KA EITWAfltM AIIVAE. Jlrtículo comunicado al JYacionatt y publicado por éste en el JYúm< 1953 de 18 de Junio de 1845. MONTEVIDEO: Imprenta peí. Nacional.AI reimprimir las pocas páginas que siguen se han cor rejido los muchos errores tipográficos que se escaparon en la publicación hecha en las columnas del Nacional; y se han au- mentado algunos pocos conceptos, que hacen mas evidente la demostración de las falsedades publicadas en la Gaceta.—Por eso, y por ir esta reimpresión acompañada de la traducción al ingles, se recomienda á los que deseen tomar mejor conoci- miento al asunto á que el artículo se contrae— El Editor, SITUACION ACTUAL. Con este titulo ha publicado la Gaceta Mercantil de Rosas, del 10 del corriente, un articulo, en que—mas que en ningún otro de los que publica hace dos años—ha pro- curado dar á notorios embustes la apariencia de hechos, probados con documentos auténticos. El objeto evidente de esa publicación es estraviar el juicio de los Ajenles encargados de la pacificación del Rio de la Plata, dándoles una idea falsa de la situación pre- sente. La apariencia de verdad y de moderación con que está preparado ese engaño, hacen necesaria una refutación, que confunda á sus autores. Empezando por los actos de Rosas, que, según la Ga- cela, prueban su respeto é interés por la'independencia Oriental, es el primero: que a en 1838 sostuvo la inde- « pendencia y Gobierno legal de la República, derribado « por una rebelión protejida por los agentes franceses, y « continuó reconociendo el principio legal y auxiliando á « los Orientales para conservar su independencia. » El derecho y la obligación del Gobierno Argentino de intervenir en protección del Oriental, en caso de guer- ra intestina, habían sido pactados en el Tratado de Paz de 1828, entre aquel Gobierno y el del Rrasil. Ese derecho y esa obligación solo debían durar cinco años, después de jurada la Constitución (art 4? del Tratado): esta se juró en Julio de 1830, y aquel derecho espiró,por consiguiente, en igual mes de 1835. La insurrección que, en 1832, encabezó el general Lava-) — 4 — Deja contra el primer Gobierno Constitucional, que desem- peñaba entonces el General Rivera, halló en Rosas el mas activo cooperador. La Zumaca argentina «(Invencible,» que fué apresada por el Gobierno cerca de Maldonado, en Setiembre de aquel año, traia á su bordo 16 cajones de ar- mas, y considerable cantidad dtí municiones de guerra,sa- lidas del Parque de Buenos Aires para Lavallcja. Vencido este, se refugió en Buenos Aires. Allí recin- to jente, la armó, montó y equipó con artículos sacados de aquel Parque; y, en Marzo de 1834, invadió de nuevo el pais, embarcándose, al efecto, en Buenos Aires. Rosas, con la doblez que le caracteriza, ordenó, por decretos públicos, que se le van tasen indagaciones sobre ¿a fuga dél General Lavaltrja. Vencido nuevamente éste, de nuevo se refugió en Rueños Aires; donde, á pesar de la fuga anterior, fué aco- gido y rodeado de consideraciones de toda clase. Hasta entonces, Rosas estaba obligado por un trata- do con el Brasil á protejer al Gobierno Legal de la Repú- blica; y, en vez de protegerlo, armó á Lavalleja contra él. En 1838, cuando las demasías de Oribe produjeron el alzamiento del pais, Rosas ya no tenia ni derecho ni obli- gación de intervenir en esta lucha, pues el termino pacta- do ep la Convención con el Brasil habla concluido en 1835. Sin embargo, ocupó militarmente á Paisandú, con un cuerpo de infantería al mando de D. Antonio TulI, y lo puso al servicio de Oribe contra Rivera, con una flotilla de buques argentinos. (Véanse los diversos despachos de Garzón, gefe de Oribe en Paisandú, donde habla de los hechos deesas fuerzas argentinas de mar y tierra; publica- dos aqui por Oribe y por Rosas en Buenos Aires.) (1) Resulta, pues, que en 1832 y 34, cuando estaba obliga- do á protejer el Gobierno legal qu o desempeñaba el Gene- ral Rivera, le atacó abiertamente por medio de Lavalleja; (1) De cualquier modo que el espíritu de partido se em- Eeñe en considerar las agresiones ocultas, ó disimuladas, de losas en los negocios Orientales, ó de géfes de este pais en los asuntos de Rosas, el hecho incuestionable es que el primer ac- to oficial, público, oslens i ble, de intervención armada, vino de parte de Rosas, en esa ocupación de Paisandú, y en haber guesto su escuadrilla al servicio de Oribe. La bandera de losas flameaba en esos buques, y era la de la infantería que ocupó el suelo Oriental. y cuando ya no tenia derecho de intervenir, en 1838, in- tervino de hecho con tropas de mar y tierra. Cn 1839 invadió Rosas la República con un fuerte Ejér- cito, que no puso al mando de Oribe, por razones que pronto daremos; sino del General Echague, hombre ente- ramente de Rosas, y entonces Gobernador de Entremos. Ese ejército, que no pasó de Cagancha,se acercaba á Mon- tevideo; y Rosas escribía á su Gefe Echagúe, en 26 de se- tiembre de aquel año, una carta en la que, aparentando siempre la farsa de legalidad, y de libertad de elecciones, le decía estas literales palabras: «Al marchar el Sr. Presidente Oribe hemos conferen- « ciado respecto de lo que sea mas conforme y convendrá « cuando en esa República Oriental esté restablecido el € ejercicio de su autoridad Legal. Y con ¿a satisfacción « que es consiguiente, comunico á V. que vá muy resuelto <« a reunir el Poder Legislativo, y entregarle, como corres- « ponde, el bastón sin mancha, para que elijan en entera « libertad la persona que haya de presidir el Estada Y « como guien convenga que sea la persona en quien de- « ban fijarse, V. está hoy en mejor estado de conocerla, « ó de formar su juicio mas correcto, está asi mismo c (Oribe) muy dispuesto á trabajar ya, desde que hable < con V., ó antes si fuere necesario, por el candidato que « Usted en su opinión estime mas acertado, por consi- a derar conveniente su elección y elevación á la Presi- « dencia.r» Esta carta que, original con la firma de Rosas, fué to- mada entre los papeles de Echagúe en la batalla de Ca- gancha revela, á la vez, las miras de Rosas,y de Oribe. El Candidato para la Presidencia Oriental, luego que Echa- gúe tomase á Montevideo, debía ser, no el elejido de la Na- ción, sinó el que ese mismo Echague, Gobernador de En- tremos, Gefe del Ejército de Bosas, estimase emú opinión mas acertado; y Oribe estaba muy dispuesto á trabajar por ese candidato, después de hablar con Echagúe, y aun antes si fuere necesario. Ese es el respeto é ínteres de Rosas por la Independen- cia Oriental. Desmiéntase, si se puede, uno solo de los hechos citados. « En 1840 »—sigue ia Gaceta—« la tuvo presente eu a la Convención de 29 de octubre con la Francia.» ¿ Que significa tener presente la independencia de un pais en un tratado con otro? La del Estado Oriental eraun hecho establecido desde 1828, garantido por el Brasil, por la República Argentina, y por la Gran Bretaña, como mediadora. Rosas, en la Convención con la Francia, dijo únicamente : que « continuaría considerando este país en estado de perfecta independencia.» (art. 4?) Pero esto do podía de modo ninguno dejar de hacerlo; y aquel arti- culo no fué, por consiguiente, otra cosa que una burla he- cha al negociador francés; asi reconocida por la universal opinión de la Imprenta y de la Tribuna de Francia. « En 1843, la sostuvo en oposición á las pretensiones a del gobierno brasilero, rehusando ratificar el tratado de a Marzo, en que el Ministerio del Janeiro le propuso una « alianza interventora para la guerra y déspues de ella. » [La Gaceta.) Ese tratado es una mancha de negro ó indeleble color para el ministerio brasilero que le propuso y le firmó. Do- blez, imprevisión, abdicación completa de la dignidad del Imperio, miedo pueril antes de todo, presidieron á la ce- lebración de ese pacto, del cual querría hoy—pero no po- drá jamas—desatar su nombre elSr. Carneiro Leao. El he- cho y el nombre desu autor están ligados, con anillo de fierro, para comparecer juntos ante el tribunal de la opi- nión brasilera. Mayor fué, sin embargo, la dobléz de Rosas al rehu- sar ratificar ese pacto. Antes de proba rio, haremos una ob- servación muy importante, sobre el respeto del Dictador á la legalidad de Oribe. Estese hallaba refugiado en Buenos Aires, desde Oc- tubre de 1838. En Julio de 1839 invadió Rosas el territorio oriental, confiando su ejército á Echague, y no al Presidente Legal. La razón era muy grave. Oribe no babia contraído, toda- vía entonces, los compromisos porque Rosas liga los hom- bres á su sistema : compromisos de crimen y de sangre. Sin ese aprendizage no podía Oribe esperar que apoyasen su legali iad. En consecuencia, el 27 de Septiembre de 1839, cuando Echague estaba cerca de Montevideo, salió Oribe por primera vez de Buenos Aires « á la cabeza de « una lucida división bien armada, uniformaba y equipa- ce da, compuesta de masde quinientos hombres. .. .á ba- « tir al salvage unitario Lavalle, ya por si, ya incorporado « á las fuerzas de Entre-Ríos y Santa-Fé. (¿) Entonces (2) Carta de Rosas á Echague de 26 de Setiembre de 1 tomada en Cangancha. no debía venir Oribe á sostener su gobierno legal, ni la in- dependencia desu Patria, tan respetada de Rosas: debía ir á pelear con Lavalle y los unitarios en EntreRios, por cuen- ta del Dictador. « Me ha contestado, dice este en su car- « ta, muy entusiasmado y dispuesto de conformidad, ar- « diendo, como es consiguiente, en los mejores deseos por « ayudar con sus tropas, y aun marchar él mismo & tener « parteen la gloria de combatir contra semejantes salva' « ges unitarios. » Asi fué.—Oribe pasó cuatro años de aprendizaje, haci- endo méritos para Rosas, antes de invadir su país en Enero de 1813. En esos cuatro años, peleó en Entre-Bios, en Santa Fé, en Córdova, en Tucuman, en Salta, sin que Rosas, á quien servia, se acordase para nada déla Presidencia le- gal de la República del Uruguay. Pero después que Oribe hubo arrasado las Provincias Argentinas hasta las fronteras bolivianas; que hubo decapitado al Coronel Vilela, al Go- bernador Avellaneda, clavando su cabeza en la Plaza; al Co- ronel Borda, cuyas orejas saladas mandó de regalo á Bue- nos Aires; (3) que hubo sacrificado todos los prisioneros, en Tucuman, en Catamarca, en todas partes; que hubo dado ordenes para rastrear el cadáver del General Lavalle, con el fin de cortarle la cabeza', después que Rosas hubo publicado en la Gaceta todos estos hechos, autorizados con la firma del mismo Oribe, entonces fué cuando ya le tuvo ligado para siempre á su causa, y solo entonces le confió la invasión del Estado Oriental, cinco años después de haber sido arrojado de él. Volvamos al tratado con el Brasil. El completisimo triunfo de Bosas en el ArroyoGrande (Diciembre de 1842) fué, en concepto de muchos, el precursor infalible de la sumisión de la República Oriental. El Ministro Brasilero Carneiro Leao la vió invadida por un ejercito, comparativa- mente formidable, cuando en el territorio Oriental no ha- bía un soldado; temió que, sometido este, el ejército ven- cedor cayera sobre el Rio Grande; este temor le sobrecojió; no tuvo ánimo para hacer frente al peligro como hacen las Naciones briosas, y prefirió el medio de rogar á Guido que (3) Este hecho no consta de ningún documento de Ro- ^fl:e,N0«CStMba ?n S testi,non«o de muchas personas, entre r.V,.tní STi JV!an?evi ,e' 1ue '° escribió á amigos suyos, hor- rorizado de haberlo visto.mm 8 — •elebrase ese tratado, del que no debía recojer otro fruto que la vergueoza de la repulsa de Rosas. (4) Repulsa que cualquiera debió prever, por que era consecuencia indispensable de las miras del Dictador sobre el Estado Oriental. En Marzo de 1843, /echa de ese tratado, Oribe acababa de llegar delante de Montevideo, con ese ejercito formida- ble y vencedor. Los periódicos de Rosas, sus documentos oficiales, sus actos todos, muestran el convencimiento inti- mo que él tenia deque toda resistencia era imposible. Asi se lo aseguraba Oribe, así Maza, asi Pacheco; y la sumisión de Montevideo se creía un becbo en que solo babia de du - doso el día en que tendría lugar. Rosas, señor de Montevideo y de todo el territorio Ori- ental, al que ocupaba entonces con un ejercito de 17000 hombres, esclusivamente suyo, babia logrado lo que bus- caba desde 1838, cuando mandó á Echague„á someter al pais; quedaba en aptitud de hacer nombrar el candidato que él en su opinión estimase mas acertado', en una pala- bra, quedaba dueño absoluto del pais sometidoásu ejercito. En esas circunstancias, venir á proponerle un tratado, en que el Brasil invocaba ala obligación solemne de defen- « der la existencia política de la República Oriental, cun- tí forme al articulo tercero de la Convención Preliminar de a Paz; » un tratado por el cual el Rrasil habia de tener en este pais tantas tropas, tanta influencia como Rosas, era quitarle de un golpeel ansiado fruto de sus esfuerzos y de su victoria; era darle un compañero importuno, cuando él podía quedar solo con la presa. El solo, sin auxilio de na- die, creia haber sometido el Estado Oriental; ¿como imajl- (4) Hay un hecho curiosísimo, que muestra cuanto transtorna el cerebro una acción que la conciencia condena El tratado se firmó el 24 de Marzo de 1843: y en su preámbu- lo se dice que los plenipotenciarios cangearon sus plenos res- pectivos poderes. Sin embargo, tres días después, es decir, el 27 de Marzo, dia en que el Emperador ratificó el tratado, se celebró y firmó un protocolo en que esos mismos Plenipoten- ciarios declararon que Guido se hallaba sin poderes espe- ciales para firmar el tratado; que los pediría á Rosas, y luego de recibirlos serian cambiados por los de sus Excelencias los Ministros Plenipotenciarios de S. M, I. ¿Cuales fueron, pues, los que se dice en el tratado que se cangearon! "E cosi va- zoppicando il mondo." » narque le diese parte al Rrasil, que nada habia hecho por ayudarle: y que, se cargase, á mas, con la obligación de ir á pelear, en favor del Imperio, contra los Rio-Grandeses? Necedad fué pensarlo; toda la vida política de Rosas estaba anunciando que rechazaría con desprecio semejante proposición; y muy poco juicio mostró Carneiro de Leao al esperar que se ratificase su tratado. Rosas le rechazó ea tono de señor: tenia razón. Entretanto, aquel fué el motivo claro, evidente, que tuvo Rosas para rechazar el tratado. Por supuesto que, cuando el Rrasil invocaba la obligación que ambos países tenían de proteger la Independencia Oriental, Rosas de- bía aparentar en su lenguaje respecto á esa independencia: pero en el lenguaje' nada mas; y es ridiculo pretender que su propia y sola palabra sea prueba de que rechazó el tra- tado por respeto á la legalidad del Gobierno de Oribe, y á la independencia de la^República ; cuando todos los actos mencionados prueban los repetidos ataques que las ha he- cho. No: rué al revés: le rechazó, porque ese tratado le pri- vaba disponer á su antojo de esta República, dándole un compañero en su conquista. Sigue la Gacela diciendo: que Oribe gobierna ya li- bremente en todo el territorio : que, á mas de eso, « man- da mas de ocho mil Orientales, que se han armado para sostenerlo. » Es á donde puede llegar la fa'ta de respeto á la verdad. -—Las fuerzas que Oribe manda son las que tiene delante de Montevideo, y las que, á las órdenes de Urquiza, triunfa- ron en la India Muerta. Para no hacer estados tan falsos como los que forja la Gacela, omitiremos el mencionar la fuerza de cada bata- llón de los que están sobre Montevideo. Pero daremos sus nombres y sus procedencias. Nombre de los cuerpos. Jefes. Procedencia. Libertad Maza Buenos-Ay res. Independencia Costa id. Libres de Rueños Aires Ramos id. Rebajados Ramiro id. Voluntarios de Oribe Artagaveitia Vascos. Libertad Oriental Lasala (se dice de Oríent.) Deíens. de la Indep. Oríent. Ríucon Eotrer. Corrent. etc.— Itt — Cutnp. Deferís, de Oribe F. Oribe Canarios quinteros. Guardia Nacional Sienra, Areta, Orientales. (4 compañías) Arecbaga y Balparda Esos son ios cuerpos de infantería que tiene Oribe: de ellos solo hay un batallón y 4 compañías de Orientales. Puede ser que en iré los Defensores dx. Oribe haya tambieu algunos: pero no es menos cierto que muchos de lós sol- dados del Batallón de Lasala, son de Buenos Aires, En- tremos, y otros puntos; pues á él, y al de Bíncon, se hau incorporado muchos prisioneros del Arroyo Grande, y otros. Por lo que hace á la fuerza de caballería, en ella es donde mas número de Orientales debería encontrarse; por que nuestros campesinos son todos soldados de caballería, y no se sabe que Oribe haya disciplinado ningún batallón de infantería de paisanos Orientales. Bien, pues. Toma- mos el Documento mas irrefragable,—el parte de Urquiza . de la Batalla de la India Muerta. Según él, las fuerzas que pelearon allí, el 27 de marzo último, fueron las siguientes: Ala derecha.—1 ■ división Enlrerriana, compuesta de 6 escuadrones. Una compañía del Batallón Enter- riano. Sus flanqueadores.— Escuadrón de Dragones Entrer- rianos. Lanceros del núm. 1 ? de linea de Buenos Aires. Núm. 1 ? de ia nona división Entrer- riana. Un escuadrón de Orientales. Su Reserva.—Primer escuadrón Escolta déla Liber- tad, (no sabemos si es Oriental: pero lo concedemos. ) Nüms. 2 y 3 de lá División Flores. — (Es todo de Buenos Aires.) Centro.— Compañías 2? y Volteadores del Es- cuadrón Entrerrtano. Un piquete de artillería del mismo. ■ Su Reserva.— El Escuadrón Escolta de Urquiza.-— (Entrerrianos.) Un escuadrón Oriental. Ala izquierda. — 3 ? división Enlrerriana: 4 escua dro- ncs. — II — 3.M compañía del batallón Entrerria- no. Un escuadrón de Orientales. Sus flanqueadores—El numero :\ de Buenos Aires, con una compañía de voluntarios de la Co- lonia. Dos compañías de voluntarios de la Co- lonia y Suriano. El numero 4 de Buenos Aires. Dragones de Buenos Aires. Su reserva.— División Enlrerriana, 4 escuadro- nes. A mas, dos compañías de Minas y Maldonado, sin puesto fijo. Deesa prolija manifestación, hecba por Urquiza en su Parte, resulta que el ejercito de caballería en campaña constaba de Escuadrones Entrerrianos 17 Id. de Buenos Aires 6 Id. Orientales 3 Yá mas cinco compañías de Voluntarios Orientales. Entre la infantería no menciona Urquiza, ni había, un solo piquete de Orientales. Tres escuadrones y cinco compañías de caballería, y un batallón y cuatro compañías de infantería, son toda la fuerza compuesta de Orientales que tiene Oribe á sus orde- nes. Si algo se agrega, serán partidas sueltas que á muy poco pueden montar. Véase si esos cuerpos forman mas de ocho mil Orientales armados. El embuste es tan feo, que parece mas probable que haya error en un cero; y que la Gaceta quiso decir 800:' pues ni á ese numero lle- gan los cuerpos mencionados. Hay otra demostración de aquella ridicula falsedad, que no deja lugar a replica. Las fuerzas de Rosas, que pa- saron el Uruguay, al mando de Oribe, según datos de ellos mismos (5) son las siguientes: Infant. Caball. Al mando inmediato de Oribe 7,000 Al mando de su hermano D. Ignacio 640 5,000 Al mando de Urquiza 500 4,000 Totales...... 8,140 9,000 (5) Véanse los números 862 y 865 del Britiah Packet— 12 — Pasaron, pues , Tuerzas de Rosas á este territorio, mas de 17.000 hombres. Supóngase—lo que Oribe no hade querer confesar—que, en estos 28 meses de campaña, ha perdido 6.000 hombres: debería tener todavía mas de once mil de todas armas, de los que trajo de la República Ar- gentina. Si aqui se hubiesen armado mas de ocbo mil orien- tales. Oribe debería tener hoy cerca de veinte mil hombres á sus órdenes. ¿Donde está, pues, esa fuerza? ¿En que parte se esconde del t erritorio, que no se vé, ni se siente, mas que la que sitia á Montevideo, y la que obedece á Urquiza? Ni aqui, ni en las costas del Este, tan frecuentadas, hasta hace pocos dias, por buques neutros; ni en el Rio Grande, ni en Buenos Aires mismo, se sabe de otras fuerzas que las que ocupan aquellos puntos . Sobre Montevideo, nadie nadie, contando muy largo, dá á Oribe cinco mil hombres de todas armas. Urquiza dice en su parte de la India- Muerta, que peleó con 3,000. Póngase todavía otros d<>s rail do regalo, que no se sabe donde están, y resultará que ni aun asi llegan á esos m'smos once mil hombres de Bue- nos Aires, que debia haber en el territorio. ¿Donde están, pues, los ocho mil orientales armados? Para que lo crea quien, escribe la Gaceta esos desatinos ? Ella continua diciendo: que Oribe solo ha tenido en consideración el gran número de extrangeros que esta pla- za encierra, para no emprender hasta hoy un asalto.— Esto solo tiene una respuesta: mil gracias por esa conside- ración. Pero esta respuesta deben darla los extrangeros. Nosotros, á quienes no comprende la bondad de Oribe, so- lo preguntaremos: ¿ en consideración á qué ha estado Ori- be muchas noches cañoneando por elevación la ciudad, sabiendo que no podia ofender las lineas de fortificación ? Esos cañoneos no han tenido obgeto bélico ninguno: ¿para que los ha ordenado ? " Los «strangeros, sigue la Gaceta, construyeron las trin- •• cheras de Montevideo, unos con tos materiales, otros con su " trabajo jornalero, y la escuadra Británica, al mando del Co- " inodoro Purvis, con sus injenieros. " * « Ningún estrangero ha regalado materiales para la fortifi- cación : ninguno ha trabajado gratuitamente en ellas: nom- bre, sino es verdad, la Gaceta uno solo.—Muchos han vendi- do materiales, y muchos mas han trabajado á jornal, que se les pagaba diariamente. Pero no conocemos principio de de- de Buenos Aires, de los dias 2o de Febrero y 18 de Marao de 1843. — 13 — recho internacional, ni consejo de buena razón, que prohiba al estrangero, residente en un pais belijerante, vender al Go- bierno de ese pais los jéneros que tiene en sus almacenes, los que produce en sus fábricas, ni ocupar sus brazos, como jorna- leros, en trabajos públicos, cuando no se le fuerza á hacerlo. En cuanto á los injenieros de la Escuadra que mandaba el Comodoro Purvis, la Gaceta ha estampado un embuste gratui- to é intencional. En primer lugar, no sabemos que en Tos bu- ques de la estación Británica hubiese un solo injeniero, en 1843 .- ni ¿para qué?—Pero sabemos bien que ninguno se pidió, ni se prestó, perteneciente á estación alguna estrangera. Las trincheras se empezaron á abrir el 9 deEnero