16 Ct>rtron«, y habei? sabido manifestar en el roomerto preciso 'pura salí var la Patria. ^1 Nubles Matrona* t á vosotras ce os ha transmitido de generación! ten generación el valor de Nunmantinas que tanto b«o «embfar aí Car»fe.Romano , abracad tan justa cauwi con el mismo entusiasma rjne vuestras mayores ; y «i nuestras culpas y malas costumbres tiéffn agraciado ai Di ¿8 inmenso y Eterno, y está decretada la ruina dril inejof ;.-¡ís di ..fierra; que esa turba de ambiciosos solo encuentre eql 11 rxtqr.ttofl de nwtlras Provincias la parte material de vuestros cuerpoJ Boijwjtida én,*éhh£ , y llevada por los vientos voltejeando en la vasul nfr.n-d.i c'e. [s .if.:iói v?. Pero boíeniats, «me e*. Dios Grande . el Dios Poderoso , el Diojl Mtilai ro , el Íj<>s Misericordioso , y ol Dios de las Batallas, ha oidJ krts r«Mg a d i til l'nebto, y ha comenzado á ostentar su inmenso pode! con la España: T enceréis, ti, dice desdad alto Solio de su Soberanía/ vuestra «ac*a. es justísima. : defendéis ta derechos de mi Religión , qj •aá etesáa i invariable en ese vuestro pais , como Patrimonio que es di mi Mfl Iré : í'Vrupado es un Ke / h quien dentina mi providencia , pan] que os diriia y nnwd-j con acierto. ¿ Tc.nwis esnañoles , con estas pala] l>ras emanadas de la Fueate del Poder lítenlo? No , bien se mira res pías decer en vuestros .osí.-ps la alegría y la t01 fianza , y que en una fe ptin •Os arrojáis á esa multitud de Áteos, que s:j extremeeen al veros , y tnun] fais de ellos con una vives» increíble. Dios Eterno , imprímanse en núes] Iros corazones vue»trea miserioordi ts : las almas justas y t*n¡-:ibles «anta rán hynuios en alabanza vuestra ; mas si pr,t desgracia hubiese entn nosotros algún hombre que no conozca estas verdades , sea arrojado roí vilipendio de la sociedad : ella no consiente á los que fixan su atencioJ en un i úfame egoísmo, sin conocer otras relaciones morales y sociala] que el cumplimiento de sus apetitos desenfrenados, y el único estímuJ de su privado ínteres. Tale* fieras , que viven entre nosotros , algunas] con el aspecto de indiferentes, se proscriban con el tirano de la Europa] falso ¡dolo de sus cultos , y bórrese su memoria de entre los hombres, f Lu llazon , la Justicia y la Humanidad piden el desagravio «le si pausa ofendida por Napoleón. La Religión, la Ley constitucional (M la Patria , y el derecho ¿agrado de las naciones condenan á este monstru] di; la suejfe y la perfidia, por el afro pella miento de su inmunidad. II vuto d i universo, todo ser creado clama por la venganza de su injurí y pioí'at)*oio#a, contra i por fin os envia en mi Real persona una aseguración y tes- timonio de lo mucho que os ama, dándoos en ella como unos rehenes seguros de vuestro brillo y ex picudo , que es su único «ululo ; corresponderéis a cele medio de vuestra felicidad reci- hiendo a su Enviado con Una frialdad , con üná indiferencia, me atrevo á decir con un desprecio como con el que fin recibido en todas las partes de mi transito j en Vizcaya, en Cas- lilla, en Madrid... ¡ Oh memoria ! ¿Madrid he dicho? ¡Qué confusión ! Sí, porque qual sería la mia al ver que el dia de mi pública entrada en aquella corte todas las puertas y ventanas de | a casas estaban cerradas, y que si por necesidad encontraba al- j.uno en la calle ¿ se mostraba tan descortés como si pasara un perro , sin quitarme el sombrero, sin oir mas vivas que los que el dinero habia hecho fuesen á mi lado , y aun si tocaron las cun nanas y hubo algunas luminarias fue a infiuxo de la amenaza y de las armas. ¿Qual sería mi confusión al saber que el dia so- Wme de mi proclama, Madrid, conocido en el Orbe por el pueblo mas novelero , se estuvo encerrado en sus casas, y que o tiuque á fuerza de bandos colgaron la carrera, fue con el ador-. -)o mas viejo v nías sucio, y aun asi tenían cerradas las ventanas, in que el estímulo de arrojar moneda pudiese atraer a las alies otra gente que la mas soez del Barquillo y de otros bar- ios baxos? Y ¿ quál por ultimo sería mi bochorno quaudo el en ultimo dia de mi estancia en Madrid, habiéndoseme pro- puesto aquella tarde basar a paseo al prado > los pocos que ji«bia en él paseando al punto se retiraron, dexandome Solo miel mayor desprecio ? Vaya! llegué al Palacio lleno de la layor cólera. Qué cenar ! Qué dormir ! Tomé a rostro (irme 1 partido de ausentarme de unos vasallos que renunciaban á su elicidad ¡ Ah españoles, que mal agradecéis los desveló» y fa- igas con que el gran Napoleón procura, piensa é incesante* nente aspira a vuestra gloria! Yo me corro, yo me avergüenzo, o diré de, una vez, quisiera Ocultarme donde el sol no me diera uz, ai ver tau ingrata correspondencia. Yo el enviado por el an Napoleón, hermano suyo tan querido, y lo qué mas es, legido y proclamado Rey de España é Indias , habiendo de- ado el precioso y deleitable Rcyno de Ñapóles, verme deu- 'eeiado y burlado del pueblo de Madrid, de tal suerte, que ist.i los muchachos , unos me llaman Pepe botellas , otros el 171 Pepillo, y el m;is modestó dice el Señor Josef ¿ Es esta la •'altad tan decantada de los españoles á t>u Rey ? Pues siéndolo o, Como lejos de tenérmela me obligan á andar prófugo v des- errado de lugar en lugar, y de ciudad en ciudad ? Sera porque o soy sino un Rey , como ellos dicen intruso ? Mas üo tieueuI i SL'D razón , soy en efecto sn Rey legítimo, nombrado por Napoleón el grande, á quien la constitución actual de la España ha obli- gado a reconocerle corno garante entre su misma Real familia, eo quien han abdicado su corona y todos sus derechos los Ror- bones, y á quien por sus valientes guerreros y victorias perte- nece el absoluto dominio de sus estados: ea pues, españoles, en mí está cifrada vuestra felicidad : la religión católica, esta religión por cuya conservación tanto suspiráis , encontrará en mí su basa y fundamento , y vuestras antiguas leyes un sagrado asilo : a^i lo testifica mi conducta en papóles. Luego si vos°trr>g resistís á recibirme ; si vuestras revoluciones hacen que me aleje de mi trono y de mi corte ; si vuestros desprecios finalmente me obligan á andar prófugo y peregrino, no será verdad que vo- sotros abandonáis y aun desprecias los medios de vuestra felici- dad ? ¿ No será cierto que no queréis salir de vuestra infeliz situación? Entrad dentro de vosotros mismos, aun tenéis tiempo, en medio de vosotros estoy ; los mismos sentimientos de amor ¿ vuestra patria me animan; y el puesto en que lo pronuncio que para vosotros es tan sagrado lo confirma : ¿ luego on qué os detenéis ? Solo con que vuestra enérgica eloqüencia , ( hablo con vosotros pastores y eclesiásticos ) persuada al vulgo no s.e junte con los rebeldes; solo con que vosotros, Magistrados, contengáis con vuestras sabias providencias á los tumultuosos, y hagáis sigan las banderas de su proctetor el gran Napoleón; solo con esto recobrareis vuestra felicidad , sacudiréis el yugo que tantos años ha os oprime, y os librareis de tan fatal situa- ción como es en la que estáis. Válete. NOTA. Aqui dib fin el Patriarca , afirmando que el sermón estaba idéntieoX y fielmente traducido al castellano, y era el que su amo el lleA Josef había predicado en italiano. CARGOS QUE EL TRIBUNAL DE LA RAZON DE ESPAÑA i ai HACE AL EMPERADOR DE LOS FRANCESES. 4- Reimpreso en Buenos-Aires , En la imprenta de Niñas Expósitos. ' Año de 1$09. jA Europa agitada de sangrientas guerras por la rero- ücion de la Francia , trastornado el orden político dp sus Honarquias, divididas sus provincias al arbitrio de tu mbicion , y hecho Señor General de las mas de las na- iones que la componen, aguardaba el momento feliz da a paz marítima, según el circulo estrecho á que se ha» ian reducido los ingleses, para descansar en algún modo e los males que sufría. La España , esta nación tan generosa como fiel no a sido la que menos ha contribuido a tus decantadas ¡¿lorias. Desde la paz de 1795 con la Francia, fiel á sus ratados, se ha sostenido con una energía de que no hay xemplo. Las diferentes coaliciones formadas por Jngla» .erra y los Emperadores de Rusia y Austria las ha mira- [do como odiosas; y como un insulto á la soberanía de su carácter las solicitudes de estas potencias para que toma- se pirte en sus justas querellas. Unió sus esquadras á las francesas y las mando á Brest, con perjuicio desús in- tereses. Tu vuelta a Europa de Egy pto produxo la revo'ación del 18 de Noviembre de 1799, U destrucción del Di- i-elorio , y la exaltación á primer Cónsul de la nación, entre las turbulencias que se suscitaron en el consejo de los Ancianos y de los Quinientos. ¡Con que razones tan "1 I