CAMARISTA 0L1DEN fim**) POR LO QUE A ÉL TOCA iL Papel pübmcado J££ GENERAL PVE YRñEDON» Es jstaba muy tranquilo en mí casa hoy 37 de junio del ano corriente , cuando después de despedí a uno de los se- fiores que componen la Junta del Monte Pío, á quienes hnbia hecho citar para esa tarde * me determine* a,salir de mi casa por hacer algún exercicio» Lo verifique', y no habia andado una cUadra cuando me encontré con un paisano que rae saludó manifestando que queria decirme algo, en efecto, ya pasaba y se convirtió á mi en te'rminoa que tube que pararme, y en- tonces con una especie de sentimiento me dijo que acababa de oir leer un manifiesto de Pueyrredon» en que hablaba contra mi» y me decía muchas injurias; yo le conteste que le agrá* decía la noticia, y que ignoraba pudiese decir de mi algo es» señor que no fuete contestado» Inmediatamente me dirigí en busca del papel que encon- tré , y restituido á casa le le\. Es triste suerte la del que tiene que defender su honor, cuando el gozar pacificamente del concepto de honrado es el bien dél hombre sobre todos apre- ciablet pero es mas triste cosa que el general ó brigadier Püeyrredon sea quien pretende por medio de su papelón po- ner el mío»en cuestión. ¡ Qué! ¿se habrá figurado este hora- hre odiado , y despreciado de todos , que yo pudiera de*iu»-«¡arlo, acusarlo 6 ser testigo contra el, j para echarme fue» 6 cieepcionarse de mi dicho se anticipa a hacerlo sospechoso? Se ha encañado miserablemente. El Dr. Oliden es y ha sido desde niño de mas honradez y providad que e'l lo ha sido. Sobrados motivos tiene el brigadier Pueyrredon para estar seguro ñor experiencia de esta verdad. Asi es que lejos de aprender por su ejemplo, solo -trato de defeuderme por lo que a mi toca do la idea de falso y sin honor que se ha per- suadido infundirá contra mi en los que lean el papel citado. Dos son los hechos que ha lomado este brigadier para injuriar- me. El salvarse de la nota de aulor de la última guerra pivil, V la conversación en que asegura haber yo dicho que el habia usurpado ingente cantidad de miles de una propiedad europea. La relación simple y sencilla de los hechos acreditara si mi verdad, es tan sospechosa como mi honor i No es menester que me lo inierrogen, yo debo decir detalladamente lo que ha pasado, porque hasta contra mi soy verdadero. ,. . En el año pasado de 1817 por el mes de setiembre vino a esta ciudad D. Gregorio Samaniego , vecino del Entre-Rios en la jurisdicción de Gualeguychu. Este sugelo fue' llamado por el gobierno e' interrogado sobre la opinión y actualestado de aquel pais , (a esto dio lugar una comunicación amenazadora del eneral D. José" Artigas, que asustó al brigedier Pueyrre- don , y contra la que trotaba de prevenirse, y se prevenía de hecho), Samaniego no satisfizo , pero por sus contestaciones se columbró que algo quería decir y no se determinaba. En- tonces fui llamado y encargado de sondear a Samaniego : lo ve- rifique , pues que le conocia de antemano, y este me informó de la decisión en que estaban los habitantes de aquella pro- vincia de unirse á las demás bajo el gobierno Directorial, y re- qonvenido por mi sobre no haberse franqueado con el gobier- no, me contestó que no lo habia hecho, porque nuestro go- bierno no hac\a sino comprometer k aquellos pueblos, y des-' pues dejarlos, •. De todo d\ cuenta inmediatamente , y se formaron sobre, oét« no.ücia las mas lisongeras esperanza*. Por toi.conducto »•* le-dieron a Samaniego algunas municiones , y se te.asrg^ro por parte del gobierno que se auxiliarían y segundarían los deseos de aquellos habitantes con las tropas que para ello juzgaba bas- tantes dicho Samaniego c pero que era preciso que antes reu- niese la opinión de aquellas gentes. En estos te'rminos partió Samaniego de esta ciudad para el lugar de su domicilio, de donde avisó el resultado de su en- cargo. Aquellos habitantes inmediatamente se pusieron bajo la obediencia del gobierno de las Provincias Unidas , y reda- maban á este gobierno el cumplimiento de lo prometido por jni conductor yo como comprometido por el gobierno con .aquella gente importunaba, y tarde conocí, pero de un modo cruel para un hombre sencible y lleno de providad, que Sa- •maniego me habia dicho verdad. Se remitieron entonces unas .pocas armas. El gobierno en su política quería ocupar la aten- ción del general D. José' Artigas, y estimaba que aquella guerra debía extinguirse con la sangre de los habitantes de aqutel ter-* ritorio sin contribuir la nuestra , y que debían derramarla por verse sujetos al gobierno de las Provincias Unidas. Logre por fin vencer la resistencia, no como dice el bri- gadier Pueyrredon á la guerra civil en aquella provincia que .se deseaba, y con la que trataba de embarazar la invasión con .que le amagaba el general D. José' A rligas, sino la que hacia á .despachar el auxilio de tropas que se habia ofrecido, ¿pero en .que' circunstancias? Cuando Samaniego con la gente que pudo .precipitadamente reunir de Gualeyguaychu, y D. Gervasip Correa de Gualeguay estaban sitiados-cu el lugar que llaman los Toldos , por el señor D. Francisco Ramircz con un corto nviJ mero dé tropas que permanecía aun á su devoción, cuando los vecinos de ambos territorios unos huían de D» Francisco Ra- mirez «i esta ciudad ó a las islas , y otros eran remitidos presos al cuartel general del Herbidero. En esta sazón fue que se man- daron quhdcntoslrombres escasos de auxilio, 110 seiscientos como falsamente pone en su papel el brigadier. ^E'Uonces'fue queso me nombró de comisionado especial del gobierno en aquella provincia sin que lo solicitase, si solo teniéndose con-•idcr.ir.ion á mí natural trato, capa* de infundir confian» entre aquella» gentes, esta fue Ja razón. Tal era la seguridad que se tenia de la opinión unisona de los habitantes del Entro Ríos. En efecto, posteriormente be hablado con oficíalos del ge- neral D. Francisco Ramírez , quienes me han confesado que eo aquella época todo el Entre Ríos estaba por el gobierno.de las Provincias Unidas, y que Ja unión se hubiese verificado sino, hubiese habido que vencer la vigilancia y actividad, indefesa de aquel general y D. José' Artigas, y si la fortuna no hubiese dejado de favorecer á este gobierno. Hasta aquí la relación de todo lo ocurrido , y mi interven- ción en los principios de la anterior guerra civil. Yo habré sido, culpable , tampoco tube embarazo para referírselo al señor go- bernador de está provincia cuando mo comisionó á establecer Ja paz en aquella entre D. Gervasio Correa y su gober- nador,' rom placiéndome el ser de un modo público encar- gado de apaciguar los últimos restos de la guerra civil, a que mi gobierno me comisionó para dar principio de un modo pri- vado. Y bien, ya be' confesado mí pecado. ¿Se exculpa, ni excul- para jamas el* brigadier Pueyrredon con quererme hacer taa predoniiianlc en mis dictámenes que le obligase a hacer la guer- ra? Por fortuna todos me conocen, y saben que no, y que hizo, cuanto quiso durante su gobierno sin que nadie pudiese irle á la mano:parece que hablase entre los boten totes, y no entre los que desdo el principio de. su gobierno lo han estado miran- do nmv de cérea, ¿cómo en otras cosas mas de su ínteres de nada v ihan las persuacíones del camarista OlidenP Pero este camarista siempre tubo la verdad en sus labios , que poco agra- / .