IMPRESO PUBLICADO ¿7 .Y* PARTS EH R t¡ MES BE JULIO D H L CORRIENTE AÑO ü*. 59 C-11 AUTOR DE LA OBRA SOBRE las COLONIAS, ANTIGUO ARZOBISPO DE MALINAS, EN LOS PAISES-BAXOS: ",''" " BUENOS-A VRES: Miitni i>e lo* Uíoinui (JÜ1T.)EL TRADUCTOR. Si el autor del impreso, cuya traducción pre- sentamos, ha tixado la admiración del orbe lite» rario por sus talentos, previsión, y tirio político, no debe ser menos respetado en el mundo vir- tuoso por su filantropía y principios liberales. No- sotros estamos distantes de pretender hacer la apo- logía de BU obra, listo no produciría otro efecto, que empaliar el cristal de su mérito. El elogio de la obra es la obra misma. Pero en nuestras manos deben haber perdido mucho ios rasgos de tan bien cortada pluma. Por otra parte , el tiempo tampoco ha estado de acuer- do con nuestros deseos; pues en solo diez días, casi necesario- para la acción material de la escri- tura, hemos tenido que arreglarlo todo. Mas se tra- taba de publicar las glorias de la América, y era preciso satisfacer quanto antes el deseo de nuestros compatriotas, aunque fuese exponiéndonos al se- vero fallo de la censura publica. Esperamos, pues, que élla ío mitigue, quan- do no sfa por otra consideración , que por el anhe- lo , que Ijemos acreditado en presentar los triun- fos de nuestra amada patria, á quien tenemos el honor de dedicar ésta tarea , en la augusta repre- sentación nacional, que preside á sus destinos.— Buenos-Ayres 25 de Noviembre de 1817.—Pedro Feliciano de Cavia.ADVERTENCIA DEL AUTOR. Ei, escrito que hoy din publicamos, se con- tinuará boro el método de analizar sucesivamen- te los acontecimientos, que se realicen en el ór- den colonial, á medida que se vayan presen- tando ; pero en su publicación no consultaremos otra regla, que la importancia de los mismos sucesos. La ilustración de los lectores corregirá las faltas, en que algunas veces incurriéremos, so- bre las localidades , los actores, y los hechos ; y su justicia teniendo en consideración la dis- tancia de los lugares, la naturaleza, y la len- titud de los canales, por donde se nos trasmi- ten las informaciones, y los intereses opuestos, que las interceptan 6 desjiguran, tíos perdona- rá los errores. TRES ÚLTIMOS MESES DE LA 95 u a 5 5 a. H veinte años i esta parte hemos publicado vario» «f- eritos sobre las qüestiones coloniales. Una vez internados en esta ruta, á la qual nos habia conducido la casuali- dad , ó algosa"especie de instinto, no nos ha sido posi- ble salir de ella. Qualquiera que se ocupe de esla materia con el in- terés que ¿lia exige, será arrastrado de igual impulso. Hay ciertas qüestiones, lo mismo que ciertas personas, qué MI aproximándonos á ellas, nos uncen á su carro, y nos imponen el yugo. La obra de las colonias (*) esta datada en el mes de Febrero último. Mientras ella se componía en París , to- dos los principios que encierra, todas las conjeturas que anuncia, se realizaban cu América. La injuria estaba aún en los labios de algunos hombres, que hacen pretericim de esos principios, cuyos cálculos están desordenados por nuestros anuncios, y ya es!os habían recibido una aplica- «ion completa en el hemisferio, cuja condición elementaría se analizaba en dicha obra, asi como se indicaba su suer- te futura. Los Debates y la Quuti/liana cantaban su vic- toria, quando inmensas desgracias atestiguaban la vanidad (*) 'J. vol. e» 8.a pierio 12 franco*. En i a-i» de Bcchet librero , calle .° La visoria de Buenos - Ayres sobre Chile: la in- corporación «lo un gran territorio al sistema de la indepeu- deiuin; y la influencia «lo osla victoria sobro la emancipación (») Ved las licencias , <|uc se han tomado la ltvotidima, y el il ,'rio ftt fot Jjfbntit d c«rca de la olun de la< colonias. Ved tan loen l.i nota. <|*i>' !•< Iialla al fin esas aecion< s mismas, que consis- te en su origen, y en su resultado político. Qualquiera que nos atribuya ó exija otra intención, otra dirección, ó no nos entiende , ó puede dispensarse el trabajo de leernos. Es preciso, que haya seguridad al escribir, asi como en toda acción de la vida; y al efecto es necesario, que no se busque ni se pretenda ver en un libro, sino aque||t>, que se ha querido asentar, y lo que realmente se encueutra en él.(9) Una invasión obliga al rey de Portog*»! á buscar un asi- lo en el .Brasil. Jamas principe alguno se vió en situación mas singular. El enemigo venia á reynar en su rasa, baxo su nombre, en provecho suyo, v no por el del rey. ¿ Quedaría en Lisboa I Prisionero de honor perdia en- tonces el Brasd de dos maneras: |¿* Por la separación de la colonia, que se hubiera declarado independiente de una metrópoli subyugada por el extrangero. El motivo ern ho- nesto. El Brasd habría sido tan diestro en aprovecharse de el, como á la vez lo han sido México y la América Me- ridional. Esto no podia dexar de suceder.— 2* Por la con- quista , que los iugleses habrían hecho de el; y entendemos por conquista la emancipación favorecida con objetos de co- mercio, como se ha realizado respecto de todas las colonias. Los inglese* amigos del rey de Portugal en Lisboa, donde Bmteg* sus factorías . amigos del soberano del Brasil, don- de disfrutan de igual beneficio , venían a ser sus enemigos desde que quedaba en reenes de los suyos. Asi lo han he- cho con la España, según los resultados, que ha tenido en su lucha contra la Francia. La situación del príncipe era muy cruel. Los riesgos se aumentaban por todas partes. Su espíritu estubo mucho tiempo perplexo, tardó no poco en resolverse. ¡Dexar un trono antiguo por otro nuevo: la tierra natal por otras nuevas y distantes: renunciar á una existencia antigua: crearse nuevos sentidos, nuevos ojos, nuevo estado! Un partido tan extraordinario no se toma sino con grande violencia; y á estar en su lugar qualquiera que se lo aconsejase, se habría mirado bien en ello. Entre tanto, el enemigo se acercaba. Algunas horas después no había otro remedio, 3ue caer en sus manos: era preciso escoger. El medio o sobreponerse á un terror, es hallarse ocupado de otro mas grande : un peligro d'stante es siempre menos espan- toso , que un riesgo próximo. En fin: la señal está dada. Un doble miedo corta el último cable, que ict. nía aún en la rivera natal al soberano de la casa de Braganzi. Parte; y recib.dj en las esquadras de Inglaterra lleva á la América en su persona el primer sobciuuo, que ha pa» I/ *r\do á ella, conduciendo un cetro americano entrelazado con otro cetro europeo. . .. ¡Sombra de Pombal (•) tú de- biste conmoverte al ruido de esta partida, viendo realiza- da , después de medio siglo , la grande idea, que tú so- lo supiste valorar de un modo digno, y que hace el me- jor encomio de tus glorias! Tú lias gozado de los consue- los i que están reservados al genio. Desde este instante, todo cambió de aspecto en Por- tugal , «»n el Brasil, y acaso en todo el orbe. El navio, que conducía al nuevo mundo al rey de Portugal, lleva- ba á sus costados , nuevos destinos para el universo. No íixó la expectación pública de aquel tiempo este genero de acontecimientos tan Extraordinarios, y ha sido necesario todo lo que acaba de suceder, para que hayan llamado la atención. Por el cambio de la residencia del rey, todo el orden antiguo de Portugal con respecto al Brasil, y todo el del Brasil con relación á Portugal, se hallaron invertidos. El uno tomó el lugar del otro. En esro hubo un concurso de dos acciones simultáneas y opuestas, en el tiempo mismo en que no se percibía sino una sola y uniforme. Formáronse al instante dos nuevas combinaciones entre el Portugal que había retrogradado á colonia, y el Brasil elevado al rango de metrópoli: entre el Brasil vivificado y enriquecido por la presencia del soberano; y el Portugal humillado y em- pobrecido por su ausencia. Aqui se presentaban necesariamente dos acciones, dos movimientos. 1. * Lo que el rey iba á executar en su nueva mansión. 2. ° Lo que Portugal tenia que hacer en su nuevo aban- dono. Siguiendo esta ilación se hallara la clave de todo lo que ha sucedido de una y otra parte. Para comprehenderlo bien, es preciso preguntar. 1. * Lo que ha hecho el rey del Brasil, después que se ha fixado en él. 2. * Lo que debin hacer. En quauto á la primera pregunta se responderá muy (•) Son bien «anidas 1»* elevada* ¡deas del morques de Pombal mi- nistro de estado de S M. F. 1>. José 1.» ahu s.'Mps a su llegada. Antes de haberse decidido el soberano k trasportarse a] Brasil, debió haberse asegurado de la posi- bilidad de volver sobre sus pasos. La presencia del rey en el Brasil era, pues, la verdadera salva-guardia de la sobe- ranía de la casa de Braganta en esta región; y su separa- ción vendría a. ser su termino. Al partir el rey, dexaria los síntomas de la independencia en el centro de su capital abandonada. Pero sea lo que fuere de la realidad de esta» conjeturas , que reunidas o separadas nada tienen de inve- rosímil , el rey ha permanecido en el Brasil. La guerra es- taba distante de sus fronteras, porque un grande espacio ■epara sus Estados, de los del Río de la Plata. El teatro de élla se alejaba en proporción, que se extendía hacia el Perú y Clule, colocados en opuesta dirección al Brasil. Articas se mantenía quieto. Buenos-Ayres se hallaba con demasiadas atenciones para que quisiera proporcionarse un nuevo enemigo, invadiendo al Brasil. La conservación déla paz estaba, pues, en lac manos deesle gobierno, y sin embargo no pasó mucho tiempo, síu que se viese avanzar contra Montevideo una flota portugue- sa , y encenderse el fuego de la guerra en seguida de los de un doble himeneo. Después de muchas marchas y contra- marchas, cuyo objeto no trascendía el püMico, ni el Brasil declaraba el molivo, Montevideo fue ocupado. Las procla- maciones fueron las que se acostumbran en semejantes casos: manifestar la justicia del derecho: sensibilidad hacia lo» prisionero*!; deseos del bien común. . .. Considerada esta conducta con relación á la España, se pregúTitaba como podía concillarse contraer una roblé alianza con invadir, y sacar la espada con darse la mano, Observada con respecto á la America se deseaba saber, como el soberano del estrecho Portugal, recientemente tras- ladado á los,inmensos espacios del Brasil, se encontraba ya allí en tanta estrechez, que experimentase la necesidad de extender sus limites á costa de sus vecinos. ¡Se pregunta- ba igualmente con admiración, como te exponía á la puer- ca con hombres, cuyo carácter tenaz debía serle conocido; porque en electo un español, aunque trasportado u la Ame- rica , no por eso es menos obstinado que en Europa, y los portugueses lo saben mejor que todos. A mas de esto, el Brasil provocaba a la guerra a unos hombres armados de principios diametmlmente opuestos a su propia existencia. I Como pues pudo olvidarse , que se hallaba en medio de un fuego republicano, y que su población citaba formada en ( 13) gran parte , de esclavos que tascaban el freno. demasiado dispuestos á imitar á sus semejantes, que se bailan eman- cipados en tantos lugares? Mas lo cierto es, que nada ha podido detenerle, y hemos visto quanto se ha precipitado en esta fatal empresa. Es preciso que el bien , mal adqui- rido, tenga un gusto excelente para querer saborearse con él a semejante precio ; pero si efectivamente lo tiene bue- no , también algunas veces es de difícil digestión. Las co- sas se hallaban de este modo: los portugueses estaban esta- blecidos bien ó mal en Montevideo: (*) Buenos-Ayres los amena/aba: y en tales circunstancias el rey del Brasil ha experimentado, golpe sobre golpe, tres acontecimientos muy propios para hacerle entrar en sí mismo, y aumentar sus embarazos. Estos son. L* La intervención de los j>oderes, 2. " La insurrección de Pernambuco. 3. " El complot de Lisboa. A juzgar por la intimación de las potencias, se debe creer, que la conducta de la corte del Brasil ha obtenido en su favor tan pocos sufragios, quanto la moderación y noble actitud de la de Madrid se ha conciliado la estimación y apoyo de las mismas potencias. Gradúese esto por el tenor de la pieza adjunta. (**) Nosotros no debemos ocuparnos (•) Times 10 de Junio. Sabemos, que la fragata Amphion, llegada de Montevideo al Rio Janryro, haliia traído allí la noticia, que ja* tropss ríe negros d« la Plata e^talmn en un completo estado de íu subordinación, y que su xefe el general l-* f '°r h*Dia informado á su soberano, que ti no se le remitían nuevas tropas y municiones, uo pudría sostenerse miirho tiempo en el pais que ocupaba. Parece igualmente, que fl gobierno de Buenos-Ayres ha declarad» la guerra deüiiiUvauieiile al Brasil. . La petición de refuerzos no llega rruy á tiempo Se sabe que lo* portuguesa de Montevideo no pueden salir. Ellos se hallan allí como los franceses en Zaragoia, y otras ciudades de España—encerrados eu su recinto, y degollados luego que lo abandonaban. El ganado de las cam- pañas próximas de Montevideo , ha sido alejado por los que lo custodia- ban. Los portugueses están allí reducidos á solo sus recurso*. (••) flsinlf fsm de leu edrten mediadora* al marquit deAgviar, tni- nittro secretario de estado y relacionn euteriorvt del re.» de Vorlaual Lueg.« que la noticia de la ocupación de una parte de los territo- rios del Rio de la Plata por las tropas portuguesas del Brasil, llego a Europa, el garinetr de Madrid la participó por oficio * las cortes de Viena. París, Lór.dres, Berliu , y Saut Peter*burg ■ fin de proles- tar solemnemente contra esta ocupación. la có.t.- de Madrid pudo juzgarse autorizada inmediatamente^ a ocur- rir a los medio? .le defensa, que la Providencia tiene confiada a sos manos , y oponer fuera* , afuera»; pero dirigida por -1 genio * Mhsda- ria. y moderación, quiso primeramente valerse de ios medios de uqfclf cia.i„u¡ y pretirió, uo obstante- el deUimentv, que pvdia resultar a sus(14) del fondo del negocio, que ha suscitado la diferencia d« Portugal con España; aína únicamente de sua resultados políticos en el orden colonial. Examinada, pues, la materia baxo es>e punto de vista, creemos que por su agresión contra Montevideo, el rey del Brasil ].* Exponia su país a un ataque por parte de los espa- ñoles. territorio*, dirigirse it las cinco potencias atiaxo subscritas , á fin degus- tar amigablemente tas disputas con la córle del Brasil, y «-vitar una guerra, cuya» consecuencias pudiesen ser igualmente funestas á amboa países, é iuquietar el-sosiego de los dos hemisf. ríos. l'na resolución tan noble no podía rfcxar de recibir la aprobación com- pleta de loa gavinetrs, á los q-.iales se ha dirigido la corle de España; y animadas del disco de evitar las consecuencias fatal, s, que podían resultar del estado actual de negocios, las curtes de Aostria, Francia, Gran Br>taña, Prusia , y Rusia, igualmente amigas de Portugal como de España, después de haber considerado las pretcnsiones justas de la éjltiroa potencia, tienen encargado á los abaxo asignados d<- intimar al (aviucte de S. M. F. " Que ellas han aceptado la mediación pedida por España. "Que ellas lian sitas con verdadero pesar, y extrañeza, que en el mismo instante, en que do* casamientos parecían estrechar los vinculo», que ya existían entre las rasas de Braganza y Borbou, y quando esta alianza debia confirmar las relaciones entre los dos rrynos, Portugal baya invadido las posesiones españolas en el Rio de la Plata, sin dar previa satisfacción, ni hacer explicación alguna. "Que los principios de equidad, y justicia que dirigí n a los consejos de las cinco potencias, y la firme nsolucion que han touwdo de conservar en quanto pudieren la paz del mundo , romprada con sacrificios tan gran- des , las han determinado a temar parte, y conocimiento en la causa, con el objeto de terminarla del modo mas justo, y conforme al deseo de mantener la tranquilidad general. " Qne las dichas eórte» conocen que qualquier diferencia entre Porfneal y España puede perturbar la paz , y estimular á una guerra en Europa , que no soleimntc debería ser perjudicial á estos dos rey nos, sino también incompatible con lo* intereses y tranquilidad de otras potencias. "Qoc en consecuencia tienen determinado intimar al gobierno de S. M. F. sos sentimientos en el asunto, convidándolo a que dé h conocer sus in- tenctoms, k fin de disipar lo mas breve posible los sustos, que la iuva- aion ia ios territorios españole* en la América ha causado eu la Europa, y de satisfacer los derecho* reclamados de parte de la España , conforme 4 los principios de justicia, é imparcialidad, que sirven de guia á los mediadores. Kn el «aso de que el gi.bunio «itl Rio Janiwv ..u se pres- tase á esta jusia petición , no habrá mas duda respecto de sus fcaatai¡S «**• •'•s eouscqü ncias trastea, que podían n soltar a ambos hemisferios •frían consideradas cu lelamente como obra de Portugal; y la Fspaña después de ver su conducta , y moderación aplaudidas de toda la Euro- pa, no dexaría de hallar ea la justicia de su causa, y eu los socorros de tus aliados los medie* de obtener satisfacción. Lo* abaxo firmados , cumpliendo las órdenes de sus cortes , tienen la honra de ofrecer a S. L. el marque* de A guiar la seguridad de su alta consid le priva para combatirlos: ellos son también otros tantos alivios en favor de la América. Por consecuencia el rey del Brasil baria una diversión muy activa en favor de la (•) ¿seguramente el autor solo habla del abracado pal* del Brasil, pues uo . s aplicable en ningún respecto al drl Rio de la PUU la funesta candad que indica. (Sota ensar la firmeza que falta í esa temperatura, es la tras- acion a países enteramente nuevos, que no ofrezcan nin- guno de aquellos objetos, á que estaba acostumbrada la vista. Esto ayuda mucho para desprenderse uno de si mismo. Eu metamorfosis de las cosas puede producir la de las disposiciones morales. No faltan cxemplos de es- ta trasformaeion , pues se ban visto hombres en quienes, llegó á realizarse. Es, pues, necesario. quaudo nos ve- moa obligados a separarnos de un órden antiguo, saber adoptar el nuevo en que nos colocan las circunstancias, con resignación, universalidad, y firmeza. La miscelánea de lo viejo y de lo nuevo de nada uitu serviría, que de ( 17 ) ambos h la vez. La franqueza en las marcha* salva una parte de sus dificultades. ¿ Que tenia , pues, que hacer el rey de Portugal trasplantado al Brasil ? Hacerse fran- camente brasilense: dexar de mirar á Portugal desde la America con ojos pesarosos: avanzarse, y retroceder des- pués por la misma ruta. Esto es dexarse llevar de los suceso*, y no dirigirlos; y es lo que á un xefe de es- tado corresponde hacer. En lugar de echar menos un reyno tan reducido co- mo Portugal , una alma elevada habría darlo gracias al cielo, de la necesidad, que lo había conducido á países sin limites por su extensión, sin limites en sus riquezas , Ír sin límites en los nuevos destinos, que la revolución de a América prepara al universo. Vasallo , ó inferior ñ to- do el mundo en Europa, el rey del Brasil con solo to- car la tierra de América, adquiría una consideración in- mensa , y entraba en la política de! orbe , en cuya balan- za pes;i tan poco por sus estados de Europa. Sometido en su antigua residencia, llegaba á ser independiente en la nueva, y participaba de ese sistema de emancipación, que es la nueva vida de las regiones que lo rodean. En favor suyo, la dignidad real conservaba un punto de apo- yo en América, con un representante; y los tronos fie la Europa le serian deudores de que no hubiese perdido to- da especie de semejanza con ellos. Ved aqui el rol sublime, á que era llamado el nue- vo rey del Brasil por un ínteres bien entendido. . .. Añarl.d , que expulsado de la Europa por una invasión, él no debía jamas tomarse la licencia de invadir. . . . Aña- did , que habitando la América, debía ser todo america- no; y que situado en un territorio, donde todo se con- mueve al nombre de la libertad, no debía presentar un gobierno despótico en ninguna de sus partes , sino tener miras mas elevadas. . .. Añadid , que pues la suerte lo había d ido a la America , debia hacerse adoptar por éll», abrazan I » francamente su causa, y aliviando de este mo- do los dolores , que le oeasii.na la cuna de su libertad* Entonces el nuevo hijo de la América venia á ser su égi- de, y el reconocimiento la unciría á su carro. El pudo escocer entre este rol, y el que ha jugado. Pombal y Rechelieu no hubiesen trepidado en ello. Pero hay hom- bres muy raros sobre la tierra. Ellos se imaginan, que en la humana naturaleza fodo está adherido a sus solas personas , ideas, y habitudes: que el mundo dexa de dar 8( I* ) vueltas y se detiene , asi que llega hasta ellos: que respe- ta su fixa comodidad : que una abnegación eterna y uni- versal délos intereses propios, es, por parte de los demás hombres , la única ley que se han impuesto respecto de ellos ; y que dándose por dichosos con sus mismos sacri- ficios, marcharan siempre sin volver la cara por aquella ruta, por donde se les quiera empujar. Ignoramos hasta que punto han dominado estas ideas al Brasil; pero es bien evidente , que ha reinado allí un grande desprecio sobre la naturaleza del sistema, que de- bia seguirse. Juzgúese de ello por el estado en que se halla ese gobierno. Amenazado de represalias por Bue- nos-Ayres, de sublevaciones por una parte de sus subdi- tos de América, de un ataque por España en Euro- pa . de una separación por Lisboa , y de una interven- ción irresistible de parte de los poderes; ¿como pue- de salir de este círculo de embarazos, que el mismo se ha formado , por medio de otro círculo de errores, sin que sean sensiblemente perjudicados sus intereses mate- riales , y su consideración moral y política? ¡ Quan dig- nos de lastima son aquellos desgraciados pueblos , cuya suerte se decide por hombres, que carecen de verdadera ilustración : cuyos juicios no se rectifican ni aun con la experiencia ; y que datan todos sus actos de un mundo anti- guo y usado, en medio de otro nuevo! Parece, que el e¡elo se ha complacido apresurando en el Brasil el castigo de la falta, que lo había provocado. Mientras el rey se^entretenia en invadir el territorio español h] Sud de sus Estados, sus vasallos del Norte se substraían á su dominación. El declaró en Montevideo, que esta plaza le pertenecía, y Pernambuco le declaró a é¡ mismo, que había de\ado de pertenecorle: él conquistaba sobre los in- dependientes de América; y se le declaraban independien- tes en su misma casa. Todo eato es curioso, y da manyen a muchas reflexio- nes. Nosotros prescindiremos de toda observación acerca de los derechos y qualidadcs personales de los nuevos inde- pendientes. Bastantes habrá que se encarguen de ello. Esta «s siempre la parte mas fácil en semejantes negocios. Tampo- co tendremos la inconsideración de pronunciar sobre el éxito d« una lucha, que apenas está comenzada. Nos limitaremos solamente a investigar los efectos , que debe producir este movimiento, con relaciou al rey del Brasil en particular, y •*n genera] á la causa dr la independencia en la América. ( 19) En quanto al primer extremo: el rey del Brasil né puede reportar ventaja alguna, ya resulte vencedor, ó ven- cido. Que la insurrección surumba: que Pernambuco , una de las mejores ciudades del Brasil, sea destruida , como lo [•retende el señor conde de Arcos , humano gobernador de a Bahía; no por eso enriquecerá mas el rey de esos domi- nios. De todos modos el pais habrá recibido una lección ter- rible de insurrección. Será precise degollar hombres en un territorio , donde la escasez de la población les da tan gran- de precio. Será necesario emplear exércitos, y consumir el tesoro público; porque no se degüella de balde á los insur- gentes. Será fiualmente indispensable redoblar los costo» de la vigilancia; y en semejantes casos, quanto mas se rta, menos se aprovecha. Una insurrección sofocada pue- ocultar otras muchas , que darán su estallido en segui- da de ella. ¿Como perseguir ó aprehender á los agentes de las sublevaciones en unos países sin limites y sin policía* En éllos no sucede lo que en nuestra Europa, donde de quarto en quarto de legua todos los puestos están ocupa- dos, todos los semblantes son conocidos, todos los nombres se hallan en registro, y donde un solo silvido es bastante para hacer salir como de baxo de la tierra un exército (que antes estaba invisible) de jueces, ministros, y execufores de sus órdenes. La Europa vive baxo una ley de policía general, que forma una cadena, cuyos dos extremos, des- de San Petersbourg hasta las columnas de Hercules , están asidos por diversos ministros ; cadena, que anadie es dado romperla, ó salvarla. ¡Pero quan distantes se hallan las tier- ias nuevas de la América , de poseer estos medios, que ha- cen la perfección de la vigilancia! Ella está en el mínimum de eso, cuyo máximum aflige á la Europa. Resulta de lo dicho, que es muy probable,' que las turbulencias continua- rán en el Brasil en todo, ó en parte. A este primer efecto se debe añadir : 1.° Que esta insur- rección impide al rey, que dexe al Brasil. Lo que éste aca- ba de practicar á su vista, le anuncia lo que será capaz de hacer en su ausencia; y esto debe serle tanto mas sensible, quanto que Portugal jamas tuvo mas necesidad de su perso- na. 2.* Que esta insurrección le obliga á retirar quanto an- tes de Montevideo las tropas, que alIi mantiene, para em- plearlas en su propia seguridad. 3." Que tiene que dar gra- cias á los poderes por su ¡ntervenciou , como que le substrae de la justa venganza de la España. En orden al 2.° punto, es evidente, que aquí to-( 20 > do es provecho para !a causa de la independencia, l.e La evacuación .-de Montevideo lo vuelve por preci- sión a los independientes en Buenos- A y res , y los preserva de nuev.it tentativas ile parte de Portugal. 2.c No se ha dicho , que tata retirada aquietará á Buenos- Ayres, ni dexará de llevarlo á su turno á visitar el territorio por- tugués del Brasil. Por generoso que sea el carácter es- pañol, en general, no llegt á tanto, que olvide con fa- edidad sus injurias, Este pueblo pertenece al Medio-dia de lo Europa , y esta Zona corresponde a la venganza, mas, la diferencia en la fonna de gobierno puede influir en las determinaciones de los republicanos de Buenos-Ayres; y si por la mnyor de las desgracias , se decidiesen á poner en movimiento la esclavatura del Brasil, ¿qué vendría á ser de éste? 3." Si la independencia de Pernambuco prevale- ce, la del Brasil viene á ser su coivseqüeucia necesaria ; y en tal caso se completa la independencia de toda la Amé- rica del Sud, y su formación en repúblicas. Sino prevale- ce, no por eso se olvidará el exemplo. lina parte de los xefes y de sus adheridos se trasladarán al seno de los in- dependientes españoles, y desde allí no cesaran de fomen- tar las sublevaciones, cuyo pretexto y objeto será siempre la independencia. Este incidente de Pernanibuco , que parece de poco bulto, pesa much » en lu balanza de la causa de la libertad. Es preciso observar, que la comarca del Brasil, que se ha declarado independiente, está de la parte del Nor- te, donde se hallan situadas muchas de las posesiones espa- ñolas, diM se han revolucionado. Bato indica, que el fuego se ex'ietide de una manera gradual, por la conflagración su- cesiva, á que da lugar ia justa posición de las partes. £J iucendio se propaga según tocias las reglas. La insurrección de I'ernambuco es sin disputa el resultado de un [dan, y de cálculos reflexivos. (*") Es prec iso no dar acenso á todo lo que se ha dicho so- bre las execciones del gobierno brasilense. El no es tiráni- co: no ha puesto entredicho al comercio: no se le ha visto aumentar UÍ* impuestos de un modo opresivo: no executa extorsiones ni violencias: de forma, que lo que él experi- menta, no es un castigo de sus injusticias. Por el contrario, él es blando, inactivo , no obra mal, pero tampoco hace bien; (•) /asmado por principio- de moralidad jr política dejtia creerse a*¡» pero hc¡*hii la» noticias inaR rx&cta» parece que aquel movimiento no tuvo, cuaabmucioms uxt« rieres, (yota del traductor ) ( 2! ) y eh aquí el mal. Los hombres no se contentan boy dia con que no se les hagan vexac ones: ellos quieren algo mas- ser ayudados. De no ser degollados, se pasa á querer ser libres: por el contrario, de no ser gobernados, se desea serlo; pero de un modo ilustrado, y con sujeción á princi- pios fixos. No es el freno ñ lo que se tiene temor , sino á la fxica destreza de las manos que lq imponen. Se desea, que as riendas es'tén bieii manejadas , para cederles el gobierno. Un despotismo insensible no es lo que basta p;ira producir agitaciones en el ánimo de los subditos: se quiere que la le- galidad lo haga conocer. El espíritu del siglo está decidido por esa legalidad. No son, pues , cosas positivas las que han Íroducido la insurrección de Pernambnco: son negaciones. ,as marchas del gobierno eran dudosas, y se quiso tener uno , que fuese experimentado por los que lo pagan , y deben go- zarlo. Q lando comparando el cargo con la data, se encuen- tra, que el uno no compensa á la otra, ¿ qu,e es Jo que se ha- ce'/ ¿Qué es lo que debe hacerse?. .... En Pemainhuco, la molicie en unión de la distancia produxo la indiferencia, y esta , la separación. Las personas, familias, ó pueblos indiferentes son siempre los mas dispues- tos á dismembraciones semejantes. En este lugar corres- ponde, que hagamos una declaratoria—!a de habernos en- gañado completamente acerca de la dirección, epte ha to- mado el Brasil. Ala verd ad , nosotros pensábamos, que á la larga el soberano de este país no podría substraerse á la in- fluencia del ayre, que respira en su nuevo destino, y qiiri constituido amoricano por el lug tr de su residencia , no po- dría dexar de llegar a serlo de corazón. Asi, estábamos distantes de sospechar do su parte un ataque contra los in- dependientes de su vecindad, ni la separación de una par te de sus estados , que dan muestras de haber tomado res- pecto de la independencia americana, la iniciativa del rol que le con venia. ¡Tan verdades, que en el tiempo actual los acontecim entos burlan toda esperanza, engañan toda previsión, y aun sorprehenden á aquellos mismos, que no temen mirarlos cara á cara! Confesamos . pues, que nos hemos encañado; pero nos sirve de satisfacción el saber, que hay faltas da tal naturaleza, que nunca pueden ni deben esperarse. Pasemos á examinar el negocio de Lisboa. No cabe du- da, que este es un resultado del tránsito del rey al Brasil; y por lo mismo curra en la masa del gran movimiento colonial, cuyo aoabsis estamos practicando en todas sus ramificaciones.(22 ) En quanto h este último acontecimiento , no hemos te- nido de que sorprehendernos. Nosotros, hace tiempo, lo esperábamos. En ios capítulos 15 y 10 de la obra de las colonia*, páginas 51 y 52 voluta. 2.° se leen los pasages siguientes. " En quanto á las antiguas relaciones del Brasil con " Portugal , es evidente, que se hallan enteramente inver- tidas. El gobierno que ha pasado al Brasil, no enviará " jamas sus tesoros á Portugal. Lo* guardará para sí mis- " rno, y los consumirá en aquellos destinos. Sin embar- " g° i estos tributos servían par* sostener la balanza del " comercio, que estaba contra Portugal en una suma de "mas di.* sesenta millones; asi es que él se verá obligado " de aquí en adelante a dar la cara á estos gastos con ' sus productos propios. Si él gobierno de Portugal, me- trópoli, se ocupaba muy ñoco del Brasil, colonia, 4 su " turno, el gobierno del Brasil elevado á metrópoli, no " prestará mucha atención á Portugal retroveitido á co- lonia. Trasplantado á un país, todo uuevo en si mismo, " asi como todo nuevo para él: en el qual todo está por "hacerse: donde todo es vasto y rico, donde la natura- ' leza es grande, fecunda, y magestuosa: donde la po- " blacion excede ya » la de Portugal, y por su mezcla exi- " ge cuidados y atención constantes; no tendrá el gobier- "' no del Brasil mucho tiempo de sobra para emplearlo en " un país lejano, que le parecerá muy inferior en todas " sus relaciones al qrte esta ocupando. Y los grandes, " los que tienen necesidad de correr las cortes, ¿ no pasa- " ran de Portugal al Brasil | Teniendo Portugal, en su " nuevo estado de colonia , que recibir sus leyes de lejos: *' empobrecido por la falta de tributos del Brasil, y por " la supresión de los gastos de la corte, y de la grandeza ; " ¿se acostumbrará ú una mutación , q\ie debe herirle tan " vivamente? ¿Consentirá quedar para siempre en un es- " tado de dependencia colonial, y soportar lo que hay de humillante y penoso en todos los ramos de la adminis- " tracion ? Las dos fraccione» del mismo gobierno , ¿ no " abandonarán por último unan relaciones tan lejanas, tar- " días ,e incómodas 1 Y el Brasil ¿noseiá tan inepto para ad- " ministrar los negocios de Portugal, corno Portugal lo fue " para manejar los del Brasil? A mas de esto: ¿verá siempre la " Europa á Portugal, colonia del Brasil , con los mismos ojos " que miraba a Portugal, metrópoli del Brasil, y co-estado eu- " ropeo de todos los miembros de la asociación soberana de la ( 2d ) m Europa? Y el soberano del Brasil, ¿ ito pMRfra en se- '* guida necesariamente de las afecciones de la Europa á " laa afecciones de la América? El no puede dexar de " venir á ser todo americano y anti-europeo, desde que " se ha hecho extra-europeo, colocado en el centro del " movimiento grande , que experimenta ese vasto continente: " él se ocupará mucho mas de lo que pase á sus puer- tas, que de lo que ocurra lejos de él. Esta mudanza, " ésta transición del Gobierno de Portugal á la América , " desnaturaliza en su principio el estado colonial de Por- " tugal; ó si se ha de hablar con mas propiedad , hacién- " dolo á él mismo colonia, ha hecho, que no haya ya mas colonia* para él." Las causas del complot de Lisboa están, pues, den- tro de ella. Seria superfino ir á buscarlas á otra par- te. Portugal no ha conspirado contra el rey de Portugal, sino contra su gobierno administrado en el Brasil. La cons- piración no ha aido para no tener un rey. Al contrario, ha sido para tener uuo en Portugal. Eh aqu( lo que es preciso comprender bien ; y lo que no podía dexar de suceder. Se experimenta esa especie de disgusto, que produce la reunión de la indignación con la piedad, al considerar los sentidos opuestos, que engendran todas estas desgracias; porque OM siempre las faltas de los unos son causa de los crímenes de otros. Unpais, habituado por siempre á poseer su soberano, lo ve alejarse : lo aguarda muchos años: pierde la esperan- za de recobrarlo: su ausencia origina la de los capitales, y hace dar oír© giro á los que 6e acostumbraba recibir: los con- sumidores se disminuyen : los grandes se destierran en pos de la corte: es preciso ir á buscar á mil leguas , atravesan- do el océano, lo que antes se encontraba en casa: corren los años esperando unas decisiones, que se reclaman á tan- ta distancia ¡ los espíritus se humillan , viéndose gobernados por extrangeros: las mortificaciones se hacen sentir por to- das partes: la irritación se comunica , y se reúne como en un foco, en las cabezas ardientes , y en los corazones gene- rosos. (*) Poner término á tantas desgracias parecía empe- (•) Las querellas s m llones ochicientos mil ha- bitantes, (*) sobre cuyo número deoeu calcularse las fuer- zas de Buenus-Ayres. La España Labia heclio marchar dos ex«'rr"tos contra Buenos-Ayres, n°ro no d Motamente a Buenos-.\yres. El uuo venia por Chile; el otro por el Perú. El cxercito de Ch'le ha s lo destruido el 22 de Fe- brero por el general San Martin , en una secón, cuyo detall nos recuerda los bolet nes del exército «¡Tunde. Por resultado de esta victoria decisiva . Chile ha sido stihstrn- hido á la dominación española. El exercífo de Hucnos- AjRM ha tomado posesión del país, y se d «ponía ñ Ile- rar de sus puertos hacia las costas del Perú una expe- «I rion 1 Cortadora del yugo español, y propagadora de la independencia. Es b:en evidente, que este movimiento obligara al exérc'to realista del Perú , que campaln cerca de Po'os', mas alia di; la cadena de los And-s, a m repase estas monta ñas , «piando no se disemine ó reúna a los indepen- dientes , COOM es muy piohahle. En el momento de semejantes catástrofes es (piando resalta li impotencia de esos yoh eraos . toda li in«>p- e'a de sus x -fes , y el loco ororu'lo «le unos y otros , «i ue desprovistos de to.Ia especie de medios, no por eso hacen ni uop alar le de prehensiones avanza I is, ni «levan de to- lo ir ese tOOO, que solo suena lven ron un poder efec- tivo: y araban Rualmente, al tiompo de su calda, por ma- nrfestar cobarda y abatimiento. V d su pmrlaawai mum su conducta, y su Im. Chile r:cuba de dir el exemplo. Ln domiuae OH es pallóla sobre e«te pas no se sosten i ramo por po~«>s ho ubres. Una vez bátalo su extVc.ito. ¡ y qud exeteito!, nada se ha en*90*i Irado para continuar la «le fe li- sa. El (foberna.lor tan altivo, tan insolente, «piando se veía sw'.udo, no ha hecho otra cosa que hu r , y de- xarse tomar prisionero, luego que esos apoyos le han fal- tado. El Perú va á presentar el mismo espectáculo. N«> se debe esperar, «pie linea mas resistencia. Lis com I- nicaciones del gen-:al San Martin anuncian ya, que apio (•) Tolos taksB| que baxo aate nombre nunca m- «fariñas los in«Ji«N- »»( Jul p&is , qm. uu eatku i>uj i .. .■ i educciones. {Aula üvl IriMinuAor.) ( 29 ) que jaban mil ochocientos hombres; ¿y con semejantes re- liquias se pretende mantener á la América baxo el yayif (*) Baxo est is priucip'os debe «lesde ahora considerarse coma in leoendieufe todo la parte del continente anu-ricn- no , que forma la asociación de Buenos-Ayres , de Chile , y «leí Perú. ¡Que masa de territorio, de población, y de ríquen f ¿ Y qué" medio de separarla del curso que ha toma lo ?. . .. Los acontec.mientos que han pasado en Buenos-Ayres son de la mayor importancia. El'os dan a la indepen- dencia uua solidez , que M puede hacer bambolear la Es- paña. (•) Los pápele* pún ico» han atium iado que el virey habia tomado po- sición «Maule de Lima, para oponerse al eulfSifO, que ha roto la cade- ua de los Ande», y «e- avanzaba invitan'.o a los p'riunni .1 que hiciesen ca isa roinun. Ya veremos lo que hace en esta posición. Acaso Lima esté desainada para ser el teatro de una «. gumía fuga. Ll virey ha he- cho sus primeros ensayos en el Perú por medio de «Jos actos luminosos muy propios pora asegurar la d< feusa del pais. l.°r Rl restablecimiento de la inquisición en todo su vigor. 8.": La proscripción absoluta de todo escrito sobre la revolución, y negocios del Ior de tierra, que en 1811 asido a la ciudad de Caraca». Estos hombres, que en todo pais so manifiestan zelosus par- tidarios del despotismo, y enemigos encarnizados de la liber- tad : que consideran la superstición como el fundamento mas sólido de los gobiernos; y son unos positivos ex'rangeros en nvdiu de las sociedades , en cuyo seno viven , (*) se apro- vecharon de esta catástrofe para intimidar á los americanos , tiresent.indoles este desastre como una señal visible de la có- era del Cielo. No hay que extrañar, que este absurdo, pia- dos.nuente fraudulento, haya merecido crédito en América. No fnliau lugares en Europa misma, donde pudiera haberse tentado con suceso. La España, rechazada la invasión francesa, envió en 1S15 un exército de siete á ocho mil hombres contra este pais. . . . Morillo tomó á Cartagena después de un largo blo- queo. En seguida se avanzó a lo interior del territorio, con la amenaza en la boca , y la cuchilla exterminadora en la mano. Se podian seguir sus huellas por los rastros de san- are y fuego. La América conservara por mucho tiempo la memoria de su aparición. No le fueron mas funestos sus (•) ¡Quáuta debe Mr la satisfacción del Sr. De-Pradt , quando Nana • sus manos ista traducción , y vea comprobado por nuestro testimonio, que tata retrato no corresponde al original , que tenemoa á la vista en núes, tro clero secular y regular! En todas las crisis, en que no» hemos halla- do , pero principalmente en las que nos dieron un nuevo t;er politiro , y en todos los periodos sucesivos de la revolución , su ínteres por la causa publica ha sido tanto como el que mas. Ilustrado sin ser rrguido, reli- gioso sin ser fanal ico no ha edificado menos por su rida cxemplar, que se ha grangendo la estimación común por sus talentos y virtudes cívicas. El ha sido, es, y será una de las mas firmes columnas de nuestro estado naciente. (Sota del traductor.) ( 31 ) Srimeros conquistadores. (•) Eí m apoderó de Santa Té e. Bogotá; y dueño, en esta forma , de los dos puntos mas ( •) Proclamación del fien eral Morillo , á mu propartida de Santa fi de Bogotá para Uu provincias dt Venezuela, d quienes iba d linar tocorrot. llabiranfe* de ta nuera Granada l no o» expongáis a perder las úl- timas esperanzas, que os restan. Vosotros habéis visto, que la guerra ha sido terminada por nn exército de hermanos enviados por el rey. Su bondad paternal 'nos ha recomendado, que dulcifiquemos en lo po- sible el rigor de los males. Pero el bien desaparece desde que la es. pada sale de la vayna El degüello, el incendio, todos los castigos cai- gan sobre el pais. No se respete edad ni sexo. El pacifico labrador abandone sna Utiles trabajos. No se vean sino feroces guerreroi , que «xecuten las venganzas de un soberano irritado — Extracto de una carta dirigida ¿ ti» negociante da Plymouth. h'ington (Jamaica) 11 de Fehrrro. Las ultimas noticias recibidas del continente no cesan de ofrecernos el quadro de la debastacion y muerte, de. que bar" tanto tiempo son teatro lastimoso Venezuela, Caracas, y México. Estas comarca.* otro tiempo tan florecientes , hoy día en presa á todos los horror-'* de la gaer- ra, y regada* de arroyos de sangre europea y americana, parecen des- tinadas 8, servir de turaba u sus autiguos dominadores, y al pueblo, que quiere quebrantar su yugo. Ciuda.ltl.is, ciudades, al.teas, lugares, h su turno tomadas y retomadas tres o quatro reces en el espacio de un mes, y disputadas con tanto valor tomo ferocidad, han quedado re- ducidas a montones de e?combina, que apenas enciibrun algunas muge- res y ancianos, restos mis-'rabUs de su antigua población. Vuesti-as guerras de Europa sostmidas por inmenso* recursos y exér- eitos colosal.*, no han ofrecido acaso cosa alguna, que pueda compa- rarse X esta infinidad de acciones sangrientas, que la America vé reno varsc' todos los «lias en esta ludia de mui rte. Entra esta rault.luil de c na- bales, que on los tiempos venideros ser .11 trazados por el buril de la historia, la jornada dt Chumba, en México, ocupara una pagina de prefereuria. Morillo, que se habría inm"ii.i!izudo • .1 esta guerra por au increíble actividad, y por su* talentos tanto militare* romo políti- cos, sino hubiese manchado con su barbarie la gloría de hibcr resistido dos años á millares de enemigos con siete mil soldados dispe rsos <: la vasta extensión de mil leguas; liabia dirigido á diversos punios, al fi-. del año último, á muchos de sus higar-teiiiriiti .- , entre ellos á Morales, acaso nía» sanguinario que él , y al brigadier la Torre, quepan-ce no haber obscurecido, como ellos , por la sangre y el pillage, mis empre- aas militare*. 1.a división, que al manilo de este último partió de Mé- xico fi principios de Septiembre, encontró después de quinte días de marcha, al través de hosejue* inmensos, uu cu< rpo numeroso de ene- migos baxo las órdenes del general H< Igrano. (1 ) Al rayar el día , (o* exploradores espolióles u *> ' nue.'re «11» en I. ahí k. Se,.MnitkMUI tiij» lousua 'Url momo «iwiisi» *u ,«u uu/ umu-a uue ■»• «-.• «•» tuua asi i«.u, ( **' *" -Um^ur. JI ( 32) importante* de la comarca, pudo creer por algunos momen- tos, que sometería esta parte de la America. Pero cate hom- garon á evacuar su capital. Kl combate se empeñó a hora de las seia. La división real tenia aproximadamente la fuerza de mil ochocientos hombre* , de los qiialca, sobre poco nías o menos , ochocieutos tren criollos , con quatro pirra» de artillería. Los insurgentes en número de dos mil quinientos hombrea oclpaban las alturas, desde las quales in- comodaba u mucho, principalmente con el fuego de sus cazador''* cara- bineros. Los españoles, que nabina colocado sus bocas a fuego sobre un inanición, 1« s re «poudieron bien pronto ron suceso. Los aerea de loa iudope-iieJienti s tomaron la atrevida rcKolurion de haxar á la llanura con el objeto de apoderarse de estas piezas. Al miamo tiempo ae trabó uu combate encarnizado entre sus lanceros, y un escuadrón de drago- nes de México , única raballei la de la división ña!. Después de mu- cl>n= cargas mortíferas, estando estos i punto de s< r envueltos por un nu- mero superior , se replegaron hasta el pie del inanición. Los indepen- dientes dieron con furor sobre esta eminencia , animados por el excíte- nlo de sus xtfes, que lea precedian de muchos pasos tremolando su* estandartes. Llegaron al fin despucs de inrreible* esfuerzos a pesar del fuego destructor apa se lea hacia, y se apoderaron de dos pi< tas. Los artillero*, que servian una de ellas, le dieren fuego, quaudo el ene- migo estriba ¿distancia de seis pasos. Consiguieron echar poi tierra dii X ó doce hombres; pero ellos enseguida fueron de gollado» sobre los mis- mos cañones. Los independientes se preparaban a conrirt.r esta arti- llería contra los españoles , quaudo estos marcharon con designio de volver á turnarla. Entonces comenzó la carnicería mas espantosa. Se dexó de disparar ; y supliendo el sable y la bayoneta por toda arma , quedó saciada I» sed de sangre de aquellos combatientes. Mas de aria cientos Lutada» t lajueai muertos ó mentalmente heridos sobre le.s cañones, y los cadáveres de le>s artillero?. Le este ríimcro fue, por parte de los indi pendientes, un dominicano natural de la Vera-Cruz, llamado López. Estos habrían conseguido mantenerse en posesión de sus ventajas, si en otro pinito del campo de batalla no les hubiera sido adversa la fortuna. A la izquierda, apoyada sobre un bosque, estaba la tlor de la división re-al. Ella se componía de quatroriciilos granaderos españoles maliciados pe.r el ron ye r Calvez, que presentaban una linead' bayonetas, en que viuo muchas veces á estrellarse e 1 choque inip'tuoso de la caballería insurgente. A la quinta ó sexta carga, estos viejos soldados hicieron un movilícenlo; avanzaron: III TwlMia la caballería; y se apoyaron en la Colina , que los vencedores se vieron oblitrnelos íi e vacuar , de mice'.o de ser e'orlaelos. 1 ran entonces lus 11 de la mañana, y el sol ubrar-aba tarto, que no obstante la rubia de ¡'mbos paitid's, re vieron oblieac'os A suspender las hosti- lidadis. Loes y olios hi.biee perdido la nntnd de su gente, y sobre to- do nucho» i fil iales. Todos estaban fatigados y cubiivtosde tiendas; {te- ro nadie se retiraba. A las 4 de la tarde volvió á re novarse la arción. Ella fue tan sar.giicnta como la pilme in. pero de menos duración. A las f>, la» ti opas reala» se re tii aron pe i el bosque re n su general l.e r.eJo, de- xando en manos de lo» independientes sus 4 piezas, un rstam'aiti , pe- ro no prisionero». En s*fa fMSIIM t>o *r hatt> . los vcnrede,re» estaban debilitados para prrseguii los. I n esta jomae'a se v .ó un nesgo de tu loís- mo elígelo ele incje.r suerte. 40 de los granaderos reales, de que b> mus hablad" , atrincherados rn una altura, que rodeaban 1 00 iiisiugente», se sos*uhieron alli hasta concluir sus municiones. Entonces , reducidos ya absolutamente al número de lft'baxaron, y murieron sabio'en mano. l as reliquias de la división real intrataron volver á México, pero ni aun la mitad pudo conseguirlo. Ll resta ha sucumbido L la fatiga, ■ » tas heridas. ( 33 ) fcre i cWtttt-.alttM rpiaJ.'d-idcs militares no pncVn compensar ni la ralla de juiem., ni la itií!i.euc:a del loto nrgulfo que le donctia , ni tuce lio meiiin la propensión a unn ferocidad, que no se encucntr.» entre los etHopeo?, no calculó sobre dea co- sas, 1." que atravcsiha la .Atner ca como un navio hiende el niriii», que vuelve r cerra rae asi que pasa: que un cuer- po de tropas tan poco uumeioso como el sttjo ro podía str eiific¡ente á contener un pava tan vasto ; • «.pie inev.table- mriile acabaría por encontrarse encerrado en medio del in- cendio, que creía haber extiu»u:do. (*} (*) La pieza adjunta es muy propia paja dar á conocí r las dificulta- des do esta guerra de 'tierra-Firme; y su autor, un tctt.go irrecusable en la uiatiria. Relación dirifj'da por el ne eral español Morillo, dr. de el tfuartel pene- raí de Ocaña, el 27 de .«orzo de 1810, al tecieluno de Estado en JHudrid. Ved aquí algunos pasages. El americano no quiero que nadie lo go- bierne, si no es un xefe de su país. El no obedece a europeo, sobre to- do , si es español ; o «i obe dece, es esperando la ocasión de sacudir el yugo. Cada provincia de América quiere- sir gobernada a su modo. Lo qu" es bueno para el reyno de Santa-Fe, no produce efecto alguno cu Ve nezue- la, aunque estos países se hallen en contacto. En el primero hay pocos negros y hombre» de color. Per el contrario , en el último, hay poros blancos. El habitante de Santa-Fé estloxoy tímido; el de Venezuela va- liente, y sanguinario. En el vire y rato (Santa-Fe) se escribe mocho. Loa 1' Irados tienen alli gran tarea. Lo contrario sucede en Caracas: Ibb que- rellas se terminan cu» la espada. De aquí proceden las diferentes espe- ciis de oposición , que hemos experimentado cuestos dos países. Sin em- bargo, tilos se ase mejan rn el disimulo y la perfidia. Los habitantes del vi- re y nato probablemente no nos habrían resistido con tanta obstinación, sino hubie sen sido protegidos por los venezolanos. En virtud de »us socorros , Cartagena se ha sostenido tanto contra nosorros. Sobre la derecha del rio de la Magdalena se han dado machos combates. Lo« ele Venezuela se han d.sti»guido su inpre en ellos, l a estéril provincia de Antiqtiia nos ha de- clarado do» veres una guerra á muerte, y ha c irado el paso de »us mon- tañas: loa venezolanos i ran los que; les hacían estas sugestiones. .Santa- l-e ha tomado resoluciones las ruad desesperadas en fuerza de los conse- jes de los emisarios de Vene zuela. Mas breve: en esta lacha todo ha sido ibra de este po.b.o. En su propio país es una horda feroz: y «i tiene buenos xefis, nos dará que hacer peir mucho tiempo, y será preciso sa- ci.licae i..finita sangre y elio. ro, antes de reducirlo a la obediencia. A mi lleguéis á estopáis, coma miando la expedición de S. M., quedé hor- nrÍ7a.!o, viendo, que cada acción ga. ada ó perdida costaba móntenles e!e» caeiíiveres. l'crsuailido , Mee esta guerra de destrucción era un efecto del enco;.o Oe lo» partidos, en í era llegado el tiempo ele desplegar esa el me iic .a tan r< Coineudada por S. M. Pero ¡ qual ha sido el resultado de la dulzura I Nuevas revoluciones, nue va»-pe elidías han seguido a. la apare n- te pacificación, y si alguna v. z llega á someterse» el víreynate) se de be creer ciue no dexará pasar el onuier uiouiei.tu favorable, ais riroluciouarae de nuevo. ■( 34 ) 2 * Que tenin que haberlas con hombres obstinados , pues eran españoles como él, y a mas. fortificados en su resolu- ción por motivo» muy poderosos. Todo esto no podia dexnr de suceder. A su vista los independientes se alejaron de Santa Fe de Bogotá , para re- fugiarse á la provincia de Antiquia, donde encontraban esa ctpccie de puestos fortificados por la naturaleza, desde los quales M fácil insultar impunemente al enemigo. Morillo no pudo desalojar á los independientes. Mientras que se ocu- lta de esto, volvieron a comenzar los movimientos en toda la parte marítima de dimana y de Caracas. I'na primera invasión de Bolívar no tuvo buen éxito: bien pronto le suce- dió otra segunda. Las turbulencias y los combates han lle- nado todo el espacio de tiempo, que h i corrido desde aque- lla época liaría el presente. Ellos duran aún. (*) Morillo Poro, para sostenerlo absolutamente, seria preciso emplear fuerzas mus considerables, romo freuúentemcnte lo he dicho. Es preciso creer que esto no es obra de un <¡ia. Solamente a fuerza de constancia y riso» podrá l'iiiim í'iir*' il lili Por ahora, esta «\ guerra ,|e sssgraa rm.i.a lo» ÜMMOi Para evitar todo motivo de discordia. convi udrá dexar el mando supremo en ■nanos de uu solo xefe. Los rebeldes desde México hasta el Perú se han tipr< ve< liado con destn/.a de las rivalidades, que naturalmente* existen entre e.eni'val< s de diferentes exércitos. Vo he puesto si mayor cuidado en con- servar entre estos la mas peí ficta unión; pero no puedo lisonjearme de haberlo cousrguido siempre. Creo, pues, de mi deber, repetir, que en el estado «le Veuczucla, la autoridad suprema debe confiarse absolutamen- te á una sola persona . que esta autoridad debe ser ilimitada ; y que loa tribunales no podrán sin craves inconvenientes, seguir i marcha ordi- naria £a la justicia , mientras estas provincias no estén totalmente pacificadas. Al presente debe cousm. ¡ ,.rse este país como un vasto campo de batalla, deudo solo decide la fuerzo: donde el talento y la fortuna tienen que hacerlo todo ; y donde lodo el mundo debe resignarse á callar y obede- ter. Vo no quiero engañar ú .S. M. : mi único deseo es conservar lo ga- nado, y concluir con los rebeldes. Ved aquí el motivo porque someto A V. U. estas observaciones. Vo dexaré con placer el mando, si conviene T para acreditar, que mis consejos no son dictados por el interés personal. C*) Kxlrati» rfe direnot pa/)t?t#. 1-us fuerzas aeréales de los indepeudieuti s de Venezuela, sin contar lo» voerpos tníaufe.-. psaBSaM calcularse hasta el número de Mete ui>! novecien- tos hombres Ce infantería, y o.ó">0 de caballería. Si á esto ■ agregan las fuerzas sV N ri va-Granada , que obran c u Venezuela , . e romnonen de cjuoo mil infantes, y tres mil quinientos de á caballo, las finezas tota- les son de d< e Sjil novecientos hombres de iufatiteiia, y sei» mil cin- cuenta de cabullería, l os artilleros no llegan u cien hombres. I-as tropas reales, signa la correspondencia interceptada, ascienden ¿ cinco mil ochocientos cincsTsjaTjss hombres. Es cierto, que él las tienen po- ca caballería. Esta* fu'izas islán repartidas del modo siguiente. Sete- atviitv» bviui/iL» as <; imana de. los quales, qitalrouicntws son tropas gu- obligado 4 ir y venir por todas partes, perseg-oido por Ion independientes de la nueva Granada . parecía haber pereci- do el 17 de Mnrvo en el valle de >San José, á manos de uno de esos xefes nuevos, cuyo nombre resuena cada dia en Europa, y que se ftmnan en América, como en todo pais lo hacen los xefe» civiles y militares, salidos a luz en fa- vor de lis grandes conmociones políticas. Los demás cuer- pos españoles baxo las órdenes de! general Murales y otros fueron lamhien batidos fuertemente en lo rearante del mismo mes de Marro. Este resultado era inevitable. Desde enton- ces los independientes mas desahogados con los sucesos, se organizan civil y militarmente: forman una marina: se for- tifican por todos los medios, que proporciona un vasto terri- torio , y una población numerosa aguerrida y exasperada: por aquellos, que pueden obtenerse de vecinos, que ansian por unos sucesos, que á su turne deben serles favorables: por la co;írienza , que inspira una suerte mejor: por la '!:•- lares españolas, cien 'hombres de milicia en la Guyra: trescientos espa- ñoles, ti.sjfH regular, y doscientos mercaderes alistados , en Caracas : ciento vcii.tr vrti ranos españoles en Puerto-Cabello. El cuerpo principal está en Oritueo y Altagracio. El se compone de mil cien infantes españo- les, díctenlos dragones, y setecientos hombres de milicia, listos últimos están en Altagracio baxo las órdenes del brigadier general Morales, que manda el general Mal, xefe de divMiiuws de Oritueo, Sau Fernando, y apure. Entre esta plaza y Calabozo, Gorrín está á la rabí za do quinien- tos á seiscientos hombrea. Cerca de Mrutrius, el general Id yes tiene ba- xo sus ónlems quinientos venezolanos. En fin el brigadier geueial Cal- zada esta en Varinas con mil honilin-s de Venezuela , y Sucva-Granada. En Guatana hav qualrocicntos homhri s de tropas españolas regulares, y casi otro tanto de milicia. Eu Clarims, Ximeaez manda uuatruciciitos paisanos ar- mados, fio llararígua, Rio-Chico, Cariepe-Guyupo, y otras diversas ciudades de los alrededores, no hay sino un comandante nombrado t.a- IJaruga , que tiene grande influencia sobre los habitantes , que están de- sarmados, í'is digno de notarse , que en los puntos importantes de Cala- bozo , Valencia, Victoria, y Allarca no se bal leu sino algunos sargentos y cabos , que instruyen á los reclutas. Es preciso observar, que despucs que s« dio esta relación , la batalla de Barcelona ha destruido en parte los grand* s cu< rnog de Oritueo , y Altar.!¡icio , como lambí) ti la división de Clarines. Eu quanto á fucr- Z'is uavalis, los españoles tienen veinte y un buques, pero cu mal or- den: se encuentran entre ellos una corveta de diez y ocho cañones , dos bergantines, y tres goletas. Todas las esperanzas , que tenían los españole», ya eu el Exército d* Morillo y ya < u los socorros, que hace tiempo agualdan di' la P< ulnsu- la, cuyo arrivo se anuncia todos loa dias en las g.irjtj» , están reducida* á estos débiles cuerpos. Toda la provincia de 'I ur ja está ya eu armas, y se ha recibido la noticia, que se pelea con tanto ardor eu la de Po payan, que Morillo ha juzgad, i neri sai ku pasaren p< rsoiia con casi toca» sus fuerzas. Por otra parte se sabe, que la provincia de Nuiva-Graua- du está eu combustión.( 36 ) ijada de mucho» hombres, que vienen á servirles con su va- lor y talentos; y finalmente i>or !« experiencia, que debe preservarlos de reincidir en fus faltas, que babian causado tus primeros reveses. El acrecimiento de las fuerzas de. la independencia en el reyno de Tierra-Firme produce un inmenso aumento á las de America entera; porque pone á la España en el doble embarazo: !«• De volver á comenzar la guerra contra un enemigo mas fuerte, y en mejor estado de defensa. 2.' De cesar de combatir y ocuparse activamente de es-te pais. que viene a ser lo mismo, que confirmar su indepen- dencia , la que entonces extenderá sus raices hacia la liber- tad. Son, pues, inmensos en el orden «le la revolución americana los acontecimientos de Tierra-Firme. Ellos le dan bases largas y profundas, que la España no puede ha- cer bambolear. Pasemos á desenvolver las pruebas de esta impotencia. ( 37 ) ¿Puede y debe continuar trabajando para reconquistar y gobernar la America Í Tal es la pregunta , que nos ha- bíamos hecho k nosotros mismos, en la obra de tu* colonias cap. 21. Si en la ¿poca en que la componíamos no trepida- mos en responder, que ni lo uno ni lo otro, (ni mas lo uno que lo otro) ¿que deberemos decir h«»y «lia, en que todos los motivos. que influyeron en nuestra mente para decidir de aquel modo , están confirmadas por la irresistible sanción de los hechos 1 Allí se lee, que la España está demasiado pobre en ter- ritorio y población, para compararse con las atribuciones, que en este orden corresponden a la América. Por una parte hay. ..... 10,000,000 habitantes. Por otra..............17,000,000 id. Por una parte, una } tí.n , , \ . . ., 4o?\4o0 leguas uu.«.Iradas, extensión de.....$ * » *i Por otra.............. „ ,,24,000 id. id. Pero desde aquel tiempo la España ni se ha ensanchado ui poblado. Se lee allí, que los exércitos de España son demasiado débiles para equi valer á un campo tan vasto como el de la America. Pero desde aquel tiempo acá , estos exiVchos no han podido aumentarse, Al contrario , ellos han dclndo re- sentirse de la escasez del tesoro. Se lee allí, que los exér- tos novicios de la América después de algunos reveses, ¡nub- larán A los veteranos de la España : se formarán en su es- cuela y en la de su desgracia : se exaltarán con el fuego del patriotismo, y con el exemplo de los auxiliares, que por tantos intereses deben ser arrastrados hacia aquellos pli- ses : que los exércitos de España, incompleto» en todo, mal provistos, sin abrigo . sin plazas «le seguridad para lo per- sonal , ui para lo material: devtirados por los calores «leí sol, Ír por las exálariones de las tierras infectas, sucumbirán a as fatigas, y á los rigores del clima, aun mas, que á loa golpes del fierro: que los refuerztís serán lentos , escasos, y sjii proporción á las necesidades. ... ¿Qué lia faltado al cum- plimiento total de estos anuncios? ¿Qué mutación favorable< 38 ) se ha risfo en la España. que pueda hacer dudoso este qwa- dro pura lo venidero? Por el contrario: ¿no conduce todo a obscurecer y hacer mas triste* sus colores? En aquella época , la España poseía aún en la América ¡\ Chile y al Perú : tenia allí una autoridad, tropas, dinero. Todo esto ya no le pertenece, y éila tiene de menos lo que tus < •: • • s de mas. En Europa, muy lejos de que ln situación de la España le permita e.ngrosar sus fujn zas, la miseria de este pa-s, siempre en aumento, le debe afeltrar ¡í disminuirlas. Qualquieia que sea el cuidado, que pong-a esta des- falleciente monarquía en ocultar sus interioridades, 611a no puede sin embarco substraer a la penetración pública el co- nocimiento ile muchos hechos , que bastan por si solos para dar idea del gtédo de su poder, y de los medios que tiene de aumentarlo. Estos hechos son : 1. * El estado político del pais. No pasa un año sin al- guna conspiración contra la existencia del gobiernoi de par- te de los infernos xefes del excreto. Un pa's entregado á los t'rayles, á la inquisición, á un despotismo altamente pro- clamado en medio de las instituciones constitucionales , que f orman la nuera base de los gobiernos de la Europa, no puede ser sino un pa's dividido. No esbs en lo natural, que semejante orden de cosas obtenga el voto público. Pero aun hay mas. En la España, como en otros paises, aquellos mismos con quienes se contaba, son hoy dia los mas con- trarios. Ved hasta que punto se oponen al nuevo plan de rentas, tanto los grandes , como los eclesiásticos. 2. " La España, lo mis'no que la Italia, está hecha un vasto campo de maldades, en que ha vuelto A tomar su an- tiguo imperio de habitud el crimen de saltear á los pasade- ros. En vista de la amplitud con que se cometen estos he- chos , debería creerse , que sus peípetradores tienen la in- tención d« indemnizarse de la ausencia forzada , que les hi- cie; oí» sufrir lo* franceses, mas vigilantes que los italianos, y que están resueltos á pagarse de los atrasados en sus anti- guos dominios. Los papeles públicos han anunciado, que estos crímenes horrorosos habían vuelto á tomar su curso interrumpido por el rco'men francés: que el reprimirlos ocu- paba la mayor parte de la fuerza publica; y que si el exér- cito de Nápoles tenia trabajo en pro'eger lu ruta de Ñapó- les á liorna , el de España no se veía menos embarazado con el enxambre de bandidos, que infesta., todas sus co- marca*. 4< ( 39 ) .V La España no ha sido menos afligida por la iiiterrt- Krie de las estaciones, que los otros Estados de la Europa. , configuración de este pais sf*co y montañoso debe haber agravado, en quanto á el, esta calamidad. 4." El comercio de la España ha ido, va, é irá siempre en declinación. El tiene por asiento principal la America; pero de algunos meses á'esfa parte , casi del todo se b ha escapado de las manos. El comercio cotí el nw del Sud ha concluido con la perdida de Chile y el Perú. El de Tierra- fFirme está anulado por la prolongación de la cruel guerra, que prosigue allí la España con tanta iudiserscion. En Mé- xico no le quedan sino los puertos de Acantilen, y Vera- Cruz ; pero de que sirven puertos , quando el interior de un pais es enemigo, ó está cerrado? Esto vale tanto, co- mo madre de rios sin aguas. Está, pues , destinado, a ba- xar cada vez mas, ese comercio de la España, que era siem- pre tan débil. 5/ La Europa está llena de los quadros, que presenta la escasez de las rentas españolas. Los estados, que han salido á luz con ocasión del mic- ro plan de rentas, demuestran lo siguiente. Ingresos..............150,000,000 francos. Gñstos de toda especie. . 521,000,000 id. Déficit................371,000,000 id. (♦) El único medio fie remediar este desorden, esta desi- frialdad verdaderamente asombrosa entre la entrada y la sa- ¿da, puede acasa encontrarse en el plan propuesto por el nuevo ministro de rentas; pero !a oposición de las altas cla- ses, que tienen tanto poder e influencia en esc pais, le opon- drá siempre grandes obstáculos, y de sus resultas el plan uo tendrá efecto. El no tiene sino el apoyo de un homb-e; y la experiencia ha manifestado, que en las cortes jamas re- siste un hombre á la coalición ofensiva y defensiva del cle- ro y la grandeza. Los ministros, como mis señores , no tie- nen en las circunstancias difíciles, sino un solo apoyo verda- dero— el de una constitución bien establecida. Pero no es este el lado fuerte de la España: pues si uigunos la desean, también la rechazan otro» cou ahínco. (•) Cinco ArSBCOS l'»ren fimoximiuJnnienle un peso nuestro ; de mai rrm quv (1 «leficit anual Je 'ti* io{itaa de España, e» coa corta Aifeitacw el de Tl.íCOjüÜO ■.- fASBS acl ti aUnrlor.( 40 ) Timen, pues, las rentas «le España una enfermedad incurable. La via de los empréstitos no se le flanqueaba moche : porque si entre particulares no se presta sino á ri- cos, con los listados se observa la misma regla ; y aun hay nms, pues se les exige, que pongan su raa^atvo al lado de su libro «le caxa. El crédito es enemiga murtal de lo arbi- trario: absolutamente no quiere entenderse sino con un Arden fíxo; v no acepta otras letras de cambio t que aquellas que son endosadas por una constitución. No es a la Inglaterra, a qiren so hacen empréstitos y confianzas , sino á la consti- tución, que garantiza la estabilidad de su orden publico. El crédito Ira estado distante, «leí imparta francés, vencedor y ponedordfl 'a Europa, pero que no reposaba sino sobre un hombre ; mas se acaba de aproximar á la Erancia. tribu- taria y gp—Tnici— de la misma Europa, pero garantida por g/rne-nes ÍSjSIÍIIM ioilsIfOi La España, por decirlo asi, vivía de la América. En lagar «le recibir cosa r.Iguna de ella, boy dia tiene que gastar para combatirla. (>.* Por mas que se hagan resonar como grandiosos los envíos hechos contra la America, ya sea la España quien lo publica , ya síganos escritores asalariados para mentir, quienes acaso se imaginan , que estos anímeos: pomposos equivalen á remesas positivas; es bien sabido, que ¿lias se reducen á unos pocos millares de hombres. Va era tiempo de deXaVse de «sías iruanerins , y cesar «le indul- tar al bu- n sen:ido de la Europa para sat nacer las pasiones ó ht credulidad de algunos imbéciles, f. No está en efec- to la España bien vengada de los de sastres , que sufie en América, ton las injurias grotescas, que distribuyen á sus enemigos e sos dial isías , que se escriben caitas iec/procas, ÍHWa decorar unas páginas, que hace tanto tiempo se roa lesacre diladas? ¿ Está subyugada la America, paia que se intente hacerlo creer h la Emopa? La verdades, que la Bapafta ao ha podido enviar mas, que seis mil hombres en bis remeaaa dingidaa ub mámente contra sus Americas. ¿Y qué son seis mil h< mores contra semejantes países? Pe este número ( mil 04 hóce nlos eran destinados n las posesiones de la mar del Sud. Ellos las encontrarán ocupadas por sus independientes: estas son tro- pos perdidas. El resto se distribuye entre la llábana y Mi* x'co, por paquetes iguales con coi ta diferencia, de dos mil hombrea cada uno. Mas uo se pierda de vista, que se trata de gen-» ( 41 ) te embarcada^ pero no , llegada á su destino y pronta á obrar, lo que es muy distinto. La España no había en- viado un hoinbie contra Buenos-Ayres, ni tampoco al rey- no de Tierra-Firme. Es público, que el nuevo m'rey de México, para abrirse la ruta de Vera-Cruz ala capital, so había hecho escoltar por todas las tropas llegadas de Eu- ropa, y por la guarnición de Pero te y Veía-Cruz; de ma- nera , que todo el imperio de España en este país está reducido a muy poca cosa- Para obrar con vigor y eficacia contra la América, sería preciso poder executar todo lo que se ha dicho en la pagina 179 del segundo volumen de la obra de la» colonias. (*) Añadid á todo lo dicho , que la España esta doblemente? ocupada en Europa, por Portugal, y contra Portugal. Del primer modo; porque en vista del rompió' de Lisboa, tieno que precaucionarse en su case. De l segundo, porque arma contra Portugal desde? la ocupación de Montevideo; de ma- nera, que «le ambos modos, Portugal le hace detener sus trapas en Europa, debilitando en esta proporción sus medie* «le ata«jue confia la A imbrica. Se ha publicado muchas ve- ces, que h>s cuerpos y los baxeles reunidos cu Cadi/, expe- rimentaban uní inmensa deserción; lo MW no es «le extra- ñarse en el estado de pobreza actual de ese pais, de la que «s un consiguiente necesario la miseria «le todos los «pie se hallan al servicio. A mas, es preciso observar, que en la movilidad, que imprimen á los negocios la extensión y la variedad de los sucetus , «jue deben realizarse en un pais tan (*) F.8 muy probable, que sus remesa» oodan al nbj< to que debían llenar' Para rstar en una justa proporción, j no perder el fruto de sin primeros trastos, deberá siempre la España tener prontos tren exeii ¡ti.B con tris Ilota». Kl 1." en Aiui'iica: el 2.° en la mar: y el y." cu K*¡»afia, en dispnsicioB todos de poder acudir al mninn donde se ueci site. La extensión de las colonias españolas exigirá también csfurrzuF jn jn.reni- ñados á su magnitud. En virtud de esto, la Kspaña necesitará cinco excrcitos para contener las cinca grande* divisiones del Paiaguay, Huú, México, Tierra.Firme, y J\ui va Granada, sin contar a Chile, la Haba- na, ni Puerto-Rico Así es, que la t".sp;.íia tiene que testar con cien- tos de miles de hombres, y con cientos de millones de pi«os. Ella se ha despoblado por la primara conquista de la América. Ella completa- ra por la srr/unda ta ohra de la primera. Mas el resultado no «cía se- mejante ; por que al cabo la primera le habla valido sus calumas, pero esta última se las hará perder( 42) vasto romo la América , el envío de refuerzo» ue está suje- to a cálculos, y burla todas las probabilidades. Se envían para un objeto , y ya ha cambiado de semblante: para una arción determinada, y ya se ha hecho imposible: para una posir:on conocida, y ya está ocupada: lo que se iba i bus- car, nada tiene de común con lo que se encuentra; lo que se tenia en vista, con lo que existe en realidad. Tale* son los inconvenientes á que están sujetos los cálculos, que se forman sobre objetos situados á la distancia, y en una escena muy movible. Es , pues, de toda evidencia, que la España ya nada •••de ni para la América , ni contra ella. Esto es moj do- loroso. Nosotros lo concebimos muy bien. Pero eu los grande* negocios, ¿no es prudencia tomar consejof ¿>'e trata de derechos desconocidos, y que hay impotencia de hacer reconocer * ¿!Se trata del sentimiento de la dig- nidad ajada, y del pesar por una perdida inraeusa?. . r. Todas estas afecciones tienen, es verdad, un principio de honor y de justicia ; pero desgraciadamente todo esto no produce' el remedio, y de lo que se trata, es de encontrarlo. Para satisfacer a unos sentimientos, t aunque por otra pnrte legítimos, ¿«era prudencia continuar unas tentativas, infructuosas en si mismas , ruinosas para sí, y opresivas de los enemigos, excitándolos á las represa! as, que el resentimiento sabe' dictar tan bien f Es preciso no equivocarse. La America exasperada poruña continuación de ataques, después que haya sacudido el yugo de la Espa- rta , puede también cerrarse á su comercio. Este es el ter- rible medio de venganza , que las colonias extensas y pode- rosas tienen ilwnw a la mano contra las metrópolis infle- xibles en querer es<-lanzarlas. La España tiene mas necesi- dad del comercio de la America, «pie de su soberanía. Hoy dia, esta no sirve para nadie, en vez que aquel es bue- no para todo el mundo. Solo esos hombres, que 6on in- diferentes al movimiento del universo, al orden de los tiem- pos , y al de lo* negocios, pueden suscitar dudas ñ este res- pecto. La España , pues, debe calcular sobre la probabilí- d id de una exclusión, que consumaría su ruina. Ella pue- verificarse de d.*n. »dos: 1." por un entredicho forma!. L i España nada tiene que proveer exclusivamente á la Amé- rica , nada que esta no pueda igualmente pedir á todas las partes de la Europa. I-a América, pues, nada pierde se- parándose de la España. 2.* Por la prolongación de la guerra; porque mientras se ( « ) 1>elea, no ie comercia. Hostilidades y relaciones mercantf- es no Marchan juntas. Pero entretanto, otros toman el puesto, se establecen, forman el gusto, y este último arti- culo es de mucho peso en la balanza del comercio. Quando la España se presente á su turno, ya seiñ demasiado tarde, pues desterrada por la guerra, y desertada en tiempo de la paz, no podrá entrar con provecho en el concurso. Eh e.qui evidentemente la suerte, que eslá reservada á la Espa- ña, si prolonga bus ataques contra la América. Ella de na- da le sirve , y le consume sus hombres y su dinero. Mien- tras se dan es:os inútiles combates, los ingleses, los Estados- Luidos (*) la suplantan en todos los mercados de la Amé- rica. EMh esta abierta para todo el muudo , y solo cerrada á los españoles, i a su seno generoso no produce para ellos el oro, y demás preciosidades, que les prodigó per tanto tiempo. Quando todos estos extrangeros lo hayan tenido «le consolidar sus relaciones en America, ¿qué figura vendrá á hacer aili la tardía Españaf ¿Qué favor podrá alcanzar para su comercio ? El es por oirá parte el mas caro, v el mas pobre del mundo entero, ¿liará valoría dureza dé mu Oposición, la tenacidad de sus ataques, las crueldades de sus a;. ;ites, los excesos de sus tropas, las desgracias, que le ha causado? Pero ya se ve que esto no es para alegarse: no hará poco si se disculpa de ello. i»e lo dic ho se deduce , que el comercio español se ve- rá relegado al último rango de todos los que tengan lu- gar en los mercados de la América; y la España deberá el complemento de sus desastres á la ciega pasión de rey- nar eu unas (ierras , donde no »e le quiere, que élla úo puede volver á recobrar, y que le darán la ruina por sa- lario del mal que han recibido, y del que saben les está Í,reparado. si su poder igualase a sus deseos. V ¿ qué es o que debe hacerse en situación tan cruel? El peor es- tado es el que reúne loanánconvenientes de la guerra sin la guerra, y los déla paz tm la paz. La Espnña esta, res- pecto de la América , en la misma posición en que se ha- llaba cu las deplorables guerras de los Paises-liaxos, del (•) Si un vieses expedición!:* rorreante» do olías Putcticias , m-rá por que no conven;;» i í-j* tsp< < n!a> toik k. Nuestros puerto* rsta.i f.anro* fiara todo «I mundo. Los saafrsrins «i'-rwho» de lilxstail, seguridad, y prupixiad furmj'i la -principal base de nuestro c pulii.ru Kn tlloa, en ta prutecc.on de ii'iettras leyes, y en nuestra genial ho«pita!.ü trati nulidad. ('Avia drl tradutiur.J( 44 ) Milanesado, y del reynode Ñapóle». Ella pierde cada afie un reyno en América, como perdía entonces una provin- cia en Europa. Pero no es esto solo. Ella está en guer- rav y no puade hacerla: no esta en pa¿, y permanece in- móvil d inactiva , como si lo cstubiese ; á- la vez demasia- do dc^bil pitra estar en guerra, y demasiado fiera v obsti- na para someterse a una paz. que choca con su interés y amor propio. Y miostras ella sufre todas las desventa- jai* de esta embrolla, ¿ qué es lo que sucede i Su co- mercio de A mírica está arruinado enteramente por los cru- ceros enemigos: sus puertos de Europa bloqueados por ellos. Por todas partes ella es presa de esos enxambrcs do? oca (torea, que hit una ú otra mascara se tragan sus fáciles despojos. (Como salir de un lal>er¡nto semejante, d ' osto Dédalo de dificultades? ¿Como? Nada hay mas fácil, ni sana sencillo. Como acontece todos los dias en las grandes resoluciones: haciendo de la necesidad virtud: cediendo de buen grado lo que no se puede conservar: arlo\¡mdo lo que al fin seria quitado con violencia; y subs- tituyendo las ventajas de la amistad n los desastres del en- cono. Al efecto debe cambiar al instante las pretensiones de soberanía en relaciones comerciales, abandonando al ruinoso Ifttrte para sacrificar ante los altares del Dios del comercio. Entonces la España volvería a entrar en Ame- rica por la única puerta que le queda; y renunciando de,un modo generoso ñ lo que no puede razonablemente conse- guir , obtendría todo aquello, que racionalmente puede ' pretender. Para apreciar bien la naturaleza de este consejo, bas- ta preguntar, quien debe darles la regla; si la pretensión, ó el interés. En la obra de /rr« Colonias se ind'caba n la España el arbitrio de cambiar su dominación personal sobre la América, en soberanías atribuidas á inembros de su fami- lia real. Es verdad, que esto se hacia con la prudente reserva de añadir, si o?)i es tiempo de elfo; porque las pretensiones deben ir de acuerdo con las circunstancias. Pero esta época favorable está ya lexos de nosotros. Los últimos acontecimientos han hecho imposible un desenlace, que entonces acaso habría convenido á los intereses reci- proco de la España y de la América. La fortuna ya in- el.nó la bnlan/.a; y desde lueyo es preciso abandonar es- peranzas remo'as, y vastas ider.s.,.. Solo queda á la España un póstrelo pero triste noilM — inquietar a lo* ( 46 ) que no ha podido vencer. El de las inteligencias que se manejan en lo* lucres dmde no se ha conseguido domi- nar: la esperanza para lo» codiciosos: el miedo para los tímidos: la corrupción para los disipados: el patíbulo pa- ra los corruptores: un doble odio para los impotentes au- tores de estas maquinaciones ; tales son ordinariamente los medios, los resultados, y el fruto mas seguro, de estas bellas maniobras. . . . Pwde pronosticarse , que en la cau- sa actual no tendrían ellas mejor éxito. En fin, nada hay en esto verdaderamente provecho- so , sino una marcha firme y franca. Si las definiciones claras ahorran ó abrevian las d sputas de palabras, las re- soluciones terminantes son también las únicas, que pue- den prevenir ó abreviar las querellas do otra importancia.—■( 46 ) En los capítulos veinte y veinte y dos de la obra so- bre la* Colonia*, se estableció: 1. Qu« un congreso colonial se babia hecho indispen- sable. 2. J Que la Europa tenia el derecho de intervenir en la querella de la Lspaña con la América; pero solamente coa objetos de conciliación. Los motivos geuerales de estas aserciones se deducían, de la consideración de los perjuicios actuales , y de los riesgos inminentes que resultaban á la Europa , por el es- tallo de perturbación general , que experimentan las co- lonia*. Después acá, cinco poderes principales han interveni- do en el negocio, que hace el objeto de las diferencias de Portugal con España. Ellos han hecho valer en apoyo de esta marcha, y seguramente con bastante razón, la ti ascendencia, que esta querella pudia tener á la tranqui- lidad de la Europa. Debemos reconocer en este primer paso la iniciativa de un partido propio á poner termino á todos los desór- denes presentes y futuros , que deben resultar del estado viólenlo, en que se encuentra el orden colonial. Dos co- sas son ciertas, y es preciso penetrarse b en de ellas. an- tes de empeñarse en ninguna discusión relativa á las co- lonias. I." Las colonias han tomado el luriv.tdo Je sms -Tiraiifias ordinarias se obstruye, las miras de os habitantes de Europa están eu sentido invernó de las de los gobiernos. El desenfreno, la ambición , el tedio se ar- rojan y precipitas: hacia esta nueva carrera. Las necesida- des de los subditos están también en raion contraria de la conducta pública de los gobiernos. Esto» se afectan del embarazo, que les causa verse colocados entre los prove- chos del comercio de America, que encuentran muy bueno, y su emancipación, que les parece muy mala; entre la* ri- quezas, que di y promete, y su evemplo , que los irrita ó espanta. La miseria (general de la Europa , y particularmen- te la de la Lnrlaterra, no les permiten privarse, por ataques directos, de los alivios, que les proporciona el comercio de la opulenta América. La Europa, pues, no esi \ menos em- barazada con ella, que lo entubo con la revolución france- sa; ni puede separar su atención de la primera, como no pudo cerrar sus ojo» sobre la segunda. 2.* Seria inútil y arriesgado pretender cegarse sobre el estado de las colomas. Los que se obstinan ea no ver allí sino niños , súbdilos de la Europa , y de tal modo inferiores á ella, que por todo partido no tomarían al fin otro. que el ilo recurrirá su clemencia, están muy lejos de conocer su actitud verdadera. Si la íruerra de América, si la de Espa- ña con sus colonias no bastan para ilustrarlos sobre «1 verda- dero estado de las cosas, sea en hora buena; pero sepan , que en onraa numero de relaciones, las colouias son iguales á la Europs, y superiores en algunas otras. La civilización ha marchado allí con mas rapidez, que en la Europa. Equivale á dos siglos de anticipación la esperiencia, que han adquirido en algunos año*, l'u una palabra: están al nivel de todo lo que se encuentra en las demás partes del globo. Ya no hay colono*, propiamente dichos; esto es, honibres, cuyas Ideas, acciones, y toda su existencia de- pendan de b» metrópoli, y tengan el especio de ser inspí-( 48 ) radas y creadas por ella. £s muy extraño, que )on ecmi- sarios enviados por la Francia á Santo Domingo , no nos hayan referido todo lo que han visto en aquel país. Pues las cosas lian llegado ñ este punto, es preciso pensar en lo que se ha de hacer; !.• Disposiciones parciales, tales como las que debe producir la intervención de los poderes en el negocio de Portugal y España; ó bien medidas generales sobre el por mayor del orden colonial. 2.* Cna intervención conciliadora y amigable; 6 bien , •tra amenazadora y armada. Poro 1.": medidas parciales nada concluyen. Si se encueiiíra alivio para algunos inconvenientes del momen- to, no se baila remedíj parí e! principio del mal. El continua obrando con aricólo a su naturaleza, y al fin re- nue*. a li enfermedad, que se crcia haber curado. Asi, la intervención en el negocio de Montevideo es muy buena para impedir, cpie las partes «intendentes lleguen a las manos; pero ¿que trascendencia tiene ai orden colon.al, á Uurnos-Ayres , al Perú, á México, a las Antdlas, a las tur- bulencias, que experiméntala tierra, á las depredaciones, que infestan los mares, al exterminio, que asóla lafazde la América, y a la parálisis, que arruina el comercio de la Europa , «pie tiene tanta necesidad de él 1 La transa- cion Je la querella entre Portugal y España nada con- cluye con relación al estado equivoco, que existe entre Santo Domingo, y la Francia; ni determina cosa alguna sobre el de la población de esta isla. que se conserva en una actitud dudosa , tan contraria a la humanidad como á la sana política, a los verdaderos intereses de la Fian- cla ti» particular, como en «joiieia! a los de Europa. Ea extensión del remedio, que se aplique , y de bis me- dios que se empleen, debe corresponder en todo á la del mal, que desea curtirse, y del objeto que pretende conseguirse. Por eso es, que siguiendo la naturaleza de esa* perturba- ciones, que afectan a todo el mundo , d«be echáis*- ma- no de un medio general de órden , de un calmante uni- versa!. Y g, donde puede encontrarse sino en un estable- cimiento general y uniforme, que abrace toda la exten- sión de esas partes afectadas por las turbulencias'.' j, Don- de puede formarse este establecimiento , sino en la única asociación , que posea á la vez todos los conocimientos «le la malcría , y t«>da la fuerza necesaria para exocutar lo que se ü;«\a creído ser mas conveniente* ¿Pero donde en- ( 49 ) contrnr esta ilustración y poder, sino ea en el congreso de las potencias coloniales y principales de la Europa; es á decir, en un congreso, que seria colonial por su objeto, pero universal en su formación y en sus fines? Todo el mun- «lo tiene hoy dia tal «'onexion y enlace, que si se ha de ha- blar con propiedad, no existen negocios puramente perso- nales. Y sino dígasenos, qual es el asunto aislado, que se encuentra en Europa; él seria un cero, un verdadero ab- surdo. 2.» Los hombres hacen en política lo que los moros eu medicina—aplicar el fuego a todo. Soldatlos , prebostes, verdugos , eli nqui el remedio universal «le esre; gentes. No sabiendo explicar cosa alguna, al modo que sucede a los ignorantes, resuelven todas las qüestiones con e! empleo de la fuerza. (*) Para cijos el espíritu humano es un revolto- so , que debe reprimirse con vara «le hierro, y el hombre un •er hecho para servir á los caprichos «le mt Señor, de quien jamas puede apartar sus ojos, ni aun para ponerlos sobre sí i mismo. Ahí que se conmueve, se dan gritos contra el espi- rito revolucionario; se reclaman cruzadas contra «?1. Después de haber llamado á todos los exércitos de la Europa en so- corro de la tranquilidad de la Francia, hoy dia invitan a la misma Europa a que vaya ñ los alcances a esta maldita li- bertad de América, y «juerrian vernos encaminados a todos para ir á expulsar la imlependeucia, como se vio a* nuestros padres dirigirse á la Palestina para arrojar a los infieles. El suceso podría acaso ser el mismo, pero la dificultad no consiste en ir. El enemigo está alia: es pretiso ir a ex- terminarlo á toda costa; y este rigorosamente es el caso. En efecto, no tiene duda, que el espíritu revolucionario es 3uien ha conducido á la corte del Hrasil a su legal, ilustra- a, y provechosa expedición contra Montevid«>o: el espíritu revolucionario « s quien hace. que el Portugal y el Brasil quieran absolulainenre t<>iier al rey consigo: el espíritu re- volucionario el «pie ha causado, que la mitad de Inglaterra, (•) El liaion de Tott ea la relación de su viaje y trabajo* en Tur- quía indica, que en el arsenal de ( oustuutinopia se trataba un dia de levantar, y trasportar una pieza de cañen de mucho calibre. Quinien- tos turcos se habían asido de ella ; y todas estas manos acumuladas . pe- ro que M cstoiv:>!tnii miitunnuutt- , uo podian construir el morería. £] ingeniero fraaCfS, menos fuerte, pero mas sabio que el turro , hizo traer una de esa* n ., : - , que hu cnado la industria para facilitar el tras- porte de los cosas pesadas. Por medio de éoa se Iraslai.ó a donde ve quería , la enorme mole del cuíion , que aiitt-s estaba inmóvil. JZtiu» turcos wiu, ui mas ni menos, nuestros políticos.—(SO) moriéndose de hambre por falta de empleo* industríale*, se h:»va entregado al desorden: el espíritu revolucionario, el que inspirando un patriotismo tan acendrado, un desprendi- miento tan generoso a la grandeza y clero de VVurtefuherir, ha obligado a! rey á disolver los litados , y expuesto a este puis á quedar sin constitución , esa peste de las sociedades, (incestaba re-e; vado á nuestros desgraciados tiempos verla desear por todos los pueblos , y adoptar por algunos princi- pes, sordos sin duda al grito insinuante de los encantos y i' tillados felices del poder arbitrario, no menos que al de la propensión innata, que tiene la humana naturaleza, á gozar de sus dulzuras: el mismo espíritu, quien ha pro- ducido el sacrificio liberal de los grandes y clero de España, al rechazar el nuevo plan de reutas, que es el único capaz de sacar a flote el baxel del Estado, que quedará en seco sin ese alivio; y finalmente el mismo espíritu revoluciona- rio, á quien se debe la filial docilidad del clero de Irlanda h Ins decisiones del l'apa, que tan felizmente ha servido pa- ra rechazar la emancipación de quatru millones de irlandeses católicos, sin cuya caritativa y luminosa oposición, corrían éstos el riesgo de ser asociados á todos los derechos políti- cos de los perversos ingleses, grandes fautores de heregía, y ver asi agotado el manantial de las desgracias, que des- pués de quatrocientos años afligen su patria. (*) Es segu- ramente muy sutil este espíritu revolucionario , pues sabe ponerse la máscara de todos sus enemigos. Tiene mucha destreza , pues hace todas las necedades y juegos de manos, que le son precisos para extenderse, y cuyos resultados apro- vecha «le tu; modo tan útil. Es muy poderoso, pues él es quien obra en todo y por todo, a su vez en América y en Europa ; en fin por todo el universo. Ciertamente, que si todo cato es verdad . estamos mas cercanos á la muerte, ó al remedio , que lo que se cree ; porque quundo todos nos há- ¡MtMM nsvoluciOMdo, es asunto concluido, y nadie tendrá que echar á otro en cara cosa alguna. Mientras que estamos en espet fativa de ver si esto sucede ó falla , raciocinemos. Este es siempre el medio mas seguro. Quando M trata de la intervención armada «le la Euro- pa contra la América, ¿se entiende bienio que quiere de- cirse 'i ¿ Se (rata de intimar expresamente al espíritu revolu- (•) La agudeza del Mttor , quando habla irónicamente, no encanta menos, que ambara su cloqüenria y persuasiva, quaudu lo hace ta seo- MÍ* resto (S'ota del trauuctor.j ( «l ) cionarío, que detenga sus marchas, y erarue la plaza qn« ocupa , Di KO la pena de verse obligado á ello por vias de dei echo hecho f ¿ Se trata de una cruzada armada para reducir á /os a»ldélns de la independencia , á que se coloquen de uuevo , punto en boca, baxo (a antigua dominación 1 Segu- ramente una de estas dos cosas quiere decirse, quando no sean uubas a Ja vez. Se quiere fuerza, y amenaza de fuerza. Veamos lo que encierran eslao dos proposiciones. 1." Seria cosa nmy peregrina la facultad de contener por una sola palabra el movimiento, que esta impreso en el espíritu de los hombres , 6 bien en el de una uaciou entera, l'ero desgraciadamente, aún no se ha descubier- to este secreto admirable. Entretanto esperamos que s# encuentre , tengamos por cierto, que no esta a los alcan- ces de ningún poder humano, detener una disposición de «;la naturaleza, toda vez que ella se haya manifestado en una grande masa de hombres. Para probailo, dexemos la venerable antigüedad : consultemos la historia moderna: ella está mas cerca de nosotros; y por couseqüencia nos debe imponer mas.— Un miserable conductor de camellos hace correr sus extraviadas opiniones en medio de unas poblaciones groseras. Estas se embeben en éllas: se exultan: y atacan desesperadas al cristianismo cerca de su cuna, en tiempo de su mayor fervor, en sus mas bellos dominios. Con él ataran al im- perio de Constantino en la robustez de su juventud , en toda la cxténVon de su poder; y ved aqui, que al cabo de algún tiempo se buscan ios lugares , en que uno y otro florecían con tanta gloria: ved aqui, que dos parles del globo gimen embrutecidas baxo el yugo de un doble des- potismo religioso y civil, tan estupido como feroz. (*) Cien (*) Ved lo que dice Montcsquicu feiptritu dt la* IrynJ acerca de la* causan, que favorecieron el establecimiento de Ins sarracenos. ¡ Uuanra parte tuvo el mal gobierno de los emperadora* griegos , ea que fuefceu deseados y acogidos por los pueblos! ¡a mismo dice, que basta en arden a nua idea impresn en una nación, para decidir de sil suerte, ( i trae en prueba dos exeroplos . el de los judios , y el de los antiguos persas Entre los primeros , la esperanza de ver nacer al Mesías cu su fa- milia, lia sustenido y multiplicado esta raza, no obstante las persecucio- nes, las hogueras, y los patíbulos, que Lace tanto tiempo deberían ha- berla concluido. Entre lo» segundos, la idea de que las tres acciones mas agradables a la divinidad eran regar un campo, plantar un ..bol, y aumei.tar la familia, ba herbó de la antigua Prrsia, mientras ha subsistido , el p&ia mas fértil, mejor plantado, y mas poblado de ia Asia V'mo el mahoai©- UsaM, y lo dc«tru\6 todo.(*) años de vexaeiones de parte de Roma ponen á la Alema- nia en un alto forado de desesperación: ved los centum ¡rra- vnmina presentados á la Diría de Worms. La mina está cargada por el descontento de un rigió entero. Un des- graciado Monge le pone fuego: la explosión retumba en to- d i la Europa: se propaga el incendio: tn mitad de la Ale- mania y de la'Europa, poco antes tan sumisa*, abjura su fe": torrentes desangre darramada por doscientos años no pueden apagar este fuego. (Carlos-Quinto gasta en ello su poder y su vida. Felipe su hijo pierde alli los Pai- aes Haxos ; y no por haber tenido ociosos los verdu- gos. Francisco primero y sus sucesores dieron tormento á fus vasallos, desde el incendio de (.'abrieres y Merindol hasta las Dragonadas, sin exceptuar al mismo San-Barfhé- lemt ; nada consiguieron con ello. La cruel hija de En- rique octavo. digna de tal padre, la desapiadada Maria tentó hacer nadar en sangre el espíritu de innovación. Jacobo II. no menos indiscreto, renovó la misma empre- sa; el suceso fue igual para ambos. Por otra parte ni to- dos los cadalsos de Enrique VIH, ni todos los soldado» de Isabel y de Croimvel, ni todas las confiscaciones de Gui- llermo III. pueden h.-»cer cambiar de humor ni de culto á un »f>lo irlandés. En tiempos mas cercanos , una dis- posición general separa la America de la Inglaterra: (*) esta la anatema) i/a. la décima rebalde, la cubre desol- dados ingleses ó alemanes: incendia sus ciudades : arrui- na los campos; todo m pena y trabajos perdidos.— La de- fensa se proporciona al ataque. Quiuito mas se aumenta este , mas se resisto. Se sufre , pero se triunfa, y la In- laterra se retira del Combate con las colonias de menos, y os millares de deudas de mas, que han servido á pagar la lección, que acaba de recibir sobre la conducta, quede- be guardarse con hombres, que en circunstancias nuevas MI tomado nueva dirección. Pues lo mismo debe suce- der c< i la América española. Todo lo que se hace p:ira con- trariar su dirección , no sirve sino para confirmarla. ¿ De (*) Ui colonias inglesa» de la Amciira habian dado á la Inglaterra » en las guerras de 1742 y 17f)rt, prueba* posilivas de adhesión y fi.ieli- dnd. A tan Hopas que se levantaron en éllan, debió la Grau-Brctañ» Ta loma de la llnhana , y de Lwttfti1». , Doce años después estas mismas colonias habrían perecido, antes que permanecer cu la dependencia de Inglaterra; y rn v¡«ta de esto creed f que se puede apartar a los pueblos de su ruta, como a uu haxel da iu curso. ( 53 ) donde provienen resultados tan uniformes ? De camal uniformen. La imposibilidad esta en reformar la cNreocien una vez impresa en el espíritu humano, en to lo mi pue- blo. Esta dirección tarda , es verdad, en formarse; poro uu* vez formada , «Mía viene » ser irres:st;ble. La opinión publica es una reven, cuyo exe'rcito solevanta lentamen- te, pero qtie es indivisible quando está reunido; y no se manifiesta en público sino después que lo ha invadido todo. Ved esta montaña, que defendía la aldea de Irs tem- pestades, y de los aquilones. A su abrigo, pastores di- chosos, después de muchos siglos, gozaban dias tranqui- los. En rededor de ellos, todo era verdor en estos asi- los ríe paz. Pero, de mucho tiempo, manantiales ocultos minaban los fundamentos de este atonte. El habia resistido á los esfuerzos «le los vientos y de las tempestades; y ved aqui , que carcomidos sus cinventos por una acción lenta y sorda, á uu solo golpe lo dexan sin apoyo. Se hunde y desploma; y arrastrando en su caída precipitada pastores y rebaño», hace sepultarse la aldea baxo unas ruinas, que el esparce á lo lejos por aquella misma planicie, en otro tiem- po, cubierta de verdura. Asi se forman en el seno d^ los Estados las disposiciones . a que ie Ies da el nombre de re- volución. Algún vicio secreto las prepara: el tiempo las agrava: el sentimiento del mal las generaliza , las establece en todos los espíritu": llega la ocasión de estallar; y eh aquí, que repentinamente se presenta otro pueblo, muy di- ferente de aquel, que estaba acostumbrado á verse. Des- de enfoncin no oye lo que se le dic»': no admite lo que se le ofrece; por un lado, todo ciego y sordo en orden á c:er:as cosas, y por otro, todo ojos y oreja» respecto de otras. Una vez colocado en esta actitud, para volverlo á enderezar se- ria preciso destrozarlo. Atacarlo en esta disposición , seria hace; lo mas inmóvil. Los hombres toleran y sufren con pa- ciencia mucho tiempo patos de venir ¿ este extremo, pero una vez llegados á él no retrogradan: y para obligarlos á esto seria preciso hacerlos de nuevo. Nada es mas fácil, que detener el vuelo de una facción , la marcha de un complot dirigido por interesal privados, 6 tramado por hombres ambiciosos y motiueros. La h.storia está llena de la re- lación de estas pequeñas intrigas, y de la facilidad con que han sido sofocadas. Entonces el combate es de hom- bre á hombre, pero qmmdo es de un hombre a un pueblo, ¿como se llegará al térmaio que se desea? Eh aquí preci-( 54 ) saínente! el raso, en que se encuentra la América. H es- píritu revolucionario de esta región, no es otra cosa, que el sentimiento de su infortunio prolongado. £1 es quien debe sugerir la comparación de la colonia con la metró- poli: el espectáculo de su estado ruinoso, de su impoten- cia ei> proteger, como en proveer: el conocimiento de las necesidades , de su propia fuerza , y de la desgracia de su enlace con una metrópoli, de quien hace diez, años, que DO se oye hablar, que quiere vender por quatro pesos lo que puede obtenerse con seis reales; y que la tiene entre- gada a his privaciones mas cíñeles, quando están expedi- tas las vias para proporcionarse todas !as fruiciones. ¿Serán revolucionarios en Buenos-A yrea, porque no quieren verse nuevamente atacados, como dos veces lo fueron por re- sultado de les exactas combinaciones del príncipe de la Paz? ¿Serán revolucionarios en Lima, en Caracas, en Chile, en el Perú, en México, porque no quieren ver- se mezclados en unas guerras y querellas, cuya sdla ei- tá á mil leguas, cuya materia es extraña y desconocida , y que los condena á verse bombardeados, bloqueados, MW MMM) y faltos de todo por el espacio de muelles «ños? Consultar el fin de un absurdo y barbarie tal, ¡. es por ventura un ateutado? ¿Serán revolucionarios en Lisboa, porque quieren tener alli un rey en residencia: porque es- tán cansados de esperarlo, mas ba de diez años: porque aguardando , que se le antoge volver se han arruinado; y porque se hallan aburridos de preguntar ;'« cada instante ai Brasil lo que debe hacerse en Portugal, viendo pasar los años en espera de las respuestas'/ ¿Serian revolucio- narios en el Rio Janeyro , porque quisiesen conservar alli al rey : y porque se afectasen de tener que < ■petar las decisiones de Portugal sobre los negocios dei liras.I, al modo que sucede ahorn en Lisboa por igualdad de razóní Lo que ha podido existir sin graves inr onvenientes , quan- do la colonia, en razón de su pequeña población , no te- nia sino pocos negocios, es intolerable, después que el aumento de esta, y el de su riqueza, han n<: es , pues, el verdadero medio de calmar y extincuir el espíritu revolucionario, el querer prescribirle, ó proscri- birlo, sino el retirarlelos alimentos; (*) y corregir las in- justicias, que I» producen o fomentan , poniendo las cosas en su estado natural. Quando los perturbadores no tengan mis apoyo en el sentimiento de lo* miles que han experi- mentado, y de aquellos que les están anunciados para lo ve- (•) Tales, por exemplo, como lo» do» procesos, en que la corona ha incumbido en Inglaterra: el de <\aitón, y el del autor del negro ena- no , M. Vooler.— Lo» asuntos de c»ta naturaleza producen siempre los re- sultados mas sensible» para la consideración del gobierno. El espíritu mo- ral de la nación <• ta admirado de Ib revelación de los medio», de que se lia creído deber usar. Si ellos producen funestas consequonrias, , a que tomarlos' , Admitiría el abate Girarrl en sus sinónimos esta definición del espíritu revolucionario— un qorriita «yi/e t 'ene r'ibiirrto e.i la mesa «fe tollos tas men- tecaíiis' Se declama contra la ilustración: «e observa, que a «n respec- to se echi maio de las leyes suntuarias: te dice, que las luces son las que bacen las revoluciones; mejor se diría que son las tinieblas. PriH-lamacion dt-l gnhr.r-mdvr de la Hahia. El conde de Arcos gobernador de la Bahía ha dirigido tres proclamac'o- n<- A los leales habitantes de ¡Pernambiico. En la primera les dice, que los rebelde» ios han engañado, prometiéndoles socorro por parte del pueblo d<: Bahía. El grito de «ate pueblo, dice ¿I, es fidelidad al mas amado de lo» reyes ; y cada uno diferente. Nuestra medicina no es la de los empíricos con sus drogas emponzoñadas; a-no la tle la naturaleza con su sencillez, y sobre fado con su su'.ciedad. Trátese de cerca, y con reflexión la materia, y no se tardara mucho en reconocer el origen de este espí- r fu revofbeionsrio, objeto de lo» anatemas de una multitud ele ignorantes, (*) El tiene su silla en el mal orden de las sociedades europeas : en el combate de las luces frenerales contra los interé*es particulares: en la desigualdad, que existe entre»el saber y el poder (la balanza está rota entre (*) fea preciso decir lo mismo de esoe infatigables investigadores del ItS i ansas de la revolución, que jamas desan de asignar las que na lian tenido paite cu étla, y omitir en desquite (as que lo han hecho to- do. (Jue noa sea permitido dirigirlea una muy humilde silplira—la de |ir.'contarles si lian leído los anales /luataSM , obra de M. tiuy Nallier, antiguo consejero en el parlamento de París, hoy día oficial mayor de ta me - M di lospedinii i.tos al consejo de Estado. Si, emito trucnMjg muchas ra- r ira ita amsrraT, SO In hubiesen hecho, les encargamos rucan cidauieu- f . (¡ni' lo viiifiquen. Esta obra lo dice latís, Quien no la haya li ido, no salir sn revolución. El autor se apoya fr. cjíh i.ti inri,te cu el KattasOaaS de un contemporáneo , que nuera un grande lüosvfj, a li* al ro tiara, pe- ro si un cortesano provisto de ojos muy p -rspicnces. Eataseju colocado en un pin sin muy propio para ver mucho, ha visto j dí.;'u muc'io, y lo «j'ir ha didso basta para manifestar como se desploman les Estados. M SsJlier da los detalles mas tetrciiustanciados sobre la lítela dtl par- lamento ron Luis XVI, que tía tina continuación de la que haba lie na- do los últimos petate años del rrynado de Luis XV. Lxpouc tan.bien to- cios h s actos, por los quahs el clt to y la noble/a se opu.-it ron á la cor- te, y indos li s «¡e ésta e Mitra los primeros ordenes y los parlamci.ti s. Re- tí i re . que tollo na confusión producida por loa gritos ele ui.e.s y otros, •«'••sandos." mutuamente de usurpación de poderes, arbitrariedad , y de- Sih.oieneia: que los parlamentos decían al rey, que < itabo tu la filis impotci'C'ia de ÍBIPSOJfrito «pie el rc-y gritaba á l«,s parlani'-i.tts, qitt ellos lio trajas poeto pata hace rio; que estos conven iau, «pie habían abusado di- la tolerancia de la SQallSi para mantrneise «ti el «xeteicío de esto «'■ " e te».... ;< i B10 saber en asedio de este coi.(Helo, íi quien pi rtenecia «1 ■Oder i. rs de constitución, no mas que dos (reo- mi ti i;ts. i'cs aslrui i inias, ii.>s mecánicas, dos arquitectura*, y dos náu- ticas. El mi ilclo existe. Quien lo siH. El pereció to- do entero antes de haber tenido la satisfacción de descar- gir un tiro de fusil. Esto aún seria mas agravante , tra- tan lose de tropas enviadas á Chile, Lima, Caracas, y á todos aquellos climas, cuna de ese terrible contagio, Capaz de cnr¡i]nec»r wi di a al Arheronte , la fiebre amarilla, pues es preciso designarla por su pro- pio nombre. Por otra parte , exercitos pequeños de nada sirven. Ellos, á ta verdad, son mas manejables; pero también son menos aparentes para obtener un grande resultado, como es el de SUtetar esos espacios inmensos. Mas después de haber ocupado la Aniérioa, seria preciso conservarla. ¿Irían á in >.nar guardia en Lima , en santa Fe . en Acapulco , los ru- sos , pius anos, y austríacos? Los pueblos . que no tienen colonias, ¿obrarían en la empresa tic la pacificación con el mismo nntmiaais, que aquellos que las poseen ? ¿Quién pagaría los gastos de estas expediciones lejanas, sobre todo, en e! estoilo en que so hallan las rentas de la Europa? Sola la irreflexión puede representarlas como negocio de un dia. ¿Se tratará de bloqueos, que intercepten á la .América las comunicaciones* de que tiene necesidad , para consultar sus medios de defensa, abastecimiento, y extracción de sus producciones? Es preciso felicitar á mí inventores «le ten vista ¡dea. Efectivamente, es cosa muy fácil bloquear to- da la extensión de la América; no tardará mucho en que so proponga también el bloqueo del globo. Y quando la Amé- rica se vea biu iuea la por un lado, ¿lo estará también por otro ? t Le acarrearan loa bloqueos la plaga de la esterili- dad f ¿liaran que be diáipcu los congresos de México,( «2 ) Puetiiw-Ayres, Carncns y Lima? (*) ¿Qué dafio cansaban a !a con vencían los Moqueos de M. Pitt; y á la Inglaterra , el bbnpieo continental i Un bloqueo es negocio que exige tiempo y j)aciencia; y si fuera rafMUJ de realizarse el de que hablamos, se vería bm prontos quien perjudicaba mas, si á la America, ó á la Europa. Tortas t nías suposiciones son miserables , y sus tristes airores no incurrirían en la debili- dad de hacerlas, si tubeia:> presen'" la consideración nía» importante—la de la influencia de la América sobre el estado ínter or de la Europi. Mejor s«;ria, qua tslos declamado- res mal •consejados, en vez de invitar perpetuamente á que se haga uso «le la fueiza para subyugir « la America, cal- culasen acerca da ios producios de ésta , y de la acción con que obran sobre la liminia y tranquilidad de la Europa. Entonces no h dirían tenido la feliz OCMTeucía de pretender establecer la ruina y la miseria , como base del reposo y su- íiiisio.í de los pueblos, y hacer consistir el principio de su tranquilidad en remacharles grillos «le hieno cargados «le moho, en vez de caderas doradas. I'ara convencerse irnos de la prosperidad, que debia producir tan peregrino si>téma, basta íixnr la atención en Inglaterra, después que se han cor- ludo sus talleres , y calcular por su situaron la suerte, que nmnsi— a la Europa entera , si se decide en atacar a la América, y no pone un término próximo á sus sufrimientos. Se dixo en la obra de las enlomas, que la f nian«-¡pacicn y la prosperidad de la América harían la riqueza de la l.uro- pa. Eara establecer este principio tíos apoyamos en el tes- timonio tlel lord Castlereagh, une declar o en el parlamento de Inglaterra, diez y ocho meses ha, que el comeré o de la .\mélica meridional alcanzaba ya á la suma de daacitlisoa millones. Se lee en el discurso pronunciado en el parlamen- to el 3 «le Marzo de 1817 por 31. Kiougham , céleme miem- bro muy abun- " d Mies las primeras remesas hechis a estas regiones, hn- " bian prodocido pérdidas considerables; pero que el buen " aereado, ame ee había entablado despu-* , había favoreci- " «lo el gusto «le las mercaderías iti.rlesas , de una manera " b íst inte á generalizarlo, y á compensar por tin consumo " durable, y Siempre en aumento, una pérdida momentánea." Este Cuadra representa fielmente todas las ventajas , que ya se han reportado d/d comercio de América, y todo l«> qae debe esperarse de ella en un por venir mas favorable. Queman en ese pa>'s se hayan elévalo grandes cind-tles, como en los Estados-Unitlos: quaudo haya to- mado, como ellos , su natural vuel«> hacia la prosperidarl , cuyos elementos de toda clase posee en grado superior á la América inglesa (cons'derese, «pie esta se halla en ra- zón «le la América española , como el cobre en razón del oro); entones vercmea cumplido, y no tardará mucho, lo tpje se ha «licho ««tras veces , que la Europa no «lará abasto á los mercados «le la América. ¿Se quiere aún otra prueba? Pero tlorule K encontraremos? En lo que acaba de suceder en Buenos-Ayrea. Apenas se hizo publica la victo- ria sobre Clule, qtnn lo los almacenas, que estaban abarro- tados, mucho tiempo hacía, «picdaron totalmente vacíos , y los de Londres fueron llamados a reemplazarlos. Asi, las resultas de to lo lo «pie pasa en América, se lucen sensibles en In- glaterra, y en Europa. Aq tells prospera; la Europa proayera coü ella. Sufre : la Europa sufre con é!la , y otro tanto que él!a. Todo a la ve/, es relativo entre ambos países; y aún así no se tona en cons'deracion alguna la acci«m y reac- ción de uní parte «le! globo sobre la otra. En vez de pe- dirse , «pie s.* emplee el hierro y el fuego para deatruáf estas preciosas comunicaciones, ue á la supresión del trabajo, acaban por turbar la sociedad, que contribuían á enriquecer y ador- nar, quando el estaba en vigor'.' En vano nos atormen- faiernts en_ investigar las causa* de las agitaciones socia- les. La tarifa de In moral de los pui b!os M encuentra en las dos paMbrea aigtueates; trabajo y ociosidad. Y en vista de cslo , ¿consentirá la Europa, en cerrarse unos merca- dos talca ccnio los de America ? ¿ Que objeto se propondría en la guena con isla parte del inundo lina potencia co- mo la Inglaterra i ¿ El restablec.m'ento de la autoridad!, que se dice legítima '' Sea en hora buena; pero no es es- to solo de lo que aqui se trata, sino de las comeqtienciaa de este rcslablecimiei.fo. Y ¿quales serán (lias? Volver ¿ poner en planta el monopol o mercantil, que »ale lo mismo, que excluir el comeicio de la Inglaterra , y los demás de la Earropa. I sto no puede admitir duda," por- gue el restablecun cnlo de la soberanía de titula vale sin esie agregado. Y sino, ¿de que servilia a In España go- bernar en America, si olios comerciaban alli; tener ella las cargas, y otros los *j rovecbc.s 1 Todo el inietcs déla España en i establecer su autoridad en aquellos paises, no ¡mede ser o'ro, que el de restablecer con ella lo exclusivo de su pabellón y de sus mercadea. ¿Que importa ñ Cá- diz, que Ja bandera de Castilla tremóla en Vera-Croa, Lima, Valparaíso, y Acapulco, si todas las de la Europa flotan á su lado, y le presentan únaá rivales dbpuestaa k suplantarla? \ed ac;iii lo que i estiba de reparar Ips di- versas partea , que nbra7an las questionrs coloniales, quan- do todo ñ este respecta está estrechamente conexionado; y de substituir en su lugar olías ideas , aplicables al es- fado de EoTopa, pero contradi*-tortea al de las colonias, que Laxo esas relaciones nada tiene n de común con fila* La Europa esta ocupada en d< fenderse de la industria in- glesa : Jaguena lia pasado de'loa campee de I alalia á les tallcies. lal príncipe, tal pueblo, qi.e ha implorado el socorro de fuerzas y subsidios ingleses, techara ron lodo ahinco la industria de esta nación. Con los pueble s suce- de le mismo, que con los particulares: umiyos ftatafe la loha. Lu Espufia . que de todas las potencias de la Eu- ( W ) Topa es laque debe mas obligaciones a la TnglafcT*, fi>- ne en entredicho su comercio con leyes prohibitivas las mas severas. Seguramente e'lla no obraría por otros principias. después de su reintegración en America. Y entonce s, ¿ qué Tendría a ser de esa inmensa población, epie vive en In- glaterra del trabajo, que produce el mercado de la Ame- rica? ¿Donde se cncontiaria el compensativo de lew tri- butos, que paga este trabajo, y de que la Inglaterra, co- mo todos los Estados, tiene tan grande neeesid id para la conservación de su tesoro, que siempre se v,:c.ia eon mas prontitud que se llena? Es preciso, pues , adoptar otras ideas. Tocia la qiiesfion se reduce á estas dos palabras: ¿Debe peiecer la America, antes que volver á caer baxo el yugo español ? ¿ Puede la Europa pasarlo sin la America ? ta humanidad decida la primera qi.cstion. El inferes de la Europa la secunda. El congreso colonial no tiene, pues, que pronunciar sino sobre estos dos puntos. Todo lo demás es una con- eeqüencia de ellos. A el corresponde averiguar lo que la España puede respecto de sus A tm-ricas; y si la triste guerra, que les liac-e, podra tener algún resultado útil. Si solo se trata de malar hombres , por matarlos , en pura pérdida de una y otra parte , esto no vale la pena de continuarse. A él corresponde decidir, si de veinte y cinco años acá no se lia derramado bastante sangre: si la guerra no ha exten- dido bastante sus estragos: ni no ha mulplicado bastante ni Europa la c onfusión , para que necesite aumentarla con la de America; y finalmente si en la imposibilidad de con- ciliar á la Espafta con sus colonias, y estando de por me- dio un Combate encarnizado eut.e la humanidad y la so- beranía, no debe ésta ceder a la otra, que es su origen y su fin , y sobre todo, su li ja primogénita en el mundo. Pero no debe perderse un momento; porque cada día multiplica b>s desastres. Las p*»rd das de la América, nun- ca dexaremos do repetirlo, son perdidas propias de la Euro- pa. Todo habitante de menos en Auu'rca, es un consumi- dor que se quita á la Europa : un marchante perdido para ¿lia; un europeo productor de muios. La Europa tiene tanto interés, en la pacifie-icioii de la America sobre bases sólidas, es á decir, sobre bases naturales, como puede te- ñe; la misma America. Ya no se debe aspirar a subyugar- la ui poseerla, smo úu.ca.neute á regularizarla. Esto es( 66 ) a/erd arteramente digno del poder t de la ilustración d« la Europa. Habiendo entrado ía primera en la car- rera de la civilización, la Europa no debe trabajar rae- no» en hacer entrar en ¿lia á su turno a todas las partea atracadas del globo, que en proporcionarles, que la corran con m is rapidez, que lo que ella misma lo ha hecho. Pero que DO lle.'e este beneficio con una mano mezquina , sino que lo extienda a tod is las partes del mundo colonial. Solo en un orden ¡reneral puede encontrarse la salud común. Que ShmtO Donrngo sea coinpreheudido en esto, como el conti- nente español: que por todas partes se acaben las exclusi- vas, y las rivalidades odiosas , para que no haya motivo «le despreciarse mutuamente: que con todo est'ui . zo se trabaje 1>ara civilizar lo que no puede poseerse ni reformarse: quo a humanidad itMügue el rigor de los «lecretos del destino; y que los hombres dexen de parece haber desterrado de su superficie a la dignidad real, pues seguramente no es esta ■ilspena'on una de las cosas, que menos le convienen. La Eu- ropa es quien va a ganarlo todo en una transarion.que concí- lie su honor con sus intereses ; pero la mayor parta de estas ventajas rellu añ sobre la Fiancia. Su estad») colonial está reducido o nada: sus vínculos de familia le cierran las fren- tes, «le quf la Inglaterra y el resto de la Europa hehen con tanta ampli'ud. Reducida, en su inferior ñ un órden regular, por la revoluCMM del cinco «le Septiembre, esa res- tauración «le las r< stuuracioiies, debe ocuparse la Francia en reparar la —grri. que ha neifLdu, y en afirmar l«>s re- gorfes , que las « oniuoc unes de 2ó años habían nfloxndo. La Francia jamas atacara* «le entrar en la política «le la Eu- r«>pn , y del oniverao, Eata exclusión no puede estarle re- servada , de qua'q.iiera parle «pie ella amenace. (*) baxo la dirección de un ministro del nombre de Iiichelieu; «le un (*) Vuntr-js M prolousra el estado equivoco de Santo Domingo, res- fn-t.i di la Francia, «I pabellón f un cea «s excluido, poro todos loa de- ltas tr tmnitm aM. 1 na ■aeifeMciaa y la leatata inglesa turnan rl pucato de las iiim doctas y Icttga* AMMMt. De-pns qoe m ha dexado de < n. triar «ni awnlrtfi ettUtcm, lo» aartadlata» se MaUccra. Quamlo v.,i- »«ni<« aMa, »<• bol taita otro» gustos y otro cíilio. F.sta substitución r» «' patl ni r o de los que no ninnhnu en parálala con todo ci mundo. tto> lo* koiubrtaV •oM ü.iuasiaJu iiabileii paca saber heredar. v «?) nombre, que recuerda el lugar, que él obtubo en el rB.t«,mat une tanto tiempo rtgta á la Europa. Triunfar de las graa> d«s dificultades parece s«.r el ¡.age de este peaibte iluetiej y el que lo llera , presidiendo actualmente á lo» tonsejo» de la Francia, sabrá consultar las ventaja* de mierda pa- tria, y su propia gloria, zeloeo de consular Utu j.iccío» »u ueieticua. FIN. •( «8 ) POST—SCRIPTÜM. En el intervalo de tiempo, que ha corrido entre la com- posición, y la publicación de estí- escrito, muchos hechos, y documentos importantes han llegado á nuestra noticia. 1. * Li evacuación de Montevideo (*) y de la orilla iz- quierda del Rio de la Plata, por el exército portugués. El ha hecho una bella campaña. 2. " La retirada dei exercito real del Perú, en conse- qüeneia de la ocupación de Chile. Parece que este exér- cito ha sufrido grandes perdidas. 3. ° La expulsión del obispo y del eléra de Chile por ha- berse mezclado en negocios, que estabau decididos por la tuerte de las armas. 4. " El discurso de su majestad , el rey de España, he- cho en el consejo, que adoptó el nuevo plan de rentas, (Ved el monitor «leí 25 de Junio.) Se lee en este discurso el artículo siguiente: "es ver- " dad . que la «leuda publica corriente se ha aumentado por " Beeeskna: que la de los roynados anteriores y la nueva " forman una Mima considerable: que mis tropas, dignas " por su conducía «leí reconocimiento nacional y «leí mió, " sufren necesidades extremas : que están faltas de todo lo * preciso para su comodidad: que los quarteles se están ar- rumando : que los ciudadanos soportan la pesada caro a de alojamientos y bagages militares: que en muchos lu- " « lies se cometen enormes exacciones arbitrarias: que la "mirina esta totalmente desprovista: que las costas déla península y de las colonias están en presa á los piratas: " que las turbaciones de la America privan a la metrópoli " de recursos los mas eficaces: que los magistrados, y ca- " si todos los funcionarios públicos ven correr meses y años "sin recibir su escaso sueldo...." Este retrato basta para dar idea de lo que España pue- de hacer conlra ¡a América. (*) Bien ilixo el autor en bu advertencia preliminar, q«c la distan, cía del hipar .* Pero varias razo- nes ñas han decidido h suprimirla. 1/ El tratarse «u ella solamente de diferencias persona- les entre el autor, y sus co-escritores antagonistas. 2. a La falta de muchos relatos, sin cuya vista seria me- nos exacto el juicio, que formásemos en la materia, a la sola presencia de los referentes. 3. " y principal: Que siendo muy difusa dicha nota, pues contiene la quarta parte de la obra , Dos habríamos tardado algunos mas ibas en darla á luz, contra los deseos del público. En vista de esto esperamos, que se estime ración»! la supresión. EL TRAüUCTOJtt.■ EÍsORES SEBSCRIPTORES ESTA TRADUCCION. Exi mp.* El Siipremo Gobierno por El Evmo. Cabildo por l.o Exilia. Cámara. : E'. José JOMHia de. Araujn. D. (tuque González. . . D. Victorino l'muti'. D. Joaé Ellauri..... 1>. Juan Manuel Fiirutredo. í). Amina Kam.rrz. . . 1). Jtífé Arévalo..... I I cura de San Isidro. D. Di- ..■>.. :■■ ZavaUts 1). Pedro Lrcica. . D. Bernardo Ocanipo. D. Silvcrio Marín,iz. D. Vicente MoirX». D. Bartolomé Mrñoz. p. Melchor A'bin. D. .'osé Braga. D. Air.l Mine . P. José Ramón de Basavilbasu D. José Pupa...... I . Francisco Martínez ... 1). Braulio Costa..... P. Andrés Gomtz..... P. Pedro liapani..... D. Patricio Eiucb..... Linrh Bhmim y compañía P. H. J. Bruñínicycr ... P. Antonio LincH...... J> Juan Militou Gonza1«x. D. Lavid de Forra! .... I). Francisco Xavier Rodiigt 7. de p. Pedro TthVynra ... P. P fi Maila Corvad. P. Martin Montiifar. P. Jt.a<|Uin Fu leí ano . . . t). Ilmfor.so Bunio» . . . . P. L •Mingo Gallino . . l>. Eiaucaaco de Echcsancla. 1(H) 25 ¡> I 1 Vida. D. Anyl Blanco.........t D. Manuel B*e*..........' 1 D. A^ostin Alnr-yda........' 1 D. Manuel Ribajeuiar.....\ . 1 D. Antonio Fausto Gómez..... 1 P. Santia;> R.vadar.a....... 1 P. Mariano Rolou........ • 1 1). Julián Panelo......... 1 P. Vicente M¡la de la Roca. 1 P. José Rondcau........» 1 P. Pedro Fabián Pero*....... 9 1>. Blas José Pico......• . . * D. Francisco Antriio Escalada. ... t 1>. Antonio José Escalada...... 9 P. José B< lr:s.......... 1 P. Juan M i • •*—I Laca....... 1 I). O .01. iic . Culleu........ 3 Fr. A-irire» liodrigurz........ 1 JJ. Jiw lunario Thamca...... 1 P. Isidro P.ueda.......- 1 1). .lo«é Oí mache».......« ■ 9 I>. Juan Florencia Terrada...... 1 D. Matías Uliden.......... 6 Dr. Planes......;..... 3 1). Ijfii.-icio AlvariZ......... 9 I). Juan Alasj.m.........• 9 P. Manuel Pintos......... 4 P. Inocencio González.....* . 9 1). Pedro Carrasco. ........ 1 1). Antonio Saeuz......... 1 P. Manuel A.it»nio Acevetlo..... 1 D. Vicente Lopfí......... 1 1). Andrés Jo«.é Pacheco de Meló. . . D. Gerotiiui i Saipfuero de Cabrera. . . . I>. Alexo V.llegas...... . . . D. Dominen Viclorio Acbega..... 1 Julián Galvez.......... D: E'¡ '.'■ i" Elias.. ........ D. Sa itiagO Wilde......... D. Josa Pgarteafce......... P. Juan de la í'ruz Piedra Buena. . . 1>. Pedro Lea* Gallo........ 1>. Pedro Araoz.......... I>. Juan R.Hinon Koxa*....... P. Ja/me Zudaínz......... P. .foitii José Passo......... D. Tomas tiuriov y Cruz....... J). 8 reta .Malaria......... I). Kam ié Bi izuela y Doria. . ... P. Ignacio Nuñz.......«■..'■ P. Victoriano A;uilar....... p. Jaan José Viamout....... I). AlaMMO Gutiérrez....... I). Marcelino Doran........ D. Dominir» Pelviano....... p. F.aatoqatO Díaz Velez...... P. F. R. .1).......... ti. .!• sé Man ti I de Aconta..... i_. i.uis Gouzalez.......«I>. SsntoF Filfwcreflo. 1> f bliiau Vimaiidi a. U. Fraaciao Marión» Orina. I). Cr« foKo Gómez u . 1). Peoro Cortina. . . ~\) .Ii.s¿ Mana ilieia. D. Manuel Vtewrt» Maza JJ. lleudo Goy« na. . . 1>. JiiHn Fianciaco Gil. Fr Kiz». Fr. Mariano E»|»iiiwsa. . Fr. Manux! Virtz. Fr Ignacio Maestre. . . El Provincial de -Sun FraucUeu Fr Agustín Muñoz. ...... Padre Piedra Kueiia. . < . Fr. Francisco de P. B«s¡>>- Fr. Cayetano José RodrigOor. Fr. Fi auei80« Xavier Ij.via Fr. Frataciae» Ca-.afieda. . . Fr Manuel (ar.aiiza. Fr Fraai iace roaz Veles. . '. Er, Juan Hatera i Soto.. . Fr. Ciríaco Rodríguez Valdivieso Jone Ruaw Grela. . Martin Eapmti. Juan Patrón. . v . Huelle ventura Hidalgo Manuel >. uíai. , Revun.....". . * Fr. Fr. Fr Fr Fr. P Fr. Hiuólito S«IE ERRATAS. pá/tina. Linea. Diré. Lian. n 1.* ambos á la vez ronvutnir ambo» ata ves ji Hecheliett. Riehelien. 86 3' Apuilar. A¡ruiar. 34 ia sosteiu rio. som (erlo. 41 46 caluuiai, colonia». K' du Noviombrc dp lWfi,) /«« (tío'l "Comorcio del-Plata" del H de Noviembre < Ortjen de los males y desgracias de Lis Rcpúbli cas del Plata. Documentos curioso* para la história, publicados por el Jtneral G. Jl de la M.—¿Montevideo Noviembre de 1846. k Con ese título se lia publicado, hace pocos días, en esta capital, un folleto que encierra cuatro docu- mentos, de r.tiya autenticidad, dice su editor, no debe dudarse. Dejamos á un lado el primero, por- que, iiuténtico ú apócrifo, nada puede interesar á la historia ni al crédito de ia revolución americana: los que lian hojeado un poco los papeles do 1819 y 1820 saben que nada era mas común, en aquella época de anarquía y disolución social, que esa3 apa- sionadas acusaciones de los hombres y de las pro- vincias, Jas unas contra las otras; siendo, por lo je- neral, la de Buenos Aires el blanco á que mas tiros se asestaban, por lo mismo que en ella residían las autoridades nacionales, de las que todos ss queja- ban. Cien documentos deesa clase presentaríamos sin dificultad, contrarios los unos & los otros: pero el que en ellos se propusiese buscar la verdad do los hecho? y de sus causas—estudiar la historia,—so mostraría tan incapaz de escribirla como de com- prenderla. ;Qué importancia histórica pueden te- ner las acusaciones que hoi dirijo contra el gobierno oriental su enemigo del otro lado del Plata? Pues A osa misma categoría corresponde el primor docu- mento del folleto. JNio sucede lo mismo respecto do los otros tres: y, á pesar de la fé que individualmente nos merece 61 jefe, compitriota nuestro, que 'os ha dado luz, no solo dudamos de su autenticidad, sino que ia con- tradecimos abiertamente; y esperamos que no ha de haber una persona sola que la admita, después que haya loido lo que en este artículo diremos. Desempeñamos, al escribirle, un impivscindiblo deber de patriotismo: hijos del Rio de la Plaia, cofa un periódico á nuestra disposición, no bailaríamos disculpa ante nuestros compatriotas, ni ante nuestra conciencia propia, tí dejásemos correr, sm proen^ rar atajarle, ese torrente de negra difamación contra las glorias y las tradiciones de la resolución teñen-