TERCERA DEFENSA AL AMANTE DE LA CONSTITUCION. C'ÍUGIDA A LOS SEÑORES F.E.YF. A. A. G. P or última vez tomo la pluma sobre un asunto en con máscara de virtud se ultraja al patriotis • I*10 y se denigra el amor á las leyes: en que el pue• "'° poco cauto se deja seducir de razones nada con- cJüyentes, y los sábios son vituperados como here- darías y antipolíticos, cuando emplean la pluma en ^arraigar errores y preocupaciones que han coñ- udo su duración por siglos. La América, mi desdichada patria, esclava ^1 mismo despotismo que oprimió á sus conquistado- jamás vió brillar con tranquilidad la luz de la 'bertad: apenas la alumbraban los primeros crepús- culos cuando el mismo genio exterminador que opri- ^'ó á los penínsulos voló á fijarse en esta hermo- Sa parte del occidente. Entonces la tiranía obró Cofi mas poder: se oprimieron á los hijos verdaderos ^e la patria: el tribunal terrible multiplicó sus hogue- ras para quemar cuantos escritos podian hacer cono- Cer los derechos del hombre libre, y el último ins- tante del bien fué el primero de la opresión mas hor- forosa. Seis años de luto y amargura fueron el tris-2 te efecto de tales atentados; pero el Señor Omnip"* tente velaba sobre sus criaturas y al fin acudió a $üí trabajos reservando en cinco héroes otros tantos ven' gadores de la patria. Acuden al mísero Monarca, (\üí cubierto con el grueso velo de la adulación, se le ba' tia ver el despotismo con traje de amor y justicial y rasgándolo estos fuertes militares, le presentan '3 v'rtud ultrajada y el vicio entronizado. Entonces fu* cuando el mas benigno de los reyes, despertando d m rato, sin mas motivo que su mala inteligencia deseo de ofuscar al autor de que se trata. Este comienza su discurso con una relac»J¿- d°s aun (dice nuestro grande hombre.) Hay perfí- aun, ¿/; hay muchos perversos entre nosotros; bichos perversos que son enemigos de la religión y del trono. Este es el punto principal del discur- s° : este es el temor del amante : esie el motivo pnr> 1ue, cual otro Cicerón contra Catilina, declama coti- la los proscriptos de la Nación, y esta es también 'a única causa porque se trata de confundir sus es- Cr¡tos, como en otro tiempo los del inmortal Jove- ''anos. Pero no se conseguirá: el conocimiento de 'a libertad ha echado profundas raices y no queda - r* ciudadano que con la pluma ó la espada deje de defender los d erechos justos, derechos sagrados, ric- achos dados por la naturaleza y solo usurpados par '°s enemigos de la humanidad. Dice en seguida el motivo de la nueva tira- ba. Si cuando Fernando recobró su libertad &c. bastante dije en mi primera defensa sobre este parir l° y bastante han dicho mayores talentos probando "asta lo sumo la verdad de esta proposición; pero Permítaseme decir alguna cosa mas, principalmente al señor F. A. A. G. Este distingue dos proposicio- nes, una que afirma que la libertad de Femando fué bebida solo á los bríos españoles, y otra que niega *}Ue esta fuese debida á las mentidas preces de los ^railes, y prueba con mil autoridades la falsedad de 'a primera; pero óigame esta demostración. Una pro- posición solo excluye á la contraria en su mismo gé - nero, v. g. Todo hombre es blanco, excluye á esta,4 ningun hombre es blanco, pero no á esta otra «m gttn caballo es blanco. Así en el c so, esta, la h* krtad de Femando fue debida á nuestros bríos ex- cluye á esta, no fué debida á nuestros briosa Per° no excluye á esta otra, fué debida al cielo: y en causas de distinto género la afirmación de una, °° incluye la negación de otra. Se desentiende el autor dicho de la segunda» diciendo que usurpamos á Dios los derechos en juZ* gar si son ó no mentidas las oraciones de los noín* bres. Es falso, falsísimo y lo demuestro. Si veo qt>e dos hombres oran con igual fervor, sin diferencia e° lo externo, sería un atrevido en juzgar que uno ora* se bien y otro mal 5 pero si de estos dos uno esta sosegado y el otro en medio de su oración se roba los manteles de un altar, diré sin escrúpulo y sin usurparle á Dios sus derechos, que el segundo fin* gia que oraba para robar. Si un juez bien halla* do con su judicatura ó un logrero con sus usuras piden á Dios, por respetos humanos, que se acaben y consuman les jueces y logreros, ¿ no diré con ver- dad que son mentidas las oraciones de éstos? Hubo novenarios, hubo oraciones de los buenos cristianosj y estas llegaron á los oidos divinos, aplacaron la ira del Altísimo, que dió valor á los españoles para la victoria. Bastante he probado y solo la malicia no cederá á la evidencia. Después hace el Amante un paralelo entre el gobierno tirano de la España y el del opresor Bo- naparte; pero no, solo encuentra igualdad, sino mayor despotismo en el primero que en el segundo. Y ¿ que dirá nuestra América á quien se oprimía mas que ák misma España? ¿Qué dirán los americanos á quic- es consumía' una guerra intestina por un lado, en tanto que el despotismo ios arruinaba por otro? Opre- *°s entre dos filos, no sabían á donde volverse: ¿y cUando comienzan á respirar se han de suprimir sus lentos? ¿Cuando les alumbra la luz de l?. verdad Se ha de opacar con densas nieblas que los con fu n ■ ^an secunda vez en el seno de la infelicidad ? ; Des- 8racia terrible á la verdad! Si nuestras políticas circunstancias hubie- r«n variado, dice el Amante, hubiera sido necesa- construir nuevas cárceles para tanta víctima co- n'o estaría ya sacrificada al despotismo.....¿ Por qué n° se ¡leva á debido efecto la confiscación de bie- ífJ de tres obispos rebolucionariesl ^Pcr qué no se kpone de sus empleos á los canónigos rebeldes, que c°n desprecio de la real autoridad no han jurado el Código santo ? Aquí exclama F. R. diciendo que 'ai)bien arrastra con el clero secular y con tos obis- &S5 pero se necesita mucha ignorancia para no dar- ,e á dicho periodo la legítima inteligencia. Porque 5e dice que hay tres obispos rebolucionarios ¿sear- rastra con ellos, ni ménos se ultraja el carácter sa- Cerdotal ? Porque se dice que pierdan el empleo los c3iiónigos que no juren la Constitución ó pongan ^barazo á su cumplimiento ¿se arrastra con su ca• r"Cter ? ¡ Que talentos tan pacatos! Los mismos de» ífetos del Rey ¿no mandan que pierda sus tem- poralidades el eclesiástico que no jure ó que r¡l ju- f*r se valga de pretestos ó restricciones ? ¿Y es - '°s decretos son enemigos del sacerdocio y del al- ¿Son producciones de Vokaire y Robespierre?6 l Sin herét'cos tales decretos? ¿Y qué otra cosa m zo el Amante de la Constitución, sii o acordarle al í ehlo sus derechos y el quebrantamiento de la que él mismo había sancionado? Pvefkjemos, amigo mió, con imparcialidad y no procedamos á conclusiones desorganizadas: MÉ Memos con claridad: estas empeñadas disputas l* entorpecen porque cada cual quiere sostener su pr°' pío dictamen. No es este el modo de dirigir las 1"' tes al bien, sino de hacerse cada uno juez de su cau* sa, tan.o mas corrompido cuanto mas le perteneí' tan las generales de la cuestión. Prosigamos. La Patria busca un padre á quien anuir-"' Un Rey que marche el primero por la senda ccf¡s' titucional..... que haga respetar sus propiedades, 1 si no, no. Esto no es fuego y sangre como qu¡¿re F. R. y otras almas viles connaturalizadas con 1* opresión y el despotismo, esto es hacer nctoiíflr derecho público: esto es dar idea de la representa* cion individual: la Soberanía reside en la Nación y ^ deposita en un solo individuo para que éste defie"' da ¿sus derechos. ¿ Quiénes son enemigos de la religión?.... porción de frailes que han profanada sacrilega men te el sagrado texto, que han ajado groserametA1 los evangelios, que han manchado ¡a pureza de ^ religión revelada, (*) con un gran número de fals^ (*) Adviértase en la Censura de F. A. A. G. que la c"' nía está pue>ta en la palabra religión, y no debe estar »* no en revelada', variación de mucha importancia, pues co"1 viene á la proposición de verdadera en herética; y advief tase también que el Amante no la pone en ninguna de ^ de ci teEstarías &c. He dicho en mi segunda defensa cuan- to podia decir-e sobre este asunto ; pero mirando tyie todas las impugnaciones tratan de este punto kajo la suposición de generalidad, no puedo menas repetir que la proposición se contrae á una pop- c'on y no á todos, y que no es el pensamiento del groante influir en la abolición di1 las religiones, como '^consideradamente me advierte F. A. A. G. sino solo Numerar los enemigos de la ley: y si en este rrion- l°n, turba, porción ó como quiera llamársele se c°mprehenden algunos del clero secular, será porque c ncurran en ellos las mismas circunstancias y no por e' odio que suponen los contrarios tener el Amante ^ los frailes, ni por ultrajar el sacerdocio que es muy distinto del sugeto que lo tiene ; pues como ya dije, 'a Constitución seria herética porque no excluye al clero de algunas penas en el quebrantamiento de las feyes$ pero á esta no se le puede tirar abiertamente como se hace con sus secuaces. He aquí los principales puntos del Amante de la Constitución. Puedo decir que la ligera exposi- ción que hago de ellos es conforme al parecer de «as tres cuartas partes de nuestros vecinos Si mis ocupaciones me diesen lugar y pudiera sufragar los Costos de la prensa, aunque con pocas luces me es- forzaría á que confesásemos uniformemente, que no hay heregías en dicho papel, que el carácter de un ftiilitar es distinto del de un moralista y orador sa- dos p-ilabras, porque sin ella es bastante inteligible la ora- ción, y mal puesta como se halla en la Censura, ya la de- termina . á mala inteligencia*2 grado: que á uno de la segunda clase debemos pugnar cualesquiera espresion mal sonante, y á otr° de la primera, cuando la tuviese, nos corresponda comentarle en lo posible, y esto si se suponía qüe causase algún perjuicio ó envenenamiento. Confesaría mos también haber sido imprudencia, como be dicb" mil veces, sostener una cuestión importuna y sin en* tendernos mutuamente, y que hubiera sido mejor que los gobiernos político y religioso castigasen al inftac' tor cuando lo hubiese. Creo que este es el deber de un amante de su patria y supuesto que he cumplido, dejo el asun* to en manos de los sábios que con razones mas po* derosas que las mias, tomadas de los códigos que m's rigen harán ver la verdad, y apreciaré infinito vef á mis conciudadanos inflamados del mismo ardor pa* triótico que animó á los Lacys, Porlieres, Riegos, Ba- llesteros y Quirogas, dignos baluartes de la patria Entonces nuestra América no será el juguete de Ia5 naciones, ni el centro de la tiranía y el despotismo, y dejaremos á nuestra posteridad una felicidad perma* nente por la que bendiga el valor, de sus padres. P. S. Julio 18 de 1820, Méjico: 1820* Imprenta de D, Mariano Ontiveros.