BORRONES T VERDADES K3 OBRE LAS ELECCIONES. — } V ^ uando veía empeñosas sudar las prensas: cuan- * l>e advertido atropellarse comunicados ardientes eu 'os periódicos de. estos últimos dias: y cuan- ^° pn I03 artículos editoriales admiraba el mayor ardor en tratar sobre la elección del futuro presi- dente; materia de la mayor importancia para la ^nservacion de nuestra independencia y sistema, c°nfieso se llenaba mi alma de gozo al creer que *°s escritores de mi patria trataban de ilustrar las 'egis!aturas para su mayor acierto. Pero cuando "L'garon á mis manos los artículos editoriales de 'a águila que defienden con tesón, que el mas dig- 110 de ejercer el empico de presidente, y el único '"as ú propósito en quien recaiga la elección de la limera silla del Anábuac, es el actual Escmo. ministro de guerra, no puedo menos sino con- Venccr!nc, que á los escritores que sobre la mate. íla ñan apurado sus plumas, no les mueve el sa- 110 Ib del bien de la patria, sino que por su interés Personal, ó por ser paniaguados del citado Escmc, ministro, tratan de alucinar á las legislaturas- c°nque el voto general de la nación es este. No» Wres de la patria, vivid entendidos de que los pe- ndióos no .hacen la opinión general de los pue- ^°s; basta solo el que sus editores sean de una °P!nion, ó un escritorcillo pagado ó adulador esté p°r ella, para que repita el solo comunicados, ba- 1° de distintos nombres, y se atrepellan artículo-? editoriales une con otro, disfrazados con distin- tos lemas para alucinar al público de que hay mu- chos hombres que piensan como ellos, no siendo Verdaderamentc mas de un solo tinterillo el que Quiere dar valor á su opinión. 1 ara proceder en materia tan delicada como es votar ú un ciudadano en cuyas manos se ponga ^ deposite la felicidad ó desdicha de tenia una na 'on> no es suficiente rumores vagos estampados eQ las prensas, el mejor modo és el conocimien- to Intuitivo de la persona á quien se le dé semejan- to cargo, y jla comparación de sus virtudes ó pro- cedimientos anteriores de su vida pública, ya que no pueden adquirirse los de la privada, con la» virtudes que el empleo demande para su mejor desempeño. De esta regla proviene que el aspirante no será bueno para ponerlo á la cabeza de una nación, que al falso de carácter en sus opiniones no se le puede fiar un gobierno, y que el que no esiá convencido en su interior de la justicia del go- bierno de aquella nación que lo pone á su cabe- za, es inepto para mandarla, pues despreciará sus leyes, hollará sus constituciones, y hará que su- fran sus habitantes el grave peso del despotismo. Señores editores del Aguila, decidme; ¿no es cierto que el Sr. Gómez Pedraza persiguió con terquedad después de su venida de la Penínsu- la á los patriotas que peleaban per la libertad de la América] ¿No es cierto que se mantuvo perti- nazmente derramando sangre americana por de- fender al tii-ano gobierno español, basta que ya vio la independencia hecha por el Sr. Iturbide! ¿No lo es igualmente que desde entonces fue uno de sus mayores adoradores, de sus mas tenaces secuaces, hasta llegar á conseguir ser el último ca- pitán general de México nombrado por él? ¿No es evidente, público y notorio que estando el ejército libertador á las orillas de México, sabedor de que el partido escocés por su preponderancia habia li- bertado á esta América de los grillos que con dis- tinta mano se trataban nuevamente imponerle se agregó á este rito? ¿Vds. mismos no asientan que sin temor á sus juramentos sin delicadeza, en su opinión y sin constancia en su modo de pensar, siendo uno de los que poseia sus grados mayores repentinamente se pasó á sus contrarios los yor- kiuos, únicamente porque advertía que iba en au- mento la propagación de este rito? ¡No es un hecho que ahora por no poder salir á presidente ha bol- teado casaca defendiéndolo el periódico solar, co- nocido y tachado por vds. mismos de escocés yagachupinado? Y ahora pregunto yo á los hombres de juicio y de criterio ¿estos hechos innegables prueban en un hombre la3 virtudes cívicas que se necesitan para estar á la cabeza de nuestra re- pública, ó demuestran un aspirantismo insacia- ble para ponerse á presidirla? ¿Con un sugeto tan faito de carácter, que según las circunstancias que le son favorables á su individuo muda tan luego ó brevemente de opinión, estaremos seguros pues- to á la cabeza de la nación] ¿Qué le podrá contener para labrar su perpetua fortuna sobre la ruina de nosotros? La constitución no, pues él mismo con desprecio ha asentado en las cámaras no ser mas que unos pliegos de papel. No me olvidaba, señores aguilenos, de las fala- cias conque vds. quieren defender á este Sr. Escmo. ministro para colocarlo en la silla primera de nues- tra república. Voy á contestarles. Dicen vds. que si se pasó al rito de York fué porque en el escoces veía se trataban cosas contra nuestra independen- cia: qué fácil és, caballeros, el mentir; pero qué di- fícil es el probar la mentira, yo digo á vdj. que el Escmo, Sr. Gómez Pedraza llegó hasta los últimos grados de escocés, y por consiguiente sabia los tra- bajos desde la logia mas ínfima de éstos, hasta la cámara mas alta, y si acaso en alguno de ellos ad- virtió alguna cosa contra la pátria, ó que se traba- jaba para destruir nuestro sistema federal; ¿por qué no dice cuando se pasó á York en qué casas se co- metían estos escesos, qué sugetos eran los con- currentes á ellas, y qué clase de conspiraciones se transaban? ¿Luego ó es falsa la casual ó defen- sa de vds., ó el Escmo. Sr. Gómez Pedraza come- tió un crimen de lesa nación, no denunciándolos según ordenanza, sin que siquiera le pudiese que- dar el triste efugio de la ignorancia, pues como mi- litar tan rígido no puede ignorar el capítulo de és- ta? Conque ¿por qué se pasaría, por las razones que vds. asientan ó por un aspirantismo personal? Asientan también que á este Escmo. Sr. ,se le deben las prisiones de los generales Ncgrete y Echávarri. ¡Oh anteojo de la preocupación, has- ta donde llegan Tus efectos, hasta confundir el mis- mo objeto que quiere aclarar! Cuando á este Escmo. Sr. ministro le fué ecsígida la responsabili- dad en el senado por la prisión de los citados gene- rales, él mismo confesó y defendió que no habia tenido parte alguna en su prisior, que él no habia hecho otra cosa sino prestar los ausuios al poder ju- dicial, que le habia pedido el comandante general Mora, y vosotros en vuestros periódicos defendis- teis esto mismo/y ahora no solo queréis hacer re» y efectiva una acción negada por la parte mi*ina> y en contra de vuestra opinión vertida entonces, no elevarla al grado de meritoria. Esto sí es jug*1, al juego de la correa, y querer engañar bobos, J poner cocos con espantajos á los ojos de los bu10' bres políticos como si fueran muchachos. Pero supongamos, sin conceder de ninguna ma' ñera, que hubiera sido el autor de estas prisiones. ¿Qué resultó de ellas? El que esos generales juz* gados en el crisol judicial de un consejo de guen J> después de practicadas esquisitar diligencias ¡*o& averiguar sus acusaciones, los declarasen libres, pues está bonito el mérito. No es menor la pasión y temeridad conque qwe' ren vds. el que se deba al Éscmo. Sr. ministro ac- tual de la guerra el haberse cortado los efectos del plan de Mantaño, ó salida del Sr. Bravo; mas corno esto no lo dicen mas que magistralmente sin apo- yarse en razón alguna, no se les puede contestar o convencer, mas de por razones de congruencia: ¿qué hizo el Escmo. Sr. Pedraza entonces para Ü* bertar la pátria del mal que le amenazaba, sino úni- camente poner una división al mando del Escmo. Sr. Guerrero para que fuese á contener y atajar los desórdenes? Yo no vi que tornase alguna otra providencia pública que hubiese hecho acreedor su nombre en los fastos de la historia. El Escnio- Sr. Guerrero marchó, se puso á la frente del par' tido contrario, no descansando hasta prender al vi- ce-presidente en Tulanzingo, siendo bastante pú* blico y notorio que la estrechez del tiempo que me* dió de cuando se presentó al Sr. Bravo en Tulan- zingo, al de en que se verificó su prisión, no pudo haberle dado tiempo al Escmo. Sr. Guerrero áque consultase sus operaciones con el Escmo. Sr. m'- nistro de la guerra; luego si este torvellino cesó, st la, pátria volvió á respirar el aire dulce y tranqui- lo de la paz, no se le debió á los desvelos del bu- fete del ministro de la guerra, que tranquilo des- cansaba en el seno de su familia, sino á los conti- nuos afanes y desvelos que el general Guerrero sufrió en campo razo, enmedio de las intemperie8 de los tiempos. El otro fundamento en que se apoyan los señores Aguilenos para querer sacar á todo trance de pre- sidente al Escmo. Sr. ministro de la guerra, es fun- dado en que un presidente debe tener las cualida- des de urbanidad y política para tratar con las na- ciones estrangeras, y contestar los parangones los enviados de éstas : entremos, señorea míos, ra-CKmalmente en materia. Lo primero que la fama del Sr. Pedraza, adquirida y fundada con el trato P&Bfieo que ha tenido en los empleos que ha servi- do, es contradictoria á estas virtudes, en ellos no ha mostrado mas de un genio fuerte y ca orichudo; ° iciales de toda graduación se quejan públicamen- te de haber sido tratados por el ministro de la guer- ra) peor que unos cocheros; señoras viudas infeli- Ces> dignas de compasión por todos la los, las he- toos visto salir del ministerio bañadas en lágrimas, P01' los desaires y falta de educación conque las ta recibido: combioues de cuerpos respetables, que ü0 han tenido otro objeto sino de cumplimentarlo y obsequiarlo en nombre de sus corporaciones, se ha 'do andando al tiempo de recibirlas, dejándolas con 'a Palabra en la boca. ¿ Y este es el urbano, y es- to es el fino, el de tuen índole, y el político 1 ¡Grande absurdo! Quisiera que me digesen ¿qué embajadas en rei- estrangeros ha desempeñado S. E.? ¿Con qué Jinetes de otras naciones se ha versado en asun- tos de estado y de política? ¿O cuales son los fun- damentos que los del Aguila tienen para aplicarle dejante bella calidad? Yo no hallo mas garantía °-e »u dicho que su propia pasión y empeño parti- Cu'ar, pues cuando se ha ofrecido algunas comisio- bes en nuestro mismo pais, de política con los es- tados, el mismo supremo gobierno no se ha valido de la»«luces de S. E., y sí lo ha hecho de las del ^3cm0. Sr. Esteva y otros. Creo desvaratado todo el coloso ó gigante de «^Pel conque los periódicos del Aguila y Sol tra- tan de alucinar á las legislaturas para la votación del futuro presidente; lo creo desvaratado sí, por toedio de razones con argumentos demostrativos, Andados en hechos públicos y notorios, y que á todos consta. No pertenezco á partido ninguno en e^ dia, pues quedé muy escarmentado al ver la fal- cad del que me pareció mas racional y justo: c°nfleso como hombre de bien que me adherí á uno 1Ue me pareció recto por sus institutos; pero tam- ben confieso que en lugar de la observancia de es- tos, no vi mas sino que se ejercía la estafa bajo el n°mbre de fraternidad; que el aspirantismo que era el que verdaderamente reinaba, se valía del buen c°razon y candor de muchos hombres para ecsal- tarse; que el nombre sagrado de LIBERTAD de ta patria, no se tenia mas de en la boca, y en el c°razon no habia ostáculo para elegir medios que ta arruinaran, con tal que estos cooperasen al en- grandecimiento de los corifeos del partido; y final- mente que el hombre verdaderamente de Lien era arruinado en sus intereses, metido en los mayores compromisos, y perdido por aquellos mismos que con ardorosas promesas le habian prometido de- fenderle. Estos prácticos conocimientos me hicieron no solo abandonarlo, sino aborrecer verdaderimente de .corazón las reuniones: tampoco aspiro á nada; soy un hombre capitalista que aunque me ha cosía- do muchos miles la independencia, me ha quedado una congrua suficiente conque vivir decentemente en el seno de mi familia, sin necesitar de nadie. Para mí lo mismo es que sea presidente el Sr Gó- mez Pedraza, que el Sr. Guerrero, ó que cuales- quiera; pero no lo es el que la pátria se pierda y la independencia perezca, y esto es lo que me La mo- vido á hacer estas indicaciones. Padres de la pátria: diputados de los congresos de los estados, en vosotros consiste la buena elec- ción del que nos rija: en vuestras manos está po- ner á la cabeza un sugeto, que haciendo se reco- nozca nuestra NACION por las otras, por sobera- na y absoluta, se cimente y consolide la gloria de la INDEPENDENCIA MEXICANA: en vues- tras manos ponemos nuestra suerte: vosotros sois los responsables á la nación y al cielo de nuestra felicidad ó desdicha: Despreciad con ánimo varo- nil y constante las asechanzas con que por medio de los periódicos se os quiere comprometer y enga- ñar: votad por vuestras conciencias al sugeto quo consideréis digno del primer puesto: escojed á éste entre los habitantes no solo de esta ciudad federal, sino entre todos los de la república, y no olvidéis que un hombre que sin principios algunos militares, y sin haber sido criado entre las bullas é intrigas de los gabinetes, el cielo le inspiró, y el amor pa- trio, el modo de levantar tropas en medio del go- bierno tiránico español, para gritar la LIBERTAD DE SU PATRIA. Que supo sostener á ésta sin caudales propios para el efecto, en medio de los temperamentos mas malos y las persecuciones mas atroces y decididas; á un hombre cuya constancia no le permitió abrazar el medio del indulto á pe- sar de aquellos calamitosos tiempos: á aquel que si no se hubiese unido á los principios con el caudi- llo de vuestra libertad, Itürbide, la independencia ó no se hubierá hecho, ó hubiera tardados* mucho mas tiempo para efectuarse, á costa de raudales de sangre que se hubiesen Vertido en vuestro suelo! á aquel que viendo que el despotismo volvía á que- rer entronizarse entre nosotros miemos, supo alan»donar ira crtsa, eojer las armas, batirse con con - tancia, y cantar por último las victorias republiciv- 1U3 ele !a Am6rica, á costa de las heridas de cuerpo: á aquel que sin embargo de no haber teni- do una educación escolástica en colegios, supo con síts providencias y modo, atajar el cáncer que iba royendo á la i epúbüca en los estados de A eracrwx, Puebla y Oaxaca: á aquel que desempeñando éqfi esac'itnd sus comisiones desterró la niebla con qtíé el horizonte se nos oscurecía cuando el plan t'e Montano: á aquel que conteniendo los desórdy¡¡< fe de los clubs privados, no abonvce á los hombres por su natalicio, y si es acérrimo enemigo del go- bierno tiránico español, y de cualesquiera otro que trate de esclavizarnos; y finalmente, á aquel á qui< i el cielo parece que conserva milagrosamente ¡tu vida para «sendo de la libertad de "la república- Comparad las virtudes cívicas y políticas de este héroe, con las de los otros sugetos en quienes ha- yáis pensado, y si las halláis que le eJcedan, vo- tatllos enhorabuena; pero si no, os hareis^aci cedo- res á las maldiciones de los habitantes de Anáhuac y responsables al Dios eterno que nos rige. Este, ente supremo que ve los corazones de lo» hombres, os dé fuerzas jwtra resistir los ataqü* que se os preparan á vuestra libertad paia sufragar, os conceda el don precioso de la fortaleza, os ilus- tre en vuestros aciertos, y os colme de todas fe- licidades, como se lo pide desde el retiro de la* cuatro paredes de su casa, su afectísimo servidor JLl Ingenuo con razón * JL & P. MÉXICO: 1828. faprenta da la tosíame n taría de Ontiveros, dirigida por el C. José Uribe y Alcalde, calle del Espíritu-Santo número 2.