QUATRO CARTAS DE un espa5;ol A UN ANGLOMANO EN QUE SE MANIFIESTA La perfidia de! gobierno de la Inglaterra. como perni- cioso al genero humano, potencias Europeas, y partí- cularmcnte a ¡a España, ESCRITAS POR D. PEDKO ESTALA. REIMPRESAS EN ESTA CAPITAL DE BUENOS AYRES A EXPENSAS DE SU M. I. C. COV PERA1ISO DE LO SUPERIORES. BUENOS- -ÍYR ES. En la Real Imprenta He Niños Expósitos; año de 1807.WY ILUSTRE CABILDO , SUSTICIA Y flEGI- müntearse en el día, de verla flbcubierto de qualesquiera otra invasión, que intente el enemigo britano, ya sea por la fuerza, ó ya por la seducción. De esta indiana y contagiosa arma usó desde el momento que- tuvimos la infeliz suerte de sufrir su odiosa dominación, por medio de proclamas infama- torias á nuestra fidelidad y vasallagc , comprometien- do nuestro concepto para con las naciones de Europa y América; á cuyo intolerable insulto intentó mas de una vez oponerse esta muy Noble y Leal Ciudad , si la prudencia r.o le dictase entonces sufrir en silencio su calumnia , para vindicarla mejor el gran dia de su triunfo y libertad. Tan perjudicial conduela , proscripta por to Jas las naciones cultas, no puede dudarse que es característi- ca de la nación británica, y por lo mismo trató el re- comendable Autor de las famosas Cartas que se din al público hacer de ella una cabal demo>tracion . para la inteligencia y gobierno de los pueblos y ciudades que intentaren sorprche.iJer. fista Ciudad se gloría de estar segura de ser renJt- da por armas tan viles. Su ftJelidad y amor á su dig- nísimo y legitimo Señor es superior á toda seducción. Lo mismo cree de lo» demás pueblos de este vasto continente , pero no to.los tiem-n proporción pata ad- quirir up.a cabal idea Je la coniuct» y genio inglés, ^.\t ha intentado subyugarnos, y aun pretende escla- vizarnos como á los desgraciados habitantes de la li - dia , y otras partes del globo, que por falta de aque- lla , lloran en el dia su demasiada credulidad á las capciosas propuestas y lisonjeras promesas de este común enemigo. Por tanto esta Ciudad ha juzgado propio de su deber , en testimonio de su amor á la Religión , al Re/ y á la Patria , facilitar esta idea á todos sus compa- triotas por medio de la reimpresión de estas Cartas que con el mayor gozo les dedica ; no dudando que cus convencimientos, servirán para los amigos de ta ver- dad de un escudo irresistible á qualesquiera seducción británica , y que ratificara mas la lealtad y adhesión de todos los Pueblos de nuestro Continente hacia su muy amado Rey y Señor, Sueños-Ayres 17 de Di- ciembre de 1806,CARTA i. M I estimado amigo : sumo disgusto me ha causado tu carta , pues veo por ella que te has dexado preo- cupar de los sofismas de los anglomárros. ¿ Es posible que un buen español , dotado de un corazón sensible, y amante de la humanidad , se dexe cegar hasta el extremo de hacer la apología de una nación, enemiga por sistema de todo el género humano, y principal- mente de España? No lo dudes, amigo} la Inglaterra *e ha elevado á la altura colosal '(bien que precaria) en que hoy la Vemos, no en virtud del valor ó núme- ro de sus habitantes, no por la riqueza de su suelo (que son las sólidas basas de todo poder real), sino á fuerza de delitos contra el derecho de gentes, y por un sistema, seguido sin interrupción, de destruir las demás naciones para elevarse sobre sus ruinas. Muy fácil me seria probar esta verdad con una di- latada serie de hechos demostrativos Vpero para esto era preciso formar un largo volumen: lee con espíri- tu imparcial la historia de estos dos últimos siglos, y hallarás la demostración mas evidente de que la In- glaterra es enemiga natural de todas las naciones. Sus máximas políticas han dexado muy atrás á las de Ma- quiabelo: causar discordias entre todos los gabinetes, corromper á todos los que necesitan para sus miras, despreciar toda fé pública,, y quebrantar toíos los derechos, son las armas que constantemente ha em- pleado , y por desgracia con harto feliz suceso. La guerra desoladora sobre la sucesión a la Coro*2 na de España no se hubiera verificado (á pesar de las infundadas pretensiones de la Casa de Austria) si la Inglaterra no hubiese atizado el fuego de li discor- dia. Con ella logró' humillar á su rival natural la Francia, debilitar á España, destruir i sus propios aiiaJos, y coger ella sola el fruto de tantos extragos. Quedóse con Gibraltar, sorprehendida quando se ha- llaba sin guarnición ni municiones, y las fortificacio- nes en un estado ruinoso , aunque como meramente aiiada del Archiduque , no tenia derecho para consi- derarla como conquista propia. Ya anteriormente en plena paz nos habían usurpado la Jamaica, que fué su primer punto de apoyo para establecerse en Amé- rica, y hacer los mayores perjuicios á nuestras colo- n¡. s y comercio. Un volumen no corto pudiera for- marse de las piraterías y atentados que han cometido contra nosotros en el seno de la mas profunda paz, prescindiendo de los repetidos exemplos de apresar nuestras flotas y galeones antes de declararnos la guer- ra. Dexo aparte la atrocidad de suministrar armas de fu^go y municiones á los indios salvages del Darien, para que se levantasen contra nosotros, y nos hicie- sen una guerra exterminadora , sin mas objeto que ha- cernos todo el daño posible, y esto en tiempo da paz. ¿Qué insultos y perjuicios no nos han hecho con mo- tivo de la corta del palo de Campeche? ¿Qué fraudes no se cometieron contra la Real Hacienda en la feria de Poitobilo, por causa del Navio que tenían privi- legio para enviar á ella? Ellos hacían con la mayor perfidia que aquel Navio equivaliese á una flota nu- merosa , descargando por el día las mercaderías que introducían en él por la noche las embarcaciones, •que secretamente enviaban de la Jamaica. No hable- mos del inmenso contrabando que siempre han hecho en uuestras posesiones de Améri.a , pues es Incalcula- ble e! perjuicio que por esta vía nos han causado ; y quando nuestros guarda-costas apresaban alguna de estas embarcaciones contrabandistas , el gobierno in- gles no dexaba de hacer las mas vivas reclamaciones, fingiendo hechos y circunstancias; lo qual prueba que aquel contrabando no era precisamente especulación de algunos particulares sin consentimiento de su go- bierno, sino que este lo fomentaba y protegía eficaz- mente* De estos principios dimanó la decadencia de nuestras fábricas y comercio, y ha sido necesaria to- da la sabiduría y actividad de nuestro gobierno en el reynado anterior y el alr.ua!, para poner algún freno á tantas piraterías, y dar energía á nuestro comercio, reducido por tos ingleses al miserable estado de una pura comisión. ¿ Y habrá algún buen español que no abomine de esta nación , causa y origen de todos nues- tros males? La corrupción es otro de los medios que emplea ka Inglaterra para lograr sas fines criminales. Su famo- so Walpole decia, que todos los hombres se venden, y que el único trabajo que hay para comprarlos, es sa- ber en quanto se aprecia cada qual á sí mismo. Esta- blecida por principio de conducir esta abominación* han acometido con las formidables armas de sus gineas á todas las personas de qua¡quiera nación que podían contribuir á sus proyectos j y por desgracia , han ha- llado demasiado número de almas venales que les h»n sacrificado los intereses mas preciosos de sus patrias. £s para mí cosa demostrada que no se hubiera verifi- cado la atroz revolución de Francia, si la Inglaterra no hubiese derramado tanto oro para suscitarla , y para precipitar á los franceses en los abominables ex- cesos que hoy lamentan. Tengo presente una larga correspondencia entre un personage de la corte de Versalles y otro de la de Berlin , impresa mucho an*'4 tes de la revolu.ion francesa , en que se expresa rép!- tidas veces que los Ingleses formaron este infame pro» yícto desde el año de 1780. Irritados contra la Fran- cia por haber auxiliado á los Estados Unidos para que sacudiesen el yugo tiránico de su metrópoli , re- solvieron ya desde entonces usar de represalias , fo- mentando la insurrección y el espíritu de indepen- dencia que Necker y sus partidarios habían sembrado en Francia. Hallaron monstruos adequados para sus ideas entre los mismos Franceses; y el suceso por1 des- gracia ha acreditado que los autores de la mencio- nada correspondencia estaban bien infor.r>ados de los proyectos de la Inglaterra. La Pivina Providencia, que sabe sacar bien del mal, ha dispuesto que este es- pantoso trastorno haya acarreado un nuevo orden de rosas, el mas perjudicial para la Inglaterra, Su go- bierno maquiabelista conoce esta verdad, y por esto ha hecho unos esfuerzos tah extraordinarios para vol- ver á sumergir á la Francia en la anarquía. Vé que sU potencia precaria vá á desaparecer del sistéma políti- co de Europa; que el imperio tiránico que exerce en todos los mares , son las últimas llamaradas de una candela próxima á apagarse; que la guerra iniqua en que se ha empeñado por su ambición insaciable , la conduce rápidamente al abismo de la nulidad políti- ca; que su asombrosa deuda nacional se aumenta en términos de obligarle á una bancarrota escandalosa; que sus recursos cada d'13 van aminorándose ; que su nación está oprimida con unos impuestos tan exórbi* tantes, que e^ preciso ser opulento para procurarse una mediana subsistencia , que sus fabricas están en la mayor decadencia , ya por filta de los brazos ocupa- dos en atender á la defensa del pais amenazado de un desembarco, ya por no tener una salida pronta y se- gura para sus géneros. Estas consideraciones tan ob- 9 vías, que parece debían inclinar á aquel gob'rerno a U paa , no sirven sino pxra irritar ma> su orgullo: y al ver escapársele de las manos el Getro de los mares , jr ser el escarnio de la Europa, qual la antigua Tiro, quiere antes de dar el último aliento, desplegar todcs los resortes de su impotente furor , quebrantando el sagrado derecho de g;ntes con unas atrocidades co- metidas á sangre fria, que solo cabria» en unos ca- níbales. Ya se han quitado la máscara: ya se vé pa- téate el espíritu que ha dirigido siempre á aquel go- bierno : ni aun se toman el trabajo de querer coho- nestar con sofismas especiosos sus atentados. Su má- xima fundamental es, que todo lo que les sea útil les es lícito: así lo demuestra su conduela ei la India, qui tienen desolada y reducida al estado mas lastimo- so. Viéronsé precisados á condenar á su Gobernador Hastings por sus inauditas atrocidades» pero como és- tas les habían sido tan ventajosas, al paso que el par- lamento le condena á una multa (castigo harto des- proporcionado á tan enormes delitos) la Compañía déla India le indemniza pagando por el toda la pe- na. He aqui, amigo , el espíritu de esa nación de pi- ratas descubierto a la faz de todo hombre .pen ¿> Uc vnv.uibU con la existencia d felicidad y opulencia sólida de una nación; y todo esto se executa sin aumentar el menor impuesto, y aun cercenando parte de los ordinarios. La Francia puede mantenerse en esta actitud por muchos años: la Inglaterra no puede menos de aniquilarse con tan. inmensos gastos ; y al menor descuido vera su ter- ritorio inundado de* tropas enemigas , que vengarán con el exterminio de un gobierno tan tiránico tantos delitos cometidos contra la humanidad y derecho degentes. Por mas preocupado que estés á favor d« !o$ ingleses , no podrás negarme que la situación de la Inglaterra es la mas crítica en que puede versí una nación. Por nna eonseqliencia de su faroa orgullo y d» sus principios antisociales dan empezado la guerra contra nosotros sin declaración preliminar , con unas hostili- dades tan viles y pérfidas , que hasta los mismos in- gleses , que conservan algún pudor y honor , han de- testado en los términos mas enérgicos. Pero la nació* española á quien afectan despreciar, ¿no sabrá tomar una venganza legitima y proporcionada á tan enor- mes atentados < Sin mas que mantenemos en "un esta- do pasivo de guerra. «no podemos hacer á los ingle- ses daños incalculables? Cerrados nuestros puertos á la introducción desús manufacturas, y á la exporta- ción de nuestros géneros de primera necesidad para sus fábricas, damos un golpe mortal á su industria y comercio» Pero no se reducirán á solo esto los esfuer- zos de un gobierno sabio y vigoroso, que conoce me- jor que nadie los inagotables recursos de una nació* leal , generosa, en extremo amante de sus Soberanos, y zeiosa del honor nacional tan indignamente ultraja- do. Los dos enérgicos manifiestos que se han publica- do en nombre del Rey y del Generalísimo, encargado por S. M. de la dirección de esta guerra , son los mas seguros garantes de que las medida» serán las ñus acer- tadas y vigorosas, y de que se hará arrepentir a la Inglaterra de una provocación tan irriqua é irregular, Pero es necesario que todos los que nos preciamos de españoles contribuyamos con todos los medios po- sibles á las patrióticas intenciones del gobierno, y ejue hagamos todos los sacrificios qu« exige una cau- sa tan justa. Convencidos de que todos nuestros atra- sos proceden originariamente de la politica destructora IT deis Inglaterra , y de que jamas podremos llegar » aquel grado de prosperidad y opulencia á que nos convidan las ventajosas circunstancias de nuestro sue- lo, posesiones y carácter, mientras exista en su vi- gor una potencia, cuyo sistema invariable ha siJa. inutilizar todos nuestros recursos; no debe haber es- pañol alguno, que no haga los esfuerzos posibles para vengar la sangre de nuestros hermanos vilmente asesi- nados, el honor de la patria vulnerado con tan infames intuitos , y los intereses mas preciosos de la nación perjudicados con tan injustas tropelías. Miremos como á viles traidores á la patria a todos los que 6 con sus sofismas pretenden justificar los atentados de la Inglaterra, ó con favorecer su contrabando, dan armas á nuestros mas crueles enemigos para insultara nos, y confiados en la justicia de nuestra causa, y en la próvida sabiduría de nuestro gobierno, no. dude- mos que los efectos corresponderán á nuestras esps» ranzas , y que la venganza nacional será correspon- diente á la atrocidad de los insultos con que hemos sido provocados. A Dios, Ei Espinel CARTA II. Mi estímalo amigo : celebro mucho que mis ra- zones, to haya;) desimpresionado de las falsas id¿as que los anglo nanos te habían infundido ; pero no debes extrañar q oe esa especie de gente permanezca obsti- nada en su modo de pencar Conozco los secretos motivos de sus declamaciones a favor de los ingle-es: como no proceden de buena fé , ni buscan sincera-mente ta verdad J es excusado pinga? en convert- cerlos, •• .:.-'»•/,''>,••• : Uno de lo? efeoos de la política inglesa ba sido pervertir la opinión pública de Europa acerca del carafter y condu&a de aauella nación. lia anglomahia M habia apoderado de las cabezas francesas a fines del siglo XVIII: todas las modas , usos , costumbres y aun las manías de los ingleses se imitaban fatuamente en Paris : el inglés era el hombre por excelencia : en los teatrcf, en las novelas, en lis conversaciones se veja pintado el ingles con los rasgos mas seductores de sensibilidad profunda , de generosidad , de nobleza de animo. De los franceses pasó a nosotros esta mo- da , como otras muchas; y quando nuestros famélicos abastecedoras de los teatros introducen en sus ridicu- las farsas ii algún ingles , siempre le pintan derraman- do á ma>.os llenas el oro para socorrer necesida- des, y exerciendo los actos mns sublimes de huma- nidad. Este es el verdadero origen de las falsas ideas que tiene el vulgo del carácter ing'és , cuyo fon- do es el orgullo, el egoismo mas calculado y la dure- za apática. Ño es mi objeto al presente demostrar esta propo- sición, ni hablar de su constitución, ni de las demás circunstancias , que reseivo para otra ocasión : ahora solo trato de añadir nuevos rlacfvos á los que te insi- nué en mi anterior.• y asi prescindiendo de las quali- ü jo es ■ ■.. ■ * o i Vi alas de la nación inglesa, «olo habla- ré de su uobiOino, el mas Abominable y digno de la execración de tolas tas naciones por su atroz maquia- belismo. Por gobierno británico entiendo no solamen- te lo? ministros que tienen oprimido á su Soberano y •areCUtafl en su nombre quarto les dnTta su insaciable codicia, sino también al parlamento, que debiendo ser el freno del despotismo oligárquico, es por su ve- 13 ral id a d su mayor apoyo al almirantazgo , al banco* 3 las compañías de comercio, y en fin á todos los que participan del fruto de tantas iniquidades. El re to de la nación ^ el labrador, el menestral , el literato, el artesano 8¿i'. son los piimeros que experimentan el yugo de hierro de aquella infame oligarquía , pues so- bre ellos carga'el principal peso de los excesivos im- puestos que exigen las desadoras operaciones del go- bierno , sin que participen de los inmensos beneficios que producen sus sanguinarias especulaciones. z Pero cómo es, dirás, que esta pluralidad tan des* proporcionada de la nación sufre unos gravámenes tanr enormes? ¿ Cómo tolera que el fruto de sus continuos sudores tenga una inversión tan contraria á su felici- dad? ¿De qué prestigios se vale el gobierno ingles pa- ra que la gran masa de la nac'on sz prive aun de ¡o mas preciso para su subsistencia , á fin de proporcio- nar medios á los oligarcas con que cada dia aumenten mas su opulencia y tiranía I Los medios que ha em- pleadlo aquel gobierno para que el ingles feroz se pres- te á todos sus caprichos, son muy notorios: ha per- suadido al pueblo , que es /ibre, que paga libremente^ y que todo se dirige á su libertad. Cree que es libre% porque tiene parte en la elección de los miembros de la cámara baxa , sin embargo de que el soborno mas escandaloso es quien decide de las elecciones, Cree que paga libremente , porque esta cámara baxa es la que vota los subsidios. Presenta el ministro su bwdgtet dan pomposas protestas de que el gobierno desea arjetqr las cargas del pucb'o; pero que las circunstancia le precisan á pedir á la cámara nuevos subsidios: uno, dos, tres ó mas miembros de los que se ílam.m de rp oposición declaman con afectada vehemencia cor t'rh el ministerio y á favor del pueblo: los partidarios del gobierno «esponden bien ó mal , haciendo los mayoresosfuerzos para persuadir que todo se dirige al mayor exp'.cndor del imperio británico , lisonjeando asi el egoísmo nacional, duran los debates dias y troches; se Uega á la votación ; la pluralidad ganada siempre por el ministerio aprueba los nuevos tributos propuesto per e! canciller del Echequier , aunque sean quadru- plicados á los establecidos, como ya ha sucedido. El pueblo murmura, pero paga, porque sus representan* tes /¿¿res han votado libremente los subsidios, para que el pueblo tenga la libirtai de perecer de hambre ó ti- rarse al Támesis. Concluida la farsa parlamentaría , se proroga el parlamento, los honorables miembros se re- tiran á descamar de las arduas fatigas de haber defen- dido la libertad y derechos del pueblo; y ests en medio de su miseria queda muy ufano porque con el fruto de sus sudores el gobierno ingles tiene en combustión á todo el universo. Esto lisonjea tan po.lerosamente el orgullo y egoísmo de la nación, que á todo cierran los ojos y se dexan despojar impunemente. De esta breve, pero verídica, exposición deduci- rás fácilmente que los primeros esclavos del gobierno británico son los mismos ingleses; pero les dora las ca- denas para que no reflexionen sobre su enorme peso» Sin embargo , son los mejor librados , porque al ca- bo el gobierno ecocomiza su sangre. Nó asi la de las demás naciones , antes bien el principal objeto de su atroz política es despoblar el universo , para do- minar sobre sus reliquias. Te parecerá paradoxa esta proposición ; pero me será muy fácil demostrártela con hechos incontrastables. La Inglaterra por su corta extensión y población, por su clima desapacible , por su ingrato suelo , en fin por todas sus circunstancias estaha destinada á ser una potencia de segundo orden , sin w.riuxo alguno ca los asuntos del Continente , y de muy leve peto en la balariaa política de Europa. ¿Cómo pues se ha elevado con tan cortos medios a una albura tan agi- gantada , que pretende dictar leyes en toders los puntos del globo? Los pasos pot donde ha llegado a esta ele* vacion y los medios que par* ello ha empleado ton harto notorios á los que hayan leído con reflexión la historia de estos dos últimos siglos. El sanguinario y* fanático Cremwel fué el que puso les primeros c¡* mientas de la prepotencia inglesa con su famosa acta de navegación: un monstruo que con tanta facilidad habia despojado del trono y de la vida á su legitimo Soberano, creyó le seria igualmente fácil usurpar el dominio de los mares, y erigirse en tirano de todo el universo. La ignorancia general que habia en aquella sazón sobre, el comercio y navegación , juntamente con las sangrientas guerras que desolaban á casi toda la Europa, proporcionaron á la Inglaterra la inapre-» ciable ventaja de que su acta de navegación se esta- bleciese sin oposición ni reclamación alguna. Sobre este fundamento ha bastado un siglo al gobierno ¡n- glas para usurpar el grado de potencia de primer or- den , y para hacerse un tirano universal. Este gobier- no t que por una larga serie de siglos no era conocido sino por su barbarie y piraterías habituales, empezó desde la época de Cromvvel á hacer sentir su'peso por medio de las divisiones destructoras que debilitaron la Alemania , la Francia y la España. Cerno intrigan- te vil y profundo supo fomentar las rivalidades entre las principales potencias de Europa: se aprovechó de sus¡ guerras y de su ignorancia , para ir elevando el edificio-colosal de su despotismo maiíHmo. Trabajan- do incesantemente por sus intereses basco la aparien* cia de la tranquilidad de Europa, se fué apoderando insensiblemente de todo lo que podia contribuir a* sus miras; islas, pesquerías, cabos, estrechos, fació-i6 rus, todo se fué sometiendo á su ambición insaciable. Este sistema completo de poütica marítima ha sido y es el fundamento de !a fuerza del gobisrno ing'és* el haberlo seguido constantemente ha sido la causa de su elevación tiránica. Para poderlo execut.ir sin opo- sición , anadió á todos sus v icios el mas vil de todos, la hipocresía : hablando siempre en sus corresponden- cias diplomáticas de balanza poiitica , de equilibrio, de buen orden , de los intereses de la discordia entre las principales potencias euro- peas , para que se debilitasen rnutu miente , y ocupa- das en sus sangrientas divÍMon-Js-no tuviesen la trati- quitidad necesaria para penetrar sus ambiciosas miris, ni fuerzas para oponerse á sus tiránicos designios. En- tretanto el continente de Europa se despoblaba : en cada batalla perecía gran número de europeos : el go- bierno ing'és contaba con otros tantos enemigo; me- nos ; y de cada guerra sangrienta entre las potencias europeas, fomentada y atizada por su pé'rtda poütica, sacaba la doble ventaja de ver disminuido el número de les que pudieran rívalizarle , y de acrecentar cada vez mas su poder. [Vf Este es el resultado que yo deduzco de la historia de estos dos últimos siglos: pero como la hipo-sftsla inglesa ha sabido ocultar sus manejos con tant.i d • tr e- za , que muchos pensarán que , sin proponerse ¿esté plan , no ha hecho mas que aprovecharse de los er.ro- res de las demás potencias , voy á demostrarte mi proposición coa su conducta en la india , donde les ha parecido que no h.^bia inconveniente en quitarse !a máscara y ex?cutar á cara descubierta las máví i».<« ■!e su atroz política. Allí tienen de minos el viciof,uíü- me de la hipocresía : allí no «e les oye jamas hablar dfl rquimbrio , de humanidad , de principios liberales, de derecho de gentes, de intereses recí procos : allí roban , asesinan , despueblan sin rodeos ni frases ele- gantes. Llegan á Bengala con la fingida moderación que conviene á unos pérfidos mercaderes : se aprovechan de la ignorancia de aquellos Soberanos y de las guerra* de unos contra otros para mezclarse en sus negocios é instruirse en sus mutuos intereses. En esto no hi- cieron otra cosa que lo que constantemente han exe- cntado en Europa. Tratan de establecer entre aque- llos Príncipes un cierto equilibrio, con lo que lo- gran libertar á los unos por medio de los otros. ¿ Y qué otra cosa han pr^c"iL;jado en el continente euro- peo de siglo y medio ¿i esta parte? En 1756 ya sc*> consideraron b.'sta ¡te forres y bieá arraigados en Asia para hacer la guerra en la n.unbre con sus propias tropas: en c?ro va se apartan, dé la conduela que ob- servan en Europ? ; pues'jcomo saben par repetidas tx* pcrirr.cias qu?; el ingles no es valiente sino quando pe» h a nn ne.-jo, no quieren exponerla á ser la víctima y ludibrio del español, del francas, del alemán, y re- •t rvan sus brazos para empresas menos peligrosas. En d Am época hicieron un tratado de alianza con el Su- ba h Serajael - Dow'a , y bien pronto organizaron una revolución contra él, dexaron que tefp¿satén á cuchi- llo todo su exérciro sin darle ningún socorro , y no llevaron á mal que le asesinasen á su misma vista. Al- go de esto hemos visto también en Europa con los in- felices emigrados en Quiberon, y los Husos en Ho- landa. TaI fné el fruto del primar tratado 5olemne que l os ingleses firmaron en la India: es verdad que una conducta tan iniqua fue el primer escalón de la fouu*r8 na de su famoso crentral Clive, y valió grande? pose* fiones á la Compañía de la India, la qual formó un tratado con Meer Jafier, asesino del Subah, aliado su- yo. En 1760 destronan á este nuevo Subah : con esto quedó asegurada la fortuna del general Clive, y la Compañía inglesa adquirió nuevos aumentos. Cossin Aiy- kan , pariente de Meer Jafier, sucede á este en premio de haber servido tan bien á los ingleses en des- tronarle; pero causó grandes temores á estos, y mere- ció toda su indignación por querer gobernar como soberano , puesto que para este fin habia muerto á su pariente y habia pagado a los ingleses. Acometié- ronle sin haberle declarado la guerra , y sin que tu- viese mas delito que el haberles causado algún mie- do ; esto les sucede con frecuencia en Europa, donde tiemblan de todo, porque sus dominios son muy extensos, y su valor muy corto, porque su ambi- ción es desmesurada , y sus recursos muy débiles. Cossin-Aly kan se vió precisado á huir: el Consejo ingles restableció en el gobierno de Bengala á aquel mismo Meer Jafier á quien habia destronado; porque los ingleses necesitan absolutamente ó de revolucio- nes en los Países que los rodean , ó de Reyes que consientan en gobernar provisionalmente y a mer- ced de íus caprichos. De aqui es , que b»xo el nom- bre del Emperador del Mogol , han destrón «do, preso y asesinado á los Subabes , hasta que turúron por conveniente poner á este mismo Emperador en el número de lo* inútiles , á quienes por compasión po- dían señalar un retiro y una pintón pira aiimenr tarse. A esté exempio ya te«emo> en Europa algu- nos Principes , que por haber servido bien á la Ingla- terra , se hallan en el mismo caso como el lie y de Cerdeña: y en premio de luber-e sacrificado por ellos, ni aun quisieron hacer men.ion de ¿i en el tratado de Amiens, para que se le diese alguna indemnización. La conducta del general Clive fué muy impro- perada en Londres; y es cosa harto notable que en el parlamento Ing'és se declame con tanta vehemen- cia contra las perfidias y crueldades que se cometen en la India, siendo asi que siempre aprueba y aplaude los del mismo género que se executan en Europa. Es- ta diferencia de conduela procede de un mismo prin- cipio , la avaricia y la venalidad. La sangre que el gobierno inglés hace derramar en Europa , le cuesta siempre un poco de dinero, y digo poco, porque lo es respecto de la mucha sangre que se derrama: para adquirir este dinero, es preciso crear nuevos impues- tos; y en cada creación se destina una parte para los miembros del parlamento, de suerte que todos que- dan satisfechos. Al contrario , la sangre que hacen derramar en la India, produce siempre mucho dinero, y se pudiera demostrar matemáticamente que de la> muerte de dos indianos «acá el gobierno inglés cabal- mente la suma necesaria para hacer matar ocho euro- peos; pero el parlamento no puede entrar á partici- par del precio de la sangre de tos indianos , sino al- zando el grito desaforadamente contra sus asesinos y robadores : y de aqui proceden aquellos pomposos discursos á favor de la humanidad , capaces de sedu- cir á los que no conocen la organización interior de aquella infernal maquina. El general Clive, que co- nocía bien todos los resortes parlamentarios , y que habia traído inmensos tesoros de Bengala, supo hacer tan buen uso de ellos, que al cabo el parlamento de- claro, que habia hecho grandes servicios á la patria, y este decreto fué enviado á la ludía, para que sir- viese de estimulo .y exemplo á los gobernadores ve- nideros. No podrás , amigo mío, dexar de convencer- te por este solo hecho de que el gobietno ingles re-ao pura por servicios importantes todos los delitos qu« sirven para extender su dominio tiránico , y que las dos cámaras del ParVamento no atormentan á los ase- sinos, sino para obligarlos á que les den parte en sus robos. Es verdad que el general Clive no fué tan in- dulgente consigo mismo como lo habia sido el parla- mento : atormentado continuamente de sus atroces remordimientos, pasó al mediodía de la Francia, pa- ra ver si con la benignidad del clima se le disipaban las negras fantasmas de su imaginación aterrada con los horrorosos recuerdos de tan atroces delitos: nada adelantó con mudar de clima , pues llevaba dentro de si su implacable verdugo , vuelve á su patria, y no pudiendo sufrir tan crueles tormentos, se ahorcó en su quarto, executando en sí mismo el suplicio que en vano exígian las leyes impotentes. Los que actual- mente manejan el timón del gobierno británico á fuerza de delitos, han hecho mas progresos que Clive en la inmoralidad: ya no tienen remordimientos. Las vexacicnes inauditas que la Compañía de mer- caderes ingleses habia practicado en la India , los hor- ribles tormentes que habia hecho padecer á los india- nos, el corto número de sus tropas comparado con la inmensa extensión de sus dominios, todo la causaba grandes temores para lo sucesivo. La guerra no basta- ba para disminuir la población de la India con tanta prontitud como era menester para la seguridad de su comercio; y ademas aquella nación apacible tenia por mejor doblar la cerviz, que continuar matándose por el interés de unos Principes, que vencidos ó vencedo- res no eran mas que los esclavos de la Compañía in- glesa; pero efuerzos que hicieron , se perdió la iabrica y has- ta la memoria de su existencia , con lo que lograron los ingleses quedar en pacifica posesión de surtimos34 exclusivamente de este género. Por fortuna tenemos en el día un español que ha descubierto el secreto de hacer 1a oja de lata de calidad superior á la inglesa, y á un precio muy barato, con lo que ya no seremos en lo sucesivo tributarios de los ingleses en este ramo. En suma, la\c fabricas de España no han prosperado hasta aqui, porque los ingleses han empleado contra ellas todos los medios mas petfiJos; pero el gobierno tiene ya abiertos los ojos para no permitirles la repe- tición de sus maldades. La misma causa , esto es , la política destruc- tora de tos ingleses ha debilitado nuestro comer- cio. Nos usurparon las pesquerias del banco de Tcrra- nova , de la bal'ena , &c. que eran un manantial fe- cundo de riquezas y un semillero de marineros exce- lentes ■■ su acia de navegacion , al paso que elevo su comercio al mas alto punto, fué abatiendo el nuestro hasta el extremo: sus tramas secretas fueron minando todas las basas de nuestro comercio : sus insolentes pretensiones, disimuladas con el mayor artifi:io , ar- rancaron de nuestro gabinete unas concesiones y pri-, vüegics que paralizaban las especulaciones de nuestros comerciantes, y al mismo tiempo les ofrecían propor- ción para hostilizarnos en tiempo de pat en nuestras colonias. Abusaban de estos privilegios: nuestro gobier- no reclamaba la observancia, de los tratados: su, recla- maciones eran despreciadas, y servían de pretexto para un rompimiento. En cada nuevo tratado de paz au- mentaban sus pretensiones á nuevos privilegios, y sea por debilidad ó por ignorancia de nuestro» negociado- res, lograban quarto pretenJian. L.i corta del pjlo de campeche , el tratado de negros , el navio di permiso para 4a feria de Portobe'o , y Otfai mi» concesiones in- consideradas ofiecen materh par» formar un voiumer?, cuyo resultado sena , que ios ingles;* a*piramio siem- pre al comercio exclusivo, son los verdaderos autojfis de la decadencia del mieítro? y que el grande nvflu.xo que en las épocas mas críticas tuvieron sobre nuestras providencias mercantiles , y tratados de, qopieircio, fué la causa verdadera de lo*:graves perjuicios que en esta parte hemosi padecido. Pero ha llegado ya ©l tiempo en que nuestro ilustrado gobierno conoce to- das las ventajas que ofrece el comercio , y el modo mas eficaz de darle toda la energía posible ; conoci- mientos que antes se ignoraban, y cuya ignorancia ha proporcionado á nuestros enemigos naturales adqt irir tanta preponderancia; y es de esperar que en ios tra- tados sucesivos libremos á nuestro comercio é indus- tria de las trabas impuestas por la Inglaterra. • La a6titud vigorosa en que vá poniendo á España el zelo y sabiduría de nuestro Generalísimo , al rue- rno tierwpo que servirá para castigar la insolencia de los ingleses, nos proporcionará tomar en el congreso para la paz un tono, moderado si , peto cnéigicq, qual conviene á una potencia d¿ p. imer ..órdí-aoQuan- do vea la Europa, que dcsaues de tat tAs caiárniJades como han.afligido a España, se preterirá • cuntía su enemigo tan robusta y vigorosa como en tiempo de su mayor prosperidad; quando vea las operaciones de un exqrcrta de los mas brillantes y mejor di ciniinadoí, quando vea una numerosa y respetable, esquadra salir de aquellos puertos donde nuestros enemigos creían no podía armarse un bergantín, quando vea todo esto la Europa , no podrá memos de reconocer los inagota- bles recursos de nuestra nación, quando está al frente de ella un genio superior que sabe conocerlos y. em- plearlos. Entonces no extrsñ.irá que en las negocia- ciones para la paz tome nuestro gobierno un tor.o proporcionado á la dignidad de la macíon , y que ie- came cor o-er^ía las justas irdemr.izae;cj.cs y de ' '•' i -' ': Ka: " i A '• ■ ' "¡ - * i • ■ C^)l/erido Amigo: ¿con qué no acabas de conven- certe de que el sistema del gobierno británico sea mantener siempre encendido el fuego de la discordia,dt la guerfa, para destruir á unas naciones por medir? de otras, y dominar sobre sus ntinas ? Puss x>ye un testimonio nada sospechoso en demostración de esta verdad» Entre ios papeles impreios hallados a bordo de una embarcación inglesa \ que ha barado en mientras costas , se ha encontrado uno con este titulo: Perpetual zvar the onty -ground of perpetual safetj and prosperuy:"by the Heu Edward tiankin , M. A. M. D. Canterbury 1805. Su autor Mr. Hankin , para persua- dir á su gobierno y nación que la guerra perpetua es el üníco medio para conservar su prosperidad perpe- tuamente, prueba que la paz es ruinosa para la Ingla- terra; que si se dexa a la Francia y á sus aliados en paz, restablecerán su marina, y con el tiempo despo- jarán ¿Hos ingleses del imperio de los mares';- en fin, alega las mismas razones que he expuesto en mis car- tas, como si un mismo espíritu nos hubiera estado inspirando á un mismo tiempo en tan remotos lugares para deducir resultados tan diversos. Y en vista de esto i qué dirán ahora los-fanáticos angromdnos?- |Se atreverán a decir qüe yo exágsro la ferocidad efe la política inglesa? Lean la citada memoria de Mi. H*n- kin , y verán con que franqueza descubre b» máximas ocultas de su gobierno. Alega el exemp'o de los Ro- manos que con un patriotismo de la misma espacie que el de los Ingleses y usando de las mismas artes, lograron subyugar á todo el mundo conocido. Es dig- no de notarse, dice, que desde la fundación, de Roma hasta el imperio de Augusto;, esto es , por espacio da siete siglos,' el templo de Jano no se cerró mas que das veces ? lo qual daba á entender que no estabMl sn guerra coh ninguna nación : manteniendo b ¿itei perpetua , destruyendo á unos enemigos por mej'o de otros, usando de la pertiJíj y traiciones, quando no alcanzábala fuerza, cerno les sucedió en la conquista de España, llegaron al mas alto grado de poder. Este es el exemplo que el Reverendo Hankin propone á su nación para que le imite: las calamidades inseparables de la guerra , la efusión de sangre humana , la despo- blación del universo 8cc. son pequeneces que no deben tomarse en consideración 1 las insinúa como de paso, pero las desprecia : quando se trata de un bien tan inapreciable, como el que todo el mundo sea esclavo de la Inglaterra , la asolación del género humano es un mal infinitamente pequeño , que no debe calcu- larse. He aquí, repito, la moral y política del gobierno ingles patentizadas por un doctor de la misma nación, que en otros escritos ha dado pruebas de un zelo fa- nático por su religión, y cuya profesión y estado le obligaban á preferir los derechos de la humanidad á la codicia ambiciosa de su gobierno ; pero el sistema de opresión y asolación está ya tan radicado en todos los ingleses , sus principios de moral están ya tan ge- neralmente pervertidos desde la infancia , que quan- do profieren una de estas máximas, horribles , creen que es un axioma sencillo en que ya todos los hom- bres están de acuerdo. Ellos han establecido práctica- mente una nueva moral , un nuevo derecho de gentes, y una nueva diplomacia : los cánones de estos nuevos códigos se ven patentes en los discursos de sus parla- mentos , en sus manifiestos , en sus negociaciones , y sobre todo en su conduela. Un autor célebre ha hecho Ufa breve cotejo de los principios del derecho de gen- tes con la conduela del gobierno ingles , para demos- trar que todos los quebrantan y desprecian : voy á insinuar algunas de sus consideraciones. El derecho de cada nación ó sociedad política re- lativamente á las otras consiste en ser libre é indepen- Gdiente , sin ser oprimida ni opresora. ¿Y a qué n a cion ha guardado ta Inglaterra este derecho , siempre que ha podido*quebrantarlo impunemente? Díganlo la India oprimida y asolada, los Soberanos de la costa occidental de Africa reducidos á ser sus guarda - alma- cenes de esclavos: díganlo las naciones europeas, cu- yo comercio y navegación tiene en la ma or opresión. La igualdad de derechos entre las nacioues parece una quimera á los ingleses, y quando alguna nación insul- tada ó agraviada por ellos la reclama « se dan por tan ofendidos, como quando un subdito se rebela contra su legítimo señor. ¿ Qué derecho de gentes será el de un gobierno que considera á las demás naciones mas bien como rebaños de esclavos, que como asociacio- nes de hombres; un gobierno que hace en Europa el comercio de hombres libres del mismo modo que el de los negros en Africa; que compra Heseses en Alemania para destruir á los Américanos, y Rusos para asolar la Italia; que acaba de proponer una CQmpra de 20 mil Suecos, y solo el subido precio á que se los que- rían vender ha impedido se efectuase por su paite U infame contrata ? E! gobierno ingles es el que sostiene y fomenta la esclavitud de los negros : las discusiones que ha ha- b do en el parlamento para anular este inhumano trá- fico , no son mas que unos artificios para que los hombres sensibles crean que aun conservan alguna idea de moralidad ; pero todo es una impostura , y la ma- yor prueba de esta verdad es ver que perora á favor de los negros un hombre que dirige todas sus ideas á esclavizar á todo el género humano : ya conocerás que hab'o de Pitt. Jamas el gobierno ingles prohibí-á el tráfico de los negros , porque le pvoduce grandes ga- nancias , porque emplea en él 140 embarcaciones con ^marineros , porque le proporciona dar salida ?un millón de esterlinas en quincalla ; en suma por- que es una ventajosa especulación de comercio : esta es su moral , este su derecho de gentes. Que para ex- traer anualmente de Africa 100.000 negros que nece- sita para surtir á América , queden cubiertas de luto y miseria otras tantas familias ; que casi la mitad de este número perezca en la travesía y en los dos pri- meros años de esclavitud ; que para proporcionárselos 'os Soberanos de la costa de Africa estén en continuas guerras unof1 contra otros; que infatuados aquellos infelices habitantes con el ansia de adquirir los licores y géneros ingleses , el hijo venda al padre , este á sus h'nos , el hermano ,al hermano , el amigo al amigo, como está ?u>eedÍendo continuamente ; en fin , que para completar los cargamentos ingleses se cometan los delitos mas bjMciblcs y que exceden toda pondera- ción , todo estocada importa , pues no se opone, antes es muy conforme á la sana moral y principios del derecho de gentes del gobierno ingles. Con igual derecho exerce el mas atroz despotismo en la India : extermina el número de habitantes que se hace sospechoso á su mal asegurada tiranía : les prohibe toda comunicacioivttan los dornas europeos y comerciantes de otras n.iuiowes ; hace un vil monopo- lio de todas sus manufaéjjR"ra*~y producciones: les im- pone arbitrariamente toda's las leyes fiscales que le dicta su insaciable codicia , y r.o hay género de vexa- ciones que no les haga padecer : todo con arreglo á M nuevo código de moral y derecho de gentes. La misma conducía observa en América : hay en sus colonias manadas de perros avezados á buscar por los bosqu?* y despedazar á los negros fugitivos : los tormentos que les hacen padecer por qualquier falta, causan horror. Mas allá excita á las naciones salvages del continente americano para la destrucción délosespañoles , les suministra armas y municiones , fes inspira los proyecto? mas sanguinarios , los envenena con sus licores fuertes , y engaña torpemente i los salvages cazadores del Canadá para apoderarse de su peleteria. En esto obran con conseqüencia * pues seria un absurdo ser escrupulosos respecto de unos salvages los que ningún escrúpulo tienen en hacer lo mismo ó peor con los hombres civilizados. En Europa el gobierno ingles por medio de sus intrigas y sobornos oprime la industria dev^as nació* nes , suscita guerras sangrientas , fomentar!revolucio- nes espantosas , tiene asesinos asalariados, contribuye á aumentar las calamidades de una nación , excita los furores de otra, hace piraterías, prescribe traiciones, paga á los Berberiscos para que embaracen el comer- cio de los Estados - Unidos, impide se lleven socorros de granos á las naciones afligidas de carestía, bombar- dea ciudades oprimidas de epidemia, declara en esta- do de bloqueo los puertos de toda una nación, todo lo pone en agitación y desorden, se alimenta de las discordias civiles de otros pueblos, protege la falsifi- cación de monedas de otras naciones, envía á países extrangeros navios cargados de vales falsificados; pero todo esto se dirige, según tus protextas* á la tranqui- lidad, buen órden y equilibrio de la Europa; de cuyas relaciones quiere hacerse el centro y arbitro supremo* Nogociar la paz, y preparar una nueva guerra; incen- diar la Europa y tiranizar las demás partes del mundo, formar tratados para tener pretextos de nuevos rom- pimientos, hacer alianzas para destruir aun mismo tiempo á enemigos y aliados, insultar á las potencias neutrales, eludir las obligaciones mas sagradas, bur- larse de los tratados mas solemnes, cubrirse con la capa de la paz y amistad para cometer impunemente hos- tilidades , estas y otras muchas operaciones del go- bierno ingles acreditan que se dirige por muy dk- tintos principios de los que estaban recibídoé entelas naciones cultas. A principios del siglo XVI1Í el gobierno ingles fomenta y emprende una guerra horrible con el pre- texto de colocar en el trono de España al Archiduque Carlos, pero en la realidad para despedazar á España y aniquilar á Francia. Formase por sus intrigas aquella monstruosa coalición que por tantos años fue el azote de nuestra monarquía : una de las principales Condicio- nes de aquella liga era que la Gran Bretaña ocuparía todos los puertos de España y de sus colonias ameri- canas, y los tendría en depósito hasta la paz general, sin permitir comerciase en ellos ninguna nación sino la holandesa, pero con muchas restricciones. Si hu- biera podido apoderarse de nuestras posesiones de América con ta misma facilidad que de Gibraltar y Pqerto Mahon, hubiera eludido su restitución con los mismos sofismas que empleó para quedarse con estas dos plazas. Aunque no consiguió en está guerra todas las ventajas á que aspiraba, esto es, la ruina de Espa- ña y de Francia , por lo menos logró que pereciesen infinitos millares de europeos , apuró los recursos de amigos, y de enemigos, destruyó nuestra marina y la de Francia , y en el tratado de Utrecht empezó á dar la ley á todas tas potencias marítimas de Europa. El comercio de Holanda empezó desde luego á decaer, premio justo de los auxilios que habia dado para des- truir á España , y las tramas secretas que el gobierno británico ha continuado contra las Provincias unidas pof todo el discurso del siglo con capa de amistad, las han reducido al estado en que vemos á esta Repú- blica , y han librado á la Inglaterra de su mayor rival en asuntos mercantiles. Lo que han hecho los ingleses en el discurso de la revolución francesa para destruir4* . . la marina de las principales potencias marítimas , es tan reciente y notorio que no hay necesidad de de- tenerme en especificarlo. Quando el gobierno ingles con sus acostumbrados artificios consiguió de nuestro gabinete el formar es- tablecimientos en la bahía de Honduras , únicamente para la corta del palo de tinte , empezó muy desde luego » abusando de nuestra buena fé y con infracción de lo estipulado , á inquietar de todos modos aquella parte de América. Poco después ta cubrió de contra- bando ; se apoderó de la caza en el territorio español, formó establecimientos provisionales para la prepara- ción de los cueros; después los hizo permanentes, y se convirtieron en almacenes que continuamente se llena- ban y vaciaban para surtir de sus géneros á las dos Américas. £1.ingles no tuvo reparo en violar las pose- siones españolas , despreciar el derecho de gentes y sus- citar la guerra, no solo para mantenerse en la posesión de sus usurpaciones, sino también para aumentarlas. Toda nación en virtud de su independencia tiene el derecho indisputable de formar todos aquellos ar- mamentos terrestres y marítimos que juzgue conve- nientes para la conservación de sus estados, y ningu- na otra tiene derecho para mezclarse en estas opera- ciones , ni mucho menos para reclamar sobre estos asuntos , pero como la Inglaterra no reconoce estos principios, apenas sabe por sus csphs y emisasios que alguna potencia trata de mejorar su marina ; al punto se presenta á la armada , y como si e^to fuese un ac- to decidido de hostilidad , da amargas quexas, ¡nstrta con amenazas, y pescribe tirjuicamente sus decisio- nes, como si en un congreso general de todas las na- ciones se hubiese estipulado , que ninguna potencia pudiese tener mas fuerzas marítima; que las que con- viniesen á la Inglaterra, Se ha erigido de hecho el go- bierno ingles en Irbitro supremo de la paz y de la guerra , de las fuerzas que cada naciort debe tener, de los tratados que ha de formar: sus derechos para estas absurdas pretensiones son la fuerza ó la seducción: sus razones los sofismas mas despreciables. La guerra es el azote mas cruel de N humanidad, e< un estado violento f y contra naturaleza; pero el gobierno ingles quiere hacerlo natural, y el Reveren- do Hankin es el casuista que le autoriza y estimula. El primer principio de derecho de gentes es que las naciones deben hacerse mutuamente todo el bien posi- ble en tiempo de paz, y en el de guerra el menor da- ño posible: pero el gobierno ingles tiene por máxima fundamental de su nuevo derecho de gentes hacer eri medio de la paz los mayores perjuicios posibles aun & sus mayores amigos, y en la guerra aumentar los es- tragos y calamidades hasta el extremo. Las diabóli- cas invenciones de la bala roxa y otras atrocidades reprobadas por la ley de las naciones , son los medios ordinarios que emplea contra sus enemigos ; porque tu objeto no tanto es triunfar como destruir. La his- toria del siglo XVIII está llena de hechos feroces que comprueban esta verdad: ya llaman á parlamentar á una embarcación, y quando la ven descuidada baxo de su cañón , disparan á metralla y dexan barrida la cubierta, como sucedió con una embarcación francesa parlamentaria el año de 1780, y en la guerra aéfual h»n repetido estas escenas: ya entran en los puerto* neutrales, y apresan ó queman en ellos las embarca- ciones enemigas. Si la potencia , cuyo territotio ha siio violado, reclama contra estas infracciones, el go- bierno ingles ó desprecia sus quejas ó la hace callar con amen.izas, quando cr#e que no tiene medios para exigir la satisfacción que recbma. Así lo creyó quan- do por los años de 1760 quemaron los ingleses en el5° puerto de Lagos algunas embarcaciones francesas, que se tenían por seguras en aquel puerto neutral : el mi- nistro de Portugal, el célebre Marques de Pombal exi- gió con energía una satisfacción completa del gabinete de San James por la violación de su territorio: des- preció su reclamación con su acostumbrado orgullo; pero Carvalho le hiz*p entender que conocía los dere- chos y los recursos de Portugal, y que le seria fácil hacer á la Inglaterra mas perjuicio que todos sus ene- migos cerrando las puertas por donde sacaban todo el oro del Brasil. Conociendo los ingleses que no eran vanas estas amenazas, y que Pombal las pondría en execucion con la misma energía con que las expresa- ba, pasaron del extremo del orgullo al abatimiento, como hacen todos los viles , y enviaron á Lisboa al lord Quinoul para que en nombre de S. M. Británica diese la satisfacción mas completa. De estos exemplos hay muy pocos en la historia del despotismo británico , peto es porque son muy raros los ministros del templo de Pombal : y este hecho es ijn documento de lo que podrá contra la Inglaterra qualquiera otra nación de las que pagan tributo á su industria , siempre que se conozcan los medios de cor- tarla estos recursos , como los conocía el gran Car- valho. El amor á la humanidad ha establecido por ley entre las naciones maiítimas el respetar en medio de los furores de la guerra los barcos de pescadores ; por- que sirven para uno de los usos necesarios para la vi- da: en todos los países civilizados el guerrero ha res- petado al labrador, y la pesca es como una agricul- tura del mar. Estaba reservado á la bárbara ferocidad del gobierno ingles el violar esta ley del derecho de gentes , como todas las demás , apresando los barcos de los pacíficos pescadores , precisándolos á servir de marineros en sus buques contra su misma patria» echando á pique sus barcos , y tratándolos como á es- clavos: su generosidad los ha movido ¿ ofrecer en esta guerra á nuestros generales, que permitirían el paso á nuestros barcos pescadores; con la precisa condición de que no se había de hacer fuego desde nuestras ba- terías de tierra contra los buques ingleses de guerra que se acercasen á ellas; condición ignominiosa , con- traria á las leyes de la guerra y del honor, y que co- nociéndola inadmisible, solamente la proponen para tener un injusto pretexto de executar sus atrocidades contra nuestros pescadores. Con el mismo derecho de gentes han intimado que echarían a pique todas nues- tras embarcaciones mercantes que no llegasen á cierto número de toneladas , con el mismo han declarado en estado de bloqueo todos los puertos de las naciones con quienes están en guerra, como si una simple de- claración suya bastase para destruir todos los dere- chos. Si en tiempo de guerra quebranta el gobierno in- gles todas las leyes de las naciones » no las respeta rmjor en el seno de la paz, la qual en su concepto no es masque una suspensión de armas; para cobrar fuer- zas y formar nuevas intrigas para otra guerra mas sangrienta. La buena fé,basa de la paz, es una palabra insigniricante y desconocida de la política inglesa: ta fé púnica parece una virtud en comparación de la perfidia británica. Los medios que emplea en estos intervalos de cesación de hostilidades guerreras son mas sangrientos que el cañón y la bayoneta: estos instrumentos de muerte á lo menos no corrompen los ánimos, pero sus traiciones y perfidia no solo destruyen provincias enteras en el seno de la paz, sino que ademas causan el mayor extrago en el moral de las naciones. - V como podría la Inglaterra hacer una paz de bue.ufé, qu¿ndo solo funda su salud y protptrtdad perp^tui en la perpetuidad de la guerra, como lo demuestra Han- lcin, y yo he insinuado en mis cartas anteriores? Véa- se tu conducta constante desde que empezó á aspirar a) dominio exclusivo de los mares, y no se necesita de mas prueba para convencerse de esta verdad. Y sí aun hay alguno que dude de ella, véase la respuesta que ha dado á la carta del Emperador de los Franceses, j&te Monarca expresa en ella, que la guerra no tien' ya ningún objeto, pues ni puede la Inglaterra trastor- nar el sistema establecido en Francia , ni hacer á esta nación perjuicio considerable, ni tiene que esperar un» nueva coalición. La respuesta ha sido ilusoria , como todas las que da el gobierno ingles, quando quiere ocul- tar el verdadero motivo de su conduela, ha dicho que tiene que consultar á las potencias del continente con quienes mantiene relaciones , como si alguna de ellas le hubiese dado sus poderes para constituirse baxo sn tutela. Si el gobierno ingles pudiese descubrir su se- creto sin perjuicio de sus intereses, diría: „rio puedo admitir las proposiciones que me hace la Francia para entrar en negociaciones de paz, porque esta corta los vuelos á mi ambición, y por mas ventajas que de ella sacase, me iría arruinando: yo no puedo prometer» me trastornar á fuerza de armas el estado achual de la Francia, ni conseguir ninguno de los fines que se in- sinúan en la carta de Napoleón; pero no por eso ca- rece de objeto esta guerra: tiene el mismo que ©tras muchas que hé emprendido ó suscitado, que es la des- trucción de los europeo*; y como todavía no he per- dido las esperanzas de que algunos millares de ellos vayan a hacerse degollar por los franceses al mismo tiempo que maten á a'gunos de esta nación , continúa- le la guerra, y solamente un sucedo imperado , una insurieccion del pu.b'o ingles op i ¡mi Jo , una mudan- za absoluta de gobierno y de sistema &c. podran ha-J ccr que la Inglaterra dé oidos á proposiciones de paz, de qualquier naturaleza que fuere* , Los mismos principios observa el gobierno ingle* con sus aliados: estos en su nuevo código no son con- siderados sino como esclavos, como unas máquinas de guerra, como unos instrumentos de destrucción ó de conquista. Holanda Portugal y Viena no han hacho por largo tiempo mas que servir á Londres; y á titulo de esta servidumbre militar y comercial han recibido su correspondiente salario: este es el tínico faito que los gobiernos de estas naciones han sacado de sus alian- zas con Inglaterra: en cambio de esto los pueblos han si- do desolados, la industria y comercio oprimí ios , y to- das las fuentes de su prosperidad agotadas. Examínense tudas las naciones de Europa que han tenido alianza con los ingleses, y se veré claramente que su amistad es mucho mas dañosa que toJa la fuerza de sus armas. Por esta razot el gran Peder ico de Prtisía, que escarmentó de su perfidia en la guerra de sitte años , siempre los nuró con ojeriza y jamas qui«o tener relaciones estre- chas con un gobierno tan traidor. Sus formas diplomátis son también muy aginas de las que están establecidas entre las naciones cultas. A.I tono sumiso é hipócrita que afectaron al principio, han sosticuido otro en las negociaciones, el mas alti- vo y osado, un orgullo intolerahle , unas decisiones arbitrarias y despóticas: hablan cono arbitros del universo, que dictan leyes á esclavos imbéciles. Sus «¡gentes diplomáticos son turbulentos, insolentes, des- preciados de todos los derechos, de lo. tene- mos repetidos exemplos en los que con título de mi- nistros ingleses cerca de varias potencias de A'cmania estaban fomentando traiciones y asesinatos en Parts. J>e la altanería insensata cíe estos embaxadores acaba54 de dar un buen exempto el embavador ingles en Vie- na ; pero nada iguala á los dos hechos siguientes En la guerra del año de 1740 el capitán ingles Martin se presentó con una esquadra de seis navio» de linea y seis fragatas con dos galeotas bombarderas delante de Ñapóles. „Os prohibo (decia el Rey de Inglaterra al de Ñapóles en la carta remitida por Mr. Martin) que toméis parte en la guerra que los vues- tros (esto es, su padre Felipe. V.) tienen contra la casa de Austria. Vuestro ministro tiene una hora pars firmar lo que prescribe la corte de Lóadres. Abrid vuestro puerto á la esquadra inglesa , ó vay á bombar- dear vuestra capital": y con el relox en la mano estu- vo esperando la sumisión de aquel gobierno á una in- timación tan insolente por el modo, y tan injusta por su naturaleza. Carlos III. no pudo negarse á executar todo lo que se exigia , pero jamas olvidó aquel gran Monarca un insulto tan ignominioso , y quando se presentó una ocasión favorable, les hizo pagar muy caro este acto de despotismo, pues su accesión á la guerra en defensa de los Estados Unidos de América fue lo que decidió la independencia de estos, y la hu- millación de Inglaterra. En el año de 1793 el lord Hervey ministro ingles en Toscana , entró el dia 8 de Octubre, en el pa'acio del gran Duque, y forzando su puerta, le intimó de parte del Almirante Hood , que en el espacio de doce horas se decidiese á decorarse contra la Francia; y sa- cando el relox le dixo: Tened entendido , que contare no solamente las horas sino tambicn los minutos. Me parece que basta lo dicho para que te persua- das que el gobierno ingles no respeta ningún derecho de gentes, y que sus principios políticos son «ubver- sivos de todo buen ór.len, así como su inmoralidad es capaz de corromper á las nacijne¡> de Europa. No c* mi ánimo formar una diatriba contra los ingieies en general: no puedo menos de mirar con amor á una nación que ha producido un Bacon de Verulamio, un Newton; y tantos sabios eminentes, que son el ho- nor de la humanidad. Admiro los grandes progresos que ha hecho la nación inglesa en artes, ciencias, in- dustria, agricultura, y en todo lo que constituye á una nación en el mas alto punto de ilustración y cul- tura; pero ¡qué improperios no merece un gobierno que ha dirigido todos estos esfuerzos de sus naciona- les á opresión de su misma patria y al extrago de to- do el género humano! ¡O gobierno ingles, detestable para todo el que ame la humanidad 1