4<& SENTIMIENTOS DE UN INDIO INDEPENDIENTE A LOS CIUDADANOS DE SU CLASE. J . . . JLjflegó por fin, indios de la América septentrional, llegó el dichoso y venturoso día, en que os veis ya libres de los grillos y cadenas, con que por tres siglos os tuvo desgracia- damente aprisionados la inaudita barbaridad de un fiero des. potismo: volvió alegre y risueña á vuestro suelo la dulce paz: entrasteis en posesión de vuestra suspirada libertad á que tanto anhelabais, como todas las naciones de la tierra: huye de vuestro ameno y delicioso pais la negra, horrorosa y vio brante espada con que os tubo por tanto tiempo sumergidos el antiguo déspota gobierno: se aoyentaron de vosotros aque- llos tiempos de terror y barbarismo en que habíais sido en- vueltos, y todos vuestros miserables progenitores: llegó á la corte de este imperio mexicano el ángel de paz, el glorioso padre, el invencible defensor de nuestra patria; pero lo diré de una vez, el inmortal Iturbide, amante padre de los ameri- canos, honra y gloria de este suelo indiano, cuya memoria permanecerá indeléble en los fastos de la historia, su nombre vivirá eternameute en nuestra gratitud, y se transmitirá á to- das las generaciones futuras. Alegraos, indios, por tres siglos desgraciados, y ahora mil veces felices: alegraos, vuestro corazón salte de gozo y contento: vuestro semblante antes triste y melancólico mani- fieste el júbilo y placer, que debe inundar vuestro oprimido corazón, al ver repentinamente trocada vuestra lamentable suer- te en otra gloriosa y feliz, pues vuestros formidables enemi- gos, que al parecer se habian arraigado con la benéfica sa- bia de este frondoso pais, han sido derrocados jjor las in«3 vencibles arma» de los valientes guerreros de esta fehcísinj* .Wériea patria vuestra. Vuestras lágrimas, las de vuestros hi- jos, las de vuestras esposas y las de vuestros ancianos padres derramadas tantas veces, se remontaron cual águila veloz, has' ta el trono d€ la divinidad, clamando justicia por la usurpa- ción de vuestros bienes y derechos, fueron atendidas: el c¡e lo apiadado de vuestros lamentos volvió por vuestra causa, y desapareció la inaudita tiranía de vuestros enemigos. Ellos os despojaron de vuestras fértiles tierras, y oS defaron reducidos á tan suma miseria, que apenas tenéis en que formar un triste jacal para resistir las inclemencias del tiempo, quedando sujetos á pasar una vida igual á la de l°.s brutos, comiendo como ellos yerbas y bellotas, que partís «on estos animales, como el hijo pródigo del evangelio: y mientras ellos disfrutaban ricas posesiones, y gozaban los nie- jores metales de vuestro delicioso pais, vosotros permanecíais esclavos para cultivar sus campos, viñas y minerales, percibien do un muy raesquino salario, que asciende á dos reales dia- rios por un trabajo insoportable, que dura desde la mañana hasta la noche, acompañado de maltratos y vilipendios, ba- ñando vuestras mejillas el copioso sudor que despide vuestra frente. ¡Ah! 4Y cuantas veces sentados en el campo, expues- tos á los intempéries del tiempo, con una mano metíais al corto alimento á la boca, y con la otra limpiabais el sudor de vuestro rostro? Esto es todos los dias; y pongo por tes- tigos de esta verdad á los hacendados, todos los que os hafl tenido empleados en su servicio, y finalmente todo el mun- do, pnes á todos es notorio: porque parece que esta ha si- do vuestra miserable condición: parece que á solo vosotros se dirigió la maldición, que Dios fulminó á Adán cuando le di- jo: que con el sudor de su rostro comería el pan: paree* que solos vosotros habéis contraído las miserias de la culpa original, y últimamente, parece que solos vosotros sois des- cendientes de Adán. ¿Y será creible que os sean suficien- tes dos reales diarios para vuestro vestido y sustento, y el de vuestra familia? No lo sé; díganlo otros desapasionados. Lo que si sabré decir que no tenéis mas, y de estos dos rea- les diarios salia anteriormente el tributo anual, que rendíais á los soberanos^ de España, y de estos salieron en estosú1'timos tiempos hs crecidas coutribnciooes que os impuso el inconsiderado anterior gobierno, sin atender á la suma mise- ria en que yaciaís. Estabais exceptuados por la ley de pagar alcabala; pero de echo se os cobraba hasta el último mará ve- dis. Millares de veces tenia vuestra pobre familia para mal de- sayunarse, y no tenia para comer, y si tenia para comer no tenia pan cenar, principalmente en estos próximos anteriores años ,que fueron tan infructuosos y estériles. ¡Ah! y en todo este tiempo (no paedo referirlo sin agoviarse mi corazón y vertir lágrimas mis ojos) os visteis en la mayor consternación, viéndoos rodeados de vuestros hijos pidiéndoos pan con lágrimas de sus ojos, y no teniendo que darles, los sustentabais con llantos y gemidos, pues no os que- daba otro arbitrio que poneros á llorar, y levantar con ellos las manos al cielo á manifestarle la causa de vuestra aflicción. f á pedirle el remedio de esta lamentable miseria. Parece que por vosotros se dijo en la Escritura; los peqmñuelos pidieron Pan, y no habia quien se hs partiera. Luego que los hijos del Sol pisaron vuestro suelo su- primieron los talleres, qne hubo en este imperio, desde luego para que se expendieran los efectos de España, con esto que- daron extinguidas las raras cualidades, las bellas disposiciones que tanto manifestaron antes de la conquista vuestros glorio- siosos ptogenitores para trabajar el oro, la plata, los de- mas metales, y otras muchísimas cosas que vieron y admi- raron los que por nuestra desgracia fueron los primeros que entraron á nuestro pais; desde entonces quedasteis en uoa to- tal inacción, y en un continuo abatimiento: desde entonces quedasteis sugetos á la hambre y á la desnudez; y desde en- tonces hasta ahora sois el objeto de la irrisión y del escarnio. ¡O América patria mia desgraciadal Cuanto me com- padezco de tu desventurada suerte; pues en otro tiempo ha- biendo sido feliz por el goze de tus derechos, tres siglos has sido infeliz, has corrido la triste situación en que se vio en otro tiempo la desdichada Jérusalen, por que habiendo sido tu antes tan poderosa y poblada, quedaste destruida y deso- lada por los cañones y balas españolas, que contra toda la fuerza de la razón y de la humanidad sacrificaron á millares de tus habitantes: tú pudiendo ser la señora de las naciones, quedaste viuda, pues te pribarou de incalculables de tus ha-hitantes, te despojaron de tus reyes y príncipe», y siendo madre de tantas provincias, te hiciste tributaria de otros so- beranos, á enyo dominio la misma naturaleza habia puesto li- mites Por trescientos años lloraste tu dura suerte: de día f de noche las lágrimas inundaron tus mejillas: no encontraste quien te consolara entre todos los que se te presentaron con la negra máscara de amigos y aliados, pues al contrario tá oprimieron y abatieron, se declararon tus enemigos, se con»' tituyeron tus príncipes y reyes, te comenzaron cruelmente a dominar, y tu á obedecerlos con una admirable paciencia, s°" frimiento y humillación. De esto resultó la pérdida de tu a°" tiguo explendor y gloria, y se enriquecieron con tus nU* mos bienes. Tus reyes y príncipes se hicieron semejantes * los carneros, que buscando pasto, no lo encontraban, pues que" daron reducidos á tal miseria que ni aún que comer tenia"' El valor y fortaleza que tanto acreditaron tus habitantes e° la conqwi ta, parece que también la sujetaron, y pusieron e" poder de tus enemigos, por que desde entonces quedaron tan tímidos y cobardes, que de su misma sombra se espantaban» Sí: esta ha sido vuestra situación en tres siglos indios infeli- ces Con justísima razón imitando al profeta Jeremías, que se lamentaba de la desgraciada Jerusaleu, pudisteis subir á l°s mas elevados montes de América, levantar la voz, hacerla re- sonar en toda la redondez de la tierra, y decir con sollozo* y suspiros! ¡O vosotras todas naciones de la tierra, considerad y ved si hay dolor, opresión y tiranía, como la que sufre" los indios de la América septentrional! Quomodo sedet sola chitas plena populo: facía est quasi vidua domina gíntiurt* princeps provinciarum facía est sub tributo: Pkrans ploraVit in nocte, et lacrima ejus in maxillis ejus: non est qui conso* leiur eam ex ómnibus charis ejus: : facti sunt Instes ejus ¡* capite, inimici ejus locupletati sunt::: et egressus est á j$a Sion omnis decor ejus: facti sunt principes ejus velut arietes non invenientes pascua: et abierunt absque fortitudine ante faciera subseqnentis:: O vos omnes qui transitis per viam, at- tendtte. »í.-.t'•'•>> »sl olí ; i'-" ' i I (*) Thren. Cap. i. f. i. et seq.tratados con tanto abandono y desprecio como en todo lo de- "^s. Al principio se ducíó mucho de vuestra racionalidad, se discutió sobre si erais también lumbres decendientts de Adán, como lo eran los admirables entes tmigradcs de la Europa, de suerte que fue necesario, qte la suprema cabeza de la Iglesia os declarará racionales y hombres cerno los demás hi- jo* de Eva. En verdad, no se que motivo tnvieron para una duda tan estravagante, viendo que teniaís la miima figura que tilos, las mismas acciones y operaciones: viendo con sus pro- pios ojos en este país muchas cosas hechas de manos de *uestros predecesores, dignas de admiración, y en las que no Pudieron obrar por el instinto natural de los brutos; que tu- pieron aventajado conocimiento en las ciencias naturales; que trdas sus deposiciones estaban arregladas con tan.o orden y simetría, que no solo manifestaban emanar de agentes racio- nales, sino también de hombres hábiles, ingeniosos é ilustra- dos. Y si esta duda tubo fundamento, ¿porqué no suspen- dieron su decantada conquista hasta cerciorarse de vuestra 'acionalidad? jPorqué se expusieron contra toda la razón, y centra todas las leyes de la naturaleza, á anunciarles el evan- gelio santo de Jesucristo á unos seres incapaces de ley y mo- ralidad? Pero no me hace tanta fuerza, que los primeros es- pañoles venidos á la América hubiesen dudado de vuestra racirt.alidad, porque estos acaso pueden ser de algún modo disculpables, y decir: que así como los indios en la con» Quista al ver á los españoles tan fumes en los caballos, que *Hos jamas habian visto, juzgando que eran de una pieza el caballo y caballero, y con unas armas superiores á las suyas, y para ellos extraordinarias, creyeron que los españoles eran dioses: asi é tos viendo á los indios tan valerosos y esfor- zados, que no los arredraba aún la muerte misma, que em- bestían con grandísimo animo y resolución, que se juntaban y conjuraban cuatro y seis indios desarmados á cojer un Caballo y detenerle en su carrera, estando armado el soldado •obre él, le derribaban y se lo llevaban, pudieton creer p ecipi- •adamente los españoles á la vista de valor tan extraordinario» °,ue los indios eran fieras Pero de ningún modo es indispensable el que impri- mió en el universal de España en estos tiempos gloriosos, en •os siglos de la ilustración y de ia fiioiofía, con el mayor des» 26 caro y atrevimiento: que los indios ¿í nada pueden aspirar for su incapacidad física y moral, la que previene de U mi*' ma naturaleza en los indios, pues el gobierno no se ha des' cuidado en su educación::-.'. Proposiciones falsísimas, insultan* tes, injuriosas y denigrativas á una Dación tan dócil, tan s*n* cilla y tan humilde como abatida; por que la primera, 00 solamente los escluye del género humano, sino también de' reyno de los cielos, pues claro es, que el que es naturalme"' te incapaz de ley y moralidad, no puede hacer obras bue- nas y meritorias, no puede cumplir los divinos precepto» cuya observancia encamina á la vida eterna. Los pocos indios que han procurado salir del abati- miento, entrando í instruirse en los colegios, convencen clara- mente, que no hay tal incapacidad física ni moral en ellos» por que algunos de estos han salid* aventajados en las arr tes y en las ciencias, han logrado los grados de doctir, han sido elegidos diputados á las cortes de España, han obtenid0 canongus, asi de esta catedral, «orno de la insigne colegia- de Santa María dt Guadalupe, han sido condecorados con las mitras, como el limó. Sr. D. Francisco Sílís, eaziq"e noble de México, colegial de Sú. María de Todos Santos, canónigo lectoral de esta Stá. iglesia metropolitana, eximio»' dor sinodal, visitador y gobernador de cte arzobispado, c* téJratico jubilado de teología en esta universidad, y carce- lario de ella, calificador de la inquisi ion, y electo arzobispo de Manila, á cuya solicitud se remitió la espesificaciop «ie '* milagrosa aparición de nuestra señora de Guadalupe. Df' mir él grande abandono y dessuido que tubo el g >bierno de vuestra edu- cación 6 ilustración, por mas que diga el citaJo autor, q** el gobierno en esto no se descuidó; pues es cvidcnieiucut*falso. Y sino que me diga jen que parte de esta Améiica hay colegios destinados para la instrucción y educación de los indios? En esta capital y en las demás ciudades, hay varios colegios pacra la ilustración délos españoles, varios conventos y colegios para las españolas que quisieren especialmente con- sagrarse á Dios, y solo en México veo que hay un conven- to ó colegio de indias, y uu colegio para indios, qnc es el de San Gregorio, los que no se fundaron por el gobierno españul, sino por unos bienhechores particulares, desinteresa- dos y humanos, quienes movidos de la tama miseria de los indios dejaron á favor de ellos tus bisnes. El colegio de San Gregorio se ha visto desde sus prin- cipios con el mayor abandono, que mas bien parece una ca- sa particular y no colegio. H¡ convento ó colegio de indias, fuera de hallarse en una extremada^ necesidad y miseria, se esta su edificio cayendo, sin tener ellas dinero para reponer- lo, ni persona que las pue«!a socorrer caritativamente para ello. Los demás conventos y colegios han contado con mochos pro- tectores, estos dos con ninguno, se han visto no solo con in- diferencia; pero con el mayor desprecio, como cosa de indios* Me dirá alguno: no era necesario fundar colegí»! destina- damente para indios ó indias, pues basta que haya otros cole- gio:! para educarse en ellos: á esto respondo: que si era ne- cesario, poique no podian entrar á los otros colegios por dos razónos: ia primera por su suma indigencia, porque no te- niendo para mal comer, y para mal vestir, no podian tener para pagar en otros, sino que necesitaban de colegios desti- nados á ellos solos en donde se educasen y criasen gracio- samente. La segunda, porque á p-.-sar de ser dueños del pais, que poseían no por conquista ó ambition, sino por dispo- sición del Criador del universo, los han reputado por la na- ción mas baja y despreciable: y crio esto parecía á I^s espa- ñoles afrentoso é ignominioso el admitir á estos miserables en sus conventos y colegios. Mil trabajos ha liabid'» para admi- tir á tal cual en las corporaciones españolas, aiin después de la nal declaración expedida sobre esto mismo. Sola indi s rao- sos hay en los colegios y en los concentos de religiosos, 6 indias en los conventos de religiosas, poique como siempre hau sido esclavos, no es iafaiuia el tenerlos de criados, y si8 es infamia, el que estos desgraciados sean individuos de es- tas respetables corporaciones. £1 citado autor del Universal de España, para asentar que el gobierno no se ha descuidado en la educación de los indios, alega en su favor las leyes de indias y otros reales de- cretos expedidos con este misino fin. Convengo en esto: cnn- fieso que casi todos los soberanos de España se han intere- sado por nuestra ilustración. La reyna Doña Isabel nos dejó' recomendados en su testamento. Lo mismo el Sr. D, Felipe II. La ley 19. tít. 23. lib. i, déla recopilación de indias di- ce- que en la nueva España se funden colegios adonde sean llevados los hijos de caziques de pequeña edad, y encarga" dos d />• rsovas religiosas y diligentes que los enseñen y doc- trinen en cristiandad, buenas costumbres, pol:cta, y lengua castellana, y se les consigne renta competente á su crianza y educación. También íe expidieron varias cédulas con el fin de que se estableciera en el colegio de San Gregorio de esta cor- te un colegio seminario de ¡odios con el título de San Car- los, como consta de la real cédula de 2) de Noviembre de 1780, en la que después de haber mencionado otras varias expedidas cen el mismo fin, ccnrlnye de esta manera: encar- gamos muy particularmente procuréis no perder de vista esta obra, que cerno tan piadosa y conveniente lia merecido mi real ateiukn, pues espero de vuesfa eficacia verifique el lo* ¿ro ae las loables y santts fines, que movieron mi real antrro eí concederla, y que me daréis cuenta de lo que en su virtud se ejecutare par ser así mi voluntad. Lo mismo consta de la cue se exprdió el 17 de Febrero de i8or, en la que se no- ta expresamente la demora del cumplimiento y ejecución de lo que repetidas ocasiones se habia mandado practicar en es- te piadoso establecimiento. Estas son y otras muchas, las leyes de los soberanos de España á favor de los indios, de las que infiere el citado autor, que el gobierno anterior no se descuidó en su instruc- ción; sino que ellos per su incapacidad se hallan en el mis- mo eir.brutedirLnto juc al tiempo do la conquista, sin ad« veuir, que yara la efectiva felicidad de los vasallos mi basta que se sancionen leyes á su favor, sino que se requiere que se pongan en ejecución. ues de este modo darás el lleno y complemento á nuestra elicidad, y si ahora te has adquirido el renombre de liber- tador, protegiendo la ilustración de los indios, lograrás otro aún mucho mas glorioso, tu memoria quedará gravada en sus co- razones, se perpetuará en su gratitud, y en la de todos los ha- bitantes de este continente. MÉXICO: AÑO DE 1822. En la imprenta Imperial de D. Akxandro Valdfs.