ENFERMEDAD Y MUERTE DESGRACIADA DEL POBRE ENTREMETIDO. ívia en esta ciudad un infeliz caballero de muí es- caso talento, engreido en la ilustración que nunca tubo, y tan bien hallado con las antigüedades de su pais, que abominaba sin reflexión todo aquello que tenia aire de novedad. Cualquier libro moderno, y todo pensamien- to que se le proponía sobre reforma de nuestras insti- tuciones y costumbres, era desechado por él como un desatino intolerable, y que traia envuelra la heregia, la rebelión y cuantos males de ahí pudieran sobrevenir. Gustaba mucho de ver como á cualquier ciudadano, po- día un juez caprichoso, un ministro cohechado, ó un alguacil ebrio ponerlo arbitrariamente en prisión, sin acordarse los jneses y los años enteros del pobre encarcelado. Era para él un encanto el sistema de los ayuntamientos, cuando advertía que se formaban de hombres que habían mendigado los votos de sus compañeros, ó que adquirían un derecho inprescriptible al empleo por haber ofrecido mas dinero que otros en la almoneda, ó por que los dueño? se los vendian y permutaban como si fuera una casa, una bestia, ó cualesquier otro mueble. No había para nuestro hombre cosa mas regalada y deliciosa "que ver á sus compatriotas poseídos de temo- res y sobresaltos á roda hora, sin arbitrio para manifestar al gobierno sus niales, y las imprentas sin uso para dar á luz sus producciones sino era en novenas, cartillas y convites de entierro: pero estaba mui mal con fas tamale- ras del viernes santo, y con la carestía del pan y ta carns.Asi pasaba la vida y los días de turbio en turbio, hojeando sus libros viejos y desencuadernados, basta que vinieron a inquietar su sosiego, que parecia inalterable, las noticias que corrieron de que se trataba de restablecer en nuestra monarquía la Constitución por orden del Reí, que la había jurado espontáneamente, y que i toda pri- sa expedía las ordenes mas activas para su entero cum- plimiento: se turbó su reposo; no pein aba mas que en las novedades enfadosas que se ofrecerían á sus ojos; y se desvelaba el pobre caballero queriendo corivinar con su modo de pensar á lo antiguo, todo lo que venia de mo- derno. Tanto se afanaba en esto, tanto cabiló, y tanto habló consigo mismo, sin poder desentrañar el sentido de las palabras: Constitución, libertad, seguridad y otras nuevas para él, que vino á perder el juicio dando en las mas ex- traña locura que hasta ahora se ha visto; y era la de sa- lir al público en defensa de las antigüedades, desfaciendo tuertos, y peleando cuerpo á cuerpo y brazo á brazo con todo follón, malandrín ó atrevido caballero que se aventu- rase á sostener ó elogiar la Constituc icn española. Y con efecto, noticioso de que se publicó y juró en esta ciudad aquel código inimitable, y que dos ciudadanos escribieron en su elogio, rematado en su locura, y sin titu- bear en tan generosa resolución, toma por escudo uno de sus mas apolillados libros, se cala,el morrión de su en- vegecida ignorancia, vísteselas armas de sus chocarrerías é insípidas bufonadas, y empuñando por lanza su mal cor- tada pluma, se deja ver en público el dia ü de este mes con el nombre de Entremetido. Pero ¡óh desgracia de nuestro novel ce.baHero! que en Tez de chir con otro loco de su orden ó con alguna ta- malera del -viernes santo, encuentra sin pensarlo con el bien armado Ciudadano, que á todo corr.-r y ?¡u entrar en me- nudencias pueriles le acomete con tan denodado valofique al primer golpe cae mal fcricío al suelo el .desfacedor de agravios, sin haber dado señales de vida en mucho tiempo. Sin embargo, supimos después que algunos de sus amigos lo llevaron á casa diciefedoíe: ¿que te parece Juan Bonete"*, arremete el Ciudadano ó no arremete? Piorneda magtter loco que no volvería á meterse en se- mejantes andanza?, y como no daba esperanzas de alivio en su demencia y caída mortal, compadecidos algunos de los poblanos de la triste situación de nuestro compatriota, quisimos proporcionarle algunas medicinas. El Liberal le puso.un caustico que lo llevó hasta la sepultura: F. J. P. le .dio una friega muy competente: El Maestro Tejedor le minisiró unas pildoras doradas, pero bien estomacales: yo también como mas piadoso le heché una lavativa que toda se le quedó en el cuerpo: FJ Aíilitar Ciudadano le dió militarmente una sangría que por poco espira el do- liente: FJ Español le recetó un purgante tan activo, que él solo hubiera sido capaz de poner termino á tan preciosa vida aun cuando no hubieran cooperado tantos matasanos. Ni todo esto, ni los esmeros de su Jvladrina, y vieja. Cocinera fueron bastantes para aliviarlo: procuraban estas dos buenas srás. divertirlo contándole que el pan y la camt andaban dados, que" el ayuntamiento había mandado fi- jar una excomunión contra las tamaleras, que lo de la Constitución era mentira, y otras cosas por este tenor. El día 13 se agrabó de manera, que á las nueve y media de la noche, hora en q<¡e se concluyó el nom- bramiento de e ectores, creyeron sus piadosas asistentes que daba el ultimo suspiro. \ ¡vio a' Fuerza de tales es- nv. ros hasta el domingo siguiente; pero á la una de la tarde, oyendo r. j ieai por la instalación del nuevo ayun- tarme! to constitucional, creyendo que esas eran sus ago- nias exhaló el espiiitu este miserable caballero en ia ñor de su edad, y al primer encuentro literario que tubo. Minio al eniraneíido...! dejando i la posteridad un ter-rible y perpetuo ejemplo de necedad, egoísmo, preocu- pasión y atrevimienro, para que si alguno piensa como él, se esté quieto en su rincón sin querer oponerse á la voluntad decidida ds roda la nu-:o:i, y no se atreva á sa- lir en público con escritos sediciosos Henos de sandeces y chocarrerías. No hizo testamento porque ningún escribano quiso au- torizar las disposiciones de un frenético. No sabemos si dejó hijos, pero sí que D. Toribio como pariente mas cer- cauo se apoderó de sus buenos libros y manuscritos, y dis- puso su entierro con el siguiente convite. Los ignorantes, despotas y egoístas, parientes amigos y presonas de estimación del Entremetido, participan á V. que falleció, y le suplican asista á su entierro que será, mañana á la hora regular, en el pozo del olvido; por cuyo favor manifestarán su gratitud. Asistió al funeral E>. Toribio como principal do- liente; y los. ciudadanos de Puebla mandaron tapar el pozo precaviendo que se inficione el aire, dejando bien grava- do en el brocal este EPITAFIO. YACE AQUI EL ENTREMETIDO MAL HADADO CABALLERO EN PRIMER LANCE VENCIDO Y ENTRE VENCIDOS PRIMERO COMO PRIMER ATREVIDO: ESTE FOLLON ES A QUIEN LOS CAMINANTES QUE VEN SU DESGRACIADA VENTURA DIGAN EN SU SEPULTURA REQUIESCAT IN PACE: AMEN. El Hablador. Puebla y Junio-ai de 1820. Imprenta del Gobierno.