MANIFIESTO DE LA SUPREMA JUNTA AMERICANA, QUEMADO POR MANO DE BERDUGO EN TIEMPO DEL DESPOTISMO. Con esta fecha escribo al Exmo. Sr. D. Frar.cis- Co Javier Venegas lo siguiente. = Exmo. Sr. — Lle- no de imcomparable satisfacción por haberse digna- do la Suprema Junta nacional de aprobar el mani- fiesto y planes, tengo el honor de dirigirlo á V. E. de orden expresa de S. M. Los principios y máximas incontestables en que se funda, obligan á todo hombre de bien ¿de- cidirse por el partido de la nación, cuya justicia solo puede ignorar el que cierra obstinadamente los ojos de su entendimiento á las verdades mas claras, y tapa sus oidos para no escuchar los cla- mores de la religión, de la naturaleza, déla hu- manidad, y de la política, que resuenan por los cuatro ángulos del globo terráqueo, con tanto ho- nor nuestro, como oprobrio é ignominia ^eterna de nuestros antagonistas. Yo haciendo violencia á mi naturaleza, hubiera prescindido de los sentimien- tos y relaciones mas precisas, contentándome cens :bs.traerme* del Reino por no ver la devastación de r. i pairú. Si V. E. rae hubiera concedido la licfikr'a que solicité 'p'&r4 trasladarme á Eüpáñaj.'pe- ro no padiendo presenciar la violación de los de- rechos mas sanios, caa'quiér genero de mueate me parece preferible á una apalia vergonzosa y cri- minal, .o á la,bajera de estar precisado ¿ - influir en algún modo en el derramamiento de sangre de mis inocentes hermanos. S¿a laque fuere mi suer- te, estoy seguro de que los hombres buenos de am- bos partidas, aprobarán en todo tiempo mis senti- mientos estampados en los pliegos. =s Ellos sen tam- bién los de toda la America, y V. E. á pesar de las mentiras con que procuran alucinarlo algur.os gnchupiues perversos y tontos, debe saber á la ho- ra de esta que no está peleando con una gavilla de ladrones; sino con la nación levantada en masa, que reclama y sostiene sus derechos con la espada: q,ue tiene ya un gobierno organizado, estableci- dos los fundamentos de su constitución, y tomadas sus providencias para llevar al cabo sus justas pre* tensiones. Si estos conocimientos fueren bastantes á hacer decidir á V. E. por el partido déla jus- ticia, aprovechándose en tiempo oportuno de las in- tenciones filantrópicas de la nación, que no es de creer subsistan siempre; puede V. E. abrir las ne- gociaciones por medio de un comisionado, que será tratado con la mayor consideración en observancia inviolable de los derechos de guerra y de gentes. =; Son muy notorios los males que afligen al Reino, con enorme detrimento de la Monaiquiá y trajeen-dentales á la parte rroral del Estadio. La sobera- na Junta nacional americana supone á V. E. de- masiado penetrado de sentimientos de religión, hur manidvid, honor y fidelidad á nuestro augusto Mo- narca el Sr. D. Fernanda VII. para no dudar un solo momento que prestará cuantos influjos pen- dan de su arbitrio, conducentes á la ain i^ion efe algunos de los planes, en que se interesa el mejor servicio de Dios y del Rey; entendido de que se han despachado también á todos los cuerpos y au- toridades del Reino: lo que participo á V. E. en cumplimiento de lo que me manda su Magestad.— Dios guardé á V. E. muchos afios. Real de ZuU tepec Marzo 16 de ]812. = Exmo. Sr.==: Dr./osé Maria Coz. =Exmo. Sr. Teniente general de los Reales Ejércitos de España D. Francisco Xavier Ve- negas. Y lo traslado á V. E. con dichos Planes, esperando se sirva cooperar con sus influjos á la admisión de alguno de ellos. = Real de Zultepec Marzo 16 de lS^lirrExmo. Seííor=Dr José Ma- ría Coz = Exmo. y M. I. Cabildo, Justicia y Re- gimiento de la Ciudad de México. XA NACION AMERICANA A LOS EUROPEOS VECINOS DE ESTE CONTINENTE. Hermanos, amigos y conciudadanos: la santa religión que profesamos, la recta razón, la huma- nidad, el parentezco, la amistad y cuántos víncu- los respetables nos unen estrechamente de todos losmodos que pueden unírselos habitantes de un mis- mo suelo, que veneran á un mismo soberano y viven bajo la protección de unas mismas leyes, exi- gen imperiosamente que presteis atento oido á nues- tras justas quejas y pretensiones. La guerra, esteazo- te débásíadór de los Reinos mas florecientes, y ma- nantial perpetuo de desdichas, no puede producir- nos utilidad, sea el que fuere el partido vencedor á quien p.i-ada la turbación no quedará mas que la maligna complacencia de su victoria; pero ten- drá que llorar, por muchos años, males irrepara- bles, comprendiéndose acaso entre ellos, como es muy de temerse el que una mano extrangera, de las muchas que anhelan á poseer esta preciosa por- ción de la Monarquía Española", aprovechándose de nuestra desunión, y provocada por nosotros mis- mos, nos imponga la ley cuando no sea tienpoya de evitarlo: mientras que frenéticos y enloqueci- dos con un ciego íuror, nos acuchillemos unos á oíros sin querer oírnos, ni examinar nuestros recí- procos derachos, ni saber cuales son nuestras mi- Tas. Obstinados vosotros en calumniarnos con vues- tras providencias judiciales, y papeles públicos, fun- dados en una afectada equivocación, y absoluto desentendía iento delfondo de nuestras intenciones. Pero esta lluvia de desgracias que nos ame- nazan, no puede menos que descargar con mayor rigor sobre la parle europea mas pequeña que la nuestra, defectible por su naturaleza, e incapaz de reemplazar sus'perdidas. Porque desengañémonos, este no es un fenómeno de pocos instantes, ó unfuego fatuo de la duración de un minuto; ni es un fermento que solo ha inficionado alguna porción de la maza; toda la nación americana está con- movida, penetrada de sus derechos, impregnada del fuego sagrado de patriotismo, que aunque solapado, causa su efecto por debajo de la superficie exte- rior, y producirá algún día una explosión espanto- sa. ¿Por ventura eréis que haya algún lugar don- de no haya prendido la tea nacional? ¿Vosotros mis- mos no decís, que todo el mundo es insurgente í ¿Os persuadís de buena fe que vuestros soldados criollos son mas adictos á vuestra causa que á la nuestra? ¿Pensáis que no están á la hora de esta desengañados acerca de los verdaderos motivos de la guerra? Por que en vuestra presencia se explican de distinto modo de lo que sienten dentro de sus corazones: ¿los suponéis desposeidosde amor propio y desprendidos de su particular interés ? Si es asi, os engañáis muy torpemente. La dolorosa expe- riencia de lo que ha pasado en diez y ocho me- ses, que llevamos de la mas sangrienta guerra, os está dando á conocer que no tratáis con un vil rebano de animales; sitio con gentes racionales y demasiado sensibles. Los repetidos movimientos acaecidos en los lugares, sin que se haya escapado la Capital del Reyno, os hacen ver los seutimienlos d;¿ que se haya actuada 1¿ Nación, y los extraordinarios esfuer- zos que hace para sacudir el yugo de plomo que tiene sobre su cerviz. ¿ Es posible que no conoz- cáis que esta es la voz general de la Nación, y no6 de algunos pocos sanganos coreo los [llamáis ? 'jNo leis en el semblante de todos sus disposición y los dé* heos unánimes de que triunfe su patria ! ¡Y en vuestras espediciones, habéis conquistado un solo corazón ? Y j t,on ti:a> que otros tantos soldados á nuestro favor, todos los patriotas que levantáis de guarnición en los pueblos: Esta providencia débil oo es otra cosa que armar la nación para vuestra ruina cuando llegue el caso de la universal ex* plosión. jNo advertís que vuestros procedimientos han irritado a ¡os Americanos de todas clases, y engendrado acia vosotros un odio que se aumenta de dia en dia? ¿Es posible qué la pasión os haya dejado hasta tal punto, que estéis persuadidos á q*e han de preferiros siempre en su estimacion|respecto de sus hermanos, parientes y amigos, postergándolos y sacrificándolos á vuestros caprichos, por solo con- placeros á gente advenediza y desconocida para ellos? Asi que, deponiendo por un reomento el fanatismo y la preocupación, ya que no por amor á la ver- dad y á la justicia, á lo menos por vuestra pro- pia conveniencia; escuchad pues nuestras quejas y solicito, des. =: Sin querer daros por entendido á Cua- les sean estas, nos habéis llamado hereges, exco- mnlgados, rebeldes, insurgeutes, traidores al Rey y á la patria; habéis agotado los epiteíos reas de- nigrativos, y las mas atroces calumnias, para in- famar á la faz del orbe la Nación mas fiel á Dio$ y á su Rey, que se reconoce bajo las estrellas* con solo el objeto de alucinar i los ignorantes,y hacerles creer que no tenemos justicia en nuestraNo causa, ni deben oír nuestras pretensiones. Vues- dé* conducta y la de vuestras tropas no han raspe- en *ado ley alguna divina ni humana*. hab;is entra- do ^o á sangre y fuego en pueblos habitados de gente s ¡í inocente, y sedientos de sangre humana, las ha- de beis derramado á raudales sin perdonar sexo, edad, ;bil ni condición, cebando vuestra zafia en los inermes y tra desvalidos, ya que no habéis podido haber en vues- ex* *ras manos á los que llamáis insurgentes y cabe- ios cUlas; quemando casas», haciendas, posesiones ente- y *as; saqueando furiosamente cuantiosos caudales, ata alhajas y vasos sagrados; y talando lasmasabun- ya Cantes semaneras. Cuando os lisongeais de haberos »e Portado con piedad, habéis ejecutadoxruelmente la de inicua de degüello, quintando y diezmando pue- los blos numerosísimos con escandaloso quebrantarr.ien- >Uri to d;i derecho natural y positivo: habéis profana» os? el piadoso respeto debido á los cadáveres, col- noi gandolos en los campos para pasto de los brutos: r. habéis marcado con ignominiosas señales á los que o« habéis dejado vivos: habéis insultado coa irrisiones y y befas á los moribundos condenados a* miisrt.;por a- Vuestra cruel venganza, sin cirios: habéis desen-> o. frenado vuestra furiosa lascivia coa estupros inma- ?y turos, ejecutados en tiernas niñas de nueve anos, con. e- adulterios, con raptos de todas clases de mugeres de i„ carácter y de conocida virtud: habéis profanado 3$ los templos con estas mismas obcenidades, alojan— Sj doos en las casas de Dios con mas numero de mancebas y que de soldados, y convirtiendo los atrios y s'emén- a terios en caballerizas: habéis puerto vuestras ñaa-nos sacrilegas en vusstros sacerdotes criollos manía* taudolos, poniéndolos en cuerda conlos plebeyos, con- fundiéndolos con la irñma plebe en las cárceles pu- blicas, haciéndoles sufrir una muerte continuada en horribles bartolina-, y calabozos, asegurándolos con esporas, y grillo*, condenándolos al presidio y á muerte en consejo diabólico qua llamaii de guerra, y executando muchas veces estos atentados, aun sin intervención de vuestros Gefes seculares,por solo el capricho de un europeo que haya querido ex- plicar su odio perenal, despreciando fueros e in- munidades con escándelo del mundo religioso, acos- tumbrado hasta aqui á venerar el altar. Con igua- les desprecios habéis ultrajado las personas de la primera nobleza de America: es llamáis atrevida- mente señores de horca y cuchillo, dutiios.de vidas y haciendas, jueces de vivos y muertos, y para acreditarlo, no perdonáis asesinatos, robos, incen- dios, ni libertades de toda especie, hasta atreveros á inquietar las cenizas de los difuntos, exhumando los cadáveres de los que han fallecido de muerte natural, para juzgarlos y lograr la vil satisfacción de colgarlos en los caminos públicos. Habéis co- metido la vil torpeza de poner en venta la vida de los hombres, coechando(! asesinos secretos, y ofre- ciendo crecidas sumas de dinero por bandos públi- cos, circulados por todo el Reyno, al que mata- se á determinadas personas. Hasta aquí pudo lle- gar la desvergüenza de una feloiíía reprobada por todo derecho, que ha roto el velo del pudor, y se hará increíble, á la posteridad, j Atentado horrible sin exemplar en los anales de nuestra histeria, tan contrario al espíritu déla moral cristiana, subver- sivo al buen orden, y opuesto á la niagestad, de- coro y circunspección de nuestras sabias leyes; como escandaloso á las naciones mas ignorantes, que sac- hen /respetar los derechos de gentes y de guerra! Habéis teniJo la temeridad de abrrogares la su- prema potestad, y bajo el augusto nombre del R ey mandar orgullosa y despóticamente sobre un pue- blo libre, que no conoce otro Soberano que Fernan- do Vil., cuya persona quiere representar cada uno de vosotros con atropellamientos, que jamas ha eje- cutado el mismo Rey, ni los permitiría, aun cuan- do este asunto se opusiera a su soberanía: lo que conociendo vosotros, por un testimonio secreto de vuestra conciencia, que concierne direcia y única- mente á particulares individuos, lo tratáis con mas severidad que si. fuera relativa al mismo Rey. Ha- béis pretendido reasumir en vuestras personas pri- vadas los sagrados derechos de Religión, Rey, y Patria, aturdiendo á los necios con estas voces, ion- tas veces profanadas por vuestros labios, accí.tucr- brados á la mentira, calumnia y perfidia; os habéis en- vilecido á los ojos del mundo sensato, con haber que- rido confundir esta causa, que es puramen'ede estado, Con la causa de Religión, y para tan detestable fin habeisimpelido ¿muchos minisirosde Jesucristo á pres- tí uir en todas sus partes las funciones de su ministe- rio sagrado ¿Como podréis convinar estos inicuos pro- cedí nientos con los preceptos severos de nuestra Re- ligión, y con la inviolable integridad de nuestras10 lc:y•>-.? Y jd quien, sino nía espnda podes: es ec::?- rir por justicia, ■ cuendo vosct tes siendo parió?, «oís ni mismo tirmpo nuestros Jueces, nuestos acu- «adores, 7 testigos, en asunto en que se disputa si sois vosotros los qu2 debéis mandaren estos do- minios i nombre del Rey; ó nosotros que consti- tuimos la verdadera Nación Americana? ¿Si sois unas autoridades legitimas, (ausente el soberano ) ó intrusas y arbitrarias que queréis apropiaros sobre nosotros una jurisdicción y potestad qn¿ no tenéis, y nadie pu?d? daros? = Esta espantosa lista de ta- •maños agravios, impresa vivamente en Átréitffó corazones, seria un terrible incentivo á nuestro furor, que nos precipitaría á vengarnos, nada me- nos que con la efusión desangre europea existen- te en este suelo, si nuestra Religión mas acendrada en nuestros pechos que en los vuestros, nuestra humanidad, la natural suavidad de nuestra Índole, no nos hiciesen propender á una reconciliación, antes que á la continuación de la guerra, cuyo e>.ito, cualesquiera q»e sea, no puede prometer- nos mas felicidad que la paa, atendida vuestra si- tuación, y circustancias. Por que si entráis, imparciaí- mente en cuentas con vosotros mismos,, hallareis que sois mas americanos que europeos. Apenas naci- dos en la Península os habéis transportado á este suelo desde vuestros tiernos añ-os, y habéis pasad» en el la mayor parte de vuestra vida; os habéis imbuido en nuestros usosy constumbres; connatura- lizado con el benigno temperamento efe estos climas;, contraído conexiones precisas^ heredado gruesos cauodales de vuestras mugeres, ¿ adquiridos con vues- tro trabajo é industria: obteniendo succecicn, y cria- do raices profundas; muy pocos de vosotros tie- neu correspondencia con los ultramarinos sus parien» tes, ó saben del paradero de sus padres, y desde que ¿alistéis de la madre patria formasteis la reso- lución de no volver á ella. ¿Que es, pues, lo que os retrahe de interesaros en la felicidad de este Pati- no, de donde os debéis reputar naturales,? ¿Es aca- so el temor de ser perjudicados? Si hemos hecho hos- tilidades ¿ los europeos, ha sido por via de repre- salias, habiéndolas comenzado vosotros. £1 sistema de la insurrección jamas fue sanguinaiio; los prisio- neros se trataban al principio con comodidad, decen- cia y decoro; inumerables quedaron indultados, no obstante que perjuros é infieles á su palabra de ho. ñor, se valían de esta benignidad para procuramos todos los males posibles, y después han sjdo nuestros mas atroces enemigo»-. Hasta que vosotros rbristeis la puerta á la crueldad empezó á hostilizaros ti pueblo de un mo >o muy inferior, al con que vo- sotros os habéis portado. pGt vuestra felicidad, mas bien que por la nuestra, deberíamos terminar unas desavenencias que están escandalizando al orbe en- tero, y acaso preparándonos en alguna poten- cia exírangera desgracias que tengamos que sen- tir ya tarde, cuando no podamos evitarlas. Y asi, en nombre de nuestra común fraternidad y demás sagrados vínculos que nos unen, os pedimos que examinéis atentameute con imparcialidad sabia y cristiana, los siguientes planes de paz y de guerra,12 fundados en principios evidentes de derecho natu- ral y publico, los cuales os propoúemos á benefi- cio de la humanidad, para que eligiendo el que os agradft ceda siempre en utilidad de la Nación. Seau nuestros jueces el carácter nacional y la es- trechez de circunstancias las mas critiCEs, bajo las cuales está gimiendo la Monarquía. NOTA. Al mismo tiempo de estarse impri- miendo este Manifiesto, se observó que salieron al pubico los Planes de Paz y de Guerra, que h. continuación de este se hallaban, por lo que se omite ponerlos aqui. MEXICO 1821. Imprenta Americana de D . José María Jldtancóurt, calle de S. José el Pxeal núm. 2.