/ó- 1 DECLAMACION DE. UN MILITAR. id itares de todas clases, cuyas almas estén preservaba* de la corrupción moral que producen en el coraren humano la fajta de setimientos de humanidad y raíon, cuyo manejo no este manchado con el despótico proceder, el egoísmo, y la mala fe, a vosotros os dirijo este escrito; solo vosotros seréis capaces de darle el aprecio que merece, solo á vosotros les es dado su acó jida; sí, á ella apelo y uno mis clamores con los Gefes, que bajo calidad de hombres prepotentes com- padecen y sienten todo el peso de la opresión y la miseria^ en. que por desgracia se halla el desventurado militar, prin- cipalmente el subalterno en este suelo. Cuando en el año de 1812 juramos la Cohstitución de la Monarquía Española, esperábamos con impaciencia el Código ruilitar tan anunciado en aquella época, que patentizaría con pruevas np.cla equivocas lá alta estimación q-ie merece la mas bella de las profesiones: que precisamente destruiría el despotismo y la arbitrariedad; y por ultimo que auyéntaria de entre nosotros a tantos::-.::::: á tantos zangaños que chupan la sustancia de Ja Nacjon, la destruyen en lugar de sostener- la, y gozan muy poco concepto entre petsonas sensatas. Tubimos la desgracia no solamente de no ver estos desea- dos estatutos, sino que esparcido por nuestra antigua España el genio del mal ála restauración del deseado Fernando, rmmó" la libertad Española, en la época precisamente en que creía- mos completarla. Militares; en el dia ya volvió a ser feliz la Nación E->pn- ñola; ya lo es, pero el desventurado militar admir:i la feli- cidad de la época que le rodea, cuyos beneficias son para el paisano hasta ahora, mientras nosotros permanecemos todavía **n la anterior desolación de ideas, y cormpcinn ¿e cons'uinbres. ¡Que dolor". El militar á pesar de que es consiricr-.do -como uno de los primeros ciudadano;,, nó-g^za de tales prerro-2 garivas y parece que es de peor clase y condición", que el arte- sano y el mendigo; pues las mas veces esclavos del capricho y arbitrariedad, no goza de libertad, y a>d puede conside- rarse cano único $ér escluido de la sociedad Española, y de los derechos del hombre; ó para decirlo mejor biene á ser un cero aislado, la mayor parte no tienen bienes ni raices, luego lo {mico á que estos podían aspirar que es al beneficio de la seguridad personal, les es tan quimérico que apenas se puede demostrar. ¡Cjalá (como es de esperar ) el nuevo orden de cosas haga una reforma entre nosotros, como la estamos viendo felizmente en todas las demás c'ases del estado! ¡ Dichosos los gobiernos (CQRio el que tenemos en el dia) que erijidos baja unas leyes racionales saben conser- var indemnes sus prerrogarivas y derecho* ! j Y desdichados, de aquellos que son subyugados por la fuerza, la arbitrarie- dad, y el poder ! Hasta ahora ha sido común sentencia venerada y sostenida en la milicia, que jamas el superior debe dar la razón al infe- rior aunque la tenga, para dejar de este modo bien puesta Ja subordinación. ¡Que máxima tan criminal! i que espan- tosa abominable y contraria al derecho de los hombres t ¡ que destructora de las leyes más srgradas ! ¡que distinta de la*» benéficas intenciones de nuestro actual gobierno, de esas santas, intenciones que dictadas por la virtud tanto enzalsat* k los dignos ciudadanos Españoles T Por lo común en algunos cuerpos desordenados, no rije •otra ordenanza para el gobierno interior de el, que la voluntad del gefe que lo manda; siendo- axioma evidente que el oficial que en un toda arregla su conducta á la ordenanza, ha de tropesar c:n, el infractor, siendo su vida un tejido de pleitos (comy he vis-.o muchos ) qu^a con qrien viene en su mano la venganza, y encuentra su atrazo eL infeliz, tor lo mismo qu« debia servir á su prosperidad» No por esrr» quiero decir nos faltan leyes, todo to contra- rio; tenemos unas ordenanzas sabias, y admiradas de las de- linas naciones esírangeras; no habiendo nada de voluntario en la milicia,, pues, todo, está sujeto a reglas, y son muy pocos á inmunos los cas.os. eu que tiene lugar la opinión ó adviíra- íiedad.Suspendo la pluma hasta aquí, pues cada punto de los que he tocado pedían in bolumjr.cso hljro, y no me hallo en el caso de hacerlo; por que ni mi talento, ni mis ocupaciones .me permiten dar rienda á mis deseos, si t>o.o á haber roto la nema al silencio militar, sirviendo de estimulo á los frau- des talentos para que s« dediquen á desterrar abusos, ratificar verdades, é ilustar hs autoridades, que esto es en mi opinión el verdadero sciiiiuo ce libertad de jxu- qj renta: así el ejercito corresponda á mis intenciones, y lo- graremos que los defectos de unos sean escarmiento de otros: estos formarán sus cautelas en adelante, y la Con- traposición hará realizar la constancia de los que no caye- ron, no cludando tomarán el mas sostenido empeño en reali- zar el yroyecío; por qué ¿ quien será el que no pretenda inilegnixarse de los atrazos y perjuicios que ha causado ? ¿ quien de mis dignos ccmraüeros será el que no se apre- sure á justificar-e á sí, y salvar á otro', ? ¿quien será tan indiferente que se desentienda de hacer un pequeño sacrifi- cio por sí, por su profesión y por t-u Palr¡a ? El hombre cuyas pasiones frias, lo tienen tan pa- cifico que se halla exanime de cooperar al bien de la nación, y de su heroico instituto, materias principales, e interesante e¿ta ultima que debe llamar la atención del dia y no se ha tocado, huya de entre nosotros. Pestierre;e la inacción; aprendamos, pues de la bene- mérita guarnición de la Habana, estes dignos cefes y oficia- les fueron los gloriosos inceptores de Ja libertad civil en las A nítricas: dios tubjeron la gloria de ser la p:-r;e de es'fs C«»-4 tes ) acreedores á igual gracia que la oficalidácJ de la Haba» na, qu« desteraron el hambre y la miseria militar1. Me avergüenzo de hacer es';a pregunta: sí., me aver- güenze, pues s-gun miesír) silencio parece no existen, mili- tares ei Nueva TVpáña parece somos indignos de razón de igualdad , cuando hemos pautado nuestro comportamiento militar en las circunstancias más críticas del estado, eu las mas escazas, y en las que hemos sabido caminando por la senda de la victoria, llenarnos ¿e aplausos en fuerza de constancia y servicios señala ios. Jamas pensé ser autor: jamas pensé traspasar los limites que me prescribe mi obligación y empleo; jamas creo faltar » estos con lo que he hablado. Me haria una notable in- justicia el que creyese que este escrito ha sido parto de un espíritu de oposición, y no de la mas pura lealtad a los gefes y á la rnilicia; como en obsequio de desterrar la miseria de la clase subalterna como lo han hecho nues- tros compañeros de armas, en la Habana, Sea una nuestra Voz: hableuns en razón y justicia, y 110 dudemos de la concecion de nuestra suplica; lo repito: no dudemos, pues por fortuna tenemos k la cabeza de nuestras tropas y nueva España un Virrey justo, cuya afina esta poseída de los sentimientos de humanidad y razón que declamo al principio de este papel, y es la escuda practica de las virtudes civiles y militares. Puebla 31 de Julio de 1820. Oficina del Gobierno, Calle de Herreros. Bu. Precio medio real.