HECHOS DEL GOBIERNO DE r" * ' "» MONTEVIDEO. BUENOS AYRES. imprenta De la lotiepcntf cinta. 4. *:>¿4rr-e^s mismos hombres a quienes acabo de com- batir, vi piolougarse mi prisión eu los Pontones del Brasil, por mas de un año después que bubian vuelto á su libertad mis compañeros de infortunio. Habría callado como en 1823, cuando desgraciado en la pii- meru empresa de libertar mi patria, e-os mismos ¡>e asociaron al usurpador pura sofocar los esfuerzos del patriotismo, y se arrojaron, en la impotencia de sacri- ficarme, sobre la fortuna de mis hijos. Habría callado como en 1S25, cuando mas afortunado, contando solo con el entusiasmo de los Orientales, y con la simpatía, del gran pueblo Argentino, abandoné cuanto le ea unta tierno al hombre, y lanzándome á dirigirlos, logré( 4 ) dar los primeros golpe* al estrangero, k que ellos ser- vían. Habría callado en fin, como cuando haciéndo- los mis prisionero?, teniéndolos en mis manos, hallan doles los comprobantes de la suerte que me prepara- ban alevo°a é indignamente, (1) ni los rnstigué, ni los nltragé, ni los oprimí : les serví de escudo «I justo re- sentimiento de mis conciudadanos, y echando un veta sobre lo pasado los asocié á mí, abriéndoles el camino de la gloria, de la libertad y de la fortuna ; sin haber después en mi vida pública, hecho un cargo siquiera á los que, insensibles á ese llamamiento generoso, per- manecieron hasta el último sirviendo al opresor .... Vuelvo á repetirlo ; tranquilo con el testimonio de mi conciencia, habría callado hoy como tantas veces, si los motivos poderosos que acabo de esponer, no me hiciesen romper el silencio; y al hacerlo debo empe- zar por trazar una rápida ojeada sobre la situación dd Kstado Oriental, en el periodo precedente á los suce pos de que voy á hablar. No trataré aquí de repetir menudamente acusa- ciones determinadas de que están llenos todos los pe- riódicos de la época, y los discursos de tribuna de las Cámaras de Montevideo: esos cargos •*il«*están (|) Cuando lomó prisionero r>n 1825 ¡il poneraI Rivera, *e !*• Ji^JIo en *'i cartera una aotonz.icion paro que ofreciese duI |iesc> al qaele entregare mi cAbextt, y otro* mil al que presen- t.i->e la iU l entona:» mayor y ahora gi-nera! D. Manuel Oribe. Uefes existen, 6 quiene» COiD¡*ionlo pueden servir como detalles justificativo» del cuadro que me prometo bosquejar. En el eéterior.—Sonando siempre con quimeras, hostüizando constantemente á un estado amigo, des- ligando ui»i nuestros vínculos mas nar.ur.des, nuestra gltftitza mas ventajosa, pretendiendo un engrandeci- miento tan inútil como imposible, e¡ Gobierno de Montevideo, ponia en acción cuantos medios eran conducentes para concitar á la nación enemigos, para dejarla sin auxiliares en sus conflictos, para traerla unu guerra ; para volverla a) yugo. r">tas no son imputaciones : de una parle de los hechos es testigo el Gohierno de la República Argen- tina y sus ciudadanos : de los otros me está prohibido hablar como Oriental; si me fuese dado hacerlo tem- blarían sus autores, al solo echar la vista al abismo que habían abierto á su patria : al envilecimiento á que la habían reducido. Sepan entre tan*o que mi vida pública no í'stit manchada con las perfidias, que jamas he vuel- to la espalda á mis compromisos, y que mienten cuando aseguran que yo ó mis compañeros he- mos provocado la ambición de alguna potencia k recibir el homeuagc «le la república. (1) De ellos e» de quien esa potencia eslá acostumbrada á re- (I) Véase el Universal de Montevideo dts 22 da r»o- nuafbra tiutra Í« rumos que podían ser productivos al erario. La deuda pública siempie aumentada, y cerrando- tele por esos medios la posibilidad de extinguirla, este camino solo bastaba para conducir al estado á su ruina. El patriotismo y los sen icios prestados á la causa de la libertad, mirados ion de-precio, pisa- dos, humillados, tratados tal vez como crímenes Un triste sueldo en algunos, y en los mas la mi- tad de él, cía la consideración única de los mas afortunados. Díganlo los Orientales, díganlo los mismos Señores Oribe*, cuyo testimonio no puede ser ahora sospechoso!.... Antes de los últimos su- cesos ¿de qué consideración gozaban? Y á pMnr de la de que gozan abora, todavía me lisongeo ( 7 ) en creer, que ellos no querrán cambiar; pero que digo, <-ambiar, parangonar siquiera sus i'iílímos ser- vicios, con los que prestaron cuando combatíamos juntos.... ¡Y aquello unda merecía, y esto ha me- recido tanto! ¿Por qué.'' Claro es; porque enton- ces combatían á los imperiales y ahora han corn bal do á patriotas. . . . No quiero detenerme «obre (-te hecho; pero el solo basta para probar cuanto acabo de indicar en su relación. Infinitos podría ex r do. su especie, aunque diferentes en su úl- timo aspecto. . j, „ Lis Jeyes sin ejecución, evadidas ó burladas; ostentando libciaüsmo v principios en la capital. . redando y ¡nt.roncllando en la campana, permi- tiendo y promoviendo con estudio Ja licencia, exer- .eítundo como principal medio de gobierno la cor- rupción, sembrando la desconfianza, siempre min- tiendo. Tal tro el cundió que muy rapidamen- i : Mazado preácniaba - la política del Poder Ejecu- tivo,. ; ,,; &j -i<.;4ofi.> u\ t«miol « lifihib ,-xui,u. El Poder Judicial, idcnlificado con el ejecu- tó?», mera fracción de él confiada á urjo de ios cinco hermanos que repartiéndose en todos los po- rteles constitucionales, por una liga de principios, tie intereses y de familia, destruyen la indepen- dencia, y la acción de cada uno de ello«, pata formap con sus personas el único poder que real- mente existe en el estado, tenia una marcha con-( 8 ) forme, y únicamente conforme á los principios, lo» inleieses y los afectosde esos cinco hombre». Si no n»e hubiera propuesto evitar los detalles, en el exercicio de ese poder hallaría un material abun- dante para ag'omerar pruebas seame solo permi- tido recordar, lo oue por las piensas de esta ciu- dad dijo a este respecto el D'\ I). Lorenzo Ville- gas; que no prófugo sino sacrificando á su con- ciencia una situación importante, se alejó de Mon- tevideo. Ese poder de tal modo adadoistrido, le- jos de ser una garantía, lejos de ser el proíector de los deiechos de los ciudadanos, lejos de ser un freno del ejecutivo, un asilo contra sus arbitrarie- dades y rapacidad, era el medio mas seguro d¡» que las egercitase impunemente: se veia realizado lo que con tanta elocuencia decía un publicista estimable "que un pueblo en el que el poder ju- dicial no es independiente, un pueblo en el que una autoridad cualquiera puede influir sol re lo» juicios, dirigir ó formar la opinión de los jueces emplear contra el inocente á quien quiera perde las apariencias de la justicia, y ocultarse á la som- bra de las leyes para herir sus victimas con su espada; un pueblo tal está en una situación roa* desdichada, mas contraria al objeto y á los prin- cipios del estado social, que la orda salvage de i«- orilla» del Ohio, 6 que el Beduino del desierto.'" (1 (1) Beiijaaiin CensUnt: curso de política rumtitucion.'I ( * ) En vano en la tribuna, celosos Representantes reclamaban con energia contra tantos chusos; en vanóse denunciaban por la piensa; en vano la opinión publica los marcaba con el sello de la reprobación ; el txecutivo era sordo, y sistemático en su idea de per- petuarlos. Si urgido por e! clamor universal, varia- da un ministerio, era siempre en la liga de familia que buscaba el sucesor, jamas en el patriotismo, ja- ntM en los intereses nacionales, y si últimamente lla- mó ai Sr. Vázquez al miuíslerio, que no pertenecía á ella ; entonces no hizo sino variar de nombre sin v;ni¡irde marcha ni de dirección; puso en acción un recluta, que no pudiendo hallar colegas sino entre lo3 cinco hermanos, tuvo que tom*r sobre si todos los mi- i .'«torios, porque aquellos conocían de tal modo su descrédito, que ni á la sombra ríe e->le nuevo socio se atrevían á presentarse en la escena dirigiendo los negocios. Desde e^e suceso, fácil fué ver que los intereses nacionales y el patriotismo nada tenian que esperar, (jue la familia resuelta á sostenerse con sus principio» antipatriotas, y su9 miras personales, nada perdonaría para sostener su imperio, y que bajo el nombre de un intrigante ó de un necio, se perpetuaría con su siste- ma. Este era el sentimiento universal : todos cono- cían que el partido que sirvió al Emperador, que lo* cinco hermanos eran icorregibles : que jamas acep- ttfriaQ jel confundirse entre su* con: iududauos, por 2( io ) mas que un descenso natuara que matase hasta 6000 j conuu no le dió mas capital que la autorización, Lorenzo, tuvo que lomar sobre su crédito los iondos que eran necesarios. Obtenida ya aquella cantidad di ó aviso a su «ocio para que enviase por ello?, y '.n"» de la remesa fe dirigió á cobrar su parle. El- presidente fe negó á entregársela ft protesto de sus apuro?, y aunque Lorenzo le hizo presente los empeños que había contraído al logro de la empresa, fué todo inútil y el fin tuvo que confor- marse con recibir otra autorización cuyo monto debia ser todo para Lorenzo. A virtud de ella había reunido £000 eneros, onando es llamado por el coronel Hivers, y este le hace saber que debía entregarte estos cueros también por orden del pre- siente. En vano alega el indio sus derechos ; el coronel se apo. ya eD el mandato, y al fin aquel tiene que aparentar conformar- se con «'1 dirigiéndose con el oficial ene ira .do de recibirlos al( 14 ) re como era preciso para que es>fa lucha y su ori- gen, no excitasen el resentimiento que habían en- gendrado sus anteriores atentados. Así al crimen privado de Sexto Tarquino debió ía libertad Roma. En la noche de 2Í> de junio fué cuapdo realmente empezó el movimiento político que te- nia por objeto solicitar la residencia del Poder eje- cutivo con arreglo á la constitución, y colocar á la tlepúblxa en la senda de la ley. El sargento mayor D. Juan Santana fué el primero que con tan noble objeto, poniendo en armas el cuaitel general del Presidente que se hallaba en el, des- conoció su autoridad, dirigiéndose á. las Cámaras con la esposícion que ferina el documento núme- ro primero. La noticia de este suceso en la capital, pro- dujo la exaltación que era natural efecto del des- contento de ¡os ánimos hacia el Ejecutivo; y en él, las solicitudes y los temores que constan del do- lugar del. faena. Llega Lorenzo allí, habla á sus compañeros leí- hace conocer la injusticia del procedimiento y partiendo en seguida lo? cueros de uno en uno, manda decir con el mismo ofi« i»l al Presidente que los que antes eran 2000 cuero*, sou ahora 4, mil y que venga por ellos: poniéndose de.-de luego en armas con sus compañeros de trabajo, y con los que pudo reu- nir de sus paisanos. Este es el hecho que seria bien sensible, y que habria con- gignado ai olvido, s> la reputación de los estados no fuese abso- lutamente independiente de lo9 actos del que los manda. ( 15 ) cumento número 2 En este confiesa el Poder eje- cutivo que ignora todavía las ramificaciones que encierra la, rebelión, y sin embargo pide se le re- sista del poder extraordinario. fin tales circunstancias, y con un Gobierno que se hfbia distinguido por sus frecuentes infrneciones á jas leves, y ningún respeto á la opinfan pública ; era viota sobre que cabezas caerían sus golpe-, y que to- do «eniitn que temerlo aquellos, que por su eneigia habiwn significado con mas viveza, y con la claridad que exigen nuestros principios republicanos, su des- contento de la administración. Fué entonces que el coronel Garzón, y demás gefes que subscriben el documento número 3. se vieron competidos á ponerse á la cabeza de las tropas de la capital, y segundar con ellas el movimiento que habian recibido de su campaña, proclumandome por > on el vice presidente de. la república en ejercicio su allanamiento á nombrarme por general del ejercito, y á ordenar en consecuencia que el presi- ente de la república %e retirase á ocupar la silla del Gobierno. Documento número 4. Mientras pasub in estos sucesos me hallaba yo en mi estancia, ocupado de los ordinaiios trabajos de eila ; y aunque el sargento mayor Santana y su fuer- za se habian situado á la inmediato.., ofreciéndose á(1<5) mis órdenes ; y aunque ei coronel Garrón se me ru- bra dirigido también en el mismo sentido, trasmitién- dome el honorable acuerdo; todavía el din 7 pase 4 )a representación nacional la nota que forma el don . mentó número 5. Vacilaba aun en mi resolución, no porque duda- se un punto, de la justicia en que se fundaban las re- clamaciones de los dignos gefes que habían princi- piado el movimiento ; de los ciudadanos que los se- guían, y de la gran masa de patriotas del Pueblo Orien- ta]: no porque creyese que podría haber otro medio pura volver á la senda del deber y de la constitución, á una administración que haciéndose sorda á todo, había convertido fa Carta sagrada en un medio de ho- nestar las infracciones que la hacia, y su constante desprecio de todos los derechos, manifestándose re- suelta á sostenerse á toda costa: no porque espera- se siquiera que á vista de la conflagración gene- ral que habían producido con sus actos se resigna- sen ¿aprovechare! descenso suave que aun estaban en estado de obtener; sino porque en el hombre dn bien, en el padre de familia, en el buen patriota, en el véririo laborioso media un vasto espacio entre la conciencia de la necesidad del remedio y su resolu- ción á aplicarlo si es violento. Entre tanto los sucesos iban agolpándose, y de ue el 7 en la capital había declarado la H R. "que e-tas mismas \¡«as circunstancias) habían colocado «í ( 17 ) Cuerpo Legislativo, y aun al Gobierno en la necesi- dad de presentarse con el carácter de mediadores para evitar las desgracias que de otro modo podían so- brevenir." Y añade. "En este concepto observa la A. G. que el vice-presidente de la República ofre- ció en la sesión de 3 del corriente, el nombramiento del general Lavalleja que pidió la fuerza armada, (1) V el 11 el coronel Garzón se habia visto precisa- do, por los manejos que se ponían en juego para hacer nugatorios aquellos acuerdo*, a espedir la re- solución que forma el documento numero 7. Mien- tras que en la campaña por todas partes se iba po- niendo la población en armas. En este estado de crisis fué, cuando el 14 ape- nas me decidí á aceptar una dirección tan general- mente solicitada, y que el estado de las cosas hacia indispensable, para que el país do fuese victima de la mas espantosa anarquía. Era necesario para su «alvacíon, para que no se desnaturalizasen los esfuer- zos que se hacían por la mas santa de las causas, reunir todos sus elementos de acción en un centro común. En estos precisos conceptos está fundado e! documento número 8, y alii reiterada como un re- medio á todos los males la solicitud fundada en ei artículo 26 de la constitución para que se sugetase a residencia al general Rivera y á todos sus mi- nistros. (1) Documento número 6, 3( 18 ) A su resistencia á esta legal solicitud, es que únicamente deben atribuirse todos los males que han sobrevenid", y cuyo término todavía no es fácil pie- veer, por mas que el suceso haya burlado las espe- runz. s del patriotismo. Ni habia otro medio á que recurrir que el de la fuerza. Las Cántaras no estaban en un estado de independencia que pudiese asegurar la libertad de su resolución á una petición que no llevase mas sé- quito que la simóle íirma délos ciudadanos. Niel Gobierno de Montevideo era el que se necesitaba, para que e.la pudiese llegar á su término, sin pe- ligro «le las cabezas de sus autore*. A csle sencillo y verdadero relato de? los he- chos abandono el cuidado de mi justificación; el mundo imparcial juzgará si yo he sido ó no el autor de los últimos sucesos del K lado Oriental del Uru- guay; detenerme á -iienr por el anafisn de aque'los una convicción aun mas sensible que la que pueda ofrecer su primera vista, seria aparentar la preten- sión de una gracia que jama* he buscado de los ene- migos de mi patria. Pero si ella en mej 1 diases regida por patriota*, por mas opuestos c sean, por mas que hoy hayamos combatido etl disti 'as filas, yo me presentaré entonces á buset . juicio por la senda de la ley. Aqui habria terminado este papel hi el general Kivc'd ) flTCfconsejo, después de su victoria, amaes- ( 19 ) trados por el motivo á que la debían, por la lec- ción de que el pueblo Oriental no habia mirado impasible el ultrage de sus derechos, por mas que la fortuna no hubiere coronado sus esperanzas, hubie- sen aprovechado de aquella paru volver sobre sus pa- sos y entrar por si mismos en el camino de la ley, dando á este pasr», único que podría salvarlo-, toda la brillantez del Colorido con que podi.i iluminarlo la inmediación del triunfo; neto tan lejos de ello, embriagados con el aspecto mas vulgar de l«>s su- cesos, es después de aquel, cuando soltando la mtis- ca», han presentado en toda su deformidad sus pretensiones. Olvidundose de la ilustración del siglo en que vivimos, han adoptado principios y doctrin-.s que solo han podido ejercitarse en los tiempos bárbaros de la edad media, ó en los mas bárbaros f.odavia, en qué des- pués ha dominado momentáneamente la furia de las pasiones. Los cadalsos y la confiscación han formado la base del nuevo sistema del Gobierno de Monte- video, y mientras que aquellos profusamente der- raman sangre, esta, destruyendo de raíz el princi- pio constitucional que asegura la inviolab lidad de ta propiedad, dá e! golpe mas mortal á la riqueza pú- blica, y establece el antece lente mas inmoral, mas capaz de excitar Ja cod cia, de perpetuarlas convul-( 20 ) siones, de hacer interminables los odios y las ven- ganzas, y de concluir por arrasar el estado. Aquellos hechos no son meras imputaciones ; ni es dudoso que produzcan tales consecuencias. La notoriedad de los primeros y los documentos públicos los atestan, y el mismo mensage del Gobier no de 22 de noviembre los confiesa y los ostenta. (I) No es este el lugar de discutir la pena de muerte. Cuanto ha existido de humano, de ilustrado y de filo- sofa, ha levantado conlra ella la voz de la justicia; y si todavía no se ha uniformado la opinión respecto de. su abolición absoluta, se ha llegado á convenir unáni- memente en que no debe usarse niño para muy raros y determinados casos. Aplicarla á delitos políticos, como medio de prevenir las revoluciones, es uu absur- do, y el profundo y político Mr. Guiz>-t, no solo le niega toda virtud sino también manifiesta que e» per- judicial á los mismos que la emplean. Los hombres, por grande que sea su nombre, na- da son en nuestros dias en comparación á las ideas; se pasó el tiempo en que en política un nombre por si solo, era una potencia inmensa. ¿Que quiere el Go- bierno de Montevideo? consolidar su poder: pues bien; forme la opinión, hágala suya y "verá que, como " dice Maquis velo, un Gobierno protegido por el voto " público debe hacer poco caso de las conspiraciones, " pueblos complots mismos serán tan impotentes con !)) Documento» números 9 y 10.— ( «I ) ' ira el poder, como es impotente la pena de muerte • contra los complots. Sino puede cambiar las ideas en vano derrama vingre. No prolongará su existencia ni un inflante mas del que sea preciso para cavar su sepulcro ; y los muertos, esas victimas de su venganza, serán sus mas formidables acusadores; los primeros que lo arrastren á el. Que no se alucine con la obscuridad de sus nombres, su infortunio les dará poder, y pOr lo mis- mo que están mas identificados con las masas, tanto mas sensibles serán esta* á su clamor.... V ya que ha, precipitado al pais a tan doloroso término, no lo desmoralice con crueldades inútiles, no convierta una cuestión de principios en una guerra de venganzas.... La confiscación que no fué conocida en Roma hasta que el tirano Sila la introdujo con sus infames proscripciones, solo fué usada por aquellos emperado- res, cuyos vicos les hacían necesario el uso de ese recurso para enriquecer su erario. Por el mismo prin- cipio, y con la mira de premiar á sus sequaces se con- servó en loe tiempos bárbaros é ignorantes del si-te- ma feudal, y pasó de alli y de los códigos de J isti- niano, que en unos la desechó, y en otros la adoptó con restm.ciones, á los que nos vinieron de nuestros prime meros amos. Tal es el origen de las leyes de confis- cación, y bien digno de recordarse cuando se habla '-leí Gobierno de Montevideo.( 22 ) Pero ellas son tle aquellas que deroga el arttndo 14S (1) de Ja constitución, como que dirertunei te se oponen á ella, que declara en el 144 el derecho de propiedad sagrado é inviolable, (2) nvcntras que el exemtdo respetable de los Estados Unidos, y la misma Curta ele LuisXYlíI ensu artículo 66, que lian abolí lo Ja pena de confiscucion, presentan un te-timonio i'us- tre de lo que corresponde á. ¡a civilización y s'i la justi- cia de nuestro siglo. Si a l*i injusticia é üegalid id de las confisca- slones, se añade ti efecto que ellas producen en el sistema político y económico, apenas puede con- cebirse la perversidad ó torpeza de, los que las ejer- citan. Elias forman en la sociedad dos clases, lu una de saqueadores, la otra de despojados. Ivlus exiitan la guerra del pobre contra el rico, abren la puerta á la codicia y la violencia, y empezando por destruir á unos solamente, acaban »n- Arruinar t todos. La alarma se ditunde entre t 'dos los que tie- (1) Articulo 148; se declara en su fuerza y vigor las lejCfl que hasta aquí han regido; en todas las materias y puntos que directa o indirectamente no se opongan & esta constitución,, ni á Jos decretos y leyes que expida el cuerpo legislativo. (t) Artículo 141—El derecho de propiedad es saciado»; in- viciable, á nadie podrá privarse de ella sino conforme á 1¡« l*y- En el caso de necesitar la nación la propiedad particular de al- gún individuo para d< ¡linaria & usos públicos, recibirá esttf del te- soro nacional una justa compensación. ( 23 ) algo. Entre los que han adquirido los bienes confis- cados, la injusticia del título con que los poseen, el te- mor de perderlos, por el mismo medio, les hace des- trozarlos y consumirlos, convertirlos de cualquier mo- do, á cualquiera precio, en una especie que puedan ocultar mas fácilmente, y transportar consigo. Los que tienen con un título mas justo, ven ya rota la bar- rera que aseguraba sus derechos, que les daba la espe- ranza del goce de ellos ; temen que con uno ú otro pretesto, el Gobierno que ya no conoce freno, estien- da a ellos su mano; temen en la reacción de sus enemigos, el egemplo que han recibido; y temen también á los méndigos que han dejado aquellos despojos, que irritados con la injusticia, no es fácil que guarden á los otros respetos que ellos no han merecido; se sienten estimulados por una necesidad urgente. ¿Qué hacen estos? Obrar como los pri- meros ; consumen, acaban. He aquí pe • un despojo, dirigido á solo una por- ción de la sociedad, estingui la la riqueza de toda fila. Destruida Ja fuente de la riqueza pública : la sociedad di-uelta .* el E-tado convertido en una hor- da de salteadores. Estas verdades no es necesario inculcarlo* mucho á los Orientales : Una espérien- cia harto dolorosa les hablará un lenguage mas eto- 1 que cuanto pudiera decírseles. Ella basta pira desvanecer la importancia de esa mentida ne- cesidad con que el general Rivera y su vou-ejo han( 24 ) querido ante las Cámaras en su mensage amparar sus espoliacií.nes y violencias. Ella basta para po- ner al claro á los ojos de todos, la tendencia de un sistema que no manifiesta otro objeto que hacer re- trogradar el Estado á una época desgraciada para darle otra vez un amo, para justificar lo que sostu- vieron siempre: " nuestra incapacidad de ser li- bres." (1) En cuantoá mí toca en este momento, si no estuvie- ra tan convencido de la justicia de mi causa y de la de mis compañeros ; de la rectitud de mi conducta y de mis intenciones; si alguna duda me quedase bastaría & desvanecer el mas pequeño escrúpulo la conducta y (1) He combatido totalmente el sistema de confiscaciones pero si se considera que las que se acaban de hacer en el Esta- do Oriental del Uruguay, no solo pesan por su principio sino por lo arbitrario de su aplicación, se verá queel'-'- habrían sidr abominadas aun en los tiempos y gobiernos en que podían usar- se. No han sido despojados solos los que han tomado las armas; los q«e por auxilio d de cualquiera otro modo positivo han ma- nifestado «u oposición al Gobierno ; sino que la espolincion y las violencias H han estendido hasta á aquellos, que en ninguna ma ñera han tomado parte en lo? líltimos acontecimientos. Los padres inocentes han sido castigado* en muchos egemplos por e) pretendido delito de los hijos: los parientes ó cercanos de familia, por el de sus deudos; y últimamente hasta la amistad y el afecto han servido para fundar presunciones de complicidad, y titulo para imponer el supuesto castigo. Ni aun en el modo fe na tratado de suavizarse la barbarie, repartiendo proporcio ( 25 ) las medidas del Gobierno de Montevideo después, de «u victoria, ellas bastan por sí «olas para justifi»ar- me á los ojos del mundo. "Los que los han adoptado Ronloa mismos hombres á quienes la circunstancia ha quitado el velo presentándolos al claro; poniendo en transparencia su carácter y sus pretensiones. BUENOS ATRES FEHRERO |«* VR 1833. wlntltfcf la carga, siquiera tomando una razón de lo que M arrancaba. Estancias han sido despobladas de sus ganados y despojándolas absolutamente de todos sus demás útiles, y se ha llevado la fiereza hasta quitar las puertas y ventanas de las casas, y a'm hasta destechar las habitaciones para venderlo todo. (2* Véase el documento fina!.DOCUMENTOS (uñero 1 EXPOSICION Del Comandante D. Juan Santana y 400 Ciudadanos que lo acompañan á la A. G. SMOftM DE IA ASAMBLEA GENERAL. La conmoción actual del pais no es obra de la ambi- ción, ni del espirita de partido que promueve trastornos para facilitar el logro de sus fines. El Gobierno desde su instilación, ha abandonado el camino recto sin hacérsele conocer la menor oposición legal; hé aquí el hecho. Vues- tros comitente?, viendo desvirtuadas sus garantías, y com- prometida "su libertad, se han visto obligados S defenderla personalmente; hé ahí las consecuencias. El Gobierno mismo es quien los ha forzado á esta resolución: conti- nuando descaradamente en sus perniciosos estravios, ha lle- gado hasta conocer el sentimiento nacional y despreciarlo; y lo peor de todo ha 6Ído haberse dado lugar á que se ; ••clame de este modo una justicia, que solamente debia ''.guárdame de los cuerpos encargados especialmente de vetar sobre los intereses públicos, afianzando el buen or- den, manteniendo el respeto de todas sus condiciones; pe- ro mudos sus RR . que son su meJío legnl de oposición,II el pueblo no puede contar entre sus deberes una coiiW. midad que aniquila sus derecho». En la naturaleza de nuestra organización social están las represiones lejislati- vas, y las conmociones cuando se paraliza la acción ur- gente de »qWtftM Para las circunstancias regularas el interés común recomienda el digno silencio de la esperan- za; pero no hay circunstancia alguna que justifique, que imponga el terrible silencio de la resignación. El mal mavor temido, viene sin remedio; pero viene cuando n han realizado todos los males antes evitables; viene, cuan- do ya el único que debiera y no puede evitarse, es la necesidad de esa misma revolución, que no pudiendo im- pedir lo que ya está hecho, entonces es que se convier- te en mayor mal que el que se pretendió conjurar con el sufrimiento. Sin objeto alguno directo su móvil en ese estremo es la desesperación, y el despotismo mas opresor su efecto inevitable, después de haber pasado por la« muí espantosas convulsiones. Colocados vuestros comitente; en esta peligrosa alternativa, y hallándose abandonados s si mismos para hacer provechoso lo poco que aun queda que impedir para llegar al abismo é que se \rs arrastia, conociendo la insuficiencia de los medios establecidos, des- naturalizadas sus instituciones, sostituidos vicios deslinda- res u las virtudes cívicas, que debieran ser su principal garantía; la codicia al patriotismo, el favor a la justicia, la apatía al celo, el capricho á las reglas, la arbitrariedad a las leyes; abatido el mérito, desatendido el bien públr co, amenazada, perseguida, minada la propiedad territo- rial, organizado oérfid ¡mente un sistema de despojo-, ra diicida á la defensa propia la seguridad individual; sin h< no el robo, el ase-íonto y la violencia; impunes todos lo¿ atentados, y sin que se haga sentir la influencia de la au- III toridad mas que para decretos que juntan la ruina de la fortuna publica k la de los particulares, para disposicio- nes que b-jos de aliviar las exigencias del vecindario, les imposibilitan de suplir para su bien al abandono de la administración, y sobre todo este cumulo de males tan fecundo en otros aun mayores; anulada vuestra alta misión, sin garantía la independencia de vuestras opiniones; y ór- ganos de la opinión pública sin poderla presentar en ese recinto, que le está esclnsivamente consagrado, ni hacer respetar el ínteres, ni el amor propio nacional. Vuestros comitentes están muy distantes de presentarse i vosotros, como revolucionarios, desconociendo vuestra autoridad, que ellos han establecido con sus votos, para conservar y pro- mover sus derechos y sus intereses comunes. Respetán- dola, y para hacer efectiva los altos finos de su institu- ción, es que se, presentan á ella ofreciéndole en su acti- tud actual una garantía para la libertad de sus resolu- ciones. Haced, como corresponde, al que elegisteis pa- ra ejercer el I'- E., los cargos que debéis y que tantas v«ces y tan inútilmente ha denunciado la prensa, cuyos ataques aparentó despreciar, imposibilitado de una defen- ta digna. Interrogadle : ¿ porqué desnaturalizndo su mi- sión ha excitado de tantos modos el desconlento general/ ¿Porqué ha abusado de su posición para comprometer y oprimir al país? Porqué lo ha irritado hasta conmover- lo? El ha invadido propiedades particulares, y facultando su ocupación por otros; ha dispuesto arbitrariamente de la? públicas; ba arrebatado y se ha apropiado el sudor de los que faenaban con autorización suya; ha impedido á propietarios el uso de esas mismas fienas en tierras pro- pia?, y para hacer la prohibición mas odiosa, se ha pri- uleghdo á si mismo y á los suyos, estableciendo en difd-í V rentes campos de propiedad públicas, lo mismo quo ¿l prohibió en la particular y celebrado sobre su producto contratos como de cosa propia. El convirticndo a otro? objetos las grandes cantidades libradas en favor de las familias situadas en el Cuareim, las sumió en la horrible miseria, que las forzaba a vivir del pillage y la depre- dación, estrechándolas hasta reducirlas ai estado hostil en que últimamente aparecieron, convirtiéndose en enemigos de cuantos poseían algo, y del pais entero, al que so ha obligado á poner en un tetado de guerra. £1 ha dado ocasión y consentido hasta el mayor cstremo la indis- plina en la frontera, llegando la desmoralización á punto de que casi no habia oficial que no se creyera compro- metido en recibirse de una guardia, ó salir á otro servi- cio con una tropa enviciada, rnal vestida, y peor paga, y en asecho siempre para asesinar y robar, esponiendo asi nuestra seguridad interior y exterior á un mismo tiempo. En calidad de ladrones ha sido degollado un destacamento nuestro, y a nadie se ha hecho cargo de una relajación tan afrentosa. Preguntadle, ¿porqué no tomaban sus suel- dos esos soldados? Porque se les hacia sufrir privaciones que justifican en cierto modo bu insubordinación, y sus de- sastrosas consecuencias. El en medio de tantos elemento* de desorden, de tantas causas para mantener en estado de conflicto y so- bresalto & los habitantes, cuando ese conjunto de circuns- tancias clamaba por medidas que asegurasen su tran- quilidad conturbada, después de haberlos reducido a su» arbitrios propio» concibió el bárbaro pensamiento de pri- varlos de sus armas. Diga, ¿porqué no proveyendo á w defensa, se las impedia? Responda ¿ porqué ha permiti- do a su ñscal esa omnipotencia escandalosa que suscitan V do querellas entre los vecinos, I13 turbado la paz de la* familias, y puesto en convulsión todo el estado ? Por- qué ha permitido que con él pleiteen su heredad los mis- Dios que se han sacrificado tantos años por la causa pu- blica, prodigando M sangre y la de sus hijos, y cuantos bienes poseían en favor suyo; sin haber recibido la me- nor retribución' ¿Porqué tía malversado las rentas pú- blicas, despreciando su destino lega), y sobrecargando así ai pais de una deuda, que conduciéndolo de bancarrota ¡n bancarrota, haga imposible su consolidación? ¡HH. R.R.! á vosotros son patentes estos hechos que hacen la queja publica y el resentimiento universal, que muestran un malestar presente, un porvenir desastroso, el naufragio de nuestra costosa independencia y todas las ca- lamidades que le precederán. Es a vosotros, Padres de la P.dria, a quien corresponde impedirlas, haciendo efectiva la Constitución, cuyo juramento sagrado pesa sobre vues- tras conciencias, cuyo cumplimiento invocamos, recordán- doos la serie de sacrificios que hacen imponderable su pre- oo. HH. RR. de la A. G. JUAN SANTANA. JV\\mero 2. MINISTERIO DE GOBIERNO: Montevideo, Julio 2 de 1832. El Gobierno acaba de ser instruido por una nota de S. E. el Sr. Presidente de la República en campa fin, fecha .30 del ultimo junio en la costa del Vi, de que el sargento mayor ü. Juan Santana se ha sublevado á las 12 de I» noc.hu anteriorVI con tres compañías de milicias de su cargo, y desarmado por sorpresa á una compañía tle linca que se hallaba á su* inme- diaciones, se habia apoderado también de los fondos de la comisaria y del armamento, á pesar de la oposición del gc4« del E. H. coronel D. Servando Uomez. El Gobierno reposa en la confianza de que el Sr. Presi. dente en campana usaiá de medios bastantes para sofocar la rebelión ; pero legalmente ignora todavía las ramiúcacionef que encierre, y las medidas qofl puedan demandar los sucesos ulteriores: sabe solo que le corresponde llenar el primer fin de su existencia, adoptando desde luego cuantas por mónten- los exijan las circunstancias en uso de las facultades extraor diñarías que le concede el artículo 81 de la Constitución; y espera que la H. A. G. obtemperando á estos principios co operara por su parte á la salvación del país y de su existencia política, por medio de una resolución terminante y decisiva, que deje espedita la acción del Ejecutivo, y le añada todo el nervio y firmeza que debe darle la absoluta armonía de. los poderes constitucionales. El Gobierno sera celoso hasta el escrúpulo en el cumpli- miento del referido artículo, y dará cuenta oportuna de las medidas que adopte y de sus resultados. El Gobierno saluda fi los SS. de la A. G. con su mas afta y distinguida consideración. LUIS E. PEREZ. Santiago Vázquez. A la H. A. G. de la República. iX (nuevo 3. Montevideo, Julio 3 de 1 832. La fueiza armada de la capital y estramuros, a ewp cab.-za me hallo, no puede ser ¡«deferente á la crítica sitúa Vil cion en que se encuentra el pais, cuando todos sus habitantes á una levantan la voz contra la autoridad, como la única cau- sa de la resistencia armada que se le hace en varios puntos de )a campaña. Ella, pues, unida en sentimientos con los pue- ii! !S, y deseosa de cortar los males á que se provoca, desco- noce la autoridad del Gobierno, y se pone á las órdenes del general D. Juan Antonio Lavalleja, mientras resuelve sobre eite grave negocióla Asamblea General, á la cual hemos1 dado cuenta detestado en que nos hallamos. EUGENIO GARZON. Al Presidente de la República. ¿Vúmnero 4. SECRETARIA DE LA ASAMBLEA GENERAL. Habiendo tomado en consideración la A. G. las esplica • ciones que dio la comisión nombrada para oír las pretcnsio- nes del gefe de la fuerza armada de la capital; ha acordado se ¡e comunique por secretaria que ha obtenido del vice-prc- íidente de la República en ejercicio su allanamiento á nom- brar inmediatamente por general del ejercito al líri^, dicr ge- neral D. Juan Antonio Lavalleja, y ordenar m consecuencia >jue el Presidente de la República se retire i ocupar la silla del Gobierno. La A. G. ha acordado tambier encargar u los gefes de ¡a fueiza armada que han representado, la conservación de uantias públicas e individuales con .arreglo á la Constitu- tiva y las leyes, de que se les hace inmediatamente respon- sables para ante la misma. M cumplir lo dispuesto-por la A. G. M complace en sa"~ r,VIH ludar ni Sr. coronel í quien se dirijo con su particular consi- dcracion. MIGUEL A. BERRO. Secretario. Sr. Coronel D. Eugenio Garzón. ¿Numero 5. Creí insertar aquí íntegra la nota pasada por mi á la Asamblea General; pi ro al buscar el borrador de dicho documento no he podido hallarlo entre los papeles que tengo á la mano : para subsanar en algún modo su falta, ) no rctardur mas tiempo esta publicación, me veo precisado k sostituir á dicha nota el estrado que de ella dió el Uni- versal número 880 de 10 de Julio; en el que, aunque eíiá algo adulterado el concepto, existe lo bastante para formal la prueba que rne propongo. Mi comunicación debe exis- lir original en el archivo de Ja Asamblea, y cí Gobierno de Montevideo puede desmentirme; mientras que yo ol'rezi.u imprimirla eneja suelta, luego que la halle á la mano si aun fuere preciso. "Ayer se ha reunido la Asamblea General con el ob- jeto de oír el contenido de una nota del general D. Jubij Antonio Lavallej», por la que pone en conocimiento de a. CAMARA DE SENADORES. Montevideo, Julio 7 de 1832. La A. G. lia tomado en consideración la nota del P. E. Jel 5 del corriente, en que solicita se derogue la resolución <].. 3 Junio, que autorizó al Presidente de la República pura mandar la fuerza armada, ó en su caso se le demarque la li- nea de conducta que debe seguir en las circunstancias es- traordinurias en que actualmente se halia ; y ha acordado ic le conteste, que estai mismas han colocado al Cuerpo Le* j'jslativo y ann al Gobierno en la necesidad de presentarse con el caricter de mediadores, para evitar la& desgracia* (¡¡ie de junio hizo un llamamiento á los pueblos, cuyo respeto á la autoridad y adhesión al óiHen no vaciló jamas en medio de tantos y tan acerbos conflictos: es bien satisfactorio deciros. HJI. RR., que los pueblos, y e¡ ejército acudieron presurosos á la voz del Gefe constituir., nal, é ofrecerles sus brazos y prodigarle todo género de auxilio para restablecer el imperio de las leyes atacadas en n per- sona. A este impulso verdaderamente nacional fué debido el alistamiento casi instantáneo de mas de tres mil de¡<;rn, rti de la constitución, y la rapidez y exactitud de los movimien- tos del ejercito de operaciones, que desde las márgenes dei Rio Negro apareció de improviso en esta capital para nnim lidar él orden en ella, y volvió de nuevo fí campaña para per» seguir el grupo de los rebeldes. Depredaciones y rapiñas, asolación y espanto habían for- mado hasta entonces la campana de los regeneradores • pero apenas el ejército fes hizo temer la proximidad de un eOMMK tro, cuando convirtieron sus movimientos hacia la írontern del imperio limítrofe, prontos á dar !■> ■■f)fcjd> 4 todtti WH compromisos, y provocar la ambición de aquella l'oi< que supusieron dispuesta por sus Agentes a recibir un serví: homenage de esta República, sin reparar en la mano que » lo brindaba. Al fui, el 29 de setiembre, el ejército de la C'onstitur.iot. que ya en el Cordoves y Tupambny había hecho sentir el po- der de sus armas, y que contaba solo 90 días de su iormatr'i en las margenes del Rio Negro, tuvo a la vez la gloria y elpf sar de ver á los anarquistas cruzar en desorden «I Y*f«*»roi XV v rendir a un puñado de imperiales las *rnmr. con que algu~ nos de ellos pelearon en el Rincón, Sacudí é Iluzaingó. He aquf. Señores, un lijero bosquejo de los principales acontecimientos de la rebelión y de las operaciones de la fuer- za constitucional; el Ejecutivo se abstiene de detenerse en óVtalles, porque todos ello? constan de los documentos publí- calos en la época : solo se fija en el importante resultado que e*ta* operaciones han producido para dasenga'ñar á los ilusos, consolidar las instituciones y fomentar el crédito en el exte- nor. Es verdad que tantos y tan prósperos sucesos no han podido obtenerse sin sacrificio*, harto sensibles para la pobla- ción, la industria y el comercio ; lo es igualmente que el te- soro público ha sufrido un peso extraordinario y enorme que debía hacer temer el conflicto de su crédito y recursos : tal tra el vacio que dejaba la prof ision viciosa de los anarquis- ta*, y la necesidad de proveer al equipo y consumos del ejér- cito, y de pagarlo con la exactitud que reclama la importancia de su ?f rvicio y la moral del Gobierno. Pero, comparados los sacrificios con el resultado de que ya estamos en posesión, y las erogaciones con el tamaño de la empresa, se encuentra un grande consuelo viendo salva la República, satiffechas las demandas de la guerra y cubiertos '<>» rnapt ños que fué inevitable contraer en el momento de abrir la campaña : momento el mas critico para la dirección 'a hacienda, aun que en otro sentido haya venido a ser el ir.as digno de nuestros aplausos. En aquella crisis fué un auxilio poderoso el de los em- préstito? que facilitaron al Gobierno los propietaiios. y espe- CialaMnle el comercio : sus cofres sr. abrieron con una fran- queza tanto mas noble cuanto podía temerse mas aventurada; 6XVÍ y es justo que la Autoridad les pague este tributo da recono, cimiento. A Lodo se ha atendido con las rentas ordinarias y con la enajenación de algunos colares no comprendido* en Ion proyectos pendientes ; el Gobierno ae atrevo ademas á pro. materos o,ue al tiempo de Ja reunión de la próxima legislatura estarán satisfechos los créditos restantes del último periodo y también los gastos ordinarios ; mientras que debe lisonjearos, honorables Señores, observar que los vales del tesoro nació- nal gozan hoy de un crédito igual, sino superior, al de las me. jores garantías particulares; fenómeno que á la verdad nr> puede dejar de señalarse en época en que parece que todo se lo arrebatasen las calamidades de una guerra doméstica. Restaurada, pues, la autoridad S espensas de la sangre oriental, de las rentas y de la industria, era un deber de la mus alta importancia que el Gobierno como responsabi.- .:> la salud pública, é investido por la Ley del poder necesario í tan sagrado objecto, no trepidase en descargar golpes de jus- ticir- y escarmiento que hiciesen sentir & los traidores lo enor- me de su crimen y a los pueblos la inmensidad de su ofensa. Los decretos de 17 y 31 de agóalo que el Gobieri;<> i creido oportuno presentaros en este acto, parecieron lüftcleí tes en él momento dé sü data; pero descubriéndose c! ISdí setiembre que el gérmén de ía anarquía fermentaba en MI subterráneos de la capital, y que se aproximaba su cabal de- sarrollo, se precedió a justificaciones que hicieron un aumen ío a l:i lista de los conspiradores, y aun comprendieron en ella personas que por su sexo parecían exentas de figurar en «serenas tan peligrosas. La publicidad conque el Gobierno ha procedido en es- ta ocurrencia delicada, y e1 Convencímrento que con ItílUp»' rlencía del proceto encontrara tfxjo ciudadano que mediré so- XVII Itc los provéelos de los seternbrista* atendida su conduela notoria, untes y después del cinco de agosto, sus intereses [i r-ocales y las relaciones con los asesinos del Vi, son pode- rosos motivos para que el Ejccutive se persuada qa« la H. A. potará la moderación con que terminó una causa que acaso hubiera fijo la ma.« propia para hallar en el Mitiga ejemplar un escarmiento saludable. Siente el Gobierno no poder escusarse de hacer igual re- ferencia de algunos miembros de Ja representación nacional que hoy profanarían con su presencia este recinto sagrado. Si no bastasen aquellas consideraciones, si el dedo de la opi- nioa pública no Jos señalase demasiado, el Ministerio presen- tara las piezas que justifican Ja parte que han tenido en las traiciones del 29 de junio y 3 de julio, para recabar de la H. Cámara de Representantes la declaración á que se refiere el articulo 51 de la Carta, y al mismo tiempo para justificar la medida que en momentos urgentes tomó el Ejecutivo con uno de ellos, arrestándole en el periodo dfel peligro. ün sacrificio doloroso hace el Gobierno cuando indica ectravios, y aun lo haria mayor si se viese precisado 5 es tender su justicia hasta donde puede temerse <]ue lo reclame la Ley, ó lo pida la causa pública : pero una vez que el re- cinto de la representación nacional se purifique de su profa- nación, el Gobierno se limitará a prevenir ulteriores crime- ues. Tara llenar este último objeto, mas que para satisfacer rÍMÜcte pública, será todavía necesario alejar por ahora del pais á alguuoj, conspiradores, privando del ejercicio de la ciudadanía a sus cómplices y sujetando á una vigilancia es- pecial .( Jos que se hayan hecho sospechosos de connivencia Qtt&MM principios: el Gobierno ostentará de este modo todaXVIII la magnanimidad que permite la confianza de su poder; ¡un como <¡*jrá inflexible si apareciesen nuevos criminales. Todavía puede provocarles la desesperación y el ciegt espíritu de partido: los rebeldes fugitivos se empeñan aun «M conservar bajo su influencia y dirección algunos de los ele* monto» que arrastraron tras si, y ei» hdquirir otro* para hacer nuevas tentativas: el Ejecutivo no puede dudar que los Go- bienios vecinos llenarán el deber que les impone su honor y el respeto á las naciones y a la civilización ; pero vosotros Honorables Representantes tampoco debéis dudar de que los, esfuerzos de la República serán proporcionados á las Hecesi< dades de su seguridad, dignidad y decoro : al menor amago el eco dt; la constitución se repetirá en cada ángulo del territo. rio y los habitantes todos del Estado serán los soldados de la Mide pendencia y de las leyes. Pero toca al Gobierno prevenir nueve;-«tentados, privan- do de los medios de cometerlos, y haciendo sentir á los que prefirieron la emigración armada al sometimiento, y á los in- dultes de la autoridad legal, la protección del extrangero, que por ese acto notable hicieron una formal y autentica renuncia de todos lo goces que la República puede prometer y asegu- rar fi sus hijos. Toca á vosotros, Lejisladores. apreciar la acción direc*n que tienen contra los bienes de los jefes de la anarquía lo» particulares despojados por su órdenes de sus haciendas ) propiedades, no menos que I09 derechos incontestables del te- soro al reembolso, ya de las sumas arrebatadas por los anar- quistas desde el 29 de junio hasta el 5 de agosto, ya de las im- pendidas posteriormente en su persecución, y ya por fin Je toda? las que consagraron al mantenimiento de la seguridad interior del Estado y vigilancia de sus fronteras, en tanto que ellos se permitan profanarlas con su invasión y servirse de sus XIX inmunidades para proporcionar desahogo á su desesperación é ignominia. Guiado por estos principios, el Presidente de la Repúbli- ca y general en jefe del ejército, ha procedido al secuestro de algunos ganados pertenecientes á los caudillos de la anarquía que han hecho armas para sostenerla, 6 que han contraído compromisos por ello?: por este medio ha compensado los ser- vil ios de la mayor parte de ia milicia ; deuda sagrada, que el erario no podria en estos momentos sobrellevar. Esta medida de política hace un servicio efectivo, y no cierra la puerta a los actos de justicia a que diesen mérito los sucesos ulteriores : el Gobierno espera que los legisladores desde la altura -n que se hallan colocados observarán con exactitud las circunstancias en que ha sido dictada y los obje- to.* que abraza, sin destruir por eso el principio sagrado de la inviolabilidad de las propiedades. Hé aquí II. Representantes el resamen de la conducta del Ejecutivo, y de la que se propone observar durante el re» ceso de la Legislatura: bien quisiera el Gobierno desenten- ierre de graves consideraciones para descender á una expli- cación mas minuciosa,y sujetarlas á especiales discusiones; pero la urgencia de los negocios y de las circunstancias le conducen á observar que si haciendo lo que ha creido opor- tuno en su difícil posición, se han obtenido los grandes resul- tados de que actualmente gozan todos los pueblos de la Re- pública, ellos no serán mas despojados de estos bienes y al- cansaría otros mayores si el Gobierno obtiene la aprobación • u conducta, y la autorización que reclama, con arreglo al mérito de este mensage, para los gastos extraordinarios y pa- ra el aumento y colección de la fuerza pública que demande •'«estro estado político ¡ tales son los objetos que el Ejecuti-XX vo «órnete á vuestra consideración, y los medios con que es pera fijar la seguridad y tranquilidad del Estado. Mtmtfvirieo Noviembre '23 de 1839. LUIS E. PEREZ. Santiago Vázquez. ÜVumcvo 10. Cuartel General en>!os Convento», Octubre 10 de 1362 El día 5 del corriente han sido fusilados, al frente de las tropa* constitucionales, los oficiales y sargentos rebeldes, <<;. mados con las armas en la mano en el curso de las epetacio- nee de la campaña, en egecucion del «uperior decreto de V. E. de .3! del próximo pasado. Satisfecho de este modo el primer homenage de jwt¡- cia, que reclamaba imperiosamente la moral pública, y U venganza nacional; la humanidad exigía a su vez la aplics- cicu de la facultad que me fué cometida por otro decreto de V. E, de 12 del pasado, on favor de algunos desgracia- dos que fueron violentamente arrastrados a seguir la causa do la rebelión, j en quienes existían diversas causas paiíi- c uta res, que reclamaban 1.1 consideración del Gobierno Na- cional. En uso de ella, han sido indultados de la última pe- na, todo» los individuos de las clases de tropa, después de haber presenciado el castigo de lo» verdaderos criminales. Dios Ciuarde á V. E. muchos años. FRUCTUOSO RIVERA. Exmo. Sr. Ministro Secretario de Estado en el Departa- mento de Guerra, ^1 XXI Lista de los oficiales y sargentos de la fuerza sublevada que fueron egecutados el día 5 del corriente. CLASES. Capitán— Tenientes de mili licia Jg' NOMBRES. Ranwn Bustamante. simirode la Rosa Gómez, anuel Xirnenez. Individuos qu* obtuvieron el empleo de oficiales subalternos por los rebeldes. Juan Josí Romero. Uno Campeón, Lucio Romero. C Lucas Gutiérrez. Sargentos. < Pedro Elia.r Romero. ( Pedro Medina.