A btfó compadre te llegi. Y dize: al poer compadre! y aquel de la zuerte rnezma "Di de codo á su compadre? Crizto mío que cachuela ! Zobre que ha de zer prezizo Comer naranjas azeaz Para no tomar un azco De ver tanta carne muerta... Dé zu merce guzto en caza, Maz que rabien loz de afuera, Que ¡ en teniendo á Dios contento Todoz loz Zantoz zon.« ;fií*t£ 5l' —— No ae aglgole; alma imt; ; Puez que eztan á zu ob«. diencia Todoz quantoz cuerpo] buenoz La tierra de Dioz zuztenti, Y ezpera la jarcia toda Una voz de iza la vela Para terciarze la ropa, Echar mano á la herramienti, Par un brinco en ezoz mo> nos, Meterlez toa la tienta, Zacarlez el alma á pu'zo, Y luego cagarse en ella, onfr-D £*no¡Hí "A. loflffc. nflffaroM _ m . ^ ¡él . - - Reimpreso m Buenos Jyrw. Imprenta de Niños Expéntoi, Año de 1808. -Fmiori ini soL>b !f>ii> *oJ *s< POLITICO Y MORAL A MIS COMPATRIOTAS. Circuit queerens quein devoret. i i'; -,Ü3 jLlOS triunfos y ruidosas victorias de los Conquistadoras Uaeo consigo una especie de prestigio de que no es fácil preservarse. Fascinados los ojos con el relumbrón de las mareta les poranias, y encantado el oádo con los continuos ¡«mes que se les tributan en prosa y en verso , apenas tiene lugar el juicio para correr el velo de la ilusión. Solo ee ven eutouces las grandezas , el explendor , y la manificencia ; pero uo se advierten basta muy tarde los tristes efectos de su am- bición desmesurada. Desaparecen en medio de alhagiirñas es- cenas las lagrimas de la esposa inconsolable , Im tiernos cla- mores de la infancia desamparada y huérfana , las amenas campañas, antes cubiertas de doradas mieses , y después re- jadas con sangre humana, los deleitosos bosques , ..talados -f coasumidos por el fuego voraz , las casas arruinadas.; el ata- nco labrador desterrado del tranquilo albergue , y en fin «1 teatro del horror, quedando en pavoroso silencio ánillar«s de pueblos. Nada de esto se percibe, y solo el carro triunfal fM.Conquistador es el que se descubre desde lexos llevando empós de sí la admiración y el aplauso. En un estad» casi «n*ja»te rne hallaba yo con otros nmchos relativamente ¿ las jlorias militares y politices de Napoleón. <3raaeta8 serviles, memorias escritas por sus genéreles y edeeanes, autores fa- mélicos, eternos, y preocupados panegirista* del hombre gran- nos hacían involuntariamente , di tramos lo asi \ doblar la r^illa delante de.su. estatua colosal. £>ei Tajo ai Nova , del j'Jer al Nilo todo resonaba con aclamaciones á Bonaparte. °^*do por «l iotsenU-de la opinión , jamas habia prrrrráV y-suadirme que sus designios fuesen los de avahar con uua2 ,BWMá,. ■ _ dinastía legítimamente introducida en España. Los ultimo, desgraciados acaecimientos han abierto mis ojos ofuscado» he visto lo ba&taute para penetrar adoude se dirigían Jos e»l gafio«ds tiros 'de su maquiavelismo ; y desvanecidas las apa- riencias de upa prometida, pero soñada felicidad, de uril intima y fiel alianza , solapada con las ofertas mas lisongerar el llanto bañó mis mexillas , y en mi primer arrebato exclamé con el PsalmÍ3ta de Israel .- No pondré mi confianza en lot hombres porque no hay uno con cuya fidelidad pueda con- tarse {a). ■■■■■ Vuelto en mi del asombro, y de la indignación que m» causó la villana felonía del Emperador de los franceses, me alentó á ex amina ríe mas de cerra: hice que baxase de su <<>- berbio pedestal el ídolo tan temido en la moderna Europa, y considerando 1 sus dimensiones con una critica mas juiciosa, que la había hecho antes, hallé un soldado afortunado, un general de exército a quien las circunstancias elevaron á uno de los mayores tronos del Universo , un político, singular en sus opiniones, opuestas á las profundas lecciones de la expe- riencia de los siglos, un Coaquistador sediento de gloria, de lauros y de matanza ; y en fin ( permítaseme la expresión) un regenerador memiáco, que nada observa en ias institnHones de Jos pueblos que convenga con sus raras ideas. Vile domi- nado de la irresistible pasión del engrandecimiento de su per- sona ¡y familia . empeñado en desquiciar de su antiguo asiento las leyes físicas ,morales y politioars de las naciones, prorae- tiendo i todas un orden dé cosas que solo sirve para llenarías de horror y de convulsiones terribles, que tal vez no se cal- marán hasta que la parca tronche una vida tan aciaga para la misera, humanidad. Tiendo la vista.á lo pasado, y noto en él otro Alcxandro. S¿>¡ii éste le. venia estrecho el mundo conocido , pues quisiera ennu arrogante orgullo que hubiese otros mas á fin de sobjuz- garlos ; Bonaparte, poso anchuroso en Europa, vuela derecho al Ali ica. Vcdle recorriendo los abrasados arenales del Egipto y.de la .Siria > y dejar en ellos insepulto el mayor numero de .a1'irtO*.iK»€i. a eSooi?i>ít'' ass-noo ai . j odo4. ;- ' ' --I, I .1 I .1.1 I ^ (a) P*al. ljy. ttítxhcito compuesto de 40 mil hombres. Preguntad 1 sustíá- bitaiHes i en qué le habían ofendido? y todos a una voz en grito rrtpondVíraTi- en nada. ,, Este general ¿orso ha cohonestado su fatal-exrrediciorii dfeiendó qjr; venia por nuestra felicidad . y á «bM tarnós dd yug* délos BeVes y Mamelucas . pero no«o- tro* no le hemos bnndado,-apellidando su socorro, y antes bien maldecimos en medio de nuestras miseria*, tormentos y vexaciones labora, la infausta hora, en que este nuevo Atila desembarcó en las ¿layas de Alexandria." En el Egipto le yeo ya, desvanecido con '.él humó de las' conquistas , trazando h regeneración del globo que habitamos, y lleno de aTau póf poner en practica los qnimericos proyectos de los Jilosofes, en cuyos impuros manantiales había bebido. Contempladle sentado sobre la gran Pyramíde de Clcps en conferencia con los Mnphtís, y le oiréis proferir en torio de oráculo : ,, Lum- breras de los fieles : yosolrM*vcreJa taáavíá^üííáyores prodigio-, porque han lleiradd ios días de la regeneración: : : el q ¡c ten- ga oídos para oir , oiga. La horá'ide la resurrección política ha llegado para los pueblos que gemían oprimidos.''' Admirad en este caudillo de las tropas republicanas un hombre que, como'el Prothéo de la fábula, se transforma de mil maneras para llenar sus designios. A las puertas de la ca- pital del orbe cristiano elogia la magestad del Evangelio y recibe la bendición Apostólica del venerable Pontífice, que poco después fue á morir desterrado del Vaticano. En medio de los desiertos del Egipto adopta el turbante, y hablando con los musulmanes les dice: „el Alcorán es la delicia de mi espíritu , y la atención de mi» ojos : amo al Profeta , y pienso ir antes dé poco ¿"ver y honrar su sepulcro eU lá ciudad sa- grada/*' Bonaparte ba nacido católico i pero el que asi sé ex- plica es un'verdadero a posta?a dé su religión ; y aunque á lo adelante se Te vé llamar al Santo Padre, para que le urijk:': en su faustosa coronación , teriéd entendido que rio lo hi/ro por virtud, sino pordac mas brillantez á «ste acto, y porque sa- bii muy bien que a. pesar de los furiosos embates que si¡tVi>) el cristianismo en Francia durante la calamitosa época de su revolución, la mayor'y la mas'sana parte de los franceses volwa de nuevo á refugiarse en el gremio de la Iglesia. Sí'* Isdavia -dudáis de está verdad ', informaos dé los- piatrb'gtto~i!4 Cenobitas han «estado w ,íerusalen, Nazareth y otros Iu. gares de la Tierra Santa ; y ellos publicarán los insultos, |0J estragos, las coatribuciones que sufrieron. Ultimamente echó el rosto de su versátil.poütii-a y de su indiferencia religión protegiendo cou decidido,afecto á^na,u»cion , odiada justa, mente por todas las naciones, al reprobo , al usurario pueblo Judaico. Corrían los últimos meses del año de 99 y abandonando precipitadaujyente las orillas del \¡!o Y.la^rcUu uias de su cx¿.-- c;to, aparece con la rapidez de,l águila en los costas de Fran- cia. Vuela,,eu ala*, de. su arubiciou á la capital; y apoyado por algunos de su^ flareJbües,. disuelve la constitución que re- gia, y toma el inundo soberano ui dase de Dictador. Entonces fue quando se le ha visto mudar de tono y de opinión. El que antes era un .general .republicano , que despreciaba en sus proclamas á los túauys y,á. lo^eye», ja es .ahora un C^r (fue domina cou. U fcier^a.miliias el Senado.francos, que exi- ge imperitamente adoraciones, y camina con pasos de gigante al despotismo universo!. ." Elevado a Ja dignidad de primer Cónsul , uo por el roto de sús conciudadanos, explicado libremente, sino entrando rodeado de granaderos en el Conejo de los í^u/eatoi, no conoce freno a sus deseos: hace que la. iptrjga establezca en su persona el Consulado vitalicio ; y al fin, como ve ¿i los fran- ceses domeñados, y sobre todo ljeuos de horror á la sangrien- ta revolución con que acababan de, luchar, aprovecha tan feli- ces n^mpuioa,, y se corona Emperador, Xaies hau sido lo* escalou.es ¡.Qr.^Ojpíje se encumbró \\ ¿piqe del poder. Yo pre- ciarlo de discurrir si cu la* criticas circunstancias en que se hallaba el goliiejrno fue \ "¡u/ajosq , que tomase Bouapartc stif riendas para extinguir* Jas payesas mal apagaba* de la aaar- quiaj; p< ;o. lo ciprio y, que de ningún mudo han aprobado los político i el violento y eugafujso arbitrio ¿aí que so valió para conseguirlo. Doy por supuesto , íjiie. el Direetorio,, el Cousejo de los'Anclauos , y el dg Quinientos estuviesen desorganizados : ¿era este u i lyotíyo legal par* deshacer a bayonetazos, 1» qo^tiüu'um^d^jeintc: y .ci;ieoAmilUj*it. »- 5?» 0enante é ilegitima, y de consiguiente ha usurpado los naturales derechos del pueblo francés. Ed quanto á su coro- nación todo el mundo sabe que ha sido hija de la prepotencia de numerosos exercitoa, atraídos á su devoción muy de ante mano, y ademas, es contante, que el Conde de Lila, her- mano segundo del desgraciado Luis XV I, protestó solem- nemente contra ella en Varsovia á 6 de Junio de 1801, tra- tándola de usurpación. Un hombre que asi violaba los derechos mas sacrosantos do era de ningun vidioso y suspicaz: Napoleón envidiaba los lauros de Morcan, ysal mismo tiempo se recelaba del poderoso partido que se jhabia grangeado por sus amables prenda*. Este, y no otro ha sido el pretexto de su desgraciada suerte, -'Dado el primer paso en la carrera de la ambición , los de- más van eslabonándose aceleradamente De aqui el insufrible orgullo que ha manifestado siempre Bonaparte ; pues aun qnando se le mire como un buen general, debemos advertii que Bcrthier ha sido su maestro ; y si le consideramos como político, no nos olvidaremos que le dirigieron en todas sus ne-i, gociaciones las luces diplomáticas de Tayllerand. Sus ambi- brciosos proyectos minea tuvieron limites c admitido en el ins- tituto nacional de ciencias y artes pronunció un discurso en el qual dixo entre otras cosas : „ el verdadero poder de la Re- publica francesa debe consistir en adelante en no permitir que exista una sola idea nueva que no sea suya." ¡Hasta el penfainjenjo , mas libre, que ei ayre que respiramos, preten- día esclavizar V ¡^Insensata freoesi ! ¡ Cómo si lps ingenios de6 las demás naciones hubiesen de pagarle feudo 1 Pero Bona- p&rte habia dicho en su corazón : yo soy el único entre lo» mortales capaz de dirigirlos; todos, grandes y pequeños , de- ben posternar«e delante de mí; los pueblos habrán de recibir U ley que yo Ies imponga; y la tierra debe callar en mi presen- cía." Con efecto, en él se ven retratadas muy al vivo las ex- presiones de un Profetas*:" 1VIi capricho ha mudado las fron- „ teras de los Imperios ; he saqueado tos tesoros de los pue- „ blos, y desterrado á muchos Soberanos de sus dominios:*: j, Con mi poder he despojado a las naciones de sus riquezas, ,, y no hubo quien hiciera el menor movimiento , ni se atre- viese á despegar sus labios::: Tengo pactádo alianza con la „ muerte, y aunque Be desencadene contra mi la borrasca mas „ furiosa, nunca me alcanzará el torrente de lá calamidad ,, universal , porque me puse á cubierto de ella con mi astu- „ cia, y estoy oculto entre las barrerás de la falsedad («)."" Tal es el idioma de Napoleón , y asi lo justifican tantos pue- blos debastados , tantas naciones desmembradas, tantos tesó- ros exhaustos, y tantos Reyes oprimidos, d precipitados del trono desús abuelos. Robespierre, aquel mostruo, el mayor que nació de madre humana , qUeria nivelar la Francia cor- tando cien mil cabezas ': Napoleón pretende nivelar la Europá toda. V para executar sus funestos intentos ¿ quántas vidas no ha Sacrificado ya ? ¿Quántas no sacrificará todavia? Lsi páginas de su historia están teñidas con la sangre mas flore- ciente de los Imperios , y los ojos del hombre sensible se apar- tan con horror, é inundados de lagrimas por no ver los mí' llares de victimas inmoladas á su sanguinario antojo : ¡ Des- venturada Francia! tus hijos solo ven la luz para dexar tu seno en los primeros albores de su juventud lozana, y correr á sepultarse en campos extrangeros por complacer al orgullo- (a) Isaías cap. JO y sig. Vto arbitrio términos populorum moto fcorum thesauros praedor , Reges rnultos regnis suis privo t ego per potentiam mean divitias populorum abstuli ; nec fuit qui alat'n mo- titaret , aut os aperiref::: Nos cum morte fasdus peregimus : tempes- tas vel íásvissima etsi rrruerit, ad nos non pertinget: est nobis i* niendacio p/fébidiam ; latitamus in faisitate. w tefe > a qui^n preconizar, delante de sus banderas , y mal* 1 dice» al exhalar su postrer suspiro. El arrojo el blandón de la. ¿mordía en medio del Continente y dixo : ,, no se apagará, .tanto que haya una sola diadema en las sienes de sus Mo<- "itc»». Conozco qüe despueblo el territorio francés eon las (pendas y anticipadas conscripciones militares ; pero satis- ase la sed de sangre que me consume, y ceda todo á mi miripotente imperio : soy el arbitro de los destinos, el dispen- dor de los tronos::: La pluma se me cae de la mano al tras- uk( tan horrendas blasfemias. Los atributos que solo con- leoen á la Divinidad han sido usurpados por este impío, ue, no contento con esclavizar la tierra, quisiera arrancar el ciclo el rayo y disponer de los elementos. Mas ¡ ay ! Que ingud mortal , por grande que sea su poderío , se burla ini- unemente de la justicia suprema. Tardé ó temprano llega el lazo fatal, y entonces ¡ oh I la soberbia se convierte en hu- ílaiion, y la risa se trueca en llanto. El mismo Profeta lo i dicho por tas siguientes enérgicas palabras que van á Va- dearse en el hombre del Afeá Después que hubieres consu- mió tus barbaras desolaciones, tu también seras reducido la nada : luego que hayas executado tus perfidias, los de- s obraran pérfidamente contigo («). Pero ya es tiempo de acercarnos al suceso lamentable qué brió de luto la nación española. Nosotros vivíamos en ofüudá paz con el Emperador de los franceses. Jamas ha- mos faltado á ninguna condición estipulada, nunca hemos lado la fe de los tratados, accedimos á quanto se quiso* «anifestamos como én todos tiempos el carácter generoso, neo y leal que nos distingue. Napoleón auxiliado del mas I de los intrigantes proyecta nuestra perdida , y comienza 'arrancar del regazo de su patria, de los brazos de sus ilias llorosas un escogido numero de guerreros, haciendo- que pasen á verter »u sangre y que perezcan en los hela- climas dél Septentrión. La Suecia los ve con lastima, con- Cum absolveris vastatinries tuas, et ipse vastaberó. Cuna perfidia t lecum qnoque perücle ageat.8" finados á tal distancia , jt de los primero* que fo.-mm Ja, huestes del tirano. ¡ Infelices ! ¿ Qué dirán ahofa en sabiendo que loa mismos por quienes arrostraban la muerte son 10* duro.-; opresores de sus padres , de 3us hermanos, de sus caras esposas ? Tcvlos braman de dolor por no poder volar a~ socor- rernos en la cuita que nos aflige. No nos olvidan , no ; vo lo« comparo con los Israelitas, quando cautivos en Babylonia.y suspirando por su regreso á la Ciudad Santa, sentados á las ornilas de sus Rios exclamaban : ,, Si te olvidase alguna vez; Jerusalen, desconciértese mi mano y quede sin el menor mo- vimiento::: mal hayas tu cruel Babylortia ! Feliz aquel que te haga experimentar todos los males que nos has causado! , Uichuso aquel que arranque tus hijos del seno de sus ma- dres y los estrelle contra las piedras (a) ! " En iguales tér- minos me parece que habrán de expresarse los valientes del Norte al considerar la combustión de su amada Esparta; y rugirán como el león en las soledades Africanas quando no puede devorar su presa. - Licencióse á otra multitud de soldados veteranos en lo roas encarnizado de la guerra con la gran Bretaña: ( segun- do motivo del menoscabo de nuestro exército.) ¡Combate naval de Trafalgár ! ¿ cómo podré yo acordarme de ti sin der- ramar lagrimas de sangre sobre los fuertes que alli perecie- ron , ó fueron victimas del mar embravecido ? En tí feneció la Marina española::: Estaba echada la suerte sobre nosotros, y el fementido caudillo de la Francia se complacía de nues- trps reveses porque asi convenia para executar su intento. Los españoles juiciosos lamentaban en el secreto de su corazón los desastres que nos causaba la malignidad , ansiaban per c! remedio ; pero todo estaba entorpecido y paralitico. Eo tal eslado de cosas principian á moverse los Aduares errantes de Bonaparte. Va entraban por Irum franceses, polacos, ale- manes, italianos, suizos, y en fin aquel fuuesto enxambre de ... i '_____ Ta) TmT. 136. Ri oblifus fuero fui Jer.mlem , oblivbni ' dextera m.-a : Filia B abylouis misera : b-atus qu¡ retribuct tibí teir- bxAiñm-íntuant quaai letriouttti nobis. ¡ Bou tus qui teaebi et aWJe» párvulos tuos ad pttrarri! . ' - - i 9 joldaaos de todos los pueblos, de todos los idioma? , de toda» Ju secta» religiosas, y muchos de ellos de ninguna. Su trán- jito P01" nuestras provincias ha sido el de una langosta deso- lidora; y sus excesos en todo genero recuerdan las antiguas fundaciones de vándalos , normandos,- godos y silingos , que jrrastron la fértil y siempre codiciada España. Eira el pre- texto de su entrada, en el concepto general , una expedición contra Gibraltar ; pero no tardamos en desengañarnos. Acae- ció en estos intermedios la prisión del Principe de Asturias et el Escorial: leímos con espanto los terribles Decretos en que se le pintaba parricida, y todos, 4odes , ignorantes ó sa- bios, por una especié de instinto exclamamos: "-esta es una traición conocida ; la religión del Rey Carlos ha sido sorpre- bendida y nuestro Principe está inocente::: " Desde esta época nemorable abrimos mas y mas los ojos á la luz : sin embargo todavía no nos atrevíamos á decidirnos. Ocurrieron I03 acon- tecimientos de Aranjuez, y colocado en Bayona nuestro infiel tiiado arrastró a. su caverna toda la Real familia. :Teng» por «perfluo referir lo que todo el mundo sabe; sollo diré, que reflexionando atentamente sobre el giro que tomaron los ne- gocios, es fuerza confesar que ya con mucha previsión es- taban urdidas las tramas que después e4 tiempo ha ido desen- redando. ..I-'. El genio del mal, que con cetro de hierro dominaba sobre una generssa nación, y tenia sumergido en profundo letargo d Xefe del Estado, había dicho á ese inquieto corso : " Los españoles están habituados al yugo ; su cerviz se ha encalle- cido, nacieron para sufrir la esclavitud : yo he trastornado lo 'aerado y lo profano ; pero ellos toleraron mi despótico pre- dominio: celebraban con magnificas funciones mi elevación prodigiosa; y lexos de resentirse de las pesadas cadenas con fue insolentemente los he ido aherrojando , besaban humildes rl polvo de mis plantas , y a porfía me consagraban estatuas. Nada temas, ya no son los coHtemnoraneos de los Corteses, v otros ilustres Capitanes : está enervado su carácter nacional, y no hay cosa mas fácil que sujetarlos á todo. Sus recursos, aunque inmensos , están agotados ; y las victorias que te co- ronan, el eco solo de tu ruidoso nombre apocará sus espirí- > Un tiempo belicosos y temibles en*ambos mundos, mas 310 boy abatidos, inertes,, degradados. Apodérate de la tica opulenta Eapañ a; vo contribuiré con todo mi esfuerzo á tía ideas; yo sembraré la discordia entre el Padre y el Hijo:: ^ mí me aguarda la suerte mas infausta si rcyna Fernando ¿ quien tantas vece» he afrentado * coloca en el trono español ¿ uno de tus hermanos ; y libértame quanto antes'del horrendo castigo que me amenaza." Sí-, amados compatriotas; ese monstruo que vimos prote- gido y ensalzado por otro, al mismo paso que decia en una de sus cartas era preciso removerlo del mando para bien de U nación ; ese cruel vivorezno que con tan inaudita ingratitud rasgó las entr-añas de su patria después de haberla puesto al borde del precipicio ; ese desnaturalizado español, de cuyo nombre no debe quedar memoria en nuestros anuales , uos ha vendido-con sus perversas maquinaciones..Sus artificios, y 10| dolosos alhagos de Napoleón han arrebatado de entre nosotros al amable Fernando, en.quien teníamos depositados nuestros carifíos-'y-esperanzas::: Perc\¿qué digo? Todavía los tenemos, y el cielo, el justo cielo velará sobre la interesante vida del innocente joven. Es verdad que gime aprisionado en tierra tx- trangera con su bueuTio, y con su Hermano , el ilustre com- pañero de su .infancia y penalidades ; ellos vuelven los ojos i la desconsolada España , y lanzan Hondos suspiros de su an- gustiado pecho ¿ mas las misericordias de lo alto no se acaba- ron ;: el malvado prospera por uu momento , y pasa con la ra- pidez del torbellino, el innocente, el ju9to sufre, calla, se resigna ; y al iin amanece la brillante aurora de su triunfo so- bre la iniquidad. Abdicada, ó por mejor decir, usurpada la corona, píen» Napoleón en disponer de ella. Para dar algún colorido á sus violencias ordena un Congreso en Bayona de 150 personajes, los mas de ellos nombrados por el Duque de Berg, y señal» el dia 15 de Junio para la reunión. Son muy obvias las refle- xiones que pudieran hacerse sobre todos estos puntos ; pero ¿qué podría expresar mi tosca pluma en parangón con lo dicho por el Apóstol de Orense ? La sublime carta de este virtuoso Prelado, escrita con la verdadera libertad Evangelio, y exornada con los pensamientos de los mejores publicistas, no rlexa que apetecer en la materia siendo ai mismo tiempo el Vi arrumen** mu poderosa contra la execrable couduera de Na- poleón- i Oh mengua del nombre español ! ; Buen Dios ! ¡ á qué miserable situación se ve reducido tu pueblo predilecto ! Si las verdaderas intenciones del' aliado fuesen las' de labrar nuestra felicidad-', ¿ habia de pretender que se celebrase aquel congreso fuera del rey no en medio de su guardia numerosa? Los legisladores de las naciones nunca deliberaron entre bayo- netas y fusiles. El estruendo de las armas no conviene a sus augustas y pacificas funciones: el templo de Themis es libre, y en f/os pórticos no debe oírse el bullicio de los hijos de Marte. Jilas i quién no ha conocido desde luego que todo este va- no aparato, este fantasma de las antiguas Cortes, tan celebres en los días de nuestra gloria, no era mas que apariencia sin realidad? La constitución que se nos destinaba ya estaba hecha, y los diputados únicamente iban á recibirla y firmarla. Ni po- día ser de otro modo , porque no se les daba tiempo de pre- pararse para pensar con madurez lo que hubiesen de propo- ner. Extraño método de dictar leyes y de constituir felices á los hombres. Pero ¿ quién á buscado al Emperador de los franceses pa- ra darnos leyes ? ¿ España hizo por ventura lo que Genova y la-Cisalpina-?::: Pueblos de la Europa, Monarcas que toda- vía ocupáis vuestros tronos vacilantes , redoblad la vigilancia, ó mas bien formad causa común contra este ambicioso que ro- dea todo el Continente buscando á quien devorar ! Circuit quieren* quem devoret. El pretexto de que se vale para tras- tomar nuestros usos y costumbres, para privarnos de un Rey legitimo, y tratarnos como' país dé conquista, se reduce, se- gún las expresiones de su enfática'proclama, expedida para la Diputación general, á que la Monarquía española esta vieja. Por lo mismo debiera ser mas venerada. Nosotros está- bamos contentos con está respetable ancianidad; y aunque apeteciamos la saludable reforma de algunos abusos introdu- cidos en su constitución, contábamos para ello cou la buena VoluBtád de nuestro joven Monarca, cuyos primeros pasos en la carrera del reynar se habían distinguido por juiciosas pro- videncias, y eran de feliz pronostico para lo sucesivo. Jamas lian mendigado Ios-españoles códigos extrangeros para su go- bierno. Si adoptaron el Romano fue por su voluntad, y porquehallaron en !a mayor parle de bus leyes las que prescriben 1¿ naturaleza, el derecho de gentes , y la Moral. Una nación que dio á luz las Partidas, obra de singular mérito, y que sirvió de modelo á otras muchas de su clase fuera de España ; una nacioa que tenia dentro de sí misma un Consejo supremo, compuesto de varones ilustres que han sido en todos tiempos el mejor apoyo del Estado; una nación que tiene sus diputados en las provincias , los quales conocen sus verdaderas enferme- dades políticas, y el antidoto que debe aplicarse para curarlas; una nación que produjo los Navarrctes , los Moneadas, lo» Saavedras, y en nuestros dias los Cmnpomanes, los Lardizava- Us, los J oríllanos, y otros estadistas insignes; no necesitaba, ni necesita de médicos extraños que curen sus llagas. Sobre todo, ¿ quién ha visto ni leido que un Rey vecino, después de una paz conservada y no interrumpida por espacio de trece años, hubiese internado sus tropas en el reyno fronte- rizo , y que sin cesar de venderse por intimo aliado, ocupase con ellas la capital y sus principales plazas? Hubiera Napoleón declarado la guerra contra nosotros con qualquiera de aquellos motivos que nunca faltan á la cabilosa política, y seria mas to- lerable su agresión ; pero sorprehendernos, en los rateros ter- mino» que lo hizo, demuestra la baxeza de sus pensamientos, y no se si diga cobardia en el campeón de la isla de Córcega. Todo ha seguido el mismo rumbo. En los Diarios de Ma- ri, id sugeridos y dictados por la facción dominante comenzó á señalarse desde la primera pagina el desprecio de los Borbones. ¿ Y para qué f Para disponernos al aborrecimiento de una ilus- tre casa que, aunque padeció en estos últimos años algua eclipse en suexplendor, no fue de las menos gloriosas que reyiutren en la Península. Tampoco perdonó el infame sarcas- mo á la memoria respetable de una virtuosa Princesa que ar-. rebato la muerte en la flor de sus años. Yo la he visto, y to- do Madrid la vió enjugando las lagrimas del huérfano desva- lido y de la viuda desamparada::: («). Y sin embargo de (fl) Su digno Confesor el Doctor Don A mires García Fernandez, Arcediano de Vivero en la Santa Iglesia Caled ral de Mondor¿edo , ha recibido las ultimas palabras do la Princesa de Asturias , y es buen testigo de quanto acabo de decir. Preguntadle , y saldréis edificados. la sltns virtudes , que daban en rostro á lá corrupción del siglo, laminen se la calumnia;:: Profanos! No turbéis las cenizas de los listos: dtxad reposar á los que ya existieron , en sus callados pan- teones, i . .t , . ] Temo fastidiaros , que a no ser por eso , yO iría confrontando los varios documentos insertos en nuestra G azota de dos meses á rs'a parte, y solo con presentarlos en un orden cronológico era so- brarlo para conocer las ridiculas inconseqiiencias y torpes contradic-, riones en que han incurrido sus ciegos autores. Ño necesita la pos- teridad otra prueba de la impostura con que se ha procedido ; y no h,iy ningún verdadero español , por cortos que fuesen sus alcances, «ni no hubiese penetrado desde luego el lenguage de la falsedad r«*bo- ,i,¡ncon exorbitantes promesas. Rías ¿cómo era posible que estas tu vic- ies cabida en nuestros ánimos viendo lo acaecido en Portugal ? Las primeras disposiciones del intruso^gobierno las desmentían abierta- mimíc; y el pueblo de Madrid , en un perfecto estado de bloqueo, nodexaba duda de nuestra futura esclavitud. La rapacidad mas des* enfrenada exercia publicamente sus depredaciones ; los palacios sun- tuosos de nuestros lieyes quedaban yermos, después de saqueados: ircogianse de todas partes los apurados restos del Erario; y hasta los preciosos objetos , ofrecidos por la munificencia de Fernando VI y Carlos III á la curiosidad é instrucción de los expectadores en el rico Gallineto de Historia natural , eran presa de la insaciable codicia de ::!i.míos protectores. El soldado, el marinero español etrfaban bam- hrieutos y desnudos : los satélites de Mural abundaban de todo. Sus ^nerales y edecanes en las delicias de los banquetes, y en otros sola, as, menos decentes, manifestaban sin reserva qual era la felicidad que no* traían. Esas feroces quadrillas , «sos tigres con rostro de hom* bie nada perdonaban::: Y en medio de tantos exempiares de visible opresión se atreven aun á pronosticarnos una suerte dichosa. ¡ $egu* rameóte pensaba Napoleón eh su delirante orgullo que los españoles eramos como los estupidos indios , á quienes deslumhraba la vista dé una navaja , ó de un simple cascabel. Esta era la deplorable situación en que nos hallábamos. Apenas teníamos valor para manifestar nuestro corage; oprimidos los pecho» ron tan grave dolor , y anudadas las lenguas no daban paso á las pa- labras ; pero sé oia el sordo rumor del volcan que fermentaba ; y la explosión indicaba ser terrible. Sonó por fin la hora deseada. ; Dia 30 18 c reraotes : nada' tengo que deciros, porque no ignoráis vuestros iteres ; y tiempo hace que veo á muchos de vosotros postrados cn- el Vestíbulo y el Altar , dirigiendo las oraciones mas fervorosas Íl\ n\¡e tiene en su mano los corazones de los Reyes y dá y quita los I nerios , para que se apiade de nuestra España. Vírgenes puras, e gemis en la soledad de los Claustros , no perderéis el fmio de yuestras lagrimas : y vosotras madres de familia que veis a vuestros «.ocrosos mancebos alistarse voluntarios , reprimid el llanto ; y gra- vad en vuestro noble pecho la sublime respuesta de aquella ma- jrona Espartana , que oyendo decir al correo , de resultas de una ba- talla , tus cinco hijos han perecido ; contexto : no es eso lo que te pregunto. ¿ Mi patria tiene que temer ?—¿ lid triunfado ?— Pues ya ¡ufro con gusto perdida tan sensible. • I Compatriotas! Reunámonos á la Junta soberana del Reyno: ella es en esta ocasión extraordinaria el norte que ha de guiarnos , el escudo que nos abroquela , el fiador seguro de nuestras libertades y privilegios. Obedezcamosla en todo ; contribuyamos eficazmente á sus patrióticas disposiciones ; evitemos las funestas consecuencias de la guerra civil ; acabemos de una vez con los impíos que contaminan el suelo español ; no permitamos que su frenético atheismo amancille la pureza de la Religión, y haga cesar el verdadero culto en los tem- plos de Jesu-Cristo : rescatemos al cautivo Monarca ; recobremos nuestro antiguo explendor ; seamos lo que fuimos , quando respeta- ban nuestras armas reynos enteros : y entonces podremos fixar en medio del universo un padrón que diga á lá posteridad mas remota— España fue la sepultura del moderno Nabuco, y del infame Sátrapa, exteutor de su inaudita perfidia. Licenciado D. Vicente Villares. Reimpreso en Buenos-Aires , En la Imprenta de Niños Expósita:. Año de 1§Q8,