ML SOL DE LAS PROVINCIAS - UNIDAS, O LA Libertad de la pren&a. .Admirable se ofrece á nuestros ojos la pro- digalidad con que el autor de la naturaleza ha querido colmarnos de placeres nobilísimos, pla- ceres que constituyen la felicidad del hombre, sin que le pueda quedar mas que apetecer; pero desgraciadamente por un efecto de veleidad asociado á nuestra constitución , del buen uso de aquellos , pasamos á la depravación, y fas- tidiados muy luego de las primeras agradables impresiones , pretendemos exceder los límites qtié nos están prescriptos , abusando de unos be- neficios que por nuestra ignorancia se convier- ten después en males verdaderos, que nos atraen sinsabores , desconsuelos, ¡ y cuantas veces la desesperación y la muerte! La libertad es uno de los mas grandes bie- nes que puede gozar el género humano; pero es necesario encerrarla dentro de los límites de la libertad civil, para que sirviéndole de salva- guardia no se vea atacada en cada momento sin defensa ni seguridad. Este precioso don sería imposible conservarle en una sociedad que fuera sometida á las voluntariedades de un déspota ó(2) que no teniendo leytes ni constipación fuese des- tinada k permanecer por siempre entre los hor- rores de una fatal anarquía. En situación tan deplorable el mas poderoso -sería el mas libre, y el débil é ignoran te. habría nacido para escla- va , según «1 dicho de Aristóteles. Afirmada una vez la libertad civil, y garantida por leyes sábias, es de necesidad tío abusar de ella, porque empezarían á relajarse los vínculos de la frater- nidad , caeríamos en los desórdenes , ías guerras civiles serían el azote de nuestra imprudencia, y después de nuestros descarríos, vendríamos á recoger el fruto de un estéril arrepentimiento. Es fuerza convenir que para sor libres en el es- tado social, es necesario ser virtuosos, y es ne» cesario ademas velar por la inmunidad de nues- tros derechos , conservando aquellos estableci- mientos en que se apoyan , y creando por otra parte instituciones filantrópicas para promover la ilustración , dándoles por este medio toda la estabilidad que pueda hacerlos permanentes » é invulnerables. Sabida cosa es que los pueblos tienen dere- chos imprescriptibles, y que si alguno de los poderes que componen el cuerpo gubernativo se abrogó estas, ó las otras facultades que son in- herentes á la soberanía de aquellos , comete un atentado traspasando la esfera de sus poderes , y ejerciendo funciones, y actos que constituyen la esencia del mismo soberano,, y que jamas puede conferirlos ó delegarlos. Entre los muchos abu- sos en que suele incurrir la potestad gubernativa,, es tal vez el principal pretender un absoluto dominio sobre la libertad de la prensa., po- niéndole reskicciojaes q/*e siempre tienden a consultar sus propios intereses, que se hallan á la verdad en razón contraria á los del pueblo. Son opuestos los elementos que forman al uno y al otro, por esta razón el instituido quiere sobreponerse al ínstituyente, y este último siem- pre se teme el asalto. Aquel solicita engañar al pueblo con necesidades aparentes, y el pueblo quiere que se le hable con ingenuidad. Por esto pues acontece que si los pueblos son indolentes por su libertad , y miran tranquilamente despo- jarse de las prerogativas que le caracterizan por soberano, son inmediatamente sostituidos por un déspota, y si antes podían legislar, coartando ó ampliando el poder del gobernante , después se ven precisados á reconocer mi código de sus obligaciones en la caprichosa voluntad del úl- timo. Convencidos de esta verdad han tratado los pueblos de reservarse algunos derechos, que soa por su naturaleza inalienables, y forman la es» colta respetable de su inviolabilidad. I Estos so» los títulos de su soberanía, y no pueden transfe- rirlos , ó delegarlos , sin que se haga un tránsito vergonzoso de la independencia y libertad, á la mas degradante esclavitud. El destituirse de estos derechos es lo mismo que empezar capi- tulando con los gobiernos para hacerlos absolu- tos. Los representantes de la nación deben li- mitar sus poderes al objeto para que son encar- gados , y no puede» transgredir aquellos sin ha- cer una usurpación al soberano que se los co- metió. Un ejemplo tan estimulante para el po- der ejecutivo , le brinda la ocasión para crearse facultades, y obrar sin dependencia, por el mis- mo principio que el poder legislativo se atribuyelas que no le competen. Estos desórdenes de la autoridad conducen naturalmente á los dos ma- les que son consiguientes ó la disolución de los poderes, ó la reunión de todos en un solo go- bernante. Aqui tiene su nacimiento la tiranía, y la serie no interrumpida de padecimientos, que por dilatados siglos experimentan los pueblos. Las guerras, las desolaciones, las pestes acom- Ímñan á estos infelices que su infausta suerte es condujo á someterse bajo la dominación de una sola familia, ó de un príncipe, las mas veces feroz é ignorante. Todo el sistema de gobierno económico en semejantes casos se re- duce á imponer castigos horrorosos , á depredar el trabajo de los hombres laboriosos, á estable- cer inquisiciones, y á sostener cuadrillas de espiones para acechar hasta las palabras mas inocentes. El pueblo sofoca todos los sentimien- tos de su dolor , y sus mas crueles berdugos son el temor y las desconfianzas, entonces el hom- bre mira levantada en cada momento la cuchi- lla que ha de herirle, y en ninguna parte se halla seguro. Pudiera estarlo en el triste asilo de su habitación; pero aun allí la sombra del tirano viene á turbar su reposo, y no es osado á meditar sobre sus desgracias. Después que los pueblos llevan sobre sí to- do el peso de este yugo humillante y opresor j que sacrificio no les cuesta para hacer un sa- cudimiento, y recuperar su libertad! Ellos necesitan ponerse al frente de las preocupacio- nes inveteradas, y apelando á< las armas para resistir, tienen ademas que promover la defensa de una causa, haciendo valer los principios re- conocidos de la verdad , y de ia justicia. De ....... (5 > áqui resultan guerras interminables, que arrui- nan los estados , convirtiendo en escombros las mas opulentas ciudades: mas no fuera esto con- siderable si los pueblos consiguieran su intento, pero todo lo contrario sucede en esta lucha en- carnizada , pues cuando no sucumben desfalleci- dos á los pies del tirano , vienen á ser los tris- tes despojos que recogen otras naciones ambi- ciosas. . .. J$s fácil á la verdad remediar estas cala mida- des cuando se echan los primeros fundamentos á una sociedad; porque entonces todo está en manos del pueblo á quien se le consulta, de quien se espera, y á quien se teme; pero fijándose las leyes permanentes puede cambiarse la escena, y las demasiadas restricciones hechas á la libertad le pondrían en la condición de un mero subdito, faltándole los esenciales atributos de su sobera- nía. Debe pues mirar con sumo cuidado no se abuse de su confianza para substraherle todas las prerogativas que constituyen su augusta in- munidad. ¿ Que seria de una sociedad á quien por su misma constitución se le hubiera separa- do de hacer la elección de sus representantes, que la seguridad individual fuese tan precaria, que la suspendiese á su arbitrio el gobernante , que la propiedad llevase sobre sí la hipoteca formidable de las urgencias del gobierno , que se halla las mas veces alcanzado, y que la li- bertad de la prensa fuese tan mercenaria que es- tuviera siempre vendida, ó se hiciera propie- dad esclusiva del mismo poder que debe garan- tirla ? Seria sin duda una sociedad compuesta de esclavos , y de mandones: muy pronto des- conocerían estos el origen de sus títulos, y pre-'4 í 6 ^ tenderían de aquellos un reconocimiento divino. Toda autoridad viene de Dios , ( nos dirían co- mo lo tienen de costumbre ) nosotros somos los enviados de aquel , respetad nuestros derechos , y temed la cólera del cielo. Un densísimo nu- blado cubriría todo el hemisferio de nuestra pa- tria , y no tendríamos otra luz , ni mas guía que la que tiene un estúpido redil á la señal de su pastor. La costumbre de ser conducidos por voluntariedades dé un gobierno teocrático , nos Iría sumergiendo en un tal envilecimiento, que haríamos honor de titularnos los esclavos mas humildes del monarca mas corrompido y mise- rable. Todo esto ha pasado á nuestra vista, y tan oportunos avisos deben hacernos vigilantes por la defensa de nuestros derechos , y preveni- do» para resistir cualquier ataque dirigido á la soberanía del pueblo. La ilustración es el germen de todas las virtudes, porque hace filósofos á los hombres, amantes al engradeeimiento de su patria, fieles observadores de sus mismas leyes , y enemigos de las autoridades absolutas ; porque esparciendo sus luces en la sociedad , identifica las costum- bres , y generaliza los conocimientos; porque rectificando los juicios de todas las personas, des- tierra las preocupaciones, y la superstición, malezas que de continuo se reproducen á la som- bra de la tiranía t¡ porque inspirando el trabajo, y la industria en todos los ciudadanos , moraliza los pueblos apartándolos del lujo y las disipa- ciones, como la única epidemia que puede arrui- narlos. £1 catálogo de las beneficios que nos trae la ilustración es interminable, pero aada serta de provecho, sino tuviese á su arbitrio el . <«> pueblo medios para vulgarizarla, y hacerla per- manente. Podría conseguirlo con el libre nso de la prensa, porque ella es el manantial fecun- do que reparte en la sociedad esos nutrimentos que cultivan el espíritu , y dan vigor á las cien- cias; pero muy poco se adelantaría si los gobier- nos tuvieran el poder censorio que pertenece á la soberanía del pueblo. Un poder semejante por su naturaleza es nn juicio abierto donde se ven- tilan los derechos del pueblo, y se notan los abu- sos de la gubernacion ; es el criterio que se re- serva la nación para juzgar de Sus bienes y de sus males ; ¿ ni como puede ser de otra manera, sí aquella erige un gobierno para que promueva su felicidad, y á ella misma toca aplaudirse de sus dichas, ó sentir sus desgracias'? Los pensa- mientos de los ciudadanos deben estar de con- tacto por medio de la prensa, que es el árgano por donde pueden comunicarse süs ideas, y ma- nifestar su voluntad en muchas circunstancias, y siempre que lo exijan * sus necesidades. Con- sentir el cuerpo social que se le despoje del po- der para censurar , es lo mismo que allanarse á que le venden los ojos , ó'cuando menos bajar á la condición de un pupito , que nada puede obrar sin la venia de su tutor. Fiscalizar todas las pro- ducciones del entendimiento humano, seria poner en tortura la facultad de raciocinar , trasladán- dose el derecho público de hacerse oir al que tu- viere la fuerza de su parte , circunstancia extre- madamente depresiva para que no trastornara todos los principios de la sana moral , y de la justicia. Los talentos-de los sabios enmudecerían temerosos de someterse á un juicio inquisitorial, que ciertamente viene á ser un castigo antici-<8.) pado para el ciudadano virtuoso , que no tiene mas delito que propender á la ilustración, y ha- cer á sus compatriotas participantes de útiles conocimientos. No se diga , que la sociedad entera abu- sa de la libertad de la prensa; porque seria un absurdo inconcevible, y si uno que otro in- dividuo excede los límites de esa libertad que tiene íntima relación con los dereehos del ciu- dadano , no haría mas que infringir una ley que hubiese establecida , atacando por este me- dio los derechos de todos sus coasociados; y en todo evento la culpa, y la pena correspondien- te; perteneceria al infractor, y no á los incul- pables. De lo que fácilmente se concibe 1. 0 Que la sociedad no puede jamas abusar del po- der censorio, porque le interesa la defensa de las leyes justamente establecidas para la con- servación de sus derechos. 2.° Que no se pue- den poner trabas á este poder, sin atacar los derechos de la ciudadania que deben ser garan- tidos por las leyes. 3.° Que las leyes fun- damentales deben proteger este poder porque se halla unido á la soberanía del pueblo. 4. ° Que no se pueden hacer leyes contra este po- der sin contravenir á los principios del pac- to social , y trastornar las bases del gobierno representativo. BUENOS AIRES: Imprenta de A l v a r e z. ■ S i?:-*-! J He f ! BANDO POLICIA