NOTICIAS BIOGRAFICAS EXMO. S*. GOBERNADOR Y CAPITAN GENERAL PROVINCIA DE SANTA FE BRIGADIER D. ESTANISLAO LOPEZ. BUENOS AIRES : IMPRENTA DEL ESTAPO, CALLE DE LA BIBLIOTECA. 1830.\ NOTICIAS BIOGRAFICAS. £1 mismo motivo, que tuvimos para escri- bir la vida del Exmo. Sr. D. Juan Manuel Rosas, nos decide á hablar de su ilustre amigo, el gobernador actual de Santa Fé, que fué también el blanco de las calumnias durante el último periodo de nuestras disen- siones domésticas. Los enemigos del orden, que con razón lo miraban como el mayor estorbo á sus planes liberticidas, nada omi- tieron de lo que podia ofuscar su mérito; y cuanto mayores eran sus títulos ala benevo- lencia publica, tanto mas violentos los ata- ques para aniquilarlos. Pero doce años de una administración integra y paternal en la época mas agitada de la república, acreditan Ja rectitud de sus intenciones; y lo que añadeá los elogios de tan estimable ciudadano, es que sus prendas son mas bien el fruto espon- táneo de una naturaleza privilegiada, que el resultado de una brillante educación. La inmatura pérdida del padre lo colocó bajo la tutela de su madre; y esta matrona, res- petable por su piedad, guiólos primeros pasos de su hijo, inspirándole esa profunda vene- ración hacia la religión y las buenas costum- bres, que constituye el carácter distintivo del Señor López. Arbitro de su destino, cuando las pasiones fermentan con mas ímpetu en el corazón de un joven, abrazó la carrera de las armas,—la única que, por las trabas que oponía el gobierno metropolitano á los progresos de !a juventud, presentaba .alguna probabilidad de buen éxito. Desde la primera invasión de los ingleses en estos parages, un vivo entusiasmo se des- pertó en todas las clases, y los hijos de las familias principales figuraban en los cuer- pos que defendieron al país con tanta valen- tía. £1 Sr. López, aui^gue lejos del teatro de tan gloriosos acontecimientos, se dejó arrastrar |lor este noble ejemplos y por su habilí Jad y su buena corti portación, se hizo acreedor á la confianza de tod«os sus gefes, que, descubriendo tinta madurez en un jó*- vén de catorce años, encargaron át correr con la lista de la compañía. Destinado á la girarla dé on pueblo de Misiones-, fué "él "móflelo de sus 'compañeros; y cuando la jnifta de Buenos Aires dispuso que de las milicias de Santa Vé se 'formase un cuerpo de blandengüez, la ejecución de este decreto hubiera provocado tina insurrec- ción, si el^r. López no hubiese sid% el pri«- mero en alistarse. íCbn «s*e ;*CcrifitíS$ previno jift^etb de insubordinación íque^por* las cir- cunstancias del país, hubiera acarreado los mayores desastres. v^>^iK^ utf ebrt >up Una parte de'estas fuerzas debia incorpo- rarse al ejército espedicionario del'Raragaay, al mando del general Belgrano, 'eon el doble objeto de sustraer á esta provincia »del influjo español, y de aumentar los rfifcnrso» 'para emprender el sitio de Moafevkfeea» ^ .18 136 Sea exceso de confianza, ó falta de datos positivos sobre las guarniciones del Paraguay, los preparativos para esta empresa ni fueron proporcionados á su importancia, ni al ene- migo que se tenia que combatir. £1 contin- gente de Santa Fé consistía en cien hombres, entresacados en gran parte de las milicias» £1 Sr. López tan distante estuvo de reusarse á este servicio estraordinario, que solicitó como un favor de marchar con la división del general Machain, la primera que pisó el territorio del Paraguay; y en la acción, dada poco después en Piracuarí, hizo tales prodigios de valor, que mereció se le con- firiesen otros grados. Ni fué menos su bi- zarría en la batalla de Tacuarí, tan funesta á nuestras armas, en que el general Machain, que mandaba el flanco derecho, fué arro- llado y hecho prisionero por un cuerpo de 3,400 hombres. Este contráete decidió de la suerte de la expedición del ilustre Pefgrario, quien evacuó el Paraguay á virtud de una capitulación. El Sr. Lopes, llevado prisionero k la Con* 7 cepcion, y enviado después á Montevideo, fué detenido mas de siete meses á bordo de la fragata española La Flora. Cansado de su largo cautiverio, y aprovechando el des- cuido de las guardias, se arrojó impávida- mente al río, atravesó á nado una distancia considerable, y fué á ponerse bajo la protec- ción del general Rondeau. Permaneció en sus filas mientras creyó que sus servicios podían serle de alguna utilidad ; pero ha- biéndose levantado el sitio, pidió pasaportes pata él y sus compatriotas, y todos regresa- ron á sus hogares. La flota española no tardó en bloquear el Paraná; y el Sr. López, que se hallaba en el Rosario, punto mas espuesto é importante, lo defendió con su acostumbrado valor. Esta hazaña le obtuvo el grado de oficial, con que asistió momentáneamente al segundo sitio de Montevideo; sin que le cupiese presenciar su rendición, por haber tenido que retirarse con el contingente de la provincia de Santa Fé, amagada por las tribus fronterizas. Confiaron al Sr. López, el mando de qq8 fuerte, en que pasó ocho meses en una es- pecie de deportación. Salió en fin para ser envuelto en la derrota del coronel Holem- berg, en el EspiniLlo, donde cayó prisionero de Artigas, por aquella fatalidad que lo hacia víctima de las faltas ó desgracias age- nas. Devuelto k la libertad, desempeñó varias comisiones, hasta que, por orden del gobernador Candioti, se incorporó á la espe- dicion del coronel Latorre contra los in- dios. Santa Fé, que siempre había estado es- puesta á sus incursiones, salió de una posición tan degradante. El Sr. López, que tiene la gloria de haber consolidado la indepen- dencia de su tierra natal, debe considerarse también como uno de sus principales fun- dadores; y mientras presida los destinos de aquella provincia, no hay quien se lisongée avasallarla. Sus enemigos, infatigables en sus tentativas, nunoa pudieron conseguirlo. Los santafecinos no se doblegan fácilmente al yugo que se les quiera imponer ; y cual- quiera que lo intentase los veria luego le- 9 vantarse en masa á defender sus derechos. Asi sucedió en 1815, cuando el general Al- varez envió un ejército para someterlos á la autoridad central de Buenos Aires. El gefede aquella espedicion, obrando de conformidad con las instrucciones de su gobierno, empezó protestando que no tomaría parte en los asuntos domésticos del país; y esto bastó á cautivarle el aprecio de los habitantes. Pero desde que, olvidando sus declaraciones, quiso intervenir en el nombramiento del nuevo gobernador, tuvo que luchar con todo un pueblo, irritado por tan incoherentes proce- deres. El Sr. López se mostró entonces uno de los mas fervorosos defensores de las prero- gativas municipales del país. Confundido en las filas de sus compatriotas, peleó succe- sivamente contra los dos ejércitos que inva- dieron á aquella provincia. La victoria se declaró en favor de los santafecinos que, ha- biendo sido testigosdel denuedo del Sr. López, por aclamación lo nombraron teniente coro- nel y comandante de armas, oponiéndose á la voluntad de sus gefes, que reservaban aquel destino para uno de sus protegidos. 210 Este favor popular, que por primera vez se manifestaba de un modo tan lisongero, nunca le abandonó después, hasta franquearle el paso á la primera magistratura de la pro- vincia. El voto libre de sus conciudadanos lo llamó en 1818 á estas altas funciones ; y por mayor que haya sido su empeño en volver á la vida privada jamas pudo lograrlo. En su mérito, en sus eminentes servicios, todos ha- llan una garantía de seguridad y de orden. Efectivamente, desde que se puso al frente de los negocios, casi no ha habido año en que no haya triunfado de los repetidos ata- ques del partido, que bajo el pretesto de organizar á la República, solo pensaba do- minar á las provincias hermanas. La de Santa Fé, por ser la mas próxima á la ca- pital, siempre fué la primera que levantó la voz contra estas usurpaciones. Depositario de los derechos de sus conciudadanos, el Sr. López nunca pudo resolverse á sacrificarlos á los proyectos insensatos de unos pocos am- biciosos: y esta resistencia legítima, calificada por acto de insubordinación, lo espuso ai 11 resentimiento de aquellos, cuyas aspiraciones contrariaba. Firme en su propósito, jamás se dejó ame- drentar de ios clamores y de las asechanzas de sus antagonistas ; y nadie puede vana- gloriarse de haberle arrancado por la fuerza la menor concesión. Los demás rasgos característicos del Sr. López son: constancia en sus principios, y fidelidad en sus compromisos. No es transfuga de ningún partido ; siempre perteneció á la buena causa, que sostuvo con habilidad en las negociaciones, y con valor estraordinario en los combates. Casi siempre salió airoso de sus empresas ; y no por efecto del acaso, sino por el resultado necesario de su previ- sión en el curso probable de los acaecimientos* Podría aun decirse, que de las infinitas acciones mandadas por él, ninguna le fue desfavorable; puesto que la pérdida de la jornada de Pavón, la única que se le malogró, debe atribuirse ano haber podido desplegar todas sus fuerzas, con las cuales triunfó des- pués completamente en el Gamonal. Un ejemplo mas memorable de sus talentosmilitares es la guerra que sostuvo contra Ra- mírez que, no satisfecho de tiranizar á la provincia de Entre-Rios, intentaba oprimir á las limítrofes. Educado en la escuela del desorden, había adquirido ese carácter feroz, que mas bien corresponde á un gefe de ban- didos, que al primer magistrado de una República. Los pueblos que gemían bajo su yugo, y aquellos cuyo reposo y honor insidiaba, lo miraban con igual recelo. Atraído por los inmensos caudales que en- cerraba entonces esta provincia, y sin la menor idea de la santidad de los tratados, se preparaba á violar aquel que se celebró en 24 de Noviembre de 1820, para terminar la guerra ominosa que por mas de un año sostuvo Buenos Aires. El gobernador López, que había garantido estas transaciones, se opuso á las miras de Ramírez que, lejos de desistir, tomaba todas las medidas para realizar su plan. No tarda- ron en romperse las hostilidades. Los indios, acaudillados por D. José Miguel Carreras, penetraron los primeros en la provincia, por la parte del Salto ; mientras Ramírez ame- 13 nazaba á Santa Fé, que fiel k sus trata* dos, se había separada de este pérfido aliado, para abrazar generosamente la causa de Buenos Aires. Ya una de sus divisiones ha- bía aumentado las fuerzas de La Madrid sobre el Arroyo del Medio: otro cuerpo recorría los parages inmediatos, desde las lomas de Coronda hasta el Carcarañal, con el objeto de impedir la unión de Carreras y Ramirez ; mientras que la escuadra de Bue- nos Aires, compuesta de tres bergantines, una goleta, un cúter y cuatro lanchones, se inter- naba en el Paraná, para oponerse al desem- barque de los Entrerrianos en el territorio de Santa Fé. Estas precauciones que, á falta de cono- cimientos del verdadero plan de Ramirez, era preciso tomar para prepararle una resis- tencia por todas partes, no surtieron el efecto deseado. Por una desgracia muy comnn en esta clase de empresas, la escuadra, man- dada por el coronel mayor Zapiola, fue de- tenida por vientos contrarios en el paso de Colastine. Ramirez, que había juntado uo cuerpo numeroso en la Bajada, aprovechó este incidente para cruzar el rio, é ir á sitiar14 á Santa Fe. Su temeridad llegó hasta intimar al Gobernador la entrega de la plaza. Esta propuesta fue contestada á balazos, y el ene- migo, rechazado por un fuego vivísimo que duró sin cesar 24 horas, se rió precisado á reembarcarse con precipitación. Este mal éxito no fue bastante á desanimarlo; y con el mayor arrojo fue á atacar á La Madrid, que derroto completamente. Nada pinta mejor la entereza del Sr. López, que su serenidad al recibir este anuncio. Estoy á tres leguas del Supremo (1), escribía al otro dia de esta acción, y marcho con ánimo de batirlo y escarmentarlo en este mismo dia, si fuese posible. (2) Es preciso estar en los pormenores de la situación respectiva de los dos ejércitos, para medir toda la magnanimidad de esta deter- minación. La caida del gobierno dictatorial había conmovido profundamente 9 Buenos Aires, por ser el centro de ese movimiento que se propagó á todos los pueblos del interior. (1) Apodo con que *e designaba 4 Ramir'Z, (S) Oficio al goberaader do Buenoi Aira* t fecha 25 de May* da 1881. 15 Los desastres del año 20, consecuencia inme- diata de este primer trastorno, completaron su ruina y agotaron sus reeursos. Asi es que cuando Ramírez, por un rasgo de la mas negra perfidia, la amenazaba con otra inva- sión, el gobierno tuvo que hacer el mayor esfuerzo para oponerle alguna resistencia. El ejército, puesto á las órdenes del coro- nel D. Gregorio Araoz de La Madrid, se componía de 2,000 hombres, que no era tan fácil reemplazar : sus reveses no solo com- prometían la suerte de Buenos Aires, eme también la de las demás provincias aliada*». Córdoba abrigaba en su sene á un enemiga» no menos temible,—á Carreras, que obraba en combinación con Ramírez: este, que fio _ ignoraba lo crítiee de nuestra situación ¿Les** pues de la batalla del 24 de Mayo, se creia ya arbitro de nuestro destino; y es preciso confesar que todas las probabilidades estaban en su favor: porque desanimado el pueblo por esta noticia, nunce podía figúrame que el Sr. López, cuyas fuerzas apénas ascendían á 600 hombres, hubiese pedido reparar esta brecha. Asi es que nada es compara ble 4 ]*16 sorpresa que produjo la llegada del es preso, enviado por el gobernador de esta provincia en campaña, á anunciar que al ponerse el sol del dia 26, el Sr. Gobernador de Santa Fe habia obtenido un triunfo completo sobre Ramírez ; y que lo hacia perseguir en el camino de Córdoba, a donde se habia di- rijido para reunirse á Carreras, que se hallaba acampado en el Corral del Maestro. Pero, por mas que hiciese, no pudo sus- traerse de su justo y merecido castigo. Es- trechado, el 10 de Julio, en San Francisco cerca del Rio Seco, por las fuerzas combi- nadas de Santa Fé y Córdoba, fué desecho por una división de santafecinos al mando del valiente y virtuoso comandante D. Juan Luis Orrego, y su cabeza paseada en triunfo en la punta de una lanza» El trágico fin de este caudillo fue cele- brado en toda la República con las mayores demostraciones de júbilo, y con especialidad en las provincias que mas tenían que recelar su ambición. Después de esta tormenta, gozó el país al- gunos años de calma : pero las resoluciones 17 imprudente* del Congreso, lejos de amalga- mar los partidos, los separaron aun mas. La mayoria de las provincias revocó los poderes de sus diputados, y no quisó admitir la cons- titución que hibian sancionado. Este cisma, entre los miembros de la misma familia, derribó la autoridad nacional que el Con- greso habia creado, traspalando los límites que le fueron prescriptos. Fué menester so- meterse á la voluntad de los pueblos, tan alta y enérgicamente pronunciada. La provincia de Santa Fé, que habia con- tribuido mas que ninguna á establecer este nuevo orden de cosas, fué destinada á recibir en su seno á la Convención Nacional. El mayor obstáculo para sus tareas era la guerra en que se hallaba empeñada la Re- pública con el Brasil: mientras no se llegase a apagarla, debia renunciarse á la esperanza de organizar al país ; y lo único que podia hacerse era prepararlo para recibir la nueva constitución. El gobernador de Buenos Aires, encar- gado por el voto unánime de las provincias de llevar adelante las hostilidades, habia su- 318 bido al mando en los momentos mas apurados. El triunfa de Ituzaingó, aunque tan glo- rioso para nuestras armas, no tuvo ningún buen resultado; la cooperación de la escua- dra, el arrojo de nuestros marinos, y el terror que el solo nombre de nuestro almirante Brown infundía al enemigo, no bastaban á alejarlo de nuestras costas, y el pabellón bra- silero tremolaba impávidamente hasta en los puertos de la República. La penuria del erario, la estagnación del comercio, la mi- seria y las privaciones que afligían al pue- blo, reclamaban imperiosamente el término de una lucha, que después de haber minado nuestro crédito, amenazaba arrebatarnos hasta los medios de restablecerlo. El Sr. Dorrego, con una sagacidad que aun no ha sido suficientemente valorada, se decidió á dar otro carácter á la guerra, ha- ciendo proclamar la libertad en las Misiones Portuguesas, para conmover el imperio con el choque de las opiniones, mas bien que con Ta fuerza de las bayonetas. Confió esta importante misión á su aliado el Sr. Gobernador López, que al ponerse al 19 frente del ejército del Norte, emitió una pro- clama, en que manifestaba abiertamente las miras del gobierno de Buenos Aires. " No marcho para humillaros ó envileceros, (decia á los habitantes deaquella provincia) el objeto que me conduce es protegeros, y reduciros al goce de vuestros imprescriptibles dere- chos." Esta invasión que, por los males que podia acarrear al Brasil, intimidó al gabinete de San Cristoval y lo decidió tal vez á acelerar la paz, no costó grandes sacrificios al tesoro de Buenos Aires; porque el Sr. López obro mas b«en con el influjo que tenia sobre los habitantes de su provincia, que con los auxi- lios pecuniarios que le fueron prometidos. Después de celebrada la paz, los vínculos de fraternidad, que tantos sucesos infaustos habían destrozado , empezaban á restable- cerse : la reconciliación de los pueblos alla- naba el camino á su regeneración. Pocos años de orden y tranquilidad hubieran dado su antiguo lustro á la nación argentina, colocándola entre las mas poderosas del mundo: todo iba á medida de nuestros deseos,cuando el mas negro complot, fraguado en las propias filas del ejército, la hun- dió en la desolación y en el luto. Los amotinados asestaron sus primeros tiros con- tra el benemérito magistrado, que acababa de firmar una paz tan honrosa; y con las manos aun teñidas en la sangre de tan ilustre víc- tima, osaron solicitar la alianza de las de- más provincias. (3) £1 gobernador de Santa Fe, soltando el freno á su indignación, contesto reprochando al gobierno intrusólos excesos de que se habia hecho culpable, la deposición y muerte de Dorrego, y exigiéndole una pronta y solemne retractación de los insultos vertidos contra ^anta Fé, en el famoso manifiesto del 5 de Diciembre. Fstas acriminaciones no recibieron mas contestación que la invasión de la provincia, y las mas virulentas diatribas contra la per- sona dél que la presidia. El Sr. López despreció estos ultrajes , y se puso en apti- tud de escarmentar á sus enemigos. Nom- (S> El oficio, que el gobierno intruso He Bueno» Air-i rtiri|ió al fob-riinflor López, fue escrito el 13 da Diciembre. |l| Q|| Ulltl coincidencia HJ 21 brado por la Convenció* generalísimo de todas las fuerzas de la república, sin aguardar los refuerzo? de las provincias, reunió sus tropas, y segundado por su grande amigo D. Juan Manuel Rosas, entra en la jurisdicción de Bu» nos Aires, y en el Puente de Márquez abatió de un golpe las cabezas de la hidra. En aquel dia memorable, de cuyo triunfo solo el orgullo humillado pudo disconvenir, el Sr. López se mostró gran gene; al y soldado esforzado. Después de haber dado todas las disposiciones para asegurar la victoria, se arrojó entre los combatientes y los estimulo con su voz, y su coraje. Nada prueba mejor la importancia de esta batalla, que los felices acontecimientos que preparó en la provin- cia de Buenos Aires. Librada del yugo de la opresión, volvió á levantar sus instituc o* nes, y proclamó el imperio de las leyes. Su primer acto fué jurar utia eterna amistad al ILÜSTRK VENCEDOR DEL Pl/ENTE DE MAIW ftUEZ. El Sr. López está aun en su virilidad. Sus modales son sencillos, sus costumbres fMorigeradas, su conducta irreprensible. Sin22 recelo y sin remordimientos, vive confiada- mente en medio de su pueblo, como un padre en el seno de su familia. La provincia de Santa-Fé, bajo los auspi- cios de tan hábil administrador, ha alcan- zado un grado de prosperidad, que los demás pueblos envidian: y sin embargo, por su po- sición, tuvo mas que luchar contra los per- turbadores del orden público. No brilla por la magnificencia de sus es- tablecimientos, ni por la variedad de sus instituciones, porque aun no llego el tiempo de emprender grandes obras : pero nada le falta de lo que constituye el bienestar de un pueblo : orden, cómodo y sosiego para todos. Defraudada del rice comercio del Paraguay, de que era el emporcó, Santa Fé se habría visto en las mayores angustias, sin el impulso dado por el Sr. López á los trabajos agríco- las, que siempre le merecieron una particu- lar protección. Aun hizo mas:—animóásus conciudadanos con los importantes resultados que obtuvo de esta clase de industria, á la que consagra los pocos instantes, arrebatados á los grandes cuidados que le rodean; y 23 como Cincinato, no se cree deshonrado de alternar con sus labradores. Uno de los mayores beneficios hechos á su provincia es haberla puesto al cubierto de los indios, que en lugar de asolarla con sus incursiones, to- man las armas para aumentar el número de sus combatientes. Ahora todos ellos viven bajo la obediencia del gobierno ; mante- niéndose con la venta de sus tegidos, y con el producto de sus trabajos agrícolas. Los santafecinos, de quienes es mas bien compañero que gefe, no desconocen cuanto deben al Sr, López, y nunca le permitieron satisfacer la única ambición que abriga en su corazón; la de bajar del mando para disfrutar las dulzuras de la vida privada.- 0¿ OH" iC bfiiiíisf onp (soil)ní k>1 »b oh(>u''n:j ir. <*» i ,-i fíiif»ffi..i -oí e»víioír¡7fJ5iii it/« neo t.'.-fr.U.'- ■ ic-gñl r.n f/dviT auffs éoboi snot'L hoiímÍmoa "iiti '9tnr.ii: ? o/nairiegIsb «fniioi bocio fil c*féd tioo r8uí>i§9j gua sb r.)a»f £l uoo o^ohnsirt .í-*íoo2-T^fi -u^c^ü n íi s sb oíoobaHi (a •■^i-íj- Lli. '; .•._ • 'i? ft'' . ., " flólu I; I;.:.- f\I oJíikí o c.eoon&.K'ib on .olés 3u'd ¿"ion-fian ooioiímnoq o: fiont/n v tso<«.'-d »ie f¿; rc: ' ' j:i 5'- 100 .fcbfiyha ¿Liv i.! oh :.Biuj;Íjjb