3 El Sr. Baylio Frey D. Francisco Gil y lemoj, Secreta* rio de Estado y del Despacho Universal de Marina me pre- viene de Real orden con fecha de 22 del presente mes lo que stque. El Rey se ha servido dirigirme el Real Decreto siguiente, „Mi Augusto Padre y Señor tuvo por conveniente exonerar por su Real Decreto de 18 del corriente á Don Manuel Godoy , Principe de la Paz , del empleo de Almi- rante general de España é Indias, que se dignó conceder por Reales Cédulas de J3 de Enero y 27 de Febrero del año pasado de íbcj en que se expresaban el exercteio, privilegios y emolumentos que como á tal le correspon- dían , igualmente que al Tubunal de Almirantazgo; y queriendo Yo ocurrir desde luego á todas las dificultades que puedan presentarse para el despacho de los negocios de Marina, mando vuelvan todas las cosas al ser y estado que tenían antes de la citada Real Cédula de 13 de Ene- ro , y resuelvo se establezca un Consejo Supremo de Ma- rina con la preeminencia de ser presidido por mi Real Persona; y con las demás prerogattvas y funciones , por lo respfcYivo á este ramo que tiene y exerce el Supremo de la Guerra en el suyo; el qual Tribunal se compondrá de los Ministros, asi Militares como Togados que tenga á bien nombrar para que entiendan en las materias de Jus- ticia , tanto civiles como criminales, correspondientes á Marina , y me consulte lo qtie estime conveniente en qua- lesquiera otras sobre que Yo tuviese a bien oir su dictamen. Tendreislo entendido y dispondréis lo que convenga á su cu-mpü mié tito -Señalado de la Re al mano = Dado en Aran- juez i 20 de Marzo de i8c,S.= A pr. D. Francisco Gil." CON LICENCIA: REIMPRESO EN BUENOS AYRES: En la Imprenta di Niños Exptñtos. JUICIO DE LA POSTERIDAD SOBRE NAPOLEON. >N P£*M,SO DE r.A JUNTA OE GOBlKMW MALAGA FRANCISCO MARTINA DE AGTJII.A*.Hios siglos y las edades que viéron por desgracia las acciones de los tiranos de la humanidad, no siempre han podido juzgar libremente sobre su ti- ianía. La posteridad sola, tan desprendida de pa- siones como libre de esclavitud, es la que coloca estos hombres en su verdadero punto de vista, mide ios actos de su ferocidad, y señala a' los. pueblos los verdaderos límites de sus derechos sociales. Napoleón, quando ya estén holladas sus cenizas y las de sus víctimas, comparecerá delante del Tribunal de los siglos á dar una exacta razón de su existencia po- Juica, y de sus operaciones. Anticipemos este di- choso momento, y juzguémosle hoy con la justicia é imparcialidad de las edades venideras. Hasta su viage al Egipto pudo alucinar á los pueblos con uftá falsa exterioridad en sus acciones militares. Mas ansioso de adquirir glorias que de merecerlas, él puso en exercicío una táctica moral para disponer á su arbitrio del ánimo de los sol- ciados , que eran unos autómatas, á ios quales daba movimiento con sus proclamas. El se hizo popular y suave en tanto, que dirigía un exército de hom- bres libres, que combatían por su independencia; pero quando empezó á ser el Gefe de una gavilla *2A esclavos abatidos, él desarrolló toda la baxesa de sus pasiones, y la degradación de so alma. Arrojado de ) i vil ambición que lo dominaba, quiere tener á su mando, una fuerza armada de quarenta mil hom- bres de aquellos escogidos y valerosos, que habian peleado gloriosamente en las campañas de la Ita- lia. Ellos van á íervirle de instrumentos, no de la gloria de la Nación, sino de fus designios persona- les. El crea un derecho nuevo, contrario al esta- blecido y aprobado por las Naciones, y sin una de- claración formal de guerra, acomete los terri- torios mas lejanos de sus propios amigos, disfra- zando sus miras asechadoras y pérfidas con pretex- tos de alianza y de conformidad en la Religión. Si la posteridad busca monumentos, en que afianzar su dictamen, los tiene en las proclamas á sus sol- dados. „Vais á emprender, les dice, una conquista „cuyos «fectos sobre la civilización y el comercio „del mundo son incalculables. Es preciso que vues- tra conducta con los Mahometanos sea la de te- ja ner á su Religión el mismo respeto que á la de 3,¡YIoyses, y de Jesu-Christo." Si esto no basta para que las Naciones alcancen toda la perversidad de su alma, añade todavía en una proclama solemne al pueblo de Egipto. „Yo respeto á Dios, su Profeta, „y el Alcorán mas que los Mamelucos." Las plu- mas de la revolución han hecho estas verdades ma- nifiestas al universo entero. ¿Como, pues, creerían Jos Españoles que Napoleón pudiese respetar de buena fé su culto, sus altares, sus Ministros? ¿Re- conoce alguna Religión el que fas hace servir to- das á sus miras ambiciosas, autoriza los despojos de C 3 ) las Iglesias, y sirve de mediador para relaxar los votos y juramentos de los Sacerdotes? Entroniza- dos los crímenes, la irreligión y la'inmoralidad, hu- biera visto la España arruinada á la virtud mas pre- ciosa de sus gloriosos ascendientes, después de ha- ber sido un modelo exemplar en esta linea entre todos los pueblos y naciones Católicas. La Francia, despojada de los genios sublimes que produxo el deseo de su libertad, volvió con un movimiento retrogrado hacia el mismo despotismo que abominaba. Si la era necesario un Monarca, era sin duda un Monarca constiruc ional, que viera siem- pre, qual otro Deyocés, sobre su cabeza la e.kT<- .cnyui u< &"*i q otoiñt . -( 8 ) nosotros apartamos la vista de un monstruo;, cuyo aborrecible nombre ni merece ocupar nuestra memo- ria, ni tener lugar en nuestros anales. Ofrecemos, sí, á la Europa entera el horrible quadro de Jas infide- lidades de Napoleón, y el vil abuso que ha hecho con descaro de nuestra amistad, y del derecho pú- blico, que han respetado todas las naciones. JL»a Casa de Saboya gozaba desde muchos si- glos de la quieta y pacífica posesión de el Pianionte. La Alemania habia abandonado por una larga pres- cripción sus derechos al Estado Pontificio , y los Gefes supremos de la Christiandad dominaban con entero consentimiento de los Príncipes en ei territo- rio de Roma. Las repúblicas de Genova y Venecia habían conservado sus leyes democráticas desde una remota anúgüedad, después de haber engrandecido su industria y su comercio, y dado una lección v«va y animada de prosperidad á todos los pueblos de la Europa. La Holanda y la Suiza habian hecho re- conocer su independencia desde mucho tiempo, y respiraban con libertad á la sombra de sus cos- tumbres y sus leyes. Napoleón ansioso de arreba- tarles su gloria, busca pretextos para desorganizar estos gobiernos, entronizar otros aventureros de su familia 5 y trastornar el sistema constitución,.] de los pueblos. Su profunda maldad trabaja p.:ra-per- suadir que la existencia de el.Síathpuder no pu^ds aliarse con los intereses de la Francia, ■qf.e Ja Puisia mantenía relaciones directas con la Inglaterra , la Alemania un odio jurado á la constitución france- sa la Rusia una influencia perjudicial en la,Europa, y'todas tis riacionés jen •geraet»^ un, motivo mas o menos poderoso para su ruyna. >No és esto entre- gnrse descubiertamente á su ambición, y querer des- lumhrar la credulidad pública con estos medios ar- tificiosos ? Keyna en su corazón el mas duro des- potismo, y dentro de él está forjando las cadenas para aprisionar el destino de tod:¡s las naciones co- nocidas. Si en estas reside el derecho de crearse y juzgar sus legítimos Soberanos ¿como un extrange- ro usurpador forma atrevidamente los planes para el trastorno de sus Gobiernos ? ¿ Por qué no usa los medios decorosos que dicta una sabia diplomacia, los de formar tratados con ellos , que ordenen en utilidad recíproca sus diferentes constituciones? ¿Han olvidado los pueblos sus verdaderos intereses paira que Napoleón, después de haber robado y devasta- do los imperios, quiera darles leyes dictadas por su tirania, y formadas para el engrandecimiento de su familia ? Jamas los Gobiernos ilustrados han respe- tado estos oráculos extrangeros, quarído de propio movimiento é instigados de su ambición han queri- do mezclarse en el establecimiento de las leyes. La España no ha necesitado de socorros ágenos en esta linea en las edades de los Alonsos y Fernandos, ni la Holanda en los de Nassau, ni las colonias de Amé- rica en los de Pennut y de Wasingthon, ni la Pru- sia en los de Federico, ni la Rusia en los de Pedro el grande. La Francia misma tampoco le llamó pa- ra la constitución del año 30 organizada por unos buenos patriotas, y reclamada siempre en medio de todas las crisis revolucionarias. Estos sucesos, aun- que merecedores de bastante consideración en sí mismos, no han estorbado que este Despota de la Europa, abrogándose el derecho, no visto todavía,C io ) de legislador universal, haya pretextado la enmien- da y corrección de las leyes para solapar sus ver- daderas ideas de el saqueo y desolación de todos Jos países. .La Francia ha seguido las pisadas de la an- tigua Roma en 6us oradores, sus Cónsules, sus Tri- bunos, y auu sus Demagogos. Pero ella hoy ha per- dido su democracia, y ha abrazado una constitución imperial, que oprime igualmente al pueblo, á los antiguos Aristócratas, y aun á los Oligarcas del día. La España es acaso la primera de las naciones que ha opuesto una resistencia firme á todas las manio- bras del tirano. Si él quiere imitar á los Cesares am- biciosos de Roma en el tiempo de la deprabacion de sus costumbres , conozca que hay todavía pueblos como el de Capua, que quieren mas bien una muer- te gloriosa, que la ignominia de vivir baxo sus le- yes: hombres zelosos de su libertad, como Marco Bruto, que preparan el fin de la tiranía; Reynos enteros, como el de los Partos, que armados en masa no se dexan subyugar de los Despotas, ciu- dades como Cártago, que vengan con su njisma des- esperación las perfidias é infidelidad de .sus opre- sores. Aun no basta, la misma Francia trata ya de borrar el oprobiio de su nombre , mientras unos tribunos facciosos lisongean la ambición ardiente del tirano, ofreciéndole planes vergopzosos é in- fames para la conquista de sus mas íntimos alia- dos y amigos. El orgulloso Napoleón, embriagado con las glorias de su despotismo, duerme tan voluptuosa- mente como Cesar en el palacio de Alexandria. Lea, medite, repase la historia de las revoluciones de los C " ) imperio*, y verá que el día de su mayor engran- de» 'miento ha sido la víspera de su ruina. ¿ Qué $e ha» hecho Nínive* Babilonia y Ecbatana?¿Don- de están los poderosos imperios de ios Medos y de los Persas, de los Anrios y de los Caldeos, de los Griegos y de los Romanos ? Ellos todos han tenido I* mania de conquistar y de asolar los pue- blos, y después de haber inmolado Ja humanidad á íi> ambición han perecido hasta sus nombres, y los reptiles inmundos habitan hoy en los- santuarios de su* dioses. El Egipto domina en el Asia en el tiem- po de Sesortris, la Persia en el de Cyro, y la Ma- cedonia en el de Alexandro. Pe»o todas estas vic- torias se anublan, quando los hombres aun mas es- clavizados, cansados de arrastrar baxo el yugo, le- vantan sus ojos hacia el simulacro de su libertad. Entonces llega el dia en que (como se ha dicho en las mismas tribunas revolucionarias) principia la in- dignación de tos pueblos y y hasta el mismo despo- tismo concurre al establecimiento de la independen- cia. La ambición frenética de estos conquistadores ha llegado á agoviarlos con el peso de su grandeza. Cada triunfo es un paso hacia su ruina , y aletar- gados con su misma prosperidad no ven los liesgos que les amenazan, ni conocen límites para sbs pro- vectos ambiciosos. La muerte dé los tiranos viere si fiiv á sorprehendeilós en medio de sus correaras, y se convierte coiura ellos aun el mismo sufrimien- to de los pueblos subyugados. ¡Quanto,-pues, no será de temer er resentimiento justo de una Nacioa aliada, que imitando el valor de sus heroycos ascendientes quiere tomar satisfácelo»dé & perfidia con qde se ha tratadora sh Soberado.' L»a* España 4e ha contribuido isubsidios c-xtraütdio»» ríos, ha olvidado sus relacionas con la familia des- tronada para ligarse con él, ha arruinado su maripa y comercie?, y ha expatriado por su causa veinte y cp«totforml gliérireros ilustres, que se> consumen, entre lob: yeios de- ii • Escandjnavia.i ¿Podía siquiera ima- ginarse la monstruosa perfidia con que se han pre- miada estos generosos sacrificios? En el exceso del agradecirrriehto que había ofrecido en unos pa- petes mentirosos á la Nación Española , Napoleun atStbri;-.a las violencias de un favorito detestable á quien habían depuesto las leyes, y esperaba la de- sicion de su suerte en la obscuridad de los calabo- zos: concierta con él la ocupación del reyno, y la huida violenta de nuestros Príncipes: le da libertad y asilo en sus dominios, insultando nuestra justicia, y atropellando el respeto de la nación: introduce un sin número de tropas, con el nombre de amigas, para ocupar Jas ciudades y fortalezas principales de nuestro territorio: nos da un gobernador inmo- ral que deshonra las: costumbres publicas de la Es- paña , y esparce papeles sediciosos contra la con- ducta del Soberano y de su dinastía: atrae con en- gaños la Familia Real á Bayona, para despojaila dA sus legítimos derechos, y violentarla para >actos de abdicación, contrarios á las leyes de la Monar- quía: usurpa títulos indebidos é inenagenables pau organizar nuestros códigos y acomodarlos á su ca- pricho: hace servir la sangre de nuestros valerosos soldados á la defensa de sus iniquidades: y procla- ma contra el dictamen de la Nación á su hermano • (13 ) Tosef, arrancando el consentimiento de un Consejo débil ó corrompido, en quien han cesado los pode- res y representación nacional. ¿Son estos los me- dios atractivos de su política, después de haber des- tronado ignomririosamente otros Príncipes de mues- tra dinastía en Cerdeña, Ñapóles, JStruria y Portu- gal? El sin duda deslumhrado con el exemplo de tantos pueblos, no esperaba hallar tanto valor y ti- delidad entre los Españoles. Pero ¿ esperaba que reconociésemos un aventurero que tiene, la osadía de llamarse Rey de las Españas, sin nuestra auto- ridad pública, y quando para no reconocerle tene- mos armada la Nación entera ? Con la misma irri- cion pudiera llamarse Sultán de Constantinopla , ó Emperador de la China. El reynará solo en unas gazetas, forjadas al antojo y por orden de los agen- tes de Napoleón; pero no reynará en nuestros co- razones ni sobre nuestras leyes. Nuestra Nación sola desafia á ese coloso de ambición, que ha esclavizado tantos pueblos, y espera dar al mundo y á la pos- teridad un exemplo glorioso del valor y de la he- roicidad española. Las naciones del norte de Eu- ropa deben despreciar esos papeles miserables de el tirano, en que se desfiguran las ideas, se disfrazan sus verdaderos pensamientos y acciones, se miente con descaro sobre la conformidad de los pueblos, se fin- gen actos de aprobación y reconocimiento, se ocul- tan los preparativos y resisrencia de las provínoos -de España, y se íes da una idea falsa de el estado vigoroso y terrible de las fuerzas con que nos ha- llamos. Seiscientos mil guerreros que acaso están alistados en este mismo momento, nos vengarán de(14 > las perfidias de Napoleón. Pueblos de la Francia : en vuestras manos * halla colocada vuestra suerte y ía de la Europa eu tera. Caiga, muera ese déspota orgulloso, que fea hollado las aeoizas de los defensores de vuestra |j. bsrtad, y juzga estrechos para su ambición todosl^ ámbitos del Orbe. No temáis, el vencedor de ÍVh. rengo es hoy un gigante encadenado, que es el opry. brio de ios pueblos y la detestación de la huma- nidad. Os ayudan nuestras armas, y los numerosos exércitos que se preparan en las provincias del nor- te. ¿Teméis perder un guerrero?... Separad de su gloria lo que se debe ai valor de sus soldados á las casualidades, á la ventaja de las po siciones/ al miedo ó al descuido de sus enemigos y le veréis un hombre ordinario. ¿Creéis que es recomendable por su política? El ha dado solo á vuestro pais una felicidad aparente; pero en realidad ha agotado vues- tros recursos, destruido la mas belta parte de vues- tros ciudadanos, minado vuestra libertad y estable- cido su tiranía hasta sobre vuestros altares. Si vive Napoleón y su horrible dinastía manchada con la sangre de tantos pueblos, la Europa entera se con- jura contra vosotros , y tantas naciones reunidas acabarán con vuestra gloria, y no dexarán sino una memoria odiosa y detestable de vuestra revolución. Si lo destronáis, sois los amigos del genero huma- no j tenéis la bendición de todas las naciones , su amistad, sus tesoros, y la gloria, aun mas inestima- ble, de vuestro heroísmo. ARTÍCULO ÍBJTETSjBSAKTE DE LONDRES, JEN LA £¡A£JETA JüEíLKJOBIEü^ iG*í N RRETAfiA. ?-~ if*" Zonsrfi i a de Eticiemére ¿i l£o$. Tenemos la^tisfateioa» 4* anunciar *.\ puBlrcr» gae Mr, ¿deir, nuestro Enviado en Genst i nt,ru >pla , fci teuído ya ♦aria* conferencias con :el ;€Jran Visir , y que Hay fun Jid.i» «speranzas de aue eea prooto y felu el tjtUo fie et iy n^,)- «iaciowejs. , Taml.ien h'mos eahido qu.A£. Ayer noche á las siete y asedia el muy honrado ca6a« Jltru el Lord mayor dio al publicó la si¿u,i?nte c-ifta del Secretario de Negocios eictrongerae , y el papei que en ellai •e 11 cío ye. ' * Milord: n Tengo el honor 4e incltrfr a V. B la -copia, U4e- luí I-'....