DE LA NATURALEZA DEL INDIO. lecticencia y tiranía, se hallan hoy reducidos á un es- tado de abatimiento tan excesivo que ni ellos mismos se saben apreciar. Mas para estímulo y consuelo suyo publico parte de la obra que escribió el venerable Sr. D. Juan de Palafox y Mendoza, bajo el titulo de Ja Naturaleza del Indio. Desearía poder hablar en favor de estos ciudadanos desgraciados todo aquello á que son acree- dores y á que nú naturaleza me inclina: pero cuando diversas causas me lo impiden les proporcionaré á la menos la lectura de los siguientes capítulos extractados de la obra indicada. DEL VALOR Y ESFUERZO DE LOS INDIOS. Porque es muy ordinario á las excelentes virtudes deslucirlas con el nombre de los vicios é mperfecciones tQas vecinas, y llamar á la paciencia cobardía y al va- lor, crueldad, y á la libiandad, galantería, y al ze'.o san- to inquietud y ambición; y á esta docilidad de los in* dios, la suelen llamar credulidad y facilidad por de- Jarse sujetar á la real jurisdicción, y corona de Espa- ña, y aun la llaman vileza y bajeza de animo, y po- co entendimiento, y discreccion; debe advertirse, que en 'sto no obraron estas Naciones solo por temor, ni son, *¿ han sido tan pusilánimes, ni desentendidos como han pu- blicado por el Mundo. Porque de la manera que estando Fernando Gorte's no solo con trescientos soldados y diez y siete caballos ?Omo á los principios estuvo cuando entró á la Nueva Es« 2 paña, sino con mil y trescientos soldados y doscientos caballos que se íe agregaron, con los que trajo Panfilo de Narvaéx, no solo le echaron de México los de aquel!» ciudad: y sus circunvecinos, que respecto de lo restan- te de la Nueva España eran muy pocos, sino que 1* mataron ochocientos hombres, y á e'I y á todos los dema* los hirieron y obligaron á volver rotos, y deshechos h TiaX' cala." Es ciertisimo que si á los principios no los reci- bieran como á huespedes y á hombres admirables, y co- mo á Dioses 6 Teules venidos de provincias no conoci- das, y llenos de admiración y espanto de ver hombres con barbas y á caballo, en animales que nunca habían vistoi y a los caballos y perros tan feroces que los veían cO» mo racionales acometer con orden unos, y otros mirando también unidos y trabados los hombres con los caballo» que creían que eran, de mía pieza, y medio hombres y rnedio fieras; viéndolos embestir con tanta ferocidad, y re- f ^t parando asi mismo en lo que sus Dioses les tenían di-r cr°Ji cho, que habían "de venir á mandarlos naciones hijas dej ^ Sol, por donde el nace, espantados juntamente con lases- copftas ó mosquetes-, que resonando tanto y viend» qu* ton ellas mataban á las gentes, sin ver con qué los ma- taban por ignorar aquel secreto y oculta fuerza que ar-" rojaba tan lejos aquellos pedazos de plomo, con que ellos V 1 índj ^era habi Hatu lúe t<5 ¿ «es fllSÍE, v «'«id: * i varoi pensaban que aquellos extranjeros eran Dioses 6 Teules que L**^ fulminaban rayos y mataban cuando querían y como \I. P1 querían. Ce> Si á los principios pues, y luego que entraron los . 3 Españoles no les ocupara la admiración y curiosidadá los<' |Aes Indios, sino que todos se juntaran eainrj los nuestro* ó tuvie» s ran ¿g-uales armas o caballos, ó se hubieran unido y con-■ 1 formado y no andubieran divididos y en guerras san* .^ro] orientas entre si los ¡ Tlaxcaltecas, de quien se valió Her- . *n nando Cortés Con los' Mexicanos y los Totonacos con .0,ant ©tías Naciones, «no-puede negarse que el valor de lot - ,/estr naturales fuera grandísimo, y su resistencia hiciera en e»* •' j^0* 1' te tcaso 'muy peligro*» y dificultosa *u conquista» . '-injW9 de "a M e i # v in o; i» lo 8 s fíorque -sin embargo de ser la v^nfaja de 'fas -armt-.s te los nuestros tan grande, que los. Indio» peleaban, con fcalos y pie.dras, y. los oíros con. espadas, y arcabuces; ^ los unos á pie, y, algunos dé los otros á caballo; era- estian los Indios con grandísimo valer, y se juntaban, y '°njiiraban. cuatro 'y seis. Indios desarmados a coger un ca- alio y detenerle ea su carrera, «siando armado el soí- sobre él, y , le solían derribar,, y llevársele:. y hubo ^o que, de una cuchillada con una espada de .ma- le derribo del . todo la cabera á un .caballo ,v y otro que Riéndole a i ra vezado con una lanza el cuerpo, fue'ca- vilando por ella misma clavado hasta llegar al s soldado ^,Ue la tenia empuñada, , y herido y muriendo ■ se Ja qui- de las roanos: y en México- se defendieron tres mt* >ya muy .desamparados de los suyos, -con gran- 'siruo valor, y haciendo sus acechanzas,, y emboscadas j^ngañando en ellas á soldados tan experimentados y va- - r0sos cerno . Hernando Cortés, y los suyos, - y padecie- :) (j11 increíble ambre y trabajos con grandísima fortaleza* (Je ai^p10: y el último Rey llamado Guatcmuz con ser de edad t . vdnte y cuatro años, después de haber defendido la . 'ictad con . increíble costancia y fortaleza, cuando vio que • no tenia gente, luego que retirándose le cogieron y lle- tar°n á. Heniadno . Cortés, y perdida del todo^su i corona, ndido delante de él se Veía cautivo, le dixo: Tema es- jj. Tuñal (sacándole de su lado) y mátame: como quien Ce» que sin imperio,y libertad le sobraba la vida. Fue para los Indios ver hombres á caballo, y awi- ¡ " que ?mDeítian á.los hombres, y tan asidos y tra-, \ •con 'os mismos hombres, que creían que eran de ■ ^a pieza f el caballo y caballero, lo mismo que si á ^ropa viniesen Naciones -extrañas, y nunca vistas, Vo] lQla2lna^as» y cristiano empleo. ,Y asi las Indias, sus provincias y Reinos, sobre ¡merecer la merced que el Rey les hace por no haber cos- tado mucho á la corona, la merecen por haberla enri- quecido con tan copiosos tesoros, cuales nunca se vieron en el mundo, ( siendo solo suyo el darlos, y de los'Mi- nistros el lograrlos. Y es sin duda, que para las con- tinuas guerras del Sr. Emperador Carlos V. y serenísi- mos Felipo II. y III. su hijo y nieto,. y las frecuen- tes y pesadas que los Reyes de España han tenido para defender la.Iglesia y la Fé, y su dignísima corona y casa han importado tanto los socorros de las Indias, cuan- to se puede fácilmente reconocer de los que han venido) *tesde el año de , 1623 hasta ahora, y de los que han faltado, cuando por algún accidente no 'han llegado, que ha causado dañosísimos efectos.. DE LA PACIENCIA DEL IKDIO. Entre las virtudes del Indio mas admirables y ra-í ras, es la de la paciencia, por dos razones principales. La primera, porque cae sobre grandísimos trabajos y pobreza» La segunda, porque es profundísima, c intensísima» si»qtte se le oiga tal ve», ui aun el «nspiro, ni tí gemido, ni la queja. Cae sobre grande» trabajos, pue¡| cuando su común vivir interior es tan pobre y mise- rable, ya se vé cual será la sobrecarga del padecer exte- rior. "Porque sobre el descanso, es tolerable la fatiga; pero sobre la misma fatiga, otra fatiga; sobre un trabajo, otro trabajo; sobre un axote, otror aaote; es padecer de supre- ma magnitud. No refiero lo que padecen, en este discurso donde hablo de sus virtudes, por no mezclar, con ellas ágenos vicios, y porque seria preciso mortificar en el á los que con bien poca razón los mortifican 4 ellos,, y mi mren> to solo es favorecer á los Indios, si pudiere, sin tocar» ni desconsolar i los que á ellos lastiman, y desconsuelan. Solo puedo asegurar con verdad, que exemplo mas vi- vo en el padecer, cuanto á lo exterior, que el de «y tos naturales, de los Santos Mártires, y Confesores, y de 1 aquellos que por Dios padecen tribulaciones y penas, ra' me parece que se puede ofrecer á la consideración» y qué yo los he deseado imitar, y los miro y conside- ro* como espejo de una invictísima paciencia. Pues por muchos, y grandes que sean sus agravios, rartsimas veces tienen ira,' ni furor para vengarse, ni satisfacerse," ni aun se conmueven á ir á quejarse á Jo«t superiores, sino es que alguna vez lo hagan infinidos, ó alentados de Españoles, ó clérigos, 6 religiosos, ó de otros de agena condición que ya lastima los de lo q te padecen, ya por el relo de la Ta ron, ya por servicio del Rey, y su conservación de ellos, ya por sus mismas utilidades, o pasiones les per» «naden que se:vayan á quejar. Porque lo ordinario es padecer, y callar, y pasar, y cuando mucho ausentar?* de unas tierras á o'rás, y seguir el cohsejo'del Señor cuando dijo; si en una ciudad os persiguen, huid á Oirá. Ni ellos buscan armas para vengarse, ni ellos vocean, ai se inquieran, ni se enojan, ni ■-se-alteran,* sino que <*) Math' 10 v. 23.I 8 const liten 'dentro de su. resignación, y paciencia, todo su ">tffibajn. Si á *A)o4' llega1 el1 superior y íes manda que Hi- len , hitan; fieles niaiida cjue tejan, tejem si ¡es manfla que lomen ctlatro ó res de corazón, sujetos 5 todo el mundo, pacientes, su- frido*, pacíficos* rosegados y digno* de grandísimo amor y compasión. r MEXICO? 1S20. Oficina de D. J. M. JBenavente y\ Socio*