m CENSURA DE UN LIBERAL, AL PAPEL TITULADO EL AMANTE DE LA CONSTITUCION, DIRIJIDA A SU DEFENSOR. Señor defensor del amante de la Constitución: He leí- do con bastante estrañeza el papel de V. titulado: De- fensa al amante de la Constitución. £1 contenido de este último me ha parecido anti-religioso, anti-constitucional, y anti-social: y viendo envenenar á mis compatriotas, y que V. en su papel trata de apoyarlo, tomo la pluma para hacerle ver las maldades que contiene ese escrito que tanto alaba, y que V. abriga en su pecho las mismas máximas de impiedad que st^ autor, si no lo disculpa una torpe y vergonzosa ignorancia. Y asi, viendo que se tra- ta de autorizar la maldad, coadyuvando de este modo á engañar al sencillo pueblo, me considero obligado, como todo buen español, á contribuir á la salud de mi patria, a la que por hallarse enferma de opiniones políticas, quieren algunos lobos, vestidos con piel de oveja, devo- *ar, aprovechándose impune y alevosamente de la oca- sión. Dice su ahijado de V. » Si cuando Fernando re- cobró su libertad, debida únicamente á nuestros trios, y no d las mentidas preces de los frailes." (i) Ya el autor de la censura contra el amante de ¡a Constitución ha hablado sobre esta proposición: dejemos á este buen ciudadano en paz, y vamos á tratar este asunto con la reflexión que requiere. CO í^pel titulado el amante de la Constitución, píg. a»2. Esta proposición consta de dos, la una afirmativa, y la otra negativa,: esdecir: que la primera afirma que la libertad de Fernando fué debida únicamente á nues- tros brios, y la segunda niega que esta fué debida á las mentidas precis de los frailes. El juzgar si son mentidas ó falsas las oraciones de los hombres es privativo de Dios, pues solo él ve sus corazones, como consta de las sagradas letras: y asi es un temerario arrojo de su héroe de V. el decidir de las de los frailes, y un atroz insulto al mismo Dios el apropiarse su autoridad. Este fué el pecado de nuestro primer padre, querer saber tanto como su criador: y no siendo nosotros jueces competen tes para decidir del fundamento en que estriba la segun-- da proposición, hablarémos solo do la primera, Es menester que convenga V. que entre tantos individuos como componen la nación española, ha habí; do, hay, y habrá en lo sucesivo muchos rectos en su modo de pensar y orar. Sabemos, porque la Iglesia nues- tra madre nos lo enseña, el gran valimiento que estos tienen con Dios: y por eso cijo el apóstol Santiago: mu'' cho vale la oración continua di justo Sabemos también que pocos de estos las mas de las veces suspenden la justa ira del Omnipotente, provocada por muchos peca- dores: y si no, dígalo el pasaje que le sucedió á Abrahah con las ciudades de Pcntápolis. Luego siendo esto asi, una de dos: ó V. y su alabado autor creen la gran efi- cacia de las oraciones de los buenos para con el Dios de los ejércitos ; ó las consideran enteramente inútiles c in-- eficaces. Si lo primero: es una grandísima impiedad, co- mo con mucha razón dice el autor de la censura contra el amante de la Constitución, el decir cjue la libertad del Rey fué debida únicamente -á nuestros "brios, pues esa palabra, únicamente, excluye el influjo qué en e«.to han tenido las justos con sus fervorosas oraciones. Si lo se- gundo: le citaré, para prueba de la gran efi acia de las «raciones de los siexvos del Dios de las baial'.as, el su-•ceso del piadoso rey Ecequías, que nos refieren las sagra- das letras, el cual hallándose enfermo-en cama, y sus es- tados invadidos per Senaquerib, rey1 de Asiría, con un formidable ejército, rogó fervorosamente á Dios, y este mandó una noche á su ángel esterminador, el cual dió muerte en ella á> ciento ochenta y cinco mil soldados de este orgulloso rey, el cual al dia siguiente tuvo qu« po- nerse en fuga, salvando Dios de este modo á su pueblo. Pudiera sacar otros ejemplos de la escritura santa; pero dejémoslos, no sea que V. conformándose con el len- guaje de su héroe, de que adelante tratarémos, diga que esta es una profanación sacrilega que han hecho los frai- les del sagrado testo; que es una falsa historia, indecente patraña, &c: y a