„ Batalla mas fuerte „ Mas dura y sangrienta „ No he visto. ¿ Qué sirve „ Ni Austerlitz , ni Jena ? ^ Yo me hallé en Madrid V vi que su Alteza Estuvo encerrado Mientras la refriega \ Ah\ Si su Gobierno No nos socorriera*. Las Aguilas todas Perecido hubieran^ En fin* gran Señor Zaragoza fiera..*** C>n menos no puedo Rendirla por fuerza*. ,, Hombre, me convences, „ Parte á toda priesa, vjTom» la Ciudad, „ Roba sus riquezas: „Del P.lar la Virgen „ Las tiene soberbias.,.. ,, ¡ *h! No retardes: „ Marcha , corre , vuela." Le Fevre camina, Y su tropa espera De tan gran conquista Gran botin , gran presa. Ya de Zaragoza Se acampan muy cerca: ^ Y ya van i entrar, | Ya están en las Heras. Palafox detiene Su loca insolencia; Los Zaragozanos Entran en pelea. i Oh! ¡quan furibundos P. P. Su rencor despliegan! Los pobres franceses En esta contienda Ven lo que no han r Ni en Blian ni en Jen», Se acobardan , huyen, Y de pavor tiemblan, Los de Zaragoza Entonces en tierra Tiran los fusiles; Pues les da vergüenza Lidiar con collones Con tal prepotencia, Sacan las espadas, Y á los filos de ellas Pasan los Gabachos; Y á uno solo dexan Para que á Murat Le cuente la gresca Este ¡ a y ! ¡ que rabí Se hiere , se mesa, Contra Dios vomita Terribles b'asfemias, Y mil maldiciones Al cuñado le ecba! „ ¿ Q.ie vale , le dict} „La táctica exelsa Con que sug'-taste „ A la misma guerra r „ Mira las ufanas ,, Aguilas francesas „Transformadas ya ,, En gallinas cluecas „ Héroe de Marengo, Vencedor de J¿na, „ Mira de Aragoa „ La Táctica nueva," F. S. WTA-MrN íft^r*) fw lidad, amor y sufrimiento la política y sistema" del g» bierno legitimo, por deí ¿tuo.«o que fuese, del áu|us< to y piadoso Monarca Carlos IV: es una Nación arca- da « y enemiga declarada del gobierno Francés; ysitl Emperador Napoleón se esfuerza á sujetarla y quien obtener por la fuerza sola y titulo de conquista lo que la misma fuerza unida con las artes de una po itica fina y fraudulenta no han podido efectuar; aun quando >u> conatos (de lo que no hay apariencia alguna) tuview este fin; la España seria el túmulo de casi todos loi conquistadores, y acaso del mismo Napoleón: jr ns podía éste , aun sobre viviendo , dominar Español a^ guno, quedando todos sepultados antes entre las ruinas de su Patiis. I Y podrá ser remedio á tantos males la elección f proclamación de Josef Napoleón por Rey de Espaiuf de las Indias , resuelta per su tVrmano el Empego» de los franceses como un térmico al interregno, supone existente y pertubi la publica tranquilidad. l,t Nación Española no ha reconocí io, ni reconoce te interregno imaginario. lando Fernando Vil pasó Bayona pensando encontrar un Protector y amigo erdadero en el Emperador Napoleón, estaba recono ¿o por toda la España por su legitimo Monarca; el onsefo mismo que, después ha si Jo por una inevita- ,e necesidad instrumento u órgano de que se ha valido 1 Emperador para dar color á las renuocias y al nombra- miento de Teniente-General del Rey no en el gran Duque de Bcrg; y la Suprema Junta de Gobierno tenían toda su autoridad y poder de Fernando VII, que confirmó lo que pertenecía al Consejo, e instituyó esta Junta que eligió después por su Presidente al General del Em- perador, sitiada por su eaército: toda la NacionJíéna de gozo no respiraba sino vivas á Fernando VIIflAa" a'egria no atenía limites. ¿Quién, pues, ha hecho'cesar este Rey nado? El subsiste' sin duda contra todas las aftas de Bayona y de Burdeos. Los atentados, 4a fuer- ta, y los ardides del Emperador Napoleón y los Con- sejeros del piadoso Monarca Carlos IV no pueden ha- cerlas legitimas; y la España las mira con horror: las detesta, y serán la abominación de toda la Europa. No es, pues , el interregno lo que se debe hacer ce- sar. Lo que exigen ia Justicia, la buena fé» el amor de la paz , las antiguas alianzas y la magnanimidad que debe caracterizar al Emperador Napoleón, es que haga cesar la opresión y el estado infeliz en que ha puesto á femando VII; que le restituya ó su Rey no que le ama y está armado, y resuelto a sostener su causa , empa- nados todos sus vasallos en sacrificar por ella los mas preciosos intereses y derramar toda su sangre. Si el ñe- co tt muda como la luna , es propio de un sabio mudar de consejo reconocido el yerro Ui espíritu ptqusfio y «n Í4lso s;.bto no sabe retroceder, confesar y rnmen* d'r sus fritas; porque la mas pequeña le parece capaz d* degradarle: pero el magnánimo, el generoso, elverdadero sabio no tiene un vano «o*g»Mt» V m sin deferios: y la confesión ó enmienda de ellos le h,C( roas grande y mis recomendable por la modestia, tt de disminuir su mérito, y obscurecer su gloria o ^ talentos. Seria esta/una ocasión muy oportuna de hacer »tf li fuese necesario la diferencia de lo acaecido en g,, paña, pravio el testamento de Cario» II, a su favor, á la entrada de Felipe V , y de lo que se intenta ahora executar, Pero es tan visible y manifiesta, que otmds. ría al gran Napoleón, si creyese no la conocía: y U( diarista de Madrid , y algún otro papel , que qui reí abusar de un acaecimiento tan notable, y tan desigual, no merecen se les diga cosa a gima. ¿Qjién ignora que Carlos II llamó por su testa, mentó á Felipe V , casi á pesar suyo y contra, su incli» nación7 por el amor natural á su familia, convencido del mejor derecho de los Boibones por la descendencia deMaria Teresa de Austria, hija mayor de Felipe IV, quando el Archi Duque Caros, que se llamó III dt España, y después VI en el Imperio, descendía de her- mana menor ?; Qué cosa, rasas notoria quilas mu-hai consultas que precedieron y el dictamen después de u»a prolongada diicursion tn Junta formada a este eí ¿h) del sumo Pontífice Inocencio XI1 favorable á los Bar bpnes ? No fue el testamervto de Carlos II quien dod derecho a la casa de Biorbon , ni pensó jamas este Mo- narca que podia dar la España a quien quisiese, y dis- poner del Keyno á su voluntad. Esta se sometió al» Justicia que quiso y debió seguir) y en su testamento se ve una declaración muy premeditada del legitimo derecho de Felipe V no habiendo de unirse en un soo Keyno la Francia y la E-pña; y de ninguna suerte una renuncia ó nominación y llamamiento libre á la Coioni de España, Esto es eviiente y no necesita pruebas. Pero o o lo es menos, que este hi.cho convence el ningún derecho puede asistir i Napoleón ef grande, ir til herrtiai o tf, ó á su familia. La cesión hecha por la Infanta Doña Ana , aunque onsenttda por Luis Xlll su marido, previos pa&os y pitu aciones matrimoniales , ratificada y aun puesta Dtré las leyes del Keyno a petición de las Cortes ge- tales del año de mil seiscientos diez y Ocho en el si- Miente por Real Pragmática; y la de la Infarta Doña 'aria Teresa en iguales términos, aunque no reducida ley , no s* tuvieron por validas respecto á Sus hijos deseen tientes, ri perjudicarles los testamentos de lo» ñoies Reyes Felipe lll y Felipe IV, porqué ellos no aii les dueños, ni les competía la Corona de España no por el derec 10 de transmisión y herencia que lea rtenecia solo por la descendencia de la Reyna Doña nana htja de ¡os Reyes Católicos Don Fernando y üña Isabel. Por eso prevaleció el derecho de Fe i pe V » nieto . y víznicto contra las renuncias y disposicio- {testamentarias délos Reyes. {Cómo pues, no te- 'endo otro derecho al Keyno de España Carlos IV* e el de la herencia y trai»sm>s¡on por su descenden- a de la misma Rtyna Doñ¿ Juana, y de la l-.fa.ira oña Mv-ia de Austria ha podiio ahora renunciar y «pasar la Corona d< h*pafn ti Emperador Napolesn, privar de tolos sus derechos, r«o sol© á sus h jos, o á sus herma» os, y á tolas las otras Augustas litas llamadas á ella? Aun siendo la renuncia y cesión enamer te voluntarias , ¿quién les daría valor? t Podria ber en el Consefo de Castilla , competido hoy á pasar t el Consejo de Jcset Napoleón, un soo Ministro pazde decidir 4 su favor i El Emperador Napoleón fenunció todos sus dere> «en su Hermano Josef; pero es indubitable, q-ie) flgtino tuvo jamas, ni tiene á la Corona de Efpaíi*. 'o podria, y puede tener los déla fuerza; y p-.rece conoció asi desde luego; pues preparó las renuncias ««iones de los Reyes Carlos IV y Femando Vil , ylas Je los Hermanos y Tío de éste por U entrada di 100 mil hombres en el fteyno, por la ocupación de P.azas Fsonterizas, y por la astacia y circu.nvención, atrayendo por este medio a Bayona á Fernando Vil» á toda la Familia Real, y Jamurándose prometer *( Carlos IV movido por las insinuaciones hechas deig orden para que rec'ama*e su protección , y solicitase volver a'1 trono, que dexó voluntariamente, aunque diese ocasión á determinarle la conmoción que precc. dio, en nada dirijiia contra su Real Persona, habién- dose notado en medio de ella , asi en Aranjuez, como eri Madrid, el mayor respeto á Garlos IV y á su Es- posa , hasta llevar sus retratos en la epecie de proce- sión de Madrid con un af cío y regocijo singular. En las mismas renuncLs, y en la carta del Sr. Rey D ^Bfrlps IV» cpmo en la exhortación de ios Inhntei se hal an pruebas incontrastables de la violencia Car- los IV confiésase vió cono sprprehendido, y recelo- so de los designios hostiles del Emperador Napoleón, quando sus tropas fe dirigieron hacia la Corte, y pensé salir con un exército a tratar de satisfacer á sus quexii Ó demandas: le dice á su fijo el Sr. D. Fernando VII, nt podía ya ser Rey de España porque las tropit Franctiit la ocupaban , y le había dicho el gran Napoleón no le rtci-\ nacería jamas por Rey de España; y se exhorta á los Es- pañoles á que se sujeten a la voluntad d:l Emperador para excusar la sangre que se derramaría de otra suerte, y por la dificultad de resistirse. El amor de sus vasallo! y el deseo de eyitar sus males, mueve á las renpnci», y es tpia la causa de ellas. Pero los males que- se terei ¿de dónde pueden venir, sino de la fuerza armad» ¿{ Napo-epn en España, y de su empeño en po->er la Co- rona en las sienes de su b rmino «ley de Ñapóles, ooij derechos menos injustos; aunque no merezcan la apwj baoon gsiieral ? j 81 Obispo de Orense no dularh hacer Juez en ^'l causa al mismo Emperador Napoleón, si pudiese »"!fl>| rudanífbsr antes ele una pasión ciegá. El Emperador a dado su constitución á la Francia consintiéndola a lia, convirtiendola de República en Imperio masque onarquico, y hereditario en los sucesores y lineas de u famüia que ha llamado. Que declare y diga sir cera- ente lo que tiente. ¿Podrá su hermano Josefó a guno e sus sucesores contravenir y por sí solo sin ia auto- ¡dad ó consentimiento de la Nación Franceta , mudar otra casa y familia la Dinastía, y renunciar la Coro- a Imperial en un Principe a otra Persona extrañad Podria ¿«te por los derechos de esta renuncia darle u.i mperador á la Francia , y ésta deberia reconocerle y ujetarsele? No se puede dudar de su dechíoa; pero lia destruye y confundirá siempre sus pretensiones^ la orona de España, y la renuncia de tales derechos en u hermano, que no es sino una clarísima usurpación Wolcnta de los justos y legítimos derechos de lo* ver • aderos heredero** En otros términos ««o hab ia otra onstitucion , que la voluntad de los sücesOíesi porque ada Emperador y cada Hey podria por renuncia , 5 er testamento pasar la Corona á quien quisiese ; y o seria hereditaria , sino electiva . y á la manera qué uiso dexarse la elección del Consulado á la voluntad e Bonaparte Ctmult Y en estos términos la España, pudiendo resistir na dominación inju ta ; debtendo ser fiel á sus Reyer; abiendo jurado á Fernando VII Principe de A:turia$, eredero de la Corona ^ y reconoeido'e d?- pu s por su egitimo Rey, ¿le abandonaría ahora para complacer 'Emperador Napoleón? ¿le miraría como áibitro de ¡destinos, y se deberia juzgar feliz en que la diese r Rey á un hermano suyo, que quiere ocupar ti ,!° Esp&ño!, para hacer dichona y llenar de g o ia á 1 Njcií-n I? paño!» ? El Obispo no cr«*e necesario extenderte mas. Se W» * * pe^lr al Conse jo haga p:cscnte lo qoe precede Aperado» Napoleón y aüu heimano Jos f Napoleón,que ha podía Eurtpi. Este grani; Emperador hizo decir dsspae* de su victoria y la ojupj. cion de Ulma al de Austria , reñ:xtonase que todas 1* cosas tenian su termino y podía acercarse «i de paña ¡ conténtese coi los laureles que le adornan; y el pretesto de forzar, » superar al que llama enera go cona >,nole haga injusta y desgraciado, porque el único S ñor, el que ha puesto términos al mar, y ob iga á sus sobervias o as á qjett suj ten y deshagan en la playa y cedan a las arena?, ¿no lo habrá puesto á las victorias y conquistas de Napoleón! ¿No podría ser la España el escolio que caucase su nau- fragio? No parece inverosímil se diga á este respeto t que se ha dicho por el mar: usque huc venus, et non pn fe Jes amplius , kic conf. ingés turnen tes Jluc¡tu>s titos. Ruego al Señor entre tanto :é a este glorioso Emperador la ve* dadera gloria y la ererna felicidad; y conceda al Con- sejo las mayores luces, el acierto y la fortaleza, qm exigen las criticas circunstancias en que se billa, guir* dando la vida de tan sa.bios Ministros muchos añoii Orense y Julio x de 1808 = Pedro Obispo de Orense. Reimpreso en Buenos Ayres ímprtntA de Niños EspéisM Año dt 1809. GENEALOGIA DE BRJJTQ, ALT, ¡MPOLEON BVQNAPARJ-Z. EXTRACTO E UN FOLLETO QUE CIRCULO on aceptación en Francia en 1800, ntitulado: „ Genealogía del Corso sucesor de los Borbones de Fran- cia, escrito en La Vendéc e impreso por Chouan,« Espues de la desgracia de Teodoro» ey de Górcega • la República de Gé- ova publicó de oficio un escrito , cuyo tyeto era ridiculizar y hacer roas des-