to di Galatayui , seguirán el alcance de su retaguardia, para castigarles, y evitar qje , seg-an acostumbran, co- metan en el transito nnsvos robos, vexaciones y perfidias con los pueb'os. Se ha celebrado hoy con general descarga y repique de campanas est; f.-liz suceso* y mañana se cantará un solemne T¿ Diwn en acción de gracias al Altísimo. Conviene mucho ya acelerar la reunión de diputados de todas las provincias de España; y creo conviene para ello fixar un día, que podía ser el 10 del próximo setiem- bre Asi lo aviso á los demás Generales y Juntas supre- mas de todo el reino; y lo pongo en noticia de Y. 1 pa- ra que se sirva comunicarlo al Consejo. Dios guarde a V, I muchos años. Quartel general de Zaragoza 14 ie agosto de 1808.= Jo ef de Pa arox y Me ci,s limo. Sr. £>. Arias Mon y Velarde. Reimpreso en Buenos- Aya: Imprenta, it Niños Expósitas. que un Español escobe a M:>rit sobre sus " ' ' aventuras- éti EspJñJ. M. Urat, aunque, ignoras rue»tra lengus, oye por un morntir to al fcffc* h;b!a i y te asegura con verdad •> cu'r a un traydor dos alevosos, y d un picaro picaro y medio Tu y tu cuñado Bonaparte , seis hbos de una camoda , y pensasteis -devorarnos I Mn ver de ante mano donde os rmtiais, olvidando aquel conse jo > antes que te cues, mira lo que haces, arir.es de venir á España bien ue el mas diestro la yerra, y el mas avisado ae, y aunque has caído de tu burra, apeán- dote por las orejas* haces de la ntcetidad vií% udy de tripas corazón. Napoleón , mirando ue a la ocasión la pintan calva , y que esta ace al ladrón , se ha apr-oviebsdo de fila, encardo que d rio revuelto , ganancia de tscadores ; p ro se ha erg¿ñ¿do como til, in saber de la misa la media, y sin ttfltxio- ar que todos lo¿ tiempos 9 no scai, unos , pur loque ambos pedéis decir con verdad 9 nues- tro gozo en un pozo ; tu y tu honrado cuña- do 9 conquistareis á España quando la rana tenga petos « bien que confiados en otras conquistas9 por aquello de que* quien hace un cesto 9 hará un ciento 9 y que quien acomete vencce 9 estabais muy persuadidos que la cosa seria a pedir de boca * pero rto mirasteis que quien todo lo quiere todo lo pierde. Tú en las dulzuras y quietud de tu sueño mira- bas este Reyno , y que de él se disponía, como el que juega d pares y nones 9 pero sopaba el ciego que veia 9 y soñaba lo que quería ; ya te parecía á ti lo señoreabas, por hallarte en la corte de Madrid 9 mas te ha salido errada la cuenta 9 y has hallado orma d tu zapato 9 con los Africanos de la otra parte de acá de los Pirineos como tu y los tuyos nos nombráis : ya tocas por experiencia lo que eres 5 y lo que so- mos los Españoles 9 y que d cada puerco le llega su S. Martin 9 como te lo aseguran sin duda alguna desde Zaragoza 9 Burgos i An- dujar y Valencia 9 los Generales Leftbrej Bessiers 9 Dupont 5 y Monsey $ diciéndote* al primer tapón zurrapas * y la primera y eri tierra i asi quando la barba de tu vecino veds pelar echd la tuya d remojar ¡ mediante á que tu cuñado sin respeto á Dios 9 ni á los hom- bres te envió i Madrid y hallándote á su vista 9 dixiste 9 métome aqui qué llueve : anuí Ífne las den todas, que al fin se canta la glorian pero aun te falta el rabo por desollar 5 y mas sí consideras que los Españoles sé miran unos d otros de hito en hito al oir 9 Huespedes vendrán que de casa nos echardn 1 pero lo que piensa el moro 9 piensa el cristiano 9 y si don- de las dan las toman 9 conoce ya 9 que has venido por lana y que vuelves trasquilado* porque queriendo ser feúfñ ginete 9 no re- flexionaste qüe no hay hombre cuerdo a caballo* y según tus cirujanos 9 has quedado d la luna de Valencia 9 como el gallo de Morón 9 caca' reando y sin pluma i todo esto te sucede, porque quien adelante no mira* atrás se que- da * habiéndote olvidado 9 de que no hace tanto la zorra en ún año 9 como paga m un quarto de hora i y aunque oigas que los Es- pañoles digan Santiago y d ellos s confíate en 'a madre de Dios * y no corras , seguro de que<¡pn U muerte todo se acaba, y que hté es el único recurso que te qu^da, para que digas con razjn , después de m terto 9 ni viva ni huerto ; p^r I y qu> todis, rodos á una voz decimos , ^ den til hizo que tal pague Asi te lo asegura , el mejor escudero quf tuvo la E.pirn , qver las turbulencias de su puria , se ha levantad> d.4 sepulcro, para decirte 9 aquí dio fin mi hijo Chrispin. ElG)bernad3r Sancho Panz?, que fué de la Insula Barataría. Reimpreso en Bunos /iyn's: lmor?n.>n de Niños Expósitos, Año di 1808. .30\¡JL DE UN VERDADERO ESPAÑOL SOBRE EL MANIFIESTO DE LA JUNTA DE SEV ILLA DE TRES DE ESTE MES, QUE TRATA ACERCA DE LA ORGANIZACION DEL PODER ¿UJPREMO DE LA NACION. jLjA urgencia é ínteres de la materia no me permiten parar la atención en lodas las qüestiones que propone el citado manifies- to, ya porque no todas merecen tal nombro , y ya porque la na- ción en general está de acuerdo en que no hay necesidad , y que no es tiempo de hablar de la succesion del reyno, que es la pri- mera qüestion de que trata el manifiesto. Tampoco hay quien ,*e detenga en la segunda qüestion, a saber: si conviene , y si^es necesario del todo crear un gobierno supremo que reúna la au- toridad ob rana de todas las provincias Ínterin sea restituido al trono nuestro Rey y Seper D. Fernando vil. No hay duda que conviene, y que es absolutamente necesario , y tanto, que debe considerarse traidor á la Patria , al Rey á la Religión , y á la santa causa que defendemos aquel español y aun todo aquel cuerpo que por pasiones ó.iniereses , de qualquiera c lase q\ie , «ean , y por mas méritos contraidos, y agravios presumidos que «e protesten ,.oponga obstáculos ¡i la mas pronta organizacionrde un Consejo supremo de,regencia que tenga la autoridad déla «ación, y-del Rey, mientras llega el suspirado dia de que la jus- ticia de Fernando triunfe en el reyno mismo del despotismo, y que libre su inocencia, y acaso el nuindo todo, del monstruo enemigo del genero humano, se nos restituya á nuestro legitimo !3i¡berano, ó á lo menos mientras que el Consejo supremo de re- gencia juzga oportuna,ó.,nccesaria la convocación de las cortes,ó que los legítimos representantes las pidan, para la, quites en esta ocasión podría darse voto a las capitales de las provincias que no le" tienen. Lo que sí me lia llamado la atención, y ha excitado mi pa- triotismo para tomar la pluma, mientras que otras mas:felice? ilustran, si es necesario , la justicia de mi pensamiento , y lo que interesa a la Patria y al Rey , es la qüestíbn practica que por último propone el manifiesto de Sevilla, y la que nos acerca mas al establecimiento de la regencia. ,¡ Quién , se dice , crea este gobierno civil supremo ? La na- ción , no las Juntas provinciales ; porque estas no tendrán por justo que la mayor parte del reyno, por lo mismo que no ha po- dido formar juntas hasta ahora , y que no teniarr las tropas de linca del Rey en sus recintos para contener y ecbar á los vanda lo< sino sobre sus pueblos mas de cien mil bayonetas enemigas, seau despojadas del derecho de contribuir á elección tan grave y que ha de decidir de la suerte de toda la nación. Esta la hace y muy pronto , y muy fácilmente, si las provincias continúan lo que no dudo en su patriotismo, y sí los beneméritos individuo de las juntas provinciales no tienen pretensiones ambiciosas , en que se descubra, por mas velos con que quieran ocultarse que no han trabajado solo por la felicidad de su Patria , por s Rey, y por su Religión, sino que al mismo tiempo han alinien fado algunas miras menos puras, aunque por otra parte, y par después sean muy justas. No nos paremos ahora en la conducta del Consejo de Castill poco sabida en las provincias, ni en sus grandes facultades, qu no pueden desconocerse sin descubrir una ignorancia culpab ni ponerse en disputa sin temeridad , y sin exponer a la nación una anarquía lastimosa , que evitarán todos eomo buenos esps ñoles, y amigos verdaderos de su Rey. No trato de su apologi No habrá tenido el valor de prestar treinta gargantas inutilnien te á las espadas de los tiranos , que las tenían poco suspendid sobre ellas , antes que subscribir á ciertas formulas con que ib engañando la ferocidad de los monstruos , por contener las f nestas consecuencias que amenazaban á la capital del reyno , tan grande pueblo , y á la Real familia. Pero bien sé que no la conducta del Consejo la que se ha pintado en los papeles las provincias, escritos mas con el zelo acendrado del patrioti 3 o, y del sentimiento al ver los resultados de Madrid, que con la exactitud de los por menores de las gloriosas resistencias del Consejo, y de su ilustre Decano, en circunstancias tan peligrosas y críticas en que no ha estado ninguna de las provincias , ni al- guno de los xefes civiles de la nación , sin mas espada que la lengua que sostenía la santa verdad , ni mas defensa que la de- licada toga, delante del bárbaro é insolente Mural, y de sus in- decentes, \ero feroces satélites. ¿Preguntarles á ellos mismos por Ja conducta del Sr. D. Arias Mon, y del Consejo en general ? Mas suspended un poco vuestro juicio, esperad y veréis con au- tenticidad que si en vuestro concepto no ha sido el Cornejo un cuerpo de Catones, en aquellos lances en que solo han peligrado sus cabezas , ha merecido mucho de la patria. Es muy fácil (¡invocarse sobre la o t inion de los hombres en tales crisis. Sevi- lla misma nos ha dado una prueba bien clara de quan suscepti- bles somos de equivocación quando se trata de las virtudes mo- rales y políticas de un sugeto. Uno de los individuos de la Jun- ta, y aun de los nombrados en comisión para venir a Madrid , si fuese cierta la voz que aquí ha corrido es, o ha sido hasta ahora, el que fue intimo amigo del abominable Godoy , y toda la na- ción sabe que á tal amistad debe el puesto que ocupa en Sevilla, y por consecuencia sentarse en la Junta de patriotas ; cosa que ha llenado de admiración , por lo menos, á todo Madrid. Quiere esto decir , que sin embargo de su antigua, pestífera amistad, él habrá dado pruebas tales á Sevilla y á los Sres. de la Junta, que no han encontrado motivos para desconfiar de su patriotis- mo ; y que la opinión de Madrid en el dia en quanto á dicho Señor por falta de datos próximos y exactos t es equivocada. i Por qué no puede suceder lo mismo respecto de la opinión que las provincias han formado del Consejo, y de otros cuerpos de Madrid? No lo digo por temor ni porque en mi haya nada que disimular, pues que me he sabido conservar puro á costa de compromisos y peligros. Mas volviendo al asunto que mas interesa, si hay una elec- ción que hacer, que no puede menos dfí reunir los votos de la n-icion entera, indicad la. y veréis que es ociosa la pregunta v la qüestion acerca del poder que ha de crear el supremo Consejo de regencia. Indicad los sugetos que tienen justamente la opinión publica, por su carácter, su sabiduría, su providad, su insliuc \I cion , y practica en el gobierno, adquirida en los puestos que di^. ñámente han ocupado cerca de los Reyes; y veréis que el Conseja las ciudades de voto en cortes , las provincias, y en fin la naciop entera los elige , aprobando la indicación generosa , im¡;arcial j¡ patriótica, y colmando de bendiciones á quintos podéis y dvbeu tener parte en la elección. Pronunciad los dignos nombres dp Florida-blanca , Saavedra y Jovellanos . y la elección está becluL > tSn conforme á la voluntad general de la nación , que si fuera posible formar en pocos dias una asamblea en que votasen todoi los individuos de la nación, acaso seria tan prodigiosa como uná- nime la conformidad. Los dos primeros son Presidentes de d<» tle las supremas Juntas, sobre los demás titulos y circunstancias que les adornan, y el tercero en vez de esa qualidad , tiene la de haber acrisolado por el padecer de tantos años un carácter severa y justo, habiendo triunfado entre las prisiones y los horrore;, del poder del-iniquo y abominable Godoy ; y ha despreciado, desde Jadraqué, donde se halla á quince leguas de Madrid , las oferta) y Hamamiantos que le hicieron, y el Ministerio que le dieron los infames ministros de Josef, que tan vilmente han vendido ¿i la pa- tria. ¿ Qué tendrían que decir de tal elección Sevilla, Valencia, Murcia y Asturias ? ¿ Quál no deveria ser su regocijo al ver á lps tres hombres grandes que han producido, colocados en la Supre- ma Autoridad para emplear del todo los últimos restos de su vida en la gloriosa empresa de salvar la patria , y á lo menos echar los cimientos sólidos de la felicidad de la nación? ¿Y qué diria la Es- paña toda al ver nna elección que haria justicia á los tres Ministros que fueron tiránicamente arrojados de sus puestos, porqu? hicieron frente á los progresos del guardia Godoy ..previendo siiidtuU los males-que en el día ha causado á la España ? ¿ Y qué médicos mu á propósito para curarlo? que aquellos mismos que taa al prin- cipio conocieron la enfermedad y sus sintonías , y los remedios que habia que oponerla ? No es esto decir, que sien la nación hay, ó en las Juntas de las provincias se hubiese mostrado ftlgiH talento raro 6 grande, y algnn hombre de tal instrucción que merezca sentarse al lado de los Íre3 citados Señores, y qne pue- da influir en el bien público, no sea también elegido Eso po- drán saberlo y dccirl > roejof las misnna Juntas, ó sus Srcs. re- sidentes , porque yo bien ié que hay hombres eminentes en l»i mas obscuros y remotos rincones, pero como uu es tan pÓWici 4n opinid* , no et la misma la confianza de la nación : ni yo trato de agraviar á los demás grandes hombres que .positivamente -}ittV 511 España: ni quiero que su obscuridad nos Tobe el bien que pueden proporcionarnos; antes me parece que debe añadir- se á los dichos el Sr. D. Pedro Cevallos, ya benemérito de nuestro Fernando vn, y mas benemérito de la nación desde qué ha ido á Bayona, jornada tan gloriosa para dicho Señor ; y asi- xpismo aon públicos y bien notorios los méritos , el zelo y patrio- tismo de los .RR. Obispos de Santander y de Orense, y del Sr. Valdés, qrjienes igualmente, ó alguno de ellos, pudiera comppe- henderse en la elección. También debe haber en la Junta supremá, de regencia para los asuntos militares un general de marina y otro de tierra. Un Alava ó un Escaño, que ocupan los primeros lugares en la marina y en el Consejo que se llamaba Almirantazgo, y un Castaños ó un Cuesta, tomando el que quedare el marido como Generalísimo de las armas españolas. Vé aquí formado el Consejo de regencia tan prudentemente y tan pronto, que nos sacaba desde luego de los grandes apuros en que se encuentra !a España, y en que parece se :hallan embarazadas las Juntas, quando yo creia que estaban de acuerdo en que nada hav ma» acertado ,.expedito ni favorable á la nación, quenpnibrar á los stjgctos que dexo indicados ; tomándome este arbitrio solo con el fin de ver si se pueden allanar las dificultades, que acaso opo- nen el honor y miramiento de los mismos que deben ser elegidos; porque á veces todos conocen lo que debe hacerse, y no se hace porque no hay uno que venciendo dificultades y etiquetas lo nace por sí, ó lleva de la mano ,4 quien puede ó debe ha- cerlo. La presidencia en el Eminentísimo Cardenal Arzobispo de Toledo me parece que evitaba toda etiqueta, y que no produ- cía recelo ninguno para lo sucesivo délos que, puesta en otra persona, deberían precaverse Qualqnicra que sea el elegido para ,Preside¡rte, debería serlo con la condición precisa de que ni á enipfeó , nüá decreto alguno se dé , ni tenga curso ni obser van- cia sin acompañar á la firma del Presidente la de los tres Señores mas antiguos del.Consejo de regencia. Todas las-Reales; cédulas y prevenciones deberían ser encabezadas de este ü otro modo equivalente: D. Femando , per la gracia de Dios y la voluntad & sus rey nos y señoríos bien manifestada , Bey . Sjc.,. y en suí I Real nombre el Presidente y Consejo de la regencia general del rey no , Sgc. ¿ En que lugar deberá residir ? Esta es otra de las dificulta- des y qüestiones propuestas en el citado manifiesto de la Junta de Sevilla ; bien que me parece , que no se habria detenido en esto su prudencia y desinterés, si á la fecba de diebo mani- fiesto bubiera sabido la salida precipitada que los vándalos lii- cierou de Madrid con todas las señales de no quedarles esperan! zas de conquistar la España, ni pensamiento de que sus fuerzas puedan otra vez ocupar la capital. Sin embargo diré alguna cosa sobre dicha qLiestion. La solución y respuesta mas natural es, que donde residiría hoy el Rey, y donde debería residir si estuviese en España, allí debe fixarse la regencia que le ha dt representar. Aun quando se hubiese rítirado á una provincia du- rante la ocupación de la capital por los vándalos franceses, es na- tural y aun necesario , que la fuerza misma del estado de los asun- tos políticos y militares le hubiera restituido ya á Madrid. Porlol mismo que han padecido tanto la capital y las Castillas sin po- derse defender : que todo lo han dexado esos malvados en con- fusión y desorden: que era urgente y de la primera atención organizar el gobierno, la policía de Madrid, y los preparativos militares de las Castillas para ayudar y empeñarse en la causa común con las demás provincias, y con sus hermanos, parece que el Rey era mas necesario que nunca en la capital, y que no habria dexado de acudir con su Real presencia á la parte ras débil y perdida de su Monarquía. Sigúese, pues, que el Conse- jo de regencia nunca es mas necesario en la capital que en ls circunstancias actuales, prescindiendo de que por ser la cortí del Rey corresponde en ella la residencia del Supremo poder de la nación, mientras que por la autoridad legitima y con causa justas y necesarias no se hiciese una novedad, que llsvaria con- sigo tantas otras, y de una transcendencia bien conocida y notoria. Ademas de estas razones hay las principales, que deben prefe- rirse á todas las otras ; á saber, el exigirlo asi el mejor orden jj gobierno de la monarquía, y el mejor y mas pronto servicio def la causa pública. Desde Madrid, como colocada en el centroj se comunican las ordenes de la autoridad suprema á todas las provincia* y á los puntos interesantes con mas facilidad y pronj titud que desde qualquiera de ellas. Eu Madrid hay para esq / 7 1 fjo de tegoncia, stablccímientos que deberían seguir al Consejo de tegent., tomo necesarios unos á su servicio y dignidad, y como insepa- fublcs otros de la residencia de la suprema potestad. La6 Direc- hoi.es generales de postas y correos : las Secretarias de estado X> del despacho : las Tesorerías y caxas principales, con la muj- litud asombrosa de los papeles precisos para dar curso á los Uavisimos negocios pendientes ; y á este tenor otras muchas di- ficultades que se presentan, sin entrar en las prerogativas del TCoiisej;> de Castilla , que es el Consejo del Rey, y de los Alcal- ies de la casa y corte del Rey. Los exércitos qúe van para la frontera de Francia tendrán .ñas pronta comunicación con la autoridad suprema , mas á tiempo las órdenes, las noticias y los auxilios desde Madrid, que desde Sevilla, Ciudad-Real y Almagro , y mas que desde cualquiera de las otras provincias meridionales. Por otra parte, Ja corte en el dia está libre de ser ocupada por los enemigos, ¡porque ni la retirada podrá ser al centro, ni el corto numero ■de los foragidos franceses que salieron de ella puede atacar en retirada á los valientes exércitos que se interponen, ni enconíra- Irian la capital tan indefensa como la perfidia y la mas horrible Idc las traiciones se la entregó el dia 23 de marzo. Y quando se ¡quiera precaver todo acontecimiento funesto^, aunque remoto, Ino es dable que los enemigos ocuparan otra vez la capital eu Itan poco tiempo, como el que necesitarían los individuos del ¡supremo Consejo de regencia y sus familias para salir de 91a* Idritl, y retirarse á la Mancha y á la Andalucia en caso necesa- rio. Finalmente , la razón de evitar todo motivo de rivalidad y Idequexa en las provincias seria bastante causa, á falta de mu* ¡chas de las ya dichas, para establecer la regencia en Madrid. lAsturias declaró la guerra á la Francia, envío diputados á Lon- P''c^ levantó exército, y manifestó su acreditado patriotismo. [Galicia también organizó un exército y le envió á ayudar á la ¡causa común, y prescindo ahora de las razones de no haber apro- vechado dichas fuerzas para los importantes fines que todos Imperábamos conseguir : esto requiere otros datos y noticias para Ijuz^ar , y no es de mi objeto. Valencia ha vencido á los vándalos yon una multitud de heroyeas hazañas. Cataluña nos esta dando l'as pruebas do su patriotismo, venciendo exércitos , y sitiando Iplazas y fortalezas. Extremadura con sus hazañas en Portugalquiere borrar *h««ta dé la memoria de los hombrea , que al)¡ nació el traidor ~y alevoso Godoy. Aragón llama le. atencioí general, y su .gloriosa defensa tendrá atónita á la Europa, j aterrado al vil y perjuro Bonaparte, xefe de los vandidos. J tú, amado amigo mió , tu glorioso joven Pal a fox , permite á f, amistad con esta ocasión, que ensalce tu heroísmo, tu constan, cía y tu patriotismo. Tú has enseñado á los franceses, que m solo Bonaparte mandaba exétcitos y conseguía triunfos á edad tan temprana : les has herbó aprender también que un joven j lozano español sabe vencerle defendiendo una qiudad desprovisto v abierta, y vencerle en -heroísmo, despreciando con igual -fir. «meza sus promesas que sus amenazas y su poder. Sevilla ha he- cho los grandes ,é importantísimos servicios á la .defensa de la.» Andalucías y ,á la cau«a común que refiere en .el manifiesto, «y que la nación toda recompensa con el agradecímiento, j con los' sentimientos Qgae enérgicos y expresivos hacia los pa« trioías que.tanto bien han hecho y h:m dirigido. Petó ninguna provincia dexará de estar justamente persua- dida (ie que ha contribuido a la causa común qnanto la ha sido poiible, y si cabe en el patriotismo de todas, no dexaria alguna acaso de sentir que se diese mas valor á los servicios de otras , y mas preferencia y consideración. No sucede a««i res- pecto de Madrid , que por-lo mismo que hasta ahora no ha po- dido contribuir it la causa pública sino con la señal de valor y odio hacia los franceses que dió el desventurada y aciago dos las leyes fundamentales de-Es- paña dan a sus :legítimos Soberanos.-La'de un Rey justo v pener 4¡.co, «¡u -salir de la constitución. Si .ha de representar verd.ade- «araytfce ai ¿iey, es necesario que teagp el pe-der del Re/. 9°P té ftbslaténcia y eent!n«*cfo» de las Unta» Supremas de la* roVfoclÉs que se insinúa en dicho manifiesto , no me parece fundada en razón v ni arreglada a las leves y sistema de gobier- no admitido eo la nación. Convengo en que en estas Juntas ha rendido el poder de la roUchedu'mbr^ duVante la crisis que' cía- $ó é hizo necesaria y justa su formación ; pero supuesta la Sil» prema Autoridad establecida en el Consejo ó Junta de regencia de que se trata, no puede ya residir'el poder.del pueblo en las Juntas provinciales, porque entonces se formaría, no un gobier- no, sino un monstruo con 'muchas cabezas. O el poder que la muchedumbre ha dado á las respectivas Juntas én la crisis lo pasamos ahoTa á una cabeza ó no: si lo primero, no reside ya en las Juntas, sino en la cabeza formada con las porciones de ese poder1' que alli van a remitirse para la fuerza del cuerpo entero de la nación; y si lo segundo, la cabeza no podrá for- marse lino de ay re, porque nada sólido la damos. Es la perma- nencia de las Juntas una novedad que desconocen las leyes', y que alteran el sistema adoptado en quanto á las autoridades es- tablecidas. Si el Rey estuviese en España, y no se hubiese alte- rado la actual constitución política, ¿podría proponerse tal per- raiucucia, y menos después de haberse alejado , y aun' cesado en' las provincias la causa que justificó la formación de las Juntas? Puef si el poder de la /uñtá ba de ser el poder del Soberano, no deberán existir mas autoridades que las mismas que el So- berano permitirla, las mismas que las leyes, usos y costumbres del'ieyho han establecido. No son despreciables á la verdad los objéíoí indicados en el manifiesto, de atender á la dicha de los pueblos por medio de un gobierno justo, y dé velar en la* con- «ervtcíon y defensa de los derechos de cada uno. Pero el que- rer qué eso se verifique por medio de las Juntas , es hacer siern- pié'Y engodo caso una novedad en la constitución, antes dé que llegue el tieropo de que se alteré ó modifique, si es riece- «ario. Par* el buen gobierno conocen la constitución y tai leyes5 'os magistrados inferiorés y los tribunales superiores; y para la defensa de los derechos de los pueblos conocen , ademas dé lós procuradores que los mismos se eligen, los diputados especíales que para los asuntos mas graves é interesantes énviao con laí 'Mtrucciones forrespondienteí. Éste es él orden, y éslkr es 1*10 que parece que por ahora exigen la unión de las provincia», e( bien general del reyno. y la cansa de la nación, y de nuestro amado y desgraciado Fernando: poner quien le represente, y exerza su poder supremo en beneficio de todos sus vasallos: se- guir el orden primitivo sin mas nov dad : dexar al tiempo, á ]a experiencia, y i la prudencia las novedades que acaso exigirá en el n.tcma general la felicidad de la nación, y para un tiempo mas tranquilo en que el mismo Fernando VII contribuya á la* felices r» formas, si es que antes no fuesen muy necesarias ó muy ur- gentes: I»* aquí el plan que yo seguiría. Ño e» decir, que sí ocu* fau algunos puestos hombres ineptos , malvados ó sospechosos con fundamento* a la nación de traidores , ó malos patriotas, continúen haciendo tantos males y perjuicios en la administra* cion publica. B¡>tas son reformas del día, y tan esenciales, que sin ellas todas las miras, los'trabajos y las providencias del Go> fci<-roo Supremo, 6 quedarán del todo inuciles, ó no producirán los ef ¿tos á que se dirijan. La execucion fiel y exacta es tan necesaria como la justicia de las ordenes ó decretos que han cxecuurse. Por este solo motivo no me declararía contra la per- no mencia de las Juntas provinciales, si no conociera que la execucion pierde mucho de su a&ividad y de sus buenos efectos en todo cuerpo, y mas si es numeroso. La nación, las Juntas provinciales, y tus comisionados, da. rán á estas r« flexiones la estimación á que las crean acreedoras; y >o en todo caso quedo tranquilo con haber dicho lo que pienso acerca de las principales qüestioues propuestas en el manifiesto de la Junta de Sevilla , porque estoy bien seguro que ni la am- bición , ni el orgullo, ni el deseo de lucir, ni otra de esas pe- quenas pasiones ha guiado mi pluma , sino el deseo del bien de mi patria, y la inclinación que por causas particulares tengo á nuestro Soberano Fernando VII , sobre el amor propio de todo buco español. Madrid 19 de Agosto de i8¿>8.=M. D. Reimpreso en Buenos-Aires , En la Imprenta de Niños Expósitos, año de 1808, Jsrfl SUPLEMENTO A LA GAZETA DE MADRID del Viernes 19 de Agosto de 1808. ESPAÑA. Madrid 21 de agosto. La siguiente carta escrita por un sabio prebendado de 3 catedral de Cuenca, con fecha de 31 de julio, a un ¡stinguido personage de esta corte, en que le refiere los xecrables atentados cometidos en aquella ciudad por el eneral francés Coulaincourt y su exercito , dará una ¡dea ompleta de estos barbaros y sacrilegos soldados. ,. Muy señor mío: Me son muy gratos los sentimiea- os que me manifiesta V. en su apreciable carta, pues los reputo por indicios fieles de su entrañable afecto hacia mí, de su mucha religión, y su grande amor á la pa- tria. Crea V. que no ha sido la gravísima pena mia, ni de este cabildo, ni de los hombres sensatos y piadosos de esta provincia carecer de las alhajas conducentes á la de- cencia y magestad del culto, porque sabríamos adorar á Dios sin ellas quando fueren necesarias para salvar la pa- tria. Lo que nos aflige extremadamente es la impiedad que ha causado el robo y saqueo de los templos , y el sin numero y la clase de crímenes que lo han acompaña- do. Bien difícil es referir á Y. las abominaciones obradas en esta ciudad por la división del exercito francés al mando del general Augusto Coulaincourt en los días que permaneció en ella. Yo deberia ser un grande hombre para desempeñar este asunto, que ciertamente, aunque es horroroso, pide mejor pluma que la mia. vNo hay ciudad en toda la península que haya dado nías pruebas de su amor á la paz y al buen orden que esta de Cuenca. Sin armas ni soldados ha mantenido franca y 1 cálmente su comunicación con lo demás de la España, bien segura de que nadie pudiera exigir de ella lo que le era imposible en las ¿cltuales circuntancias. Su situación peogtífica y política, como V. sabe, es la de un pueblo abierto confinante con las provincias de Madrid, Guada»