/ i; EL CHISMOSO piensa vd. sea como etl tiempos pasados en qu los hombres timoratos y religiosos mejor perecían que meterse á vinat' ros ó '. Pulqueros? No señor, si quiere tener dinero y fomen- Jarlo en breve, ponga cualquiera de estos £iios, con *a condición de que no mire la humanidad con ojos )$ ^e católico, sino como lámpara en donde la lechu- ' 2a bebe el aceite, aunque se apague. Siento verda- ^ trámente explicarme asi, porque no me acomoda ha- blar de nadie; pero lo estamos palpando á nuestro lt Pe»ar. Ya no se mira una vinatería con los colores tí l^e en otro tiempo de necesaria y útil al estado, a/ s'rio como una tienda de prostitución, en donde se jS Saciifica al vicio el sustento de muchas familias, no je latt solo comunes, sino de las mas esclarecidas, ¿Omi- aj *e acaso un vinatero el darle de beber á uno que fl, Sabe ciertamente abandona sus obligaciones con di- 0 cho reprobado objeto, ó á otro que se está ahogan-1 cJ ^° con la tuerza del estímulo? Ni imaginarlo, cuan- flj l°s mas vengan. ¿Y no parece el retraro mas vi- }í v° del infierno, ver llenas de desgraciados algunas ^e estas casas de iniquidad, (*) y el de diablos á y íos'que están dentro de los mostradores esperando que t \ . I $ (*) So!o se trata tanto en este párrafo como en el anterior, y j0" Uí{uellas personas y familias que prescindiendo del cumpiimien- 0 de sus obligaciones, merecen se les trate como á los mayores >0> f"c»¡:'goi de la tranquilidad pública, y de ningún modo con las han- 3$i r Quería dejar por ahora de escribirle, pero ai 1 i1 *a»r a la calle me la lie hallado anegada enteramen- te, á causa de las muchas lluvias, y de consiguien- te intransitable. ¡Oh, y que mar de reflexiones se ^olpan á mi imaginación en este instante sobre los ftíuiitos males que traen consigo estas humedades! vaya, que á no ser porque trato de no meterme en na«i:i, 1 j había de preguntar; ¿no le parece la cosa mas e&tra¿"ia que en una-ciudad como esta, en donde reina tanto lujo, se mire con desprecio lo que es tan preciso al buen orden de policía, como el aseo y buena coordi- " pación de empedrados y banquetas ? ¿Podrá dejar de «orarse el que después de los innumerables caudales 11 ^vertidos en las- pocas tarjeas que se hallan en sus 0 calles, de sacrificado el pueblo para su desembolso, ú y de verse expuesto anualmente á innumerables raa- á k> al tiempo de su limpieza, se encuentra que aun 1 Aerificada ésta, todo lo mas ha sido inútil, pues no Se escusan de hallarse siempre anegadas ? ¿ Deja- rá de decirse, y con justicia, que aqui puramente se ha tratado desde el tiempo del gran conde de Re- vüla-gigedo en que tomó esta metro'poli el epíteto ^ grande en las cortes de Europa, de pasar el tiem- po sin procurar, no tan solo su auroeBto, sino aun el que estuviese en un estado medio? Yo no quie- 10 decir nada: pero ¿ hablarán con razón aquello* lüe le ponen á esta capital el defecto de ser enfer- miza, sus habitantes faltos de colores y en general dientes ? Si señor, y en mi concepto con mucha, Pues prescindiendo de la naturaleza y calidad de sus Amentos &c. las mas ds las casas se aniegan á me- nudo, por falta de conductos para extraer las aguas lúe en semejante estación se recopilan en ellas. Pe* íro ya veo que vd. me dice, su situación no peí' v¡ raite un declive cual lo necesita, ó por lo menos n" Ci hay fondos con que dárselo: convengo en ello; oía5 g sí podria hacerse, como en otras partes, que para la$ se calksen donie se hallan tarjeas, hubiese hombres al b¡ intento para que al anunciarse la lluvia destapasen d dos ó tres de las lajas que las cubren en cada uní £ de ellas y por allí tomase su rumbo la corriente» e; evitándose de este modo, en la parte posible, mü' ri chos de los males que observamos, quedando las ca- d lies á poco tiempo tanto enjutas como limpias, y si quizá ahorrando á los fondos públicos. ¿ Mas quie' q re vd. que le diga en que ha consistido hasta ahO'