C O INSTITUCION FEDERAL DE LOS ESTADOS-UNIDOS DE AMÉRICA, con dos msrunsas DEL GENERAL WASHINGTON. C'jpeo dia res purvai etvscurtf , dUíordia rru jr ma d'ilabiin.ur. Con la ronrordía se engrandecen los pequeños Esta- do*; la discordia destruye auu á los mayores. SAU1ST10, GÜKRRA DF JlIlil)RT\. MRVTCO: i&A, yUVIlEXTA A CAÍtüO VE MARTIN RIVERA , CAUK SE J-OS SAJOS Mi S. AliVStlíf MVlt. 3,Se verde, e.n la librería de Don Matim.c Calvav.yorial.de Agus- tines^ al precio de 4 reales.ADVERTENCIA'. Ar.GiTNns hiTihn de confederación y federa- HSUii) sin siquiera leuer noción vaga «Je las pa- labras: estas incluven Jileas verdaderamente g.-néricas, v en las que se contienen especies y graduaciones que es preciso fijar con e-actitud para no equivocarse ni cooperar á que otros se equivoquen en un asunto de qbe pende nada menos que la existencia o disolución del Esta- do. Una de estas especies 6 graduaciones esta S ificieuteinente determinad i en la ultima Cons- titución de los Estados-Unidos, y P,IC tanto se lia creído útilísimo el reimprimirla, con el objeto de que repartidos por todas las provin- cias los ejemplares, se actúen los ciudadanos de los principios sobre que se funda, y de la fuer- za del lazo con que se estrecharon aquellos Es- tados que antes de su emancipación eran inde- pendientes y no componían un todo tan homo- géneo y compiclo como el nuestro: he aquí una consideración capital y que nunca deben per¿er de vista los que procediendo de buenaft, vno dirigidos por estímulos rateros y re- probados , se ocupan y traían del asunto de confederación. Corf el misino objeto de cooperar cuanto es- tá en nuestro arbitrio á la iliistrari >n pública, se han insertado algunos discursos del inmor- tal Washington ¡ tal vez se advertirán en ello* los defectos consiguientes á la premura con que se lnn trasladado á nuestro idioma; pero en medio de estos vicios accidentales se reco- nocerá una multitud de principios luminosísi- mos é ineluctables en maieriade gobierno, que por si solos bastan para dirigirnos en !a posi- ción en que nos hallamos. Quiera el cielo que nuestros compatriotas se aprovechen de los documentos y máximas de un hombre tan benemérito. No, no son es- tas las teorías de un sofista que quiere desde su gabinete gobernar el mundo; es el resultado de la tspe.iencia de nn genio superior, que después de haber redimido á su patria de la es- clavitud, te dio el ser grandioso uue Un justa- mente admiramos.I DISCURSO DE DESPEDIDA DE WASHINGTON AL PUEBLO ÜE LOS ESTADOS-UNIDOS. AMIGOS Y CONCIUDADANOS: NO estando distante la época de la nuera elección 8e un ciudadano cpie ha de encargarse de la adminis- tración del Poder Ejecutivo de los Estados-Unidos, y habiendo ll.gado el tiempo de que procedáis á de- signar la persona en cuyas manos ha de depositarse lan alta confianza , me parece conveniente, en aten- ción a (pie puede ccil i ibuir á que se pronuncie mas «apresamente la vos p tblica, anunciaros la resolurion que he tomado de renunciar á que se me cuente en el numero de aquellos entre quienes la elección ha- ya de hacersi'. Os suplico al mismo tiempo me hagáis la jus'icia de «reer que esta resolurion no la he tomado sin tener á la vista aquellas consideraciones que ligan á su pá'ria á todo buen ciudadano; que si me retiro de las fati- gas, no es efecto de falla de celo por vuestros futuros intereses, 111 de gratitud y respeto por vuestros pasa- dos favores; y que si senso doy este paso, lo hago convencido de so-compatibilidad con aquellos senti- mientos.El linter aceptado y continuado hasta aquí en 4 puesto á que vuestros votos me han llamado dos re- res, lia s'do un sacrificio «¡ue lie hecho de mi inclina» cioo á mi deber, y una justa condescendencia á vue*« tros deseos. Sin desatender aquellos motivos que no podia yo despreciar para seguir ocupando el puesto en que m« hallaba, d seaba constantemente que no se retardas» «1 momento de volverme al retiro que abandoné coa tanta repugnancia. La fuerza de mi inclinación á ve- rificarlo asi antes de la ultima elección, motivó el dar principio a un discurso ron el objeto de anunciároslo; peto habiendo reflexionado maduramente sobre el estado critico y embarazoso de nuestros negocios en. aquella i'poca con las naciones estrangeras, y siguien- do los unánimes consejos de personas que merecían mi mayor confianza, hube de abandonar aquella idea. Me felicito de que el estado actual de vuestros asun- tos asi esteriores como inter'ores , haga que ya nu lean incompasibles mis inclinaciones con mis debe- res: y por grande que sea la consideración que ma- nifestéis en favor de mis servicios, me persuado que un atención a las actuales circunstancias de nuestro pais, no desaprobareis mi determinación de retirarme. Las ¡deas con que entré ,i desempeñar el difícil en. Cargo que se me rondaba, a» espliqué en tiempo opor- tuno. A pesar de mis cortos conocimientos y de la fa- libilidad de ellos, procuré contribuir, durante mi co- mis'on, á la mejor organización y administración del Gobierno: sin desconocer, al comenzar la empresa, «sa inferioridad de mis talentos , la esperiencia ha acreditado k mis propios ojos, y tal vez mas á los da3 afros, míe eran ciertos los motivos que tenía rara íes- confiar de mi mismo. En la actualidad el peso de los años me indica rada dia que la sombra del retiro me es tan necesaria como grata. Estoy runvenrido de que si las circunstancias lian dado algún valor i mis servi- cios, fueron pasageros. Tengo el consuelo de que si la prudencia y mi elección me invitan a abandonar la «Cenare! patriotismo no se opone a ello. Fijando la vista en el término de mi carrera polí- tica, mis sentimientos no me permiten suspender por mas tiempo la manifestación que debo nacer a rn¡ amada Patria de mi intimo reconocimiento por los muchos honores que me ha conferido , por la firme confianza con que me ha sostenido, y por las ocasio- nes que me ha proporcionado de darle pruebas de la inviolable adhesión con que he procurado servirla ro» Utilidad, aunque esta no haya correspondido á mis deseos. Si mis desvelos han resultado alguna vez en su be- neficio , tened siempre presente , para que sirva de ejemplo instructivo en nuestros anales , que en cir- cunstancias en que las pasiones agitadas por todas par- tes daban margen para eslraviarse en medio de apa- riencias muchas veces dudosas, de vicisitudes de la fort una casi siempre desconsoladoras, de situaciones en que frecuentemente la falta del buen éxito ha esrilad* el espíritu de critica, ta constancia de vuestro apoyo ha sido el sosten de mis esfuerzos y la garantía da Jos planes proyectados para llevarlos a efecto. Profun» damente penetrado de esta idea la llevaré conmigo "asta el sepulcro, y sera un fuerte incentivo par? que «nesBanUraente se dirijan «ais votos al cielo a Un deque continúe rolmandnlo de svs mayores beHefírldft que vueslra unión y fraternidad sean perpetuas ■ que lalibfe Cítiílítiunoa^ obra 1; vies' ras mams.se obser. ve religiosamente : que su ejecución en todos los ra- mos sea dirigida con sabiduría y virtud . que, en fin, la felicidad de estos Estados bajo losaipicios de la libertad, sea completa, conservando cuidadosamente y liac.ie : o un prudente uso de estos imponderables bie-» lies, de suerte que les adquiera la gloria de recomen- darla ron aplauso y adopción de todas las naciones k quienes todavía es desconocida. Aquí tal vei deberia yo concluir; pero mi anhelo por vuestro bienestar que solo puede cesar con m¡ vida, y el temor del peligro de que perdáis vuestra actual felicidad, consecuencia natural de ese anhelo, me mueven en una ocasión como la presente á ofre- cer y recomendar a vueslra profunda meditación al- gunas observaciones, que son el resultado de una re- flexión madura y que me parecen importantes a vues- tra felicidad. Os las ofreceré con tanta mayoc liber- tad, cuanto que solo podréis ver en ellas los senti- mientos desinteresados de un amigo que Os deja y que no puede tener en lo absoluto ningún motiva personal para dar siniestros lonsejos. Ni puedo olvi- dar la indulgencia con que en otra ocasión y en igua-« les circunstancias disteis ou'o á la espnsicion de mi» sentimienlos, lo cual me anima á dirigiros de nuevo la palabra. Identificado como esta el amor de la libei tad ron vuestros rorajones, es inútil que os recomiende el que fortifiquéis y confirméis ese amor. La unidad de gobierno que os constituye en Na—5 •ion, «4 es igualmente cara un la actualidad, y asi es justo (jue lo sea; porque furma la coluranapiiinip.il del edilino dtt vuestra independen! ¡a, el apo\o de vuestra tranquilidad interior y de vuestra pal cste- riar, de vuestra seguridad, du vuestra prosperidad, y aun de aquella liliertad que tanto apreciáis, l'ero co- mo es lácil preveer que por diferenfe» i ansas y por varios conducto.'., Usando de todos los aditicios ima- ginables, se procurará debilitar en vuestros ánimos lu convicción de esta verdad (siendo este el punto de vuestra fortaleia política, contra el cual se dirigirán con mas constancia y actividad, aunque siempre secreta e insidiosamente, las balerías de vuestros enemigos es- terioi es c interiores) , importa muchísimo que sepáis estimar el inmenso valor de vuestra unión nacional para promover vuestra felicidad colectiva é indivi- dual : que abriguéis en vuestros pechos una adhesión habitual >• inflexible por esa unión, acostumbrándoos pensar y a hablar de ella como AújHtltadium de Vuestra seguridad y prosperidad política, cuidando de SU conserva! ion con celo y entusiasmo, desechando «Un la suposición de que en ningún caso pueda ser abandonada, y mostrando indignación á toda tenta- tiva que tenga por objeto separar alguna porción de Vuéstro pais del resto, 6 debilitar los sagrados lazos que ahora unen las diferente*» partes que componen ti todo. Para esto tenéis todos los incentivos de la simpa- tía y del Interes. Ciudadanos por nacimiento 6 por «leccW de una patria común , esta patria tiene un derecho de reconcentrar vuestros afectos. El nombre los paises vecinos, que no están uni- dos bajo un mismo gobierno, las que bastarían a esci- tar sus propias rivalidades-, pero qua se estimulan y ensangrientan con alianzas, intrigas y conexiones es- trangerns. Por este meilij igualmente, se evita la necesidad de esos inmensos establecimientos milita-' res, que uaj0 cualquier forma de gobierno son de mal agüero para la libertad y que deben considerar-6 «e romo esencialmente opuestos a ta libertad repu- íjI'u :m:«: en este sentido vuestra unión debe mirarse como el mas firme apoyo de vuestra libertad, y el amor de aquella debe encarecer a vuestros ojos Ja conservación da esta. Estas consideraciones ion e! Icngunge mas pei-sua* ■ivo para todo espíritu reflexivo y virtuoso, y reco-» miendau la perseverancia de la unión como rlob» jeto primario de los deseos patrióticos. ¿Se duda aca- so de que un gobierno común pueda abraiar uo sis- tema tan cstenso? La esperiencia lo resolverá. El dar oido a meras opiniones sobre este particular, se- ria crimina!. Tenemos derecho de esperar que una organización conveniente del todo, con la agencia au* «iliar del gobierno en las respectivas subdivisiones, proporcionará un feliz éxito en el esperimeuto; el taso birn merece se hag.t este experimento en toda su estension. Con tan poderosos y obvios molivus pa- ra la unión, en que todas las paute* de nuestro pan tienen u:i interés tan direito, mientras que la espe- riencia no baya demostrado su impracticabilidad, siem- pre híbri razón para desconfiar del patriotismo de aquellos que en cualquiera parte intenten debilitar »us lazos. Al contemplar las causas que pucdan inquietar miesr Ira i.'a:'):), Ble ocurre coma cosa de las ijias serias eoiisccuerici tí, que se haya d ido margen pava carac- terizar partido», bariendu distinciones geográficas coa los .nombres de Norte, $vr, Atlántico y Poniera te: lo cual b jmbres ribilosOi podrían valerse pa» ra escitar ana creencia de que real y verdaderamen» *• dtkSfi «Ki d¡íer;iicÍ9 de interese* y miras |ars*Jes. Uno de los resortes de los facciosos para a&-r quírír influjo en ciertos y determinados distritos, ef pintar ron falso colorido las opiniones y miras d# los demás. No podéis estar demasiado pievenido| contra las animosidades y rencores que emanan d$ estas falsas representaciones: ellas tienden solamen» te á separar unos de otros, los que deberían estar Unidos con un amor fraternal. Los habitantes de mies* tros Estados Occidentales, lian recibido iilli-.naiiK'ii:- te una lección ñtil en este particular; lian visto en las negociaciones del poder ejecutivo, y en la uná- nime ratificación del Senado, acerca de los tratados SOn España, v en la universal satisfacción de todos los Estados-Unidos por tal evento, una prueba na- da equivoca de lo infundadas que eran las sospechas que se babian propagado entre ellos, de que el go- bierno general y los Estados Atlánticos, eran enemi- gos de sus intereses con respecto al NJisisipi; lian *¡jr d i testigos de la formación de los Iraiados, uno ron la Gran-Bretaña, y olio con España, que Ies asen gura todo cuanto podían desear con respeclo á nues- tras relaciones «steríores, y que les lunlirma el lo^- gro de su prosperidad. ¿No será, pies, prudente que confien para la conservación de estas ventajas en aquto l|a unión que se las procuró? ¿No cerrarán en adó- bate sus oidos á los consejos de. aquellos «pie traten ile separarlos de sus berinauos, y de unirlos con los extraños? $ Para la eficacia y perni inem ia de nu-.lra unión, W gobierno comu.i es indispensable. Ningún» alian,- i.a por muy rigorosamente que se observe, puede substituírsele, porque iiuyiU'.bieinente ha de esperi-IO mentar las in frarrior.es é interrupción que siempre han esperimenlado t iles alianzas. Sensibles á esta irrefragable verdad, habéis mejorado vuestro primer ensayo adoptando una Constitución mejor calculada que la anterior, cuya base es la intima unión, y el eficaz manejo de vuestro; comunes intereses. Este go- bierno escogido por vosotros mismos, sin que res- peto alguno le inlhiya ni atemorice, adoptado des- pués de una plena investigación y de una delibera- ción detenida, completamente libre en sus principios, y que une la seguridad á la energía en la distribución de sus poderes, dejando al mismo tiempo la puerta abierta para que ss hagan todas las conexiones ne- cesarias, tiene un justo titulo para merecer vuestra confianza y apoyo. Respetar su autoridad, cumplir ron sus leyes, y conformarse con sus medidas, son de- beres consagrados por las máximas fundamentales de la verdadera libertad. La base de vuestro sistema político, es ej-dereoho del pueblo para hacer v alte- rar la Constitución del gobierno; pero la Constitu- ción que en cualquier tiempo existe, hasta que no ss cambie por un acto esplicilo y anlénlico de todo el pueblo, es sagradamente obligatoria para todos. El mismo poder, y el derecho del pueblo para estable- cer un gobiérñn, presupone el deber de todo indi- vid 10 de obedecer al gobierno establecido. Todos los obstáculos en la ejecución de las leyes, todas las aso- ciaciones, por muy plausible quesea su carácter, que tengan por objeto dirigir, mandar, contrarestar 6 influir sobre las deliberaciones y acciones délas au- toridades constituidas, son destructoras de este priri- «¡pio fundamental, y tieuen una fatal tendeada. Sir—II ven únicamente'para organizar las faraones, para daí- les una fucna artificial y cstraorJinaria, para su- plantar h la voluntad de la Nación la de un par- tido las mas veces pequeño, pero artificioso y em- prendedor; y según la alternativa del ascendiente de rada uno de estos partidos, sirven para ronveiliria administración pública en espejo de los proyectos mal fraguados é incongruentes de una facción, mas bien que en órgano de aquellos planes convenientes y sa- ludabas que emanan del consentimiento general, mo- dificados por los mútuos intereses de todos los indi- viduos de la comunidad. Aunque las asociaciones de que liemos hablado pue- den alguna vez que otra ser útiles á los interese* del pueblo, sin embargo, es probable que en el curso del tiempo y de las rosas se conviertan en poderosos re- sortes de que llagan uso algunos hombres ambiciosos, sin principios y llenos de malicia para trastornar los derechos del pueblo y para usurpar las riendas del gobierno, destruyendo después esos mismos resortes que los elevaron ;'\ tan injuslo dominio. Para la conservación de vuestro gobierno y la per- manencia de vuestro actual feliz estado, es necesario no solo que tratéis ron rigor las ilícitas oposiciones a la autoridad reconocida, sino que resistáis con particular cuidado cualquier espíritu de innovarion en sus prin- cipios, por especiosos que sean los protestos que se ale- guen. Uno de los medios mas eficaces para a ta carien será efectuar tales alteraciones en la forma de la Constitución, que debilite la energía del sistema, y por consiguiente Cjiie mine los cimientos de lo quo puede derribarse da una vez. En todos los can»bios uué hayáis de hacer, acordaos que e] tiemro v t¿ costumbre son taii necesarios para íijar el verdadero carácter del gobierno, como el de cualquiera otra institución humana : que la esperienria es la guia mas segura para averiguar la verdadera tendencia de la Constitución existente de una Nación: que la facili- dad para hacer cambios sobre meras hipótesis y opi» niones, espone á un cambio perpetuo en razón de la infinita variedad de esas hipótesis y de esas opinio- nes ; y acordaos especialmente que para el manejo de vuestros comunes intereses en un pais tan estenso a « mo el nuestro, un gobierno tan enérgico romo sea consistente cen la perfecta seguridad déla libcrt.d, es indispensable. La liliei tad misma encontrara en un gobierno de tal naturaleza, distribuidos los poderes ro- mo corresponde, su mayor salvaguardia. En verdad que cuando el gobierno es demasiado débil para ron- trán estar las empresas de una facción, es efímero e( tratar de reducir cada miembro de la soriedad a lo» límites prescritos por las leves, y mantener á todos en el seguro y tranquilo goce de los derechos que tienen sobre su persona y propiedades. Ya os he advertido de los males que resultan de la existencia de partidos en la Nación, refiriéndome cotí particularidad á los que puedan originarse de las diferencias geográficas: permitidme ahora consi- derar este asunto bajo un punto de vista mas eslenso para preveniros de la manera mas solemne contra lo» venenosos efectos del espíritu de partido en genera» Este espíritu por desgracia es inseparable de nues- tra naturaleza, teniendo sus raices en las pasiones roas vehementes del ccrazon humano. Existe bajo difo-rentes formas en todos los gobiernos mas ó menos sofocado, dominado y contenido; pero en los gobier- nos democráticos aparece en su mayor latitud y es en realidad el mayor enemigo que tiene. El alternativo predominio de una facción sobre Otra, «guiado con el espíritu de venganza, natural á las disenciones de partidos, que en diferentes épocas y paises ha causado los mas enormes crímenes, es ya un horrible despotismo. Pero este conduce al fin a otro aunque mas formal y permanente. Los des~ órdenes y miserias que resultan, van inclinando por grados los espíritus de los hombres á buscar segu- ridad y reposo en el poder absoluto de un indivi- duo; y tarde ó temprano el gefe de alguna facción predominante, mas hábil 6 mas afortunado que sus competidores, se vale de esta disposición para tu* fines particulares de elevación sobre las ruinas déla libertad pública. Sin adelantar la vista hasta un estremo de esta especie (que no obstante no debe echarse del todo en olvido) los daños comunes y continuos que el espí- ritu de partido causan, bastan para que sea el in- terés y el deber de un pueblo sabio desacreditarlo y reprimirlo. Siempre sirve para estraviar la opinión publica y para debilitar el gobierno; agita á los miembros de la comunidad con animosidades mal fundadas y con falsas alarmas ; encarniza á unos ron»ra otros, y fo- menta los dtSÍUrbiOí é insurrecciones; abre la puer- ta al influjo esti andero y á la rorrupecion, que en- cuentran un acce«,o fací! aun con el mismo gobier- no por medio í!e las pasiones de partidas, y de es-te modo la polilica y b voluntad de la Ñauen que- dan sujetas i las de otras.. Se ha dicho que los partidos en los países libres sirven ton utilidad de freno al gobierno y de man- tener en toda su actividad el espíritu de libertad. Esto hasta determinado grado puede ser cierto, y en gobiernos de un carácter monárquico, el patriotismo puede mirar con indulgencia, si no con favor, al es- píritu de parlido. Pero en gobiernos populares, en gobiernos puramente electivos, ese espíritu no debe fomentarse. Por su tendencia natural, siempre exis- tirá el suficiente para los fines saludables; y como el peligro del esceso en ese espíritu es siempre cons- tante, la fuerza de la opinión pública ha de emplear- se por regla general en mitigarlo. Un fuego que nn puede sofocarse, exige una vigilancia perpetua para impedir que rompa en llamas, ó de lo contrario en vez. de calentar abrasa. Es también muy importante que el habito de pen- saren un pais libre, inspire á los que oslan encargados de su gobierno, un particular esmero en no propasar los limites constitucionales en sus respectivos ramos, evitando la intervención de un poder en el ejercicio de las funciones de otro. Ese espíritu de iuterven- . ion tiende á refundir lodos los poderes en uno so- lo, y oslo da origen, cualquiera que sea la forma de gobierno, s un despotismo real y verdadero. La in- i linarion natural de] corazón humano á mandar y á abusar de la autoridad, basta para convenceros de Ji) verdad de esta aserción. La histeria antigua y moderna nos hace ver cuan necesario es que Jos po- deres s« sirvan de frer.o unos a olios, haciende unai5 «inveniente y preporcionada división de las atribu- ciones, y constituyendo a rada uno en particular en salvaguardia del bien público contra las invasiones de los otros. El conservarlos debe ser tan necesa- rio, como el instituirlos. Si en la opinión del pue- blo, la distribución ó modificación de las atribucio- nes en los poderes constitucionales, no estuviese en todas sus partes bien arreglada, hágase la corrección del modo que previene la Constitución; pero no se llaga jamas cambio alguno por usurpación, porque esto aunque en ciertas ocasiones podría contribuir al bien general, comunmente sirve de instrumento pa- ra los gobiernos libres. La. espericncia que tenemos del mal permanente que resulta de su uso, debe con- trapesar infinitamente al bien parcial ó pasagevo que. pudiese proporcionar. La religión y la moralidad deben ser el ege de las costumbres é inclinaciones que conducen á la feli cidad política. El hombre que trate de derrocar es- tas columnas de. la felicidad, este firme apoyo de los deberes del hombre y del ciudadano, en vano cla- maría se le tributase el titulo de patasola. El polí- tico, asi como el devoto, debe respetarlas y amarlas. Tomos enteros no bastarían para hacer ver todas las relaciones que tienen con la felicidad pública y pri- vada. Y si no pregúntese ¿quesera de la seguridad, de las propiedades, de la reputación, de la vida, sí los juramentos que se prestan ante un tribunal de justicia, y que son los instrumentos para la averigua- ción de los crímenes, pierden la l'uena de la reli- gión? Y aun es menester no fomentar la opinión Je qus la moralidad pueda existir sin la religión,, pori6 que cualquiera que sea el influjo de la mas refina— Ja educación, la razón y la esperiencia nos prohiben suponer que la moralidad nacional pueda prevalecer ron esriusion de los principios religiosos. Es una verdad substancial que la virtud, 6 sea la moralidad, es el principio necesario del gobierno po- pular. Esta regla comprehende mas ó menos á toda clase de gobiernos libres. ¿Cual, será pues, el hom- bre que profesando á estos una sincera adhesión, mi- re con indiferencia cualquiera tentativa que se haga para desqvifi3'- l°s fundamentos del edificio?. Promoved, pues, como ohjeto de la mayor impor- tancia, instituciones para que se gcneralizen la ilus- tración y los conocimientos. A proporción que la forma de un gobierno da fuerza á Lwipiiiiün publica, es esencial que ésta se vaya ilustrando. Fomentad el crédito público, como fuente princi- pal de fuerza y seguridad. El mejor medio de con- servarlo es economizar lo mas quesea posible, y evi- tar todas las ocasiones de gastar, conservando la paz; pero acordándose al mismo tiempo que los gastos que se hacen oportunamente para evitar el peligro, mu- chas veces redundan en ahorro de oíros mayores pa- ra rechazarlo, evitando igualmente la acumulación de Ja deuda, no solo reduciendo los gastos cuanto sea posible, sino haciendo los mayores esfuerzos en tiem- po de paz para satisfacer las deudas que inevitable- mentc se hayan ,-outraidoen la gu.rra, á fin deque no pese sobrs ia posteridad la rar;;a que nosotros de)>¡ píos llevar. El poner en práctica estas máximas, per- tenece á vuest/os representantes; pero es nt-resario que a, ello coopere la opinión publica, l'ara facili-tarles el cumplimiento de su deber, es esencial que siempre tengáis presente que para el pago de* las deudas debe baber rentas; que para que baya rentas debe haber impuestos; que es imposible idear nin- guna clase de impuestos que no sean mas ó menos incómodos y desagradables; que el embaraio inse- parable de la elección de los objetos convenientes, so- bre los cuales hayan de recaer los impuestos (lo que siempre presenta mil dificultades) deben ser un mo- tivo poderoso para no interpretar siniestramente la conducta del gobierno al establecerlos, y condescen- der con las medidas que se adopten para proporcio- nar los caudales que exijan las atenciones públicas. Observad buena fe y justicia con todas las nacio- nes, y cultivad la paz y armonía con ellas: la re- ligión y la moralidad recomiendan esta conducta, y ¿puede acaso suponerse que no las recomiende igual- mente la buena política? Será digno de un pueblo libre, ilustrado, y que en breve se constituirá en una gran Nación, dar el magnánimo y nuevo ejemplo de observar rigorosamente las leyes de la mas acen- drada justicia y benevolencia. ¿Quien puede dudar que con el curso del tiempo y de las cosas, el fruto de tal conducta, recompensará ámpliamcn'e la perdida temporal de algunas ventajas que pudiera ocasionar su firme observación? ¿Puede imaginarse acaso, que la providencia nd haya combinado la felicidad per- manente de una Nación con la virtud? Por lo me- nos, los grandes sentimientos que ennoblecen el co- raron humano, recomiendan que se haga la prueba. Para la ejecución del plan propuesto, nada es tan esencial como que se borre tanto ia antipatía invc-i8 tcrada ron'ra ciertas naciones, romo el demasiado amor por otras; y que esas pasiones sean reempla- zadas por aquellos sentimientos justos y amigables, que se deben cultivar ron respecto a todas. La na- ción que profesa á otra un odio ó una parcia- lidad habitual, es en cierto grado esclava. Es escla- va 6 de su animosidad fi de su afecto, bastando una ü otra cosa para apartarla de su deber ó de sus in- tereses. Laan'ipatia entre dos naciones las predis- pone á insultarse c injuriarse mutuamente, a asirse de la menor causa de resentimiento, y á manifes- tarse altivas e' intratables, cuando ocurre algún mo- tivo accidental ó ligero de disputa. De aqui nacen las frecuentes coaliciones, las riíías obstinadas, enconadas)' sangrientas: la nación impul- sada por mala voluntad y resentimiento, á veres com- promete al gobierno á una guerra contraria a los me- jores cálculos de la política. El gobierno algunas veces participa de las propensiones nacionales, y adopta por pasión lo que la razón repugna; otras convierte la animosidad de la nación en instrumento útil para llevar adelante proyedos hos'iles sugeridos por el or- gullo, la ambición y otros motivos tan siniestros co- mo perjudiciales. Muchas veces la paz, y algunas la libertad de las naciones, han sido las victimas. De la misma manera el afecto apasionado de una narion por otra, produce una variedad de males. Es- ta simpatía, á medida que da pábulo á la falsa idea de que existe un interés común entre ambas, en ca- sos en que realmente no existe, y al paso que ins- pira a la una las enemistades de la otra, comprome- te i aquella}á tomar parte en las disputas y guer-.'9 »at de esla, sin que medien motivos suficientes de in- terés que justifiquen tal procedimiento. Conduce tam- bién á conceder en iavor de la nación favorita, pri- vilegios que se niegan á las demás; lo que causa un doble perjuicio a la nación que hace tales concesio- nes, privándose por un lado sin necesidad de lo que debía reservarse, y escitando por o'ro la animosidad, mala voluntad, y una disposición a remunerarse de las naciones á quienes seles niegan esos privilegios" ofrece también á los ambiciosos, corrompidos b ilu- sos (que se deciden por la nación favorita) la facili- dad de esponer ó de sacrificar los intereses de su pro- pio pais, sin odio, y aun muchas veces con popu- laridad, cubriendo con el velo de una falsa vir- tud, de obligación, de deferencia por la opinión pú- blica, de un celo laudable por el bien general, las bajas 6 insensatas miras de ambición, corrupción y preocupación que los animan. Como otras tantas puertas para dar entrada bajo mil diferentes formas al influjií estrangero, ese afec- to llena de temor al verdadero patriota, al hombre ilustrado é independiente. ¡ Cuan frecuentes son las ocasiones que proporciona de cscitar faraones domes- ticas, de poner en movimiento todos los resortes de. la seducción, de estraviar la opinión pública, de in- fluir en las deliberaciones de la Nación ! El afecto que una naoon pequeña o débil profese á olra gran- de y poderosa, condena a la primera a ser satélite de la segunda. Lin pueblo libre (creedme, amados conciudadanos) debe constantemente i ron el mayor celo estar alerta contra las asechanzas del influjo estrangero. La bis-20 loria y la esperiencia ofrecen repetidas pruebas de que ese influjo es el mas cruel azote de un gobierno re- publicano ; n>as esa vigilancia, si se quiere que sea útil, ba de ser imparcial ; de lo contrario, en vez de servir de defensa, redunda en favor de aquello mis- mo que se pretende evitar. La escesiva parcialidad por una nación cstrangera, y la escesiva antipatía con respecto á otra, liaren que el peligro se presente so- lo por un lado, y por otro sirven para encubrir y aun para apoyar las arterias del influjo estrangero. Los verdaderos patriotas que puedan resistirse á las intrigas de la nación favorita, se esponen á hacerse sospechosos y odiosos, al paso que los que sirven de instrumento á sus mira! usurpan el aplauso y la ron- fianza del pueblo para comprometer sus intereses. La regla principal que debemos ebservar en nues- tra conduela ron las naciones eslrangeras, es estender nuestras relaciones mercantiles, y circunscribir cuan- to sea posible nuestras conexiones políticas con ellas. Por lo que tora á las obligaciones ya contraidas, de- ben cumplirse ron entera buena fe. La Europa tiene morbos intereses primarios que ron nosotros tienen muy poras ó ningunas relariones. Asi es, que frecuentemente debe entrar en disputas, cuyas causas son esencialmente agenas de nuestros asuntos. En esa virtud, seria imprudente que nos im- plicásemos ron lazos artificiosos en las vicisitudes co- munes de su política, ni en sus combinaciones de paz o de. guerra. Nuestra situación separada y distante nos estimula y nos facilita el seguir un curso muy diferente. SI coátinaamaa formaiidu nacijn b:ijo un gobierno cnei-21 gico, no tardará mucho el tiempo en que podamos desaliar al poder de las naciones eslrangeras, en que podamos tomar una actitud tal que cause neutralidad, que podamos resolver, y que seamos respetados ; que las naciones beligerante^, no pudieudo adquirir nada sobre nosotros , se guardarán de provocarnos ; que podamos escoger la paz ó la guerra, según lo ex'ja nuestro interés y la justicia. ¿Por qué liemos de malograr una situación tan ventajosa ? ¿ por qué hemos de abandonar nuestro suelo por ir en busca del ageno ? ¿ por qué hemos de unir nuestra suerte á la de cualquiera parte de la Europa, y poner obstáculos á nuestra paz y felicidad) mezclándonos en los alanés que causan la rivalidad, la ambición, el interés ó el capricho de las naciones eu- ropeas ? Nuestra verdadera política consiste en permanecer libres de alianzas con lai potencias eslrangeras en cuanto sea posible en la actualidad, porque no debe entenderse que yo recomiendo el que se falle á la bue- na fe con respecto á los pactos que ya se hayan ce- lebrado, ni á las obligaciones que ya se hayan contraí- do. La máxima de que la ¡tonnulez es la mejor po- lítica, es en mi concepto tan aplicable á los asuntos públicos, como á los privados. Por tanto repito, que esas obligaciones deben cumplirse religiosamente ; pe- ro en nú opinión seria inútil y aun imprudente es- tenderlas. Cuidando de conservarnos por medio de estableci- mientos convenientes al intento, en una actitud de- fensiva, podemos confiar en las alianzas temporales para casos estraordmarios. 4La política,la humnnidad y p] inferís recomiendan la buena armenia y liberal correspondencia con to- das ras naciones. lJero aun en nuestras relaciones mercantiles debe reinar una perfecta imparcialidad: lio se debeni conceder ni solicitar preferí m ías ni fa- vores esrlusivos ; consultar siempre »1 curso natural de las cosas ; difundir y diversificar las fuentes del co- mercio por medios suaves y sin violencia ; estable- cer con aquellas potencias que puedan dar al tráfico un curso estable, que sepan definir los derechos de nuestros comerciantes, y que puedan facilitar al Go- bierno el modc de sostenerlos, ciertas reglas conven- cionales en tanto cuanto lo permitan las actuales cir- cunstancias y las mutuas opiniones; pero ron con- dición de que sean temporales y susceptibles de ser abandonadas ó variadas según el tiempo y las cir- cunstancias lo evijan ; teniendo siempre presente que es demencia en una nación esperar favores desinte- resados de otra ; que debe pagar ton una parte de su independencia cualquiera cosa que acepte con ese ca- rácter ; que con tal aceptación puede llegar el caso de que haya cedido un equivalente en cambio de. favo- res nominales, y que todavía le reconvengan de in- gratitud por no haber dado mas. No puede darse ma- yor error que esper;r favores reales y verdaderos de una nación :i otra: este es un engaño que la cs- perienria hará desaparecer , y que un justo orgullo debe desechar. AI ofreceros, amados conciudadanos, estos consejos de' un antiguo y afecto amigo, no me atrevo á iison- gearme de que produican en vosotros las fuerte* V permanentes impresiones que yo desearía, ni efue con-tengan el impela natural de las pasiones, ni que im- pidan que nuestra nación siga ta senda que hasta aho- ra les ha señalado el destino de todas. Pero si acaso puedo prometerme que produzcan algún beneficio par- cial, algún bien pasagero, que os prevengan contra los daños de la intriga estrangera , que de ruando en cuando sirvan para moderar la fogosidad del espíritu de partido, y para hacer frente á las imposturas del falio patriotismo, esta esperanza recompensará am- pliamente mi anhelo por vuestra felicidad. Nuestros anales y otros documentos fehacientes de mi conducta os harán conocer hasta que punto lie ob- servado los principios que he espuesto en el desempe- ño de los cargos que se me han confiado. Para pro- pia satisfacción mia, mi conciencia me asegura que por lo mtsmú he creído arreglarme á ellos. Con respecto a la guerra que aun se sigue en Eu- ropa, mi proclama del 11 de abril de i-y'5 es el ín- dice de ini pían. El espíritu de aquella medida, san- cionado par vuestra voz y la de vuestros represen- tantes en ambas cámaras, me lia guiado continuamen- te, y nada ha podido apartarme de él. Después de un maduro examen, ¿on clnuxilio de las luces qvie pude adquirir, me convencí de que nues- tro país, consideradas todis suscircuns'.ani ¡as, no so- lo tenia derecho, sino que su deber y su interés evi- giau que se conservase en una actitud neutral. Uua vez adoptado esto sistema, resolví, en cuanto de mi pendiese, sostenerlo con moderación, perseverancia y firmeza. Las razones que militan respecto del derecho que tenemos para observar esa couductaj no es micenariodetallarlas en esta ocasión. Solo diré que .'i lo que yo entiendo, ese derecho lejos de habérsenos negado por ninguna de las naciones beligerantes, ha sido de he- cho admitido por todas ellas. Nuestro deber de obrar asi puede deducirse mera- mente de la obligación que la justicia y la humani- dad imponen á todas las naciones, en casos en que es libre la acción de mantener inviolables las relaciones de paz y de amistad hacia otras naciones. El estimulo de interés que existe para que obser- vemos esa neutralidad, debe dejarse a nuestra con- sideración y esperiencia. Con respecto á mi, el moti- vo principal que he tenido para ello, ha sido ganar tiempo para que se consolidasen y madurasen las re- cientes instituciones de nuestro pais, y para que pro- gresase sin interrupción y hasta aquel grado de fuer- za y consistencia que es necesario, el dominio y su- perioridad sobre sus propiedades. Aunque al repasar los incidentes de mi adminis- tración no puedo acusarme de haber errado ron in- tención, sin embargo, conozco demasiado mis defec- tos para no estar penetrado de la probabilidad de que haya cometido muchos errores. Sean estos los que fuesen,imploro con fervor al Todopoderoso que impida o mitigue los daños que puedan causar. También ali- mentaré la esperanza de que mi Patria no dejara nun- ca de tratarlos con indulgencia , y que después de haber dedicado cuarenta y cinco aiios de mi vida a su servicio, con un justo y verdadero celo, las fallas Una observancia sagrada déla justicia pública. «3* La adopción de un establecimiento conve- niente para conservar la paz y tranquilidad pública. «Y ,¡> El prevalccimiento de aquella disposición pacifica y fraternal en el pueblo de los Estados-Uni- dos, que los conduzca á olvidar las preocupacionei y pasiones locales, á hacerse aquellas mutuas con- cesiones que son iridispens il.les para la prosperidai general, y en algunos casos á sacrificar sus interese» individuales á los de la comunidad. «Sobre los tres primeros puntos hari- algunas ob- servaciones, dejando el último al juicio y considera- Otón de aquellos á quienes se refiere inmediatamente. »En primer lugar, aunque tal *ei no es necesariame pertenece entrar en una averiguación parte- «ular de los principios de la unión, y de la gran «Ucstion que frecuenlemi'nle se lia agitarlo, sobre si ♦inviene y es indispensable el delegar, 6 no, una J> irte mayor del solo poder en el Congreso; sin em- bargo, creo que es mi deber, y el de todo buen pa- triota, insistir sin reserva sóbrelas bases siguientes1 Que silos Estados no dejan al Congreso ejercer aque- llas prerogativas que indudablemente le ba conferi- do la Constitución, todo debe caminar tapidamente acia la anarquía y la confusión: que es indispensa- ble para ¡a felicidad de cada uno de los Estados, que en algima parte se baile depositado el supremo po- der para dirigir y gobernar los intereses generales de la república confederada, sin lo cual la unión no puede durar mucho tiempo: que debe cumplirse fiel y rigorosamente por cada uno de los Estados con as ultimas propuestas y demandas del Congreso, 6 de. lo contrario, deben temerse las mas funestas conse- cuencias: que toda medida que tenga tendencia á disolverla, unión, 6 contribuya a minorar la sobera- na autoridad, debe considerarse como hostil á la li- bertad e' independencia americana, y que los auto- res de ella, deben ser tratados como corresponde. Y últimamente, que á menos de que no conrurran to- dos los Estados á participar de los frutos de la re- volución, y a gozar de los beneficios esenciales de la sociedad civil, bajo una forma de gobierno tan libre y tan pura, tan felizmente precavida contra el peli- gro de la opresión, como se ha designado y adop- tado por los artículos de la confederación, será uioti- 4v s»utún¿«nt# «1 1u« se d«¡rrwi*«,9 t*uta32 sangre, y que se hayan desperdiciado laníos teso-* ros sin objeto ni fin alguno ; que tantos sufrimien- tos carezcan de recompensa, y que tantos sacrificios se hayan hecho en vano. Muchas otras considera- ciones podrían esponerse aquí, para probar que si» una entera conformidad al espíritu de unión, no po- demos existir como nación independiente. Bastará para mi intento, hacer mención de una 6 dus que. me parecen de la mayor importancia.. Solo con el carácter de un imperio unido, se reconocerá nuestra independencia, se respetará nuestra autoridad y nues- tro crédito se sostendrá en las naciones estrangcras I.os tratados celebrados entre las potencias estrange- r'as y los Es1»df>5-Unidos. perderán todo su valor en el momento que se disuelva la unión. Quedaremos con corta diferencia en el estado de naturaleza, y una triste esperiencia nos hará conocer que h.iy una progresión natural y necesaria del cstrtmo de la anarquía al estremo de la tiranía, y que el poder ar- bitrario se establece fácilmente sobre las ruinas de la libertad convertida por abuso en licencia. «En cuanto al segundo artículo, relativo á !a pu- blica administración de justicia, et Congreso en su ultimo manifiesto ha agotad.> la materia, ha esplir.-.d» sus ideas tan plenamente, y ha esforzado con tanta dignidad y energía la obligación que tienen los Es- tados de hacer completa justicia á lodos los acreedo- res públicos, (jije en mi opinión, nin(:i¡no tpie Mnj «1 honor é independencia de la America, puede vj- tilar ni un momento ron respecto á la necesidad de cumplir ron las ¡asías y honrosas ¿hedidas rnic pro- jone. Si los argumentos que emplea no produeen38 un convencimiento general, yo no sí que olra cosa pueda tener mayor influjo, especialmente si reflc— i íionamos que el sistema á que se alude, siendo el resultado del conjunto de las meditaciones de todo* los sabios de nuestro continente, si no es el mas per- fecto , sin duda es el menos cuestionable de todos los que podían imaginaise; y que si no se lleva in- mediatamente a efecto, resultará una quiebra nacio- nal con todas sus deplorables consecuencias , antes de que pueda en lo pronto proponerse 6 adoptarse, otro plan: tal es la urgencia de las actuales circuns- tancias, y tal la alternativa en que se hallan los Es- tados. Lá posibilidad de satisfacerlas deudas que se lia» contraído rn defensa de nuestra Patria, no debe du-. darse, y me listmgeo rttte tampoco falta la voluntad. El camino qué debernos seguir es muy fácil ■• la hon- radez, seg uí lo arredila la esperiencia, es la mejor y única verdadera política. Seamos, pues, justos co- mo nación, cumplamos (con la misma buena fe que no* suponemos obligado] a hacerlo en nuestros com- promisos particulares) los partos que el Congreso in^- «lid iblemenle tenia derecho de r iebrar para prose- guir la guerra. Entre tanto conviene que todos los ciudadanos d¿ América cooperen con particulares- mero á la ejecución de este asunto coino indlvíftio- y miembros déla sociedad: de este modo procura!á$ m-tyor fuerza al gobierno, y serán felices bajo su protección. Cada uno recogerá el froto de su traba- jo, rada uno disfrutará de lo suyo sin ser molestado y sin peligro. ■Kn tal e»uubí d« absoluta libertad y perfecta se-34 yuridad, ¿ quien te opondrá a ceder un» pequeíí;» pirte de su propieda l para sostener lo* comaura i.i- tereses de la sociedad, y para asegurarse la proteo clon del gobierno? ¿Quien no se acuerda de las frecuente* declaraciones que hicimos al principio de Ja guerra, de que nos considerarían) >s plenamente satisfechos, si con el sacrificio de la mitad podíamos defender el resto de nuestras posesiones ? ¿ Quien es «I hombre que quiera deber la defensa de su per- sona y propiedades á los afanes, valor y sangre de •tros, sin hacer un generoso esfuerzo para pagar es- ta deuda de honor y gratitud ? ¿ En que' punto del continente encontraremos un solo hombre que no se avergonzase de proponer medidas calculadas para ro- bar al soldado de su estipendio y al acreedor publi- co de lo que se le debe ? V aun cuando fuese posi- ble que se diese un ejemplo de tan escandalosa in- justicia, ¿ dejaría de esritar la indignación general, y de acarrear sobre los autores de tales medidas la inflexible venganza del rielo ? Si después un espíritu de desunión, de obstinación y perversidad se mani- festase en cualquiera de los Estados ; si esa desgra- ciada disposición frustrase los buenos efectos que po>- Jrian resultar de la unión ; si prevaleciese una opo- sición á cumplir con las contribuciones para el pago del interés anual de la deuda publica.; y si esa opo- sición escitase las animosidades y produjuse los ma- les que felizmente se han removido por ahora , el Congreso, que en lodos sus procederes ha niauifej— tado el mayor grado de magnanimidad y justicia,, «juf.dará justificado ante Dios y los hombres: y aquel ftstacto solo que maniliesle oposición » las sabias35 (íidas entonadas de las luces reunidas tíe los h&Éhr kres mas sabios de la Nación, y que sigue consejos •irados y perniciosos, será responsable de todas las •onsecuencias. Por mi parte, seguro de haber obrado mientras tuve la satisfacción de servir al publico del moda «[Ue comprendía ser mas adaptable para promover }o> verdaderos intereses de mi pais, y habiendo a •onsecuenria di. la fija creencia en (|ue estaba com- prometida mi palabra con el ejercito, de que su pais al fm les baria justicia, y poniendo el mayor emití» en no ocultar á los ojos de nadie mi conducta, me ka parecido conveniente remitir á V. E. la adjunta •elección de papeles relativos a la media paga y con- mutación concedidas por el Congreso á los oficiales del ejercito; por ellos se comprendera claramente •uáles lian sido mis sentimientos; y las razones que he tenido desde un principio para recomendar la adopción de esa medida. Del mismo modo que la conducta del Congreso, la del ejérrito y la mia esta manifiesta á todos, y en mi opinión no basta para removerlas preocupaciones y errores que pueda ha- ber imitado en algunos. Juzgo que no es necesario decir mas sobre el particular, y solo observaré que las resoluciones del Congreso á que se alude, son tan indudable y absolutamente obligatorias, como ios mas solemnes actos de confederación 6 legislación. En cuanto á la idea que según entiendo ha preva- lecido algunas veces, de que la media paga y con- mutación deben considerarse romo una odiosa pen- sión, debe desvanecerse para siempre : que las provi- > Í'jiioí en tm« época en que no tenían «ira cosa que»4ar, dcbin mirarse romo una recompensa ofrecid* por el Congreso á los oficiales del ejército por los ser- vicios que debian prestar. Este era el único medio que liabia para impedir el total abandono del servi- cio : era una parte de su salario, y me atreveré á de- cir, era el precio de su sangre y de vuestra indepen- dencia. Por consecuencia, esta debia ser mas atendi- ble que una deuda común: era una deuda de bonor; nunca puede considerarse como una pensión ó gra- cia, ni puede creerse cbancelada hasta no estar de] todo satisfecha. Con respecto a la distinción entre oficiales y sol- dados, la uniforme esperiencia de todas las naciones d'-l mando prueba evidentemente la utilidad de es- ta diferencia. Las recompensa» en atención á las ven- tajas que el publico deriva de ellas, se deben indis- putablemente a todo; aquellos que lo sirven. En algún modo los soldados generalmente han sido tal vez tan ampliamente recompensados por sus servi- cios, en virtud de la generosidad con que han si» do pogados, como los oficiales lo serán con la pro- puesta conmutación: por olro lado, si ademas de la donación de tierras, del pago de los atrasos y sa- larios (en cuyos artículos todas las parles que com- ponen el ejercito, d.ben estar bajo el mismo píe)j tomamos en consideración los favores que han re- cibido, y la gracia que se les ha prometido a todos de darles la paga de un año, su suerte no es me- nos envidiable que la de los oficiales. Si no obstan- te, se juzgase conveniente darles mayor recompen- sa, a nadie le será ibas satisfactorio que á mi <•! st j, la gne¿-39 rase hahrra terminado tan fellimenle como ha su- «edido, si je hubiese herbó un uso conveniente de los recursos que ofrece el continente: podría probar también que los desastres y disgustos que lian ocur- rido ron frecuencia, han resultado, en muchos casos, de la falta de cnerda en el gobierno continental, y no de la falta de mcd'os en los diferentes Estados' que la ineficacia de las medidas , efecto de la falta de competente autoridad en el supremo poder, del par- cial cumplimiento con las requisiciones del Congre- so en algunos Estados, y de la falta total do pun- tualidad en otros, al paso que contribuía a entibiar el celo de los que estaban mejor dispuestos á emplea- rais furrias por el bien general, sirve también para «cumular los gastos de la guerra, y para frustrar los planes mejor concertados; podria prohar, en fin, que el desaliento producido por ¡as complicadas difi- cultades y embarazos en (pie se lian visto envueltos nuestros negocios, hace morbo tiempo hubiera oca- sionado la total disolución de un ejercito menos su- frido, menos virtuoso y menos perseverante que el que tuve el honor de mandar. Pero al propio tiem- po que refiero estos hechos notorios romo defectos de una constitución federal, particularmente en la prosecución de la guerra, suplico que se tenga en- tendido que como siempre me ha sido sumamrnti: grato reconocer ron agradecimiento el áufllSó V apo- yo con que me han favorecido todas las clases de ciudadanos, también estaré siempre dispuesto a ha- tea- justicia á los imponderables ésfuérios que en mu- chas ocasiones han hecho cada «no d? los r.;!a> Declarar guerra, dar patentes de corso y re- presalias; hacer reglas concernientes á capturaciones •n tierra ó mar. la- Levantar y sostener ejércitos. Pero ninguna 'Propiacion de dinero para este uso será por mas tiem- po que dos años. >3. Proveer y mantener una armada. l4- Hacer reglas para el gobierno y regulación de «as fuerzas de tierra y mar. Tomar providencial para juntar la milicia , 8)ecutar las leyes de la Union, suprimir las insurrec- ciones y repeler las invasiones. 16. Tomar providencias para organizar, armar y "'scipünar la milicia, y para el gobierno de aquella parte que pueda ser empleada en servicio de los Es- tados-Unidos: reservando á los Estados respectiva- mente el nombramiento de oficiales, y la autoridad de "istruir la milicia conforme á la disciplina prescrita Por el Congreso. '7- Ejercer una legislación esrlusiva en todos los fasos cualesquiera que sean, sobre aquel distrito (no •scediendo de diez millas cuadradas) que pueda, por tesion de Estados particulares, y aceptación del Con- Ireso, venir a ser el asiento del gobierno de los Es- tados-Unidos ; y ejercer déla misma manera auto- ridad sobre todos aquellos lugares, nombrados por con- ocimiento de la legislatura del Estado á que perte- nezcan, para la erección de fuertes, almacenes, arse- nales' y otros edificios necesarios. «8. Hacer todas las leyes que sean necesarias y Propias para llevar a ejecución los poderes antecéden- os, y todos los otros poderes concedidos por fsta5o Constitución al gobierno de los Eslados-Uaidus, ó i algún departamento ú oficial de él. SECCION IX. 1. La emigración ó importación de aquellas per- sonas que los Estados, ahora existentes, juzguen á pro- pósito admitir, no se prohibirá por el Congreso antes del año de mil orhorientos ocho ; pero una tasa ó de- recho puede ser impuesto sobre dicha importación , no escediendo de diez pesos por cada persona. 2. El privilegio de la ley Habeas-Corpus no se suspenderá, á menos que lo exija asi la salud pública en casos de rebelión o invasión. 3. Ninguna ley de proscripción ó que tenga efecto retroactivo podrá ser establecida. 4. Ninguna capitación ú otra directa tasa se im- pondrá, á menos que sea en proporción á los censos, ó enumeración ya mandada hacer por esta Constitución 5. Ninguna tasa ó derecho se impondrá sobre ar- tículos esporlados de cualquier Estado. Ninguna pre- ferencia se dará por cualquiera regulación de comer- cio ó renta, á los puertos de un Estado sobre los de otro: ni los barros destinados de un Estado á otro jerán obligados á entrar, aclarar ó pagar derechos en Otro. G. Ningún dinero se sacará de la tesorería, sino *n consecuencia de apropiaciones hechas por ley; y una relación pública y cuenta exacta de los recibos y asios de todo dinero se publicará de tiempo en tiempo. 7. Ningún titulo de nobleza se concederá por los Estados-Unidos, y ninguna persona ejerciendo oficio5i *l' provecho ó de confianza bajo ele ellos, aceptara sin Asentimiento del Congreso* algún presente, cmolu- mento, oficio ó titulo de cualquier género que sea, <'c algún rey, principe ó estado estrangero. SECCION X. *■ Ningún Estado entrará en algún tratado, alian- la o confederación, dará patentes de corso y reprc- 5al'as , acuñara moneda , librará letras de cambio , ofrecerá en pagamento de deuda, ni pasará algún Bill de proicripcion ó ley retroactiva, alterando la obliga- ción de contratos, 6 concediendo algún titulo de no- bleza. a. Ningún Estado sin consentimiento del Congre- so ordenará impuestos ó derechos sobre importacio- nes ó esportaciones, escepto aquellos que puedan ser absolutamente necesarios para ejecutar sus leyes de inspección; y el neto producto de todos los dere- chos é impuestos establecidos por algún Estado so- bre importaciones ó esportaciones, será para el uso de la tesorería de los Estados-Unidos; y semejan- tes leyes estarán sujetas á la revisión y aprobación del Congreso. Ningún Estado, sin el consentimien- to del Congreso, establecerá derecho sobre el tone- laje, ni tendrá tropas 6 navios de guerra en tiem- po de paz, tampoco entrará en algún acuerdo 6 com- pacto con otro Estado, 6 con un poder estrangero, ni se empeñará en guerra sino en actual invasión, <> en un peligro tan ¿anímenle que no admita di- lación.52 ARTICUXO TL seccioh r. i. El poder ejecutivo se compondrá ünicaKien- te del presidente de los Estados-Unidos de Améri" ca. El ejercerá su oficio durante el termino de cua- tro anos, y junto con el vice-presidente, elegido pOf el mismo tiempo, será electo de la manera siguiente: a. Cada Estado nombrará en los te'rminos que la legislatura de el determinare, un número de elec- tores igual al numero total de senadores y represen- tantes, que el Estado tenga derecho de enviar al Congreso. Pero ningun senador ó representante, b persona que ejerza algún oficio de confianza b pro- vecho bajo los Estados-Unidos, sera nombrado elector. 3. Los electores se juntarán en sus respectivos Es- tados, y votarán por valotas para dos personss, de las. cuales una á lo menos no será habitante de aquel mismo Estado con ellos. Y ellos formarán una lis- ta de todas las personas por quienes se haya vola- do, y el numero de votos de rada una; la cual lis- ta firmai án y certificarán, y transmitirán sellada al sitio del gobierno de los Eslados-Unidos, dirigida al p;esidenle del Senado, en presencia del cual y de la Sala de Representantes, abrirán todos los certifica- tos, y luego se contarán Jos votos. I.a persona qu» tuviere el mayor número de votos será el presiden- te; si el la) número fuere una mayoridad del nú- mero total de los elertores nombrados, y si hubiere mas de uno que tenga dicha mayoridad e igual nú-53 mero de votos, tntonces la Sala de Representantes inmediatamente elegirá por valotas uno de ellos pa- ra presidente; y si ninguna persona tiene una ma- yoridad, entonces de las cinco que tengan mas en ta lista, dicha Sala de la misma manera elegirá e\ Presidente. Pero eligiendo al presidente, los votos se to- barán por Estados, teniendo la representación de cada Estado un voto: un tribunal para este intento constara de un miembro ó miembros de las dos terceras par- tes de los Estados, y una mayoridad de todos los Es- tados será necesaria para una elección. En todo ca- so después de elegido el presidente, la persona que tuviere el mayor numero de votos de los electores será el vice-presidente. Pero si hubiere dos 6 mas que tengan igual número de votos, el Senado elegirá de ellos por valotas al vice-presidente. L El Congreso puede determinar el tiempo pa- ra elegir los electores, y el dia en el cual clloi lian de dar sus votos; cuyo dia sera el mismo en to- dos los Estados-Unidos. 5. Ninguna persona, esceplo un natural nacido ciudadano. 6 un ciudadano de los Estados-Unidos, el tiempo de la adopción de esta Constitución, se- rá elegible al oficio de presidente. Ni persona algu- na será elegible á dicho oficio, que no tenga la edad do treinta y cinco años, y haya sido catorce años residente en los Estados-Unidos. 6. En caso de remoción del presidente de! oficio, 6 de muerte, renuncia ó imposibilidad, recaerán ¡os poderes y derechos de dicho oficio en el vice-pre- sidente; y el C&ngi'ese puede por ley en caso ¿e remoción, muerte, renuncia ó imposibilidad del pre- "54 bidente y vire-presidente , declarar que' ofin»l »t- tuará entonces como presidente; y dicho olicial por consiguiente actuará hasta que cese la incapacidad, 6 se elija un presidente. 7. El presidente recibirá por sus servicios en tér- minos-señalados una compensación, la cual ni se au- mentará ni se disminuirá durante el tiempo por el oual hubiere sido electo; y él no recibirá dentro de dicho término ningún otro emolumento de le» Estados-Unidos, 6 de alguno de ellos. ..8. Antes de entrar en el ejercicio de su oficio, él dará juramento ó afirmación de la manera siguien-> te:—»Yo solemnemente juro (ó afirmo), que ejer—. cerc' fielmente el oficio de presidente de los Esta- dos-Unido» ; y cuanto mejor pueda protegerá y de« fendere la Constitución de dichos Estados." ÍECCIOH II. 1. El presidente será comandante en gefe de) ejercito y armada de los Estados-Unidos, y de la milicia de los diversos Estados, cuando estuvieren en actual servicio de los Estados-Unidos. El puede pedir la opinión por escrito.de los principales ofi- ciales en cada uno de los departamentos ejecutivos, sobre cualquier asunto relativo á los deberes de sus respectivos oficios ; y tendrá poder para suspendep la ejecución de algún castigo, y perdonar por ofen- sas contra los Estados-Unidos, escepto en casos de acusación. a. El tendrá poder, con consej» y consentimien» to del Senado para hacer tratados, si las tíos tere*-35 Me partes de lo» senadores présenle* concurren; y- ■embrará, con consentimiento del Senado, embaja- dores y otro» ministros públicos, cónsules y jucce« de U suprema corte, y todos los otros oficiales de *0s Estados-Unidos, cuyos nombramientos no estén proteidos por la Constitución, ni establecidos por ley. I*ero el Congreso puede por ley dar al presidente solamente el poder dn nombrar aquellos oficiales in - feriores que juzgare» propósito en las cortes de ley, b en las cabeias de los departamentos. 3. CI presidente tendrá poder para llenar todas les Tacantes que puedan acontecer, durante el reti- ro del Svnado, dando patentes, que espiraría al lira lie su próxima sesión, MCCION III. El presidente de tiempo en tiempo dará al Con- greso una información del estado de la Union, y re- comendará i su considera) ion aquellas medidas que juzgue necesarias y convenientes. El puede en ocasio- nes estraordinarias juntar ambas Salas, ó alguna de ellas í y en caso de disputa entre ellas con respecto al tiempo de la prorogac'on, puede prorogarlas hasta si tiempo que juzgare mas propio. El recibirá emba- jadores y otros ministros públicos; tendrá cuidado de que las leyes se ejecuten belmente, y dará patentes e todos los oficiales de los Estados-Unidos. SECCION IT. El presidente, vire-presidente y todos los oficia- las civiles de los Estados-Unido» serán removidos de56 «u oficio por acusación y convicción de traición, cohe- cho ú otros grandes delitos. ARTICULO IIL S1CCION I. El poder judicial de los Estados-Unidos residirá en una corte suprema, y en aquellas cortes inferio- res que el Congreso de tiempo en tiempo ordenara y establecerá. Los jueces de ambas cortes ejercerán su oficio mientras se porten bien; y en tiempos deter- minados recibirán por sus servicios una compensa- ción, la cual no se disminuirá durante su continua- ción en el oficio. skccion ir. 1. El poder judicial se estendcri á todos los ca- sos de ley y equidad que se originen de est3 Cons- titución, leves de los Estados-Unidos y tratados he- chos ó que se hicieren bajo su autoridad ; i todos los casos concernientes á embajadores ú otros ministros públicos y cónsules; á todos los casos de aliniran- taigo y jurisdicción marítima; de controversias en las cuales los Estados-Unidos fueren una parte ; de controversias entre dos 6 mas Estados, entre un Es- tado y los ciudadanos de otro, entre ios ciudadanos de diferentes Estados, entre los de uno mismo, preten- siones de tierras bajo concesiones de diferentes Es- tados, y entre un Estado y los ciudadanos de él, y Estadoi estrangeroj, ciudadanos 6 subditos. 2. En todos los casos concernientes á embajado-*7 res, otros ministros públicos y cónsules, y en aque- llo» en lo» cuales un Estado fuere una psrte, la cor- te suprema tendrá jurisdicción origina!. Y enlosotro^ ••«os anteriormente referidos, la corte suprema »e- rá el tribunal de última apelación, en cuanto á la ley y ;il hecho, con aquellas escepcione» y regulaciones «me el Congreso hiciere. 3. El juicio de todos los crímenes, menos los de acusación, será por Jury: y tales juicios se harán en aquel Estado donde dichos crímenes hubieren sid» cometidos ; pero cuando no son cometidos dentro de Estado alguno, se harán en aquel lugar ó lugares, don- de el Congreso pueda por ley determinar. SECCION m, 1. Por traición contra los Estados-Unidos se lee- dri solamente el acto de hacer guerra contra ellos, b de adherirse á sus enemigos dándoles ayuda y au- xilio. Ninguna persona será convencida de traición, á menos que no intervenga el testimonio de los testi- gos del acto, ó por confesión en corle abierta. 2. El Congreso tendrá poder para declarar el cas- tigo de traición ; pero ninguno infamado por ella, transmitirá á tus herederos infamia alguna ¡ y en ca- so de confiscación de bienes, será durante la vida de la persona infamada.58 ARTICULO IV. SICCIOK I.* Enicra ft y rrlditn se dari en rada Estado j lo» actos públicos, registros y procedimientos judiciales de todos lo« otros. Y el Congreso puede por leyes penales prescribir en que manera dichos actos, regis- tros y pi¿ludimientos serán probados, y el efecto de ellos. SECCIOK II. i. Los riuáadanos de rada Estado gozaran todos los privilegios é inmunidades de ciudadanos en los diversos Estados. 3. Una persona acusada en algún Estado de traición, felonía ú otro crimen, que huya de la justicia y se encuentre en otro Estado, sera entregada inmediata- mente que sea pedida por la autoridad ejecutiva del Estado He donde ha huido, para ser transportada al Estado que tiene jurisdicción sobre el crimen. 3. Ninguna persona obligada a servir ó i traba- jar en algún Estado, según las leyes de el, esca| ándose a otro Estado, sera libertada de aquel servicio ó tra- bajo, en consecuencia de alguna ley ó regulación que haya en t'l, smo que será entregada i aquella parte a quien tai servicio 6 trabajo se ie deba cuando la re- clame. ÍECCIOS ta, ' i. Nuevos Estados pueden ser admitidos por el Cocgrtso .. esta Union; pero nin^"n nuevo Esiadfl59 serfi formado 6 erigido danlro de la jurisdicción de algún olro Estado, ni se formara alguno por la unión de dos b tn el otro mod» de ratificación ; con tal (jue ningu- na reforma que se hadantes del :mo de 180S, altere en ninguna manera las clausulas primera y cuarta, con- tenidas en la sección nona del articulo primero; y con tal que ningún Estado sin su consentimiento, sea privado de su igual sufragio en el Senado ARTICULO VI. i. Todas las deudas contraidas y empeños que se hayan hecho antes de ]a adopción de esta Constitu- ción, serán tan -válidos contra los Estados-Unidos, bajo esta Constitución, como bajo la Confederación. 3. Esta Constitución y la» leyes de los Estados- Unidos que se hicieren en consecuencia de ella, y los tratados hechos 6 que se hirieren bajo la autori- dad de los Estados-Unido», serán la ley suprema de la tierra; y los jueces de cada Estado serin obligados porella.no obstante cualquiera cosa en la Constitu- ción 6 leyes de cualquier estado para !o contrario. 3. Los senadores y representantes antes referi- das, y los miembros de todas las legislaturas de los diversos Estados y todos lo» oficiales ejerutivoj y ju- diciales, aji de los Estados-Unidos como de los di- versos Estados, terin obligados per juramento 6 afir- mación á sostener esta Constitución; pero níng«na prueba religiosa se requerirá como calificación para ejercer al{un oficio público, ó de confianza bajo de los Estadas-Unidos,6i ARTICULO VII. La ratificación de la convención de nueve Estado» será suficiente para el establearatentó de esta Cons- titución entre los Estados que ratifiquen la misma. Hecha en convención, por unánime consentimien- to de los Estados presentes el décimo séptimo dia de setiembre del año de nuestro señor, mil setecientos ochenta y siete, y dnode'ciino de la independencia de los Estados-Unidos de América. En testimonio de lo cual hemossustnpto nuestrosnombres--GEOR- JE WASHINGTON, presidente y diputado de Vir- ginia NeíV-ffampshire; Juhn Langdon.—Nicholas Gilman.—Mas'achi/srtts: Nathaniel Gorham—Ru- fus King.—Conneclicul: William Sam. Johnson.— Roger Sherman.—Ncw-York: Alcxander Ilamüton. —Neiv-Jersej:\ William Liviugston.—David Brear- ley.—William Patlcrson.—Jonathan Dayton—Pen- silvmia: Benjamin Frankliri.—Thomas Mifllin.—Ro- ben Morris.—George Clynier.—Thomas Filzsimoiiít —Jared Ingerssoll. James YVillson.—Goberncur Morris.—Dclaivarc: George Rerd.—Gunning Bcd- ford, jun.—Jobn Dickinson—Richard Rasset.—Ja- cob Broom.—Maiylud: James M'Henry.—Daniel of St. Thomas Jenifer.—Daniel Caroll.—Virginia: Jhon Blair.—James Madison, jun.—Narlh-Caroli- na: William Blount.—Richard Dubbs Spsight.— Hngh Williamson.—Soulh-Carolina: John Ru- tledge.—Charles C. Pinckuey.—Charles Pinckney. —Pierce Butler.—Georgia: William Few,—Abrn- ham Baldvon,—William Jackson, secretario. 962 CORRECCIONES. Los siguientes articulas, en adición jr corrección é hi Constitución de los Estados-Unidos, habiendo sf~ do ratificados por las legislaturas de nueve Esta- dos, son igualmente obligatorios que la Constitu- ción en si misma. I. El Congreso no hará ley alguna relativa á al- gún establecimiento de religión, 6 prohibiendo el li- bre ejercicio de ella, ni pondrá límites á la liber- tad de discurrir, á la libertad de 1a prensa, ni al de- recho que tienen los pueblos de juntarse pacifica- mente y representar al gobierno por la reforma de abusos. II. Siendo necesaria a la seguridad de un Esta- do libre una milicia bien organizada, no podrá vio- arse el derecho del pueblo para guardar y llevar armas. III. Ningún soldado en tiempo de pai será acuar- telado en ninguna casa sin consentimiento de su due- ño ; ni en tiempo de guerra, sino en la manera que se prescribiere por ley. IV. El derecho del pueblo para ser asegurado en Sus personas, casas, papeles y efectos, libre de pes- quisas y sorpresas, no podrá ser violado ; y ninguna orden de arresto se espedirá sino con causa proba- ble y apoyada por juramento 6 afirmación, y descri- biendo particularmente el lugar que ha de ser pes- quisado y las personas que se han de sorprender. V. Nadie será obligado á responder en un crimen «'apila! ó qu* infame, sino por representación 6 que-63 rtlb de un gran Jury, esceplo en . lo* casos que se Originen en las fuerzas de tierra ó mar, 6 en la mi- licia, cuando este en actual servicio en tiempo de guerra. Nadie sufrirá por un delito dos penas. Na- die será compelido en un raso criminal á delatarse i ti mismo, y nadie será privado de su vida, libertad bienes sin un proceso regular en las formas prescri- tas por las leyes. Ninguna propiedad particular será tomada para los usos públicos, sin una justa recom- pensa. VI. En todos los procesos criminales gozará el reo del derecho de ser juzgado pronta y pública- mente por un Jury imparcinl del Estado 6 distrito en que el crimen se haya cometido; el cual distri- to habrá sido establecido por ley; y de ser instrui- do de la naturaleza de su causa: de ser careado con los testigos que depongan contra él; y por último, de obtener órdenes compulsorias para que compa- rezcan testigos tn su favor, y asista un abogado pa- ra su defensa. VII. En los pleitos en que el valor de la contro- versia escediere de veinte pesos, el derecho de un juicio por el Jury será preservado, y ningún hecho juzgado por un Jury será segunda vez examinado por alguna corte dé los Estados-Unidos, sino con ar- reglo á las leyes. VII). No se enigirán cauciones ni multas escesi- vas, ni menos se impondrán crueles t inusitadas penas- IX. La enumeración, r.n la Constitución, de cier- tos derschos no será hecha para negar ó desigualar los otros retenidos por ti pueblo. X. Los poderes no delegados a lo» Estados-Uní-64 dos por la Constitución, ni prohibidos por i lia a los -Estados, serán reservados á los Estados b al pueblo respectivamente. XI. El poder jndi< ial de los E'lados-Unidos no se- ra hecho de un modo que pueda estenderse a al- guna instancia, por ley 6 justicia, comenzada ó se- guida contra uno de los Estados-Unidos por ciudada- nos de otro Estado, b por ciudadanos o vasallos do algún Estado estrangero. XII. Los electores se juntaran en sus respectivos Estados, y votaran por valotas por el presidente- y vire-presidente, uno de los cuales al menos, no se- rá habitante del mismo Estado ron ellos: nombra- ran en sus valotas la persona por quien votan romo presidente, y en distintas valotas la persona por quien votan romo vire-presidente; y harán distintas Motas de todas las personas por quienes hayan votado ro- mo presidentes, y de todas aquellas por quienes ha- yan votado como vire-presidentes, y de todo el nú- mero de votos para cada uno; las cuajes listas fir- maran y certificaran, y transmitirán selladas al go- bierno de los Estados-Unidos, dirigidas al presiden- te del Senado: el presidente del Senado, a presen' ría de este y de la sala de representantes, abri- rá todos los certificados, y se rnntarán los votos: la per- sona cue ten¡>a el mnvor número de votos para presi- dente, será el presidente, si tal númer o hace una ma- yoridad del número total de los electores nombra- dos; y si nmptino tiene esta mayoridad, entonces de los personas que tienen los números mas altos, ny esredlendn de tres en la lista de aquellos por quienes se ha votado romo presidente, la Ssla de representantet65 escogerá inmediatamente por valotas el presidente. Pero al elegirlos se tomarán Jos votos por Estados, teniendo la representación de cada uno un voto; el tribunal para este fin deberá ser compuesto 'de un miembro ó miembros de los dos tercios de los Es- tados, y una mayoridad de todos los Estados sera necesaria para una elección. Y si antes del cuarto dia del mes de marzo inmediato la Sala de repre- sentantes no hubiere elegido un presidente, en laí ocasiones que baya recaido en ella el derecho de ele- girlo, entonces el vice-presidente actuará como pre- sidente, como en los casos de muerte ú otro incon- veniente constitucional del presidente. La persona que tiene el mayor número de vo- tos como vice-presidente, será vice-presidente si es- te número hace una mayoridad del número total de los electores nombrados ; y si ninguna persona tiene una mayoridad, entonces de las dos que ténganlo» nümsros mas altos en la lista, escogerá el Senado al rice-presidetlte: el tribunal para c>ste (in deberá componerse de los dos tercios del número total de senadores, y una mayoridad d¿ lodo el número se- rá necesaria para una elección. Pero ninguna persona que, según esta Consti- tución, na paed i ser elegida para el oficio de presi- dente podrá serlo para el de vicn-presidente de )oi Estados-Unidos.66 RESOLUCION PROPONIENDO UNA CORRECCION A LA CONSTITUCION DE LOS ESTADOS-UNIDOS. Resuelto por el Senado y Sala de Representan- tes de los Estados-Unidos de América, junio» en Con- greso y concurriendo los dos tercios de ambas Salas: que la siguiente sección sea sometida a las legislatu- ras de los diversos Estados, y cjue siendo ratificadas por las legislaturas de las tres cuartas partes de ellos será válida y obligatoria, como una parte de la Cons- titución de los Estados-Unidos. Si algún ciudadano de los Estados-Unidos acepta- re, pretendiere, recibiere b retuviere cualquier titu- lo de nobleza ú honor, 6 sin el consentimiento del Congreso, aceptare y retuviere algún presente, pen- sión, oficio ó emolumento, malquiera que sea, de al- gún emperador, rey , principe o poder estrangero, tal persona cesará de ser ciudadano de los Estados- Unidos, y será incapaz de tener algún oficio de con- fianza 6 provecho bajo de ellos, ó bajo alguno de ellos. —J. B. VARNUM, presidente de la Sala de Repre- sentantes.—JOHN GAILARI), pr. sidenie^tjSena- * . , ~Y\ NOTA. i 3VX71 Esta resolución se ha pasado, y se~-ha*la~ ac- tualmente en las legislatura* de los Estados para su ratificación; pr-n&ab/emente la obtendrá, y pa- sará i ser parte de la Constitución.