8e vende m Buenos- 4.iñ s én hi Librería At&entina :jf4 ' # REVERENTE SUPLICA AL EX—REY CARLOS CUARTO PIDIENDOLE A SU HIJO ADOPTIVO EL INFANTE DON FRANCISCO DE PAULA PARA CORONARLE CIf LAS PROVINCIAS DEL RlO DE LA PLATA. Por los vasallos del mismo d. Manuel Vdgrano, y DON BERNARDINO RIFAD A VIA. IMPRESO: AfiíO DE 1&5. VI Se vende en. BueHos-Ájifts, én ta JLUreria Atgentína. REVERENTE SUPLICA JiJL EX—REY CARLOS CUARTO PIDIENDOLE A SU HIJO ADOPTIVO EL HíFAWT* DON FRANCISCO DE PAULA PARA CORONARLE «N LAS PROVINCIAS DEL RlO X>B IA PLATA. JRsr ios vasallo* d«l mismo d. Manuel Vdgrans, y DON BERNARDINO RIFAD AVI A. •«^^k* (i r^"^ ^££1" \ "'£¡1 IMPRESO: DE 1225. \i ' I.') r**.\ i f. *• -• ------■ ■ :■ i pf »< Ar; MI ifll orn ■ i > óiüDáó&Nos-MJEtfTrjrds.' - 3* Seria necesario arrancar algunas pá- jinas de la historia de la revolución para olvidar, que los heroicos esfuerzos de nttes» tras provincias por constituirse bajo trh sis- tema análogo á sos verdaderos, intereses- y deseos han sido contrariados y combo ikio* no soja de- sus antiguos opresores, sino también por algunos de aqirellos en quien candidamente habíamos confiado nues/ra-sal- vación misma. Y como nada e» tan incom- patible con el espíritu de libertad como la reserva, y el misterio, príneipsilmente cuan- do está comprometido* en el A) la felicidad de miles de jen eracio»esy por -quienes hemos renunciado nuestro sosiego, nuestros intere- ses, y aún la propia vida, üs de imperio- sa necesidad, que cada uno aparesea en aquel punto de vista que le» eofwea su desicion y patriotismo* siendo este el verdadero baró- metro donde se íes clasifique para obtened públicos destinos. Animado de estos í neón tes Cables príii-* ripios no» hemos podido rodiio» que quedar paralizados al leer el número 211 del Ar- gos de Buenos— Ayres queriendo sorprender y preparar la opinión, presentandoá direcciones ha bia-» «ios hecho pnodijios* y eidoíaoronados de triun- fos inmancesiWe*., iiwGoé felsa, sacrilega» y traid.Qramen.te íwios.tro nombre ante el imbé- cil Carlos coarto, según aparece del do- cumento que signe, ü»te jamas prodrá ser clasificado de apócrifo,¡puesto que en nues- tras manas se haiia M «ryinal mismo, escri- to todo de la Jetea ¿tei general Belgrano y Armado p«r Biv^dajbia y niquei—^Siendo .• sfui •f voni nncfjibitts v (Sonarrado* *Mia ¿tío :«.•'•; •.•>.;] •/ i/ !»»* no ' ''fíii c.(.< tu S;> l"> >:o 19a ofj'juq ofoa - uftor í-> *»tn~t£j;. ■ a inioa . » sonun aofíoi na» Kiboi^b Bui'jiwupb» r;í aJü^-nlsq.a oautiiú Jo ti•*> altad ubi/ n4 sb s*i _F0N Manuel Velgrano y 1>. Bernardtno Rivadavia, vasallos de V. M., y Diputados pleni- potenciarios del Gobierno de las provincias del Rio de la Plata, ocurren llenos de confianza y respeto, á vuestra augusta y paternal protección, para alcanzar de ella el remedio que los* pueblos, á quienes representan, reclaman con tanta urjen- cia como justicia: e*pondrán con la brevedad po- sible los hechos y circustancías que impulsaron la erección de un gobierno eU la Capital de Bue- hos-Ajres, independiente del da Cádiz: ios prin- cipios sobre que fué instituido: los limites á que ha estado confinado: sus repetidos esfuerzos'por la Í>az y concialiaciati; y el actual estado de aque- los pueblos. ; I • : e í _ Mucho antes de las'épocas del año de mil ochocientos seis la correspondencia de todos los puntos de la Península, y señaladamente de Cá- diz, preparaba la expectación de todas las provin- cias de América, y aun había llegado á crear en ellas el deseo, y fijar la esperanza de una pronta revolución en la corte de V. M. Los ooruereian- 2•ies-Cy. iwerca&fitépc eéW^eos, muchas militares, bastantes rentistas, y los pocos letrados del mis- mo orijen, eran esclusivameote dueños de la cor- respondencia indicada; los que la propalaban en toda concurrencia, y trasmitían á los pueblos del interior. Aunque los ajitadores de la Metrópoli cuidaban muy poco de los respetos debidos á bus soberanos, y de que demanda la fé pública y privada: sus cof^e|ppD8afej» en América segun- daban sus intenciones con' un" vigor y eficacia que solo puede ser creible á quien hubiese conocido prácticamente el influjo de que gozaba esta clase en todos los ramos de. la administración, y prin- cipalmente en la adquisición de todos los meneste- res de la vida hasta cu el último lugar, de la .América. - »• , r..... • 7 r„rff/^f' ? Un solo hecho, de que el. ministerio de V. M. no pudo dejar de tener cabal noticia, bas- ta para llevar a] último convencimiento esta ver- dad. Entre el final de mil ochocientos cinco y principios del mjl ochocientos seis, aconteció el que por espacio de cuatro á cincp meses no lle- gase alguno de loe correos de la Coruña. Este «accidente puso á Buenos-Ay res en el riesgo mas inminente de proceder á lar. revolución de Aran- jaez; pero aunque, no llegaron los .motores á pre- cipitarse hasta ese punto, hicieron públicos sus dé- .seos y ^retenciones a todos los pueblos del vf- reynatoi de Lima, y de la presidencia de Chile. La impostura se probabilizó de todas maneras, »y se apoyó en noticias desCadiz. y Cataluña: cor- rieron libremente relaciones circustanciadas de los sucesos que se suponían acaecidos en 1a corté .de Madrid, y circulaban proclamas' que "ecsi ta- bana los mismos movimientos. La prueba deci- siva del, grado de jeneralidad á a^e llego éste -íesuienUju» no eolo se consideró en la imposibili- dad de tomar médidá alguna que refrenase, tales estravios, sino que habiendo asesora'do d.él real acuerdo del tribunal de la Audiencia, con asis- tencia de los fiscales de V. MÍ, sé hcórdó por unanimidad, que' el gobierno adoptase iína conduc- ta del todo indiferente, y que la minina s*e pres- cribiese á los Gobernadores1, subalterno'^' dV los que muchos habían consultado él 'modo de con- ducirse en tamaña crisis. ' Este fué en 'aumento hasta que un aviso de la Coruña' disipó t I'nu- blado, y patentizó la impostura. Ll Vitey, Márquez de Sobrerriónté trató entonces de cubrir, en lo posible, sus deberes, á cuyo fin comisionó al oidor D, Juan Éaf.o y Berri, para que por medio de 'una inquisición legal, descubriese los autores ele 'acuellas fal- sas nuevas y alarmas. Ni uñ soló natural de América resulió indicado en 'el proceso; y aunque se encontró con el caminó-eál que con- ducía á un cabal descubrimiento, se tuvo por mas conveniente sobreseer en la causa, con' la sola Sentencia dé confinación á un fuerte dé Patagó- nicas contra un Oriundo de Cataluña que'habrá llegado á Buenos-Ayrés. Este fué el doctor Presas* sujetó que está escandalizando, hasta el día, aque- llos pueblos, con la protección que sé le há dis- pensado y dispensa. 1 . Bien se deja entender" que tales disposiciones debieron - prpfurjdrzar' y estender cada día sus raf- ees. Pero lá reconquista de Buenós-Ayres e[ú do- ce dé Agosto dé nrnl ochocientos seis,' proporcio- nó- con tespéci'flítdád 'á los comercia'rites ' y iH'erca- deres .de dicha capital, la ocasión dé dar" él pa- so mas adelantado acia sus aspiraciones. Tal fté. 'IÜ dep csicion def virey, ?marques de Sóbre^- monfe. ' ' Si la brevedad que reclaman los respetos4 debidos á la atención de V. M. permitiese dea. cender á un análisis de loa incidentes, manejos, y principalmente de las Asambleas que precedieron al despojo de la autoridad, y encarcelación del virey nombrado, se evidenciaría que los america- ros no solo no contribuyeron á este escándalo de tanta trascendencia, sino que algunos de ellos fueron los únicos que se atrevieron á oponerse al torrente. Bien penetraba esta verdad el famoso jefe de los revoltosos D. Martin Alzaga, cuando para ponerse al frente del cabildo, y por consi- {¡luiente de la conspiración, impuso á los capitu- ¡tres completados ia condición precisa de que en el cabildo no entrase americano alguno, como se verificó; y asi fué que entonces reportaron en el todo lo que antes no habian podido recabar sino en una pequeña parte. . Consiguióse la memorable victoria del cin- co de Julio de mil ochocientos siete, y en la mis- ma barca que conducía á V. M. el parte dé ella, el cabildo precitado enviaba un proceso forjado ante ellos y dentro del círculo de sus cómplices, .contra el mismo jefe que ellos habian aclamado, y contra los que mas habian contribuido al ven- cimiento, y no les pertenecían. Aunque este cor- reo fué interceptado por el enemigo, ellos dobla- ron sus esfuerzos; pusiéronse de acuerdo con sus corresponsales de la Península, y entonces se leí vió dar mas rieuda á sus pretensiones, é intro- ducir la anarquía, basta el caso de obligar al jefe D. Santiago Linter*, y real Audiencia á apoyarse en los cuerpos militares compuestos de los hijos de aquel pais. Va en la primera Asamblea tumultuaria* mente congregada para deponer al marques de Sobremonte, un comerciante europeo, D, Antonio Piran, había gritado en medio de toda la concur* 5 rencía' "¿Qué consideraciones se debían & V. M, después que los había abandonado?,, Pero enton- ces pusieron mas en claro el alto punto hasta donde subían sus miras, y empezaron á dii íjir sus tiros, directamente contra V- M. y su ministerio, haciendo pasar, como un hecho indudable, el que la invasión de las fuerzas inglesas había sido acor- dada y pactada con V. M, y sus ministros; que la conducta de la corte tiraba á descuidarlos para asegurar sus golpes sobre ellos, y la mas noble parte de aquel vecindario. Estas alarmas marcha- ron en progresión ascendente hasta que ya se vo- ceaba libremente que no había olio remedio que el de una mutación de soberano. Estas eran las ideas con que habian logrado sorprender á las jemes del común de los pueblos de aquella parte de America; con preferencia á todos los corresponsales y dependientes del comer* ció de Cádiz, cuando llegó á Buen os-Ay res la noticia de la desgraciada y deshonorante escena de Aranjuez, y de la que sucedió en Madrid, con las órdenes de los ministros para que se jurase al príncipe de Asturias por rey de España é ludias, en virtud de renuncia hecha por V. M. á favor de dicho príncipe enmedio del tumulto de Aran- juez. AI momento los cospirantes se desemboza- ron del todo, y con su cabildo al frente, se derra- maron en todo jénero de demostraciones de triunfo^ y, se dieron prisa á privar de la libertad de decidir en asunto tan árduo al virey, y tribunal de real Audiencia. Apenas oyeron que se oponían reparo* sobre la falta de formalidades indispensables, aten* dido el código de ludias, de las órdenes parajuw ttr un nuevo soberano, y que se reflecsionaba sobre la manifiesta nulidad de la renuncia, «jando, tocando todo» sus resortps, y reuniéndose con al-- Uoiotu y tumulto el cabildo de europeos, con co- 3merciantes y mercaderes del mismo orijen, á nom- bre del pueblo, y los comandantes de los tercio* europeos, á nombre de las tropas, apercibieion j precipitaron al vi rey á que, contra el dictamen del real acuerdo, ordenase la jura mencionada; la que, en efecto, se celebró con la mayor precipi- tación en la capital, y sucesivamente en lodos los pueblos de su dependencia. Al observador mas suspicaz le hubiera pa- recido que no podia subir mas de punto el espí- ritu de vértigo y rebelión que ajilaba á aquellos empresistas; paro restaba aun mucho, y lo mas vehemente. Llega á Buenos-Ayres en Agosto de mil ochocientos ocho el oficial D. Manuel Goyc- neciae con la nombradla de diputado, ó mas pro- Íñámente de lugar-teniente de la junta de Sevi- ja, supuesta suprema de España é ludias, titulo que se abrogaron á un mismo tiempo todas las juntas de las capitales de provincia de Esparta: em- pieza este oficial con tina conducta doble y con- tradictoria á comunicar á unos los principios mas anárquicos, fomentándolos y decidiéndolos con que ae hallaba facultado para deponer todas las auto- ridades de la América del Sud, y crear en todos sus pueblos juntas bajo el mismo plan de España; á indicar á otros los principios mas despóticos, sta conducta que había ensayado, con bien fu- nesto suceso, en las islas Canarias, la repitió ea toda su su carrera hasta el Peré. Desgraciadamente D. José Manuel de Go- yeneche fué el jénio mas capan de combustionar aquel país. Cualquiera otro que hubiera tenido no respeto á la opinión, y i los vínculos harto deli- cados, que mantienen a los pueblos en de peí id co- cía y armonía, hubiera al menos desistido de &• empresa, cuando á presencia de sujetos respeta* bies; j, k> que es mas, delj mismo virey, á quien 7 principalmente habia traicionado, los comisiona- dos del gobernador y cabildo de Montevideo se hecharon en rostro su faifa de consccnencra y buena fé; pues el objeto que trnhian que era la depo- sición del virey, é institución de un» junta, habia sido promovido y] acordado con él. Pero el pro- dicho oficial, impertérrito para este jéuero de em- presas, continuó su marcha, dejando á Buenos Ayres y Montevideo en la conflagración de un volcan; j pasó á tumultuar a las ciudades de la Plata y la Paz, asesinando en aquella, con sus insultos al majistradode mas opinión 3' respeio que tenia entonces aquel vireynato, !>. Antonio Boetoi rejente de la real audiencia de Charcas. Los mis- mos desastres hubiera causado ei» el vireynato de Lima, si el jefe de él no le hubiera prevenido dándole la presidencia del Cuzco para aquietarlo. Es imposible ein fatigar la atención de V. M. detallar, como se merece, la época que cor- rió desde esta fecha hasta la instalación del go- bierno provisorio en Buenos-Ayres Aunque pu- diera bastar una consideración harto obvia y na- tural, cual es, que todos los delirios de) jacobi- nismo filosófico á que se arrojó toda ta España, debían comunicarse a la América, como de hecho sucedió: sin embargo en Buenos-Ayres y Monte- video hubo aplicaciones de aquellos fatales prin- cipios y circustaoeias que no pueden omitirse sin defraudar la luz necesaria para el con vene i mi ente y satisfacción de V. M. El Gobernador de Montevideo D. Javier Elío al frente del cabildo, y demás mercaderes europeos de aquella ciudad, con un considerable5 número de aventureros que se hablan Ido reunien- do, como por resena, en aquella plaza, pidió la deposición del virey D. Santiago Liniers: esta es-* iraordinaria demanda descubrió un secreto quehizo conocer, "por la primera vez fiaste donde rm* bia llegado el espíritu de rebelión de un complot de mercaderes, al que se habia ascito el dvno- minado Elio. El Alcalde de primer voto de Bue- jios-Ayies. D. Martin Alzaga, meses antes de saber cosa alguna de los trastornos de la corte de V. ¿VI., había pasado á Montevideo con el fri- volo pretesto ;de pasear y ver aquella ciudad; mas el objeto verdadero había sido trazar, y acordar Vil plan para aprisionar y deponer ul viiey, y colocar á Elio. No puede dejar de percibirse que esto no podia realizarse sin atacar directa- mente Jos derechos, respetos, y opinión de V. M, y su ministerio; pues no concurría el mas mínimo pretesto de .los que tuvieron para el despojo del marques de Sobremonte: asi resultó indicado en dos distintos procesos formados con motivo del motín de primero de Enero de mil ochocientos nuevo, que seguidamente se espondrá. Los acontecimientos posteriores les obliga- ron á.reformar s.u plan, y en consecuencia de ello, resulta la instancia espresada. El real tribunal de la Audiencia conoció en el asunto, y con par recer de los fiscales de V. M. declaró por infunt dados los motivos bajo los cuales se calificaba de sospechoso al virey, y por atentado la deman- da del gobernador de Montevideo, en cuya vir- tud se decretó su remoción. Pero D. Javier Elio se separó entonces de. la obediencia de todas las autoridades de la capital, y formó un gobierno inde- pendiente en una junta que fué la primera de toda la América. D. Martin Alzaga, con su nu-* meroso partido, desplegó todas, sus fuerzas, tra- bajando con la plebe y todas las clases, y en> todos los pueblos. Concertóse un plan casi jene- ral de revolución al fin de formar una junta supre- ma eu la capital, y otras subalternas cu las can pítales de provincia:, rompió, este, en Buenos-Ay« res en la mañana de primero de Enero' de míí ochocientos nueve, empegando por ocupar lá pla- za mayor y sus avenidas con los tercios de ca- talanes, gallegos, y vizcaínos: el cabildo con otros muchos europeo?» se dirijén á la fortaleza,:'y reu- nidas todas las autoridades, el virey depone el mando, y empiesase á estender la acta previa á la instalación de la junta, cuando los cuerpóf militares de patricios entran en la plaza, con solo su presencia la despejan. Los comandantes sé* presentan ante las autoridades; hacon entender* que no habria riesgo alguno de la tranquilidad pública; que ellos la garantían y que igualmente* estaban decididos á sostener el orden; no pudien- do pasar porque una porción de conspirados sin auto- ridad ni derecho alguno, quítase y pusiese, á su arbitrio,, gobiernos y jefes. Entonces el virey rea* sumió el mando, y calmó, toda la tempestad, desar- mándose de orden suya los batallones de euro- peos. Aunque el precitado plan se sofocó en la capital, y . otras provincias, no se pudo cortar ent las ciudades de la Plata y de la Paz, cuyas re- voluciones fueron bien desgraciadas y sangrientas. Estos procedimientos demuestran que la defensa que comunmente han hecho, de que sus intenciones eran robustecer el influjo de la Península, no há sido mas que una evacion que alejase el conoci- miento de su criminalidad. El cabildo dé Bue- nos-Ayres sabia muy bien que en fuerza de lo mucho que habia escrito su partido* el cabildo y Gobernador de Montevideo, y principalmente a impulsos del poder de sus coligados de Cádiz, no podía tardar una resolución ¿A qué es pues precipitarse desesperadamente, y aun contra to- das las probabilidades de la desgracia?—Pero Ib1 que mas hacs a! intento es qoe hasta aliara *• han acordado dé justificar, ni aun publicar su* procedimientos contra sus soberanos, ministros, y magistrados, Loa resultados han hecho incontestable la observación precedente acerca de las verdaderas intenciones de I03 ajitadores y sublevados. A mediados del año de mil ochocientos nueve He- & Montevideo D. Bal tazar Hidalgo de Cisne- ros como virey de Buenos-Ayres con despacho* •le. Sub-Inspector jeneral á uno de Itw primero* jefes de la sublevación, D. Javier Elio, y con anas facultades ilimitadas para premiar á los cons- pirados y castigar á los que habían sostenido las autoridades; con declaraciones honrosas & la jun- ta de Montevideo, y depresivas á Buenofe-Ayre*; y esto cuaqdo lo que principa!mente ordenaba y trataba de fijar la junta central era lo mismo que habían defendido y sostenido las tropas pa- triotas de Buenos-Ayres. El partido de europeo* alborptados celebró su segundo triunfo no solo sia moderación, mas sin decencia, ni miramiento al- guno. Los... protectores del orden y de la* autoridades se vieron insultados de varias mane- ras, y lo que mas es, amenazados, cuando le* bastaba solo quererlo para poner todas las veo- tajas á pu ladev /La conducta del virey Cisneros ««cedió* los estravios 6 impolítica de ta junta central: viéndose escoltado de las tropas sublevadas en Montevideo á Ja Colonia deí Sacramento, y d« a fuerza al torrente, y lo hacia írres-Vstíble.. El virey Cisneros ,acaba de- decidirlo- con una proclama que. representa á la. Empuña en, el momento de su entera conquista, y que iba á entregar el mando á los representantes de los puc- Híos. Pero aun, fué- necesario que, el primer jefe de las tropa» patricias- viente su vida en un peli- gro decidido, para que él, y, la parte principal de los hijos de aquel pais se resolviesen á tomar sobre sí el gobierno de su patria; convencidos de que era el único medio de cortar el trastorno y furiosa anarquía que por todas partes amenazaba. Quedau espuestos Jos hechos y circustancias que impulsaron la erección de un gobierno en la capi- tal de Buenos-A y res, independiente del de Cádiz; y aunque á esta esposieíou no se ba dado la fuerza que lo abundante del asunto suministra, por lo que se ha estimado deber sacrificar á la brevedad, los diputados se hallan- con sobrados medios de justificar plenamente cuanto en ella refieren. Ellos {>rotestau á V. M., con el respeto que dieta la ealtad y vasallaje, y con la entereza caracterís- tica de la verdad, de que nada han alegado, ni aducirán en todo el contesto de esta representa- • cionv de que no tengan documentos intachables y ¡ multiplicados. Acordado el remedio de una crisis adelan- tada hasta el último grado,, no se rompe en tu- i multo, ni se apela al engaño, sorpresa, 6 violen-,, cía,, como hasta entonces se había visto practicado . constantemente: se ocurre al primer jefe, al mis- . »•». cabildo, $ al letrado cgpfj atesoraba p¿iacipT4 ífíe'rtlé'Wl:!**ii'í*y:? este deckle oue es indispensable"; y único5 el ferftédio, el cabildo lo adopta, y el je-; fe fie confiesa convencido, protesta en aHanamien-- íS; y promete sü cooperación y áusiíio. Se con- vino eiitieloHas ¡as autoridades y comandantes militares el que se celebrase un Congreso de- la rtias' selecta y distinguida parte del pueblo; no' permitiendo la urjeueia del caso esperar a ia mo- rosa re/fijion de los diputados de las provincias, ■ Este se abrió el veinte y dos de Mayo de mil ochocientos diez bajo la protección del mismo vi rey; y ios diputadas tienen la satisfacción úe'¡ haber a'(*utadó,: su vtíto, que fué el" de la plura'M lidád, en los términos siguientes: "Que en íaim- posibilidad de conciliar la tranquilidad pública con - ,,la permanencia del Sr, virey en el mando y réji- „oien establecido, se facultase al eesmo. cabildo; ,,-para <¡ue constituyese una junta del modo mas „eof(veniente a las' ideas jenerales del pueble, y cir- ' ,sustancias actuales: en las que se depositase la ,.autoridad superior hasta la reunión de los dipu- tados de las ciudades y villas del virreynato." p . Las primeras pajinas de los documentos in> presos (Míe se acompañan darán á V; M una cabal instrucción de los principios sobre que fué esta- hlfcido el gobierno de las provincias del Rio de ! la Flata: los límites á que ha estado confinadohan fido siempre el blanco de las calumnias y acri- ; minaciones que hasta el dia asestan contra aquel gobierno, los mismo* que dieron todo el impulso - í: aquellos pueblos para formarlo, á quienes han 1 declarado, y sóstienen una guerra propiamente bár- bara, desde que conocieron no lograrían parte en tu administración; ni seguirían, como basta cntón- ees, <>•-asándose con su subsistencia: estos lími- tes, también han sido joneralmente desconocidos, como en toda revolución de que hay memoria K hesueediáój pefo es llegado:el cafeo de' filfiríos" fÚ'e mostrar losi Los diputados, Señor, que'acabam de fíro-"< testar el firníe puso con que lian de bípuir. el ca-, mino de la verdad cu esta lepre^ciiinciun, '•(*n- ficsan igualmente que én cumplir en 'esta f;*fte* eon io «pie ¿eben á V-. M., reclaa^a la-aUa,i:f.po*,i-'-' tancki del asunto, 6 imponen los respetos 'de-'' '.O-* do el mundo, é quien hade manifestarse K-^té flc-¿ gocio. no hacen en ello esfuerzo alguno''de vir'mdtf Ellos 110 necesitan del arte, ni 'de ios talentos,' srn^ dé la histeria y coii'oci'mieutos• iuti«ios de 'los fa-' Císos'y eoudoctá do m--pa''te, que poseen . cotiC l^lertittid. ' «t ' ■ 1 ' • • Los límites, pues, que ha creído el gobienfo" de-Buenos-Ayres cjuc debiau "marrar 'la- ctí>ra 8D su autoridad y d( beie?, ó mtw própianveu'e el ob-' jeto y'términos íi que han <■( i,!,"í i/'c. < ei¡st!in'te-' mente, sus esfuerzos, - los :jém.e-s- que lian- <-cididamente en-sacrificar • la felicidad de' uno, pueblos p á sus preocupaciones, ó á su interés individual» gradúa» siftmp'e sus esfuerzos .por síntomas de. aiwrquia» J no Jea conceden otra iutenciqn que .la . Le rulen-? cía al desorden y pijlaj.e.v L,oh qu« ban íurjuido» en las operaciones de J3uepos-Ayr,«s ,por tn.ii.bo, 4 por poco tiempo, jamas se lian .apartado de l<»s> principios siguientes. Primero: que áa*quiell«>s pue- blos no era adaptable otro gobierno» que el mp-> nánpiico. Segundo: que ningún príncipe estran- jero prometía la seguridad y las veÁíajp^» que hwq, déla familia de V. M. Tercero: que en caso d ai no poderse conseguir esta, que se ha tenido siem- pre por la mayor ventaja, dehia preferirse la.-in- tegridad de la monarquía, con la independencia-etv la administración interior de aquellas provincias, ñas, ó menos estensas, según pudiese conseguir de los tratados y arreglos de pacificación. Para estar penetrados del primer pi incipio no necesitaban masque un conocimiento superficial dn su pais: las costumbres y habitudes no solo tienen relación con otra especie de gobierno, sino que la, escluyen irresistiblemente: á mas. de esto la vasta extensión del territorio, y- las grandes distancian que separan la población la hace inmanejable ba- jo otro rújimen. El convencimiento del segundo) principio les era, aun mas fuerte: ellos han cono*: cilio, siempre lo que arriesgarían en. entregarse á un- principe <;ue procediendo de una nación sope-» rior eu: luces, industria, y. poder á aquellos pueblos^ como debía ser en tal caso, sofocase la naciente industria y comercio de a «'¿ffttgoblerno de'Bueno»Ayrew tiene bien de- mostrado con lae victorias de sus armas que es-' tas y otras< mechas-gestiones que biso por la paz, no eran efectos de su debilidad, ni rm nos recur- sos de su7 *temor«' EPgefteral Vigodet quetha sido el que mas ha aparado su moderación, es también el que ha piapovoio-sudo la última prueba deoltoi 'Estando Montevideo sitiado estrechamente, se.dis* pone una escuadra para' darle el último golpe» •pera al mismo tiempo que zarpa de la* rada dé ¿Buenos-A y res, el gobierno onvia unra dipjitarioa de sujetos respetables á que le hagan rer su si ta a¿ «ion á aquel jeneral, y que le reduzcan á con v e4» •ir en un tratado formado en todas sus parteo, eh el Rio Janeiro, por los ministros ante aquella«arte* de España, <é Inglaterra, y por el enviado de'>Bt*e» nos-Ayrest mas el gobernador de aquella plasta arrostra & todo, y «ella su obstinación, desrore- ciando é los diputados, desochando el tratado, y, lo que mas es. faltando 4 tas deberes de todo hombre público, revela las condiciones secretas del proyecto, y hace con ellas guerra á aquel gobierno» que las había aceptado por conocer que se dirr» fian principalmente á corsaria anarquía, y estorbar el pillaje. Es increíble una observación que ha demostrado una repetida espetitencia: que 00 baa pedido loo tropas enemigas de Buenos-Arrres un armisticio que no se los haya concedido,nm enne solo que solicitaron los de esta, fué contestado oon escarnio, y con la tentativa de una sorpresa. Buen testigo de esta verdad es uno de los represen tana- te*, qoe teniendo rendido; ante sus banderas é todo un ejército con sus jen»ales» leWnCede jenfcrosa •esto la libertad, contentándose *oe sea Jura mon- tos, y presta oídos á proposiciones del otro jene- **t «nemigo-que rtes ta banca >eá interior coa algu- nas tropas diseminadas,, de cuja moderación j buc-m na fe -se- prevaTen par» rehacer sUs tuerta* con los misinos juramentados* y filgun refuerzo de Li- rnu, y cargar sobie éi^siu ajas declaración ui í>o- letmadadu >*i ii| , *Ln «0)99)9 acia om él ra Pero á pesar ¡de tantas traiciones y despe- cho en'lc~ adopciomdc 'los medios, la Providencia Ctorona con- la victoria.los trabajos y buenas inten- ciones del-gobierno da Buenos-Ay res,, El se halla dueoo de toda Ja escuadra, guarnición, y plaza de Montevideo, y uace marchar parte de bus tropas •obrantes á elevar á un grado de fuerxa decisiva á su: ejercito del Perú, cuando recibe de su envia- do en Londres, D. Manuel de Sarrnten, la noticia de que el piinrrojcnito de. V. M. había entrado en España, y se hallaba en posesión del rey no, y se inarruya de la representación que dicho comisio- aado le habla dirijido por conducto de su primer ministro. El gobierno inmediatamente participa á les representantes de los pueblos un suceso tan importante, y con acuerdo de ellos propone por Medial de hombrea de juicio, y reputación, é. los atoa jefes helijeraptea de-Lima una suspensión de hostilidades bajo un phm de seguridad para ambas parles disidente*, y remitiéndose al resultado de una diputación que a*.mismo tiempo habia acorda- do-para la corte de- Madrid. m¡ *u, d31 jefe flnemigo jdel Perú entretiene largo iiemno con el objeto de reforzarse a con- loa nroobos prisioneros, que le tenia el ejército de Budínos-Ayres, y . al fin contesta con una carga de sorpresa, riere sin efecto; sobre una gran guar- dia I at«m»áda,: yi *noa*ea> m incendia j ima 9 candad inshrfeneadi^upe/e !q»e*<.belijpra-en Chile foA raer nos. idojoaat * >ea»ntestei en e) acto; mas negan- dose oa (ddó con ua (torrente ,dfe vituperios* La -d^»nttKSiono baba* ya embacoadose par» tocer la» *a'uj ^ uoÍ3£iüboai ..^u> -b ,¿eí. ».auu*jkib ¿b-, .J sao 1 *3 •aía en Ta corte del Brasil. En taTerf eircunsfaTi- cias arribó á Buencs-Ayres la noticia de ajue el príncipe reinante no solo no habia prestado aten- ciou á la representación del enviado Sai ratea, iM)o que aun sabiendo ta remisión de diputados y contra lo que había proclamado eu-sn circular á las Américas de veinte y siete de Mayo de ajajj ochocientos catorce habia decretado uua es- pedicion de diez mil hombres para sojuzgar • a viva fuerza las provincias del Rio de la Ha**, ?l que tatrto por esto, cuanto por los decretos que i braba diariamente contra la América, no dejaba duda de que se había decidido por el partido perturbador y hostilizante de ella. Los. dipu- tados: participan casi al mismo tiempo, desde el Janeiro, las pocas esperanzas que prometían los primeros pasos de su comisión: que la conducía y contestaciones- del encargado de negocios de España; la llegada de un oficial, comisionado por la corte de Madrid para recavar de la del Bra- sil el que rompiese su tratado con 13uen©s-Ay- res, y cooperase con la expedición que iba á sa- lir de Cádiz á debelarle; y la provisión de un «esesivo número de empleados para las provin- cias del •Rio de la Plata, todos europeos, y los roas eesecrados en aquel pais, como «jerúes-.de sus desgraciar, conrencian de que el príncipe que ocupaba el trono de España, no-tenia disposición alguna á la paz. Todo esto, señor, puso a aque- llos pueblos en el estado en que se hallan en el dia, y que ecsije el mas pronto remedio* El ejercito del -Perú que estaba ya bastan-te ajitado por la moderación que -se tema con el jeneral enemigo, y con la Suspensión ¡de hostilidades que lea -privaba d« tos laureles que ya veian «le cer- ca, se decidió á no suscribir á ajuste alguno con Eepafta, y sus jefes desplegaron la mayor aclivi-34 dad, aumentando su fuerza: la'xíapital de Rííb* lios-Ayres se conmueve con el noajor entusia-tno: el supremo director por «u edad y carácter pa- cífico se creé incapaz de mandar ea tules ci#ei».n** íaucias, y renuncia: le sucede un j*»ven »n, en siis cafés y tertulias: que tampoco i£hóra; que dicha rennnéia,; á mas de Su nulidad substancial, llevaba en la forma eh que fué trrádá ttfdás tas señal efe del eríniéo que la haüia produ- cido, y que Cori muchas mas razones 'que la de IX Juan Primero debió haberse resistido: qiie sa- be también qué para cubrir estos vicios insana- bles se violentó al Supremo Consejo de Castilla y' no se' oyó a los fiscales; y en suma, que ha presenciado que las óidenes para jurar pbr rey» ítl principé Fernando, mas informales que la mis- ma renuncia, 'no fueron obedecidas en la forma de estiro, sirio ejecutadas por la -fuerza"tumul- túa lia dé la misma facción hüe'^e ha precipita- do a la revolucioní despWd&oatlH*ado, y-aherá- 2T trata de talarte; ¿podra alguien' dVjftr *d« admt- ■ rarae de que e90 pueblo viril conserve, todaviitf urt resto de serenidad, para, dando oídos á la razón, consultar sus mas bien entendidos intere- se*, respetar su* lejítimas obligaciones, y adóp- tar, en medio de tan furiosa crisis el recurso mas legal que puede haber tomado, jamas, pueblo alguno? * • • Si, sefior; las provincias del Río dé ta Pla- ta cuando instalaron su gobierno, no'hicieron nue- vo--'reconocimiento del principie Fernando, sino que continuaron en el que se tenia hecho; por 1 qrJ8 siendo este nominai, y estando la Inglater- ra, y deipas naciones déla alianza contraía Fran- cia empeñadas, por sus propios intereses, en sos- . tener el nombre de rey en dicho príncipe, como el medio mas poderoso de promover la revolución de la peninsulá, y enaltar su entusiasmo; no era necesario, ñi menos piudeure entrar en una ma- teiia, que no promovía, por entonces, mas que dificultades, y mayores perjuicios á la tranquili- dad é interses de aquel pais¿ El gobierno de de este creyó igualmente que sin comprometer sus lej: timos derecho?8» debía esplorar el ánimoy disposiciones del referido príncipe antes de tra- tar de su lejttimidad para proceder con mayor acierto y razón: a este efecto fué la representa- ción citada del enviado D. Manuel de Snrratea y la primera 'Comisión de los diputados que re- presentan. Pero instruidos aquellos pueblos del animo y conducta del nominado príncipe se con- sideran en el caso de proclamar á todas las na- ciones, fe ,,Que ellos nó han tenido parte en la Sub- levación de Aranjuez, ni menos la tienen en la K«tendida aversión de la'nación espartóla al Sr • Ca do V. M. Manuel Felgrano, Btrnardin* Rivadabia,