ta re»t«uradai; consagrada de un modo solemne y tante la libertad civil ; las fuentes de la prosperi pública corriendo espontáneamente y derramando nes sin obstáculo alguno; las relaciones con nueit Colonias estrechadas mas fraternalmente , y por con guíente mas útiles; en fin la actividad, la jndust los talento» y las virtudes estimulados y recompcn ¿os: á tal grado de esplendor y fortuna elevare nuestro país , si correspondemos á las magnificas ( cunstancias que nos rodean. Estas son las miras , este el plan que la Junta se propuesto desde el momento de su instalación p cumplir con tos dos objetos primarias y esenciales su instituto. Encargados sus individuos de una auto dad tan grande, y responsables de unas esperanzas lisonjeras, no desconocen las dificultades que han vencer para realizarlas, ni la enormidad del peso i] tienen sobre s'i, ni los peligros á que están expaei Pero se creerán pagados de sus fatigas, y de la co gracion que han hecho de sus personas en obsequio la Patria, si logran seguir inspirando á los Espa' aquella confianza , sin la qual no se consigue el' público, y que la Junta se atreve á decir merece la rectitud de sus principios y ta pureza de sus ¡n Clones. Aran juez 26 de Octubre de 1808. Por acuerdo de la misma Junta Suprema en 10 de Noviembre Martin de Garay, Vocal Secretario general* EL EX-JESUITA OPRIMIDO. MEMORIA (IUE PRESENTA A S. M. LA JUNTA DE CORTES EL EX-JESUI TA F. x. M. c\f~i a ' ^jry \ < PALMA JEN LA OFICINA DE BRUSJ AtfO I8l2. ♦SEÑOR. En los líltimos del 1809 solicitó el suplicante por medio de la Junta superior del Principado de Cataluña, que se le pa- gasen todos sus haberes no percebidos desde el septiembre 1802 , como resultaba del documento,que presentó del Señor Don Pedro Josef Azanza, tesorero del Principado existente original en los descargos del actual Señor tesorero de Catalu- ña y su exé*rcito Don Joaquín de Acosta. En doce de abril 1810 el Señor tesorera general Don Víctor Soret por dispo- sición del Señor Sobreintendente general de las temporalida- des de los Jesuítas dio orden al dicho actual tesorero del Prin- cipado y su exército, para que se le pagasen sus haberes á norma del dicho documento. Maa como este le había tomado en su casa para maestro de un hijo suyo r y nada faltaba al solicitante con las asistencias, que le subministraba, le fué pa- gando cada mes, confundiendo ios vencidos con las pensiones hasta el noviembre del mismo año; y después se limitó á pa- garle las pensiones por tercias anticipadas con el socorro de veinte y siete duro» al principio de cada año, como estaba ordenada por el gobierno, por haber crecido con la falta del numerario las urgencias, y deber socorrer las necesidades de las tropas. Asi no se le ha pagado sino hasta el julio del año pasado los 27 duros del socorro y las dos tercias, sin refle- xionar á la qualidad de esta deuda y pagamientos privilegia- dos. Por delecto de cumplir dicho Señor tesorero las órde- nes, que tenia; el solicitante después de la fuga de Tarragona á Ibiza quedó en un estado el mas lastimoso dormiendo en tierra sobre un colchón prestado, precisado á comprarse ios alimentos , hacerse la cocina , y contravendo una enfermedad diuturna de tercianas dobles en la edad de mas de setenta y quatro anos, en que en el mundo no se considera , sino como un agravio embarazoso , á donde quiera que se arrime.Setíor no es ya para V. M. un misterio la tropelía usada con los Jesuítas por Carlos III, y renovada por Garlos IV. No se ignora yá, que aquella execucion ha sido un abuso el mas enorme del poder igualmente injurioso á los Jesuítas oprimidos que á la nación, que ron buena fié les había con- fiado la execucion del poder. Este horrible atentado cometi- do contra los derechos á la patria á las propiedades al ho- nor no puede legitimarse por ningún decurso de tiempo, ni prescribir por medio alguno de los estudiados por una polí- tica estudiosamente opresiva y perniciosa. El executor del poder no podia privarnos legítimamente de aquel/as comodi- dades religiosas de habitación vestuario alimentos asistencias médicos medicinas y de todo lo necesario en una vida reli- giosa,; y lo que no puede considerarse sin horror, el haber- nos cambiado todos estos bienes, de que justamente gozaba- moa aplicados al servicio de la nación, con la frivola asigna- ción de una peseta diaria , con que fuera de nuestros parien- tes y familias supliésemos en Italia á todas las necesidades, después de habernos usurpado todos los muebles y estables con Ja sola razón del mas fuerte. Semejantes atrocidades no podían cometerse sin violar todos los derechos naturales Di- vinos y humanos, y sin atropellar nuestras ieyes primitivas que limitan y dirigen á los executores del poder, que la na- ción les confia en sus proclamaciones. Para que este paso no hubiera sido tan violento como tiránico, debía el executor del poder tomarnos sus cargos, y oír nuestros descargos ; pues- to que aun toda la nación junta, en quien esencialmente resi- de la soberanía, no podía comunicarle un poder , que no te- nia , para proceder contra el derecho de la defensa natural, que reside y acompaña inavulsiblemente á todo individuo. Desde que el executor del poder reusa toda defensa de los, que quiere oprimidos : y les cierra todo adito á este derecho sa- grado ; disuelve sacrilegamente aquellos pactos sociales, pol- los quales los hombres se unen y vinculan con los hombres para su mayor seguridad j y depositando en él una parte de aquellos derechos, que cada uno tiene á defenderse; en lugar de mantenerlos, como lo lleva su carácter, es un destructor y opresor de ellos, y se hace reo de lesa nación. Por eso nuestras leyes fundadas en el derecho natural anulan quanto los Reyes hicieren contra este derecho j y una de ellas dice, que si se abusan del poder, puede el pueblo llamarlos tira- nos: expresión fuerte la qual denota que dexa de ser legítimo su poder y que decayó de su autoridad en esto. Csl Chima por tanto la equidad natural í favor de cerca de seis mil Jesnitas oprimidos , para que la nación , á quien re- curre el solicitante, cancelé de sí misma semejante atentado, como un crimen, en quien ella no ha tenido parte alguna, y repristine desde luego á los ex Jesuítas en sus derechos atro- pellados por un acto nulo irrito y de ningún valor j y des- pués exámine su causa , y decida con todo el rigor lo que creerá de equidad. El solicitante promete con su cabeza re- velar misterios, que como son un resultado de este examen riguroso ; asi también serán de utilidades ventajosísimas de la nación; no solo por lo que los ex-Jesuítas puedan contri- buir al bien de la nación ; sino por lo que la nación ha perdí do con aquel acto ,y debe con el tiempo recuperar en sus do- minios , y en la extensión de ellos. Y aunque muchos supo nen que la expulsión de los Jesuítas fué obra de la filosofía y del gobierno francés, para facilitar la irreligión y la con- quista de España; sin embargo el tiempo descubrirá con do- cumentos los mas terminantes, que esta grande obra de ini- quidad y de perfidia no ha debido sus principios y sus pro- gresos en España, sino al tirar á obscurecer y embrollar los primeros errores, que conocidos después se han intentado corregir con los nuevos enlaces con Portugal (*). Pero d se nos quiera considerar como á malhechores, ó como á hombres contrarios á los designios del despotismo y de la arbitrariedad; no podemos ni debemos ser privados de aquella defensa, que siempre debe acordarse, á todo malhe- chor : ni el executor del poder tiene derecho alguno para ha- cernos de condición inferior i la de un falsario ó un salteador de caminos. Seria la mayor de las infidelidades el abusarse de aquel poder, que la nación confia á su executor el proce- der contra los derechos del hombre constituido en vida civil, y rebolver contra cerca de seis mil ciudadanos Jesuítas aquel mismo poder, que la nación le confia con el fin de mantener los derechos de todos los individuos de ella, y oprimir y so- focar estos mismos derechos por motivos que reserva en su Real ánimo; y quando por esencial deber de su carácter de- (*) El solicitante no habla mas claro á pesar de la fir- meza , con que se exprime ; porque ciertamente las circunstan- cias de nuestra actual lucha no dan lugar d desarrollar los enredosos manejos de esta criminal operación: conoce que de- bemos mantener nuestros amigos sin disgustar ú nadie con exámenes de derechos y razones , para que siempre hay lugar-hia. defenderlos , los supedita y conculca inhumanamente co- metiendo la mayor de las atrocidades. Si la nación mira aho- ra con indiferencia un atentado tan atroz : y no revoca con un golpe resuelto un crimen tan enorme sometido contra sus leyes y contra el decoro debido á ella : á pesar de las precau- ciones que tomara ; nunca faltarán pretextos á loa venidero; executores del poder j para cometer semejantes arrebatos con- t ra otros sobre el exempío de los Jesuítas. Parece por tanto función de la equidad y justicia de la nación el anular ahora este exemplo de oprobio, y contener en lo futuro semejantes extravíos de violencia y despotismo, que debe desaprovai con su autoridad. Pues si todo atentado cometido contra el derecho natural es nulo irrito y de uingun valor; todos los actos conexos con ei , tí que de é"I proceden como de raiz viciada , reciben la misma qualidad de nulidad, de que ni el atentado ni los ac- tos conexos y procedentes de él pueden subsanarse por nin- gún medio ni prescribir por ningún decurso de tiempo. Asi se podrá engañar á los Papas: se podrán atemorizar con amenazas indecorosas de mayores males, como se hizo en es- te caso con la memoria de Reflexiones Berbonicos sobre el Jesuitismo presentada á Su Santidad por los ministros de las respectivas cortes, tí por temores de una separación de la unidad, y se pueden obligar á resoluciones apoyadas sobre el principio nulo de la expatriación y ocupación de las tempo- ralidades , obstruyendo todo, recurso á la defensa natural de los indebidamente oprimidos ¡ pero siempre será una verdad indisputable, que Jesu-Cliristo no ha concedido á sus Vica- rios derecho alguno para que subsane el acto de nuestra relegación, ni el de la invasión de nuestros muebles y esta- bles sin oírnos, ni para que viviendo nosotros se nos reduz- ca al estado de mendicidad, pudiendo mantenernos con aque- llos bienes, cuya propiedad habían transferido en nosotros les que eran dueños y poseedores legítimos; y determinen lo que quisieren los Papas ó seducidos tí forzados (*), debemos (*) El filósofo Linguet autor de los anales del siglo XPIII disgustó sumamente al conde de Aranda, embaxador antón- ees de París , porque tratando de la abolición de los Jesuitas con una bien grande invectiva contra los promotoras de la destrucción de ellos , reprueba los medios de la calumnia y falsedad que habían empleailo los gobiernos para ella, sin embargo de haber sido el también acaso con los demás filó" <7) . convenir en (fue reclaman por sus dueños para que se alimen- ten de ellos en aquel modo y decencia, con que se alimenta- ban en los colegios; y que se 'es debe hacer una asignación mas considerable que la de una sola peseta. Hemos de suponer para esto, que los bienes de los Jesuí- tas eran bienes de lodo* y de cada uno de ellos. Aunque eran diversas las provincias de España, para poder gobernarse me- jor y mantener la disciplina; con todo los bienes según *U legislación eran del cuerpo, y aunque á los superiores no erá lícito transferir las propiedades de un colegio á otroj sin em- bargo para la manutención de los individuos no había loca- lidad , ni se usaba lo que otras corporaciones llaman filia- ción : esto es aquel numero determinado de individuos, que los superiores aceptaban, para hijos de aquel determinada convento. Entre los Jesuitas no era lícito esto según su legis* laciou, porque se debían considerar no solo el numero, que podía mantener cada colegio; sino la conveniencia de utili- dad y servicio de aquel pueblo, en donde estaba el colegio; y como tal vez sucedía, que si había Jesuitas naturales del pueblo en donde había colegio: no eran estos i proposito pa» ra servir al publico: y lo eran mas dtiles en otras partes; no se destinaban al colegio de su patria, sino á otro de dentro tí fuera de la misma provincia. Así tal vez en un colegio era necesario un grande físico, 6 matemático para el servicio pu- blico : no hallándose en una provincia sugeto que desempe- ñase con reputación estos encargos , se llamaba de otra, para tofos uno de los instrumentos y promotores; pero se trataba de desacreditar los gobiernos. A este disgusto del conde de Arando se agregó la copia que ponia en sus anales del brevé de Clemente X1K embiado á la Emperatriz de la Rusia , que se lo había comunicado. En «ste breve se congratulaba el Papa con la Emperatriz, de que conservase aquellas peque- ñas reliquias del cuerpo ,que el había abolido por fuerza : es- te breve costó grandes disgustos al Papa y aun acaso acaso también la vida. El conde de Aranda solicitó uno de aquellos vületes, que llamaban de Caché y puso en la Bastilla al Lin- guet. Toda la filosof a se conmovió con la desgracia de este su alumno , y finalmente logró ponerlo en libertad. Se retiró á la Inglaterra, en donde publicó la historia de la Bastilla; con que inspiró todo el horror al gobierno de Francia: con ella consiguió que se accelerase la revolución yá premeditada desde muchos años antes.que no faltase un sugeto, en donde convenia. Todas las pro- viucias de España á norma de la legislación tenian derecho á exigir de cada una de ellas los sugetos que les faltaban, y subministrar á todas los individuos' oportunos que les sobra- ban , por no tener algún Jesuíta según la ley lugar ni pueblo alguno estable , sino aquel, en donde mas con venia para el servicio publico y ayuda de las almas. Así según el instituto Jos Jesuítas se mantenían indiferentemente de los bienes de los colegios á donde eran aplicados fuesen de la provincia que se fuesen : bastaba ser individuo del cuerpo Jesuítico pa- ra tener según el instituto derecho i mantenerse de los bie- nes del colegio, á donde eran destinados, ó por donde para- ban ; y antes bien era reputado un crimen sério, si en el pa- sage en donde había colegio se albergaban fuera de él. Reco- noció el gobierno anterior esta verdad á pesar de sus graves perjuicios disponiendo, que los ex-Jesuítas llamados del des- tierro se estableciesen en qualquiera parte, que mas estima- sen; y la Junta central renovó esta providencia misma guan- do se tratd el levantarles el destierro. Y en esto es una cosa bien notable, que el marques de Floridablanca fué uno de los promotores de levantarles el destierro, como lo había sido también uno de los primeros y principales agentes de su des- trucción. Este sugeto conocía y sabía muy bien como había ido la cosa. Vid Ja oportunidad para reparar en aquel pronto y en algún modo los grandes males, que les había ocasionado, y reparó en el modo que pudo. Por otra parte los bienes de los Jesuítas eran bienes de un cuerpo que á pesar de un grande cúmulo de calumnias mal forjadas y groseras, y sacadas en la mayor pat te de los libelos infamatorios de Luteranos Calvinistas y Jansenistas pro- curadas por el poder (*); no podía suponerse sino inoeftite en todas las clases y en la máxima parte de los individuos; puesto que no había provincia en todo este cuerpo en que cada ano no se hechasen fuera de él algunos individuos de ■. (*) En Roma en el palacio del comendador Alrnada se imprimieron una grande multitud de libelos infamatorios cuyo coste y gastos importó la suma de setenta mil duros. Estos libelos se esparcían de allí por España , Francia y Por- tugal. Léase ta vida de Sebastian Carballo cuyo autor nom- bra los autores venales de muchas de ellas. Los Jesuítas no tuvieron otro trabajo que reproducir las antiguas respuestas hechas á los hereges sus autores. los que no se acomodaban i las leyes de su instituto; y su- puesta esta práctica inviolable y esencial las provincias que- daban cada aíío purgadas de los inobservantes, indóciles y nul contentos. P'ies aunque en un cuerpo claustral por fla- queza de la humana condición pueda recelaise haber algunos pequeños defectos, que entre seculares pasan por menuden- cias imperceptibles ; no puede suponerse sin pruebas del mayor volumen y peso, que omita, ó cometa cosa alguna en lo subs- tancial y esencial. El cuerpo de los Jesuítas por su legisla- ción vigorosa y enlazada en todas sus partes no puede ni de- be reputarse de peor condición que ningún otro; tratándose de una corporación que por la legislación de su instituto de- bía mantener en los pueblos la pureza de las costumbres: es- to nunca se verificaría sin que cada provincia se purgase ca- da aiio de los exemplus de relaxacion , de distracción , de ti- bieza , de ócio y divagación; ni los ministros eclesiásticos de ellos, que se hallasen acontagiados de estos vicios, podrían ha- cer en los pueblos aquel fruto, para el qual había formado el gran legislador Cántabro un código de legislación tan acaba- do en catorce anos de oración estudio y meditación. No po- día por tanto presumirse culpable un cuerpo, que tenia por substancial ley , para poder llenar este graude objeto con to- do el decoro , <■! mantener siempre caliente en sus miembros el fervor, para poder comunicarlo á los pueblos. En efecto había en este cuerpo un grande número de mi- sioneros apostólicos, á quienes según la misma legislación no se confio jama? esta ocupación tan delicada , sino después de largas pruebas de gran doctrina, y de ser igualmente muer- tos al mundo y á sí mismos. Había en este cuerpo otro gran- de número de operarios evangélicos ocupados en socorrer viu- das doncellas huérfanos, en recoger muchachos abandonados, y aplicarlos á las artes, en reconducir á buen camino Bkuge- res extraviadas, en quitar los escándalos públicos, en socor- rer y enseñar sus deberes á los encarcelados, en mantener la perseverancia en la piedad,en asistir y consolar los enfermos de los haspitales, y á los enfermos moribundos del pueblo,y en instruir los pueblos en la doctrina y predicarles las obli- gaciones de la religión y del evangelio. Y así como estas *8os clases de hombres apostólicos requirian grandes qualidades de virtud por la importancia de estos empleos: y nunca la Compañía los distribuía sino en sugetos de quienes después de muy largas pruebas, no estubiera asegurada de un desem- peño decoroso y de un suceso de la mayor caridad; asi tam- *•( IO ) bien para privarlos de sus bienes y de la páfria exigían del executor del poder necesaria mente pruebas invencibles é ir- resistibles á toda respuesta y defensa. No faltaba tampoco otro grande numero de maestros de las cicpncias ocupados en. exónerar los padres de familia de lo mas esencial de sus obli- gaciones, é instruir á sus lujos en la piedad y en las cien- cias. Estos maestros eran personas bien visibles. La sola cir- cunspección en no dexarse escapar palabra alguna, que fuera censurable aun en medio de la distracción de enseñar era se- ñal evidente de un particular fondo de recogimiento nada or- dinario. Otro grande niímero de jóvenes lucidos brillaba en- ttínces en este cuerpo tanto por su piedad como por su lite- ratura. Se ha visto posteriormente la multitud de obras , que publicaron en el destierro; y los exeinplos de virtud, que antes nr>s dieron ocupados solamente por su instituto en unir las virtudes con las letras, para no ser hechados de la Com- pañía. Esto era pues lo que se llamaba la Compañía de Jesús que á pesar de la opresión mas indecorosa para el executor del poder, que para los oprimidos, gozaba de un crédito y reputación extraordinaria , que desde su institución nada ha- bía perdido de su incremento por su porte grave y modesto por sus modales afables, por su acierto en las empresas espi- rituales que emprendía, y sobre todo por aquel tesdn y fir- meza, con que por mas de dos siglos habia mantenido el ri- gor de su primitiva observancia , y por aquel arcano propio de ella, con el qual sus individuos andaban siempre con pre- caución en medio del contagio del mundo, sin inficionarse siempre procurando remediar el desdrden, sin relaxarse, siem» pre apacibles con todos; pero siu abatirse, joviales pero sin descrédito de la religión ni de su cuerpo, siempre inspirando la piedad; pero nada austera ni disgustosa, siempre recogi- dos pero sin afectación de cierta devoción gazmoña La admiración de qnantos conocían á fondo los Jesuitas en el acto de esta infausta execucion, el asombro con que la mismo dexo atónitos á los hombres mas ilustrados t? inteli- gentes de su interior gobierno legislación y rigurosa obser- vancia : léxos de fundar presunción contra la inocencia de es- te cuerpo lo ponían en el niíinero de las corporaciones claus- trales, que vivian con mayor rigor y observancia. Y todo con- curría á confesar con candor no haber recelo alguno en la mayor parte de sus miembros, que debian suponerse inocen- tes , mientras no se probasen reos con toda la evidencia. Y sin embargo ú ninguno se reconvine de cosa alguna i todos se trataron como á reos : se reusd con pertinacia el tomarles los cargos, que pidieron por todos los medios y caminos po- sibles : se les amenazó gravemente si intentaban defensa al- guna ; y al ex-Jesuíta Bruno Martí se le puso en la reclusión de un convento, en donde murió de miseria, por haber re- clamado sus derechos. De aqui es que la privación de las temporalidades, la expatriación y quantos insultos se nos hi- cieron , como destituidos de los requisitos necesarios para poderse legitimar, y como contrarios al derecho natural de la defensa, que debe ser inviolable, han sido nulos y absur- dos , y deben los ex-Jesuitas ser reintegrados en todos sus derechos. En confirmación de la presunción de esta inocencia , en que no podia ser perturbado alguno de estos individuos por el solo parecer de una junta tenebrosa sobre supuestos crí- menes , se ha observado en ellos uno de aquellos prodigios, que no pueden ser obra de ánimos delinqüentes, sino del Evangelio y de la gracia. Lastimados sus corazones por las tropelías del executor del poder de España, y mucho mas por las amenazas y desacatos hechos al Papa, que tuvo que ceder á la violencia; ó todos con el afecto ó la mayor parte de ellos con sus plumas han ilustrado y defendido el decoro de la nación española, la autoridad de Ja Iglesia y de su ca- beza , y la puridad é integridad de la fe" contra los nuevos errores. Si estos hombres no hubieran sido animados de sen- timientos y principios superiores á todo resentimiento, ha- brían mirado con mucha indiferencia la mala opinión, que *e tenia de la nación española desconceptuada por una multi- tud grande de librichuelos escritos por moda propagada déla Francia á la Italia y Alemania; y se habrían desentendido de las cosas y derechos de la primera sede; pero nada menos que todo eso. Siempre constantes estos hombres en el amor á la pátria, siempre fieles á su ié y religión han burlado la aspectativa de los extraviados en los errores Lovanienses , que domina- ban la Francia, y habían invadido la Itaha, y la de los re- volucionarios franceses. Se imaginaban los primeros que en cada ex-Jesuita tendrían un comilitón contra el Papa, y un apelante al futuro concilio de las determinaciones del Papa en drden á su abolición executada forzosamente sobre la sola U y conocimientos supuestos de las cortes Borbónicas, y sin otra formalidad alguna de proceso por parte de la Iglesia. Sefiguraron los otros que con cada ex-Jesuita tendrían un ene- migo del gobierno y nación española. Los unos y los otros versátiles á todo viento decían yá en sus pequeños librichue- los, que Roma había correspondido mal á los servicios y ade- sion de los Jesuítas á la sede Romana como el gobierno espa- ñol á las solicitudes de los mismos por la dilatación de sus dominios en las américas y filipinas con la fundación y esta- blecimiento de tantos centenares de pueblos. Sin embargo poca sensación causaron en los ánimos de los cx-Jesuitas las sugestiones lisongeras de estos áspides. Des- pués de haber sido por dos veces violentamente expatriados, siempre superiores á sí mismos no abrieron la boca, ni to- maron después la pluma contra su nación y gobierno, aun- que tenian un grande número de arbitrios en amistades po- derosas , valimiento vario, conocimiento de Ja Italia para dar golpes mortales al despotismo de los executores del poder de España, sin que supieran, de que mano les venia (*) ¿ mas la •conducta que posteriormente observaron los ex-Jesuitas ha si- do una prueba de que los individuos de este cuerpo estaban poseidos de un grande espíritu de moderación y de pruden- cia cristiana; y de que mas bien han querido abandonar las cosas al curso y órden de la providencia : y quedar ellos víc- timas de la tiranía; que exponer la nación á los horrores de una revolución solicitándola con escritos á recuperar sus de- rechos primitivos. Todos estos actos generosos provenientes de la mas noble de las virtudes en ánimos, que considerada la humana flaqueza debían suponerse exulcerados por el gran- de cúmulo de tropelías, son hechos incontrastables , que for- man una presunción fuerte de que el cuerpo de los Jesuítas (*) El ex-Jesuita Febrc's Manresano contra el sentimien- to de todos guando lo supieron se formó en su casa por sí mismo secretamente una imprenta : poco despaes del aboli- ción. Se imprimió él mismo la memoria ó promemoria que enderezó al Papa Pió VI', en que anunció yá desde entonces á los Soberanos de Europa, que había de temblarías los tre- nos bajo los pies á todos los que había desde Portugal hasta Petersburgo. El se engañó en el punto en que creía que los ministros iban de acuerdo con los filósofos revolucionarios de Francia, para trastornar todos los estados; pero por los anuncios, el adivino, que se fraguaba en Francia un tras- torno universal de un solo gobierno. Lo mismo que el Febrés podían haber hecho los otros con mas cautela. era inocente y que no podía ser desposeído dt: esta presun- ción debidamente ni de Ja buena opinión, que gozaba en el público, sin cometerse la mas atroz de las violencias, que ja- mas podrá subsanarse por ninguna autoridad ni decurso de tiempo en el estado de vida civil. Corrobora todavía mucho mas esta presunción de la ino- cencia de este cuerpo el que con las desgracias de España en la expedición contra Portugal, en la empresa de la conquis- ta de Gibraltar , en la expedición de Argel en las batallas na- vales en la gran demencia de la profusión de nuestra corte que siempre fue subiendo al máximo de los excesos; la Fran- cia y los extrangeros inundaron de libricuelos con que vili- pendiaron el crédito y reputación de la nación española en sus exércitos , en sns armadas, en su diplomacia , en su eco- nomía en su literatura. No parecía sino que todo el mundo había conspirado en nuestro vilipendio. Los ex-Jesuitas tu- bieron que dividirse las materias , para destruir esta falsa opinión tomándose el ramo de milicias de armadas navales de la toga de la economía civil de la literatura del derecho de las américas de la humanidad del gobierno español con los indios sobre todos los otros gobiernos de Europa , que te- man posesión en las regiones ultramarinas Asia, América y Africa. Como por la expulsión de los Jesuítas tan cruel é in- humana la nación española andaba en opinión de bárbara , se tomó el solicitante el punto de esta determinación. Pero por no caer en odiosidades, quiso que primero viera la obra el marques de Grimaldi que era en Roma embaxador de Espa ña; pero se hallaba entonces en Génova. Este caballero des- pués de haber exáminado la obra j como hacia distinción en- tre la nación y el gobierno, la calificó de sediciosa y de obra la mas maligna y satírica que podía haberse escrito en este género contra el gobierno español. Caído el Grimaldi del empleo, embid por medio de un religioso Agustino su confi- dente al Señor Azara la obra: no puede dudarse que se la entregó pues el mismo solicitante reconvino al Señor Azara con varias y replicadas cartas sobre su obra, y nunca se dig- nó de responderle ni siquiera como caballero comedido. Así salvo en esta parte la nación española quedó vindicada por los ex-Jesuitas en quantas materias se había escrito en Fran- cia y en Italia , aunque sus ánimos ni podían ni debían estar satisfechos de su gobierno : prueba bien sensible de su interior rectitud,y de que este había procedido contra ellos en ambas expatriaciones contra una evidente presunción de su inocencia.( 14 ) La supuesta culpa del general de los Jesuítas tii la de cualquiera otro de los individuos de la Compañía nada tenia que ver con el cuerpo inocente ni con alguno de sus indivi- duos que no podian presumirse culpables. No era regular emvolver en un solo crimen á todos, aun quando fuese cierto el supuesto delito. í,éxos de justificarse la violencia y opre- sión , con que fué atropellado este cuerpo inocente, agrava enormemente el crimen del opresor arrebatado, que ni podía, ni debia sacrificar tantas víctimas inocentes que han tenido que fallecer en destierro tan diuturno con la pérdida de sua propiedades reducidos á la sola asignación que se le hace í qualquiera corchete. Puesto que debia informarse del régimen é instituto de los Jesuítas, para no cometer un error tan substancial contra los inocentes, aun quando el general hubiera podido reputar- se culpable, y habría quedado convencido; pero ni huvo esto, ni el general fué reconvenido de algún delito. Antes bien en el castillo de San Angel, en donde murió yít&o, an- tes de recibir el viático en la enfermedad, de que murió, juro' al Divino sacramento y i todos los circunstantes, de que ig- noraba , que ni él, ni en toda la Compañía se hubiera come- lado un crimen, que se mereciese semejantes ejecuciones. Ma» aun quando huviera habido este supuesto delito; debia saber el executor del poder, que en las constituciones de los Jesuí- tas todos los individuos de la Compañía eran superiores , pa ra el bien , y los superiores en este punto debían oír y reci * bir las lecciones de todos aun del portero y cocinero j y en el caso de obrar mal, los superiores quedaban subditos. Y es de advertir, que esto se miraba entre ios Jesuítas como un punto substancialísimo, en que todos eran muy celosos par- ticularmente los profesos. La ley decía: ita ut omnes in bo~ num omnia possint ; si autem peccaverint omnino subjecti sint. No debia ignorar que en las constituciones mismas de los Jesuítas el general y todos los superiores estaban sujetos al cuerpo de los profesos, del qual los superiores todos eran meros executores del poder, que residía en dicho cuerpo lla« ruado por antonomasia en las constituciones sociedad profesa. Supremam curam et super intendentiam collegiorum professa societas habebit ; hujus autem superintendentia executio ptenes prepositum genertdem erit. No podia ocultársele tam- poco al gobierno español, que los pfofesos de cada nación po- nían al lado del general un sugeto con el nombre de asisten- te , que eran-seis y hacían juramento de no disimular falta os) alguna de quanto vieren en el general; y qué verificado el caso, en que cayese en algún crimen grave externado; decla- rarían decaído el general de su empleo, y convocarían la congregación general para hacer una nueva elección. Ademas.- en las constituciones se hallan registrados los casos en que todos podían ser aechados del cuerpo de la Compañía, sin exceptuar el general mismo (*). Ahora pues un cuerpo, que no puede disimular los deli- tos de los superiores, los quales por una culpa aun leve y le- vísima quedan subditos, para ser penitenciados según el de- merito : un cuerpo, en quien los superiores todos sin excep- tuar el general tenían por constitución Substancial un admo- nitor inflexible , que los avisaba de los mas mínimos defec- tos : un cuerpo en donde todos eran oustodes de todos, para que en todos se mantuviese la observancia: un cuerpo en cuya legislación se había puesto tantas trabas y cautelas con- tra la arbitrariedad de los superiores: un cuerpo, en que es- tos no podian tener esencion alguna por el título de tales : un cuerpo, en quien todos tenían esencial ínteres, para que loa superiores quedasen siempre invariablemente sujetos á las leyes, y fueran castigados en el caso de conocido demérito: un cuerpo por fin, en quien el general y los superiores eran subditos de la Compañía profesa ó del cuerpo de los profesos no parece sino el mayor de los absurdos el emvolverlo en el supuesto crimen y pena del general; singularmente quando lexos de comprovar ó condescender con su crimen tenia puestas todas las medidas, para tener en freno á él y á todos los demás superiores. Debia por tanto el executor del poder de la nación española supuesto el delito del general dar par- te ai cuerpo de los profesos que era su superior; y liabria visto la actividad y prontitud con que se le habría dado sa- tisfacción. Mas ni existía tal delito, ni era tiempo, sino para destruir. No existía tal delito, por haber sido una invención de Sebastian Carvallo convencido de insigne calumniador y malhechor forugido de quien debía liaber diíidado el execu- tor del poder español, que perdid de vista los verdaderos in- tereses de sus estados. No era tiempo de justicia (**) 5 porque (*) SI solicitante advierte que no tiene consigo el inst¿~ tuto de los Jesuítas para poder citar los lugares en donde se hallan estas determinaciones y otras: el que quiera leer ios constituciones verá ser cierto esto.. . (**), Dos hechos bien notables convencen con evidencia*,(Ia esperanza sino la de morir en España ó eo el Norte: si queréis libraros de es ta suerte, España os ofrece partido en sus banderas, y i cada toldad' que pasare á eUas 200 reales, y si pasare con fusil 3 0: al de caballerea se pagará ademas el valor del caballo: al que no quisiere servir en nu&ttfM tiopat s' mandará embarcado a su país, ó al que escogiere para tu residencia'* (2). Badajoz 6 de Marzo Bl 26 del pasado llegó á Cádiz ti Bmbaxador ple- (1) Se rmbarió el día 3 de Febrero según escriben de Cádiz, (j.) En esta misma gazeta >e baila urna carta su fecha en. 5 villa á 11 de f br'ero r cib'da en Lisboa en la que se ha- Ha inte capitulo -Tengo el horor de participarle que esta >,«- pr ma Jv tc hace pr senté á los exerd/os que los Emperado- res de Austria y Turquía declararon la guerra contra NapO' / on, convidando á todos los soldados avst'iacos sueco* . pru- s anos polacos italianos al ande e á pasarse al rxercito es p ñol ¿7c , Esta¿mismo escriben últimamente de, Caaiz i Bu tus Ayres 4¿^jf|&, nipotenciario del Emperador de Alemania.: hsb'ó rarga- mente con el vocal de la Junta Suprema que se halla en la dicha plaza, y asrgu ó que ro solamente tendrían que combatir los exercítos austríacos contra ¡os franceses; fi- no que también los Rusos h*b»an hecho causa común (1). fil 27 pa-tió para Sevilla (2) (Gazrta extraordinaria «el Rio Janeyro de 21 de ab.w ue 1809 ) Sevilla 24 de febrero. Considerando S. M. qu ios franceses no guardan ningún principio del derecho de gentes en la guerra in- justa y barbara que hacen á España; que faltan desca- radamente á los convenios mas solemnes , como se veri- ficó con la capitulación de Madrid , donde a pesar de los articulos estipulados en ella, encarcelan, peniguen y expatrian a ciudadanos pacifi.os y respetables M*gtt- (1) Correen Vuenos Ayres que algunos ingleses residen* tes aquí han t nido canas d Inglaterra s en qu les asegu- ran qrte la Austria está d> inteligencia con la tiusia y que en breve se unirá esta con Inglaterra y España en fii que se prepara una coalición conloa la Franc'a; y en un papd de noticias de Lisboa , que corre venido por la vía del Han y o% se dice que los Canro es fmisoa están levantados. ¡ {¿u¿ noticias tan liso.ngertis\ ¡ Ojalá te enviado es a ferente del embaxador que desembarré en Üj-jiz el 26 del ptupio mes.tridos, írr poniendo .también el mas infame supMcio f otras personas írfe'ices por la mas leve sospecha ó f españole* á fin deque tenga su debida exícucion. Te- redo asi entendido pa<"a disponer *u cump imiento. En el Real Pabcio del Alcázar d* Sevilla a 7 de f;brero de 1800. r Bi Marques de Astorga , Vic- Presidinte- 3 A D. Ría tin de G*t£f. (Gaz;ta d'-l Rio Janayro de 26 de abrn.) rPm - $* continuara. ■ * Nun?. IT. ? CONTINUACION DE LAS NOTKIAS. Londres 16 de noviembre de 1808. Entre varias cartas que traxo una maleta de Sueáa no es la menos extraordinaria la liguieite con fecha de M ?mel 18 de Octubre: La suerte del liey de Pru*»a esti decidida obtendrá ate los Ducados de (Janteic y de Var sovia, y perderá para siempre la Marca de Brandemburqo y Pomerania. José Bonaparte será Rey de Prusia , si su hermano no pu de sub/ugar enteramente la Kervado que se remite al Emperador de todo lo que ecurre en París „ y es el que pertenece al 7 de diciembre ultimo. La publicación de la relación 12 sobre los exerci- tos de España, ha tenido la muma sueite que la p-e- cedente Sabemos que mucho» decían: Y bien {dónde están los 60 mil hombres qm se han he^ho prisioneros ? Ljs vendedores de papeles públicos, contraviniendo á las ordenanzas de policía, gritaban cerca del Palacio Real: Jtqui está la relación de oficio de las grandes victoriat con- seguidas contra los españoles , los paysanos , las mugeres%K y los niños d.goihdes Es notable este modo de puo>icar las noticias, porque tiene todas las apariencias de una zumba. En el cafe Toy se hablaba de un articu'o del Diario del Imperio . y capitulo de Londres, relativo al regreso del Sr. Shaw {correo ing és) , y las rerl.xio- nes que hace el Times ¿gazeta ingle>a) sobic las pro- posiciones de S. M el Emperador. ( El mismb suplemen- to á la gazeta del gobierno de 27 de erero de 1809 ) Mal *>¿ Continuará. $7>°99.o.e\ $89 333-*«3> Sürr. TU. CONTINUACION DE LAS NOTICIAS. "NOTICIAS DE ZARAGOZA. Parte que dó el ccmtndante dd fuerte de S <1or lup-ctor de infantería D Mir uel de Peñas) para que de acuerdo con dicho Señor formase convir.acion y plan de ataque en la ma- ñana de este dia, á fin de descubrir y reconocer la ca« lidad de trabados que el eremigo ha hecho en e?t¡»« i.v mediaciones, determine que dicho comandante Ga>ca coi 200 soldado» de «u cuerpo , y los vo'urtiuos del Portillo de la dotación de la Puerta del .So/, del mando de comandante D. Aiberto Langlés, sa iesen por Isa Jenerias á ocupar y l'amarles la atención por m¡ iz quicida y orilla de £¿ro , y que á las 7 de la mañana le* rompiesen el fuego por dichos puntos, empañando 1a acción tegun la* fuerzas de le* enemigo» que se les opusiese, mientras por la derecha se ataesban ion tooia formalidad por 200 hombres drl r»ferido cuerpo de voluntarios, 150 cazadores de Orihuelax todos co" sus respectivos ofi.iale» al mando de rm segundo D. Fran- (1) D Marhno de Renovales fué Sargento mayor d I pri jner cuerpo patrió ico de husotes que te levantó en Buenos ut)res dejpues de la gloriosa re^onqÁstA ^ en la que se distin- guió.