ENSAYO POLITICO. EL &tet*ma Colotutnaito, POPULAR, ELECTIVO, Y REPRESENTATIVO, ES EL qUE MAS CONVIENE Á LA Grccoium anualibus ignotos, qui f ua tmatüm miranlur: Rowanis haud perinde celebrii, dum vetera extollimui, recentíum iacurioii. Tac Ann. U. 88 NUEVA-YORK: EN LA fMPKENTA DE A. PAUL, 12 HASSAU-STREET. Año de 1823.AL AL AMABLE, SENSIBLE, Y VIRTUOSO DR. JOSÉ FERNANDEZ MADRID, DEDICA ESTE PEQUEÑO ENSAYO SU SINCERO AMIGO, VICENTE HOCAFUERTE.PROLOGO. " Ergo fungar vice cotia, Acntnm Rcdderequm ferrum valet, exors ipsa secandi."—Aüt. Pnn. Pues que nadie mejor que tú conoce la pureza de mis intenciones, y mi ardiente entusiasmo por la Independen- cia y felicidad de la America, excusa mi querido Pepe, que sin tu anuencia, estampe tu nombre al frente de este en- sayo, y que me atreva á dirigírtelo.—Deseo merecer el honroso titulo de buen Patriota que me ha concedido ya tu indulgente amistad, consagrando á nuestra Patria como ciudadano independiente y libre, el escaso fruto de mi lec- tura y mis observaciones. Semejante á la piedra de amo- lar que aunque bota y áspera hace no obstante cortar, a6¡ yo destituido del suficiente cultivo y natural talento para persuadir, creo sin embargo poder ser de alguna utilidad, generalizando conocimientos y propagando ideas, que por ser en su mayoría de hombres celebres, y lo que es mas. hallarse comprobadas por la experiencia, me parecen las mas conducentes al feliz establecimiento de los gobiernos de América. Persuadido según mis cortos alcanzes de que el mayor mal que pueda sobrevenir á una nación, es el de caer en un error de legislación, y equivocar las bases de su Con»-tí íitucion, por que son males que después se convierten en incurables; he leido con alguna atención á Montesquieu: Rousseau, Mably, Filangiery, Adams, Madison, y Hamil- ton, y el resultado de mis reflexiones, y de lo que he obser- vado en estos Estados Unidos, tierra clásica de la libertad, há sido el convencimiento de las verdades siguientes. La Constitución federal Americana es muy superior á la Inglesa, á este nuevo gobierno Americano debe correspon- der un nuevo nombre, en la moderna nomenclatura poli- tica, debemos buscar el espíritu y esencia de las institu- ciones, y no contentarnos con solo su apariencia. La Constitución actual de Colombia, proclamada en la villa del Rosario de Cucuta, es una imitación hermosa de la Constitución Americana modificada á nuestras circunstan- cias, me parece muy superior á la Española, y á la carta Francesa; sus bases pueden servir de modelo á los demás gobiernos que hayan de formarse en America. El sistema Americano ó de Colombia no solamente es el mas racional en la teoría, y el mas económico en la prac- tica, sino que es quizás el único que conviene á nuestro clima, á nuestra escasa población, á nuestra riqueza, á nuestra índole, y á nuestro estado de civilización. El sistema Colombiano, popular, electivo, y representa- tivo, es el único que puede fijar en America el verdadero equilibrio político, que contrariando las ridiculas máximas del dogma de legitimidad Europea, asegure á esta preciosa parte del globo el primer rango en el mundo civilizado; haciendo que por sus principios liberales, llegue á ser el asilo de la virtud, la bienhechora de la especie humana, la promotora de la felicidad universal, y la verdadera patria de la Jilosqfia, de la tolerancia religiosa y de la libertad po- lítica.Me había propuesto escribir extensamente, explicando y probando con datos positivos cada uno de los capítulos expresados; pero solo en algunos meses prodria execu- tarlo, y el tiempo urge, necesitamos ideas y ligeros ensayos, que uniformen la opinión, y no obras de literatura. Vaga sin dirección la chispa del patriotismo, y es preciso dirigir- la al grande objeto de conservar sobre las aras de la Inde- pendencia, la vivifica y brillante llama de la Libertad. La revolución que há hecho Freyre en Chile, la caída del vil tirano de Megico, y la incertidumbre en que se halla el va- cilante gobierno de Lima, exigen que á la mayor brevedad se pongan de acuerdo nuestras ideas, nos persuadamos de las desventajas y perjuicios de las Monarquías, y de la gran- dísima utilidad del sistema popular, electivo y representativo, como existe en la Ciudad de Washington, y en la de Santa Fe de Bogotá. Siendo este sistema tan diferente de todos los demás gobiernos conocidos en los tiempos antiguos y modernos, y puesto en práctica solo en este nuevo mundo ; le daré el nuevo nombre de Colombiano, por estar situada la población de Washington en el Distrito de Colombia en los Estados Unidos, y ser la Ciudad de Santa Fe de Bogotá, la capital de la República de Colombia. Es también un nuevo tributo de justicia que exige la me- moria de aquel grande hombre, de aquel insigne genoves. que descubrió este nuevo hemisferio. Llamaré pues de aquí en a delante sistema Colombiano el gobierno popular, electivo y representativo de Washington y de Santa Fe. Santa Fe recuerda á Bolívar, y late vivamente el corazón de todo generoso Americano, al ver la sublime asociación del nombre de Bolívar con el de Colon, y el de Washing- ton.8 Si logro desviar á algún paisano mió del sistema monár- quico, y atraerlo por convencimiento al partido y régimen Colombiano, habré conseguido mi objeto ; pues estoy inti- mamente persuadido de que es el único que conviene á este nuevo mundo. Las razones en que apoyo mi persua- sión y que voy á exponer con la posible brevedad, las he sa- cado de Montesquieu, de Mably, y de Filangierí; casi todo lo que voy á decir se encontrará en el primer tomo de la " Ciencia de la Legislación," edición Italiana de Genova de 1798. No hay casi una sola idea mia, todos los pensa- mientos son Europeos, y con ellos creo sino probar, á lo menos manifestar, ó hacer entrever, á los que quieran pro- fundizar mas esta question ; " que el Gobierno Monárquico, si aun puede sostenerse en Europa por muchos años, es incom- patible con la prosperidad de este vasto continente: que el sistema Colombiano es el único que conviene a las luces del siglo, y á la situación actual de la América independiente."CAPITULO 1°. 1 odos los Gobiernos tienen resortes que por un tiempo los hacen caminar, pero que gastándose después, hacen parar la máquina. Las costumbres varían constantemente con los siglos, los intereses de las naciones cambian con las nuevas generaciones, y lo que era muy útil en una época, es muy perjudicial en otra. El Gobierno Español pudo ser muy ventajoso ahora trecientos anos, y en el dia nos es funestísimo. Toca á la América Independiente variar su legislación según lo exige su nueva situación política consultar la experiencia de los siglos y los fastos de la his- toria, para estudiar los progresos de la razón, y la marcha verdadera de la civilización ; aprovechándose de los erro- res pasados para evitarlos, y formar un sistema guberna- tivo tan nuevo como este mundo, y tan pácífico y libre de tempestades como el gran océano que le circunda por la parte occidental. Echemos una rápida ojeada sobre los gobiernos antiguos que han tenido mas reputación en el mundo, para sacar las consecuencias y deducir los princi- pios aplicables á nuestra presente situación. El legislador de Lacedemonia, Licurgo, odia la riqueza, destierra de la República el oro y plata, prohibe el comer- cio, establece una perfecta igualdad, destruye la propiedad, condena el lujo, ensalza la frugalidad, envilece las manu- facturas, y degrada la agricultura entregando exclusiva- mente á los esclavos el cultivo de las tierras. Su único ob- jeto es formar robustos guerreros; para prevenir las fata- ■»(O les* consecuencias del ocio en que se hallan, arregla todas sus acciones, determina por ley la comida, el paseo, y hasta las conversaciones; ñja los ejercicios gimnásticos, la carrera, la lucha, el bayle ; solo se propone dar vigor al cuerpo y for- mar valientes guerreros. Para impedir la relaxacion de costumbres en ámbos sexos se vale de un medio que pa- rece debia fomentarla, manda que las doncellas vayan siempre con la cara descubierta, que desnudas de pies á cabeza luchen, en los juegos públicos, con los vigorosos jóvenes; persuadido de que el remedio mas seguro contra las impresiones de la naturaleza, es acostumbrar los sen- tidos á su espectáculo. Fomenta el hurto para adiestrar á los niños en los ardides de la guerra; enñn sacrifica so- bre los altares de Diana al débil infante, que no há nacido con una constitución tan robusta, como lo exige su legisla- ción. El resultado sin embargo ha probado la excelencia de este sistema, á su sombra prosperó por seis siglos la Re- publica de Esparta, que por su vigor, fuerza y felicidad ha fixado la admiración del mundo.* A la corta distancia de solo quarenta leguas de Esparta otro legislador, Solón, funda una república, siguiendo prin- cipios enteramente opuestos. Sus leyes protegen el comer- cio, animan la agricultura, fomentan las artes, promueven el trabajo, y atraen por todas partes las riquezas. Con los auxilios de la industria combate la esterilidad del suelo; exige que cada ciudadano tenga un oficio; que el padre en- sene al hijo á ganar su vida; establece un tribunal para averiguar los medios de subsistencia de cada uno; llama * Observaré aquí de paso, que las mugeres de Lima andan vestidas de saya y manto ; que este continuo disfraz las predispone & la hipocresía, y las conduce & una relaxacion de costumbres muy vergonzosa en una na- ción culta. El legislador que quiera mejorar las costumbres de Lima, debe indispensablemente prohibir el uso de la saya y manto, y obligar & todas las mugeres a que se paseen por las calles con la cara descubierta, vestidas con todo el decoro, decencia, y modestia, que distingue al bello sexo de los Estados Unidos, de Inglaterra,y de Francia.13 á los extrangeros ; la libertad, la necesidad, y la ley todo contribuye á favorecer y fijar en la república la industria, la habilidad y los talentos. La pereza se castiga como un delito, las mugeres deben ser caseras y laboriosas ; la pu- reza de costumbres se conserva en ámbos sexos por medio del mismo trabajo que ocasiona el luxo; la opulencia y las riquezas son el objeto de esta legislación. Se podría preguntar ahora, ¿cual de las dos legisla- ciones era la mejor ? Y la respuesta seria que cada una logró el objeto que se propuso, bienque siguiendo caminos opuestos. Tanto convenia á Esparta la legislación de Licurgo, come á Atenas la de Solón. Del mismo modo tanto conviene en el dia á la Europa un sistema Monár- quico Constitucional, como á la America el sistema Co- lombiano que le es opuesto. Si de buena fe admitimos estos principios de etema ver- dad y los aplicamos á la situación política de America; si guiados por la hermosa constelación que brilla sobre el capitolio de Washington, si amaestrados en las teorías de la moderna filosofía, y felices aplicaciones á la política corremos con la antorcha de la historia antigua y moderna los contornos geográficos de este nuevo mundo; si ob- servamos sus nuevas producciones, sus nuevos habitantes, sus extraordinarios manantiales de riquezas, sus nuevos montes, ríos, mares, lagos y cascadas; nos convenceremos de que esta nuova parto ¿id globo, c\ige un nuevo sistema de legislación, muy diferente de todo lo que se há cono- cido hasta aquí, pero apoyado siempre en la eterna base de formas republicanas, como las de Esparta y las de Atenas. No un sistema como el de Licurgo, que solo convenia & un gran convento de monges guerreros, ni como el de So- Ion que solo podia adaptarse á un pais tan pequeño como la Atica. Entre el nuevo y el antiguo sistema republi- cano debe haber la misma diferencia que existe entre la naturaleza de estos lugares, la que se observa entre la orgullosa altura del agigantado Cbimborazo y la humilde12 elevación del pigmeo Hymeto, entre el estruendoso océano que forma el rio Amazonas, y el risueño arro- yuelo Cephiso. , La colosal naturaleza de América exige 6 requiere en la organización de sus nuevas instituciones, toda la sublimidad de la moderna filosofía, toda la prác- tica de los conocimientos modernos, y de los nuevos y admirables descubrimientos de nuestro tiempo. Si el gran Montesquieu, que tanto insiste sobre el influjo del clima en la legislación, hubiera podido conocer la America ; no hay duda, que al aspecto sublime de la cas- cada del Niágara y salto de Toquendama, del rápido San Lorenzo, y majestuoso Orinoco, hubiera exclamado en un rapto legislativo / á tan grandiosa y nueva naturaleza, solo conviene un grandioso y nuevo gobierno de virtud y de filosofia ! Rómulo y Remo fundaron la ciudad de Roma; el de- recho de la fuerza dictó los reglamentos y las primera leyes que hizieron, para sujetar á un puñado de bandidos, Roma destinada á perecer en los primeros dias de su aurora, tan incapaz de sufrir las cadenas del despotismo, como de go- zar de una tranquila libertad, expuesta á todos los vay- renes de la anarquía, por la eterna oposición entre los dos partidos irreconciliables de la nobleza y del pueblo, Be veia precisada á combatir para no sucumbir, y tenia que buhcai li» guerra fuera de su pais, para conservar su tranquilidad interioi. Sus legisladores conocieron esta verdad, la que sirvió de base á su legislación. La conquista fué el grande objeto de su sistema, y sus leyes fueron las únicas que en aquel tiempo pudieron conservar al pueblo Romano. Interesaron en la guerra á todos los ciudadanos, á todas las clases, y ór- denes déla república, el botin se distribuía entre los soldados, y el trigo que pagaban de contribución las naciones venci- das, se repartia entre los vecinos de Roma. Se valieron tam- bién del gran resorte de honores y premios. Las coronas, ese adorno de la Divinidad, del Sacerdocio, y del imperio,13 fueron consagradas al valor, á la victoria, y á la conquista. Entre las varias que distribuían, la menos apreciable era aquella que se concedía al general que concluía la guerra y hacia un tratado de paz con los enemigos. En esta distinc- cion de premios es donde se observa maravillosamente el espíritu de la legislación Romana. Procurar la paz á la patria era la acción menos aplaudida, y menos premiada por la ley. Para interesar á los cónsules en la guerra fué necesario establecer, que no pudiesen obtener los honores del triunfo sino después de una' conquista, ó de una victoria. Enfin el Sacerdocio, el mismo sacerdocio, tan avariento en Ro- ma como en todos los países en donde el fanatismo há usurpado el trono de la religión, estaba interesado en la guerra. Los dioses de las naciones sojuzgadas eran ado- rados en el capitolio; y como los supersticiosos Romanos creían compensar los ultrajes que hacian a loa pueblos, in- troduciendo entre ellos su nuevo culto; se multiplicaban con la conquista ; los dioses, los templos, y las ofrendas; tres manantiales inagotahles de riquezas. Los que obedecian, y los que mandaban; los que maneja- ban la espada y los que perfumaban con incienso el altar de los dioses, todos fundaba)» en la guerra su mas lisonjera esperanza. Esta rarísima combinación, esta prodigiosa unidad de intereses, daba á Roma toda la fuerza exterior que necesitaba para extender sus conquistas, al paso que fijaba la tranquilidad en el recinto de sus murallas. Bajo los auspicios de la guerra, gozó de paz interior, de gloria exterior, y del subiime beneficio de una soberana Libertad. Todos estos bienes se acabaron quando no tuvo mas nacio- nes que conquistar; sus leyes que no tenían ya objeto, cayeron en desprecio; la tea de la discordia civil derribo los altares de la Patria; y sobre las tristes ruinas de la libertad, levantó la tiranía el solio imperial de Augusto, fijando el despotismo y la crueldad, entre los imperiales monstruos Tiberio, Calígula, y Nerón.14 ¡ Que estas lecciones de la historia no sean perdidas para vosotros, 6 paisanos mios, hijos afortunados del brillante Sol, moradores de las fertisilimas regiones del Ecuador! Observad que los gobiernos de Esparta, Atenas, y Roma, son los que han tenido mayor duración, los que han logra- do mayor gloria, y han merecido mayores aplausos de la posteridad; y que todos, aunque diferentes en su primitivo objeto, han sido Republicanos; luego en la diversidad de las antiguas formas republicanas debemos en primer lugar bus- car los elementos de nuestra nueva legislación. Debemos imitar estos sistemas, no porque son Griegos ni Romanos, sino, porque apoyándose en el sentido común, razón uni- versal, y naturaleza del hombre, convienen á todos los siglos y á todos los puntos del globo: su espíritu es tan útil hoy, como lo fué ahora dos ó tres mil años, y lo será eterna- mente mientras no varié la organización humana. Las monarquías Europeas con su bárbaro feudalismo son insti- tuciones modernas, hijas del fanatismo religioso, y de la estúpida ignorancia de los Godos y de los Vándalos. Observemos en segundo lugar que la probreza y econo- mía constituyeron la base de la república de Esparta; el trabajo y la industria la de Atenas ; la conquista y fuerza exterior la de Roma; luego de la reunión de estos tres re- sortes poderosos hábilmente colocados, y que tantos pro- digios hizieron en la antigüedad, debemos formar una nueva máquina política, que convenga á este nuevo mundo; de- bemos esforzarnos en establecer un gobierno, que tenga por base la perfecta unión de la economía, con lá industria y la fuerza exterior. Si no existiera semejante sistema, seria necesario inventarle, pero ni aun ese trabajo tenenemos. Este moderno fenómeno político, fuerte industrioso y eco- nómico, desconocido de los antiguos, brilla en todo su esplendor en los Estados Unidos. Este es el verdadero Norte que nos debe servir de guia, el verdadero modelo que nos hemos de proponer. Deja el sistema Colombiano tan atrás á todas las otras formas, combinaciones y sistemas po-Uticos, como un magnífico barco de vapor en un dia de cal- ma deja atrás en su majestuosa carrera, á una pesada é in- mobil urca holandesa. El barco elegante, sin velas ni aparejo, surcando ufáno los mares solo al impulso del vapor, es la imágen de la República de Washington ó de Colom- bia caminando noblemente á la gloria en el océano de los siglos; mientras que la pesada y fea urca holandesa al paso que nos recuerda los primeros y groseros ensayos de la navegación, nos representa la imágen de la gótica mar- cha de las decrépitas Monarquías. CAPITULO IIo. No es muy defícil probar que el sistema Republicano admitiendo todas las variedades que hemos notado en Es- parta, Atenas, y Roma, y aplicándolas á nuestras localida- des y circunstancias, es el único que conviene á la Amé- rica, al siglo en que vivimos, y á las grandes mudanzas que ha causado en el misino mundo el descubrimiento de este hemisferio, y de sus manantiales de riquezas. Antiguamente la probeze era el primer grado de virtud, la única que conducía & la gloria y grandeza. Hoy es todo lo opuesto, la riqueza es el verdadero fundamento de la prosperidad nacional; esta reflexión nos conduce á una verdad importantísima, y es, que nosotros lo debemos todo á la mudanza de los siglos, y que para llegar á aquel grado de grandeza que alcanzaron los antiguos, debemos aunque animados del mismo espíritu de razón y de despreocupa- ción, seguir caminos muy diversos. Esta es la verdadera mudanza que se ha hecho en el mundo, y la que continua- mente se esta haciendo por el singular efecto de la insta- bilidad humana. La industria, el comercio, el lujo, las artes, y los medios que contribuyeron á debilitar á los Estados, los que quizas16 hizieron á Tyro presa de Alexandro, y á Cartago de Es- cipion, esos mismos medios se hán convertido hoy en los mas Armes apoyos de la prosperidad de los pueblos. En efecto desde que la tierra no enmudece yá ante un hom- bre, desde que hán cesado las guerras de conquista, desde el descubrimiento de la pólvora, desde que se pelea por el comercio y por puntos mercantiles como Malla y Gibral- tar, desde que las Estatuas, Pinturas, y objetos de las artes entran en los tratados de paz, desde que las naciones agri- cultoras han levantado un trono sobre las guerreras; desde que las riquezas no corrompen á los pueblos, porque no son el fruto de la conquista, sino el premio del trabajo y de una vida muy activa, desde que las riquezas son el primer objeto de la legislación, ha habido en el mundo una lenta revolución de cuyo influjo no podia sustraerse esta misma América, fecundísima en oro y plata, y causa primitiva de estas mismas extraordinarias mudanzas. Desde el descu- brimiento de la América, el espíritu de comercio y los progresos de la novegacion y geografía han elevado la In- glaterra al grado de prosperidad y opulencia en que se halla; estas mismas causas han ido insensiblemente per- feccionando sus instituciones, y fijando con mas claridad las bases de su libertad ; es en el dia la nación mas rica de Europa, la mejor gobernada y la ménos infeliz. Si en el curso de este ensayo, logro probar que el sistema Colom- biano es superior al de Inglaterra, por que se há formado mucho después,y se adapta mejor á este espírítude mudanza y perfección moral que distingue á nuestro siglo ; sacare- mos en consecuencia que es el gobierno mas digno de imi- tación, y el que debemos adoptar en todos los puntos en donde se pueda establacer. Convengo que su aplicación es muy difícil, pero no inasequible ni imposible, atendi- endo á los medios de civilización que están á nuestro al- canze, labor improbus omnia vincit. Pasó felizmente la funesta época de guerras de supers- tición, y de fanatismo, las luces no pueden retroceder, los17 pueblos están ya muy acostumbrados á la tolerancia reli- giosa y saben muy bien distinguir los intereses del ciclo de los de la tierra. Los pasos agigantados de la moral evan- gélica por medio de la moderna institución de la Sociedad de la Biblia, los rápidos progresos del sistema Lancasteri- ano, los portentosos descubrimientos de barcos, imprentas, y máquinas de vapor, la infinidad de libros y diarios, la ac- tividad de las comunicaciones, la facilidad y ahorro de los viajes, todo contribuye maravillosamente á propagar las luces, y á fijar el verdadero sistema de gobiernos, popula- res, electivos, y representativos. Todos saben, hoy que Minos, Licurgo, Rómulo, Numa, Pompilio y los Monar- quistas absolutos han sido unos impostores; cuando han hecho intervenir la Divinidad en la composición de su le- gislación, todos están ya convencidos de que las leyes nun- ca han traído su origen del cielo sino del mismo pueblo ; que de él solo emanan todos los poderes de los gobernan- tes, que deben vivir con desahogo, y no con un insolente lujo. Estos principios tan conformes, á la razón, y tan opuestos á los Imperios y Monarquías prueban que estos sistemas de realismo son incompatibles con las luces del siglo, y descubrimientos de la moderna civilización. La ignorancia en que se apoyan, la superstición que promue- ven, y el costoso boato que exigen, los destierran para si- empre de nuestra América, que debe ser la tierra clásica de la ilustración, de la filosofía, de la industria y economía gubernativa, únicas bases de un verdadero gobierno Co- lombiano. CAPITULO III». En las Monarquías todos trabajan para una familia; en las Repúblicas nadie trabaja para otros ; en las primeras se nota una gran diferencia entre Príncipes y Reyes, No- 3bles y Plebeyos, todos gozan de diferentes fueros y privile- gios; en las segundas no hay ninguna distinción, todos son iguales ante la ley; en aquellas el pueblo es siempre es- clavo, ó tratado, como una bestia de carga; en estas el pue- blo ya es monarca, ya súbdito; goza de aquella igualdad social que tanto recomienda la naturaleza; es monarca quando hace leyes, crea magistrados, y elije jueces; es súbdito quando obedece á estas mismas leyes que el se ha dado ; y ora sea absuelto, ó condenado, lo es por sentencia de jueces íntegros de su confianza y elecion. Quizás á la gran desigualdad social de las monarquías debe su origen el uso del Carnaval tan generalizado en Europa. Es una especie de desahogo que se da al pueblo oprimido; agoviado este bajo el peso de la esclavitud en todo el curso del año, se disfraza en los tres dias de Carnes- tolendas ; toma el trage de un rey, de un grande ó de un no- ble, olvida su triste suerte, se entrega á la bebida y en sus alegres ilusiones cree haber pasado de súbdito á monarca; sueña efectivamente la verdad que se practica en un siste- ma Colombiano. Este es el gobierno que se acerca mas al del cielo, sigue siempre un órden de constancia, y de igualdad, muy conforme al de la naturaleza, que no há puesto ninguna señal distintiva ni al rey, ni al noble, ni al plebeyo. Todos nacen igualmente desnudos, todos están igual- mente sujetos á las enfermedades miserias y achaques de la naturaleza, todos mueren igualmente para servir de pasto á los gusanos, ó á los peces, todos son' iguales en todo y por todo, luego deben también ser iguales ante la ley, como lo son ante la Deidad del firmamento. Esta verdad incon- testable que sirve de base al sistema Colombiano, destruye todas las fábulas que atribuyen un origen divino á la auto- ridad suprema. Este nuevo sistema no exige tampoco la perfección an- gelical, y las cualidades sobre naturales que quieren supo- ner los defensores de la monarquía; el hombre es el mis-19 mo, conserva siempre sus pasiones, no las destruye, solo las calma, y las dirije ácia un objeto de utilidad pública; el hábito de pensar le hace moderado y circunspecto, el deseo de distinguirse por medios honrosos, lo desvia del vicio, y lo conduce á la virtud ; resultado casi general de las buenas instituciones, y no las instituciones de la virtud. Aquí como en todos los demás cuerpos políticos, la inquie- ta ambición del hombre se entrega al amor del poder; este amortan inherenteal corazón humano produce varios y grandes efectos según los objetos á que se dirije, y casos á que se aplica. En Roma produxo á los Curios, Decios, y Fabios; en los Estados Unidos, á los Washingtones, Franklines, y Jeft'ersones ; en España y en Francia servi- les egoístas como Eróles, Eguia, Quesada; Chateaubriand, Villéles, y Marcelos. Donde hay despotismo, dice Montesquieu, no hay virtud, y por que ? Porque en un gobierno arbitrario como las monarquías, la autoridad soberana se halla entre las manos de un tirano, que educado entre las paredes de un palacio, rodeado de avarientos y corrompidos cortesanos, jamas oye la verdad, solo escucha la voz de la lisonja, y sigue los consejos del vicio ; nunca pueda elejir sino ministros mal- vados que alhaguen sus pasiones, y fomenten sus perversos afectos. Como toda la autoridad emana de un ser tan corrompido, la virtud huye, los talentos desaparecen, y nunca nacen en esos legítimos reinados ni los Aristides, ni los Cimones. En semejante gobierno la indecencia, la disolución, la baxeza, la vergonzosa voluptuosidad, la opre- sión, la injusticia, el robo, y todos los crímenes que condu- cen al favor y á la fortuna; son apreciados, estimados, considerados, aprobados, y casi legitimados por el tácito consentimiento de una degradada sociedad, que no tiene bastante valor para reclamar enérgicamente sus usurpados derechos. El favoritismo es superior á todo, el traidor ó la Patria es el mas poderoso Ciudadano del Estado; el que no es opresor, se ve oprimido, el virtuoso tiene que20 esconder su virtud, y el valiente que disfrazar la nobleza de su alma; porque ambas qualidades son funestísimas en un pais en donde reina el despotismo. ¡ Que pintura tan exacta es esta de la Corte de Carlos quarto del favoriti- smo de Godoy, y de la persecución de Jovellanos! Este es pues el feliz gobierno que los Santos aliados á punta de bayonetas quieren hacer adoptar a los Españoles baxo los auspicios del Dios de San Luis. ¡ Que cuadro es este tan parecido á lo que pasaba en los salones de nuestros antiguos Visires, los Virreyes de Ame- rica ! basta conocer la historia vergonzosa de estos moder- nos Verres, y de sus amos los ineptos reyes de España, para aborrecerlos cornos los Romanos aborrecieron a los Tarquinos, para jurar como Aníbal sobre las aras de la Patria, odio eterno á todo principio de Gótica Monarquía, y de dependencia Europea. Asi como en la profunda obscuridad de una lóbrega y tempestuosa noche, se aparece un planeta en el cielo, que con su pálida luz mitiga el horror de las tinieblas, y lleva un dulce consuelo al corazón del viajero casi desmayado de fatiga en un camino perdido; así la aparición rara de un Tito, de un Trajano, de un Antonino, ó de un Enrique quar- to mitiga en el alma del hombre virtuoso, el disgusto, el odio y el terror que le inspira el tenebroso caos de las ne- farias Monarquías. CAPITULO IVo. El amor del poder es la verdadera causa que decide de las acciones del ciudadano, la que le vuelve virtuoso y justo en los Gobiernos Republicanos. En donde el Pueblo manda, la Nación es despota, y por consiguiente no puede desear sino el bien de la mayoría; pero la buena voluntad, y el afecto de esta mayoría no se puede ganar21 tocando la vihuela y cantando como Godoy, ó imitando las extravagancias de Potenki: es preciso poseer grandes talentos y una virtud eminente para fijar la consideración de una Nación que vela, como Argos, sobre sus propios intereses. El amor del poder esta iutimamente combi- nado en un Gobierno Republicano con el amor patrio; el que despierta en el corazón el amor de la justicia, el amor de la gloria, y el amor de la virtud. Sobre las aras de la Patria se realizan todos los prodigios del heroico valor y de la generosa virtud ; su sagrada llama enciende, inflama, abrasa los pechos, y convierte al ciudadno en un Fabricio, en un Regulo, ó en un Cincinato. Mientras el valor, el mérito, y la virtud sirvieron de escalones para llegar á la suprema dignidad de Cónsul ó de Dictador, la historia Romana abunda de admirables rasgos de heroici- dad ; pero desde que la libertad sucumbió y por consi- guiente expiró la República ; desde que César se coronó, y empezó á reynar el despotismo Imperial, la historia de Roma presenta el cuadro mas horroroso de la humana de- gradación. El amor del poder que á la sombra de la li- bertad producía aquellos grandes hombres, como los Ho- racios, los Camilos, los Scipiones, los Cicerones, y Catones ; ála mortífera sombra del trono imperial solo producía mons- truos horrendos como Seyano, Narciso, y esa infame turba de viles delatores, dignos favoritos de un Tiberio, de un Nerón, de un Caligula, ó de un Vitelio. O Americanos, ó paisanos míos, no podemos aborrecer demasiado estas viveras imperiales, ¡ que todos los rayos del cielo se des- plomen sobre la cabeza del malvado que aspire á renovar entre nosotros la funestísima idea de Imperio ó de Mo- narquía !CAPITULO V». Me harán quizás la objeción de que las Monarquías Constitucionales no tienen los defectos de las Monarquías absolutas; yo probaré con el mismo Filangieri, en el curso de este ensayo, que la Monarquía Inglesa la menos mala de todas, es un sistema de gobierno muy inferior al del Norte América. Si los vicios arraigados de la apoli- llada Europa, dividida entre grandes propríetarios y proletarios, exige la conservación de una insolente no- bleza y aristocracia heriditaria apoyo del trono; esas mismas razones que hacen conservar esos males en Eu- ropa, no existen en America, y por lo mismo debemos reorganizarnos de un modo diferente, es decir, siguiendo un sistema opuesto al de Europa, contrarío a las ideas monárquicas, y favorable á las opiniones Republicanas. En América no hay felizmente esa gran designaldad de fortunas que se observa en Europa. Nadie tiene 400, ó 600 mil presos de renta, como Medina Celi en España, el Du- que de Bedford en Inglaterra, Sterazi en Alemania, y Chi- rimitof en Russia. El proprietario mas rico de Lima, el Marques de Montemira solo posee una renta de 50 á 60 mil pesos anuales ; el Marques del Toxo del Cuzco, 70 mil pesos. El Conde de la Conquista de Chile de 10 á 15 mil pesos, el Marques de San Jorge de Sante Fe de 30 á 40 mil pesos. La propriedad está muy dividida en América; hay mas tierras que población ; no sucede así en Europa en donde casi toda la propriedad territorial está en manos de la no- bleza ; esa es la fuerza verdadera de la aristocracia; el poder de la nobleza es muy efectivo en Europa, y solo apa- rente en América. Los nobles de Lima, y del nuevo mundo se contentan con la cinta de una cruz, es un ador- no exterior que solo satisface la pueril vanidad del hombre.'2ó sin aumentar las comodidades, ni los gozes de la vida; es una moda á la que fácilmente se puede renunciar como se renuncia, á la cinta de un relox, ó al color de un vestido. En Europa no sucede así, la nobleza no es imaginaria, tiene un gran influxo por su gran riqueza territorial, exer- ce los primeros cargos de la nación, como sucede en In- glaterra, se distingue por la excelente educación política que recibe, y forma un cuerpo intermedio entre la supre- ma altura del trono, y el vil abatimiento del Pueblo. Esta gran acumulación de propiedad territorial entre pocas manos, este gran mal de la desigualidad social impedirá por muchos años á la Europa, gozar de los benificios de un gobierno republicano. El político Europeo verdadera- mente ¡lustrado y patriota no puede pensar por ahora sino en fixar los principios liberales de una monarquía constitu- cional, al paso que el verdadero político del nuevo mundo, debe buscar en el suelo virgen de América, y en la docili- dad de sus habitantes, la pureza de los principios republica- nos. Nos hallamos en situaciones muy diversas : en Es- pana un buen patriota será un monarquista constitucional, y en America un republicano decidido. Son muchos y muy insuperables los obstáculos que los desgraciados Eu- ropeos encuentran en los abusos de la administración, en la demasiada ingerencia del gobierno, en la extravagancia de las leyes civiles, en la barbarie de los códigos feudales, en el fomento y protección que los bárbaros antepasados dieron á los pastos y caza, en los atentados legales contra la propriedad pública y particular, en el curso judiciario, en los abusos del crédito publico, en la enagenacion de las rentas del principe, en la deuda nacional, en los privilegios exclusivos de las corporaciones, en las falsas máximas de política y en el funesto sistema de contribuciones. Si este bárbaro y erróneo sistema arruina al mismo tiempo la po- blación, la agricultura, la industria, y el comercio; si des- via al hombre del matrimonio, despuebla los campos, ener- va los brazos del artífice, cierra los puertos á las naciones.24 si amenaza la seguridad del ciudadano y la libertad del hombre ; si priva al viajero de descanso, y al negociante de su propiedad; si espone á uno y á otro á todas las ase- chanzas de una legislación artificiosa y confusa que siem- bra los delitos con las prohibiciones, y las prohibiciones con los delitos; si separa á la ciudad de la ciudad, á la vi- lla de la villa, al pueblo del pueblo; si promueve la discor- dia entre miembrios de un mismo cuerpo, subditos de una misma nación, hijos de una misma patria; si el derecho de gentes es violado por aquellos mismos que le deben pro- teger ; en una palabra, si por cualquier aspecto que se con- sidere este sistema, es cruel, malo, opresor, perverso é inicuo, resultará que es necesario cambiarle, que es un deber en todo ciudadano honrrado rebelarse contra tan bár- baro régimen de gobierno, una virtud el abolirle, y una heroicidad el remplazarle por otro régimen constitucional, adecuado á las luces del siglo, sin haber experimentado los horrores de una sangrienta revolución. Tal es la triste y reciente historia de Nápoles, Piemonte, España y Por- tugal ; y tal es la justa causa de la independencia Ameri- cana. Los Austríacos en Italia, y los Franceses en España llaman insurgentes á los enérgicos liberales, que no quie- ren sujetarse mas tiempo á tan dura y degradante opre- sión ; asi como los estúpidos Españoles llaman rebeldes á los heroicos Americanos, que saben también ó mejor que ellos derramar su sangre en defensa de la justicia, de la in- dependencia, y de la libertad. ¿ Si los desventurados Euro- peos, no pueden conseguir siquiera un se mi-racional or- den de gobierno, como podrán aspirar al sublime grado de la moderna democracia ? Para establecerlo en Europa seria necesario formar una revolución mas horrorosa, mas cruel y vergonzosa que la de la misma Francia ; seria in- dispensable sacrificar la nobleza y el clero, formar una nueva ley agraria, repartir de nuevo las tierras, y enfin causar transtornos que producirían por lo pronto mayores males que bienes; y harían cometer, bajo el pretexto de2y nuevas reformas, crímenes que hacen estremecer la hu- manidad, que reprueba la razón, y desecha la sana política. En America en donde no existen felizmente esas enve- jecidas trabas y casi insuperables obstáculos, es fácil ton- seguir sin mayor trabajo el inefable beneficio de un gobier- no Colombiano; há bastado para establacerlo, un gene- roso genio como el de Washington. Para seguir tan glo- rioso exemplo nos basta en el dia el noble esfuerzo de un héroe como Rolivar en Colombia, de un patriota como O'Higgins en Chile, de. un feliz general como San Martin en el Perú, y de unos gefes ilustrados como los de Buenos Ayres. La misma situación de España, la imposibilidad en que se halla en el dia de corregir los grandísimos defec- tos de su despótica monarquía, nos debe servir de exemplo para renunciar eternamente entre nosotros á toda idea de realismo ó de Borbones. Mientras los Santos Aliados de Verona para afianzar la paz de la Europa mandan cíen mil Franceses á España para restituir á Fe¡ naudo séptimo al trono despótico de Car- los quarto, y por consiguiente hacer revivir la feliz época del gran Godoy, de la casta Maria Luisa, y despreocupado Arzobispo de Galicia, Musquiz, que en favor de su ama la Reyna, cambiaba el báculo episcopal por el caduceo de Mercurio. Mientras se empeñan, á nombre del Dios de San Luis en hacer volver ese dichoso tiempo en que el mismo sucesor de la corona, ese Fernando uno de los tan- tos nietos de Enrrique quarto, fué victima de la calumnia, y estuvo preso en el Escorial acusado del atroz crimen de parricida, mientras pretenden á la dicha de hacer retornar el siglo de oro de la Santa Inquisición, prima hermana de esta también Santa Alianza que dispone de los pueblos como rebaños de carneros, y trata á los hombres como bes- tias de carga, sirve de consuelo á la oprimida humanidad, ver á la America buscando los principios de sus nuevos gobiernos, en la fuente mas pura de la mas acrisolada filo- sofía, y no en el falso, burlesco, y ridiculo dogma de legiti- 426 midad. ¿ No hán logrado los Reyes privar á los Papas de la autoridad divina que se habían arrogado de disponer de las coronas, destronarlos, hacerles abrir un cerquillo, y encerrarlos en un Convento 1 ¿ No hán conseguido los Reyes á favor de las luces de la civilización sustraherae al ignominioso yugo del Vaticano, y reducir á zero el ful- minante poder de Roma? Pues del mismo modo y por la misma causa de las luces del siglo, lograrán los pueblos sustraerse al orgulloso despotismo de sus monarcas, y por medio de Constituciones llegarán 3 poner un freno á su insaciable avaricia, y devoradora ambición. Tiempo es ya de que los Reyes se persuadan, ó hacerlos persuadir por la fuerza de la razón, de que son unos meros emplea- dos públicos, unos criados de la nación, como los papas son hoy los humildes servidores del Emperador de Austria, del Rey de Francia, y demás grandes potentados de Europa. De la lucha, entre el poder absoluto y las reclamaciones del derecho de los pueblos, há salido la revolución general que se observa en Europa, esa es la causa de la guerra atroz, iniqua, que sufre la infeliz España victima del inso- lente é inmoral gobierno de Francia. Goza la America de la grandísima ventaja de estar sepa- rada por dos grandes océanos de las demás partes del globo, de no estar como la Europa dividida en tantas naciones, tan distintas y tan desiguales, en fuerza, poder, riqueza, idioma, religión, y costumbres; rodeadas de vecinos ambiciosos que se observan y se aborrecen mutuamente. La envidia, los zelos y el odio que reynan entre Francia é Inglaterra, entre España y Portugal, entre Italia y Alemania, entre Sueciay Rusia, no pueden existir en muchos siglos en este vasto con- tinente ; porque todas las nuevas naciones tienen una exten- sión muy grande de terreno y de costas, empiezan todas su nueva carrera política poco mas ó menos, excepto Megico, con la misma población, la misma fuerza física, casi la mis- ma riqueza, tienen todas los mismos usos, el mismo dialecto, y la misma religión, solo Ies falta adoptar el mismo sistemade gobierno para formar un nuevo é indestructible equi- librio político. En America la paz debe ser consequencia del nuevo gobierno Colombiano; mientras que en Eu- ropa la guerra debe ser siempre el resultado de la ambi- ción de sus monarcas y de la desigual división de tantos Estados pequeños, que sirven de juguete á los santos san- tísimos aliados de Rusia, Prusia, Alemania y Francia. La uniformidad del sistema es la verdadera garantía de una paz permanente ; á esta uniformidad de gobierno aunque despótico, se debe atribuir la tranquilidad que há disfrutado la America por espacio de trecientos años. Apresure- monos pues á uniformar nuestras instituciones, imitemos á los primogénitos de la independencia, adoptemos el nuevo gobierno Colombiano en contraposición al dogma de legi- timidad. Todo debe ser nuevo en este nuevo mundo,* hasta el nuevo traje de la razón, debe ser tan brillante en America, como la admirable y prismática luz que despide la cima nevada del majestuoso Chimborazo quando reñeja los refulgentes rayos del sol. Todo convida y excita á arraygar en este vasto conti- nente el verdadero liberalismo: su situación geográfica, la extensión de sus costas bañadas por ambos océanos, la fa- cilidad de comunicaciones por los barcos de vapor, la fer- tilidad del suelo, la variedad de sus produciones, la abun- dancia de rios y economía de transportes, la riqueza de sus minas, la salubridad del clima, la índole amable y dócil • Hay en América un instinto de novedad que percibe inmediumente el viajero menos curioso. Sobre el magnifico edifició llamado en New-York City Hall, hé observado sobre el remate de la torre del medio uno her- mosa estatua de la Justicia ; está sin benda en los ojos, en la mano dere- cha tiene una elegante Romana moderna, apoya su mano ixquiérda sobre la guarnición de una espada cuya punta está clavada en el suelo. Es decir que la Justicia no es ciega en América como en Europa en donde la pintan y existe, cou los ojos bendados; aqut no amenaza á nadie, descanta sobre la punta de su espada, porque no la necesita, mientras allá la tiene siem- pre levantada pronta & herir 4 tonta» y A ciegas—; que diferencia ton no- table !28 de sus habitantes, todos estos son elementos favorables S la organización de un gobierno tan nuevo como admirable- Hada nos falta ; con un poco de patriotismo y de genero- sidad lograremos levantar un edificio politico tan exlraor dinario y portentoso como el San Pedro de Roma. CAPITULO VII». Las mismas revoluciones de la religión Catholica S que dió el primer origen la fabricación de esta famosa basílica de San Pedro, que se principio poco tiempo después del descubrimiento de este hemisferio, favorecen en America las ideas de libertad y de república. El polytheismo esa religión poética que alhagaba los sentidos, que aunque ensalzaba la virtud cubria con miste- rioso velo la fealdad del vicio, y entretenía la corrupción del corazón ; que adoraba como á padre de los dioses al raptor de Europa, y del joven Ganimedes; que sacrificaba vergonzosamente á Venus el timido pudor, primer hechizo de lá inocencia y del casto amor; el Polytheismo que en- tretenía la superstición del Griego y del Romano, quien de buena fe creia en los oráculos de Delfos, en las profecías de la Pythonisa, en el vuelo de los paxaros, en el graznido de las ócas, en el apetito de los pollos sagrados, y en las observaciones de los auguros y aruspicios. ¿ Si un sistema tan absurdo y tan lleno de errores no pudo impedir en Grecia ni en Roma el perfecto desarrollo de las ideas republicanas ? ¿ quanto mas favor deberán estas encontrar ahora en el sub- lime Christianismo ? En ese precioso código del evangelio que perfecciona la moral, que destruye la esclavitud, que re- comienda la igualdad, que liga con lazos de benevolencia á todos los miembros de la sociedad; que pone en el primer rango de las virtudes el amor al próximo, y la perfecta abne- gación de si mismo ; estas dos admirables virtudes son la?29 verdaderas bases de todo sistema religioso y político; esta es la intima relación y el punto de contacto que tiene todo gobierno con la religión. De allí nace el principio, de que la moralidad del pueblo es la mejor garantia de las institu- ciones civiles, y debe ser el primer objeto de toda legisla- ción. La esencia del Christianismo es republicana y por lo mismo es la religión que mas conviene á los pueblos modernos. El triunfo del Christianismo, fué en aquella época, el verdadero triunfo de la filosofía moral y pro- gresos de la razón sobre los fabulosos dogmas, y envejeci- das doctrinas del pol\theismo. Los primeros Christianos fueron los liberales de su siglo, los promotores del nuevo sistema de razón y filosofía; fueron perseguidos por los ty- ranos de su tiempo, como lo son hoy los Constitucionales y republicanos por los gefes serviles de Europa, que en lugar de llamarse Tiberio, Nerón, Domiciano, Vitelio, se llaman Alexandro, Fernando, Francisco, y Luis. Debe- mos esperar que asi como Júpiter huyó del capitolio de Roma, y desapareció con toda su corte Olympica al as- pecto del glorioso estandarte de la Cruz ; asi desaparece- rán también, en el curso de los siglos, de la triste y desgra- ciada-Europa sus reyes, y cortes imperiales, al aspecto de los pavcllones republicanos, que llevarán á sus puertos las riquezas de América, y la fama de su gloria, paz, abun- dancia, y prosperidad, baxo los auspicios de su indepen- dencia y libertad. El admirable Christianismo hubiera mejorado las insti- tuciones de Roma, y conforme á su espíritu de libertad é igualdad hubiera hecho revivir el glorioso sistema republi- cano, si los Godos, los Vándalos y todos esos salvages del Norte no hubieran entonces inundado la Europa. Traxe- ron consigo la barbarie, la esclavitud, la ignorancia, y la crueldad; el Christianismo mitigó al prinripio los males que causaron esos feroces invasores, ellos se bautizaron, pero mezclaron sus antiguas preocupaciones con el nuevo culto. El Sacerdozio, cansado de padecer se declaró á30 iávor de los nuevos amos ; de oprimido, se convertió en opresor, de dia en dia, fué extendiendo su ambición y po- der, fué á nombre de Dios fixando la ignorancia, usurpando el derecho de los pueblos, y formando el funesto sistema político religioso del altar y del trono que tantas lagrimas há costado á la humanidad, suscitando las sangrientas guerras de fanatismo y superstición. La avaricia misma del Sacerdocio quitó al sublime Christianismo su primitiva belleza cubriéndolo del ridi- culo traje monacal á cuya sombra há prosperado el lu- crativo ramo de novenas, trisagios, tiestas de Santos, in- dulgencias, escapularios, rosarios de Jerusalem, muelas de Santa Polonia, clavos de la Cruz, y otras invenciones tan ridiculas como las de los pollos sagrados, yel vuelo de los paxaros entre los Romanos. Del mismo mal nació el remedio, de los muros de un claustro salió la reforma re- ligiosa, que según la opinión del sabio Quincy Adams fue el grandioso paso que dió el hombre en la carrera de la ci- vilización, paso muy superior á los grandes descubri- mientos que acababan de hacerse, y que dexo tan atrás al magnetismo, la pólvora, los prodigios de las Indias, y la misma imprenta, como un gigante dexa atrás en su marcha á un pigmeo. En esa época, en el principio de ese sacu- dimiento que sacó al mundo del ignominioso lethargo en que yacia, se decubrió la America. Ese germen cientí- fico se ha ido desarrollando poco á poco en el espacio de 300 anos, há dado origen á ese portentoso fermento de ideas y opiniones que puesto (si puedo,expresarme asi) en el gran alambique de la moderna filosofía, há producido en Europa una atmosfera densa y obscura, casi tan inco- moda como las primitivas tinieblas de la misma ignoran- cia. Esos vapores que, no han podido condensarse allá por falta de un adequado refrigeratorio, se han recon- centrado al atravesar la gran masa del Océano, y han dado en America por resultado, ese puro, claro, y brillante espíritu de filosofía, que nunca lograrán ver31 los Europeos mientras exista la Santa Alianza; ese sistema admirable de tolerancia Religiosa y Libertad política sin mezcla de pueril legitimidad; entin esta moderna legis- lación Colombiana que es tan superior á la antigua, como son superiores las minas de oro y plata de este nuevo mundo, comparadas á las del antiguo. La libertad de conciencia, signo caracteristico de la sabiduria de nuestro siglo, compañera inseparable de la libertad política, há triunfado de las guerras funestas que le há suscitado el orgullo impotente de algunos decrépi- tos Monarcas del Vaticano. La tolerancia religiosa guiada por el generoso espíritu del evangelio del Samaritano, se pasea majestousamente en el mundo civilizado, en me- dio de los débiles rayos que aun despide el negro hori- zonte de Roma. La experiencia de trecientos años nos demuestra que los Pueblos mas virtuosos son aquellos en donde se ob- serva mayor libertad de cultos, como se verifica en Ingla- terra, Holanda, Alemania, Suiza, Dinamarca, Suecia, y Estados Unidos. El objeto verdadero de la Religión es la Moralidad de la Sociedad, y esta se consigue con mayor facilidad y economía admitiendo la tolerancia religiosa, y no manteniendo á unos opulentísimos Arzo- bispos que gastan 80, 100, ó 400 mil pesos de renta como el de Santiago, Lima, y Toledo. Esla verdad que muy pocos conocían ahora cinquenta años, que hubiera conducido á una hoguera inquisitorial al que la hubiera proferido, es en el dia tan general que no hay yá joven medio aprovechado que no la sepa; esta revolución en las mismas ideas religiosas, y el establecimiento de liber- tad de cultos es la que mas favorece en America, el siste- ma Republicano. La falta de población exige que qu'anto antes se pro- clame la libertad de cultos, ese es el medio mas eficaz de atraher á la America, los caudales y la industria de los ingleses, Holandeses, Alemanes y Suizos que son casi-32 lodos Protestantes, estos son precisamente los pobladores que necesitamos, no tanto por que son muy industriosos, y muy trabaxadores, sino por que tienen una sangre muy her- mosa, un color muy blanco y muy rosado. Protegiendo con buenas leyes los matrimonios de esta hermosa raza, con las preciosas Indias de las montañas equinocciales, que tanto se distinguen por la elegancia de contornos, y perfección de formas, conseguiríamos al cabo de algunos años blan- quear nuestra población. Este objeto es de la mayor im- portancia para nosotros, no solo debemos ocuparnos en au- mentar la población sino en mejorarla, y hacer desapa- recer la variedad de matices que hoy se notan. Para lograr esta homogeneidad de color que tiene mas trascen- dencia de lo que parece á primera vista, es indispensable atraer la emigración de Europa; esta solo se consigue con la tolerancia religiosa, que solo puede existir baxo el estandarte de la Libertad, la que tampoco puede conser- varse sin el firme apoyo del sistema Colombiano popular, electivo y representativo; luego este sistema es el único que conviene á la America baxo de qualquier aspecto que se considere. CAPITULO VII». Se que los mayores enemigos del Gobierno Colombiano, son aquellos abogados y theologos que cubiertos aun del polvo escolástico, hán pasado muchas vigilias sobre los libros, hán leido mucho, y han visto poco ; hán aprendido mucho de memoria, y han cultivado poco su razón, nunca han pensado nada por si solos, y siempre han admitido las opiniones de otros sobre la fe de su reputación: de alli nace el entusiasmo que profesan á ciertos autores Europeos y sobre tudoá los Franceses. Para ellos son oráculos infalibles.33 Machiavelli, Rousseau, Montesquicu, Mably, Benjamín Constant, Lanj unáis, y de Pradt; esa es la verdadera fuente de sus errores. El sublime genio de los primeros autores los deslumhra, sus talentos no hay duda son admi- rables pero no infalibles; hay mucho que aprender en sus obras, pero también mucho que desechar; es preciso no perder nunca de vista que escribieron baso de un sistema despótico monárquico, y que les era imposible presentar el vaso de la amarga verdad sin endulzar su circumferen- cia con los errores á la moda, y preocupaciones monárqui- cas de su triempo. "Cosí all'egro fanciul porgiamo aspersi Di aoave licor gli orli del vaso, Succhi amari, ingannato iutanto ei beve, E dall' inganno suo vita riccve.1\...TA»o. El Machiavelli tan leido entre nosotros por lo mismo que há sido tan prohibido, fue el mas decidido republicano de su tiempo. Según la opinión mas general, el escribió su obra del principe con el único objeto de ilustrar al pueblo, y no ensenar á los gefes supremos el arte del despotismo y tyrania ; y en esto cometió un grandísimo error. Ese fa- moso secretario de la república de Florencia hubiera sido en America un Jeflerson, y hubiera dicho la verdad con toda la franqueza de un hombre libre, si lo hubiera podido ser; pero habiendo sido su cara república, victima de las in- trigas y despotismo de Carlos quinto, tubo que disfrazar sus sentimentos y decir: " Que un principe que quiere conservarse debe aprender á ser solamente virtuoso quan- do lo requiera su interés; que debe guardar cuidadosa- mente sus riquezas y derrochar las del publico; que solo debe cumplir con su palabra quando en ello halle su ven- taja; que no necesita ser virtuoso sino aparentar serlo; que debe manifestarse humano fiel, justo, y religioso, pero que es preciso aprender á ser todo lo opuesto; que no debe observar todo aquello que es bueno y plausible en los de- más hombres, porque las necesidades del Estado lo obliga-34 rán muchas veces á obrar contra la humanidad, y contra la religión ; que debe en su conducta seguir el viento de la for- tuna, sin alexarse enquanto pueda del bien, pero sin escrú- pulo de hacer toda especie de mal y perjuicio quando le convenga." Este es el verdadero credo y cathecismo po- lítico de los reyes. Es el único evangelio de la Santa Alian- za. ¡ Quan diferente seria el lenguage de Machiavelli en el dia, sobre todo escribiendo en America, como es- cribió Tomas Paine! Rousseau fué el primero en Francia que explicó en su contrato social, y con baétante obscuridad metafísica, los principios del gobierno. Su opinión de que una repúb- lica solo puede existir en un terreno pequeño es falsísima, para convencerse de tamaño error basta echar la vista so- bre el mapa, y medir la vastísima extensión de la repú- blica de los Estados Unidos. Montesquieu, esa luminosa antorcha de la legislación, no nos puede servir en el dia de manual, ni de cartilla políti- ca ; no se atrevió á decir la forma de gobierno que mas convenia á la especie humana, en su obra inmortal del es- píritu de las leyes se contentó con raciocinar mas bien so- bre todo lo que se habia hecho, que sobre lo que debía hacerse. Quando veo á ese celebre Mably, á ese ilustre defensor de la libertad escribir recomendando la aristocracia y la política de Solón; y falso profeta, pronosticar al naciente gobierno de los Estados Unidos su efímera duración y funesto termino ; no puedo menos que compadecer nuestra extrema debilidad humana, los errores del mismo talento, y el entusiasmo de los hombres de genio por la antigüedad con todos sus defectos. No extraño entonces que tantos Americanos tan respetables por su mérito y virtudes sean adictos al sistema absurdo de las monarquías, y sean Bor- bonistas de buena fé. Lexos de perseguirlos y atormen- tarlos, eB preciso como dice Jefferson, protejerlos, atraer- los, y dexarlos vivir pacificamente entre nosotros, para quesirvan de prueba irrefragable •, " De la segundad con qw>. se puede tolerar ti error de opinión en un pais en donde libre- mente lo puede impugnar la razón." La verdadera é ilustra- da libertad de imprenta es la valla que los modernos han puesto aldespotismo, y ála intolerancia política, tan injusta y atroz como la religiosa. Los males y los errores de la opinión se han perpetuado en la sociedad por no conocer su origen; se há tenido el mayor esmero en ocultar la ver- dad á los principes, y estos hán engañando reciprocamente á los pueblos. Por muchos siglos el silencio há sido la salvaguardia de la tiranía y el garante de los desordenes y errores de opinión, este letal silencio no puede ya existir, no se puede guardar mucho tiempo el secreto de los crí- menes. La verdad estampada en efímeras ojas de papel, corre diariamente los continentes, atraviesa los mares, cruza las islas, y vuela de un polo al otro. Desde los desiertos peñascosos de la isla de Santa He lena, desde la humilde tumba del inmortal Napoleón sale la lastimosa voz que revela al mundo la mesquindad, inde- cencia y baxeza del ministerio Ingles. Ni el oro, ni el poder, ni las intrigas, ni las mas astutas precauciones de la moderna policía, ni la distancia, ni el lugar inaccesible; hán podido encadenar la verdad, á una roca colocada en medio del océano, y sumergir en el abismo de las olas, la vergonzosa historia del gabinete Ingles con el gran Napo- león en el destierro de Santa Helena. Dicese que el ser- vil ministro Ingles lord Londonderry se dió la muerte des- pués de haber leido la obra titulada, la Voz de Santa He- lena. La publicidad de los hechos es la salva-guardia de la virtud, el velo del secreto no puede esconder ya el error de las opiniones, ni encubrir crímenes que la hypocrita ambición há dorado hasta aqui con el nombre de actos in- indispensables de política. Despreciando nosotros el funesto sistema de Machiavelli, solo debemos seguir la máxima del gran Franklin, " la probidad es la mejor base de la política."—honesty is the besí polio/.36 Esa es precisamenta la máxima que no es permitido se- guir en Francia á Benjamín Constant, Lanjuinais, y de Pradt; en América, trasladados á Washington serian re- publicanos decididos, pero escribiendo en Europa y para el despotismo Europeo solo pueden ser los celebres cam- peones de la carta constitucional, los nobles antagonistas del mezquino ultra egoismo, y los ilustres martyres de su pa- triótica generosidad. Leamos esos sublimes autores para aprovecharnos de sus verdades y evitar sus errores, admirémoslos como modelos de elegancia y de estilo, pero no infalibles en sus máximas y principios; renunciemos enfin á esa ciega sumisión á las opiniones agenas, tengamos mas con- fianza en nosotros mismos, apelemos á nuestro sentido común, hagamos uso de nuestra razón que debe brillar con igual esplendor baxo el hermoso cielo de América como baxo la atmosfera opaca de la Europa. Sigamos é imitemos mas bien los consejos y máximas políticas de Washington, de Adams, de Jeflerson, y de Madison ; estos profundos políticos Americanos han sido gefes supremos de una gran nación, no solo hán sabido hablar y escribir, sino también aplicar la teoria abstracta de sus principios, á la practica de un feliz gobierno; han realisado el prodigio que nunca verán los Europeos mientras exista la Santa Alianza, esa feliz aplicación de la teoria mas extensa de los principios liberales á la practica gubernativa, ese feliz enlaze de la filosofía moral con la felicidad humana, ese verdadero triumfo de la razón y de la verdad, sobre la es- tupidez, y falso dogma de legitimitad. La Francia rodeada de ese brillante zodiaco de portentosos autores no há logra- do si quiera poner en execucion su ridicula y legitima carta octroyée, ni organizar de un modo decente las vergonzosas discusiones de sus cámaras; me parece que ese gobierno con todos sus famosos autores' es el peor modelo que puede ofrecerse á una nación que empieza la carrera de su libertad.3/ En la obra de Paine titulada el sentido común, en el discurso de Jefferson al tomar el mando de la presidencia, en el de Bolivar al jurar la Constitución de Cucuta, y en la despedida de Washington encuentro el verdadero cuedo político que debemos seguir; hallo todas los principios de gobierno, de justicia y de razón, y todos las máximas de generosidad, patriotismo y grandeza que necesitamos en nuestra actual situación. Después del sentido común de Paine que es preciso leér y releer vérsate diurna, vérsate nocturna; presentaré un bosquejo de la Constitución Americana, haré una explica- ción de sus partes comparándolas con la Constitución In- glesa, y haciendo ver su superioridad sobre aquella. Co- mo la Constitución Central de Colombia es una imitación de la Americana, creo que podrá ser de alguna utilidad para los gobiernos que se están formando, y por esa razón la publico. Si logramos ponerla en execucion, gozar depaz interior y respeto exterior, abrir los canales de la industria y del comercio, y propagar la instrucción pública, podremos á la vuelta de pocos años imitar aun mas de cerca á nuestros hermanos del Norte, estable- ciendo el sistema federal, que ofrece por ahora muchí- simas dificultades, y há sido causa de las desgracias de Ve- nezuela y de Buenos Ayres. No se pueden conseguir todas las ventajas en un dia; al tiempo y á la experi- encia tocan perfeccionar las instituciones. Todo nues- tro deber se reduce ahora á preparar el campo político, á sembrar la mejor semilla, y á cuidar de que no se mezcle con ella la zizaña imperial, monárquica, ó bor- bónica. Los discursos admirables de Jefferson, de Bolivar, y de Washington terminarán este pequeño ensayo. Feliz me considerare si puedo contribuir en algo á aumentar la gloria y prosperidad de mi patria, fijando en Amé- rica el sistema Colombiano popular, electivo y represenlalh"-SENTIDO COMÜN. Del origen y designio del gobierno en general, con unas breves observaciones sobre la constitución inglesa. D* tal modo han confundido algunos escritores la socie- dad con el gobierno, que muy poca ó casi ninguna distinción hacen entre uno y otra, cuando no solamente son entre sí diferentes, sino que tienen también distinto origen. Es la sociedad el resultado de nuestras necesidades, y el gobierno el de nuestras iniquidades : la primera promueve nuestra felicidad positivamente, uniendo nuestras afecciones, y el segundo negativamente, restringiendo nuestros vicios: la una activa el trato de los hombres, el otro cria las distin- ciones : aquella es un protector, y éste un azote del género humano. La sociedad es en todos sus grados un beneficio, al paso que el gobierno mejor no es mas que un mal necesario, y por consiguiente en su peor estado se hace intolerable ; porque cuando sufrimos ó estamos espuestos por causa del gobierno, á las mismas miserias que podíamos esperimentar sin él, nuestras calamidades se aumentan con la reflexión de que hemos causado nuestros padecimientos, por los mismos medios con que pretendíamos evitarlos. El go- bierno es como el vestido, la divisa de la inocencia perdida; los palacios de los reyes están edificados sobre las ruinas del paraíso. Si el hombre obedeciera uniformemente los10 impulsos de la recta conciencia, no necesitaría de otro legislador; pero no siendo esto así, le es necesario sacri- ficar una parte de su propiedad para proveer á la seguridad y protección de las otras, siguiendo el dictamen de la pru- dencia, que le aconseja en cualquier caso escoger de dos males el menor. Por tanto, siendo la seguridad el verda- dero oéjeto y fin de los gobiernos, es consecuencia clara que será preferible á todas, aquella forma de gobierno que pueda garantirnos tan inapreciable bien, con el menor gravamen posible. Para adquirir una clara y exacta idea del objeto del gobierno, supongamos un pequeño número de personas establecidas en un lugar apartado y desprendido del resto de la tierra; ellas representarán entonces á los primeros pobladores de un pais, ó del mundo. En este estado de natural libertad, la sociedad será su primer pensamiento ; mil motivos deben sugerírsele: las fuerzas de un hombre son tan desiguales á sus necesidades, y su espíritu tan incapaz de uua perpetua soledad, que muy pronto se verá obligado á solicitar la asistencia y ayuda de otro que recí- procamente necesitará lo mismo de él, en igualdad de cir- cunstancias. Cuatro ó cinco individuos así reunidos po- drían edificar una mediana choza en medio de un desierto; pero un hombre solo emplearía casi toda su vida en esta faena : cnando éste yá hubiese cortado la madera, no po- dría levantarla, ni transportarla á su antojo -, el hambre entretanto le obligaría á dejar su trabajo, y sus diversas necesidades le llamarían á diferentes tareas. Las enfer- medades y las desgracias serian para él todas mortales; porque aunque ni unas ni otras fuesen graves en realidad, le inhabilitarían con todo para vivir, y le reducirían á un estado, que mas bien puede llamarse de muerte que de vida. La necesidad, pues, reuniría en sociedad á estos prime- ros pobladores, los que permaneciendo siempre fieles á la virtud y á la justicia, vivirían felices sin el apoyo del go-41 bierno, haciendo inútiles las obligaciones de la ley. Pero como la perfección solo se encuentra en el cielo, y los hombres son tan propensos al vicio, resultaría inevitable- mente que á medida que fuesen superando las dificultades de la naturaleza, objeto de su unión, se irían desentendiendo de sus deberes, y relajando los vínculos de recíproca be- nevolencia, hasta hallarse en la necesidad de establecer una forma de gobierno, que supliese la falta de las virtudes morales. Un árbol les serviría de casa consistorial, baxo cuyas ramas podría juntarse la población entera para deliberar sobre los asuntos públicos. Es mas que probable que sus primeras leyes tendrían solamente el titulo de reglamen- tos, y que la única pena de su infracción seria la del des- crédito público. En este primer parlamento todos los hombres tendrían asiento por derecho natural. Pero á medida que la sociedad fuese prosperando, los negocios públicos se irían aumentando igualmente: los miembros de la comunidad se separarían con el aumento de la población ; y la distancia seria un obstáculo para que en todas circunstancias se juntasen todos ellos como al principio, cuando su número era mas pequeño, sus habi- taciones mas vecinas, y sus negocios públicos de corta enti- dad. Entonces se conocería la ventaja de consentir en que la parte legislativa fuese dirigida por un número de individuos escogidos en todo el cuerpo, los cuales tuviesen el mismo interés que los restantes, y obrasen del mismo modo que obraría el cuerpo todo, si estuviese presente. Continuando el aumento de la población, seria necesario aumentar también el número de representantes, y para atender mejor al interés de cada parte de la comunidad, se haría indispensable dividirla toda del modo mas conve- niente, y que cada división mandase su numero correspondi- ente de representantes. La prudencia indicaría igualmente la necesidad de hacer frecuentes elecciones, á fin de que los elegidos nunca pudiesen tener un interés, diferente del de42 los electores; pues de este modo, pudiendo aquellos volver á entrar en la clase de estos, serian fieles al público por la imposibilidad de perpetuarse en el mando; y como esta frecuente permuta debe establecer un interés igual entre todas las partes de la comunidad, éstas se sostendrían mutua y reciprocamente unidas. En esta unión es, pues, en lo que consiste la fuerza de un gobierno y la felicidad de los gobernados, no en el detestable nombre de rey. He aquí el origen y nacimiento del gobierno, que solo es necesario en el mundo á falta de virtudes morales; su objeto y fin es la libertad y segundad ; y estos principios de justicia, dictados por la naturaleza y confirmados por la razón, serán eternos, por mas que una brillante y pomposa apariencia deslumbre un momento nuestros ojos, por mas que la armonía lisongée nuestro oido, que las preocupa- ciones estravien nuestra voluntad, y el interés particular ofusque nuestro entendimiento. De un principio natural incontrovertible deduzco yo mi idea acerca del gobierno, y es: que la máquina mas sen- cilla es la que está menos espuesta á descomponerse, y la que, una vez descompuesta, se repara con mayor facilidad: guiado por esta máxima, haré unas breves observaciones sobre la famosa y decantada constitución inglesa. Con- vengámos en que fué buena, respecto á los tiempos de tinieblas y esclavitud en que se formó; porque cuando el mundo todo gemia agoviado bajo el peso de la tiranía, la menor mudanza hacia el bien era dar un paso á la libertad -, pero es fácil demostrar que esta constitución es imperfecta, sujeta á convulsiones, é incapaz de producir lo que parece prometer. Los gobiernos absolutos (aunque son una vergüenza de la naturaleza humana) tienen en sí la ventaja de ser sen- cillos ; si el pueblo sufre, conoce bien la raiz de donde dimana su pena, y no está espuesto á confundirse y perderse en la variedad de causas y de remedios. Pero la consti- tución de Inglaterra está tan estimadamente complicada.43 que la nación puede sufrir por muchos años, sin poder descubrir en qué parte está el mal que le aqueja; unos dirán aquí, y otros acullá, y cada médico político recetará un emplasto diferente. Yo bien conozco cuan difícil es desterrar las preocupa- ciones locales y arraigadas; con todo, si examinamos las partes de que se compone la constitución inglesa, hallare- mos que son los despreciables restos de dos antiguas tiranías con algunos nuevos materiales republicanos. Primero: los restos de una monarquía tiránica en la persona del Rey. Segundo : los restos de una monarquía aristocrática en la institución de los Pares. Tercero: las nuevas partes re- publicanas en los individuos de la cámara de los Comunes, de cuya virtud pende la libertad de Inglaterra. Las dos primeras por ser hereditarias son independientes del pueblo; por cuya razón y en sentido constitucional, no contribuyen en nada á la felicidad del Estado. Decir qua la constitución inglesa es una unión de tres poderes, que se reprimen uno á otro, es una farsa, es co- meter un circulo vicioso de ideas contradictorias. Decir que la cámara de los Comunes coarta la facultad del rey, es suponer dos cosas. Primera: que no se debe fiar abso- lutamente del rey, sin recelar el abuso de su autoridad, y que el deseo vehemente de un poder absoluto es la en- fermedad natural de la Monarquía. Segunda: que la cámara de los Comunes, teniendo por objeto poner límites al poder absoluto, se considera 6 mas sabia, ó mas digna de la confianza que la corona. Pero como la misma con- stitución que da á la cámara de los Comunes el poder de coartar las facultades del rey, negándole Iob auxilios que necesite, concede después á éste, otro poder para coartar á la cámara de los Comunes, autorizándole para rechazar sus proyectos de ley, se supone segunda vez que el rey es mas sabio que aquellos á quienes áDtes se suponía mas sabios que él: ¡ qUe absurdo! 8 La tínica verdadera base del gobierno representativo es la igualdad de derechos. Cada hombre tiene derecho á un voto, y no mas, en la elección de representantes. El rico no tiene mas derecho para escluir al pobre del derecho de votar, ó elegir y ser elegido, que el pobre tiene para escluir al rico ; y siempre que una de las dos partes lo in- tente ó se lo proponga, será una cuestión de fuerza y no de derecho. ¿Quien es aquel que querria escluir á otro? Ese otro tiene derecho para escluirlo á el. Aquello que se llama ahora aristocracia implica una de- sigualdad de derechos, ¿ pero cuales son las personas que tienen derecho para establecer esta desigualdad ? ¿ Los ricos se escluiran ellos á sí mismos ? No : Se escluiran los pobres ? No : ¿ por que derecho, pues, puede alguno ser escluido ? Seria una nueva cuestión saber si algún hombre ó alguna clase de hombres tiene derecho para es- cluirse á sí mismo ; pero sea como fuere, lo cierto es que ellos no lo pueden tener para escluir á otro. El pobre nunca delegara un derecho como este al rico, ni el rico al pobre ; y asumirlo es no solamente asumir un poder arbi- trario, sino arrogarse un derecho para cometer un robo. Los derechos personales, entre los cuales el principal es el de votar por sus representantes, son una especie de pro- piedad del mas sagrado carácter ; y aquel que emplease su propiedad pecuniaria, y valido de su influjo, intentase quitaré robar á otro su propiedad de derecho, usaria de su dinero como si usase de armas de fuego ; y merecería bien que se le quitase. La desigualdad debe su origen á la combinación de una parte de la comunidad, que esciuye á la otra de sus dere- chos. Siempre que se haga un articulo de constitution 6 ley, en que el derecho de votar ó de elegir, y ser elegido, pertenezca esclusivamente á un numero de personas, que posea una cierta cantidad de bienes, sea grande ó pequeña; es una combinación de aquellos individuos que poseen es- ta cantidad, para escluir á los que no la poseen : es revés-tirse de autoridad ellos mismos, y considerarse como parte superior de la sociedad para la esclusion de los demás. Siempre debe considerarse como concedido ú otorgado, que aquellos que se oponen á la igualdad de derechos, nunca quieren que la esclusion tenga lugar con respecto á ellos: y bajo de este aspecto se presenta la aristocracia como un objeto de risa. Esta vanidad tan lisongera esta sostenida por otra idea no menos interesada; y es, que los que se oponen conciben bien que hacen un juego seguro, en que pueden tener la suerte de ganar sin el menor riesgo de per- der; que de cualquiera manera el principio de igualdad los incluye ; y que si no pueden obtener mas derechos que las personas á quienes se oponen y quieren escluir, ellos no habrán perdido nada. Esta opinión ha sido y á fatal á muchos miles, que no contentos con la igualdadde derechos. han solicitado mas, hasta que lo han perdido todo, y han esperimentado sobre si mismos la degradante desigualdad que procuraban establecer sobre ios otros. De cualquier modo que se considere, es peligroso é im- político, muchas veces ridiculo, y siempre injusto, fundar en la riqueza el derecho de votar. Si la suma ó cantidad de bienes de los sugetos en quienes deba recaer el derecho es considerable, sera escluir la mayoría del pueblo, y unir- la en un ínteres común contra aquellos que lo sostienen; y como quiera que el poder esta siempre en la mayoría, esta puede muy bien destruir un gobierno semejante, y sus apoyos en el momento que quiera. Si para evitar este peligro se fija como regla para el de- recho una pequeña suma de bienes, esto mismo bace la libertad despreciable, por ponerla en competencia con unas cosas accidentales é insignificantes. Cuando una yegua pariese por fortuna un potro ó una muía que valiese la suma estipulada, y diese á su dueño el derecho de vo- tar, ó muriendo se lo quitase, ¿ en quien existiría el origen del tal derecho ? ¿ Seria en el hombre 6 en la muía ? Cuando nosotros consideramos cuantos medios hay de ad-70 quinr bienes sin mérito, y de perderlos por desgracia, re- chazámos la idea de elegir la riqueza por base de los de- rechos. Pero la parte mas ofensiva en este caso es que esta es- clusion del derecho de votar indica una nota de infamia en el carácter moral de las personas escluidas ; y esto es cabalmente lo que ninguna parte de la comunidad tiene derecho á pronunciar contra la otra. Ninguna circun- stancia esterior puede justificarla ; la riqueza no es prue- ba de carácter moral, ni la pobreza de falta de el ; por él contrario, la riqueza es las mas veces la evidencia presun- tiva de la maldad, y la pobreza la evidencia negativa de la inocencia. Por tanto, pues, si los bienes, sean pocos ó muchos, se consideran como una regla para la preferencia, también deben tener parte en la consideración los medios que se han practicado para adquirirlos. La única razón en que puede fundarse con justicia la es- clusioo del derecho de votar, seria el imponerla en lugar de castigo corporal, por un cierto tiempo, á aquellos que ge propusiesen quitar este derecho á los otros. El dere- cho de votar por sus representantes es el derecho prima- rio, por el cual son protegidos todos los demás derechos. Quitaréste áun hombre, es reducirlo al estado de la escla- vitud, por cuanto esta consiste únicamente en estar sujeto á la voluntad de otro ,• y aquel que no tiene voto en la elección de sus representantes, se halla en este caso. La proposición, pues, de quitarle sus fueros á alguna clase de hombres es tan criminal, como la de quitarle su propiedad. Cuando nosotros hablamos del derecho, es necesario unir á esta palabra la idea del deber. Derecho viene á ser un deber por reciprocidad. El derecho de que un hombre goza, le impone la obligación de garantírselo á otro; y aquel que viola esta obligación, incurre justamente en la pena de confiscación de derecho. La fuerza y seguridad permanente de un gobierno es proporcionada al número del pueblo que se interesa en sos-71 tenerle- La verdadera y mejor política, pues, debe ser interesar el todo por la igualdad de derechos ; porque el peligro se origina de las esclusiones. Es posible escluir los hombres del derecho de votar; pero es imposible escluir- los del de rebelarse contra esta esclusion ; y cuando se les priva violentamente de todos los otros derechos, el de la rebelión viene á ser perfecto y justo. Mientras que los hombres podian estar persuadidos de que ellos no tenian derechos, ó que éstos pertenecían á una cierta clase, ó que el gobierno era una cosa que existia por un derecho en si mismo, no era difícil gobernarlos por la autoridad. La ignorancia en que se les tenia, y la super- stición en que se les instruía, proveía los medios de hacer- lo ; pero cuando la ignorancia ha desaparecido, y la supers- tición con ella; cuando perciben el engaito en que han estado; cuando reflexionan que el cultivador y el fabri- cante son los medios primordiales de todas las riquezas que existen en el mundo, aun mas allá de lo que produce espontáneamente la naturaleza; cuando comienzan á sen- tir sus consecuencias por su utilidad, y sus derechos como miembros de la sociedad ; no es posible entonces gober- narlos mas largo tiempo como ántes. El fraude una vez descubierto, no puede yá repetirse. Intentarlo es provo- car la risa, ó promover una total destrucción. Que la propiedad será siempre desigual, es cierto. La industria, la superioridad de talentos, la destreza de mane- jo, la estremada frugalidad, las oportunidades felices, ó lo contrario á todas estas causas, ó el medio de ellas, produ- cirán siempre este efecto, sin tener que recurrir á los du- ros y disonantes nombres de avaricia y de opresión : y fue- ra de esto hay hombres, que aunque no desprecian las riquezas, no se humillarán á la bajeza de los medios de adquirirlas, ni se incomodaran con el cuidado de ellas mas de lo que exigen sus necesidades ó su independencia; mientras que en otros hay un gran deseo de obtenerlas por todos los medios que no son reprensibles: este es el único72 negocio de su vida, y lo siguen como podían seguir su reli- gión. Todo lo que se requiere con respecto & los bienes de for- tuna, es obtenerlos con honradez, y no emplearlos criminal- mente ; pero ellos serán empleados con criminalidad, siem- pre que sirvan de regla para derechos de esclusion. En las instituciones que son puramente pecuniarias, co- mo las de un banco ó una compañía mercantil, los dere- chos de los miembros que componen la compania, son en- teramente creados por la propiedad que ellos han puesto en ella; y ningún otro derecho es representado en el go- bierno de la compania, sino los que se originan de la pro- piedad ; ni tiene este gobierno conocimiento de alguna otra cosa que de su propiedad. Pero el caso es del todo diferente con respecto á la in- stitución ó gobierno civil organizado bajo el sistema de re- presentación. Un gobierno semejante tiene conocimien- to sobre todas los cosas y sobre todos los hombres, como miembros de la sociedad nacional, bien tengan ó no pro- piedad ; y por tanto el principio requiere que todos los hombres y todo género de derechos sean representados ; y uno de ellos es, aunque no el mas importante el derecho de adquirir y disfrutar propiedades. La protección de la persona de un hombre es mas sagrada que la protección de los bienes de fortuna ; y ademas de esto la facultad de hacer cualquier trabajo ó servicio, por medio del cual adquiera el alimento ó mantenga su familia, entra en la na- turaleza de propiedad: esta facultad es una propiedad pa- ra el ; la ha adquirido, y es el objeto de su protección tan- to como pueden ser para los otros sus bienes adquiridos por cualquier medio. Yo siempre he creido que la seguridad mejor para la propiedad, sea poca ó mucha, es quitar á todas las partes de la comunidad, lo mas que sea posible, toda causa de queja, y todo motivo de violencia; y esto solamente pue- de conseguirse por una igualdad de derechos. Cuando los derechos están seguros, lo está por consecuencia la pro-TA piedad; pero cuando la propiedad sirve de pretesto para derechos desiguales ó esclusivos, entonces debilita el de- recho de gozar la propiedad, y provoca la indignación y el tumulto; porque no es natural creer que la propiedad puede estar, segura bajo la garantía de una sociedad inju- riada ensus defechos por la influencia de dicha propiedad. A la injusticia y mala política de hacer servir la propie- dad de pretesto para derechos esclusivos, se sigue el absur- do inesplicable de dar á un mero sonido la ¡dea de propie- dad, y agregarle ciertos derechos ; porque ¿ que otra cosa es un título, que un sonido ? La naturaleza está frecuen- temente dando al mundo algunos hombres estraordinarios, que llegan á la fama por el mérito y consentimiento uni- versal, como Aristóteles, Sócrates, Platón, &c. Estos eran verdaderamente grandes ó nobles. Pero cuando el gobier- no establece una manufactura de nobles es tan absurdo como si emprendiese una manufactura de hombres sabios ¡ sus nobles son todos contrahechos. Así como la propiedad bien adquirida está mejor asegu- rada por la igualdad de derechos, así también la mal gana- da hace consistir su protección en un monopolio de ellos. Aquel que ha robado á otro su propiedad, se empeñará se- guidamente en privarle de sus derechos para asegurarse en ella ; porque cuando el ladrón se hace legislador, se cree asegurado. La parte del gobierno de Inglaterra, que se llama la Sala de los Lores, fué compuesta en su origen de personas que cometieron los robos de que estoy hablando. Fué una asociación para la protección de la propiedad que ellos habian usurpado. La aristocracia ademas de la criminalidad de su origen produce un efecto injurioso en el carácter moral y fisico del hombre : ella debilita como la esclavitud, las faculta- des humanas ; porque asi como el espíritu abatido por es- ta, pierde en el silencio la elasticidad de sus potencias ; asi también por el estremo contrario, cuando esta exaltado por la locura, se hace incapaz de servirse de ellas, v cae 1074 en la imbecilidad. Es imposible que un espíritu que se entretiene y ocupa de cintas y de títulos pueda jamas ser grande: las puerilidades de los objetos consumen al hombre. Es necesario en todos tiempos, y mas particularmente mientras dura el progreso de una revolución, y hasta que el hábito confirme las rectas ideas, que hagamos revivir frecuentemente nuestro patriotismo, con el recuerdo de los primeros principios. Para bien entender el espirita de las instituciones, es preciso tener siempre a la vista el origen de ellas. Una investigación de nuestro origen nos demostrará que los derechos no son dádivas de un hombre á otro, ni de una clase de hombres á otra; porque ¿ quién es aquel que seria el primer donador, ó por que principio, ó con que autori- dad podria el poseer la facultad de darlos ? Una declara- ción de los derechos no es ni una creación ni una dona- ción de ellos, sino una manifestación del principio por el cual ellos existen, acompañada de un por menor de lo que son en >i imbuios; porque cada derecho civil tiene uno natural por fundamento, que incluye el principio de una garantía recíproca de estos derechos, de un hombre para con otro. Así, pues, como es imposible descubrir algún origen de derecho, que no se derive del mismo hombre; asi consecuentemente se sigue que los derechos pertene- cen al hombre por el derecho de su sola existencia, y de- ten por lo mismo ser iguales á todos. El principio de una igualdad de derechos es claro y sencillo. Todos los hom- bres pueden entenderlo, y entendiendo sus derechos, ellos conocen sus deberes; porque donde los derechos de los hombres son iguales, cada uno debe finalmente ver la ne- cesidad de proteger los de los otros, como que es el medio mas eficaz de asegurar los suyos propios. Pero si al for- mar una constitution nos apartamos del principio de la igualdad de derechos, 6 intentamos alguna modificación en ellos, nos internamos en un laberinto de dificultades, donde no encontraremos camino para salir. ; Donde nos fijaré -lo mos, ó por que principio hallaremos el punto en que nos hemos de detener para distinguir entre hombres de un mis- mo país, que parte de ellos deba sei libre y rnal no ? Si la propieded sirve de regla, sera estraviarse enteramente de todo principio moral de libertad; porque se atribuyen derechos á la mera materia, y se hace al hombre el agente de ella : es á mas de esto presentar la propiedad como una manzana de discordia, y no solamente escitar, sino justifi- car una guerra contra ella ; porque yo sostengo el princi- pio, que cuando se usa de la propiedad como de un instru- mento para quitar sus derechos á aquellos que por una ca- sualidad no la poseen, es usada para un fin ilegal, como se- rian las armas de fuego en un caso semejante. La naturaleza en su estado primitivo hizo á todos los hombres iguales en derechos, pero no en poder; el débil no puede protegerse á sí mismo contra el fuerte. Siendo este el caso, la institución de la sociedad civil tiene por objeto formar una ecuación de poderes, que sean paralelos y garante? de la igualidad de derechos: las leyes de ua pais cuando son hechas con propiedad, concurren á este fin. Todos los hombres para su protección se valen del brazo de la ley, como mas fuerte que los suyos mismos : y por tanto, cada hombre tiene un derecho igual en la for- mación del gobierno, y de las leyes que deben gobernarlo y juzgarlo. En los países y sociedades demasiado estert- sas, como en la America y Francia, cada individuo solo puede ejercer este poder por delegación ; esto es, por elec- ción y representación : y de aquí es que nace la institution del gobierno representativo. Hasta ahora me he limitado á las materias de principio solamente : primero, que el gobierno hereditario no tiene derecho para existir; que no puede ser establecido por principio alguno de derecho ¡ y que antes por el contra- rio, es una violación de todos los principios. Segundo, que el gobierno por elección y representación tiene su ori- gen en los derechos naturales y eternos del hombre; p»r-76 que bien sea que el hombre fuese su mismo legislador, co mo lo seria en aquel primitivo estado de la naturaleza ; 6 bien que ejerc",w ou puicion de soberanía legislativa en su miauia persona, como podría suceder en las pequeñas de- mocracias, donde todos se pueden juntar para la forma- ción de las leyes, por las cuales deben gobernarse; ó bien yá que la ejerciese en la elección de las personas que le han de representar en la asamblea nacional de los repre- sentantes, el origen del derecho es el mismo en todos los casos. El primero, como se ha dicho antes, es defectivo en poder ; el segundo es practicable solamente en demo- cracias de pequeña estension; el tercero es la mayor es- cala sobre que puede establecerse un gobierno humano. A las matarías de principios se siguen las de opinión, y asi es necesario hacer una distinción entre las dos. Si los derechos del hombre han de ser iguales, no es un asunto de opinión, sino de derecho, y por consiguiente de princi- pio ; porque los hombres no poseen sus derechos como otorgamiento de uno á otro, sino cada uno como derecho propio. La sociedad es el curador de ellos, pero no el donador : y como en las sociedades dilatadas, como en la América y Francia, el derecho de los individuos en mate- ria de gobierno no puede ejercerse sino por elección y re. presentación: se sigue consecuentemente, que donde la simple democracia es impracticable, el único sistema fun- dado en principios es el representativo. Pero como en cuanto á la parte orgánica, ó la manera en que las diferen- tes partes del gobierno se han de ordenar y componer, es listamente materia de opinión ; es necesario que todas las partes estén de acuerdo con el principio de igualdad de de- rechos ; y mientras mas religiosamente se adhieran á este principio ; menos podran introducirse errores materiales, ni continuaran mucho tiempo en aquella pai te que toca á puntos de opinión. En todas las materias de opinión el pacto social, ó el principio por el cual debe gobernarse la sociedad, requie-Ti re que la mayoría de opiniones sea una regla para todo, y que la minoría rinda una obediencia practica á aquella. Esto está perfectemente de acuerdo con el principio de igualdad de derechos ; porque en primer lugar, se supone no saberse de antemano, de que partido será la opinión de un hombre en cualquiera cuestión, bien sea en favor ó en contra; bien puede suceder que en algunas cuestiones él se halle en el número de mayoría, y en otras en el de la minoría; y por la misma regla que espera obediencia en un caso, debe también prestarla en el otro. Todos los desórdenes que se han suscitado en Francia durante el pro- greso de la revolución, han tenido su origen, no en el prin- cipio de la igualdad de derechos, sino en la violación de este principio. El principio de igualdad de derechos ha sido repetidas veces violado, y no por la mayoría, sino por la minoría; y ésta ha sido compuesta de hombres que poseían propiedades, igualmente que de los que no las poseían ; lo que prueba bien que la propiedad, á mas de lo que la esperiencia enseña, no es mas prueba de carácter, que de derechos. Su- cederá muchas veces que la minoría tenga razón y la ma- yoría no; pero luego que la esperiencia pruebe ser este el caso, la minoría vendrá á ser la mayoría, y el error se re- formará el mismo por la tranquila operación de la libertad de opiniones, y la igualdad de derechos. Nada puede en- tonces justificar una insurrección, ni puede jamas ser nece- saria, cuando los derechos son iguales y las opiniones libres. Tomando, pues, el principio de igualdad de derechos co- mo el fundamento de la revolución, y consecuentemente de la constitución, la parte orgánica, ó la manera en que las diferentes partes del gobierno se lian de ordenar en la con- stitución, tocará, como se ha dicho yá, á la materia de opinión. Varios métodos se presentaran en una cuestión de este género, y aunque la esperiencia falta todavía para determi- nar cual sea el mejor; con todo, yo pienso que ella ha de-78 cidido suficientemente cual es el peor. Aquel es el peor que en sus deliberaciones y decisiones esta sujeto á la pre- cipitación y pasión de un individuo ; y cuando la legislatu- ra entera esta concentrada en un cuerpo, es un individuo en masa.* En todos los casos de deliberación es necesa- rio tener un cuerpo de reserva; y es mucho mejor dividir la representación por suerte en dos partes, y dejarlas que se revisen y corrijan la una á la otra, que no que el todo se junte y debata á un mismo tiempo. El gobierno representativo no está necesariamente limi- tado á alguna forma particular : el principio es uno mismo es todas las formas bajo las cuales pueda ser coordinado. La igualdad de derechos del pueblo es la raiz de donde di- manan todas, y sus diferentes ramos pueden ser organiza- dos con arreglo á la opinión presente, ó como mejor lo en- señe la esperiencia futura. Por lo que respecta al Hospi- tal de incurables (como llama Cheesterfield á la Sala de los Lores en Inglaterra,) el no es sino la escrecencia de la corrupción ; y no hay mas afinidad ó semejanza entre al- guno de los ramos de un cuerpo legislativo, originado del derecho del pueblo, y la dicha Sala de Lores, que en- tre un miembro regular del cuerpo humano y un lobanillo gangrenado. En cuanto á la parte del gobierno que se llama ejecutivo, es necesario en primer lugar fijar una precisa significación de la palabra. No hay sino dos divisiones en que pueda ordenarse el poder. Primera, deliberar querer ó decretar leyes. Se- gunda, ejecutarlas ó ponerlas en práctica. La primera * Este es el gran defecto de la constitución Española ; pero léjos de vituperar a sus autores, me parece que merecen los mayores aplausos por no haber establecido una cámara de pares, que hubiera tenido con- secuencias funestísimas. E3 mucho mejor retocar á ¡os ocho años de en- sayos políticos esta parte de la constitución, haciendo la separación de las, cámaras de un modo mas conforme á la equidad y a las luces del siglo, que repugnan la gótica iustitucion de cámara de nobles y pares.79 corresponde á las facultades intelectuales del espíritu hu- mano, que raciocina y determina lo que deba hacerse ; la segunda al poder mecánico del cuerpo humano, que pone esta determinación en practica. Si la primera decide y la última no ejecuta, es un estado de imbecilidad; y si la últi- ma ejecuta sin que preceda la determinación de la prime- ra, es un estado de frenesí. El departamento ejecutivo por tanto es oficial, y esta sujeto al legislativo, como lo esta el cuerpo al espiritu en estado de salud ; perqué es imposible concebir la idea de dos soberanías, una con respecto al querer, y otra con respecto al ejecutar. El ejecutivo no esta revestido con el poder de deliberar si se ha de obrar ó no ; él no tiene autoridad de discreción en el caso ; porque no puede hacer otra cosa, que lo que la ley decreta, y esta ob- ligado á obrar con arreglo á ella ; y en esta consideración el ejecutivo esta compuesto de todos los departamentos oficiales que ejecutan las leyes, entre los cuales tiene la primacía el que se llama poder judicial. Pero el genero humano ha concebido la idea de que es necesario otro genero de autoridad, para velar sobre la ejecución de las leyes, y cuidar de que sean fielmente eje- cutadas ; y confundiendo esta autoridad superintendente con la ejecución oficial, nos encontramos embarazados acerca del termino de poder ejecutivo. Todas las partes en el gobierno de los Estados Unidos de America que se llaman ejecutivo, no son otras que las autoridades para velar en la ejecución de las leyes; y son tan independien- tes del legislativo, que solamente lo conocen por las leyes, y no pueden ser gobernadas, ó dirigidas por él por ningún otro medio. El modo con que esta autoridad superintendente deba ordenarse y organizarse, es asunto de mera opinión. Al- gunos pueden preferir un método, y otros otro; y en to- dos los casos en que se interesa la opinión solamente, y no los principios, la mayoría de opiniones forma la regla para todos. Hay, sin embargo, algunas cosas que se pueden.80 deducer por la razón, y probar por la esperiencia, que sir- ven para guiar nuestra decisión en el caso. La una es, no revestir jamas á ningún individuo de un poder estraordina- rio ; porque ademas de ponerlo en la tentación de hacer mal uso de él, seria escitar una contienda y conmoción en el pueblo, por aspirar al empleo ; y la otra es no poner un poder dilatado ó duradero en las manos de algún nú- mero de individuos. Los inconvenientes que pueden su- ponerse para relevarlos con frecuencia, son menos temi- bles que el peligro que se origina de una larga continua- ción en el oficio. Concluiré este discurso con ofrecer algunas observa- ciones sóbrelos medios de preservar la libertad; porque no es solamente necesario e! que la establezcamos, sino tam- bién el que la conservemos. Es necesario en primer lugar, que bagamos una distin- ción entre los medios que se han usado para destruir el despotismo, con el fin de prepara la via al establecimiento de la libertad, y los que se han de usar después de des- truido. Los medios de que se hace uso en el primer caso, son justificados por la necesidad. Estos son generalmente las insurrecciones»; porque mientras el gobierno estable- cido de despotismo continúa en algún pais, casi no es po- sible que se pueda usar de otro. Es también cierto que al principio de una revolución el partido revolucionario se permite á si mismo el ejercicio del poder 6, su discreción, reglado mas bien por las circunstancias que por los princi- pios ; porque nunca se establecería de otro modo la liber- dad, y si se estableciera, seria bien pronto trastornada. Nunca es de esperar que todos los hombres en una revo- lución hayan de mudar de opinión en un mismo instante : jamas hubo una verdad ó principio tan irrisistiblemente evi- dente, que fuese creido por todos los hombres á un mismo tiempo: Ja razón y el tiempo deben cooperar uno con otroal establecimiento final de algún principio ; y portan-o i to, aquellos que fueren convencidas los primeros, no tienen derecho para perseguir á los otros, en quienes la convic- ción obra mas lentamente. El principio moral de las re- voluciones es instruir y no destruir. Si se hubiera establecido una constitución dos años antes, como debió haberse hecho, se habrían prevenido, á mi pare- cer, las violencias que después han desolado la Francia é injuriado el carácter de la revolución: la nación habría tenido entonces un punto de reunión, y cada individuo ha- bría conocido la senda que debería seguir en su conducta. Pero en vez de hacer esto, fué substituido en su lugar un gobierno revolucionario, una forma sin ningún principio 6 autoridad: la virtud y el vicio dependían indistintamen- te de los acontecimientos ; y lo que era patriotismo un dia, venia á ser traición al siguiente. Todo esto era conse- cuencia de la falta de una constitución ; porque la natura- leza, é intención de una constitución aprevenir el ser go- bernado por partidos, estableciendo un principio común, que limitará y gobernará el poder é impulso del partido, y que diráá todos los partidos: Hasta aquí llegaras, y no mas. Pero á falta de una constitución, el hombre mira entera- mente al partido; y en vez de gobernar los principios al partido, éste gobierna á los principios. El deseo de castigar es siempre peligroso en la libertad, y hace que los hombres se estiendan á interpretar y apli- car mal aun la mejor de las leyes. Aquel que quiere ver segura su misma libertad, debe librar hasta á su enemigo de la opresión ; porque el que viola este deber, establece un ejemplar que otro dia le alcanzará á él mismo. TOMAS PAINE.BOSQLEXO DE LA Vemos claramente de los principios que dicta el Sen- tido Común, Io. De que todo gobierno por bueno que sea es siempre un mal, pero un mal indispensable por nuestra falta de virtud; que el objeto de todo gobierno debe ser la virtud, la libertad, la seguridad y felicidad de la socie- dad. 2o. Que estos bienes tan apreciables no se pueden conseguir baxo un sistema monárquico como lo comprueba la experiencia de los siglos, porque esta combinación po- lítica llamada monarquía, es reprobada por Dios en las Sagradas Escrituras, solo es útil á unos pocos y perjudicial á la mayoría; fomenta los vicios de una corte corrompida, aumenta la prostitución de los cortesanos, y se convierte en la invención mas feliz del diablo, para propagar la idolatría y extender las desgracias de la especie humana. 3o. Que siendo incompatible con la justicia y la igualidad natural de derechos el establecimiento de una monarquía, y sobre todo el absurdo disparate de la sucesión hereditaria, re- sulta que solo en un gobierno Colombiano hay mas proba- bilidad de encontrar los elementos de la felicidad pública, único resultado de toda sociedad, y término final de toda legislación. Veamos como el patriotismo y la filosofía han combi- nado estos principios en los Estados Unidos, y han formado la admirable constitución, que rige estos afortunados pai- ses, en donde se há proclamado por la primera vez en los fastos de la moderna legislación la sublime verdad de que, la soberanía reside esencialmente en el pueblo, que de el solo di- manan lodos los poderes de la sociedad. Aquí todo el sistemaestá fundado en la misma naturaleza moral y tísica del hombre; no hay ni dogma ridiculo de legitimidad, ni orí- gen divino de leyes. La conveniencia pública propone todo proyecto de ley, lo discute la fria razón, lo aprueba la prudencia colectiva de la nación, representada en un congreso, y formada la ley, la executa el patriótico desin- terés. No hay necesidad de engañar á los pueblos con las misteriosas fábulas de Minos en Creta, de Xamolci en Tracia, de Zaleuco en Locres, de Licurgo en Lacedemo- nia, y de Numa Pompilio en Roma. Los modernos des- preciando estas rutinas de los antiguos legisladores no lla- man á su auxilio los ardides del sacerdozio, ni se valen de la supersticiosa religión para perpetuar la ignorancia y re- comendar su legislación. Al contrario apagando la tea de la discordia, no protegiendo ninguna secta, y proclamando la sublime libertad de cultos, procuran propagar las luces, instruir á los pueblos y excitarlos á la virtud, conduci- éndolos solo por las sendas, que indica la luminosa antor- cha de la moral evangélica. Están convencidos, de que la nación que está ilustrada sabe gobernarse por si sola, que guiada por la luz natural del sentido común nunca ignora lo que conviene á su prosperidad, que por medio de dele- gados de su elección y confianza, delibera, executa, y hace justicia; de donde nace la división de poderes tan bien definidos por Montesquieu, Poder Legislativo. Poder Ext- cutivo, y Poder Judicial. PODER LEGISLATIVO. La autoridad legislativa está confiada en los Estados Unidos á un Congreso, que se compone de un Senado, y de una Cámara de Representantes. El Senado se compone de 48 senadores. Cada estado elige dos por el término de seis anos ; pero esta elección no Ja hace el pueblo, sino la legislatura de cada estado. Re-84 presenta la propriedad territorial del país corno en Ingla- terra la Cámara de los Lores temporales y espirituales. Cada senador tiene voz y voto ; todo el cuerpo senatorial está dividido en tres clases, la primera dexa sus asientos á los dos años, la segunda á los cuatro, y la tercera á los seis, de modo que en el periodo de seis años se han mu- dado todos los individuos de esta corporación. Si por muerte ó promoción de empleo vaca alguna plaza de se- nador en el intervalo de la legislatura del estado que le há enviado, entonces el gobernador de dicho estado nombra un suplente hasta que se vuelva á reunir la legislatura, y haga una nueva elección que llene la vacante. Para ser senador es preciso tener treinta años cumplidos, haber gozado por nueve años del derecho de ciudadano de los Estados Unidos, y ser vecino del estado que lo ha ele- gido en el momento de la elección. El vice-presidente de los Estados Unidos es presidente del Senado, no tiene voz ni voto sino en el caso de que estén los sufragios igualmente divididos. Solo el Senado puede juzgar las causas de crimen de estado, y sus miem- bros prestan para este efecto un nuevo juramento. El pre- sidente de la alta corte de justicia debe presidir el Senado, en caso de que el presidente de los Estados Unidos, dé lugar á formación de causa. Nadie puede ser condenado por este supremo tribunal sin el voto de las dos terceras partes de los senadores presentes; su sentencia solo priva del empleo al reo, al que después se le sigue la causa en los tribunales subalternos, y es juzgado con arreglo a las leyes. La legislatura de cada estado prescribe la época lugar y método de elección de representantes y de senadores. El Congreso tiene facultad de alterar, modificar, y aun abolir estos reglamentos pero no puede mudar el lugar designado para la elección de senadores. El Congreso debe reunirse á lo menos una vez cada año, el dia de la reunión es el primer lunes del mes de diciem- bre á menos que una ley particular no designe otro dia.Cada cámara juzga de las elecciones, votos y caliáca- ciones de sus miembros, determina su reglamento interior, y conserva un registro de todas sus operaciones. Ninguna de las dos cámaras puede prorrogar sus sasiones por mas de tres dias sin el consentimiento de la otra, ni transferirse á otro lugar que aquel en que estubieren las dos salas- La Cámara de Representantes se compone de 190 di- putados; el pueblo de los diferentes estados los elije por el término de dos años. Para ser miembro de la Cámara de Representantes es preciso ser mayor de veinte y cinco anos, haber sido siete anos consecutivos ciudadano de los Estados Unidos, y vecino del estado que lo elije. Por cada treinta mil almas se elije un diputado, en este nú- mero se incluyen todos los hombres libres, aun aquellos que están obligados á servir por un numero de anos, y las tres quintas partes de qualesquiera otras personas, con ex- clusión de los Indios que no pagan contribuciones. Quan- do falta un diputado por muerte, 6 renuncia ú otra causa ; el poder cxecutivo del estado publica un decreto de elección para llenar tal vacante. Todas las leyes sobre contribuciones é impuestos deben emanar de la Cámara de los Representantes, teniendo el Senado el derecho de adicionarlas, alterarlas, ó re husarlas. Ningún proyecto de ley constitucionalmente aceptado, discutido, y aprobado en ámbas cámaras, puede tener fuerza de ley hasta que lo haya firmado el poder ejecu- tivo. Si este no cree conveniente firmarle, lo devuelve á la cámara de su origen, acompañándole cdn sus reparos sea por falta en las fórmulas 6 en la substancia, dentro del término de diez dias contados desde su recibo. Las observaciones 6 reparos presentados por el poder ejecutivo se asientan en el registro de las sesione» de la cámara donde tuvo su origen el proyecto de ley. Si no queda satisfecha esta cámara, discute de nuevo la materia, y resultando segunda vez aprobado el proyecto de ley por86 una mayoría de las dos terceras partes de los miembros- presentes, lo pasa con sus nuevas observaciones á la se- gunda cámara. Si en esta segunda cámara, y en este se- gundo exámen lo aprueban también, las dos terceras partes de los miembros presentes, entonces el proyecto tiene fuerza de ley y tiene que firmarlo indispensablemente el poder executivo. Si pasados diez dias no há devuelto el presidente el proyecto de ley con las objeciones correspondientes, tiene entonces toda fuerza de ley, y es promulgado como tal, á menos que corriendo este término, el Congreso se baya suspendido ó puesto en receso, en cuyo caso deberá pre- sentar las objeciones en la primera próxima sesión. Las atribuciones del Congreso son decretar los impues- tos y contribuciones, proveer á los gastos de la lista civil, de la deuda pública, y defensa de los Estados Unidos, ha- cer empréstitos, arreglar el comercio y los áranceles, esta- blecer el método y leyes de naturalización, acuñar moneda, castigar á los falseadores de ella, establecer postas, abrir caminos, fomentar la agricultura, artes, y ciencias; esta- blecer tribunales inferiores, definir las ofensas contra el derecho de las naciones, como piraterías y crímenes come- tidos en alta mar, declarar guerra, hacer paz, formar orde- nanzas de mar y tierra, fixar el número de tropas de linea, conservarla marina, organizar la milicia nacional, dexando á cada estado el privilegio de elegir sus mismos oficiales, exercer la legislación exclusiva del Distrito de Colombia, enfin hacer todas las leyes necesarias que conduzcan á la prosperidad pública. El privilegio del habeas corpus, solo se puede suspender en caso de rebelión, ó de alta traición. Por un articulo adicional está prohibido al Congreso de tratar de religión y dar preferencia á alguna secta ó culto. Existe en toda su plenitud la libertad de conciencia, la libertad de la pa- labra, y la libertad de imprenta.ti"! i\o puede existir ningún título de nobleza; ni puede admitir ningún ciudadano empleo regalo, ó distinción de ningún rey ó potentado estrangero. PODER EXECUT1VO. El poder executivo está confiado en los Estados Unido* á un presidente que es elegido por el término de quatro años; y para casos de enfermedad, muerte, ó mala con- ducta hay también un vicepresidente nombrado al mismo tiempo, y por el mismo numero de anos. La elección del presidente se hace del modo que sigue. Cada estado elige para este objeto un número de electores igual á la totalidad de senadores y representantes, por ex- empk) el estado de Pensilvania que envía al Congreso 23 diputados y dos senadores, nombra veinte y cinco elec- tores para designar ó por mejor decir elegir un presi- dente. Los electores se reúnen en sus respectivos estados y vo- tan por escrutinio por dos personas de las quales una á lo menos debe ser de fuera del país. En la primera vuelta de escrutinio votan por el presidente; y en la segunda por el vice-presidente; se forman dos listas separadas, en la una se asientan los votos para el nombramiento de presi- dente, y en la segunda los del vice-presidente: habiendo regulado los votos, los electores firman y certifican ám- bas listas, las sellan, y las remiten á Washington al presi- dente del Senado. Este las abre todas en presencia del Senado y de la Cámara de Representantes; y el candidato que reúne mayor número de votos es electo presidente; siempre y quando esta mayoría de votos forme la mayoría de todos los electores nombrados para este objeto. Si nadie reúne esta mayoría, entonces se toman los nombres de los cinco candidatos que reúnen mayor numero de vo-88 tos, y la Cámara de Representantes por escrutinio decide la elección ; en este caso los votos se toman por estados, y no por individuos, cada estado tiene un voto, el estado de Pensilvania por exemplo que tiene en el Congreso 23 diputados tiene un voto en la elección de presidente lo mismo que el pequeño estado de Rhode Island que solo tiene una representación de dos diputados. La mayoría de los estados es indispensable para esta elección. El 4 de Marzo concluyen constitucionalmente las sesiones del Congreso, si para ese dia no está hecha la elección de pre- sidente, el vice-presidente entra á exercer las funciones de tal, como sucedería en caso de muerte, ó de otra incapaci- dad legal. Está nombrado vice-presidente el que reúne mayor nu- mero de votos, siendo esta mayoria igual á la de electores nombrados á este efecto; si nadie reúne esta mayoría, el Senado decide la elección eligiendo entre los dos que ha- yan conseguido mas votos. El Congreso determina el tiempo y dia en que se deben reunir los electores para el nombramiento de presidente. En un solo dia debe hacerse la elección en la vasta exten- sión de los Estados Unidos que tienen 1700 millas de lon- gitud y cerca de tres millones de millas quadradas. Para ser presidente es preciso haber nacido en los Esta- dos Unidos, haber residido en ellos catorce anos antes de la elección, y ser mayor de 35 años. En caso de muerte 6 de impedimento legal el mando de la presidencia recae en el vice-presidente, y si este se halla en las mismas circun- stancias que aquel, queda al Congreso la facultad de nom- brar á uno que exerza las funciones de presidente, hasta que cese la incapacidad del uno 6 del otro, ó que se elija otro presidente. El presidente recibe una renta anual de veinte y cinco mil pesos, y no puede disponer de un real del tesoro púb- lico sin los tramites legales. Sus atribuciones son, man- dar las fuerzas de mar y tierra, la milicia de los Estados89 Unidos quando está de servicio efectivo, pedir informes a los gefes sobre las materias que quiera, perdonar á los que están sentenciados á muerte por crímenes contra los Esta- dos Unidos excepto quando la cámara de representantes há hecho la acusación. Con la aprobación del senado puede concluir tratados de paz, nombrar embajadores, ministros públicos, cónsules, jueces del supremo tribunal de justicia, y todos los oficiales del exército; puede dar todos los empleos de la nación, y proveer todas las vacantes en los recesos del senado, hasta la reunión ordinaria, o ex- traordinaria del mismo senado. El presidente da cuenta todos los años del estado políti- co y militar de la nación, de sus rentas, gastos, y mejoras que puedan hacerse en cada ramo. En circunstancias extraordinarias puede convocar las dos cámaras ó la una de ellas; si entre las dos cámaras se suscita alguna duda, ó dificultad sobre el dia de su reunión, el las puede empla- zar para el dia que juzgue mas conveniente ; puede sus- pender en sus destinos á los empleados ineptos, ó que de- lincan en razón de su oficio. PODER JUDICIAL,. El poder judicial de los Estados Unidos está confiado á un tribunal supremo de justicia, y á todos los tribunales inferiores que el Congreso juzgue conveniente establecer. El presidente nombra con aprobación del Senado á los jueces, los cuales duran en sus empleos todo el tiempo de su buena conducta. El supremo tribunal de justicia toma conocimiento de los negocios contenciosos de embaxadores, ministros, cón- sules, 6 agentes diplomáticos ; casos de almirantazgo yju- risdicion marítima, de controversias que resultaren entre dos estados, ó entre un estado y los ciudadanos de otros, por pretensiones de tierras baso concesiones de diferen- 1290 tes estados. Es tribunal de ultima apelación tanto en los negocios de derecho, como en los de hecho, con aquellas excepciones y regulaciones que hiciere el Congreso. Todos los crímenes, excepto en el caso de acusación, son juzgados por jurados ó por un jury. En los Estados Unidos solo se reputa crimen de trai- ción, declarar la guerra á la patria ó proteger á sus ene- migos. LIGERA COMPARACION ENTRE LA CONSTITUCION AMERICANA Y LA INGLESA. Por este compendio de la constitución Americana ve- mos claramente que el Congreso representa del modo mas xacional la soberanía del pueblo, que todos los intereses están mejor combinados y equilibrados, que en todas las constituciones monárquicas que conocemos. El Senado nombrado por la legislatura de cada estado es decir por los ricos, los proprietarios y hombres de influxo de cada pais, representa la propríedad territorial, y llena mejor su objeto que la cámara de Pares de Inglaterra y de Francia. Siendo cada Senador elegido por seis años, y renovándose el cuerpo senatorial cada dos años nunca se disuelve, siempre existe, luego goza de todas las ventajas de una corporación permanente, produce los mismos efec- tos que una cámara de Pares, sin los inconvenientes de una nobleza hereditaria tan contraria á la igualdad social, y á la justicia que reclaman las luces del siglo. Los inte- reses aristocráticos ó de los proprietarios están mejor re- presentados en la institución de un Senado nacional que en la cámara hereditaria de los Pares de Inglaterra; porque los senadores solo se pueden perpetuar en sus empleos por su virtud y patriotismo; el estimulo de una nueva elección los excita al mas exacto cumplimiento de sus obli- gaciones •, como son independientes del poder executivo91 usan con toda libertad de las facultades que les concede la constitución; tienen un poder mas efectivo y verdadero que los Pares de Inglaterra, pues gozando de la misma au- toridad legislativa que ellos, tienen á mas la facultad de openerse al nombramiento de ministros y agentes diplo- máticos, y empleados públicos. Este es un verdadero cuerpo intermedio que conserva el equilibreo entre los in- tereses del pueblo, y los del poder executivo. No sucede asi en Inglaterra, el Rey solo tiene la facultad de nombrar los Pares. Estos son hereditarios, todo lo es peran de un hombre y nada de la nación ; se adhieren á la corona tanto por interés propio como por gratitud; siempre unidos al rey forman con el causa común para gravar con sus intrigas al pueblo, para oponerse á la reforma de esas bárbaras instituciones, hijas de la antigua ignorancia y cie- ga superstición, tan ventajosas para ellos, y tan fatales al publico. A esta causa deben los lordes espirituales, ó los obispos de Inglaterra los asientos que ocupan en la cáma- ra de los pares, y las cuantiosas rentas de que disfrutan. ¿ Puede haber cosa mas ridicula que ver un cuerpo de obispos, discutiendo lapaz, la guerra, los impuestos, y los intereses de un reyno, quando verdaderos discípulos del divino Salvador, deben seguir la sublime máxima de San Matheo cap. 22, verso 21, que no deben mezelarse en las cosas que corresponden al Cesar ? En esta parte está per- fectamente de acuerdo con el evangelio, ¡a constitución Americana, que excluye de todo cargo civil á los ministros del altar. Como los talentos no se heredan por la volun- tad del rey, nunca la cámara de pares podrá reunir tantos hombres de virtud y mérito como un senado que se compo- ne de los hombres mas distinguidos de una nación civilizada, elegidos por los patriotas mas ricos y mas sabios del pais. La cámara de pares orgullosa de sus privilegios, siem- pre guiada por su propio interés, sacrificando todo al espí- ritu de cuerpo, se opondrá siempre á las saludables refor- mas y á la economia que exige el estado de la nación, dan- do continuos pretextos á las conmociones populares qua92 »e observan en Inglaterra, y al levantamiento de facciones como el partido de radicales, que se há formado desde al- gunos anos por las instigaciones de Hunt y de Watson. El senado que debe su autoridad no á la voluntad de un hombre, sino á la elección de los ricos y proprietarios, que han sido ellos mismos elegidos por el pueblo para la legis- latura ; tiene interés en seguir la opinión publica; escu- cha siempre la voz de la nación, se identifica con ella y go- bierna por conseguiente según la voluntad general, que e6 la verdadera expresión de la ley, según la detinicion mo- derna. Es decir que semejante institución establece el verdadero imperio de las leyes y de la razón, aboliendo el antiguo sistema de privilegios, de nobleza hereditaria, y gobiernos caprichosos de un hombre. Feliz America, regocíjate de haber roto el tosco cetro de la bárbara ignorancia goda, de haber borrado hasta las huellas del funesto feudalismo, y de haber organizado tus principios de gobierno, sin desviarte de la luminosa senda que te indica la antorcha de la filosofía, la experiencia de los siglos, y la sublime moral del Evangelio. Tu senado es el complemento de la perfección legislativa, es una ins- titución muy superior á la del senado y patricios de Ro- ma, mas adecuada á nuestro siglo y al orden social, que la cámara de pares de Francia y de Inglaterra. Pero me dirán algunos, Señor entusiasta de la constitu- ción Americana ¿ Como disculpa V. la desigualdad de representación de los diferentes estados, que se nota en este admirable senado, verdadera imágen de la cámara de pares de Inglaterra y de Francia ? por exemplo el estado de Rhode-Island que tiene 1500 millas quadradas, y 76,93! almas envia dos diputados al congreso y dos senadores, mienstras que el estado de Pensilvania que tiene 42,500 millas quadradas con una población de 810,091 habitan- tes correspondiendole una representación de 2S diputa- dos en la otra cámara, solo tiene dos representantes en el senado. Este me parece un verdadero defecto y difícil de remediar, pero defecto infinitamente mas pequeño que el93 que se nota en la composición de la cámara de comunes de Inglaterra, como después lo veremos. Como no preten- do probar que la constitución Americana sea perfecta, por que la perfección no se halla en este mundo, sino que es la menos mala, siempre queda vigente mi argumento que siendo menos defectuosa que la constitución Inglesa que es la menos irracional de Europa, debemos en las circunstan- cias en que nos hallamos, seguir de preferencia el espíri- tu Americano, y amoldar nuestras instituciones sobre este modelo político, el mejor que se conoce en nuestro siglo. La Cámara de Representantes está organizada de un modo diferente. Para ser diputado es preciso ser mayor de 25 años, haber sido, siete años consecutivos ciudadano de los Estados Unidos, y en muchos estados es preciso te- ner una corta propriedad como la que se exije en Virginia; tanto los electores como los elegidos deben poseer cin- cuenta acres de tierra, ó 25 acres con una casa establecida. Es indispensable que los diputados tengan una propriedad,* esa es la garantía de su buena educación y moralidad, una propriedad suficiente para vivir independientes del go- bierno, y poder desempeñar las funciones legislativas con toda la libertad del heroico patriotismo; no una renta tan crecida como la que se exige en Francia. Por la le- gitima carta octroyée de Luis XVIII. es preciso para ser diputado ser mayor de 40 años, y poseer una renta de 2400 pesos; es decir haber perdido todo el entusiasmo de la gloria, todo el fuego del amor á la patria; y todo el gene- roso vuelo de la juventud; haber llegado á la edad de la avaricia, en la que por conservar ó aumentar sus rentas está siempre dispuesto el hombre á prostituirse, y á vender los intereses de la nación, como lo estamos viendo practi- * Aunque en la teoría abstracta de los principio* no se debe atender a la propiedad para estas elecciones, porque seria atribuir derechos i la materia, una triste experiencia nos enseña que es preciso desviarse an poco de esta regla ; que la independencia que proporciona a los diputado? una renta moderada, aumenta la energía de sus facultades, y su amor 6 la libertad94 '-uniente en esa miserable cámara de serviles Franceses. Solo se hán propuesto promover la ignorancia, sostener el absurdo y ridiculo dogma de legitimidad, y ahogar con gri- tos selváticos, y á punta de bayonetas, la voz de la sabidu- ría, de la razón, y de la patria, quando suele oírse por el órgano de Benjamín Constant, Manuel, el General La Fayette, y el General Foix. Tal cámara verdadero taller de opresión, de egoismo, y de injusticia, há debido decidirse contra la Península liberal, que es tan tirana en América como la Francia lo es en Europa. Mientras el cruel Mo- rales á nombre de su estúpido amo el ilegítimo* hijo del legítimo Carlos IVo. asuela nuestro país, quema nuestras casas, tala nuestros campos, inmola la inocencia, roba y saquea nuestras propriedades, y nos hace aborrecer mas que á la muerte el antiguo despotismo Español; todo Ame- ricano ilustrado forma votos por el triunfo de la España en su nueva lucha contra la Francia. Hemos abrazado la causa de la augusta, respectable y moral libertad, y á don- de se encuentren hombres que peleen por sus justos dere- chos, alli estarán nuestros buenos deseos y simpáticos sen- timientos, esos son nuestros hermanos, aunque hayan na- cido en España ó en Turquía. Mas generosos que los legisladores constitucionales de Cádiz y áe Madrid quere- mos libertad para nosotros, y para el mundo entero ; nada deseamos tener de común con esa Francia regicida y leberticida. Despreciamos tanto su democracia corrom- pida con su infernal familia de Jacobinos, como su legitima y engañosa carta constitucional con su degenerada raza de Borbones. No hablaré por consiguiente ni de laconstitu- cion de '86, ni de la convención donde tuvo tanto ascendien- te el monstruo Robespierre, ni del consejo de los ancianos, ni del de los 500; ni del tribunado ni del senado; porque según mis cortísimos alcanzes me parecen los Franceses tan inferiores á los Ingles en historia y en política, como estos * Diecse que María Luisa declaró en Bayona que Fernando VII. no era hijo de Carlos IV.: confesión de parte releva de prueba.95 últimos son inferiores á aquellos, en baylarnies, cantores, J charlatanes. Seguiré pues mi comparación entre la consti- tución Americana y la Inglesa, para dar una pequeña idea de la superioridad de la primera sobre la segunda. La cámara de los comunes de Inglaterra se compone de 658 miembros á saber: Condado de Cornwall, 44—de Wilts, 34—de York 30j •••••• 108 id. Sussex, 28—Dorset, 20—Suffolk, 16— Stafford, 10, 74 id. Devon y Hants, cada uno 26, . 52 id. Kent y Somerset, cada uno 18, 36 id. Bucks, Lancaster, y Surry, cada uno 14, 42 id. Lincoln, Norfolk, y Salop, cada uno 12, 36 id. Berks, Northampton, Oxford, y Worces- ter, cada uno 9, 36 id. Essex, Gloucester, Hereford, Middlesex, Northumberland, y Nottingham, cada uno 8,..... 48 id. Cambridge, Cumberland, Hertford, y Warwick, cada uno 6, . 24 id. Bedford, Chester, Derby, Durham, Hun-tingdon, Leycester, y Westmoreland, cada uno 4, .... 28 id. Monmouth, 3—Rutland, 2, 5 id. Wales, 24—Escocia, 45—Irlando, 100, 169 Número total 658 Hay en esta cámara 89 miembros que sirven en el exer- cito, que tienen empleos en la corte y reciben sueldos del gobierno, esta es la formidable falange que presenta el ministerio á los ataques de los verdaderos representantes de la nación. El sueldo de estos campeones legislativos es de 183,372 libres esterlinas. Hay también 59 miem- bros que sirven exclusivamente en la marina, mas no be podido averiguar la renta que consumen. Todos los hijo?.parientes y relacionados de los pares votan generalmente á favor del ministerio. En los pueblos en donde se hace la elección de un modo regular, los diputados están siempre á favor de la nación y presentan una mayoría que está en relación de dos á uno; pero la irregularidad de las elecciones en ciertos pueblos que conservan el antiguo privilegio de enviar varios miem- bros al parlamento, pone á disposición del gobierno un nú- mero total de 181 votos: con esta fuerza invincible ahoga el ministerio la verdadera voz del pueblo, y á la sombra de un cuerpo legislativo gobierna á la nación con todo el despotismo, que es compatible con la ilustración de los In- gleses y las luces del siglo. La población colectiva de todos los pueblos del condado de Cornwall que envia á la cámara 44 miembros no es igual á la ciudad de Nottingham, y á esta populosa ciudad y á todos los pueblos de su condado solo le corresponden 8 representantes en la cámara; esta desigualdad es mucho mayor que la que hemos notado en el senado. En Inglaterra los diputados deben tener 21 años de edad, son elegidos por siete años, y es necesario que tengan una renta de 500 libras esterlinas; los elec- tores que los nombran han de poseer á lo menos 40 schelines de renta. Vemos por el fatal método de elec- ción que el rey y sus ministros tienen el mayor influxo en la composición de las cámaras. El parlamento se compone del rey, de la cámara de los lordes, y de la cámara de los comunes. Como parte inte- grante del cuerpo legislativo el rey tiene el mayor influxo en sus decisiones. Si la cámara de los comunes discute y aprueba un proyecto de ley que no sea del agrado de su majestad; por medio de sus ministros y de su gran influxo ataja su curso en la cámara de los pares; y suponiendo aun, que fallen aquí sus intrigas, entonces realiza sus deseos ó capricho, rechanzando la ley con el singular privilegio del irresistible veto. Este caso es muy raro, y casi nunca97 debe suceder, pues casi todos los diputados dependen indi- rectamente de la corona. Como á mas de esta facultad legislativa goza también el rey del privilegio de dar exclu- sivamente todos los empleos de la nación, le es muy fácil ganando á su partido á los egoístas y ambiciosos, que nunca faltan en toda representación nacional, formar una mayoría vendida á sus intereses. Si por casualidad entra en la cámara de los comunes un valiente defensor de los dere- chos del pueblo, un elocuente campeón de la libertad, co- mo el padre de Pitt, elevándole á la cámara de los lordes, con su nuevo rango, le hacen mudar de opinión de partido y de carácter. La misma inviolabilidad del rey da mas audacia al poder oxecutivo para corromper al parlamento, y hacerle siempre doblar haxo el yngn de sn capricho, y de su omnipotencia; puede destruir la libertad del pue- blo sin alterar la constitución, y hacer temblar la nación, sin que tiemble la mano que la oprime. El temor acom- paña siempre al opresor en los demás gobiernos, pero en Inglaterra un rey astuto que aparenta respetar los derechos del parlamento, un hipócrita que finge ser el mas firme apoyo de la constitución cuando la está minando, puede á la sombra legal del congreso, y sin riesgo de su persona ser tan déspota como el autócrata de las Rusias, ó el em- perador de los Turcos. Si Jacobo segundo se hubiera valido del parlamento para restablecer el catolicismo, si hubiera seguido el mismo método que observó uno de sus antepasados para prnscrivirln, y hncpr la guerra al papa ; si en lugar de imitar el exemplo de Jacobo IIo. su abuelo y de Carlos Io. su padre, se hubiera propuesto por modelo á Enrique VIIIo. yá Isabel; si como ellos hubiera sabido convertir el parlamento en el ciego instrumento de su fan- tasía y voluntad; si no hubiera cometido atentados contra la constitución, promulgando nuevas leyes, y aboliendo las antiguas, sin la intervención del parlamento ; ciertamente la corona de Inglaterra no habría pasado de sus sienes á las del príncipe de Orange. El reynado de Enrique 1398 VIIIo. y el Protectorado de Cromwell ofrecen pruebas su- ficientes de la flexibilidad del parlamento ante la imperio- sa voluntad, y caprichoso despotismo del rey de Inglaterra. ¿ No fué, como dice muy bien Filangieri, baxo los auspi- cios del parlamento que el perverso Enrique VIIIo. come- tió tantos atentados contra la libertad, la seguridad pública, el decoro de las costumbras, y la santidad de la religión ? ¿ No fué con el mismo brazo del parlamento que hizo des- cargar el golpe de hacha, que separó la cabeza de Ana Bolena, que asesinó á su segunda muger Juana Seymour, ámbas víctimas desgraciadas del amor que profesaron ú tal monstruo ? ¿ Acaso no fueron las dos cámaras las que levantaron los cadalsos, y encendieron las hogueras donde fueron inmolados tantos beneméritos de la patria? ¿No decretó el parlamento que la voluntad del rey tendría fuer- za de ley ? ¿ No adoptó como otros tantos principios de jurisprudencia todas las blasfemias de la mas atroz tiranía ? Que diferencia hay entre la historia de éste rey constitu- cional gobernando con la mejor constitución Europea, y los mas horrendos monstruos que ofrece la historia, como los emperadores Tiberio, Nerón, Caligula, y Cómodo. La única diferencia que hay es, que estos últimos Nerón y Caligula pagaron sus crímenes con una muerte violenta, mientras que el abominable Enrique VIIIo. murió en su cama baxo la egida y salvaguardia del parlamento. No puede haber peor tiranía que la que se egerce á la sombra y proter.r-.ion de un congreso vpnrlido al poder executivo. Si el usurpador de Megico, ese monstruo anti-Americano, que sanctificó un viérnes santo enviando á los infiernos ú trecientos patriotas independientes, como él mismo lo publicó en el parte que dirijió al vi-rey de Megico desde Salvatierra en el ano de 1813; si el vil Yturbide, tan per- verso como Enrique VIIIo. hubiera tenido sus talentos, no hubiera disuelto á viva fuerza el Congreso Megicano; era imposible encontrar una reunión de hombres mas débiles, mas novicios en los ensayos representativos, y mas adecúa- *H9 Jos por su misma inesperiencia, y natuaral bondad, paiá servir ios proyectos de un tirano, que no hubiese sido tan estúpido como el farsante Augustin 1°. Los Representantes del Congreso Americano son elegi- dor directamento por el pueblo : se nombra uno por cada treinta mil almas : como nada pueden esperar del poder execulivo, no tienen ínteres en vender sus votos como los miembros del parlamento Ingles, que esperan todo de su soberano, ó de los ministros. Su duración es de dos años, solo permanecen en Washington los tres meses que dura la legislatura ; cerrado el Congreso vuelven á sus casas, y no tienen ocasión de adular á los ministros viviendo siempre en la corte, como suede con la mayor parte de los dipula- dos Europeos. El influjo de la capital, que es tan pode- roso en las naciones de Europa es nulo en Washington, y tanto por estas circunstancias, como por la feliz combina- ción de los tres poderes políticos, goza el Congreso Ame- ricano de toda libertad para hacer el bien, y de todas las ventajas de una representación nacional, en donde están perfectamente defendidos los derechos de los rico9 en el Se- nado, y los de los pobres en la Cámara de Representantes. Este consejo Anphicciónico muy superior al de la antigua Grecia, es el centro común, en donde se reúnen todos los intereses de los estados particulares, para formar y repre- sentar el gran interés nacional. Es el alma que dá movi- miento á este nuevo cuerpo político desconocido en la an- tigüedad ; deseado aunque no esparado, de los grandes hombres como Tácito.* A sus deliberaciones deben los Americanos el respeto que el mundo les tributa, la gloria que han adquirido en la última guerra contra la Inglaterra, la estensa libertad de que gozan, y las riquezas de que dis- * Nam cunetas natiunes el urbis, populus aut primoresfaut singuli rt- gunt: delecta exhit el constituía república forma, laudan facilna yuam evenire, vel si evenit, haud diulurna uttpottst. ; Viendo este error dr¡ gran Tacit». quien podra >er infalible ?100 frutan. Sus leyes han sido hasta ahora dictadas por la prudencia, discutidas por la moderación, sostenidas por el valor, aprobadas por la justicia, y admiradas por la gene- rosidad. Este es el verdadero liberalismo, que su espíritu de justicia, moderación, valor, y generosidad, se difunda por toda la América, desde la bahia de Hudson, hasta el Ca- bo de Hornos, que sea el signo característico de este nue- vo mundo tal me parece debe ser el voto de todo Ame- ricano ilustrado. PODER EXECUT1VO- Siendo siempre el mejor gobierno un mal, aunque muy indispensable por nuestra falta de virtudes, no podemos suponer en los gobernantes una superioridad de naturaleza que no existe ; siendo hombres como los demás, sujetos al error, á la debilidad de las pasiones, y á los vicios, no es de esperar, se menejen con la pureza de unos ángeles, pues no han bajado del cielo ; sino que cediendo al impulso de la fragilidad humana, se abandonen tanto mas á su egoísmo, quanto mas fácil les sea entregarse á esta natural propen- sión, que es consecuencia de nuestra organización física. Una eterna experiencia, dice Montesquieu, manifiesta que todo hombre esta inclinado á abusar de su poder, que no para hasta encontrar los limites de su autoridad. Esp. de las Leyes, 11.4. Para quitar a los gobernantes los medios de abusar de su poder, y de aumentar con su viciosa administración los males de la sociedad, es preciso restringir sus facultades en el círculo mas estrecho, que sea compatible con el bien público; es necesario poner un freno á su ambición, obli- garlos á ser virtuosos, rodearlos de trabas y dificultades que les impidan convertirse en tiranos. Estemos bien persuadidos de que todo gefe superior abusará del poder quando lo pueda executar con impunidad, á menos que seaJOl un héroe como Washington, ó como Bolívar ; pero esta-, son excepciones de la regla general, fenómenos que se re- producen una vez cada mil anos, y que solo prueban que no habria necesidad de gobierno, si todos fueran tan justos y tan generosos como ellos. Siendo pues el objeto del gobierno suplir esta falta de virtudes en el hombre, es indispensable empezar por re- stringir 6 coartar las malas inclinaciones del individuo que há de gobernar; suponerlo no un ángel, sino un hombre, y un hombre malo, pero colocado en tales circunstancias que su maldad no pueda ser trascendental al pueblo; que su verdadero interés le conduzca al bien, que sea virtuoso por egoísmo, y cifre toda su ambición en promover la feli- cidad de los gobernados. En el error ó mas bien en la locura de querer considerar á los gefes de las naciones co- mo seres privilegiados ó semi-dioses; que merecen adora- ciones y homenages por el rango que ocupan, há consistido casi siempre la desgracia del género humano; sin recurir á los infinitos exemplos, y á las puebas de esta verdad, que subministra la historia antigua y moderna, me contentáre con citar lo que acabamos de ver en Mégico, La junta gubernativa que se instaló, después que entra- ron en la capital las tropas del exército trigarante, formó una regencia, y nombró presidente de este nuevo cuerpo executivo al General Yturbide. Este tuvo la suerte de engañar á los beneméritos patriotas, á los ínclitos campeo- nes de la libertad, á los famosos geueraldfe Guerrero, Bra- vo, y Guadalupe Vitoria; y habiendo reunido sus armas á las de estos, logró realizar la grande obra de la indepen- dencia. Una acción tan brillante y tan feliz hizo olvidar su conducta pasada, los diez años que fué enemigo de la independencia, los asesinatos, los robos, y los crimenes que habia cometido en el Baxio. La junta gubernativa que conocia que este hombre habia sido hasta entonces ambi- cioso, hipócrita, egoísta, y malvado, que no debia el rango102 <\ue ocupaba ni á su mérito, ni á su patriotismo sino a un fenómeno de la fortuna, lexos de coartarle sus facultades, se las amplió haciéndole presidente de la regencia, de la misma junta gubernativa, y de todas las corporaciones; asignándole una renta de 120 mil pesos, haciéndole á nom- bre del pueblo Megicano donación de veinte leguas qua- dradas del mejor terreno del Baxio con un millón de pe- sos ; dándole el tratamiento de Alteza, nombrándole gran Almirante, y enfin subministrándole todos los medios de avasallar la nación. Solo una junta gubernativa com- puesta de teólogos, abogados, y devotos de la Virgen de Guadalupe, pudo figurarse el milagro de la conversión re- pentina del nuevo Augustin Yturbide; y creer que este malvado que por diez años habia sido el acérrimo enemigo de su patria podria corregirse, siguiendo en adelante el ca- mino de la virtud, del honor, y de la verdadera gloria. ¡ Que caro há costado al pueblo Megicano, la credulidad é im- previsión de su junta gubernativa! Con el poder extraordinario que le confirió la junta, Yturbide, ensanchó la esfera de su ambición, sin des- viarse de sus anteriores principios de egoísmo, aspiró á coronarse. Para lograrlo envió emisarios á las pro- vincias, distribuyó dinero, dió grados, confirió honores, intrigó de todos modos para ganarse un partido, y po- der formar quando le fuese oportuno un congreso, cuya mayoría vendida á sus intereses, Uegára á realizar sus mi- res ambiciosas, cohonestando su imperial usurpación, con el aparente voto y sconentimiento unánime del congreso, triste imágen de la representación nacional. Logró su objeto; se coronó, vinculó en su familia el derecho de go- bernar, hizo declarar á su hijo heredero del trono, á su padre principe de la unión; renovó todas las góticas insti- tuciones de las monarquías Europeas, estableció la orden de Guadalupe, nombró una servidumbre de palacio mas vergonzosa que la de Madrid; el condescendiente con- greso aprobó sus locuras, sus caprichos, y aun todos losJ03 exorbitantes gastos de la imperial farsa de su coronación. Pero como la ambición es una especie de hidropesía moral que nunca se sácia, no se contentó el usurpador con la flexibilidad del congreso, lo disolvió por que lo diputados que aun asistían á las sesiones, aunque eran hombres débi- les, conservaban sentimientos de honor, eran incapaces del grado de baxeza y degradación que necesitaba el tirano, para autorizar sus nuevos arrestos, sus proyectos de venganza, y sus repetidos actos de despotismo, injustica, y crueldad. Nunca debemos perder de vista el reciente exemplo de este monstruo imperial, indigno del noble título de Ameri- cano independiente. Para evitar estos grandes inconvenientes, los legislado- res de los Estados Unidos hán coartado las facultades del presidente, gefe del poder executivo. No le consideran como los Ingleses inviolable, incapaz de delinquir, y de hacer daño, lexos de contemplarlo como un semi-dios lo tratan como á un hombre, y como tal está sujeto á la res- ponsabilidad de todas sus acciones, á ser accusado por el congreso, y á ser juzgado como cualquier otro ciudada- no por los tribunales establecidos. Su poder está tan bien determinado y circunscripto por la ley que nunca puede aspirar á avasallar la nación. Siéndole impo- sible sacrificar el pueblo á su proprio interés, se ve competido á gobernar según la opinión pública y hacer todo el bien que esta á su alcanze para distinguirse, y dexar un nombre grato á la posteridad, único juez im- parcial del mérito de los hombres que hán gobernado. Hay una diferencia muy grande entre las atribuciones y facultades del presidente de los Estados Unidos, y las del rey de Inglaterra. INGLATERRA. ESTADOS UNIDOS. I*. El rey posee una. dignadad En América no bay rey, el proi imperial. dente es el primer magistrado, y <"1 único xefe de la nación.104 INGLATERRA. Esta dignidad imperial es per petua y hereditaria. 3*. £1 rey solo tiene la facultad de hacer la paz, la guerra, y formar tratados con las naciones extrange- ras. 4*. El rey solo puede levantar exercitos, construir fortalezas, y equipar esquaiiraa. 5*. El rey es xefe de todos los tribunales de la nación, y es el ori- gen de todo el poder judicial. 6». El rey distribuye todos los empleos, honores, y privilegios, pue- de hacer pares, y crear títulos y dig- nidades. 1l. El rey hace funciones de pa- pa es el primer xefe y la suprema autoridad de la iglesia Anglicana. 3'. Er rey es el superintendente del comercio, arregla los pesos y medidas, hace acuñar la moneda, y dar curso 6 justipreciar las monedas extranjeras. 9a. El rey es proprietario nato de todos los realengos y tierras vacan- fes del reyno. ESTADOS UNIDOS. El presidente está nombrado por cuatro años, y puede volver á ser elegido otros qnatro; ninguno hasta ahora ha exercido la presidencia mas de 8 años. El presidente no puede hacer ni uno ni otro sin el consentimiento del congreso. El presidente no tiene ninguna de estas facultades las que están únicamente reservadas al congreso. El presidente no tiene ninguna intervención en el poder judicial, solo nombra á los jueces con la ap- robación del senado. En América no hay títulos de no- bleza ni dignidades. El presidente nombre los empleados públicos, y el senado los aprueba. Como no hay en los Estados Uni- dos mas que una perfecta toleran- cia religiosa, y por consiguente nin- guna religiou dominante como en Inglaterra; el presidente no tiene ninguna autoridad eclesiástica. El presidente no tiene ninguna de estas facultades, que residen única- mente en el coogreso. El presidente no tiene nada, las tierras realengas y vacantes perte- necen á la nación, y su venta pub- lica forma parte de la renta nacio- nal.INGLATERRA. ESTADOS UNIDOS. 10*. La persona del rey es invio- La persona del presidente no es lable y sagrada, á ningún poder hu- inviolable ni sagrada, lexos de con- mano da cuenta de sus acciones, se siderarle como a un ángel ó á un la considera incapaz de hacer mal y ente superior a nuestra especie, se de delinquir. le considera como á un hombre ca- paz de delinquir, y sujeto como todo ciudadano á la destitución de su empleo, y al castigo de las leyes. 11*. La cámara de los lores tiene En América no hay ningún tí- trecieutos pares cuyos asientos, no- tulo de nobleza, el pueblo elige ñores títulos y privilegios son here- las dos cámaras que componen el ditarios. ' congreso. 12'. El rey puede disolver el El presidente no tiene estas facul- parlamento y hacer reunir otro, tades. Tiene un veto absoluto. 13*. El rey puede perdonar a un El presidente goza del mismo pri- , delinquente sentenciado á muerte, vilegio, excepto quando el culpado es acusado por el congreso. Por el cotejo que acabamos de hacer entre las faculta- des y prerogativas del rey de Inglaterra, y las del presi- dente de los Estados Unidos de América, vemos, que el primero está reverenciado por sus subditos como un ser privilegiado, un ser sagrado é inviolable, que no puede ser malo ni delinquir; que goza de la omnipotencia de decla- rar guerra, hacer paz, distribuir dignidades, honores, y riquezas, aparece enfin en medio déla majestad del trono como un semi-dios sobre la tierra; mientras el presidente délos Estados Unidos está considerado como el primer ciu- dadano, como el benemérito de la patria, sin mas derecho al mando que la libre voluntad del pueblo, y sin mas cetro que el que le presta la opinión publica, para gobernar la nación según sus verdaderos intereses. Si un simple ciu- dadano legalmente electo puede llenar también como un rey el gran objeto de la sociedad ; que es, la conservación de la paz y felicidad interior combinada con el respeto, y fuerza exterior no quedará la menor duda de que esta ultima forma de gobierno será un verdadero progreso de 1410b' la ciencia de la legislación; pues no tendremos entonces que ocurrir á la ficción poética de imaginar ángeles invio- lables, á unos hombres que aunque guiados por la nueva oriflama de la ridicula legitimidad, y cubiertos con la capa de la Santa Alianza, no dexan por eso de ser unos misera- bles entes, como Luis, Fernando, Francisco, y Alexandro. Examinemos pues si esta nueva organización del poder executivo satisface á todos los objetos de la sociedad; si tiene la fuerza suficiente para conservar la paz interior, y el respeto exterior. Este poder que está confiado á un presidente con la fa- cultad exclusiva de nombrar á los secretarios del despa- cho reúne toda la energía de la nación, y goza de las ven- tajas de la perfecta unidad de mando, único medio de evi- tar las rivalidades que siempre existen, quando está el exe- cutivo dividido en varios miembros. La división del po- der executivo es sumamente peligrosa á la misma libertad como lo comprueba la historia de los 30 tyranos de Atenas, la de los decemviroB en Roma, la de los directores de Fran- cia, la de los cinco regentes en España, y últimamente la regencia de Megico. En la sesión del 3 de Abril, del año pasado, se vió en c' congreso del Anahuac, el singular caso de oir al enérgico regente Yañez decir al presidente de la regencia, al mismo Itrubede ; que era un traidor á la patria, que habia usur- pado todos los poderes, que habia sembrado la discordia entre los miembros de la regencia para dividirlos, aprove- chándose de esa división, para reasumir en si todas las facultades del poder executivo, y convertirse eu un dés- pota. Este fuerte y acertado ataque hubiera sido sufi- ciente para haber depuesto al traidor lturbide, si el con- greso hubiera tenido mas firmeza de carácter, y no hu- biera estado compuesto de una mayoría de hombres débi- les, y destituidos de toda previsión gubernativa. Este caso no puede suceder nunca en los Estados Uni- dos, por que el poder executivo está reunido en las manos107 sas sobre el Lago Cbamplain, $ El General Armstrong y las lanchas de una escuadra In- glesa. ........................... Cisco cañoneras y quarenta y cinco lanchas de la escuadra Inglesa, ....................... El Presidente y una escuadra Inglesa, ........................ ( El Cyane y ) ( el Levante, $ 13 de Ag°. 1812, 19 ............. lSdeOct».... 25 ............. 29 de Dec«. .. 24de FeV.1813, 2 de Junio,.. 5 de Agosto, 14............. 5 de Sept". 10........... 28deMar°.1814, 29 de Avril, . 28 de Junio, 1 de Sept*. 11 ............. te 14 de Dece. LUGARES DE LA ACCION. ; 41° 20/ de latitud norte, 55° 33' de longitud occident 37° 0" de latitud norte, ...... 65° 0' de longitud occident, 29° ff de latitud norte, ......) 29°30'de longitud occident,) 13° 6' de latitud sur,.........i 36° 0/ de longitud occident, 5 A la altura de Demarara, ........ A la altura del faro de Boston. 23" 4' de latitud norte, ............ Canal de San Jorge,............... ' Cerca del Punto Penguin en el continente, .............. Lago Erie, ....................... 3 30 9 43 1 30 1 Valparaíso, ..................... A la altura del cabo Cañaveral, < 48° 36' de latitud norte,......í \ 11° 15' de longitud occident, i 1 47° 30 de latitud norte,......\ ( 11» O de longitud occident,) A la altura de Plattsburg,........ 45 15 15 0 43 45 0 2 30 0 43 0 19 0 41 Fayal, ................. ... Isla de los Desgraciados,. La Constitución 15 de En°. 1815, 20 de FeV...... El Cazador y el San Lorenzo,.. El Hornet y el Penguin,.......... La Saratoga y la Morgiana, ..... 26 ................ 23 de Marzo,.... Id................. A la altura de Long Island, . A la altura de Madeira, ..... A la altura de la Havana,. A la altura de Brasil,....... Id.............................. AMERICANOS. NOMBRE SE LOS COMMANDANTES. El Capitán Porter, ........ El Capitán Hull, .......... El Capitán Jones,.......... El Comodoro Decatur, .... El Comodoro Bainbridge, . El Capitán Lawrcnce, .... Id............................. El Capitán Dixon,........ El Teniente Alien,......... 3 B 7¡ a o b _ • K O > o 2 a S — " « o w El Teniente Burrows, ...... El Comodoro Perry, ........ El Capitán Porter,........... El Capitán Warrington, ... El Capitán Blakely, ........ Id............................... El Comodoro Me Donough, 0 40 3 0 4 30 0 14 0 22 El Capitán Reíd, El Teniente Jones,..... El Comodoro Decatur. El Capitán Stewart, .. El Capitán Boyle, ... El Capitán Biddle,... El Capitán Wooster, Total. 18 1352 1472 536 1354 600 1162 90 456 1352 658 658 658 2053 96 1408 144 600 36 PERDIDAS. 400 102 400 400 135 •350 103 130 •130 350 255 160 •150 820 120 185 '400 •400 116 ti 4 6 1 27 68 1 » H £ ¡° ► O H f O £ B 7 5 7 25 2 88 ie 16 13 96 65 2 21 1 58 30 65 12 8 11 14 10 12 34 3 146 20 22 14 123 123 2 26 3 110 35 80 15 13 12 10 •300 m 132 274 562 836 ¡o > s INGLES. NOMBRE DE LOS COMANDANTES. 180 •375 14 10 12 34 3 350 20 130 14 123 255 2 26 3 110 9 185 »400 16 13 12 10 El Capitán Laugharne, El Capitán Dacres, .... El Capitán Whinyatcs, El Capitán Carden, ... El Capitán Lambert,.. El Capitán Peake,..... El Capitán Broke,..... El Capitán Barrette, .. El Capitán Maples, .... El Capitán Blytbo..... El Capitán Barclay, .. El Comodoro Hilyar,. £1 Capitán Wales, .... El Capitán Manners, . £1 Capitán Arbuthnot, . El Comodoro Downie, , 1111 1750 £1 Capitán Lloyd,..... £1 Capitán Lockyer,. £1 Capitán Hays, ........ El Capitán Falcon,.... El Capitán Douglass, £1 Teniente Gordon,.... £1 Capitán Dickinson, .. •± B » " a tu » • B O > m o 16 I!: Total, 18 26 49 22 49 49 20 53 16 21 18 63 18 19 584 S5 <3 X B ¡o ° b a P B m c X 1210 524 1226 192 548 306 350 135 350 400 139 88 160 *130 *450 1826 500 576 128 408 118 95 42 34 21 15 21 18 1950 PERDIDAS. 15 •30 36 60 5 26 13 1050 400 1200 X3 c 3 B R = * * 7 í H p - e T. 2 3 64 •40 68 101 33 58 4' 1364 336 197 75 6W 158 50 eo *90 5 8 23 11 84 63 •50 17 36 15 17 625 14 94 10 15 42 33 110 110 *100 15 42 23 18 1056 3 79 70 104 161 38 U 60 •20 34 184 15 23 75 44 194 173 150 77 38 45 8 •no i5o 287¡ 350 135 350 40U 105 312 340 134 "75 110 3M 113 95 367 301 •60 na 42 139 84 88 20 130 450 15 128 118 44 •500 173 150 ñ 336 75 158 50 1711 ¡2929 4075* * Los números que están señalados cou una estrella son dudosos, »e pueden considerar sin embargo como bastante exactos, t E« probable que la diferencia que se encuentra entre el total de las sumas que se halla en (Niles' Weekly Register, vol. ix. p. 321.) y la suma de las columnas, proviene de los errores de imprenta.LUGARES DE LA ACCION. Browustown, Magawga, ... Detroit,...... Queenston, .. Frenchtowu, . Id........ York (Alto Canadá,) Fort Meig»,.......... Rápidos de Miarui, ., Fort Gcorge, ....... Sacketts' Harbour, Stoney Creek,....... Craney Islaud, .... BeaverDams,..... Lower Sandusky,.... Moravian Town, Williamsburg,. La Cole-M¡U, . EPOCAS. 4 de Ag°. 1812, 0............. 1C............. l3de*Oct«.... 18 de En°.1813, n............. 27 de Avril, . 5 de Mayo,. 5............. 27............. 29............. 6 de Juuio,..... 24............... 2 de Agosto, .. 5 de Oct«...... 11 ............... Oswego, 30deMarM8t4, 6 de Mayo,. Sandy Creek, ... Chippewa,....... Niágara, ......... Fort Erie,......., Conjoeta Creek, Bladensburg,.... Moore's Fields, Cerca de Baltimore, Plattsburg, ... Fort Erie, ..... 30.......... 5 de Julio, 25 ........... EXERCITO AMERICANO. EXERCITO INGLES. NOMBRE DE LOS COMMANDANTES. El Mayor Vanhorn,........... El Teniente Coronel Miller,. El General Hull, El Mayor General Van Rensellaer, El Coronel Eewis,................. El Brigadier General Winchester, El Mayor General Dearborn, ... El Mayor General Harrison, .... El Coronel Dudley,.................. El Mayor General Dearborn, ... El Brigadier General Brown, ... £1 Brigadier General Ctiaudler, El Teniente Coronel Beatty, .. El Teniente Coronel Boarsler,. El Mayor Croghan, ............. El Mayor General Harrisou, . El Brigadier General Boyd, ..... El Mayor General Wilkinson, ...... El Teniente Coronel Mitchell, , El Mayor Appling, ............... $ El Mayor General Brown, , '} El General Scott,t......... 15 de Agosto, 3.............. 24.............. 30.............. Id. El Brigadier General Güines, . El Mayor Morgan, .............. El Brigadier General Winder,. El Coronel Read, ............... COMPOSICION" DE LOS EXERCITO?. Carabineros, voluntarios,................. Infantería de los Estados Unidos, mili- ¡ cias y voluntarios,....................i Infantería de los Estados Unidos, 340 ¡ Voluntarios........................ 2000 1 Infantería de los Estados Unidos, 300 j Voluntarios J milicia»,............ 700 1 Voluntarios, ...............¡.............., Voluntarios, ................................ 1000 357 PERDIDAS. 13 de Scpf 11 El Muyor General Smitli,.......... El Brigadier General Macomb, ... 17 ................El Mayor General Brown, Fort Bowycr, ........15 ................[El Mayor Lawrence,......... Cooks' Mills,.........¡19 de Oct'......¡El Brigadier General Bissel, Nueva-Orleans,......28 de DeC.....El Mayor General Jackson, Id. Id. Id. 1 de Eu». 1815, 8............. Id. Id. Id. I Infantería de los Estados Unidos y cara- ) | bineros, ................................ \ (, Infantería de los Estados Unidos y vo- i \ luntarios, .............................. $ Milicias, .....•.. ........................... Infantería, artillería, y carabineros, &c, Milicias, .................................... Tropa» veterana»,.......................... Infanteria de los Estados Unidos, 450 1 Marineros y marino»,.............. 150 V Artillería y carabineros, .......... 150 J Infantería de 'os Estados Unidos, y ar- j tilleria, ................................\ Tropas veteranas y voluntarios,........ í Infantería de los Estados Unidos, 120 i ) Cuballcria luntarios......... 1500 \ l Milicias, ..................... 1500 \ Caballería, ¡«'anteria y artillería,...... Tropas veteranas,......................... Artillería de los Estados Unidos, fcc. ... I Carabineros, ....................... 150 ) ( Indio», ....................... 125 <¡ Artillería, in'anteria, milicias, y ln- ) dio», .....i..............................J J Artillería, infantería, milicias, y vo- ) ( luntarios, ..............................\ J Artillería, iofauteria, voluntarios, y ) milicias, ...............................$ Carabineros'le los Estados Unidos,..... Milicias, carabineros, artillería, ma- ) riñon, y marineros, .................\ Milicias, ......................... UOD 300 800 80 4000 600 2000 1800 •1000 !000 Voluntarios y milicia», ....................3200 24 139 Tropas veteranas 1500, milicia», ........ Infantería y carabineros, ........ 1000 > Voluntarios y,mlicias............ 1000 \ Infantería y carabinero»,................. lufanteria de los Estados Unidos, ca- ) ballena, voluntarios, artillería, y > milicia», ...... \ g........ "— Id..........' 102 •30 *47 1 »50 «¿308 2340 '70U 421 *42 537 958 203 269 124 75 NOMBRE DE LOS COMANDANTES. El Mayor Muir,............ El Mayor General Brock, u..................... El Mayor Reynolds, ...... El Coronel I'rocior........ El General Sheaffe,........ ,000 2401 6000 : 170 38 44 3 «12 3961 1698 Perdida Total,!. 460 El Brigadier General Prortnr, ... El General Vincent,.............. El Señor George Pravos'., ........ El General Vincf ni, .............. El Almirante Warrcn, El Coronel Bishop, ... El Brigadier General Proctor, • Id.......................... El Coronel Morrison,.......... COMPOSICION DE los EXERC1TOS. Indios y milicia», ........................ I Tropas veteranas, voluntarios, é ) \ ludio», ............................... S Indios............................. 600 i Tropa» veteranas,............... 330 > Milicias de Canadá,............ 400 \ Tropas veteranas y ludios, ............ < Tropa» veterana»,............... 100 \ \ Indios, ............................ 400 ] í Milicias, .......................... 150 i } Tropas veteranas, .............. 300 > (ludios,............................1000 ) i Tropas veteranas y milicias, .. 700 > | Indio», ............................ 100 $ i Tropa» veteranas y milicias, .. 350 ( Indios, ............................ 450 Tropas veterauaa é Indios, ......... Tropa» veterana»,..................... Tropas veteranas,.................... Tropas veteranas é ludios,.......... i ■ N E O H El Teniente General Druuimond, 13 n «8 El Capitán Popham, ............... El Mayor General Riall,........... El Teniente General Drummo&d, Marinos, (¿c.............................. ( Tropas veteranas y milicias, .. 480 i ¡ Indios............................. 500 | Tropas veteranas, .............. 490 ) Indios, ............................ 500 S Tropa» veteranas............... 650 ) ¡ Indio»............................ 1200 $ Tropas veterauaa,....................... Tropas veteranas,....................... Infantería,........................ 800 1 Marinos, .......................... 600 S Marinero»,........................ 350 \ Marinero» y Marinos,.................. Tropas veteranas, milicias é Indios, . Tropas veteranas y milicias.......... Id. El Teniente Coronel Tncker, El Mayor General Ross,...... 3,El Señor Pedro Parker, 212 El Mayor General Rost Tropas veterana»,.................... Tropas veterana»,.................... Tropa» veteranas,.................... Marineros,............................ ílníantcria,........................ 5000 j } Marineros....................... 2000 \ , ( Marinos,........................ 2000 ) 119 El GobernadorSeñor Jorg* Prevotrt, Tropas veteranas........................ 5 139 74 15 23 34 39; 52 295 El Teniente General Drommond, . [El Honorable Guillermo H. Percy, El Marques de Tweedal'i.......... 223 El Mavor General Keane, El Teniente General Pa^oham,. Id............................ Id............................ U22 3044Í3446; 555 4867,9715'; Tropas veteranas, ............... Tropas veteranas y marinos, Tropas veteranas,............... Tropas veteranas, Tropas veteranas, u............... Id............... ooo 1330 ¡A • 75 125 500 J •5WM00; 150, •30¡ •50Í 8ft 1450 150¡ 800j*100*30 800 ... 1200 2500 980 990 #15' *45; 00.....¡ 108i 163Í 2*1'.....I tfl 100!»l29i.....¡ •20! *30j 50 ■• *75¡*I2o'*2uO ■ •30 *3¿, 65,. •¿O^lOO 150, ¿BU 35 22 1C50 12| 23 34j. 2170 *22|#147 11 47 "Ü8- 1750 70i 165 200 tá 28 4V 199| 328 5000 I •200'j 559 1 2000 222*309 ni 1200 10; *d0 •30 5000 en 230 13 20 1 33 900C BO 30C na 140W ■ : 26 601 12 169 147 150 83 305 695 60 557 164 50 •222 65 176 635 58 235 •200 1111 678 30 500 1200 3000 9400 •150 *100: 25 100! 2»! 330 120>150: 270 Perdida Total, ____1 , 7(H» 1400-2100..... 20114.5393:8183 25 500; 400 270 2600 11769 * Loa numero» que están señalados con una estrella son dudosos, se pueden considerar sin embargo como baUaat<¡ exactos. El General scott tan hernioso como valiente y sabio guerrero es un admirador de lo; noble, campeones de Colombia, un ñrme defensor y amijo de nuestra augusta causa. En todas occasiom ultitnamente por su influxo ha entrado en la academia militar de Wcst-Poiut un sobrino del General paez. En toda» occasiones ha manifestado el deseo de servirnos y dai uo» prueba de tu reriadero aiectó; ahora125 iUontesquieu empieza el libro 17. cap. 18. del Espir. de las leyes con estas celebres palabras. Una nueva enfer- medad se há manifestado en Europa, há atacado á nues- tros principes, y los obliga á mantener un numero excesi- vo de tropas; y concluye diciendo; muy enbreve á fuer- za de tener soldados, no tendremos mas que soldados, y seremos como los Tártaros. Desde aquella época esta enfermedad marcial se ha ido agravando, los exercitos se han ido aumentando, fomentando continuas guerras, y cau- sando la miseria y ruina de la desventurada Europa. Esc es el resultado que preveiá Montesquieu de la fuerza armada, y de la energia del gobierno. ¿ Y habrá hombre sensato que escriba a favor de estos gobiernos militares, y acuse de debilidad al Gobierno Republicano ? El profiundo político Jefferson ese ilustre patriarca de la libertad, dixo en el discurso, que después veremos, que era el gobierno mas fuerte del mundo, y la gloriosa guerra que há soste- nindo contra la Ynglaterra es la prueba mas victoriosa de esta verdad. Que un hombre imparcial eche la vista sobre el adjunto quadro de los combates navales, y batallas entre los Yngleses vencedores en Trafalgar y Waterloo, y los hu- mildes Milicianos y débiles exercitos de los Estados Uni- dos, y que decida la question. Sacará por ultima conse- quencia que los grandes Estados pueden sostener toda su dignidad por medio de un sistema liberal, y de una milicia bien organizada, compuesta de Ciudadanos verdadera- mente ilustrados. Que este sistema tiene sobre todo las grandes ventajas de la economía. Para defender una linea de fortulezas de 1700 millas de extensión con cerca de tres millones de millas quadradas, el gobierno de los Estados Unidos solo mantiene un exer- cito de C000 hombres, y gasta en el departmento de la guerra dos millones de pesos. De Pradt en su Congreso de Viena y en otros escritos há probado que en Francia la fuerza de mar y de tierra-----------------------..--------- 12G absorbía 60 millones de pesos. Que en toda la Europa este gasto pasa de 400 millones de pesos, es decir mas que toda la contribución territorial Europea que es de 300 millones de pesos, y concluye diciendo, que las quatro quintas partes de impuestos que paga la Europa hán sido ocasionados por la gurra, y vuelven á ella. Estos datos nos conducen á ver claramente que el sistema de Monarquía co- mo existe en Europa exige, que el pobre labrador trabaxe quatro veces mas alia que el Americano : ó que trabax- ando en ambos paises el mismo numero de horas al día, el uno goza de quatro veces menos del fruto de su trabaxo que el otro, el primero vive en la miseria, y el segundo en la abundancia, el cultivador de allá, es esclavo de su amo y señor, el de acá por su misma dignidad de hombre, esco- mo Rey de la naturaleza, y vive tan libre como el ayre que respira. Luego baxo de este nuevo punto de vista es tam- bién preferible el sistema Colombiano al Monárquico. Una cortísima comparación entre los recursos y gastos de los Estados Unidos y los de las Naciones mas poderosas de Europa como Francia, é Ynglaterra, explicará mas cla- ramiente las ventajas incalculable de la economía del Go- bierno Republicano. ESTADOS UNIDOS.» Población,...........................Je 11 á 12,000,000. Capital de tierras, y propiedad particular, .. $ 7,400,000,000. Renta de este Capital, .................... 360,000,000. Reata de la Nación, ...................... 22,000,000. Gastos de la Nación, ...................... 22,000,000. Deuda Nacional........................... 100,000,000. YNGLATERRA. Población de las 3 Yslas Británicas,.............. 20,000,000. Capital en tierras y propiedad particular,...... 18,000,000,000. * Todos estos datos están sacados de la obra titulada, " The resour- ces of tbe United States oí America ; by John Brkted." Edición de New-York, ano. de IBIS.127 Renta de este Capital, .................... $900,000,000. Renta del Estado.......................... 230,000,000. Gastos del Estado,........................ 300,000,000. Deuda Nacional........................... 3,600,000,000. FRANCIA. Población,............................... 23,000,000. Capital en tierras y propiedad par. en 1017. .. 12,000,000,000. Renta de este Capital, .................... 000,000,000. Renta del Estado......................... 140,000,000. Gastos del Estado, ........................ 250,000,000. Las tres Islas Británicas tienen una superficie de 100 mil millas quadradas y contienen 20 millones de habitantes; la Francia tiene cerca de trecientas mil millas quadradas, y una población de 28 millones de almas. La Inglaterra con un terreno tres veces mas pequeño, y un suelo infecundo com- parado con el de Francia tiene mas fuerza, mas riquezas, y mayor población relativa, de donde puede provenir tan no- table diferencia ? Ciertamente no se puede atribuir á la falta de talento y habilidad délos franceses, porque es un Pueblo sumamte vivo, alegre, y dotado de las mas felices faculta- des intelectuales. Solo hallaremos la causa de esta dife- rencia en la diferencia de gobiernos. La Inglaterra ha gozado siempre de alguna libertad, y á la sombra de su liberalismo há llegado al rango de prosperidad que excita nuestra admiración. La Francia há sido siempre la des- graciada esclava de sus Reyes, de sus clérigos, y anarquis- tas ; baxo de una ú otra forma de gobierno el desventurado pueblo Francés* há sido en todas épocas victima del des- s Tabla chronologica de las guerras i¡uc há tenido Francia con Yngla- terra por el espacio de 700 años. Fecha. Duración. Ftcha. JJuracion. Frcha Duración. Fecha. Duración. 1141 1 ano. 1492 un mes. 1627 2 1776 i 1161 ?S 1512 2 1660 1 1793 9 1224 5 1521 tí 1689 10 1803 11 1254 5 1549 1 1702 11 1813 14 1339 21 1557 2 1744 4 1368 52 1562 2 175G 7 256¿« /»6 Art. 167. Nadie podrá ser juzgado, y mucho menos castigado sino en virtud de una lei anterior á su delito ó acción, y después de habérsele oido ó citado legalmente; y ninguno será admitido, ni obligado con juramento, ni con otro apremio, á dar testimonio contra sí mismo en causa criminal; ni tampoco lo serán reciprocamente entresí, los ascendientes y descendientes y los parientes hasta el cuarto grado civil de consanguinidad, y segundo de afinidad. Art. 168. Todo tratamiento que agrave la pena de- terminada por la lei, es un delito. Art. 169. Nunca podrá ser allanada la casa de ningún Colombiano, sino en los casos determinados por la lei, y bajo la responsabilidad del juez que expida la orden. Art. 170. Los papeles particulares de los ciudadanos, tomismo que sus correspondencias epistolares, son inviola- bles ; y nunca podrá hacerse su registro, examen ó inter- ceptación, fuera de aquellos casos en que la lei expresa- mente lo prescriba. Art. 171. Todo juez y tribunal debe pronunciar sus sentencias con expresión de la lei, ó fundamento aplicable al caso. Art. 172. En ningún juicio habrá*mas de tres instan- cias, y los jueces que hayan fallado en una, nunca podrán asistir á la vista del mismo pleito en otra. Art. 173. La infamia que afecta á algunos delitos, nunca será trascendental á la familia, ó descendientes del delincuente. Art. 174. Ningún Colombiano, excepto los que estu- vieren empleados en la marina ó en las milicias, que se hallaren en actual servicio, deberá sujetarse á las leyes militares, ni sufrir castigos provenidos de ellas. Art. 175. Una de las primeras atenciones del Con- greso será introducir en cierto género de causas el juicio por jurados ; hasta que bien conocidas prácticamente las ventajas de esta institución, se extienda á todos los casos cri-16b mínales y civiles á que comunmente se aplica en otras nacio- nes, con todas las formas propias de este procedimiento. Art. 176. Los militares en tiempo de paz no podrán acuartelarse, ni tomar alojamiento en las casas de los de- mas ciudadanos sin el consentimiento de sus dueños; ni en tiempo de guerra, sino por órden de los magistrados ci- viles conforme á las leyes. Art. 177. Ninguno podrá ser privado de la menor por- ción de su propiedad, ni esta será aplicada á usos públicos, sin su propio consentimiento, ó él del cuerpo legislativo. Cuando alguna pública necesidad legalmente comprobada exigiere que la propiedad de algún ciudadano se aplique á usos semejantes, la condición de una justa compensación debe presuponerse. Art. 178. Ningún género de trabajo, de cultura, de industria, ó de comercio será prohibido á los Colombia- nos, excepto aquellos que ahora son necesarios para la subsistencia de la república, que se libertarán por el Con- greso cuando lo juzgue oportuno y conveniente. Art. 179. Se prohibe la fundación de mayorazgos, y toda clase de vinculaciones. Art. 180. No se extraerá del tesoro común cantidad alguna en oro, pláta, papel ú otra forma equivalente, sino para los objetos é inversiones ordenadas por la ley; y anualmente se publicará un estado y cuenta regular de las entradas y gastos de los fondos públicos para conocimien- to de la nación. Art. 181. Quedan extinguidos todos los títulos de ho- nor concedidos por el gobierno Español; y el congreso no podrá conceder otro alguno de nobleza, honores ó distin- ciones hereditarias, ni crear empleos, ú oficio alguno cuyos sueldos ó emolumentos puedan durar mas tiempo que él de la buena conducta de los que los sirvan. Art. 182. Cualquiera persona que egerza algún em- pleo de confianza ñ honor haxo la autoridad de Colombia167 no podrá aceptar regalo, título ó emolumento de algún reí, principe ó estado extrangero, sin el consentimiento del congreso. Art. 183. Todos los estrangeros de cualquiera nación serán admitidos en Colombia : ellos gozarán en sus perso- nas y propiedades de la misma seguridad que los de- mas ciudadanos, siempre que respeten las leyes de la república. Art. 184. Los no nacidos en Colombia que durante la guerra de la independencia han hecho ó hicieren una ó mas campanas con honor, ú otros servicios muy importan- tes en favor de la república, quedan igualados con los natu- rales del pais en su aptitud para obtener todos los empleos en que no se exija ser ciudadano de Colombia por na- cimiento, siempre que concurran en ellos las mismas cualidades. TITULO IX. DEL JURAMENTO DE LOS EMPLEADO*. Art. 185. Ningún empleado de la república podrá egercer sus funciones sin prestar el juramento de sostener y defender la constitución, y de cumplir fiel y exactamente los deberes de su empleo. Art. 186. El presidente y*vicepresidente de la repú- blica prestarán este juramento en presencia del congreso, en manos del presidente del senado. Los presidentes del senado, de la cámara de representantes, y de la alta corte de justicia, lo prestarán en presencia de sus respectivas corporaciones; y los individuos de estas lo harán á su vez en manos de sus presidentes. Art. 187. Los secretarios del despacho, los ministros de las cortes superiores de justicia, los intendentes departa-168 mentales, los gobernadores de provincia, los generales de exército y demás autoridades principales juran ante el presidente de la república, ó ante la persona á quien el cometa esta función. TITULO X. DE LA OBSERVANCIA DE LAS LEYES ANTIGUAS. Interpretación y reforma de esta Constitución. Art. 188. Se declaran en su fuerza y vigor las leyes que hasta aquí han regido en todas las materias y puntos que directa ó indirectamente no se opongan á esta cons- titución, ni á los decretos y leyes que expidiere el con- greso. Art. 189. El congreso podrá resolver cualquiera duda que ocurra sobre la inteligencia de algunos artículos de esta constitución. Art. 190. En cualquier tiempo en que las dos terce- ras partes de cada una de las cámaras juzguen conveniente la reforma de algunoss artículos de esta constitución, po- drá el congreso proponerla para que de nuevo se tome en consideración, cuando se haya renovado, por lo menos, la mitad de los miembros de las cámaras que propusieron la reforma; y si entonces fuere también ratificada por los dos tercios de cada una, procediéndose con las formalidades prescritas en la sección 1 del título IV, será valida, y hará parte de la constitución ; pero nunca podrán alterarse las bases contenidas en la sección 1 del título 1, y en la 2 del título II.Art. 191. Cuando ya libre todo ó la mayor parte d aquel territorio de la república, que hoi está baxo del po- der Español pueda concurrir con sus representantes á per- feccionar el edificio de su felicidad; y después que una práctica de diez ó mas años haya descubierto todos los in- convenientes ó ventajas de la presente constitución, se convocará por el congreso una gran convención de Co- lombia, autorizada para examinarla ó reformarla en su to-> talidad. Dada en el primer congreso general de Colombia, y' firmada por todos los diputados presentes, en la villa del Rosario de Cúcuta, á treinta de Agosto, del año del Señor, de mil ochocientos veintiuno.— Undécimo de la INDEPENDENCIA. El, PnESIDEKTE DEL CONGRESO, DR. MIGUEL PEÑA, El VrcEPREsn RAFAEL, OBISPO DE Jmís Ignacio Mendoza. Vicente Azuero. Diego F. Gómez. Josef I. de Márquez. Antonio María Brizeiio. .Joaquín Fernandez de Soto. Josef Antonio Borrero, Miguel de Zárraga. Francisco de P. Orvegozo. Dr. Ramón Ignacio Méndez, Mariano Escobar. Ildefonso Méndez. Josef F. Blatico. ente del Congreso, MERIDA DE MARACAIBO. Diego B. Urbaneja. Josef Antonio Yancs. Manuel Benitez. Pedro F. Carbajal. Alejandro Osario. Josef Cornelio Valencia. Joaquín Borrero. Salvador Gamacho. Josef Manuel Restrepo. Casimiro Calvo. Juan Bautista Esteve:. Gabriel Brizeño. Francisco Josef Otero. *?217Ü 'Domingo B. y Brizeño. Josef María Hinestroza. Miguel Domínguez. Bartolomé Osorio. Josef Antonio Paredes. Juan Ronderos. J. Prudencio Lanz. Manuel María Quijano. Sinforoso Muliz. Miguel de Tobar. Josef Gabriel de Alcalá. J. Francisco Pereira. Joaquín Piala. Dr. Félix Reslrepo, Pedro Gual. El diputado Secretario, Francisco Solo. Lorenzo Santander, Josef Ignacio Balbuena. Meólas Bailen de Guzman. Pacífico Jaime. Bernardina Tobar. Miguel Ibañez. Josef de Quintana Navarra. Policarpo Uricoechea. Josef A. Mendoza. Carlos Alvarez. Vicente A. Barrero. Andrea Rojas. Francisco Gome:. Cerbellon Vrbina. Francisco Conde. El diputado Secretario. Miguel Santamaría. El diputado Secretario, Antonio Josef Caro. Palacio del gobierno de Colombia en el Rosario de Cú- cuta á 6 de Octubre de 1821.—Cúmplase, publiquese y circúlese. Dado, firmado de mi mano, sellado con el sello provisional de la república, y refrendado por los ministros secretarios del despacho.—SIMON BOLIVAR—Hai un sello.—El ministro de marina y guerra, Pedro Bñzeno Méndez—El ministro de hacienda y relaciones exteriores, Pedro Gual—El ministro del interior y de justicia, Diego B. Urbaneja. Es copia—El secretario del interior Reslrepo.[DEAS SOBRE EL Esta Constitución de la República de Colombia que ha merecido los aplauso» Jcl aabio Quincy Adama, y de todos los verdaderos políticos de este afortunado pais, no es federal, solo es central. Los legisladores de Cúcuta han sido muy liberales en sus principios, y por consiguiente muy amantes al federalismo, todos lo desean, y todos aspiran al feliz momento de verlo introducido entre noso- tros. ¿ Que Americano instruido puede existir, que no sea un ardiente defensor de este complemento de perfección legislativa. 1 Pero no se llega á la perfección de ninguna ciencia ó arte, sin la práctica de sus principios, que se adquiere con el tiempo y con la experiencia. No está en el orden de la natraleza nacer, crecer, y llegar á la edad madura al inisuiu (.lempo (¡ No reputarían por loco al padre de una tierna nina, que se empeñase en hacer la caminar á los seis meses de edad, y por fuerza quisiera verla correr ? ¿ En sus fántasticos ensayos no expondría la existencia de este objeto de su carino, ó á lo menos no atrasaría su natural desarrollo, violentando su misma organización? Los verdaderos patriotas que con el mas tierno cariño paternal hán visito nacer la Indepedencia,íy saben derra- mar su sangre por la defensa de la libertad, son demasiado prudentes, para pretender forzar la naturaleza; tienen demasiada experiencia para arriesgar los preciosos frutos172 de la Independencia, 'queriendo precipitadamente llegar á|una perfección, que debe necesariamente resultar de la misma concentración de poderes y de la prosperidad pública. Electrizados todos los pueblos de la América meridio- nal con la grandiosa idea de la independencia, arrebatados del noble deseo de seguir las huellas de la sublime libertad de nuestros hermanos del norte; empezaron á formar go- biernos separados y federados, y destruyeron por la propia debilidad del federalismo, la preciosa unión de que necesita- ban, parañxar las bases indestructibles de la independencia- Este indiscreto espíritu dp perfección federal; nos divi- dió en lugar de unirnos, proporcionó á los Españoles la en- trada de Carthagena, y há mantenido el gérmen de las di- sensiones civiles, que por tantos años han despedazado ála. república de Buenos Ayres. ¿ No hemos aguantado tre- cientos años el duro yugo de un baxá enviado de España, que venia tan bien impuesto*del estado de América, como lo podría estar un habitante de la luna, si cayera de repente sobre nuestro planeta ? Después de la larga y servil mo- deración que hemos manifestado á un gobierno estrangero, egoísta, y enemigo de nuestra felicidad, no seria una ver- gonzosa falta de virtud y patriotismo el no querernos suje- tar á un gobierno de nuestra l¡We nleerion, a una consti- tución liberal que tiene toda la fuerza necesaria para focar la independencia, desarrollar el germen de la verdadera libertad, y ponernos en estado de llegar á la perfección federal, objeto del deseo universal ? Tengamos un poco de paciencia, formemos gobiernos centrarles, fuertes, y enérgi- cos, y entonces conseguiremos el placer de imitar mas de cerca á los hijos de Washington. Que Mégico, el Perú. Chile, Nueva-Granada, y Buenos-Ayres formen, como an- tes, grandes estados, separados unos de otros, sin estar cada uno interiormente debilitado por el sistema federal; tra- bajemos ahora á la perfecta unión de voluntades, fuerza y energía de todos los Americanos ; fixemos la independen*Cía sobre la verdadera base de la libertad, y lograremos fixar un excelente sistema de federación; de federación general entre todas las repúblicas, y parcial en el seno de cada una de ellas, como existe en el Norte América. Esta debe ser la obra del tiempo, de la experiencia, y de la ilustración que tenemos que adquirir. Sigamos el exemplo del estado de Nueva-York que há preferido con- servar por veinte anos una constitución defectuosa, mas bien que exponerse al riesgo de continuas variaciones. Ilus- trado el pueblo y deseoso de mejorar sus instituciones, nombró una convención en el año '21; y allí se discutió y aprobó la constitución que gobierna hoy este estado 5 esta mudanza se há hecho sin ruido, sin conmociones, ni tumul- tos, de un modo casi imperceptible, como lo requiere la sana política, y lo exige la humanidad. No seamos servi- les en nuestras imitaciones, hagamos siempre uso de nues- tra razón, paia aplicar felizmente á nuestro suelo las me- jores teorías gubernativas, sin porácr nunca de vista el re- sultado de nuestra propia experiencia. Union, unión, y mas unión, debe ser el constante deseo de todo patriota; la unión por medio de un gobierno central como el de Colombia, es la que constituye la fuerza; la fuerza es la que há de fixar la independencia, y há de contener á los enemigos de la liber- tad. En este momento es importantísimo que los pueblos como los individuos, estén dispuestos á la generosidad, que sacrifiquen ante las aras de la patria, sus zelos, sus intereses, sus rivalidades, y pasiones. Soy amantísimo de aquel siste- ma federal que debe resultar de la ilustración popular, y del vigor de unas instituciones que solo pueden prosperar baso la fuerte egida de una constitución central. En el estado de atraso, de intolerencia religiosa, y de miseria en que nos hallamos, me parece la hydra federal el mas cruel ene- migo que se pueda presentar; el único que puede aun dar vantajas á los obstinados Españoles. Como desconfio de mi propia opinión, que puede extraviar mi ardiente pa- triotismo, hé consultado sobre este punto a varios habitan-174 íes de costa firme; y lodos han opinado del mismo modo, después de haber sido y ser aun tan entusiastas como yo del sistema fcdcraJL Acaba de llegar á estos países el ministro de Colombia- el honorable Sertor José María Saladar patriota tan dis- tinguido en la jurisprudencia por su integridad y talento, como en la literatura por su gusto exquisito y brillante imaginación. Como testigo ocular, de los funestos elec- tos que há producido en Colombia el espíritu de federa- lismo, le hé escrito suplicándole me dé su opinión sobre materia tan interesante ; hé aqui su contestación. AJ< SEÑOR VICENTE ROCAFUERTE. Philudelphia, 26 Je Jumo, de 1823. Me pregunta, V. mi querido amigo, cual es mi modo de pensar sobre el sistema de gobierno que mas conviene á nuestros paises, en la época presente; es decir, en el na- cimiento de su independencia: si la federación ó la forma central, si diversos estados ú uno solo en los antiguos virrei- natos ó capitanías generales. Como desea V. una res- puesta pronta por el motivo que me indica, y me dispensa por consiguiente de largos discursos incompatibles con sus deseos y mis ocupaciones del momento, me ceñiré á los estrechos limites de una breve carta, y para llenar el va- cio de ideas y reflecsiones copiaré á V. lo que otros de nuestros paisanos han escrito sobre el mismo asunto. Supongo que estamos convenidos en la forma republi- cana y en todos los principios esenciales á la sociedad, que han consagrado las luces del siglo en que vivimos : la so- beranía radical de la nación, su actual egercicio por los respresentantes, la división de los poderes, los derechos de libertad, propiedad y seguridad bien conocidos y explica- dos en las constituciones modernas, han venido á ser en po- lítica, como aquellas verdades matemáticas que sirven de prueba á todo sin necesitarla para sí.175 También supongo que la cuestión que ventilamos no es puramente abstracta, y que no se trata de la conveniencia y bondad absoluta de un sistema, cualquiera que sea, sino de hallar su mérito relativo, dado el tiempo y las circunstan- cias. Es muy fácil acumular lugares comunes y repetir doctrinas trilladas; pero muy difícil aplicarlas con tino, discernimiento y juicio, ú los pueblos que se pretenden gobernar. Desechando de nuestros escritos toda intolerencia polí- tica, no menos funesta al genero humano que la religiosa, creamos de buena fé á los federalistas y á sus contrarios, igualmente animados de motivos dignos, y de sentimientos patrióticos. Quieren lo» piimerus copiar en su país el gran modelo que hace la dicha de los Estados Unidos del Norte, y desean los segundos un sistema enérgico que salve la nave del estado de los peligros que la amenazan, y dé al mismo tiempo á sus instituciones la solidez y consistencia de que necesila una nación que empieza su carrera. Si hubiéramos de considerar en si mismo el sistema fede- rativo, y tal como los Estados-Unidos lo practican, nues- tros votos serían en su favor. Quantas veces, mi caro ami- go, hemos admirado este gobierno cuyo influjo en la felici- dad pública se reconoce por todas partes, y cuyo movi- miento há comparado V. con razón, á la marcha magestuo- sa del barco de vapor! Bien trazada la linea que divida el poder nacional del de cada estado particular, y rivalizan- dose todos útilmente en industria y mérito, la armonía de las partes constituye la belleza del todo. j Ojalá que nuestros paises de Mégico y Je la América del Sur acaben de recobrar su independencia, y preparen los materiales precisos para levantar alguu dia un edificio de igual solidez ; mas la cuestión debe reducirse por ahora, al partido que debemos tornar en la crisis actual, y mien- tras carezcamos de dichos medios, en cuyo caso me parecc- e] sistema federal sugeto a graves inconvenientes.176 \o no entraré en el por menor de las diierencius notables de uno y otro país al tiempo de su transformación política: V. las conoce demasiado para que yo necesite de incul- carlas. Estas diferencias deben influir en la adopción y modificación del sistema político, si es verdad que las leyes dicen referencia á las costumbres y estado de ilustración de los pueblos : no perpetuemos las preocupaciones y los abusos; pero hagamos reformas graduales y bien calcula- das, si queremos que ellas produzcan el mayor bien po- sible. En Venezuela y Nueva Granada se estableció desde el principio el sistema federativo, y los hombres reputados mas sabios en uno y otro pueblo, fueron sus corifeos. No hubo provincia que no establiciese sus tres poderes sobe- ranos y todo el aparato de estado independiente : las mas pequeñas se modelaron por las grandes siu consultar su falta de hombres y de medios, y bastaba tener el derecho aunque no hubiese posibilidad de egercerlo: las erogaciones fueron casi siempre superiores á los ingresos, y en lugar de quedar fondos suficientes para la defensa general, un déficit enor- me en las rentas daba aliento á nuestros contrarios, y hacia escasear el pan y el vestido á los defensores de la patria. No fue este el solo mal que sufrimos: la máxima del go- bierno Español de dividir pra reynar, habia infundido en las capitales y pueblos subalternos una rivalidad que de- generaba en aversión : establecido el sistema federal se desplegó en toda su fuerza este mal principio, y se creyó el momento oportuno de reclamar derechos y formar nue- vos planes de sociedad : sucedió la guerra civil, cuyo ca- rácter es siempre terrible, y convertimos contra nues- tros pechos las armas destinadas contra el enemigo común. Cartagena y Monpos, Popayan y Cali, Pie de Cuesta y Gi- rón, Bogotá y las provincias representadas en congreso, pre- sentáron el triste cuadro de nuestras discordias intestinas, y aunque la natural dulzura de nuestro carácter apaciguó por fin los ánimos, se quitó algún tiempo á nuestra sangre el177 uoble desuuo de ser derramada por la patria, progresando entre tanto sus enemigos. Enseñados por la experiencia de lo pasado los amigos del federalismo, yá no pretenden llevarlo al extremo y se contentan con la federación de los deparlamentos contra- diciendo la de las provincias. Pero se han dividió geo- gráfica y políticamente estos departamentos ? ¿Se sabe su numero y los censos de su población? ¿Se cuenta con la voluntad de las provincias interesadas en las respectivas demarcaciones ? ¿ Se tienen hombres á propósito para for- mar los diversos ramos de la pública administración f ¿ No perjudicarán estas atenciones al objeto primero de asegu- rar nuestra independencia, sin la cual toda idea de libertad es una quimera? Sino se resuelven previamente estas cuestiones no podemos hablar áhora de federalismo. Dejemos al tiempo, a la experiencia, y á la buena inten- ción, la consolidación final de nuestro sistema político. De- mos entretanto á los gobiernos interiores la latitud com- patible con las circunstancias, dotando á las municipalida- des popularmente electas, de las facultades precisas para hacer los arreglos locales que convengan, y que ellas mas que nadie, deben conocer; pero de modo que no se emba- race la acción del gobierno general, ni se le prive de los medios de la común defensa, y felicidad pública. No me permite el tiempo estender ahora y coordinar estas ideas : esta es obra de V. cuyas luces son claras en tales materias. Yo solo doy á V. mi sincera opinión para complacer la amistad y concurrir de algún modo al servicio que trata V. de harov ú la patria. K hay error en mis expresiones, la falta no es de mi corazón, sino de mi espíritu. Soy de V. Muy sincero amigo. JOSÉ MARIA SALAZAR* TI,..! H178 Esta es ¡a opinión de los hombres sensatos, y verdade- ros patriotas de Colombia. Pueblos de Mégico y del Perú, vosotros que empezáis ahora vuestra carrera de in- dependencia, aprovechaos de la experiencia de vuestros hermanos de Santa Fé, de los veteranos de la libertad, que sucumbieron con su funesto sistema de federalismo, al me- nor impulso del exército Español. Reflexionad sobre las funestas consequencias que trae consigo el precipitado esta- blecimiento del federalismo. Los siguientes rasgos copia- dos de la Gazeta de Colombia, aclararán, mas este punto, y daráu á conocer mejor las opiniones de los ilustrados patriotas de aquel suelo, tan propicio al desarrollo de la libertad, y filosofiá moral de la América. Bogotá, Noviembre 24, de 1822. Los pueblos lo mismo que los reyes desean que se les adule, ha dicho un celebre escritor. Príncipes, majistra- dos, particulares, naciones, todos aspiran á oír lisonjas; y tan peligroso es á la felicidad de una sociedad prodigar adulaciones á los que dirijen sus negocios, como prodigár- selas al pueblo. La tiranía, y la arbitrariedad son por lo común el funesto resultado de la ceguedad en que la vil lisonja precipita á los gobernantes, y á los gobernados. Los unos marchan procurando ensanchar su autoridad hasta llegar al despotismo, los otros solicitan relajar todo freno hasta llegar á la anarquía. No vacilan mucho los po- líticos de mejor crédito en preferir el despotismo de «no solo, á la tirania de muchos, ó á la tiranía popular; y bas- taría para suocriWá sus opiniones recordar las arbitrarie- dades de los Eforos en Lacedemonia, y las turbulencias de Roma en la época de los tribunos. Nuestra vijilancia para no caer en uno ú otro de tan terribles escollos, es de absoluta necesidad, si queremos vivir bajo el réjimen mas tranquilo y dichoso : y somos sin duda felices, cuando lejos de que nuestros escritores hayan adulado al gobierno jus- tificándole en todas 6us acciones, y provocándole á la usur-179 pación, tal vez han dejado correr sus plumas con un poco de exaltación ó severidad, y siempre han hecho valer los derechos imprescriptibles del pueblo. Mas; ¿somos igualmente cautos con respecto á este mismo pueblo ? No sin duda : escritos corren en que amagándole con su sobe- ranía y derecho de reformar, ú organizar de nuevo la Re- pública, se provoca á sus representantes á que traspasen sus facultades, y hagan variaciones que no están en su poder. Ya lo dijimos, y tal vez no nos habríamos decidido á tratar esta materia, si no se nos hubieran anticipado otros escritores de conocidas luces, y visto la opinión del colom- biano ilustre, que por su eminente consagración á la feli- cidad de su patria, por sus profundos conocimientos, y laudable desinterés merece nuestros respetos y debe me- recer nuestra confianza y deferencia. Pocas mas razones podremos aducir contra la opinión de organizar la República en tres graudes departamentos federados, descomponiendo su organización actual, después de las que ha alegado el escritor de La Indicación en el nu- mero 16 para sostener la regularidad de nuestra constitu- ción, y la necesidad que tenemos de ser muy prudentes en su reforma, y las del Insurgente en el numero 11, con- fesando las ventajas que todavía debe reportarla República de su actual sistema de concentración. Convengamos en que los derechos del pueblo para elejir sus representantes y majistrados, y los del ciudadano con- sistentes en que se respeten su libertad, seguridad, y pro- piedad, tan asegurados pueden quedar organizándose el territorio en diez departamentos pequeños, como en tres grandes distritos federales; por consiguiente, la suma de felicidad política á que aspira llegar un ciudadano, ó toda la sociedad, ni se aumenta ni se disminuye por la división territorial del estado. La división de los poderes, sus atri- buciones, el derecho del ciudadano, son ya principios in- dudables, y que se acomodan íí loa sistemas federativos, ó centrales. Esto asentado, debemos partir en pos de estas1«U verdades: la. Si la independencia de Colombia estará mas- segura bajo el sistema federal: 2a. Si este sistema salva, y allana las dificultades que oponen sus partidarios á la ac- tual organización de la República. Vis unita fortior es un axioma reconocido en la pre- sente cuestión, y el escritor del periódico El Insurgentehz apuntado las ventajas que ha ganado Colombia y que aun debe ganar, de la concentración de fuerzas, de luces, y de poder, ventajas que como él declara, no se encuentran en la federación. Y ello es cierto, que un gobierno que tuviera necesidad de consultar ó por lo menos de contem- porizar con la voluntad de tres legislaturas distintas y de tres majistrados poderosos para ocurrir á los intereses co- munes de la nación, seria un gobierno sin acción, sin fuerza, sin enerjia, y absolutamente nulo. Cada uno de los tresdepar- tamentos fijaría sus gastos, sús rentas, la fuerza armada, y el continjente con que debería asistir en la federación; si una circunstancia urjente é imprevista demandaba mayores re- cursos que los que se tenian señalados, si se suscitaban ce- los y querellas entre los departamentos, sin duda que se negaría al gobierno jeneral el auxilio, y se entraría en con- testaciones que justificasen la urjencia : de aqui resulta- rían, sino resentimentos y disputas impertinentes, al menos largas dilaciones, que darían lugar al progreso del peligro, y proporcionarían al enemigo un triunfo seguro. Apela- mos en comprobación de esto á la dolorosa esperiencia de la primera época de la revolución : el congreso, ó el go- bierno federal ordenaba una medida, la lejislatura, ó el gobierno provincial la contradecía: aquel meditaba un plan, y disponía su ejecución; este le oponía mil obje- ciones, y suspendía su curso: el uno veía en todo el terri- torio federal los puntos ó negocios que exijian su atención y providencias, y el otro no las consideraba necesarias sino en el recinto de su jurisdicción. Todo era cuestiones, contestaciones, debilidad, y desunión; llegó el enemigo^ y puso termino ft la disputa, de un modo desastroso. Lo?181 Estados Unidos, esa tierra de libertad, donde la masa jene- ral del pueblo tiene cierto grado de ilustración, y por consiguiente tiene una idea justa de los derechos del hom- bre libre, se vieron espuestos á gran peligro en la ultima guerra con los ingleses, no por que les faltasen recursos, ni amor á la patria, ni valor, sino por que el sistema fede- ral produce naturalmente debilidad en la accioii del go- bierno. Ahora bien: la guerra con España no se ha ter- minado, )' á decir verdad, no entrevemos todavía su tér- mino; la ilustración publica apenas ha empoza á plantearse : jios faltan todos los hombres de luces que han sepultado Ruis de Castilla, Boyes, Morales, Morillo y Sámano: esta- mos en contacto con dos pueblos limítrofes, el uno erijido en monarquía, y el otro vacilante aun en el sistema político que deba adoptar: un congreso de soberanos ha de reu- nirse en Verona, y no sabemos, si Colombia, ó la América toda será uno de los enfermos que lia de quedar desau- ciado por esta nueva clase de médicos que disponen de la vida política de los pueblos: un ejército respetable amena- za todavía en el Alto-Perú la independencia de los hijos del sol y sin duda la de Colombia. Y ¿ es en tales circunstan- cias que debemos hacer una reforma tan sustancial, cam- biando fuerza por debilidad, unión por discordia, unidad por división ? ¿ Seremos tan locos que arriesguemos nuestra existencia política, adoptando un sistema de contradicion, donde deben deliberai tantas voluntades sin acuerdo, y mandar tantas cabezas en oposición ? ¡ Y nuestros pueblos podrán sufrir el recargo de las contribuciones que son ne- ccssarias para sostener los gobiernos departamentales, sus lejislaturas, tribunales, oficinas, &a. ? Confesamos de muy buena fé, que estas consideraciones convencen nuestro en- tendimiento, y nos persuaden de que la próxima lejislatura de 1823, aun cuando estuviese plenamente autorizada por Ja nación para cambiar las leyes fundamentales, todavía no debería emprender una transformación que podría fácil- mente conducirnos á nuestro esterminio.182 Decimos mas en favor de nuestro sentimento: ocupados actualmente de la empresa de dar consistencia y estabili- dad á la República, estamos forzados á arrancar de raiz los jérmenes de división que arrojaron los Españoles en nuestros corazones, obligándonos á vivir incomunicados, y desconocidos.—El venezolano, el cundinamarqués, el qui- teño no pueden considerarse individuos de la misma fa- milia y miembros de la misma sociedad, sino en virtud de las íntimas relaciones que les ofrece la actual composición de la República. La federación aleja unos de otros, y es tablece una gran distancia en sus conexiones, y si como es fácil, se van enjendrando celos y rivalidades, la guerra civil no dejaría de ser el resultado. Al contrario en el pre- sente sistema; todo conspira á estrechar intimamente á los habitantes del Orinoco, con los de Guayaquil; al hijo de Caracas, con el de Quito ; al audaz llanero, con el tímido indíjena; al habitante de los abrasadores arenales de la costa, con el de las eladas cimas de Tunja. Que los empleos sigan turnando entre todos los Colombianos, sea cual fuere el lugar de su nacimiento y el de la residencia del tribunal, ó corporación; que la lejislatura sirva de me- dio para que se conozcan los ciudadanos del norte y los del sur, que allí se familiaricen, contraigan amistades, se comu- niquen reciprocamente sus luces, y se auxilien—que la di- visión del territorio en pequeños departamentos sofoque y estermine los celos de las provincias con sus antiguas capitales, y refrene la ambición que podría inspirar un mando estenso; que las provincias se persuadan de la igualdad con que figuran en la organización actual; tales son las ventajas reales, positivas que debemos procurarnos, como que son la base sobre que consolidaremos la unión mas íntima, sin la cual no podremos disfrutar de indepen- dencia, de libertad, ni de paz. Y si meditásemos un poco sobre la heterojeneidad de nuestra población, necesaria- mente deduciríamos que es casi imposible mantener su equilibrio sin el sistema de concentración absoluta de po-183 der, y de fuerzas. Este punto uos parece digno de senas consideraciones, y mas para meditarse que para escribirse. Nos tranquilizamos con la idea de que no habrá quien nos irrogue el agravio de suponernos capaces de negar al pueblo el derecho de cambiar, o reformar las leyes fun- damentales : nada de esto. Lo que negamos es, que sea conveniente en nuestro presente estado, usar de tal dere- cho. Persuadidos de que los principios jeneralmente re- conocidos son inmutables, y que solo sufren las modifica- ciones que requieren las circunstancias, hemos descen- dido á averiguar, si estas permiten la práctica y uso del de- recho de reforma, sacando en claro que debemos sacrificar ú la unió» cuantos beneficios nos pudiera proporcionar un sistema de debilidad, en razón de que nuestros elementos se combaten y se chocan resistiendo la homojeneidad. La idea de Bentham relativa á la igualdad nos parece aplica- ble al asunto de que tratamos: él dice que la igualdad consiste en disminuir cuanto sea posible, la desigualdad, por que lo demás es una idea quimérica. Así, partiendo del principio de que la concentración nos da fuerza, vigor y respeto, y de que no es posible que ningún sistema reúna las ventajas de todos los otros, nos debemos contraer solo .1 disminuir, cuanto sea posible, las desvantajas que en él pudieran encontrarse. Bajo este supuesto seguire- mos desenvolviendo el 2o. punto del presente artículo, y terminaremos indicando algunas reformas que podrían in- tentarse por la próxima lejislatura, las cuales en nuestro concepto consiliarian suficientemente la necesidad y ven- tajas del actual sistema de organización, y las que desean proporcionar á los pueblos los federalistas. Protestamos que solo ofrecemos nuestras opiniones particulares, sin ánimo de formar partido, ni de prevenir al gobierno, sino solo por el puro deseo de que no se turbe nuestra tran- quilidad interior, que se discuta amistosamente la cuestión, y la mediten los pueblos, y sus dignos representantes.184 Bogóla, Dicumbre Io. de 18^2. Procedemos á indagar, si el proyecto de federar tres grandes departamentos allana las dificultades que alegan los federalistas contra la organización actual; antes de todo es preciso que se nos haga la justicia de pensar que no estamos en la creencia de que nuestra constitución sea una obra perfecta. La juzgamos susceptible de reformas, y sin duda que las sufrirá al paso que vayamos recibiendo las nociones del tiempo y de la esperiencia, y que nos re- lacionemos con otros pueblos de la tierra de una manera que quede afianzada nuestra existencia política. Reforma- remos nuestro código fundamental, no ensangrentando las pajinas que debamos añadirle, ni marchando por las huel- las de los reformadores de las instituciones de Solón, sino conduciéndonos con la circunspección y tranquilidad que nos produzcan buenos y seguros resultados. De este modo haremos un bien, sin esponernos á causar un gran mal. Dicen los federalistas que una sola lejislatura compues- ta de representantes de distintas provincias no puede ha- cer leyes que consulten el diverso carácter, diverso clima, y diversas necesidades de los pueblos. Nos parece que la misma dificultad deben tocar las lejislaturas de los tres grandes departamentos, y lo demonstramos. La lejislatura de toda la antigua Venezuela no podria hacer una ley igual para la provincia de Caracas que cultiva diversos frutos, para la de Guayana que empieza á cultivar algu- nos, para la de Barinas, y Barcelona que se ocupan de preferencia en la cria de ganados, y para Mérida y Trujillo que solo cultivan lo que han de consumir sus habitantes: la misma lejislatura encontraría en su propio territorio latitudes diferentes, necesidades opuestas: y la misma dis- posición no podria consiliar el clima suave de la provincia de Caracas con el abrasador del Apure y Orinoco, y con el helado de Mérida. ni el carácter y costumbres del pae-185 blo que habítala cordillera, con el de los habitantes de las planicies. La lejislatura de Cundinamarca ó antes N. G. tocaría iguales dificultades, dando leyes al Magdalena, cuya agri- cultura provee al comercio de esportacion, al Istmo que. todo es mercantil, á Bogotá y Tunja que solo siembran lo que han de consumir, á Neiba que cria ganados, á Antio- quia que es minera, y al Socorro que es manufacturera; los climas, y el carácter de todos los habitantes de este vasto territorio no siendo iguales ni siquiera semejantes, estarían en contradicción con la felicidad que les debería propor- cioner la lejislacion. Lo mismo decimos del departamento del Sur. Resultaría por consiguiente que ó se debían ha- cer las leyes consultando el interés y prosperidad de la mayor parte del pueblo, ó se deberían formar tantas lejisla- turas cuantas fueran las provincias, cantones y parroquias que difiriesen en clima, usos y costumbres. Si lo primero, no sabemos por que no sea concedido á la lejislatura jene- ral de la República seguir este principio, y si lo segundo, veríamos establecer un sistema absurdo, irregular y anár- quico. Por otra parte ¿quien es el que ha dicho que los re- glamentos de comercio, ó de agricultura no puedan ser tan varios como son lab posiciones, necesidades, y utilidades de los pueblos ? Lo ignoramos, y parecieiiduuub esta es- pecie de lejislacion muy distinta de la lejislacion orgánica y civil de un estado, no creemos que ella ofenda la unión, la igualdad, y los derechos de la República. La distancia de los estreñios al centro es otra objeción que oponen los federalistas al actual sistema orgánico de Colombia. Si bajo el pié de federarse tres grandes depar- tamentos se conviene en que es preciso que exista un cen- tro común donde se arreglen los negocios jenerales de la federación, y se les dé impulso, veremos que aun subsis- ten los inconvenientes que ofrecen las grandes distancias; pero sino ha de haber ni gobierno jeneral, ni legislatura común, entonces convendremos en que en parte se hanI8ü allanado esas dificultades. Y solo en parte, por que eí habitante dé Guayana tendrá siempre que hacer el largo y costoso viaje á Caracas, el de Veraguas, Cartajena, y Pam- plona ú Bogotá, y el de Cartago á Quito—Estos viajes son hoy dilatados con respecto á la actual capital de la Repúb- lica, porque nuestros caminos no se han mejorado, ni he* moB tenido facilidad de acortar la navegación de nuestros- rios, y costa»; pero en actitud fie remover estas dificulta- des, y en la necesidad demonstrada de susistir unidos bajo el sistema actual, nos parece pequeño sacrificio, y muy li- jero mal el de atravesar esas distancias para concurrir ú la lejislatura. Adema» de que como lo hemwiofrecido, indicaremos otros remedios a este inconveniente. Presumimos que no debe haber influido poco en ios federalistas la diminución de consideraciones que han es* perimentado una ú otra de las antiguas capitales. Cree- mos que esta diminución ha sido el efecto de la necesidad, y no de las pasiones; pero observamos, que otras muchas ciudades que vacian en el desprecio y eí abatimiento se han nivelado á sus antiguas capitales, y que habiéndose producido un bien á la mayor parte del pueblo con la actual organización política ella e& justa y conveniente. Cumaná, Maracaibo, Tunja, Popayan, Panamá Cartajena, Quito, Bogotá, y Caracas, están colocadas á un mismo ni- vel en razón de los magistrados y oficinas que la ley les ha concedido, y una provincia no es considerada mas que h otra. Si el gobierno supremo reside en Bogotá es un ac- cidente, y debemos decirlo, que fué una medida tan ne- cesaria que sin ella quizá no se habría terminado todavía la guerra del sur. Igualadas, pues, cuanto es posible las provincias, y los departamentos, y sofocados por esta razón los celos antiguos, claro es que la presente organización ha hecho un bien sensible y que la existencia y tranquilidad de la República se espondrian, á un verdadero riesgo, si hiciésemos ahora imprudentemente un cambio repentino. Mas por el contrarío, si se adoptasen las reformas parcialesque propondremos la igualdad se esíeudena A mas objeto.-', los recursos que solicita el hombre oprimido, el inocente, estarían mas á su alcance, y un otro di», ya con la esperi- encia y sin los escollos de la época actual podríamos dar pasos mas avanzados y seguros. Si la federación no disminuye las distancias, ni iguala los climas, y carácter de los pueblos, y por el contrario es capaz de inspirar celos, y rivalidades ¿cual es la razón en- tonces de sostituirla al sistema actual ? A la verdad que la desconocemos, y no nos puede caber que hombres que amen sinceramente á la patria 6e decidan de buena fe por una mutación tan peligrosa, y tan incapaz de derramar en los pueblos toda la felicidad que se imaginan. Si el terri- torio se fuese dividiendo en provincias, de modo que cada una de ellas quedase de un clima igual fuese habitada de hombres de un mismo carácter, usos y costumbres, conve- nimos en que seria útil y ventajosa una federación, en vir- tud de la cual cada provincia tuviese un gobierno particu- lar, y una lejislatura ; pero si tal división es absolutamente impracticable, y los pueblos bajo el actual réjimen pueden disfrutar de los mismos beneficios que bajo la federación, no es posible que nos decidamos por ella. Imajinémonos ventajas reales y practicables, y no venta- jas puramente ideales, pongamos en la balanza las unas y las otras, recorramos toda la República investigando su estado presente, su populación, su ilustración, los progresos que ha hecho, y decidámonos por el puro amor á la patria á cscojer lo mas útil y conveniente á la sociedad en jenc- ral, y á cada individuo en particular. Pero antes de deci- dirnos pensemos bien en lo que tenemos : reflexionemos que dado un paso en falso, nos será muy difícil y acaso im- posible volver atrás : y tengamos presente que estamos en buen camino y que siguiendo la acción lenta pero indefec- tible del tiempo, nosotros llegaremos indudablemente á Ja perfección deseada, y entonces nos aplaudiremos de nues- tra prudencia. Por ultimo si después de pesadas todasjas razones y todos los inconvenientes, á juicio de hombres sensatos y decididos amantes de su patria, la federación fuese mas ventajosa que el sistema de concentración, no- sotros reuniremos nuestros votos y abjuraremos de buena fé nuestras opiniones.Sfsrnrso £UE PRONUNCIÓ EN EL AÑO DE 1801. AI. TOMAR POSESION DEL ALTO MANDO DE PRESIDENTE DE I.f!- ESTADOS UNIDOS. -««<-}-»w~ ClUDADANOS: Le am ado á cumplir con I09 deberes de primer Gefe dei poder executivo de nuestra Patria; me aprovecho de la presencia de muchos de mis conciudadanos que aqui veo, para darles mis mas expresivas gracias por el favor que han tenido á bien hacerme; para declarar sinceramente que estoy convencido de que el cargo que hoy se me con- fié es muy superior íí mis talentos, y que solo puedo con- siderarlo con aquella inquietud, y terrible presentimento que justamente inspiran la grandeza del empleo, y la pe- quenez de mis facultades intelectuales. Al considerar un pueblo naciente, que esparcido sobre un vasto y fértil suelo, atraviesa todos los mares con las ricas producciones de su industria, comercia con naciones que conocen la fuerza y olvidan el derecho; al ver, repito, este pueblo ca- minando rápidamente á un destino impenetrable á toda previsión humana; al contemplar la trascendencia de estos objetos; al ver depender del resultado y auspicios de este dia, el honor, la felicidad, y las esperanzas, de esta amada Patria, me estremezco, y me anonado ante la magnitud de la empresa. Francamente desesperaría del excito, si la pre- sencia de muchos que aqui veo, no me recordase que en Jas otras dignidades establecidas por nuestra constitución190 encontraré recursos de sabiduría, virtud, y zelo, con qui- enes puedo contar en todo lance y dificultad. A vosotros pues, Seiiores, que estáis encargados de las soberanas fun- ciones de la legislación, y á todos nuestros asosiados, á vo- sotros me vuelvo con toda confianza, imploro vuestras luces y consejos, para que me ayudéis á guiar con seguri- dad, la nave en que estamos embarcados en medio de los conjurados elementos de un mundo agitado. En la lucha de opiniones que hemos tenido, la viveza de la discusión y el espíritu de partido han presentado á veces un aspecto que ha podido engañar á extrangeros poco acostumbrados á pensar libremente, y á publicar y escribir lo que piensan ; pero hoy que todo esta decidido por la voz de la Nación, anunciada por las fórmulas de la consti- tución, todas las voluntades se someten y ceden á la volun- tad de la ley, y se reúnen dirijiendo su común esfuerzo al bien general. Debemos también tener presente este sa- grado principio; que aunque la voluntad de la mayoria deba en todos casos prevalecer, esta voluntad debe ser ra- cional para ser justa; que la minoría posee derechos iguales, que iguales leyes deben proteger, y que no pueden violarse sin incurrir en el crimen de opresión. Unámonos pues, conciudadanos, moral y físicamente, estrechémonos con esos lazos de harmonía y buen afecto, sin los qualcs la libertad y aun la misma vida pierden todo su hechizo. Re- flexionemos que habiendo desterrado de nuestra Patria, esa inteloraucia religiosa, que en la serie de los siglos há cos- tado al genero humano tantas lagrimas y tanta sangre, ha- bríamos ganado muy poco, si dexarámos subsistir entre no- sotros esa intolerancia política tan tiránica como criminal, sola capaz de engendrar atroces y sangrientas persecu- ciones. Mientras el antiguo mundo estaba entregado á las con- vulsiones, y conmovido con los agonizantes transportes del hombre furioso que en medio del estrago y desolación bus- caba bu perdida libertad, no es extraño que llegase hasta191 estos pacíficos países el ruido de la agitación, que el péli- gro hiciese mas impression sobre unos que sobre otros, y que hubiese diferencia de opiniones sobre los medios de conservar la seguirid&d pública; pero una diversidad de opinión no constituye una diversidad de principios; hemos dado diferentes nombres á hermanos que convienen en un mismo principio. Nosotros somos Todos Republicanos todos Federalistas. Si hay algunos entre nosotros que for- men votos por ladisolucion de esta unión, y deseen ver muda- das las formas republicanas, dexcmoslos vivir pacificamente entre nosotros para que sirvan de prueba irrefragable, de la seguridad con que se puede tolerar, EL ERROR DE OPINION ea un pays en donde libremente lo puede im- pugnar la razón. Sé que muchos hombres honrados pien- san que no puede ser fuerte un gobierno republicano, y que el nuestro no lo es bastante. ¿Pero en la marea llena de tan feliz ensayo abandonaría el ilustrado patriota este gobierno que tan enérgicamente ha protegido hasta aquí su libertad, por el teórico y fantástico temor de que este gobierno, que ofrece al mundo las mas lisongeras esperan- zas, no pueda conservarse por falta de vigor y de fuerza? No lo creo, pienso al contrario, que es el gobierno mas fuerte del mundo, el fínico en donde el hombre á la voz legal de la Patria quiera volar baxo el estandarte de la ley para repeler toda violación del orden público, como lo haria en defensa de su propriedad particular. Dicese siempre que el hombre no puede gobernarse por si mismo. ¿ Como pueden entonces estos mismos hombres encargarse del gobierno de sus semejantes ? ¿ Acaso para mandarlos han baxado del cielo angeles en figura de Reyes ? que la His- toria responda á esta cuestión. Sigamos con valor y confianza nuestros principios re- publicanos y federales, conservemos nuestra adhesión y unión al gobierno representativo. Felizmente separados por la naturaleza y por un vasto océano, de las llamas de vo- radoras que consumen íi una parte del globo \ dotados df192 bastante elevación de alma para no someternos á la degra- dación de otros pueblos; poseedores de un vasto y her- moso suelo, bastante grande para nuestros descendientes hasta la milésima generación; penetrados del justo cono- cimiento de la igualdad de nuestros derechos ; acostumbra- dos á gozar del uso de nuestras propias facultades, de los beneficios de nuestra industria individual, del honor y ho- menage que tributan nuestros ciudadanos al mérito de las acciones, y no a la casualidad dkl nacimiento; ilustrados por una benigna religión, que aunque profesada y practi- cada en diversas formas tienen todas por objeto inspirar la virtud, la probidad, la verdad, la templanza, la gratitud, y el amor del próximo ; adoradores de una divina providencia que manifiesta en sus disposiciones su deleyte en promo- ver en este mundo la suerte del hombre, ofreciéndole en el otro mayor felicidad; colmados de tantos beneficiosiqué nos falta pues, para formar un pueblo floreciente y afortu- nado ? Solo una cosa, un gobierno sabio y económico, un gobierno que impidiendo á los hombres el perjudicarse unos á otros, les dé plena libertad para exercer su in- dustria, y gozar del fruto de su trabajo; un gobierno que no arranque de la boca del hombre industrioso, el pan que ha ganado con su sudor. Esta es la perfección de un bu- en gobierno, y esta es la que necesitamos para completar el círculo de nuestras felicidades. Al entrar, ó Conciudadanos, en el exercicio de los de- beres que encieran quanto tenéis de mas precioso é interesante, me parece natural explicaros lo que yo en- tiendo por principios esenciales de nuestro gobierno, y los que deben por consiguiente arreglar su administración: los circumscribiré en el mas pequeño circulo que pueda, estableciendo solo principios generales, sin atender á sus restricciones. Justicia igual y exacta á todos los hombres de qualquier estado que sean, y qualesquiera que sean sus opiniones- políticas ó religiosas.193 Paz, comercio y honrosa amistad con todas las da- ciones, sin entrar con ninguna en alianza gravosa. Protección á la plenitud de los derechos de los gobier-* nos de los Estados, como los mas adequados á nuestros in- tereses domésticos, y los mas firmes baluartes contra toda disposición anti-republicana. Conservación del Gobierno general en toda su fuerza constitucional, esa es la ancora de esperanza de nuestra paz interior y seguridad exterior. Un cuidadoso esmero en conservar al Pueblo el derecho de elección, ese es el correctivo suave y seguro de los abu- sos que poco á poco se van introduciendo, y que solo puede cortar después la espada de la Revolución, quando no se han preparado anticipadamente los remedios en tiempos de tranquilidad. Sumisión absoluta á la decisión de la mayoría, princi- pio vital de las Repúblicas, que no tiene mas tribunal de apelación que el de la fuerza, verdadero principio vital y causa inmediata del despotismo. Una milicia nacional bien disciplinada que inspire con- iianza en tiempos de paz y también en los primeros mo- mentos de guerra, hasta que se organize y la reemplaze la tropa de linea. Sujeción de la autoridad militar á la civil. Economía en los gastos públicos para no gravar con muchos derechos á la industria. Exactitud en el pago de nuestras deudas, y sagrada conservación de la fé pública. Fomento de la agricultura y del comercio, su compa- nero inseparable. Propagación de todos los conocimientos, y delación de los abusos ante el tribunal de la razón. Libertad de religión, libertad de imprenta y libertad in- dividual, baxo la salva-guardia del habeas-corpus, y del juicio de jurados con toda imparcialidad. Estos principios forman la brillante constelación que nos há precedido, y la que há guiado nuestros pasos en194 un siglo de revoluciones y de reformas. Ellos deben con» • poner el credo de nuestra ft política, el texto de la in- strucción civil, la piedra de toque para probar los servicios de aquellos en quienes depositamos nuestra confianza. Si por desgracia nos desviásemos de ellos en momentos de error ó de inquietud, apresurémonos, á volver sobre nues- tros pasos, y á volver á entrar en el único sendero que conduce á la taz, á la libertad, y á la seguridad. Voy pues ó Conciudadanos, á tomar el puesto que me ha- béis asignado. Hé adquirido bastante experiencia en los empleos subalternos que hé exercido, para conocer las difi- cultades de este nuevo, el mas elevado de todos; estoy con- vencido de que rara vez cabe al hombre, imperfecta cria- tura, la suerte de retirarse de un alto rango con la reputa- ción y favor que causaron su elevación. Sin pretender á ese supremo grado de confianza que de- positasteis en el primer héroe de nuestra revolución, en ese grande hombre que há merecido por sus eminentes ser- vicios el primer rango en el amor de su Patria, y la maí brillante página en el tomo de la verídica historia, yo solo reclamo de vosotros ese grado de confianza que es indis- pensable para dar fuerza y llevar á debido efecto la admi- nistración legal de vuestros negocios. Por falta de luce^ podré muchas veces equivocarme ; aun el bien que pueda hacer, parecerá un mal á los ojos de aquellos que no están en situación de dominar la perspectiva del terreno. Yo reclamo vuestra indulgencia á mis errores, que nunca procederán de malas intenciones, y vuestra protección contra los errores de aquellos que puedan vitu- perarme, lo que no harían si pudieran ver el enlace y con- junto de todas las partes del gobierno. Me es muy lison- jero ver en vuestros nuevos sufragios la aprobación de mi conducta pasada; mi futura solicitud es conservar la buena opinión de aquellos, que de antemano me lian favorecido ; oonr.üiarroe el buen ooncepto de lo.s demás, proporci*196 nandoles todo el bien que pueda, y ser el instrumento de ia Libertad y felicidad de la Nación. Confiado en la protección de vuestra buena voluntad entro sumisamente en el exercio del empleo, que siempre estaré pronto á dexar, en el momento que conozoais que podéis hacer elección mas acertada. Dígnese aquella Divina Providencia que arregla los destinos del Universo, presidir á nuestros consejos, y darles la dirección mas fa- vorable á la Paz y prosperidad de la PATRIA.del FnKeiriEKrí Al. PRESTAR EL JURAMENTO SE LA CONSTITUCION DE COLOMBIA Señor, " El juramento sagrado que acabo de prestar en calidad de presidente de Colombia, es para mí un pacto de con- ciencia, que multiplica mis deberes de sumisión á la ley. y á la pátria. Solo un profundo respeto por la voluntad sob- erana me obligaría á someterme al formidable peso de la suprema magistratura. La gratitud que debo á los repre- sentantes del pueblo, me impone ademas la agradable obli- gación de continuar mis servicios por defender con mis bienes, con mi sangre, y con mi honor, ésta Constitución,, que encierra los derechos de los pueblos hermanos, liga- dos por la libertad, por el bien, y por la gloría. La Constitución de Colombia verá junto con la independen- cia el ara santa en la cual haré los sacrificios. Por ella marcharé á las estremidades de Colombia á romper las cadenas de los hijos del Ecuador, á convidarlos con Colombia después de hacerlos libres. Sefior : espero que me autoricéis para unir con k»^ vínculos de la beneficencia á los pueblos que U natu-198 raleza y el cielo me han dado por hermanos. Com- pletada esta obra de vuestra sabiduría, y de mi celo, nada mas que la paz nos puede faltar para dar á Colombia toda dicha, reposo, y gloria. Entonces, se- ñor, yo os ruego ardientemente no os mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor, que me pi- den á grandes gritos que no sea mas que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la república, al que el pueblo seríale, como á gefe de su corazón. Yo soy el hijo de la guerra, el hom- bre que los combates han elevado á la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango, y la victo- ria lo ha confirmado. Pero no son estos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha, y por la vo- luntad nacional. La espada que ha gobernado á Co- lombia no es la balanza de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer ;i la tierra para el castigo de los tiranos, y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de la paz, y éste debe ser el último de mi po- der ; porque asi lo he jurado para mi, poique lo lie prometido á Colombia, y porque no puede haber re- pública, donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un gobierno popular: es una amenaza inmediata á la soberanía nacional. Yo quie- ro ser ciudano para ser libre, y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de libertador, por que éste emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cambiadme, señor, todos mis dictados por el de buen ciudadano." ¡ Qué vivo entusiasmo excita en el ardiente pecho de todo sensible patriota, la heroica franqueza de estas pala- bras ! " Yo soy el hijo de la guerra, el hombre que los combates hán elevado :i la magistratura ; la fortuna mr- h<J99 sostenido eu este rango, y la victoria lo ha continuado." " Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un go- bierno popular, es una amenaza inmediata á la soberanía nacional." Aprended de un héroe Americano, ó tiranos legítimos de Europa, el verdadero lenguage de la virtud, de la razón, y de la gloria.¡ (^ui: Americano virtuoso puede oir con indiferencia este nombre sagrado, sinónimo de grandeza virtud y pa- triotismo! Este Washington es la gloria del genero hu- mano, el héroe de los siglos, el verdadero grande hombre de la imparcial historia : fue tan prudente como Fabio, tan activo como Marcelo, tan desinteresado como Cincinato ; mas sublime que Cesar, mas admirable, mas generoso y mas digno de la posteridad que el mismo genio de la guer- ra, reproducido en nuestros días en el celebre Napoleón. Su alma celestial fue muy superior á la del ambicioso ven- cedor de Marengo: siempre fuerte, nunca sucumbió á la tentación de una corona, ó de una corte imperial; idóla- tra déla verdadera gloria, prefirióla felicidad de su patria al falso brillo de un mezquino trono ; colgó su espada des- pués de haber atado la victoria á su carro triunfal; vuelto á la clase de simple ciudadano, rodeó su casa de campo de coronas de laurel, mas brillantes y mas inmarcesibles que todas las coronas monárquicas del globo; consagró el resto de sus dias á la virtud y d la beneficencia; en eu retiro hizo revivir la noble sencillez de los antiguos re- publicanos de Roma; y dexó á la América la gloria de haber producido al verdadero hijo de la libertad, terror y confusión de los despotas ; al insigne héroe de generosi- dad que há sido mas útil á su nación, y mas grato (\ la especie humana, que todos los gefes que le han precedido en los fastos de la historia. Al despedirse de sus conciu- dadanos, v al dexar el mando de la presidencia. pronun> 96202 oio el siguiente discurso, que es un modelo político por la solidez de los pensamientos : aunque no lo sea por la ele- gancia del estilo. Amigos y Conciudadanos, No estando distante la época de la nueva elección de un ciudadano para administrar el gobierno ejecutivo de los Estados Unidos; y habiendo llegado ya el tiempo .en que debéis ocupar toda vuestra atención del nombramiento de la persona en quien haya de depositarse tan alta con- fianza, me parece muy apropósito, especialmente en cuan- to puede convenir á la mas libre expresión de la voz púb- lica, informaros que he resuelto rehusar se me cuente en el número de los candidatos entre quienes ha de recaer la elección. Al mismo tiempo yo os suplico me hagáis la justicia de creer, que no he tomado esta resolución, sino después de haber considerado muy detenidamente todos aquellos vín- culos que ligan un buen ciudadano á su patria ; y que al hacer esta declaración que exige la situación en que me hallo, no me mueve ni una tibieza de zelo por vuestro* futuros intereses, ni una falta de respetuosa gratitud por todos vuestros favores pasados, sino que me hallo firme- mente convencido de que esta medida es compatible con ámbas. Cuando admití, y continué en el alto empleo h que do= veces me han elevado vuestros sufragios, hice el constante sacrificio de mis inclinaciones á la idea del deber, y á la deferencia, de lo que parecía ser vuestro deseo. Esperaba incesantemente que me habría sido permitido volver mas pronto al retiro de que me habian sacado con repugnancia, sin faltar á la debida consecuencia de causas, que no me f.vd permitido desatender.203 Antes de mi última elección, mis ardientes deseos me habían impelido á preparar un discurso, declarándoos francamente mi intención; pero tuve que renunciar S esta idea, al reflexionar con toda madurez, la crítica y complicada situación de nuestros negocios con las nacio- nes extrangeras, y al escuchar el unánime consejo de per- sonas que tantos derechos tienen á mi confianza. Es para mí un objeto de alegria ver que vuestras relacio- nes exteriores ó interiores no ofrecen yá ninguna incom- patibilidad entre el cumplimiento de mis deseos, y los sentimientos del deber y conveniencia de la nación ; y por grande que sea la indulgencia con que tenéis la bondad de considerar mis servicios, estoy persuadido de que en las felices circunstancias en que se halla la patria, no de- jaréis de aprobar la resolución que he tomado, de renun- ciar á todo mando. Expliqué en su debido tiempo las intenciones con que al principio accepté tan dificil encargo. Diré ahora única- mente, que en cumplimiento de tan alta confianza, he con- tribuido á la organización y administración del gobierno, con las mejores intenciones y los mayores esfuerzos, de que es capaz mi frágil entendimiento. Conociendo desde luego la inferioridad de mis talentos, la experiencia ha au- mentado diariamente, y quizá mas á los ojos de los otros, mis justos motivos de desconfianza: y á cada momento el incesante peso de los anos me advierte, que el silencio del retiro me es tan necesario como me será agradable. Con- vencido de que si algunas circunstacias han dado cierto mérito á mis acciones, estas han sido muy efímeras, me queda el consuelo de creer que cuando mi elección y la prudencia me convidan á dejar la escena, el patriotismo no me lo prohibe. Al considerar anticipadamente el momento en que voy a terminar la carrera de mi vida política, DO puedo conte- ner dentro de mi pecho el profundo reconocimiento20 1 de la deuda de gratitud que hé contraído con rni cara patria, por los honores que me ha conferido, por la constante con- fianza con que me ha sostenido, y por las ocasiones que me ha presentado de manifestarle mi inviolable adhesión por medio de servicios útiles y permanentes, bien que inferiores á mi ardiente celo. Si la patria ha sacado algunas ventajas de estos servicios, recordemos siem- pre en alabanza vuestra, y como ejemplo instructivo de nuestra historia, que en medio de circunstancias en que las pasiones diversamente agitadas estaban expuestas á ex- traviarse, baxo de apariencias á veces dudosas, de reveses de fortuna frecuentemente triste?, V en situaciones en que casi siempre la falta de" suerte anima el espíritu de la crí- tica, la constancia de vuestros auxilios ha sido el mas firme apoyo de mis esfuerzos, y la verdadera garantía de los planes que sirvieron para ponerlos en ejecución. Esta idea de que estoy profundamente penetrado, y que me acompañará hasta el sepulcro, avivará los incesantes votos que dirijiré al cielo para que continué derramando so- bre vosotros sus pruebas de beneficencia; para que se per- petué vuestra unión y vuestra fraternal amistad ; para que conservéis siempre inviolable el sagrado depósito de la libre constitución que os habéis dado ; para que la virtud y sabi- duría brillen en todos los ramos de vuestra administración ■. enfin, para que sea completa la felicidad de estos estados, baxo los auspicios de la libertad, preservando tan prudente y cuidadosamente el uso de este benficio, que os procure la gloria de recomendarla al aplauso, al afecto y á la admira- ción de todas las naciones, en donde todavía no es cono- cida. Áqui debería quizás suspender el discurso : pero la soli- citud por vuestra felicidad, que solo se acabará con mi vida, el recelo del peligro en que naturalmente os halláis, y que- me desvela, me impele en esta ocasión á presentar á vues- tra solemne consideración, y á recomendar á vuestro fre-20/» cuente examen, algunos sentimientos, que son el resultado de mucha reflexión, de no poca observación, y que me pa- recen absolutamente importantes á vuestra prosperidad, como nación. Los espondré con tanta mas libertad quanto que solo veréis en ellos los consejos desinteresados de un buen amigo, que al despedirse de vosotros, no puede tener el menor interés persona] en alucinaros. Me anima tam- bién el dulce recuerde de la indulgente bondad, con que recibisteis mis sentimientos en otra ocasión bastante pa- recida á esta. El amor de la libertad está tan intimamente ligado con las fibras de vuestro corazón, que creo inútil mi reco- mendación para aumentar y corroborar este sentimiento. También os es grata ahora la unidad del gobierno que os constituye en una nación. Así debe ser; por que esta unión es la principal columna del edificio de vuestra ver- dadera independencia, la base e vuestra tranquilidad in- terior, de vuestra paz exterior, de vuestra seguridad, de vuestra prosperidad, y de esa misma libertad que sabéis apreciar tan altamente. Siendo fácil preveer, que no dexarán de trabajar artificiosamente por diversos puntos y baxo varios pre- textos para debilitaren vuestros ánimos la convicción de esta verdad ; (porque este es el punto de vuestra fortaleza política, contra el qual se dirijirán activa y constante- mente las baterías de vuestros enemigos externos é inter- nos, aunque frecuentemente de un modo disfrazado y en- gañoso;) es de la mas trascendental importancia, que se- páis graduar el inmenso valor que vuestra unión nacional dará á vuestra prosperidad colectiva 6 individual; que cultivéis la habitual, (irme y cordial adhesión á sus principios, acostumbrándoos á pensar y á hablar do esta unión, como del paladio de vuestra seguridad y felici- dad política; velando en su conservación con inquieto zelo: intimidando al que sugiera la sospecha si quiera, de que puede por algún acontecimiento disolverse; f mirando206 con ceñuda indignación toda tentativa que conduzca 6 enagenar algún territorio de nuestro pais, todo esfuerzo dirigido á debilitar los sagrados lazos que reuniendo en- tre sí las varias provincias, forman hoy un todo, un con- junto perfecto.* Para este objeto tenéis en vuestro favor todas las razones de sympaúa y de mleres. Ciudadanos de una patria co- mún, por nacimiento ó por elección, esta patria tiene de- recho á reconcentrar nuestros afectos. El titulo de Ame- ricano, que os pertenece en vuestra capacidad nacional, debe siempre exaltar mas el justo orgullo de vuestro patri- otismo, que todo otro nombre derivado de etimologías lo- cales. Con ligeros matices de diferencia, tenéis todos la misma religión, los mismos usos, hábitos y principios po- líticos. Todos habéis combatido por una misma causa, y habes triunfado juntos. La independencia y libertad de que gozáis, es la obra de vuestros consejos, de vuestros es- fuerzos reunidos, de vuestros comunes peligros, reveses y victorias. Pero por grande que sea la impresión que hagan estas consideraciones sobre vuestro talento y discreción, fácil- mente las podrán repeler aquellos que apelan mas inme- diatemente á vuestro interés parcial. Baxo de este punto de vista, cada porción del pais encuentra las mas podero- sas razones para guardar y conservar la unión de la to- talidad. El Norte en su libre comunicación con el Sur, siendo ambos igualmente protegidos por las leyes de un gobierno común, encuentra en las producciones del mediodía, nue- vos recursos para sus empresas mercantiles y marítimas, y preciosos materiales para su industria fabril. El sur en ese mismo tráfico, aprovechándose de la actividad del nor- * Pueblos nuevos de América, meditad bien estas profundas reflexio- nes del verdadero oráculo de la independencia. Odio eterno al que pre- tenda desunirn"?; unión, unión, y siempre uniun.207 te, fomenta su agricultura, y extiende su comercio. E 1 norte empleando en los propios canales de su industria á los marineros, dá nuevo vigor á su navegación particular; y al paso que contribuye por diferentes modos á entrete- ner, y aumenta ría mas a general de la navegación nacional, no pierde de vista la futura protección de una fuerza'mariti- ma, que no está en estado de poderse proporcionar por si solo. El Este en su comercio con el Oeste, que de dia en dia va aumentando con los progresos de las communicacio- nes por tierra y agua, encuentra una ventajosa salida á las mercancias que importa, y á las que fabrica.en su territorio. El Otst- saca del Este quanto necesita para su cultivo, y prosperidad ; y lo que quizas es de mayor importancia to- davía, es la forzoga situación en que se halla de asegurar á sus productos una fácil salida, que depende del peso, influ- jo y futura fuerza marítima de la parte Atlántica de la Union ; la que se puede solamente conseguir por la indi- soluble comunidad de intereses, obrando todos como una sola nación. Debe ser intrínsecamente efímero, todo calculo que forme el Oste para gozar de estas ven- tajas esenciales, ya sea que las saque de su propia fuerza separadamente, ó de una alianza apóstata y desnaturaliza- da con una potencia cxtrangera. Conociendo cada una de las partes el particular é in- mediato iíiteres de la Union, la total combinación de ellas no dexará de encontrar en la masa unida de medios y de esfuerzos, mayor energía, mayores recursos, mayor segu- ridad para oponerse al peligro interno, menos motivos para interrumpir la paz con las naciones extrangeras, y lo que es aun mas apreciable, el privilegio de evitar por medio de la Union, las querellas y guerras que afligen tan fre- cuentemente á las naciones vecinas, quando no están uni- das por los lazos de un mismo gobierno; basta su propia rivalidad para producir estas desgracias, que estimulan y acibaran alianzas extrangeras y enemigas, intrigas y pasio- nes. Por medio de la Union, se evitan igualmente la ne208 cestdad de esos ruinosos establecimientos multares, acia gos á la libertad, baxo de qualquier forma de gobierno, y reputados particularmente hostiles á la libertad republi- cana : baxo de este punto de vista debe considerarse vues- tra Union, como el firme apoyo de la libertad, y el amor de la una os debe hacer amar la conservación de la otra. Estas poderosas razones persuaden á todo hombre re- flexivo y virtuoso, y manifiestan que la continuación de la Union es el primer objeto y principal deseo del patriotis- mo. ¿ Dúdase de que un solo gobierno pueda abrazar tan vasto sistema ? Hádase pues la experiencia. Es un delito en este caso atenerse á meras especulaciones. Debemos esperar el mas feliz éxito, de una buena or- ganización del todo, auxiliada del gobierno de las respecti- vas divisiones. Siempre e« digno de emprenderse tan hermoso y completo ensayo. Mientras la experiencia no haya probado que es impracticable esta Union, que ra- zones poderosas y obvias tanto recomiendan, y que tanto interesa á todas las partes de nuestro pais; ten- dremos siempre justos motivos para desconfiar del pa- triotismo de aquellos, que se empeñan en debilitar sus lazo,-, y desunirnos. Contemplando las causas que pueden tur- bar vuestra Union, se presenta como objeto ce seria inqui- etud, el que haya habido pretextos, para caracterizar parti- dos, con las diferencias geográficas, de-Aurfc, Sur, At- lántico, y Occidental. Aprovechándose de estas diferen- cias, algunos mal intencionados, quieren hacer creer que hay una verdadera diferencia de miras, y de intereses lo- cales. Uno de los ardides de que se vale el espíritu de partido para adquirir influxo en ciertos distritos, es el de desfigurar las opiniones y planes de los demás territorios. No os podéis resguardar demasiado contra los zelos y odio- que resultan de estas falsedades; ellas desunen á los que deben estar ligados por los lazos de una fraternal benevo- encia. Los habitantes de la parte occidental acaban de209 recibir una buena lección; ellos han visto euel iraiadoquc el executivo há concluido con España, y que el Senado há ratificado unanimamente, con general aplauso de todo$ los Estados-Unidos, una prueba decisiva, del poco funda- mento de las sospechas que circulaban entre ellos,de que la política del gobierno general, y la de los estados Atlánticos eia contraria á sus intereses, con respecto al Misisipi. Ellos han presenciado la formación de los dos tratados he- chos con la Inglaterra, y con la España, que les aseguran en el curso de nuestras relaciones exteriores todas las ven- tajas, que podian desear para afianzar su prosperidad. ¿ No les dictará su prudencia huscar la conservación de estos beneficios en la misma Union que se los há procurado 1 ; No cerrarán sus oidos en lo succesivo á las insinuaciones de esos consejeros, si los hay, que pretendan separarlos de sus hermanos, para unirlos con los extrangeios ? Es indispensable un gobierno general, para asegurar la permanencia y eficacia de nuestra Union. No lo pode- mos reemplazar por una alianza éntrelas partes, por estre- cha que sea ; tendria como todas las demás alianzas que hasta ahora han existido, el inevitable inconveniente de estar expuestas á disensiones y á una disolución. Con- vencidos de esta importantísima verdad, habéis mejorado vuestro primer ensayo, adoptando una nueva constitución mas adequada á estrechar los lazos de una intima unión: y á dar mas vigor á la administración de vuestros intere- ses comunes. El gobierno, obra de nuestra propria elección en la que no ha intervenido el miedo ni el influ- xo; adoptado después de mucha reflexión, y de una ma- dura deliberación; perfectamente libre en sus prin- cipios, en la distribución de sus poderes ; que combi- na la seguridad con la energía, y encierra en si mis- mo los medios de corregir sus propios defectos, tiene un justo título á vuestra confianza y protección. Respeto á su autoridad, obediencia á sus leyes, sumisión ú sus de i*reto«. son deberes que prescriben Ja* máxima? fnnií»-210 mentales de ia verdadera libertad.* El derecho que tie- ne el pueblo para organizar y alterar la forma de su go- bierno, es la base indestructible de nuestro sistema políti- co ; pero es un sagrado deber en todos, sostener la consti- tución que existe, hasta tanto que varié, ó forme otra un acto público y auténtico de la voluntad de todo el pueblo.t El mismo principio del poder y derecho que tiene el pue- blo para establecer su Gobierno, presupone en cada indi- viduo la obligación en que se halla de obedecer al gobier- no establecido.! Destruye este principio fundamental, todo obstáculo que se oponga á la execucion de las leyes; tiene la mas funesta trascendencia toda combinación ó toda asociación que se forme, baxo cualquier carácter, con el objeto verdadero de dirijir, censurar, contrariar, ó intimidar las deliberacio- nes y el curso regular de las autoridades constituidas.^ Estas reuniones sirven á reorganizar una facción, á darle UDa fuerza artificial y extraordinaria; á substituirá la voluntad delegada de la nación, la voluntad de un partido que se compone muchas veces de una corta minoría de la socie- dad, pero siempre audaz y artificiosa; enfin, á convertir la administración pública, según los triunfos alternativos de los diferentes partidos, en un espejo ustorio, en donde se refle- xan los proyectos incoerentes y mal concertados de una facción; en lugar de ser el órgano respetable de planes benéficos, trazados por la prudencia de los consejos, y modificados por los mutuos intereses. Aunque estas asociaciones puedan á veces ser útiles al interés del pueblo, es mas probable, que con el curso del * Este ei el verdadero dogma de legitimidad. 7 Por haber desatendido í esta gran verdad duran las disensiones de Buenos Ayres. \ Es preciso mueba precaución conlas sociedades políticas «cereta». La libertad de imprenta-es la mas se»ura garantía de la tranquilidad públic?21] tiempo y circunstancias se convertirán en poderosos re- sortes, de que se valdrán los hombres astutos, ambiciosos, y desmoralizados, para arruinar el mismo poder del pueblo, usurpando las riendas del gobierno y destruyendo des- pués los mismos andamios que los hán elevado á su in- justa dominación. Para conservar vuestro gobierno, y vuestro presente estado de felicidad, es indispensable que no solamente lo sostengáis, repeliendo toda oposición irregular al reconocimiento de su autoridad; sino que tambieu sufoquéis cuidadosamento todo espíritu de innovación sobre sus propios principios, por especiosos que se- an los pretextos que aleguen los contrarios. Puédese también executar un método de ataque, y es, el de hacer alteraciones, según el orden constitucional, que disminui- rán la energía del sistema, minándolo de este modo, yá que no lo pueden directamente derribar. En todas las mu- danzas á que os conviden, acordaos que el tiempo y la cos- tumbre son á lo menos tan necesarios para fixar el verdade- ro carácter de un gobierno, como en las demás institucione- humauas ;* que la experiencia es la prueba mas segura que se puede ofrecer, de la bondad de la constitución que rije en un país; que la facilidad de variar por influxo de la meras suposiciones y opiniones, expone á una continua mu- danza que resulla de la variedad ilimitada de hypothe.se- y de ideas ; acordaos sobre todo, que para el activo de- sempeño de vuestros intereses comunes, en un pais tan ex- tenso como el nuestro, es indispensable dar al gobierno toda la fuerza que sea compatible con la perfecta seguri- dad de la libertad.t Semejante gobierno con los poderes bien distribuidos, es el mas seguro protector de la misma * Basta la época de nuarenta y cinco años para persuadirnos & imitar («te adinirablo sistema de Washington. + Provincias de Guadalaiara, Campeche, y Guatemala, reflexiona! mucho «obre la imnortanria 'le la unión, vdr una fuerra nacional.212 LibeFtad. A la verdad que solo es algo mas que nominal el gobierno que no tiene bastante fuerza, para poder atajar las empresas de una facción, para contener á cada ciuda- dano en los limites de su deber, prescritos por las leyes ; y para proporcionar á cada uno el seguro y tranquilo gozo de los derechos de su persona, y de su propiedad.* Yo os hé hablado yá del espiritu de partido en el Es- tado, con respecto á las diferencias geográficas ; conside- rándolo ahora baxo de "un punto de vista mas extenso, permitidme preveniros con toda seriedad, contra los funes- tos efectos del espíritu de partido en general. Este espiritu, es desgraciadamente inseparable de nuestra naturaleza, tiene sus raices en las mas fuertes pasiones del corazón humano. Existe en todos los gobier- nos, baxo diferentes formas, mas ó menos sofocado, con- tenido ú oprimido; pero frequentemente abunda dema- siado en los gobiernos de forma popular; y este es ver- daderamente nuestro peor enemigo. El mas cruel despotismo es el que resulta del alterna- tivo dominio de un partió sobre otro ; cada uno animado del espiritu de venganza tan natural á toda disensión civil, se entrega á todos los crímenes atroces de crueldad, que se han cometido en todos tiempos, y lugares. De alli nacen los desórdenes, las disgracias que gradualmente van inclinando los ánimos á buscar la seguridad y reposo en el poder absoluto de un individuo, y tarde ó temprano el Gefe de la facción vencedora 6 mas astuto 6 hábil que sus rivales, hace servir esta disposición del pue- blo á sus miras de ambición, y se eleva al fin, al supre- mo mando sobre las ruinas de la Libertad pública. Sin llevar á tal extremo esta consideración (que es pre- ciso no perder nunca de vista) basta conocer los grandes males y desastres crueles del espiritu de partido, para que ApBqiMM el*p á I* Havana. y inzsuw2J.; sea del deber y del interés de toda Nación ilustrada, reprimirlo y sofocarlo. Solo sirve para dividir la opinión, y para debilitar la administración pública ; agita la sociedad con zelos infun- dados y falsas inquietudes, enciende el odio de unos contra otros, fomenta á veces el tumulto, y la insurrección. Abre la puerta al influxo y corrupción del extrangero, que baila fácil acceso al gobierno por los conductos del partido y de sus pasiones. De este modo la voluntad y política de una Nación se sujetan á la voluntad y política de otra. Algunos opinan de que en los paises libres, los partidos sirven de útil freno á la administración del gobierno, y que contribuyen a hacer revivir el espíritu de libertad. Esto puede ser verdad hasta cierto punto; y en un gobierno monárquico, el patriotismo puede ver con indulgencia y aun favorecer este espíritu de partido; pero no se debe fomentar en gobiernos populares y electivos : por la mis- ma tendencia de estas instituciones, sobrará siempre este espíritu en todos los casos de utilidad pública. Siendo su exceso ian constantemente peligroso, la fuerza de la opinión pública debe emplearse en contenerlo y modifi- carlo. Es indispensable velar sobre el fuego que no se há de apagar, para impedir que la llama se convierta en in- cendio, porque entonces quemaría, en vez de calentar. Es también muy importante, que en un pais libre, el hábito de pensar haga bastante cautos á los que están en- cargados de la administración publica, para no salir de sus respectivos círculos constitucionales, evitando en el excr- cicio de las facultades de un departamento, toda ingeren- cia en la esfera de los otros. La tendencia del espíritu de usurpación, es de consolidar los poderes de todos los de- partamentos en uno solo, creando de este modo un verda- dero despotismo baxo de cualquier gobierno.* Basta para * Ebo es loque hizo Yturhide ante? decorouarfe, Oiurpó los poderes Je. ¡a regencia, romo lo publico el Señor Yañez en la so«ion del Con¡rre«n 'leí 3<1e Mvrildn l«?í.214 probar la verdad de esta proposición, conocer que siempre domina en el carazon del hombre el deseo del poder, y la inclinación á abusar de su fuerza. La experien- de los tiempos antiguos y modernos, y de nuestro pro- pio país, nos manifesta la absoluta necesidad de restrin- gir el exercicio de los poderes políticos, dividiéndolos, distribuyéndolos en diferentes ramos, y constituyéndolos de modo que cada uno sea el guardián y protector de la causa pública, contra la usurpación de los otros. Su con- servación es tan necesaria é importante como su insti- tución. Sí en la opinión del pueblo, la distribución y mo- dificación de los poderes constitucionales tiene defectos, corregidlos por los mismos medios que prescribe la cons- titución. No consintáis nunca que los enmiende la usur- pación, por que si esta puede alguna rara vez conducir al bien, es mas que regular, que se convierta en el arma mas segura para destruir los gobiernos libres. El exemplo de la usurpación trae consigo infinitamente mayores males permanentes, que el pequeño y efímero bien, que puede ocasionar por lo pronto. La religión y la moralidadt son las verdaderas bases de todas las leyes y costumbres que conducen á la prosperi- dad política. En vano pretendería al título de patriota, el que intentara destruir estas firmes columnas de la feli- cidad humana, estos poderosos apoyos de los hombres y de los ciudadanos. Igualmente los deben respetar y amar el político, y el devoto. No bastaría un tomo para hacer ver la intima conexión de la felicidad pública con la parti- cular. Hagamos una simple observación—¿ Que garantía tendría la propiedad, la reputación, la vida, si faltase el sentido moral, el deber religioso, en que se apoya el jura- mento, que sirve de base á toda averiguación judicial en los tribunales de justicia ? Convengamos, aunque con mu- + Pernal!, reflexionad mucho sobre estas importantes máximas: este<" el verdadero credo políliro.215 ha desconfianza, en la suposición, de que sea posible coiisc - guir la moralidad sin religión. A ese grado de virtud po- drán quizas llegar algunos genios superiores, de una edu- cación muy refinada; pero la razón y la experiencia nos manifiestan que la masa de la nación no podrá adquirir la moralidad que exige la libertad, sin el firme apoyo de los verdaderes principios de la religión.'" Es un principio incontrovertible y de eterna verdad que la virtud ó la moralidad es la verdadera base de todo go- bierno popular y libre. ¿ Y que verdadero amigo de la libertad puede ver con indiferencia los esfuerzos que se hacen para trastornarlos cimientos de la fabrica, quitando todo espíritu de religión ? Es de la mas alta importancia promover en general los medios de instrucción. Mieutras mas fuerza dá á la opi- nión pública el sistema de gobierno, mas necessidad hay de conocimientos y de ilustración. En vuestra adhesión al crédito público hallareis un rico manantial de fuerza y seguridad; el modo de conservarlo es usar de él con la posible economía; evitando por medio de la paz los motivos de gastos ; pero sin perder d< viste, que son verdaderos ahorros ciertos gastos hechos oportu- namente para prepararse á los peligros, quando llegue el caso de repelerlos ; poniendo el mayor esmero en no acu- mular la deuda, no solo eximieudose de inútiles cuentas, sino también haciendo los mayores esfuerzos para pagar en tiempo de paz, las deudas que se hayan contraído en guerras inevitables; seria poco generoso cargar la posteridad con obligaciones que nosotros debemos llenar. Toca al cuer- po representativo la execucion de este principio, pero también es indispensable que coopere á ello la opinión pública. Para facilitarle el cumplimiento de su deber, es * Filósofos y^toittas úiavinda, reflexionad «obre esta sublime uiíuuB»», que dista tanto de vuestro irreflexiva atolondramiento, como del intok- rantc fnulismo de vuestro' ant«goni-lu !2ib muy importante que os persuadáis, que es preciso que iiaya una renta para el pago de las deudas, que no puede haber rentas sin impuestos, y que no se pueden imaginar contri- buciones que no sean molestas y gravosas: la dificul - tad intrínseca que resulta de la elección de los medios mas adequados, (que es siempre una elección de dificultades,) os debe decididamente inclinar, á interpretar bien la con- ducta del gobierno, á sujetaros sumisamente á las medidas que haya tomado para conseguir las rentas, que en qual- quier tiempo, pueden exigir las necesidades públicas. Observad buena fe y justicia con todas las naciones, cul- tivad la paz, y vivid en buena harmonía con ellas. La re- ligión y la moral aconsejan esta conducta ; ¿y podrá la buena política dexar de recomendarla ? Quan digno debe ser de un pueblo libre é ilustrado, que dentro de poco há de ser una gran nación, dar al genero humano el magnánimo y nuevo exemplo, de ver á un pueblo guiado porlos mas puros principios de justicia, y de benevolencia ! ¿ Quien puede dudar que en el curso del tiempo y de los acontecimien- tos, seremos abundantemente premiados por los sacrificios que hoy exige la firme adhesión á este plan ? ¿Será posible qué la divina Providencia haya separado de la virtud, la felicidad permanente de una nación ? Hagamos á lo me- nosel noble ensayo, asi lo recomienda todo sentimiento gen- eroso, que eleva la naturaleza humana. Ya sabemos que es imposible conseguir la dicha por medio de los vicios. Para la execucion de este plan, es muy esencial re- nunciar á esas fuertes y constantes antipatías acia unas naciones, y violentos afectos acia otras; es indispensable tratarlas á todas sin pasión, con iguales sentimientos de justicia y de amistad. La nación que entretiene habitual- mente odio ú carino á otra nación, es en algún modo es- clava de su rencor ó carino, y cualquiera de los dos basta para desviarla de sus deberes y verdaderos intereses. La antipatía de una nación á otra, predispone al insulto. 8 la iniurin. á reñir por liseras apariencia?, é £er orgullo*217 <: intratable, quando ocurren eventuales y efímeras causa* i3c disputa. De alli provienen las frecuentes colusiones, las querellas rencorosas, obstinadas y sangrientas. La nación guiada por un espíritu de odio y de venganza, impele '