4?. IDEAS SOBRE EL CIUDADANO» EN DIALOGO. Impreso en Santo Tomas de Manila por D. Carlos Francisco de la Cruz, año de 1814. Reimpreso en Méjico, en la oficina de D. Alejandro Valdes, año de 1820.IDEAS SOBRE EL CIUDADANO, EN DIALOGO. INTRODUCCION. M e mueve á dar una idea de lo que es un Ciuda- dano, y sus deberes, por medio de este papel, por observar las escasas r¡oticias que de ella tienen algu- nos de mis compatriotas: y afecto á proporcionarles todo el bien posible, he querido manifestarles el con* cepto que tengo formado del Ciudadano, y cuales sean las obligaciones de este; uniéndome íntimamente á las que prescribe nuestra santa religión católica, apostólica romana, que guardada con precisión y constancia por todos, seria bien escusado gastar tiem« po en presentar ideas, ni dar declaraciones sobre este asunto. P. ¿Qué quiere decir Ciudadano? R. Habitante de un pais culto, sujeto a religión, y á leyes establecidas, guardadas, y cumplidas con exactitud por todos los mismos que se convinieron en ellas. P. ¿Cuales son las cualidades de un Ciudadano? R. Buena educación, amor constante á su patria, y conservador de su religión y sus leyes. P. ¿Como se entiende la buena educación? R. Que esté perfectamente enterado de su reli- gión, de la historia de su nación, y que adquiera principios sólidos para poder mantenerse, no solo á simismo, sino en provecho general de $us conciudada- nos, ya dedicado á las ciencias, ya á las artes, á la agricultura, al comercio, á la milicia, &c. P. ¿Como se entiende el amor constante á su patria? R. Dedicándola todo su tiempo y sus trabajos , para aumentar su grandeza: defendiéndola con todas sus fuerzas y facultades, cuando peligre: é interesán- dose por el bien general de sus conciudadanos, antes qae por el suyo propio. P. ¿Como se conservará la religión y las leyes? R. Respetando y obedeciendo á las respetivas autoridades recibidas por toda la nación, como de* positarias de las bases ó principios fundamentales de de la paz, y sosiego interior del hombrej que son la religión, y las leyes. P. ¿Cuales son las principale» regalías de un Ciu* dadano? R. La de la libertad, é igualdad. P. ¿Qué se entiende por regalía de libertad? R. Que goza de ella en toda su estension, escep- to en lo que se opone á la religión, y á las leyes esta- blecidas. P. ¿Como se entiende la regalía de la igualdad? R. Que estando adornado de las cualidades de ciudadano, se' le considera en la nación apto para que se le conserven sus derechos} se le respete, atien* da, y mire, sin necesidad de que concurran el inte* res, el favor, ni medios ilícitos para alcanzar aquello á que sus verdaderos méritos y disposición le hagan acreedor..P. ¿El ciudadano libre puede hablar y escribir cuando tenga voluntad. R. Puede hacerlo en todo aquello que no tras- torne el orden público, y la tranquilidad general y particular: pues por el mismo orden de igualdad está en la obligación de respetar á sus conciudadanos, guar- dándoles sus prerogativas, y tratándolos bajo el princi- pio de no querer para otro lo que no se quiere para sí. P. ¿Con que un ciudadano no puede hacer pú- blicos los defectos, faltas, ó delitos de los otros? R. No ciertamente, i no ser que de ellos resulte un perjuicio general al estado, ó á la religión, porque estos deben manifestarse á las autoridades que pue- dan, y deban remediarlos. P. ¿Luego si no son de esta clase,no pueden pu blicarlos, ó denunciarlos? R. Un ciudadano que advierte en otro un defec- to de gravedad, ó de q«e pueda resultar perjuicio de alguna consideración, debe amonestarle fraternalmen- te, proporcionando el tiempo y la oportunidad, si cree que su aviso le ha de aprovechar} pero si no hu- biere esta esperanza, debe avisar á sus superiores, con el solo fin de que se le corrija, y enmiende, presen- tándose en persona, ó haciendo una denunciación privada por escrito firmado de su mano, y de nin- gún modo por papeles anónimos, ó misteriosos y enigmáticos, y mucho menos por pasquines, conde- nados por las leyes, y por la religión. P. ¿Si un ciudadano es perseguido injustamente por un poder arbitrario, pueden salir á su defensa uno ó mas de sus conciudadanos?R. Opino qae pueden y deben hacerlo, por lo» medios prudentes de representaciones arregladas y convincentes, probando exactamente la inocencia del perseguido ante las respectivas autoridades. P. ¿Y si estas se desentendiesen, ó no estimasen las representaciones? R. Ya hay derecho para acudir al supremo go- bierno, y aun hacer público el manifiesto abandono de aquellas en no íidministrar justicia: pero es preciso para ponerse en este caso, no tratar de defender mas que á un verdadero ciudadano, del cual estén plena- mente convencidos todos los demás que padece sin causa; pues no siendo así, están estos en la obligación de hacer ver lo infundado de la defensa de los otros, por no concurrir en el defendido las cualidades de Ciudadano, o que efectivamente es criminal, y enton- ces se deben sostener con vigor las providencias del gobierno, y fijar la opinión pública en favor de este. P. ¿Como se debe conducir el Ciudadano con respecto á los estrangeros? R. Lo mismo que con sus conciudanos; pero con la diferencia de que si no fuesen ciudadanos de- clarados, convendrá no franquearse con ellos en los asuntos de la nación, y sin faltarles á la hospitalidad y buen trato, reservar de su noticia todo aquello que en algún tiempo pudiera producir perjuicio á la na- ción; como se ha visto con los franceses, que entera- dos de nuestras flaquezas, é interiorizados en nuestros negocios políticos, y domésticos, se han atrevido a atacarnos, cuando se llamaban los mejores amigos. P. ¿De este modo será sospechoso el Ciudadanoque muestre mucha amistad á un estrangero no Ciu- dadano, y estreche con él sus relaciones? R. No convendrá adelantar el juicio contra na- die; pero será acertado inquirir con cuidado los prin- cipios, y si se pued«, el objeto de aquella intimidad; y conocida que sea, si de ella resulta el menor daño al bien general, ó particular de la nación, se debe ad- vertir de todo al gobierno. P. ¿Está obligado todo Ciudadano á conocer i sus conciudadanos? R. Bueno sería tener un completo conocimiento de todos, en tu conducta, costumbres, y disposición; pero es poco menos que imposible: y por lo tanto, deberá todo Ciudadano dedicarse á conocer á aque- llos sujetos que la opinión general ensalza. P. ¿Y por qué á estos con particularidad? R. Para convencerse si está bien ó mal fundada aquella opinión, pues pudiera suceder estuviese ga- nada por medios ilícitos, ó por un proceder estudia- do y falso en sus fines. P. ¿Y qué objeto puede tener el que quiere ga- llar la opinión general por estos estraños medios? R. El dominar á sus conciudadanos, y hacerse dueño de los primeros empleos de la república, para »Us intereses particulares P. ¿Con que esta clase de hombres son enemi- gos de la libertad é igualdad del Ciudadano? R. No hay duda: pero regularmente su lengua- ge es muy contrario á sus intenciones, porque son 'os que prometen mas felicidades, é independencia, y en llegando á dominar son tiranos inflexibles.(6) P. ¿Y como se conocen estos hombres? R. Procurando inquirir con cuidado y certez» la educación que han recibido, la carrera que empren- dieron, con que clase de gentes han tratado, paisés que han recorrido, y sus procedimientos en los cm* pieos ó comisiones que han tenido á su cuidado. P. ¿Pues qné influencia tiene la educación? R. Mucha, porque es con ella como se forma el corazón del hombre, y el que la tuvo mala es muy difícil no se resienta de malas inclinaciones por cui* dado que ponga en no manifestarlas; por eso la no» bleza tuvo su verdadero origen en la buena educación. P. ¿Con que todo el que se llama noble estuvo bien educado? R. Al contrario, aquel que esté bien educado debe llamarse noble: porque como en todo entra la corrupción, se ha visto en todos tiempos fijarse esta, y las malas costumbres, en los que debieron estar preservados por su buena educación. P. ¿Y en que puede influir deberse saber la car* rera de los sujetos arriba citados? R. Porque el que ha tanteado muchas, indica no haber sabido, ni podido seguir una para hacerse honv bre provechoso en ella, y llevó fines particulares efl sus mudanzas. P. ¿Acaso todos pueden seguir la carrera que emprendieron sin contratiempos? R. El hombre de bien regularmente sigue la que emprendió, aun no consiguiendo el fin que en ella se propuso. P. ¿Luego no tiene libertad el Ciudadano para eavprender otra carrera si le va mal en la que comenzó? R. Nadie debe estrañar, ni puede impedir que ün Ciudadano varíe su carrera; pero si la que toma de nuevo no corresponde á los principios que recibió', 8e hace muy sospechoso; v. gr. Si un militar se mete á comerciante, á legista, á eclesiástico, sin haber salu- dado el comercio, las leyes, ni las divinas letras, re- gularmente será en la primera carrera un embrollón, en la segunda un juez de palo cuando menos, y en la tercera un violador de lo mas respetable y sagra- do que se conoce. P. ¿ Pues de ese modo no puede establecerse aquella igualdad de que cualquiera pueda optar al empleo que mejor le plazca? R. Si hubiese hombres dotados de los conoci- mientos necesarios, para desempeñar los cargos de to« dos los empleos en todas las carreras conocidas, aque» líos estarían en la perfecta igualdad para ser elegidos, y tener opción á servir y manejar todo asunto, hasta llegar á las mayores dignidades; pero como no hay la igualdad de principios, no la puede haber para optar á empleos y cargos, que no se pueden desempeñar. P. que influye el trato de gentes para cono* cer al hombre? R. Es una de las primeras observaciones; pues es innegable que mas se fijan las máximas buenas ó malas en el corazón con el trato de los hombres, que con los libros; y así estos sin la voz viva de un maestro no prestan utilidad: con que si el tra- to es con perversos, no se aprende mas que malda- des y crímenes. 3P. ¿Y el saber que países ha recorrido el hom- bre á que conduce? R. Que si está impregnado de máximas, usos, y costumbres de paises viciados y corrompidos, es cía» ro que ha de propender á introducir en el propia las mismas máximas, vicios, y costumbres: no nos faltan ejemplares en nuestra España, y por lo que hay algu' nos estrangerados repartidos por todas sus posesiones. P. ¿Los procedimientos del hombre en sus cm* pieos y comisiones, qué aclara? R. Si tiene buena disposición, si tiene religión, pureza, probidad, desinterés, aplicación al trabajo, si es provechoso al bien general, y si da señales induda- bles de su constante honradez: cualidades que reco- miendan sin réplica á todo aquel que las haya mame* nido en los empleos y comisiones que sirvió, ó que íe hacen despreciable, si se apartó de dichas cualidades. P. ¿Un militar es Ciudadano? R. Sí, pero creo que es Ciudadano pasivo, y su- jeto á leyes particulares. P. ¿Qué se entiende por Ciudadano pasivo? R. Que está exento de prestar su voto para todfc especie de elecciones, ni tiene mas voz que la que el gobierno tenga á bien darle, por ser conveniente en casos particulares. P ¿Y por qué se cree que el militar no debe te- ner el voto, ni mas acción que la que se espresa, sien- do un Ciudadano, y tan recomendable por el servi- cio que hace á la patria? R. Porque el militar no debe tener otra repre- sentación, que la que por su constitución le está se*Salada en sus respectivas clases, y seria confundirlas, $i se igualaran en cualquiera caso. P. ¿Pues cual podrá ser el resultado de igualarlas en las reuniones generales? R. Destruir la subordinación, y la disciplina mi- litar, que son el fundamento de su constitución y sus leyes. P. ¿Y no podria lograrse uno y otro, para que el militar no quedase sin acción? R. Si todos los hombres tuviesen los principios debidos, para discernir la diferente representación <]ue deberían tener, ya cuando tomaran la forma de ciudadanos activos, ya cuando la de militares, enton- ces podria concillarse; pero es poco menos que im- posible conseguir semejante política en quien carece de ideas grandes, que solo se consiguen por un be- neficio del Altísimo, y á fuerza de estudio, trabajo, y esperiencia en el mundo. P. Luego el militar nunca puede tener repre- sentación de Ciudadano activo? R. Interin sea militar veterano, y se halle sirvien* do, comprendo que solo esté dedicado á su facultad. P. ¿Y el militar de quien depende? R. Del gobierno. P. ¿Pues la nación no mantiene la fuerza armada? R. Sí, pero entrega este poder al gobierno, para que por él se haga respetar de todos los enemigos de la nación, y sostenga los derechos, la libertad, é in- dependencia de ella. P. ¿Y ninguna otra autoridad puede disponer de la fuerza armada mas que el gobierno? /( io) R. Ninguna, pues aun las autoridades que dispo- nen de alguna parte de ella, están sujetas á órdenes del gobierno, y con facultades limitadas para em- plearla. P. Y qué consideraciones debe tener un Ciuda- dano á un militar? R. Las mismas que á cualquiera de sus conciu* dad a nos, y i demás aquellas que merece por el ser- vicio particular que hace. P. ¿Pues que mayor consideración merece pof su servicio, que el que hace cualquiera otro Ciuda- dano? R. Porque por muy bien que quiera compensár- sele en pagas y honores, siempre supera el esponer su vida por los intereses de la nación á cada instante, y en todo el tiempo que á esta sea necesario el militar. , P. ¿Pero esta está sienpre en¿ peligro ?: no tic Be mucho tiempo de descanso? R. Es verdad que no está siempre en peligro;, mas tampoco el tiempo de descanso ha de emplearle en otra cosa, que en ejercitarse para la guerra, y no en otras ocupaciones ni estravios: pues á no ser así, no puede llamarse militar, ni en la ocasión sabrá serlo, ni tiene mérito alguno el esponer su vida, sin un prove- cho general á la nación que cuida de su subsistencia. P. ¿Y el militar tiene algún predominio sobre Ios- ciudadanos? R. Ninguno, pues debe respetarlos, y amarlos como á conciudadanos. P. ¿Puede el militar tomar parte con su poder e» las ofensas particulares que reciba un Ciudadano?R. No puede, pues ya he dicho que está sota atento á la voz del gobierno, á quien debe obedecer inmediatamente, y sostener sus providencias. P. ¿Y si no fueren justas las providencias que le Candan sostener? R. Al militar no le toca inquirir este punto: mientras que la autoridad que le manda es legítima, la obligación de aquel es obedecerla sin detención. P. ¿Tiene acción un Ciudadano para quejarse contra un militar que no llena su obligación? R. La tiene, pero acia el gobierno y fundando su queja, que siendo justificada, no solo debe ser atendida, sino gratificada, porque es descubrir un zan- gaño, sobre inútil perjudicial á la nación. P. ¿El militar retirado entra en la voz activa de Ciudadano? R. Comprendo que debe entrar, si se retiró con honor de su carrera, si nó no. P. ¿Qué se entiende con honor?1 R. Que no fué separado de ella por cobarde, iría, plicado, o vicioso, sino por anciano,, achacoso, herido, ó necesario al frente de su casa, ú otras comisiones que el gobierno tuvo á bien conferirle. P. ¿El militar tiene también acción para quejarse contra un Ciudadano que no llena sus obligaciones? R. El militar no debe atender á otra cosa que i perfeccionarse en su carrera: todo lo demás lo debe dejar al cuidado de la nación, sin mezclarse en les ftogocios generales, pues de lo contrario se haría sos. pechoso para todos en querer ganar opinión, no de-bicndo desear otra, que la de buen defensor de la patria en su estado militar. P. ¿El militar tiene mas libertad que un Ciuda- dano en su vida pública y privada? R. Debe guardar la misma conducta que el Ciu* daño mas perfecto; y debe ser formal, circunspecto, amable, moderado, nada entrometido, y ciego entu» siasta por el bien y felicidad de su patria, sin necesi- dad de espresar su entusiasmo con baladronadas, y por conversaciones de pasatiempo, sino aplicándose al estudio de la guerra, y al uso de sus armas, para manejarlas en la ocasión con gloria segur a. P. ¿Como debe manejarse un padre» para conse- guir que sus hijos sean perfectos ciudadanos? R. Instruyéndolos profundamente en la religión, y en las leyes establecidas. P. ¿Como se les instruirá en la religión? R, Por medio de sus ministros, á quienes debe» rán venerar con todo su corazón, pues faltando este principio, no se fijan en él las saludables máximas del evangelio. P. ¿Como se instruirán en las leyes? R. Por medio de las escuelas establecidas por el gobierno al efecto, y á las que deben hacer concurrir los padres á los hijos, para que sean útiles á la patria. P. ¿Y bastará esto para que sean perfectos ciu- dadanos? R. No, es forzoso que los padres manifiesten en su conducta pública, y privada los mismos principios y sentimientos que quieren estampar en el corazón de sus hijos; sin este ejemplo se borrarían y desapa*recerían las mejores nociones recibidas en las escuelas. P. ¿Y el Ciudadano que no eduque de este rao. do á sus hijos, en qué incurre? R. En el delito de infractor á Ja religión y á las leyes, y se declara enemigo de su patria, y de sus conciudadanos, por afecto al desorden y á la corrup- ción de costumbres. P. ¿Y qué debe hacerse con un hombre seme- jante en este caso? R. El gobierno cuidará de corregirle, ó le sepa- rará de la sociedad por dañoso ó perjudicial en ella. P. ¿Y si el gobierno no tuviese noticia de la con» ducta de un semejante Ciudadano? R. Se le debe advertir siempre, donde esté el fo- mento del mal, pues importa mucho que no se nos contagien nuestros propios hijos, no disimulando un mal tan nocivo, violento, y destructor. P. ¿Y bastará advertir al gobierno?* R. También convendrá huir del trato y comu- nicación de sujetos semejantes, hasta que se conozca su enmienda. P. ¿Y todo Ciudadano ha de educar á sus hijos sobre el principio de una sujeción continuada? R. De ningún modo, pues no se opone á la bue- na educación, y constante aplicación, el que se le pro- porcione á los jóvenes la correspondiente distracción, con tal que sea útil, y honesta. P. ¿Y qué clases de diversiones son mas adop- tables á la juventud, sin que pueda resultar perjuicio? R. Las de correr parejas, cintas, &c. á caballo sabiendo manejar este, y las de la carrera á pié, ves-(14) tidos en trajes sencillos y airosos, í fin de dar soltura y actitudes al cuerpo, sin afectación ni estudio ridí- culo: también deben divertirse en el juego de esgri- ma, si hubiese buenos maestros de ella, porque no habiéndolos, es perjudicial contraer vicios en el ma- nejo de las armas; y que creyendo los jóvenes que es' tan perfeccionados en este ejercicio, se arriesgan se hacen temerarios, y quedan burlados, con descrédito de su honra, y tal vez con pérdida de su vida. P. *Y no pueden divertirse en otra cesa? R. Sí, en representaciones teatrales, teniéndose cuidado de escojerles las piezas; es decir, que sea de buen ejemplo su argumento, que estén bien escritas y correctas, ya sean trágicas, ó cómicas: también en óperas de música selecta, si están preparados para cantarla por nota, que es mejor que por el oido so- lamente. P. larmente contrarios ál uien general: resultando que el que se sujeto á estender su voto sin otro conocimien» to, se privó del derecho de darle según su verdadero concepto; y no usó de libertad, que con arte le qui- ta'ron los que trataron de formar partido. P. ¿Acaso debe hacerse sospechoso el que busca votos para que la elección recaiga en el sujeto que el señale? R. No cabe duda; y aun ofende la delicadeza del Ciudadano que quiere ganar á su partido, puesto que le supone incapaz de clejir por sí mismo ; y ade- mas, le espone tal vez á contribuir al mal general, en el que queda envuelto el engañado, cuando ya no( 20) hay remedio, y se descubre el fin que se propusieron los engañadores. .P. ¿Pues no alcanza á todos el beneficio de que los clejidos sean hombres sanos, hábiles, y amantes del orden, y el bien general? R. Es bien claro; pero los malos estudian y su* tilizan el modo de destruir las buenas elecciones, pon que ento'nces quedan mas al cubierto sus feos proce- deres, y no temen ser confundidos, y arrojados de la sociedad; ántes ganando opinión, se ponen en el ca- so de dar la ley, aumentando el número de los malos, que se dejan llevar de promesas y felicidades, que nunca llegan, y son precipitarlos en una completa ruina, puesto que ningún delito queda sin castigo, temprano ó tarde, ó por mano de la justicia humana, ó por la divina. P. ¿Con que es preciso obrar con mucha precau- ción en esto de elecciones? R, Es constante. Si se hacen malas, no hay que quejarse de los males que sobrevengan; y no los habrá, ó serán de poca molestia si se acierta en los nombra- mientos: y es preciso observar por regla general, que el hombre de bien no busca partidos: tiene en.la trarv quilidad de su espítitu todo el partido que necesita para vivir sin temor, y para salvarse; y de esta clase deben ser los preferidos, aunque ellos lo resistan. P. ¿Pero todos conocen esta clase de hombres? R- Todos: el que no los conozca, será porque no quiera: pues la virtud resplandece desde muy le' jos, aunque la envidia, y todos los vicios juntos sc reúnan para empañar su brillo.(21) P, ¿De hacerse bien, y en tales sujetos las elec- ciones, seriamos felices? R. Es tan seguro, que mas parecería la nación una familia de hermanos, que un conjunto de fami- lias estrañas: y seríamos envidiados, al ver que los ri- cos, ó por naturaleza, ó por trabajo de sus manos, eran unos depositarios de bienes, con los cuales so- corrían continuamente al impedido, al desgraciado, y al inepto, que los sabios estendian sus luces en favor de la patria; que las artes, la agricultura, el comercio, y la milicia prosperaban, premiando el sudor, y las fatigas de estos sustentantes de la abundancia, y de la paz. P. ¿Acaso el labrador, el artista, el comerciante, y el soldado necesitan premios para llenar sus deberes? R. Deben llenarlos sin necesidad de premios} pero su carrera es de muchas quiebras, y conviene alentar á los que la siguen, para que trabajen con constancia, y adelanten sus conocimientos. Los ricos frutos de la tierra ni se descubren, ni se afinan, sino por la laboriosa mano del labrador honradísimo, y la del artista; y sus descubrimientos y penosa ocupación debe premiarse. Las ventajas de la introducción y es- traccion de frutos y producciones nacionales, adqui- ridas por la costosa fiel especulación del comerciante celoso por el engrandecimiento de su nación, piden de justicia un premio de la mano de esta misma na- ción que se enriquece. La paz que esta posea, ó que haya ganado con gloría, por sus armas siempre vic- toriosas, siempre respetables, empeña á esta propia nación á distinguir con benéfica mano al que con su(«) sangre y su misma vida la piodujo tan gran benefi- cio, que es el soldado. Sin estas cuatro columnas, bien sostenidas, bien consideradas, y bien remunera- das, no hay nación, ni representación, ni felicidad. P. ¿A lo que queda referido se reducen única* mente las ¡deas sobre el Ciudadano? R. Son tocadas muy ligeramente las que he querido esplicar según las concibo ; pero si me aseguro de que se reciben con gusto por mis con* ciudadanos, me esforzaré á ampliarlas, añadiendo otras que me parezcan mas útiles, scbre el mismo asunto; y si puedo, m; contraeré al pais que habitamos, conforme me vaya instruyendo por mí mismo de los usos y costumbres de él, y que forme opinión del carácter de los naturales, que creo no está muy acor- de con la de algunos que los representan como unos entes, y yo veo al hombre aquí como lo he visto en cuantas tierras he pisado, que no han sido pocas. El Amante del bien general.