MANIFIESTO DEL SUPREMO PODER EJECUTIVO DE LOS ESTADOS FEDERADOS DE MEXICO MEXICO: 1824. Imprenta del Suprémo Gobierno, en Palacio.,íIO:I r> t, Hoy se teme conceder demasía lo prder á los gobernantes; pero en mi concepto es mas de temer la poca obediencia de los gobernados. Fraaklin, Carta 44. á Mr. Velliard de Passy. . ... :.i. EL SUPREMO PODER EJE- CU TIFO DE LA JYACIOJY y ;;r;^i¿UI ihá í>U €0*>í>''í "; ?H> O •¡«••'..-.Mí V OeOí) r]í."i333 C^/ompatriotas! Los individuos que llevaron hasta aqui las riendas del gobierno por la voluntad del primero y segundo Congreso Mexicano, sensibles á su honor y por el decoro de , la Patria que han adorado siempre, os dirigen la palabra. Sa- tisfechos ante Dios y los hombres de la sanidad de sus in- tenciones, de que la Patria fue su norte y- la ley su guia, sé contemplan con sobradas titulas a lu indulgencia, yaque son fáciles los errores, son hombres los gobernantes, es ardua y espinosa la administración pública. Si largas prisiones, los destierros y la sangre derramada, todo en obsequio de los in- tereses mexicanos, bastftroh á que los Representantes del pue- blo les confiasen el sagrado depósito de bu felicidad, no alcan- zaron éstas consideraciones, ni mereció una conducta que á la faz del mundo se presenta inmaculada, que la maledicen- cia y la envidia sellasen sus impuros labios. Ellos conocie- ron, y bien á su pesar, que les tocaba luchar con todas las pasiones; y que sus connatos, sus desvelos y aun.los mas cos- tosos sacrificios, no obtendrían acaso por recompensa la esti- mación y gratitud de sus conciudadanos. Ellos conocieron tam- bién la debilidad de kjus fuerzas, y se apresuraron á dejar una masa muy pesada: para las manos de los hombres. Empero tiempo es ya de hablar á los pueblos .con el 1idioma de la franqueza y de la sinceridad, porque los hom- bres públicos mas que los privados, les deben la razón de su? hechos; y justo es que sus enemigos identificados con los de la Patria reciban á un tiempo lecciones y desengáños. La conciencia, ése testimonio que jamas se puede acallar en el corazón del hombre perverso, es un manantial fecundísimo de consuelo» para el ciudadano que nunca faltó ni á la sociedad ni á ai mismo. El Poder Ejecutivo no teme el análisis mas escrupuloso y detenido de todos los pasos de su marcha, y se apresura á marcarlos. La Nación ecsiste todavía; he aqui el resultado de sus afanes y la solemne garantía de sus opera.- cionei. ¿Y cómo ecsiste y conserva su dignidad una Nación qne ha sufrido I09 embates de los partidos, que ha consoli- dado su espíritu público por los desaciertos, que perdió su actividad y sus resortes, que debió cubrir inmensos gastos, sin crédito y sin erario, y que bajo el nombre de opulenta y rica ha estado sumida en la última miseria y abandono ? ¡ Ah! la posición en que se vió el Gobierno en el memora- ble 3 de abril de 1823, no pudo ser mas dificil, mas cruel ni -mas intrincada. La necesidad del momento, y la mas imperiosa sin du- da, fue la de destruir para edificar. ¡ Tantos eran y tan gran, des I03 abusos de la anterior administración! ¡ tantos y tan es- candalosos los vicios que contamináran á los hijos de la Pa- tria en los amargos dias de su esclavitud! El Poder Ejecu- tivo luchó entonces á brazo abierto con la ignorancia de unos, con la malicia de otros, y con todas las facciones. Una re- bolucion' espiraba: la causa del usurpador llamaba á su apo- yo la debilidad, un falso prestigio y las préocupaciones: los amigos de la Libertad, si bien no eran pocos no se presenta- ban á obrar en masa. Los ciudadanos que marcharon al fren- te de los negocios y de los riesgos, asentaron el pie sobre el borde de los precipicios. Pobreza suma., la agitación deto-3.