CARTA DE UN CONSTITUCIONAL DfJ MÉJICO Á OTRO DE LA HABANA. ___ M i querido amigo: = Después de congratular- nos recíprocamente por la admirable y portentosa mu- danza de nuestro sistema político, podremos recordar en dias mas avanzados la dulce memoria de un gran- dioso acontecimiento, que rompiendo las cadenas de una vergonzosa servidumbre, ha librado en nuestro fa- vor y en el de la posteridad, el apoyo mas sólido de la libertad racional, de la dignidad del hoihbre, y de la plenitud de todos sus derechos. ¡Viva por mil veces gra- bada en la memoi Li de los españoles la época venturosa de su gloriosa emancipación! ¡Felices los veracruzano» que han comenzado á disfrutar los beneficios de la di- vina Carta, desde el momento en que se ha juradosuob- servancia por uno de los actos mas sérios y sacrosantos de nuestra religión! A lo ménos, nada se aventura en decir,que los nobles veracruzanos notan solamente han sido los primeros de este vasto conrinente en proclamar el eco dulce dé viva la Constitución^ sino qo de viva la Cunstitucioiiy ofreció á sus confusos espectadores toda la idea de un fúnebre aparato: un espectáculo seme- jante despertaba en los pechos generosos y sublimes, to- da ú insigai':ipo.que provoca el crimen nefando y exe- crable de lesa nación; pero la fresca y reciente memoria(3) de los horrosos sucesos acaecidos en Cádiz el aciago de marzo, contuvo y reprimió el ardor de nuestros pal- pitantes corazones: el placer se convirtió en pesar, y las justas quejas de la noble emosicn de nuestras almas, se aisláron al recinto de nuestras respectivas habitacio- nes, ¡qué dolor! Esa misma tarde siguió la jura de los cuerpos de la guarnición, que imitaron á las autori- dades en el modo y en la forma; todo fué en abrevia- tura y aisladamente dentro de sus respectivos cuar- teles. No hubo, ni se pensó siquiera en una triste salva de artillería: por la noche no hubo iluminación ni tea- tro, como noche comprehendida cautelosamente en el devoto, pero estemporáneo septenario ccwenzado seis dias antes ¿Quiere V. que le diga mas? voy al caso. Al dia siguiente, festividad del Corpus, dia grande para los. católicos, hubo función en el coliseo. El acomoda- do título de la comedia en su original las lágrimas de la viuda, se había anunciado mañosamente bajo la si- guisnte denominación: Después del nial resultar el bien, ó el venturoso dia. Este hermoso anuncio, constitucio- nal, mezclado con una brillante marcha nacional que tuve oportunidad de leer por la mJfiana, habia infla- mado mi alma y la de mis amigos, con aquel divino fuego que-produce el mas noble entusiasmo. El jura- mento del dia anterior,el anuncio autorizado por el go- bierno, la festividad del dia, todo á la vez parecía reu- nirse felizmente para indemnizar por la noche los de- sacatos irreligiosas del dia anterior.LIegó, por fin, la suspirada hoza decir resonar en nuestros impacientes oídos el éco armonioso de ciudadadanos españoles, cea su estfivillo consolador de viva la Constitución. La efu- sión de nuestros corazones convertida en un fuego ca- si divino, prcclamámos les buenos la grandiosidad de la sublime Constitución: viva el rey constitucional, viva la unión,y viva el virey: he aquí la generosa y decoro- sa conducta de los qué rompieron la aclamación con el sonoro, grato, y magestuso eco de viva la Constitución.(4) iQuiece V. saber mas? prepárece V. para oír cosas asom- brosas, ¿Querrá V. creer, amigo mió, que á tan since- ra, pura, tierna y ordenada alegría, se la bautizáse al dia siguiente en la inmunda pila de los enemigos del rey, de la Constitución, y de la religión misma, con el epíteto denigrativo, subersivo, y sedicioso de alboroto; que tanto monta, como iusu'to á la autoiidad y á las leyes ? Pues es cierto. Se formó lista de los principales campeones; y no sé si habré tenido el alto honor de ser comprehendido. Me han asegurado, que la llevaron á S. E. y no dudo que á no ser por la égida del Códi- go sagrado, y las consecuencias de la infracción del artículo 172, en su undécima restricción, tendríamos ya á la fecha sobre nuestras constitucionales cabezas et formidable peso de la proscripción. ¡Que contraste tan bello! En la magnánima mansión Hispana, el mérito de los hombres, se califica á la par de su adhesión pura y verdadera á las nuevas instituciones; y en Nueva Espa- ña, ó mejor dicho, en el emporio de la ilustración del imperio Mejicano, el hombre constitucional, es segu- ramente el blanco de la indignación del gobierno [O sá- bios y heróicos zaragozanosl permitid que los herma- nos de ultramar asociados con vosotros en la pureza y unanimidad de sentimientos, repitan con mayor razón, no es de nocber pero todavía no ba salido et solí No se quiere escuchar que la discordia es el medio mas poderoso para arruinar el mas fuerte imperio, y el pre- sagio mas cierto de su propia destrucción.Nos hallamos finalmente, al borde de un cisma político y religioso. Se tiene la audacia de condenar la sagrada Constitu- ción, en razón de la conveniencia relativa á los priva- dos intereses. Algunos indignos ministros del Dios vi- vo llaman herética la Con«stitucion,y lo que será mil veces pv'or> derramarán quizá en el respetable tribunal de los fieles, ideas subersivas del óiden, d¿ ía religión,, y de las leyes, A la verdad, la religión ha sido en to- dos los pueblos lomas importante, y es,bien sabido, que nada conmueve tan poderosamente las pasionesv coma 1m la religión bieD ó mal entendida. Un sabio politice de la Francia decía, que de todas las intrigas las de los ecle- siásticos son las mas peligrosas; y el gran político roma- no, que ningún gobierno ha sido jamas bastante para reprimir el fuego sedicioso de un pueblo que se ha ar- rojado una vez á la revolución, y á santificar los arti- ficios de algunos hombres como actos de religión. Mi imaginación engolfada en las sublimes ideas que inspira el dulce y puro amor á la patria, ha lleva- do irremisiblemente mi piuma mas allá de una carta amistosa y familiar, pero no es posible concluir sin dar una pinceleda sobre la multitud de especies interesantes que en tropel se agolpan y parecen disputarse ia prefe- rencia. En fines de abril no se ignoraban en Méjico los principales acontecimientos de España, pero el hablar de ellos era punto ménos que provocar la pezquiza in- quisitorial. Los papeles públicos, hasta las gacetas de Madrid, han permanecido ocultos en todo el mes de mayo, sin que se haya permitido á las prensas su pu- blicación. Aun hay mas. Se juró la Constitución el 31 del que ha finado, jy cree V. que está en práctica el artículo 371 del Código sagrado? Nada ménos que eso. No se ha permitido la reimpresión de la sabia y enér- gica esposicion de la junta de Zaragoza. La noche del 5 debió representarse en el teatro la comedia anuncia- da por impresos titulada: Ver derrocado en Galicia, el orgullo y la injusticia. Este título carecterizado por constitucional puüó en alarma á nuestro gefe, que iu« mediatamente prohibió su ejecución Esto quiere de- cir que se ha jurado la teoría de la Constitución con ánimo de infringirla La publicidad, como dice el sábio manifiesto de la junta provisional de Madrid, es el distintivo de los gobiernos ilustrados y libres, y por consiguiente la opresión y el misceiioso silencio con símbolo dé la ig- norancia y de la tiranía. Semejante conducta va siem- pre piecidida y acompañada de la imprudencia y dela indiscreción de los aduladores que la apoyan, y aiirt le pregonan laudable. Esf,e choque funesto y encon- trado de la verdadera inteligencia y sentido de tan sencillas teorías, siembra la desunión, la confusión y el descontento en el pueblo: y la autoridad unida al artificio con las voces abusivas de religión y tranqui- lidad; prevalece desgraciadamente sobre la santidad de las leyes. ¡Qué cúmulo de niales no se presenta á mi imaginación! Juran la observancia de un Código, y no observarla, es ademas de una solemne infracción, en- señar á los pueblos á la insubordinación y á la inobe- diencia, y marcarles la senda ominosa del perjurio. Pregunto ahora: $á quien se obedece en Méjico? La pre- gunta es espinosa, y no sé yo mismo como satisfacerla. ¿Se obedece al Rey según el antiguo sistema? No: por- que ya se ha jurado la Constitución. ¡¡Se obedece al rey según las nuevas instituciones? Tampoco: porque el magnánimo rey de las Españas quiere, exorta, y aun manda, que todos seamos constitucionales, y en.Méjico la deferencia á tales preceptos es un crimen político y religioso. Dice el rey: españoles, caminemos por la sen- da constitucional; y en Méjico se repite: hágase inprac- ticable tan funesta senda; senda que los malos llaman el camino de la perdición. A fe que no se engañan, pues saben, que proscrita para siempre la arbitrariedad y capricho de los hombres, hay una Carta preciosa que hará descargar sobre los malvados toda la indignación de las leyes. Y como el hábito es en los hombres segun- da naturaleza que perpetúa á aquellos en la série con- tinuada de sus estrayros, llaman con razón camino de perdición á una Constitución que no permite atentar impunemente contra el santuario de Temís. Parece d bemos deducir por consecuencia forzosa, que nuestro actual sistema práctico de gobierno, no se parece en cosa alguna á ninguna de las diversas formas lejítimas que bajo el nombre de regulares, irregulares, y com- puestas, se hallan recibidas por los publicistas y polí- ticos de las naciones civilizadas. Luego esta manera ña<7) existir, propende y se aproxima á la anarquía, que sien- -do una voz esclusiva de toda forma de gobierno, es con- traria á toda regla y destructiva de sí misma; infirién- dose de aquí, que lo que es esclusivó de toda forma de gobierno, no puede formar una especie en su clase. También se ha transmitido en el pueblo de unos en otros, como propalada en el alcázar nitjicano, la polí- tico herética proposición de que siendo el gobierno ac- tual dé España uu gobierno revolucionario, y nuestro amado Fernando un rey sin libertad, oprimido por la violencia del pueblo español, no tan solo no hay mérito para una obediencia activa que consiste en hacer lo que el rey manda, sino que le hay para la desobediencia activa que consiste en obrar contra sus órdenes, á pe- $ar de la criminalidad con que los publicistas caracte- rizan tan arrojada conducta. Estos están muy lejos de soñar que el actual virey de Nueva España haya po- dido ni remotamente $er el autor de tan subersivo pen- samiento, pero es demasiado cierto que ha corrido li- bremente la especie por plazas, tiendas, y corrillos. El rey ha jurado la Constitución, y nos ha ofre- cido su mas firme apoyo:fiel y religioso como monarca, y como hombre á la obligación del sagrado juramento, ha cumplido plenamente sus promesas, y ha satisfecho hasta ahota'el voto de la nación. jQué ñus puede exi- girse del rey mas constitucional de b. tierra? Si ctsos hechos son ciertos e incontestables: si son incompatibles con la pretendida violencia: si están en el orden de un monarca que sacrifica á la dicha de sus pueblos todos los ajhagós de la lisonja, todas lasseducciones de la am- .bicion, todos ios atractivas del poder absoluto ¿cómo hay honbres viles, é hipócritas que pretendiendo pene- trar en el fondo insondable de un rey generoso, deseos "que no existen, se consideran auLs rizados para desobe- decerle á título de fieles servidores? ¡Oh miserable con- dición humana! ¡Oh fuerza poderosa del nigenio de las pasiones! Semejantes hombres r.o «man al rey y le aborrecen no aman la Constitución porque vela sobre I(* > su inicua coniu:ta: naanin la religión porque atestan contra su rey y contra las leyes; y áman únicamente al Idolo secreto de su corazón, que bajo la formi artificio- sa de la refinada hipocresía, quieren erigirlo en la fan- tástica divinidad de sus adoraciones. Ni las persuaciones de la autoridad, (dicen los beneméritos padres de la .pátra), ni la voz del cariño, ni la hipocresía disfrazada con el velo s*nto de la re- ligión, nada debe torcer nuestra planta de la senda del bien; ojalá el Todopoderoso derrame sobre los corazo- nes de los españoles de ambos hemisferios el dulce y suave maná de la unión, de la confraternidad, y de la concordia; y ojalá que la admirable resurrección polí- tica, que nos asegura la publicación de la preciosa Carta constitucional, sea en adelante marcada con el iris con- ciliador de la Divinidad' Yo protesto respetuosamente ante las aras au- gustas de nuestra santa religión la noble idéa que me ha movido á escribir una carta tan difusa, pero tal vez urgente y necesaria. El remedio de los males llamar á los estraviados á la senda del orden, la unión de los es- pañoles con su amado rey constitucional, he aquí los votos de un hombre que libre en «us juicios, y esento de toda preocupación de lugar y n*cimiento, busca tínicamente la prosperidad y bien estar de sus seme- jantes. Caigan sobre mí las desgracias que deseo á cual- quiera de mis hermanos y compatriotas, si soy capaz de olvidar el cumplimiento del artículo 6* de nuestra celestial Constitución. Yo me persuado, amigo mió, que no me veré en la necesidad de repetir á V- tan des- agradables relaciones, y me daré por contento y ven- turoso la remisión de la presente que va marcada con el número 1? es el único y último que comprenda tales observaciones.-Mejico 7 de junio Í820.-F. F.F" MEJICO: AÑO 1820. Reimpresa en la oficina de D. Alejandro Valdes, calle de Santa Domingo,