EXPLICACION BE LA ALEGORÍA. t,as Zorras que llevan fuego en los rabos como las de Sansón contra los filisteos, figu- ran el fuego pátrio que este y los demás números irán esparciendo contra las intrigas españolas, y los que huyen delante de ellas representan al despotismo cargado de cadenas $ seguido de gachupines desagradecidos y criollos desnaturalizados, cuya opinión perece al imperioso grito de la libertad que representa el genio suspenso en el aire. El León sobre el castillo, figura el poder y la esperanza española sentado sobre el de Ulúa, tira- do al impulso uniforme de esta poderosa Nación, cuya efigie se representa en ademán de animar á sus hijos pidiendo al tirano lo que le usurpa, ff NUEVAS ZORRAS DE SANSON Que su autor dedica al impávido y benemérito Geni- ral D. Antonio López de Santana» I-'a libertad pátria corre por la posta á su tota! exterminio; nuestros opre» sores se burlan, el sufrimiento falta, y el silencio es ya delito enormísimo. Un uracán furioso levantado en rá-dio del occeano, viene á ser el precursor de la tempestad que se prepara en la Europa, cuyos rayos tarde ó temprano serán el incendio de nuestro pais afortunado; y entretanto humean entre noso- tros algunos bolcaoes, cuya explosión consumará la total ruina de sus dormidos habitadores. La ñaue zozobrante dei Estado se vá á pique, si sus pi utos coa tiempo no la aparran del precipicio. ¡Oh vosotros, sábios de Aoachuad Mier, Bustamante, Castro, Infinte, y dtmas, levantad vuestra sonora voz en üJedio de los pueblos aletargados, y hacedies conocer sus derechos, los males que los cercan, y el medio de evitarlos, ya que la suerte me negó á mí las lu* ees, dejándome solo buenos deseos. Enseñadles & unirse para resistir á k» ene- migos implacables de la libertad, y á formar un muro inmenetrablc donde se estrelle la opresor.i liga y la astucia espaúo'a, mientras mis pobre;; ¿orritas cor- ren con sus rabos encendidos por eitre los sembrados de ¡os serviles, abrazan- do sus maquinado", proyectos, y destruyendo, si es posible, las viles esperan zas que los animan. Sí compatriotas, desde hoy !e declaro guerra ¿terna á Poto criollo y ga chupín chaqueta, venga lo que vmiere; por mi cuanta corre quitarles la más- cara y cantar sus intrigas secretas desde mi casa, d¿sde el obscuro < alabuzo, y desde ti mismo patíbulo, si liega el caso, y bajo esta fé y creencia allá va mí primer Zorra. Pasaré en silencio las tristes épocas que han corrido desde el ladrónCorté» hasta'el grito heroico de Dolores, pasacTas por nuestros antiguos p^dw* entre el desprecio y la humillación, entre la crueldad y el sufrimiento, porque no alcanzaría el guarismo á numerar las iniquidades desús caribes conquista» doren baste solo decir, que un indio viendo que sus carnicerías eran inaudi- tas donde habia m3s intereses, llegó á creer (y con razón) que el Dios de los españoles eran las riquezas, y arrojó las suyas antes que lo asesinaran por ellas. Este misma habiendo caido en sus manos, y estando ya para ser sacrificado á su furor, prtguntó al padre que lo auxiliaba y persuadía 4 recibir con re- signación la muerte ie sus tiranos, para gozar el reino de los cielos: Padre, ¿y estos van allá? Sí hijo mió. Pues yo renuncio de esa morada feliz, respon- dió el afligido Cazique, por no habitat entre hombres tan inhumanos. Digo pues que omitiré sus crueldades porque no conocen límites, y pasando á tomaf • las de mas cerca, corramos el'vtla desde el inmortal Hidalgo, hasta irurbide. Desde entonces pose por norte sus conductas, y fijé mis ojos en sus operaciones Por donde quiera encontraba campos cubiertos de osamenta americana, indicando con mudo silencio todos-los honores de nuestra destruc- ción: hombres que vagaban por los desiertos huyendo de la muerte, conster* nidos con la memoria de sus tristes familias abandonadas en U indigencia, bus- ando asilo en las guaridas de las rieras, tostados de los soles y las escar* chas, pálidas, hambrientos y azorados: por todas paites que volvía mis ojos» no encontraba sino motivos de dolor y desesperación. La viuda lamentaba I* perdida del esposo, el padre la del hijo, éste la del padre, y el hermano la del hermano. Todo era llanto y luto, mientras la política se hallaba sentada en los templos al lado de la Religión. ¡Qué contraste tan ignominioso! Los Visi- res del Sultán español levantan lo cadalzos é inventando martirios, se recrea- ban como otro Nerón, en el sangriento cuadro de nuestras desgracias. Los sa« cerdot.es'ó Bonzós de estos, atizaban la tea de la discordia fulminando censo» ras que la credulidad y lunatismo respetaba, y parecía que se habían pro* puesto exterminar su misma especie. ¡Almas viles y excecrabiesi ¿y aua ten- dréis valor para enseñarnos otra vez el cetro español, aquel cetro de hierro bajo el cual no contamos un día de reposo? Primero.acaben hasta .los inocen- tes, que estampéis vuestra planta criminal en nuestras playas. No, ningún Bor- boo se señoreará sobre nosotros: á robar al infierno, y á oprimir á el Asia: se acabaron vuestros Colonos, y con ella la cantinela de gachupín con criollo, ga- vilán con pollo: tamaños ojos han abierto los pollos, ya no es muy fácil lle- várselos, bien puede el Sr. Lemour y sus capitulados dedicarse á la pesca de ballenas ó carey, si no quiere perder tiempo, porque acá ya no pega. Volvamos i atar el hilo de nuestra historia, y pasando eo silencio las in« tentOnas nünca conseguidas de los españoles en tiempo de la independencia. Va- mos á ver al Sr Iturbide nuestro paisanito con tamaña corona en la cabezj; pues Si Sr., no le valió para que la nación reunida en masa se la quitara, y lo cootiná- ra como al prisionero de Santa Elena. Por las vísperas puede el Sr. Lemour sa» car el Santo: si no nos dejamos oprimir de un paisano nuestro á quien debimos algunos favores ¿cómo nos dejarémos de un extraño de quien siempre hemos re- cibido daños y malos tratamientos? Es delirio pensarlo. En Veracruz se dió el último grito de libertad por el inmortal Sin- tana, aunque les pese á sus enemigos, y el Sr. Lemour se manifestó contento, creyendo sin duda que quitando el obstáculo de Iturbide se harian practica bles sus planes, sin advertir que tenemos generales valientes y zelosos, no de su engrandecimiento sino del de la nación, no amantes de su gloria sino de la de la pátria, que no extrañan los banquetes ni el trono, sino que saben comer yervas, Beber aguas cenagosas, dormir en lo* desiertos a cielo razo, caminar a pie, y pasar las noches desvelados; dígalo sinó el invicto general Vic- toria, aquel que entre las rocas del desierto conservó la chispa eléctrica de la libeifad, y hoy al frente de vosotros ha de ser vuestro coco y azote: di* gan-o el Si. Guerrero, Bravo, y Santana, cuyas tropas conducidas por ellos ai triunfo del vil chaquetismo le han dado a la caduca España mil escar» mitntos vergoniosos; y finalmente, los valientes pintitos, aquellos cuyo man- jar ha sido el caballo, su cuartel una loma pelosa, su cama el suelo do-rp, su cabecera el fusil, su socorro pólvora y balas, su uniforme el> pellejo y su cobija la fornitura; cuyas cualidades uo conocen las tropas españolas ni todas las legiones de las sanias ¡¿gas del mundo. De todo esto sale tronando que el Sr. Lemour se ha pagado chasco si cree que es cosa hecha el reconquis- tarnos; á mas de eso sepa si no lo ^abe que para él y la santa liga está un. buen refresco de milicias nacionales: cada uno de ellos mas liberal que Quiroga y Washington, y que primero verá la resurrección de su mam? que agauar á or.o vivo; sin embarco yo le confieso que t ene algún partido, pero a.,u.. ¡e decirle cual és, es necesario hacer tres divisiones de liberales; es decir de los que coad- yuvaron al grito de Veracruz. Unos cooperaren á destronar á Iturbide, porque vio!ó los pactos soeia* les, porque valido de la violencia y la fuerza se erigió en tirano de los pueblos, porque se hizo proclamar emperador cootra la voluntad de ellos, por conspira- dor contra la magestad nacional, por destructor de su representación soberana, porque asi convenía á la felicidad general del estado, á la individual de ca- da ciudadano, y al derecho de gentes: estos se llaman liberales verdaderos. Otros nos ayudaron á la empresa porque no cumplió los planes de Iguala y tra- tados de Córdova llamando á los Sres. Borbones que pos echaran el yogo, por- que lo odiaban de muerte al considerarlo causa de juestra independen u, por- que su orgullo nunca ha podido ver á un crio lo en alto puesto, y siempre han aspirado á hacerlos sus esclavos, y finalmente porque les prohibió ia exportación de reales á la Península y le declaró la guerra á España: estos sé llaman libera- ks chaquetas: y los otros.... aquí es necesario recurrir al Via-Crucis, y decir con él, que nos ayud ;ron, no molidos de piedad, sino temiendo no se les cayese en el camino; es decir, no por celosos del bien de la pátria, sino por el propio, no por la libertad y crédito de la nación, sino por el beuttício de sos bolsillos, ni por romper las cadenas de sus hermanos, sino por conservar ia canongía, el cu* rato, la prelacia, el empleo público, los bordados de brigadier, los galones de co< rooel, las charrettias de capitán, y analmente porque vieron la irremediable, y era preciso caer parados, como suele decirse. Estos se llaman justamente berales gatos ó gatos liberales y equilibristas, s>n dejarnos alucinar de apdiiencias extetiores que ocultan el objeto pumordial de su decantado liberalismo Esns dos últimas clases de liberales, es el partido con que cuenta Lemour y ti bol- ean que humna entre nosotros, verdaderamente temible; pero por fortuna me- nos, y mas cobardes, piopiedad de todo traidor y egoista. Unamos nuestros esfuerzos y destruyáse es. estaca del judio, ese abri- gadero de maldades y ambición y esa basa en que se sienta ia esperanza de España. Ese castillo nos prepara un amo cruel y tirano: su general siem- pre nos habla uo idioma capcioso y preñado de tramas dominantes: son tenaces y pueden lograrlo. ¿Sera justo todavía el sufrimiento aai rkant? ¿Ha- brá quien diga que no es política atacarlo? ¿Cuando será política, asi que la España se halle en estado de piesentarnos una ármala de veinte mil hombres, ó asi que hayan saltado en tierra y hecho correr nuestra sangre por las calles* ¿Asi que alguno de la odiosa estirpe de los ftoiboues haya mentado su trono sobre nuestros cadáveres? ¿y asi que canten su triunfo , al son de nuestros grillas y cadena»? ¡Ahí ellos no la guardarán con no* sotros, si por desdicha caemos en sus manos: ellos nos tratarán como á es* clavos rebelados contra su amo, y el mas benemérito americano no pasará de veidugo ó perrero. ¡Tanto nos quieren! ¿Con qué objeto mantiene España esa chusma de léperos aislados, que no están sino contrayendo enfermedades para infestar la plaza de Veracruz. y amenazándola como á los oiñob? ¡Por qué se les dá hospitalidad á unos* declarados enemigos que á cada rústante e-tan poniendo tu movimiento á los tristes habitantes de aquella plaza y á su guarnición ¿no seria una fal- sa piedad y una ridicula política prodigar nuestros auxilios á un picaro que después de estar metido por fuerza en nuestra casa estubiera amagaudo á cada paso á nuestras familias? Favor nos Macen con morirse, ésos menos tendremos que matar el día que tentados del diablo s¿ descuelguen á re* conquistarnos. fFiguraos por un momento, compatriotas, su entrada triunfante eo Méxieo: oídla y temblad. Desde la víspera se esparcirá el terror en los co- razones, haciendo promulgar sus espantosos bindos autorizadus por multitud de gendarmes y estruendos de guerra, prohibiendo b^jo pena de la vida has* ta el sentimiento interior de la perdida libertad, animismo se elogiará en ellos la piedad del rey dispuesto á perdón ir nuestra rebelión, y se nos presentará como restaurador de la religión católica para alucinar al pueblo necio, y como restaurador de sus derechos, que ni Dios, ni los hombres, ni la naturaleza le han concedido. Luego un terrible e^pionage esparcido por las calles, impedirá los suspiros de los tristes ciudadanos, y llenará las cár- celes y calabozos á fuerza de delaciones é imposturas. He hay á la inqui- sición con la bandera de muerte enarbo'ada, abiertas sus cabernas para re-1 cibir al inocente, encendidas sus hogueras pavorosjs, fulminando furiosos ana* temas contra los liberales, publicando su impía y detestable doctrina, y ejer- ciendo todos los horrores de su conducta atroz y despótica, inspirando una ciega obediencia al tirano y sus mandatos, imponiendo las pesquizas, en- cubriendo las denuncias protegiendo el espionage, é intimando la acusación re- cíproca en las personas mas amadas sin exceptu r el lecho nupcial contra las le- yes naturales y divinas, y nosotros y nuestros hijos marcados por los inquisido- res con el sello de la infamia, ei oprdbrio y la ignominia. Ya en palacio se levan- ta el estand-irt- español, co no astro ominoso y de mal agüero, presagiando el esrernunio americano: ya corren por las calles despavoridos ciudadanos que es • pérSh temblando el yugo tíe que se h»b an d sjren JiJo: y* la estatua del Na- buco español sale del cajón á la especticion pública llena de flámulas y vivas re- petidos: ya aparecen los restos despreciables d.¡ furagido Cortés en un sobeibio» mausoleo, lleno de inscripciones-vergonzosas, y las cenizas de nuestros héroes en Ihs negras y saetí! gas manos de los inquisidores, cuyo poder se extiende hasta la región de los muertos: ya marcha el ejército que conduce á nuestro oprtsor á manera de tina nube opaca que viene á descargar sus rayos sobre el desconsola- do Anaiiüac Las pisidas de sus caballos, el estrépito de sus cornetas y tambores y el crujir desús cureñas, todo inspira en las almas libres, la melancólica memo- ria de una esclavitud eterna y el sangriento cuadro de nuestras futuras miserias; los vencedores dirigen cesgas mira las sobre los pálidos americanos, burlándose de su aflixion con sunrtsa diabólica, y mas atrás corre una numerosa escolta tras la sombra pavorosa del tirano que roderdu de sus satélites fulmina por entre las vidrieras de su estof i terribles ojeadas contra los esclavos abismados que lo ob- servan. He afti multitud de ciudadanos caídos por tierra atropellados de sus tro- pas, y tratados de tebe'des y traidores. Los balcones ocupados de un numeroso gentío llenos de colgaduras y versos aduladores: los inocentes atados en los patí- bulosesperando el último suspiro. Los tribunales temblando de déspotas, recibien- do parabienes de los serviles: destrozado el santuario de las leyes, arrojada el A- guila y el Lean ocupando su puesto: los indultos en corriente, y Jas muertes á. millones, la hipocresía en sus bocas, y la maldad en sus deprabados corazones. Por aquí un soldado viola á una casada en presencia de su esposo: allí Otro arranca una hija del seno paternal, y después de estruparla ferozmente, la inmolá: mas allá otro atraviesa con su lanza al anciano, que agoviado de los años, busca en vano un asüo á su vida. Todo es confusión y muerte: los repique, "Salvas y proclamaciones de sus victorias, se confunden con el clamor universal del paeb'oj y mientras la parca ensangrentada corre ácia todas par- tes multiplicando muertes, los tiranos se pierden entre el humo de los inciensos que les tributa la atrevida mano de la adulación y el vicio. Ya la voz débil de los liberales apenas se percibe, y perece para siempre, con la libertad del plus, Como la de DemósteVfes en Atén*?- al estruendo marcial del tiran j FiM- pO) y p ef tri ce Anahuac es una tumba sombría de cadáveres, substituyendo á los cántico? alegres de libertad, el ruido espantoso de las cadenas, y el ge- mido triste de ios desdichado». Continuará. El Pup del Rosario. * Imprenta d$ t). Mariano Ontiveros, ano de 1823.