ATAQUE CON EL SILENCIO A TODO ENEMIGO DE LA IMPRENTA LIBRE. TTodos los españoles (dice nuestro sabio Código *) tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas, sin necesidad de licencia, revisión ó aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establecen las leyes. Cuales se- an, ó que importen estas calidades taxativas, nos lo ensena el regla- mento de imprenta en los decretos de las Cortes generales y extraor- dinarias de 10 de noviembre de 1810, 10 de junio de 1813, y 13 del mismo mes y año; sin que hasta ahora hayamos visto, 6 por lo menos tenga yo noticia de algunas disposiciones posteriores del sobe- rano Congreso, que reformen ó amplien los capítulos y artículos con- tenidos en ios tres citados decretos. De todos ellos se deduce por natural consecuencia» que el ob- jeto de las citadas providencias, es tantear y comparar la opinión da los pueblos, para el establecimiento de un sistema representativo, el mas análogo al general concepto de la Nación, manifestando con esa misma libertad de la publicación de ideas políticas, buenas ó malas, falsas ó verdaderas, útiles ó inútiles; porque seria una confianza de las mayores, ó por mejor decir una intoletable necedad, pretender que to- dos los españoles á quienes se convida con aquel salvo conducto para que auxilien tan grande empresa, escribiesen con sublimes nociones de la economía civil, con ejenplar moderación, y lo que es mas, con el acierto propio de un geómetra en sus demostraciones matemáticas' La ciencia del gobierno, no es otra cosa que una arismetica ci- ■ vil, ó usando de la exprecion de un moderno politico, la libre facultad de calcular sobre la multitud y diversidad de materias que en todas las órdenes y clases del estado requiere la economía política, para lo- (*)Art. 371. tit. IX.5. "A grar lar prosperidad pública en las artes fundamentales, y en las de comodidad y lujo; principalmente en la recta administración de justicia, que es el medio mas seguro de lograr tan importantes fines. Nada menos de esto podra conseguirse, si las j-untas de censura empleasen su antoridad en desacreditar con absoluta deferencia los im- presos denunciados por su fiscal, en vez de proteger esta naciente li- bertad, necesitada ahora mas que nunca del auxilio y disernimiento de las personas ilustr^id^s y prudentes, para conducirla por caminos llanos y suaves al término de la razón, y no precipitarla en un despeñadero con violentas calificaciones, que solo sirvan de inspirar terror, privando & la república del mejor patrimonio, que consiste en la publicación y choque literario de las ideas políticas, tan diferentes en cada indivi- duo eomo nuestros semblantes. * ¿Que nos parecería de una madre, que a los primeros pasV>s que intentase dar su tierno infante, lo maltratara con indignación porque iv) la igualaba en la carrera? Pues esto es lo que puntualmente esta- mos mirando practicar con los escritores visónos, jorque sin repartir .que se hallan en la infancia de las luces después de tres siglos de obs- curidades, quieren los necios que ss expliquen con la modestia, elocu- encia y exactitud que tal vez no han alcanzado I03 publicistas mas célebres de los presentes tiempos, tanto regnícolas como extrangeros. De esta injusticia dimana la murmuración, a la que es consiguiente la infamia, pasando por puntos al desafecto y odiosidad del infeliz que engañado con las promesas de la libertad de iiu|iicnta qnp juago in- violables, incautamente cae en la trampa del ratón. Son repetidos los ejenplares que tenemos en comprobación ge estas verdades. Apenas sale de las prensas algún pensamiento que contenga especies libres bien o mal ordenadas-, cuando se atrepellan-laj providencias para sofocarlo en la cuna, con las notas de injurioso', su. tiersivo, sedicioso", &c. De aqai resulta que por lo coinmi falten á la sinceridad los escritores,-y que unos por temor*de castigos seguros, v otros con esperanza de premios imaginados o ciertos, prodiguen mis elogios, y bezen con santa humillación las manos de que tal ve* reciben el azote Abierta esta brecha a la ley y reglamentos de impronta libre, es la cosa mas fácil' denunciar y censurar cualquiera impreso, sin 'necesidad de discusiones eientiricas, ni de estudio metódico.- Vara ello sobra un mediano talento, que sepa formar simularas políticos bien surtidos de términos exóticos con atrevimiento y desvergüenza en la po'fia, y su respectiva dosis de resabios escolares que tergi- versen el seiriido natural de 1^ porposicionii escritas .'por claras qua-3. sean, no estando de mas algunas predicciones funestas qrte sirvan de estimulantes para que rompa el gobierno los diques constitucionales, k pretexto de extraordinarias circunstancias, que siempre han sido el juas firme apoyo del despotismo. ¡Hasta donde elevarán ahora sus declamaciones los fatalistas' Ya parece que veo mi desgraciado papel en el anfiteatro de su cri- tica, y preparados los instrumentos anatómicos para destrozarlo, es- pecialmente el cuchillo de dos tilos, como mas á propósito en esta «lase de operaciones. Habrá por decontado todo lo acabado en oso, como injurioso, sedicioso, ominoso, capcioso,- fastidioso, &c, á exce. cion de lo amoroso, y provechoso; y también lo acabado en ivo, co- mo subersivo, corrosivo, depresivo, &c, dejándolo mas «descarnado- que los huesos de S. Primitivo, porque todo esto es efectivo y po- sitivo, cuando se falla sin réplica dando sentencias por lo negativo, sin las debidas formalidades de un juicio demasiadamente grave pa- ra el miserable que sufre tan cruel anatomía. Pero estando todavía vivo por beneficio de Dios, me de- fendeié ad cautelani antes de que con ventaja me ofendan: diciendo, ^ imprenta que es la mira principal de su instituto, propendería en tal -evento á calificaciones irritantes y depresivas de esa misma libertad; (hablo en términos de defensa) de modo que en el ruedo de ocho meses ó un año, absorveria • la opinión publica en toda especie de materias, ejerciendo un imperio tiránico sobre la facultad fie pen- sar y de imprimir, que ya se-nota atacada por algunos jueces da letras. Hágase un examen prolijo de la multitud de periódicos y otros impresos de la península, con particularidad del Vidaurre, del Cañedo, y del Amante de la Constitución, con los de este Reyno, y no se verán esas repetidas coartaciones y censuras, sin embargo de di- rigirse inmediatamente contra personages y ministros constituidos en la mayor dignidad del supremo gobierno; al paso que la mas leva, insinuación de un ciudadano honrado de Megico para reformar abu- sos perjudiciales á la causa pública, se calificó de injuriosa, no se si per ser comerciante rico el sugeto contra quien se dirigió. En la erección de estas juntas trataron conocidamente las Cortes de oponer un contraste constitucional á la arbitrariedad de los fiscales y jueces; porque lio perdieron de vista, que si á estos tíni- camente se fiaban las calificaciones de los impresos denunciados, se- les ponia en el disparador muy cerca de traspasar los limites de la4. ]t'.y, apelando al sabido recurso de penas y sentencias arbitrarias por el interés que tienen de ocultar al público sus defectos, que es el es- cullo mas- temible en que. siempre tropezaba la administración de jus» ticia con el poder absoluto ministerial. Si el ánimo del soberano Congreso hubiera sido el castigo ejen>- piar y pronto de los autores de dichos papeles con el atropellauiient<> que hemos visto, hubiera dejado proceder con mas expedición á los, jueces de primera instancia, sin meterse con ellos,porque en virtud de sus facultades ordinarias castigaiian al culpado con toda brevedad,, que es en lo que consiste sustancialmente el fruto de la vindicta pú- blica, y no lo acerbo de la infamia y de la pena: luego por el mis» mo hecho de sujetar los procedimientos fiscales y judiciales al dic- tamen de censores escogidos por su sabiduría y providad, manifestó mas bien en esta discreta providencia, trataba de sostener la libertad de imprenta, y no de restringirla inspirando miedo y desaliento a los escritores, con demostraciones nocivas al honor i; intereses de estos-, Para asegurar la libertad de la imprenta y contener al mismo tiempo su abuso, previnieron las Cortes en el articulo 13-deldecre to da 10 de noviembre, qv-3 nombrarían una junta suprema de cen- sura. En el 15: que esta debe fundar su dictamen en derecho para el recogimiento y prohibición de la obra denunciada. En el J 6": que. al au- tor ó impresor se de. copia o traslado de la calificación, para que se tltíienda. En el 3 del posterior decreto de adicriones se declara que no puedan ser individuos de dichas juntas, los magistrados y jueces, li otras pi'rsonas que ejerzan jurisdicción civil ó eclesiástica; y en el 8 se ordena, que las mismaá juntas sean responsables, cuando en «la •fenicio de sus funciones contraviniesen á la Constitución ó decre- tos de k libertad de ínfprenta. ' J,as Cortes quieren que la neta de sediciosos, se refiera á de- fectos, crímenes ó maquinaciones que inlluvan, o puedan influir in- mediatamente en ruina y menoscabo notable del estado; pero no & ■paralogismos 6 discursos falaces que- pueden desvanecerse con las cia- ros luces de la razón, y suaves medios de la prudencia, usando de las mismas armas de la imprenta libre, sin necesidad de este estrepito y difamación de familias, de que no debemos esperar consecuencias laborables. i ¿Que no ha de contarse con las costumbres, vecindario, y de- mus circtn-;turicius topográficas del país en que te escribe, para faltar tu materias ta» odiosa*? El delito de sedición debe medirse en su jiiavedad y malicia, por la bueoui o mala disposición de los pueblos (.ara ccintleil»; y de aqui proviiae-, que eu lugar piadoso y Uanqui-5- lo,' se tendría por seductor a un eclesiástico aunque fuese de proba- da virtud, que subiese al pulpito ó saliese por las calles cantando la letanía de los santos, para implorar el auxilio popular contra los ma- gistrados y gobierno constituido; y poí el contrario debería reputarse por un necio, ó por un loco, a un soldada de milicias que sin influ- jo moral ni iisico, se propusiese con sus escritos trastornar la pro- bada opinión píiblica.midiendo sus armas con la multitud de sabios, discretos y entendidos que hay en Mégico. Si por estas reglas hubiéramos de discurrir, sin recelo de equi- vocación podia asegurarse, que no se ha dado papel mas sedicioso ni subersivo, que el bando para el establecimiento de las milicias nacio- nales; por que con el se convida a todos los pueblos para tomar las armas impunemente, nombrando sus oficiales y gefes, y erigiéndose en una corporación militar disciplinada para depositar en ella la fuena, que ha sido siempre en el mundo el juez supremo de toda disputa. Ahora bien falsos políticos, enemigos declarados no solo de la Constitución, sino del genero humano: decidme con la verdad que no podréis negar, ¿si es constante que el numero de alistados para esas mi- licias, cuando mucho llegará á trescientos y eso los mas incitados por consejos y persuaciones de otros; ¿Donde esta vuestra previsión para pronosticar en grueso las desgracias por los papeles de Davila y otros que han corrido igual suerte, si estáis mirando que este numeroso e ilustrado pueblo, desprecia los fusiles y las espadas cuando se las ponen en las manos con el estimulo del honor, y no con la igno- minia de la cárcel y del suplicio? ¡Que risa causara a las potencias estrafias, si algún día lle- gan a saber, que las autoridades de Mégico temieron mas á los papeles, que pudieron contestar corrigiendo y doctrinando con la se- renidad de la pluma, que a un ejercito que por disposición supre- ma se esta formando con los mismos soldados de quienes recelan la sedición literaria, comunicada por el ineficaz conducto de dos ó tres escritores de afición, que aunque digan algunas verdades, las proponen sin tino ni concierto/ Vaya que nos debemos avergonzar de que estas providencias se dicten en los dias de ilustración, cuan- do ya no hay disculpa racional que pueda alegarse. Estas pruebas de evidencia ponen tan ..diáfana y trasparente la fidelidad aicgícana, que no dejan recursos a cubrirla con velos misteriosos, ni otras maquinaciones de la baja política. Digan aho- ra lo que quieran nuestros opresores: las revoluciones no se ejí- íutan por enemigos impotentes, que antes de ofender descubren la cara, ui en los pueblos que horrorizados de los. estragos que han03 £iifi'"idoTpor diez anos con la mas sangrienta guerra que se ha vísto'entrs' católicos, claman desengañados por la paz y tranquilidad a costa de todo sacrifiicip. ¡Pues cual podra ser el fundamento racional de* todas esas precauciones militares, con que se ataca la quietud y subordinación de los habitantes de esta capital? Escritores liberales verdaderos, apelad al sufrimiento en tan criticas circunstancias, poniendo la causa común de la América en el infalible despacho de la justicia divina. Vuestro prudente silen- cio y prolijas observaciones de la conducta que observen las au- toridades en sus respectivos puestos, serán las armas mas impo- nentes para obtener sin sangre una completa victoria. No os pon- go un plazo indefinido y largo: bien cercano esta el venturoso día, t¡n que veréis cumplidas las dulces halagüeñas promesas del im- mortal Quiroga y demás héroes que tanto han trabajado por la común prosperidad. Obedeced por ahora ciegamente cuantas provi- dencias dicte el gobierno que es el responsable, y evitad todo mo- tivo de sospecha aunque sea infundada, dejando el campo libre á vuestros émulos, para que exclusivamente piensen, escriban é impri- man cuanto les parezca sin la menor contradicion, porque á medi- da de vuestras respuestas aunque sean demostrativas, ha de crecer la irritación y el capricho, hasta darnos el golpe de paz. Entre tanto sírvanos del mas suave lenitivo en nuestras pe- nas, la siguiente refleccion. En las tentativas de las grandes em- presas se observa por lo regular qne la segunda sale mas acerta- da que la primera; por que en aquella se enmendaron al ejecutar- la, los defectos que no entraron en la previsión de esta. Bien sa- béis qne en las Cortes y Regencia de los años de 10 y subsecuen- tes, hubo diputados y ministros que tiene proscriptos la Nación por sabidas causas que nos lastimamos al recordarlas. Quisieron estos pér- fidos establecer un sistema de "lo mas amplio y liberal para la Pe- nínsula, al paso que disponían escuadras para la destrucción de la América, autorizando a los vireyes con un poder sin limite, que ja- mas conocieron los legítimos soberanos de la antigua España. Siguióse de aqui la mala versación de los cuantiosos caudales que vimos extraher de estas tesorerías. La ambición, codicia y emula- ción de los manipulantes inspiró la desconfiianza de las autoridades entre si, y entre los pueblos. Este sórdido manejo, les apagó el en- tusiasmo patriótico y produjo el desconcepto consiguiente a la corrup- ción del oro y de la plata. Perdieron la opinión de justificados con las potencias estrañas; y para no cansarnos, fueron victimas de sus criminales abusos, wicnlicaad» a twii fa nación y sumergiéndola ea7. el pielagp de desgracias, que con inalterable paciencia stffrio por sefa años continuos. Advirtieron estos horrores, Quiroga, Riego, Arco-Agüero, López Baños .y otros dignos españoles, -verdaderos hermanos nuestros, y cal- cularon que solo la sinceridad y la justicia podían restablecer nuestra Constitución política a su santuario. Al instante pusieron manos á la ebra con el i'elíz éxito y moderación que admira todod mundo cul- to; y de unos antecedentes tan positivos nos debemos prometer, que el fruto de aquellas heroicas fatigas ha de ser punible con igual- dad entre los españoles de ambos emisferios, sin que sea necesario poner de nuestra parte esfuerzo alguno que anticipe 6 violente, las j Oí tas y prudentes mediadas que ya habrá tomado y tomará el so- berano Congrego, para libertarnos de la opresión en que vivimos y demás males que nos rodean. ¿Pensáis acaso que nuestro amado Monarca y aquellos sabios padres de la patria ignoran lo que puede un Virey que manda ochen- ta mil soldados á distancia de dos mil leguas del trono? ¿Os ima- gináis que les son desconocidas las intrigas, arterias y ocultos jue- gos del anterior sistema? ¡Creis por ventura, que no tiene la dncre- cion y prudencia necesaria para dar puarentena á informes estudiosos, en que se apuren los arbitrios de la cabilacion para espantar con fantasmas y con el anatema de la perdida de estos dominios, si se observa en todas sus partes la Constitución? No hermanos mios: de- poned esos vanos temores. La renovación de toda especie de autorida- des y funcionarios públicos, ha de ser el solido cimiento de nuestra dicha. Gobernadores, magistrados y prelados Constitucionales por prin- cipios según quiere S. M., serán los artífices que concluyan esta grande obra; y entonces se os presentara el mas brillante teatro para desplegar vuestras ideas políticas y finos discursos sin las resultas y degradación que ahora experimentáis con riesgo de vuestra seguri- dad persona!. Pero si por desgracia nuestra (lo que Dios no permita) fue- sen errados nuestros cálculos, sabed, que ninguna nación puede ser ra- cionalmente libre, sin ser integramente justa: que donde hay acepción de personas y divicion de ánimos, no Teside la libertad y la justicia; y que si no se aseguran nuestros regeneradores con las fuertes ñncoias de estas virtudes, naufragarán entre los flujos y reflujos de las re- voluciones que prepararían su inconsecuencia y debilidad; y en este caso nos serian ni^is nocivas las conmociones populares, y todos las recursos de la violencia; porque, el óiúen natural de las cosas hubia da proveernos de remedio. Entonces la virtuosa- América, mezclando8. ísn lagrimas sus tiernos suspiros, satisfaría al mundo entero dicie». do: mi fidelidad mi obediencia y mi gratitud á la metrópoli por tres siglos continuos, son los mejore* garantes de mi innocencia: me veo sin culpa mia desamparada, y para gobernar mi gran familia com- puesta de quince millones de habitantes que no puedo abandonar al acaso, es preciso que dejando de ser hija, me revista de la autori- dad de madre. El Español Imparcial, Impreso en Megieo a 4 de Noviembre de 1820 y reimpreso t* Pae-< Wa * 19 del mismo mes y año en la imprenta Liberal.