é SERÁN, POR FIN, LOS TRATADOS ROTOS, 0 RATIFICADOS i Jt Siendo americano, todo americano y nada mas que americano, me es ím* posible mantenerme espectador neutral cuando se agitan los intereses mas gra- ves á esta pátria adorada. Mucho dudé si rompería el silencio en la importantísima cuestión que ocupa hoy á nuestros representantes. ¡Como hablar, cuando no puede ha- cerse de otfo modo que confiando á la prensa especies que, si desacredí» tan á los que las profieren, divulgadas, harán, tal vez, recaer el desconcepto sobre el común de mis paisanos! Pero, por el contrario, jcomo callar, cuando Varias de ellas se vierten aun por diputados, como argumentos sólidos y po- dran, tal vez, decidir de s>i voto y nuestra suerte! Arresgu¿mos tjdplopec» sonal y hagamos por la pátria lo posible. Con escándalo de cuan os piensan y aman nuestros destinos oigo por esas calles las objeciones que se hacen contra algunos artículos del tratado extendido por los plenipotenciarbs de nuestro gobierno y de la gran Breta- fía; y á la verdad que ó es fiiso lo que corre sobre la substancia y tér- minos de e los, ó la comisión de la cámara ha errado en su dictamen, Dícese que reprue el articulo 4. 0 por el que se estipula »> que nt los Estados Unidos mejicanos ni la gran Bretaña concederán gracia á otra} nación que no sea también extensiva recíprocamente, á aquellos y á esta, en» tendiéndose la concesión en términos idénticos, de suerte que si fuere por al« guna condición onerosa, á la condición onerosa quedaron sujetas respectiva- mente las partes contratantes, si quisieren disfrutar de la tal gracia;" ¿y so- bre esto tanta algaravia? ¿pues qué puede objetarse racionalmente en contra? Esos términos son de rigorosa igualdad, nos ofrecen dar lo mismo que nosv piden; la preferencia estipulada es puramente negativa^ quiere decir, no nos exijen, ni quedamos obligados á no hacer gracias á algüna otra nación, si- no á conceder á la Inglaterra las que á otra concedemos; no á hacerla su- perior é las demás, sino á no dejarla inferior á ninguna otra. ¿Inglaterra no queda obligada á nacer lo mismo con nosotros? ¿pues qué cosa mas igual y mas justa? ¿Aun cuando*hubiera, que no es así, una preferencia positiva qué nación puede exigir nuestra gratitud con mas títulos, y én qué amistad ro- demos tener un interés mayor' Cuando la Fraocia y con ella el Complot San* fo, ¡nvadiJa la España, se preparaba á avenir bajo el nombré y salvaguar- dia de la madre pátria, derramar nuestra sangre . Mariana ÚntherWt