CLAMOR DE LA RAZON" Y LA LEY A SUS INFRACTORES. ¿TTasta quando Maehíavelos serviles escucha- ré; s la -voz de la verdal y dexaréis las tenebro- sas «pridas de los crasos errores y de la ignorancia? ¿Quand." será el día que todos pedamos congratu- larnos en los li^oniero» braros déla mas sincera amift-id? ¿Que instarte «era A tan feliz que en 'u rápido \uelo Hebe embustas las tiernas emociones de nuestros sensibles corazones? ¡Oh', llegue la d diosa hora en qne á pma9 pris.o ifs, y vos no menos ha llegado «1 dia que ju- jais con los laxos de vuestro cautiverio. ¿A qué co;a no se impone el hombre? á tolo ¿mas á la es- clavitud? ... ¡ Oh pese el germen de la libertad que nido tan temprano en su sensible corazón! Despreciáis la libertad- si: mas ¿que libertad? uní libertad qUe á pesar 12. aíios de cruentos sacrificios se sancionó al ím en aras de la ma- yor felicidad: una libertad que es y será el timbre que perpetúe la memoria del mas Au- gusto de los Soberanos, y una libertad tan- to mas lucrosa, cuanto mas infatigables han. si Jo los esfuerzos para recobarla. Todo esto lo conocéis, y no pudiendo resistir á los re- petidos golpes que en vuestro corazón infe- re la razón y la justicia, queréis cohonestad ■v uestra perpetuada obstinación con querer probar que la constituciones nosciva á este suelo y que no debe plantearse en esta América. ¿Ygnorais el sentido literal y los morales fines de tan sabia carta ? ¿ No conocéis la sana política que en si ei'ibuelve, y la verdad desnuda de los especiosos celaos en que se o-ulta la lisonja ? ¡ Ah'. to- do lo veis» mas sin perder de vhta vuestra propia con oÜ0< 1820. En la Imprent i de D. Manuel SaTas> calle 3. de San Francisco.