LA PETRIMETA ■ CORREGIDA. i1 PUEBLA. AGOSTO I ? DE 1820. Oficina del Gobierno, calle de Herreros. 'JSfón ofnnibus ornnia. Mientras, que águila real levanta el vuelo:, Ia empresas grandes toma 'generosa, Atierra escarba el mísero polluelo.DIALOGO PRIMERO. EL TOCADOR. Doña Pepita y su criada Alfor.sa, O'" ue hora es Alfonsa? Aífon. Cuando llamó V. con la canipanita, acabaren de dar las diez y media. DJ. Pep. Buena es para levantarme, que anoche roe desvele por qne rechinaron las vigas y me pareció que temblaba, ya he dormido media hora mas de lo regular. . Alfon, ;Ha de ir V. al tocador? DA. Pep. ¡Que pregunta tan necia! ; Cuando he dejado de hacerlo? ¿Sé dará tiempo mas precioso, y mas bien empleado que el de la com- postura ? Yo la tengo por necesaria y muy indispensable entre la» señora- de rango. Al}. j.'s qye no alcanzará V. la misa de once de S. Francisco de* Paula que oi es viernes. .- Di. P¿p. Coi e-e haga yo la intención es bastante. Aun I05 dfas de fiesta que (rAjo per costumbre oir misa de doce me voi á sentar en la tarima de un cor. ^senario, y me estol abanicando incensantemehte poe el calor; a: urdida con el murmullo de la gente, y los gritól de loa muchacho--, no ruedo tener atención en el altar; al toque de la campa- nilla roa ooi ¿Ktfe go:; etiros de pecho con las puntas de los dédos.ú con fa del abanico, y si conozco n eftos postizos! con ellos se ahorra' el trabajo de estar con \¡t¡s a»'¡uibrcs.ó popclhos.Dd. Pep. El gusto se ha afinado muchísimo... ¿Y el peine grande de la bombe ? Alfon. ; Ese que parece resplandor, y queda como tejadito de coche de camino2 ;aqui no está? Dd. Pi'j). Pues no lo habia vLto... Aías dime, ¿no ha venido D. Jo- lian ? Alfon . No señorita . Dd. Pep. ;Ni ha mandado los pañetes que h;.bran salido? Alfon. Tampoco. Como el pobre lo^ handa leyendo de coca, y lie- go busca quien se !os prestí- para V , por eso se tarda. Dd. Pep ¡Que no haya salido todabia uno de mérito! Alfon. ¿Como que ñor si di¡o aruí D. Pedro que habia salido ur» muy juicioso , que Ies ■ hahiá Recitado á todos la pajuela . Dd. Pep. Si, es verdad, tu - lo dirias si lo hubieras visto, y hasta tata Nicolás el aguador; pero se entiende respectivamente. Mira tú co- mo es la cos.a , ese otro papel del Conciudadano se acerca un si es so es al mérito de que yo hablo. El estraña las grandes funcio- nes en la jura de la Constitución , y debe instar mucho, porque se hagan, pues nos proporcionan en los paseos lucir el aire de taco, en, los bailes nuestra destreza y desemboltura, y en las conversaciones la marcialidad y desahogo. Por mas que los escritores apuraran sus talentos y aunque'hubiera ti na-¡pluma en cada dedo, serian muy niños para pintar un rasgo de nuestras prendas. Alfon. ¿Y ese que salió del unevo entremetido? Dd. Pep .Ya merece alguna atención, aunque tiene para mi el defec- tillo de estar en medio pliego extendido á manera de bando, con la nota de se continuará quedándose la otra mitad blanca. Alfon. Aqui está el coreé.....pero parece que esta chico, pues le falta como una cuarta mia para serrar. Dd. Pep. Eso cabalmente es lo que tiene de bueno; aprieta hija, aprie- ta recio, que tus fuerzas bastarán para ajusfarlo: el tenerlo asi es muy conveniente, por que estando flojo salen zaratanes en los pechos, y tiene una que padecer el martirio de que se los corten, después de ía molestia de ponerse el patriotismo para abultarlos mucho, á mas de la que nos causa el entuciasmo, ó como algunas t poco instruidas Je llaman culo postizo: vaya que por tener buen talle daria de buena gara tres ó cuatro costillas que me sacara el cirujano. Y con todo es- to, que no haya habido quien nos diga por ai te pudras: ni una me- moria han hecho de nosotras en tanto papasal, cuando creique desde los primeros se publicaran nuestras bellas gracias, nuestro dulce atractivo, y todas las condiciones que tenemos .muy arregladas á un siglo tan ilus- trado. ¿No es esto un insulto y una gran picardía? Alftn. Si señorita, es tamaña desvergüenza; pero creo que después qoese batan bien el cobre los Ciudadanos, acudirán & batírselo á las Ciu- dadanitas: no. por eso desmaye V.: ni deje de observar en un puiiro las juiciosas 'reglas del currutaquismo, antes bien debe V. reformadas mas cada diá, para que no tengan que hablar los de tamaña lengua cuando llegue el caso de que entremos en la colada. Pero por fin, señorita, ¿nosotras somos pedasitos-de Reyna, ó cabales por un po- quito de tiempo ? . Pep. Nos, las petrimetas del nuevo cuño, jamas liemos necesitado la Constitución para tener Soberanía: nos sobran fieles servidores y mu- chos aJoradores; nuestro imperio rinde corazones ¡numerables, los ava- salla,, los pone como una sera para que no lleguen á desertar. En nuestras coyas y fuera de ellas somos servidas de personas de la ma- yor distinción y carácter. En el templo, ya lo ves, nos llevamos toda la atención de los concurrentes, y les merecemos mas aprecio que al Señor Obispo de Pontifical: de todo esto se pierden las hipócrita» santurronas que no quieren seguir tan bello ejemplo. •Alfon. El otro día que fuimos á la Catredal me acuerdo, que apenas vio á V- un señor y que se empieza á hacer mil cruces, y como que rezaba; que gracias no le daría á Dios al ver tan grande hermo- sura...-aquí están las medías de la patente,;no be visto otras n;as ca- ladas, sobre que se vé fá"'viva carne... ¡que peca feda tienen! con razón vino este regalo en la cascara de una nuez.... . ¿Quiere V« los za- patos de color de carne de doncella» ó los blancos de color de piará? T)á. Pej>. Todos son unos mismos, no te aturdas Alfonsa por Jesús'; y ten destreza para distinguir las cosas: dame aquellos de color de ga- vilán, que tienen dos dedos menos de la media, por que los que ha-, cía el maestro un dedo mas chicos. no, quedaban bien asentados. ■Alfon. Cabal, señorita, estos si que quedan ¿buenos, vea V. comoá tan- to jalón se han puesto las taloneras como papelitos de sigarro ¡y que bien que luce lo enlazado de los listones! T>ñ. Pep. Estoi pensando para cuando se estrene el traje nuevo de U Constitución, convenir con las amigas de no ponernos ya medies, fino un gracioso tejido ¿e listone?, el túnico algo zancajoso, [por que esta muy común el largo] ó con ur.os picos de A cuarta, y en cada punta u'na borla y una bala dentro para que este' bien asentado. á. Pep. No, que ahora tienes derecho para casarte aun con un Mar- ques. Alfon. ¿Y V. se casará aunque sea con un cochero? T>á. Pep. ¿Como es eso de cochero? Un demonio para tí y para et .cochero.. • Alfon. Pues señorita de mi vida, éso dirá también el señor Marques. Á mi se me figúrala igualdad . como una cosa pintada, que no mas que entretiene. Pep. Calla boba. Cuando lean aqui los papeles ven á oírlos para •».-ooe- te instruyas. Ese del tejedor. es muy Sencillo y lo §me Jeras * •.•fácilmente: no discurre por principids elevados y estrambólicos come» -los discípulos de un.filosofo que o¡ decir, que cuando hablaban y su • maestro ya no los entendía, los «declaraba por .aprovechadísimos en su escuela. Alfon. ¿Los principios filósofos son, señorita, algunos guisaditos de ¡ftiodaj para apuntarlos en mi cuaderno? JDá. Pep. No lo sabré explicar,, .por. que mucho de lo que hablamos solo lo entendemos acá para nosotras . Alfon. Eso es lo corriente; pero véase'V. bien por delante mientras yo la reviso por detras. v Tiá. Pep. No puedo menos de emberrenchinarme al ver el poeo apre- cio que se nos ha hecho'. ' j Alfon. Yo pienso que los que han escrito hasta ahora, á son viejos de virrete y- pretina, 4> están cortadas por tijeras antiguas,; que no Ies acomodan las cosas ilustradas del dW. también puede ser, que como están ahora con las elecciones de los apuntados qrw.jiaa de ir er.que á Madril, hayan dejado este asunto paya tratarlo después como merece. Dd. Pep. Y bien, ¿y las elecciones, ó mas bien las' prostergacioneí que se hacen de las señoritas, no merecen tratarse asi mismo con prontitud? ¿No se ha de desimpresionar desde lusgo al Público del6 concepto en que nos tienen algunos majaderos [ haciéndoles mucho fa- vor] que para to;nar estado buscan mas bien beatas rezadoras de no- venas, que no á una de nosotras en quienes sin duda se hallarían una bolita de oro ? * Alfon. Si, señorita, no dude V. que se hará todo eso y mucho mas. JPJ. Pep. Asi me lo prometo, como que también dijeron la otra noche, que se va á desimpresionar al vulgo, de lo muy honesta, útil, é ins- tructiva que es la diversión de las comedias: por mí puedo asegurar que en el teatro he aprendido muchas cosas, aunque un poquito muy matas: pero demasiado interesantes á las que viven en el mundo, Par» pasarla bien en él, es necesario hacer un gran papel. A/fon. V. señorita lo haca demasiado de bueno, y no se to bao da em- patar muy ainas. D.i. Pep. ¿Conque no adviertes ahora cosa que me falte? Alfon. Juicio y quutud en esos pensamientos que incomodan á V. jr la aflijen. Dá. Peo. Alfonsa, no puedo menos de electrisarme. Alfon. rúes haga V. por que no, por que el rostro i» padece: aguarde V. le pondré unas chapitas de color que disimulen. Da. Pep. Falta otra cosa? Alfon. Lo último, de todo, que V. se persigne. Dá. Pep. Noj ahora no; lo vendré á hacer con mas espácio, y be- saré también la cruz del rosario, que lo tengo colgado en la cabe- cera, porque el cuello, pechos, y pulmón, deben estar despejados y al aire, libre y les afea mucho cualquiera prietesito: vale que á no- che me persigne el corazón dos ocaciones, para que no me dieran pesadillas. Voi con prontitud á la tienda del mercader D. Sancho Araña, haber si me dá una cuentesita, y si le han llegado ¿únicos de la Constitución. Alfon. Señorita, vea V. si le han llegado naguas de la Constitución, con eso me sac% V. unas. Da. Pep. Pero ya sabes que lo que vale diez lo pone por veinte. A!fon. Masque lo ponga por treinta: también sabe V. que ya tío pueda embargar a V. las alajitas, ni ponerme á mí en la cárcel, gracias á la Constitución, y asi como pone los precios á su voluntad, la pa- ga la haretnos á nuestro alvitrio. Da. Vep. 'Quien sabe si querrá liar con ese modo. Alfon. Y si no, que se le pudran los géneros, ó que se los coma, DA. Pep. Pues í Dios Alfonso. Alfon. Hasta lueguito, señorita.