PROSPECTO DEL PERIODICO QUE SE TITULARA TOUS!!© m ¡LA UBUTAB» fe Jja liísloria de las revoluciones pré- senla una serie de sucesos inevitables en el orden social, a que se sujetan los pueblos á su vez: y una subversión total que de tiempo en tiempo acon- tece en el sistema moral y político de las naciones, va sefi'alando las épocas en la cronología universal de los esta- llos y dando una instrucción que de- bieran aprovechar los pueblos que in- tenten ser libres: el descontento, la de- sesperación y aun la esperanza remota de un porvenir lisongero, son subí len- tes para emprender una revolución; mas toara terminarla felizmente, es necesaria la grandeza de alma, la sabiduría, el carácter v el genio capaces de organi- zar la libertad, ruando en sus conmo- ciones de abandonar los pueblos ii su suerte, sin sistema ni plan conocido,' guiados a placer entonces de aconteci- mientos inciertos y pocas veres favora- bles a su pesar, se entregan y ven suje- tos á los caprichos de intereses parti- culares y de pasiones, que ocultas bajo el especioso velo del bien general, solo lian servido para entronizar á los tiranos y proscribir la libertad que proclamaban en países dignos de mejor fortuna. En Vano se recurre a pomposas declara* riones de los derechos «leí hombre, á disertaciones metafísicas v vagas, a fra- gües moralidades y a establecer y pro- pagar un sistema de igualdad con que se al haga á los pueblos, aletargados por mendigar aquella aura popular que nace y muere tu uu dia, pue¿ que présenla al político observador en la aurora de la libertad, los tristes vestigios de una pró- xima servidumbre y al naves de mil f mil victimas sacrificadas inútilmente pa* san con rapidez los que se juzgaban li- bres a arrastrar las cadenas de la escla- vitud, triste resultado de teorías con que se aduló al pueblo por adquirir un nombre que lleno de execración y des- precio pasa, escarmentando á cuanto» por miras tan despreciables sacrificaron el bien y prosperidad de las ilaciones. Inglaterra tuvo que sujetarse a Cromwel, Francia á Napoleón y España a Fernando VIL: sí escarmentados en tan funesto ejemplo, después de ha- ber vivido en la opresión y abati- miento, recobrada á tan costoso precio nuestra independencia, quisiéremos do- miciliar en nuestro suelo la libertad, preciso es e indispensable hacer el mis- mo esfuerzo que la naturaleza en el ad- mirable transito de la nada á la exis- tencia. Crear casi nuevamente al pueblo á quien se quiere hacer libre/ destruir antiguas preocupaciones y aquella ten- dencia á la esclavitud que amaba b;¡jo el ominoso ¡nllujo de monarcas: variar hábitos inveterarlos; perfeccionar cos- lumbres depravadas; acabar necesida- des superfinas y vicios que engendro la tiranía, son los objetos que redan»*** en nuestra situación la atención del po- lítico en el nuevo órtden social á que sfi ve hoy elevada la nación: esta debe re- cibir ya un imp< Iso propio para ireaC el Amor de la putria y aquellas viilude»traetlos por tierra y revolucionar en su tránsito desde las naciones de in- dios bárbaros y peoecnr fusta Méx'co. Si la Rú ia no accede á esta soli c'uud, variatá su plan y le pedirá 25 ó 30 malones de pesos por via de préstamo, algunos buques y su poco de armamento que'de paso comprará aquí 'f y en este caso desembarcará en las costas de Tampico y VeracUi, despa rramar, á nis emtsa< ios con el dinero á seducir á los incautos que se dejen llevar de promesas como las pro- metidas en Iguala para nunca jamás cu npürlas. Dí cualquier modo que consiga f 1 ir.t. ¡non?, tiata de ofrecerle y aun donarle (cono si fuera suyo) al &*^irad»f protector la Península de ambas Californias, para que con cst; incentivo se preste á sus mi-as; pero ya veris de un golpe cuantas dificultades se le han de presintar zl bueno d\l hombre para conseguir una ernpresa tan descomunal como pudiera for- mársela el gefe de la flor y nata de los caballeros andantes. Yo estoy persuadido qui en esos países ya no hay iturbidistas» pero si aun por desgracia quedan algunos, bueno strá d. set g¿ñ«los para que de una vez pierdan las tspernnzas del trgrtso de su ídolo, pues si discur- ren «orno hombres raciónale!; se reirán de las locu as en que delira un hom- bre que ha concebido tamañas sandeces de protenecioo, poique pedir diez é doce mil hombres como si abundaran como arena y se mantuvieran con el air;, y agarrar 25 ó 30c, «"ilíones de pesos como sí fueran granos de tiigo, son cosas qus á la verdad ni deben imaginarse. En fin amigo, si Iturbiie ha imaginado tan desconcertada empresa, digo que está loco y que ha perdido el ceso; pues d^be contar desde ahora que están muy verdes y que 'hay nota vilísima cikrenua de pensar á ejecutad Ví» lo he de v